Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Tesalonicenses»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17 18 19 20
21 22 23 24
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 24

LA NECESIDAD DE SER SANTIFICADOS POR COMPLETO Y DE QUE NUESTRO ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO SEAN GUARDADOS PERFECTOS

(2)

  Lectura bíblica: 1 Ts. 4:9, 13; 5:8, 16-24; 2 Co. 7:1; 1 Jn. 1:6; 1 Ti. 1:5; Ro. 6:6, 19; 7:24; 8:10-11; 12:1; 1 Co. 6:13, 15, 19-20

  En 1 Tesalonicenses 5:23 Pablo dice: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y vuestro espíritu y vuestra alma y vuestro cuerpo sean guardados perfectos e irreprensibles para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. En el mensaje anterior dijimos que lo primero que debemos hacer para guardar nuestro espíritu es ejercitarlo para tener comunión con Dios. Según 5:16-18, debemos regocijarnos, orar y dar gracias. Si hacemos esto, nuestro espíritu será librado de una condición de muerte y será avivado. En segundo lugar, guardamos nuestro espíritu al evitar todo aquello que pueda ensuciarlo y contaminarlo. En este mensaje queremos continuar este tema y ver cómo podemos guardar nuestra alma y nuestro cuerpo.

LIMPIAR LAS ARTERIAS DE NUESTRO CORAZÓN PSICOLÓGICO

  Nuestro corazón psicológico tiene tres arterias principales. Estas arterias, que también son las tres partes principales del alma, son la mente, la voluntad y la parte emotiva. Es importante que sepamos cuál es la manera práctica de limpiar nuestras arterias. Para limpiar las arterias de nuestro corazón físico, los médicos pueden prescribir alguna medicina; pero, en muchos casos, se requiere cirugía. La manera en que podemos limpiar las tres arterias principales de nuestro corazón psicológico es hacer una confesión minuciosa delante del Señor. Por experiencia he aprendido que debemos pasar cierto tiempo con el Señor confesándole nuestros defectos, fracasos, derrotas, errores, transgresiones y pecados.

Con respecto a nuestra mente

  Podemos empezar confesando toda la pecaminosidad e inmundicia que hay en nuestra mente, en nuestro modo de pensar. Podemos comparar la arteria de nuestra mente a una acequia que está obstruida con tierra y que necesita ser destapada nuevamente para que el agua pueda fluir. Nuestra mente está llena de “tierra”; como resultado, esta arteria está obstruida. Si hemos de destapar la arteria de nuestra mente, debemos confesar todas las cosas pecaminosas presentes en nuestros pensamientos y en nuestra mentalidad. Confesando nuestros pensamientos uno por uno, quitamos todo lo que está obstruyendo esta arteria.

  Al confesarnos de esta manera, podemos confesarle al Señor que entendemos muchos asuntos de una manera muy natural. Quizás usted no se percate aún de que el entendimiento que tiene de muchas cosas es natural. Ésta es la razón por la cual usted necesita acudir al Señor y decirle: “Señor, ilumíname y descubre mi mente. Saca a la luz todos mis pensamientos. Señor, ilumina toda mi mente con Tu luz”. Luego, basado en esta iluminación y en aquello que le haya sido mostrado, usted debe confesar todos los problemas que hay en su mente, uno por uno. Por ejemplo, tal vez el Señor le muestre que la comprensión que usted tiene de su vida matrimonial y de su vida familiar es muy natural. Es posible que usted comprenda a su cónyuge, a sus hijos y todos los asuntos familiares de una forma natural, que no es de ningún modo espiritual. Si el Señor le muestra esto, usted de inmediato debe confesarlo y decir: “Señor, perdóname. Aunque te amo, mi comprensión de la vida matrimonial es totalmente natural. Señor, líbrame de esta comprensión natural y saca estos conceptos de mí”. Éste es un ejemplo de la clase de confesión que se requiere con respecto a nuestra mente. Para experimentar este tipo de escrutinio y hacer este tipo de confesión, tal vez necesitemos pasar mucho tiempo a solas con el Señor.

Con respecto a nuestra voluntad

  ¿Qué podemos hacer con respecto a nuestra voluntad? Si acudimos al Señor para que Él nos ilumine con respecto a nuestra voluntad, Él sacará todo a la luz de manera exhaustiva y detallada. Será como si estuviésemos siendo examinados bajo el microscopio divino, pues uno a uno todos los microbios de nuestra voluntad serán iluminados. En particular, nos percataremos de que somos muy rebeldes y no sabemos lo que significa ser sumisos al Señor. Debemos confesar uno a uno los gérmenes de rebelión presentes en nuestra voluntad. Quizás el Señor le muestre a usted que, unos años atrás, usted obró incorrectamente en determinado asunto. Después, tal vez le muestre que usted fue injusto con cierto hermano o hermana. Cada vez que Él le muestre algo, usted debe confesarlo. Debe darle gracias al Señor porque está bajo Su luz, bajo Su escrutinio. Así, cuando confesamos al Señor todos los problemas que Él saca a luz en nuestra voluntad, destapamos la arteria de nuestra voluntad.

Con respecto a nuestra parte emotiva

  La arteria de nuestra parte emotiva también necesita ser limpiada. Si vemos cuán serio es el problema con respecto a nuestra parte emotiva, es posible que nos sintamos muy afligidos. Quizás nos sintamos desesperados y profundamente avergonzados por la condición de nuestra parte emotiva. Veremos que muchas veces aborrecemos lo que debiéramos amar, y amamos lo que debiéramos aborrecer. Una vez que entremos en el santuario y seamos iluminados, veremos que el aspecto más despreciable de nuestro ser es nuestra parte emotiva, pues no la usamos debidamente. Es posible que tanto nuestro gozo como nuestra tristeza sean totalmente naturales. Una vez que el Señor comience a mostrarnos nuestra condición, nos sentiremos avergonzados por la manera en que hemos expresado el gozo y la tristeza, ya que muchas veces fue natural, carnal, e incluso la carne misma. Con razón nuestro corazón psicológico no funciona normalmente.

  Si dedicamos el tiempo necesario para destapar las tres arterias principales de nuestro corazón psicológico, sentiremos que todo nuestro ser ha sido avivado. Nuestra mente, voluntad y parte emotiva estarán en una condición muy saludable. Así, toda la “tierra” que obstruía estas “acequias” habrá sido quitada.

  Nadie puede destapar estas arterias por usted. Yo puedo hablarle acerca de ello, pero usted mismo tiene que hacerlo. Por lo tanto, debe acudir al Señor día tras día y pedirle que le muestre todos los problemas que hay en su mente, en su voluntad y en su parte emotiva. Entonces, a la luz de todo lo que Él le muestre, usted debe confesar.

  Quizás usted no se percate de que tiene problemas con relación a sus pensamientos, a sus decisiones o a su parte emotiva. Es por ello que debe acudir al Señor para que Él lo ilumine. Por ejemplo, es posible que tengamos una enfermedad de la cual no estemos enterado. Aun después de que el doctor descubre nuestro problema y nos receta la medicina apropiada, es posible que pensemos que no necesitamos el medicamento. Sin embargo, una vez que tomemos la medicina, y ella limpie y sane nuestro cuerpo, quedaremos convencidos de que el consejo del doctor era acertado. De igual modo, aunque es posible que no sintamos que tenemos problemas con respecto a nuestra mente, nuestra parte emotiva y nuestra voluntad, debemos acudir al Señor y tomarnos la “medicina” que Él nos da. Si la tomamos, las arterias de nuestro corazón psicológico se mantendrán limpias y descongestionadas.

GUARDAR NUESTRO CUERPO

  Además de saber cómo guardar nuestro espíritu y nuestra alma, debemos también saber cómo guardar nuestro cuerpo. El pecado dañó y arruinó nuestro cuerpo. Por ello, Romanos 6:6 dice que nuestro cuerpo es un “cuerpo de pecado”. Además, nosotros presentamos los miembros de nuestro cuerpo caído al pecado, a la maldad, a la iniquidad. Romanos 6:19 dice: “Presentasteis vuestros miembros como esclavos a la inmundicia y a la iniquidad para iniquidad”. Por ejemplo, una persona que juega a las apuestas presenta sus manos a cosas que son pecaminosas e inmundas.

  En Romanos 7:24 Pablo añade que nuestro cuerpo es un cuerpo de muerte: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará del cuerpo de esta muerte?”. Luego, en Romanos 8:10, Pablo dice que aunque el espíritu es vida a causa de la justicia, “el cuerpo está muerto a causa del pecado”.

  Si queremos guardar nuestro cuerpo, debemos llevar una vida que nunca haga caso al viejo hombre, que nunca obedezca a nuestra alma. Romanos 6:6 dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él para que el cuerpo de pecado sea anulado, a fin de que no sirvamos más al pecado como esclavos”. Si no obedecemos al viejo hombre, el cuerpo de pecado quedará anulado. Eso significa que el cuerpo de pecado quedará sin oficio, quedará desempleado. Sin embargo, si vivimos conforme a nuestra alma, usaremos nuestro cuerpo para servir al viejo hombre. Por lo tanto, guardar nuestro cuerpo exige primeramente que no vivamos conforme a nuestra alma.

  En segundo lugar, guardar nuestro cuerpo exige que no presentemos ningún miembro de nuestro cuerpo a nada que sea pecaminoso. Por ejemplo, no debemos permitir que nuestros ojos vean fotos pecaminosas ni que nuestros oídos escuchen cosas sucias. Muchas cosas que se emiten por la radio nos contaminan. Muchos santos han testificado que no pueden soportar ciertas conversaciones que escuchan en la escuela o en el trabajo porque dichas conversaciones son muy depravadas. Muchas personas del mundo son capaces de hablar de cosas pecaminosas sin sentir la menor vergüenza. Por ello, debemos guardar nuestro cuerpo y no permitirnos ver ni oír cosas que contaminen y arruinen nuestro cuerpo. En esto consiste guardar nuestro cuerpo en santificación.

  En el capítulo cuatro Pablo nos muestra la importancia de guardar nuestro cuerpo de esta forma al exhortarnos que nos abstengamos de fornicación. Abstenernos de fornicación equivale a guardar nuestro vaso, nuestro cuerpo, en santificación y honor. Por consiguiente, si hemos de guardar nuestro cuerpo, no debemos presentar nuestros miembros a ninguna cosa pecaminosa.

  El mundo hoy en día está lleno de corrupción y contaminación. Esto hace que nos sea más difícil guardar nuestro cuerpo. Adondequiera que vamos, encontramos elementos que nos contaminan. Por esta razón, los padres deben adiestrar a sus hijos, aun desde que empiezan la escuela primaria, a mantenerse alejados de estos elementos contaminantes. Cualquier padre que piense que los niños debieran estar expuestos a tentaciones para “desarrollar defensas” está seriamente equivocado y en el futuro se lamentará por haber escogido ese curso de acción. Los padres que decidan criar a sus hijos de esta manera, ciertamente cosecharán lo que han sembrado.

  Como una persona de más edad, puedo testificar de la necesidad de guardar nuestro cuerpo. No piensen que cuanto más edad tenga una persona menos necesita guardarse de la concupiscencia y de la contaminación. Mientras no hayamos sido transfigurados y aún permanezcamos en la vieja creación, necesitamos guardar nuestro cuerpo.

  En realidad, guardar nuestro cuerpo es muy difícil. Es mucho más fácil guardar nuestro espíritu y nuestra alma que guardar nuestro cuerpo. Mientras estemos en este mundo corrupto y lleno de contaminación, lo más difícil para nosotros será guardar nuestro cuerpo. Debemos tener cuidado y no mirar nada, no oír nada ni tocar nada que pueda contaminar nuestro cuerpo.

NUESTRA COOPERACIÓN Y LA OPERACIÓN DE DIOS

  En 5:12-24 vemos la cooperación de la vida santa con la operación divina. En los versículos del 12 al 22 vemos que los creyentes cooperan al llevar una vida espiritual, separada de todo lo profano. En los versículos 23 y 24 vemos la operación de Dios, la cual santifica y guarda a los creyentes. Dios desea santificarnos por completo y guardar perfectos nuestro espíritu, nuestra alma y nuestro cuerpo; aun así, se requiere que nosotros cooperemos con Él. Podemos cooperar con Él al regocijarnos, al orar sin cesar, al darle gracias a Él en todo, al no apagar al Espíritu y al no menospreciar lo que se profetiza en las reuniones de la iglesia. Si cooperamos de este modo, nuestro espíritu será guardado de la muerte, nuestra alma será guardada de toda la contaminación presente en nuestra mente, voluntad y parte emotiva, y nuestro cuerpo será guardado de la contaminación de esta era. Entonces, de una manera práctica, llevaremos una vida santa para la vida de iglesia. El objetivo de Pablo, al escribir 1 Tesalonicenses, un libro dirigido a nuevos creyentes, era que ellos llevaran tal vida, una vida santificada y santa para la vida de iglesia.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración