Mensaje 12
Lectura bíblica: 1 Ti. 6:11-21
En 1 Timoteo 1:4 leemos acerca de la economía de Dios, y en 6:11 Pablo usa la expresión “hombre de Dios”. Por consiguiente, este libro empieza hablándonos de la economía de Dios y termina con una exhortación dirigida a un hombre de Dios. El deseo de Dios es producir hombres de Dios, y esto lo logra al impartirse en los que creen en Cristo. Un hombre de Dios es uno que participa de la vida y naturaleza de Dios (Jn. 1:13; 2 P. 1:4), y de este modo llega a ser uno con Él en Su vida y en Su naturaleza (1 Co. 6:17) y que, por ende, le expresa. Esto concuerda con el misterio de la piedad, que es Dios manifestado en la carne (1 Ti. 3:16).
En 1 Timoteo 6:11 dice: “Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia, la mansedumbre”. Por una parte, Pablo exhorta a Timoteo a que huya de ciertas cosas y, por otra, a que siga otras cosas. Timoteo debía huir de las cosas negativas mencionadas anteriormente en esta epístola, y debía seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. Es muy significativo que Pablo no exhortara a Timoteo a seguir el poder, los dones, los milagros ni una buena formación teológica. Además, como veremos en el versículo 12, Pablo no le exhorta a que pelee por sus conceptos teológicos ni a que eche mano de los conocimientos doctrinales que ha acumulado. Sin embargo, hoy muchos cristianos siguen en pos del poder, pelean por las doctrinas y echan mano del conocimiento teológico, y exhortan a la nueva generación a hacer lo mismo. Asimismo, promueven los dones, talentos y aptitudes naturales. Sin embargo, en 1 Timoteo se habla muy poco de las aptitudes humanas. En cuanto al cargo de anciano, Pablo le dice a Timoteo que un anciano debe ser apto para enseñar. Esto se refiere a la capacidad de instruir a otros como un padre ayuda a su propio hijo con sus tareas escolares. En 1 Timoteo es evidente que Pablo no hace ningún énfasis en el poder, ni en los dones, ni en las aptitudes naturales.
Pablo exhorta a Timoteo a que siga la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. La justicia consiste en estar bien con las personas delante de Dios, en conformidad con Sus requisitos justos y estrictos. Si hemos de ser los que llevan a cabo la economía de Dios con miras a la edificación de las iglesias locales como expresión de Cristo, debemos seguir la justicia. Debemos procurar estar bien con Dios y con los hombres.
En segundo lugar, debemos seguir la piedad, que consiste en ser la expresión de Dios. En 4:7 Pablo exhorta a Timoteo a que se ejercite para la piedad. Un hombre de Dios no debe seguir el poder ni los dones milagrosos; antes bien, debe seguir la justicia y la piedad, es decir, debe procurar estar bien con Dios y con los hombres, a fin de ser la viva expresión de Dios en todo aspecto. Esto es llevar una vida diaria que manifiesta a Dios.
En el versículo 11 Pablo menciona la fe después de la piedad. La fe consiste en creer en Dios y en Su palabra, y en confiar en Él y en Su palabra. Como hemos señalado, la fe implica una unión orgánica, la cual se produce cuando tenemos contacto con Dios mediante la Palabra y el Espíritu. Por consiguiente, la fe denota una unión viva. En lugar de procurar realizar una gran obra, debemos procurar tener una unión orgánica con el Dios Triuno.
En 6:11 Pablo menciona también el amor. Debemos ser personas que aman a otros con el amor de Dios (1 Jn. 4:7-8, 19-21).
Pablo además menciona la perseverancia y la mansedumbre. Debemos seguir la perseverancia, que es la capacidad para soportar sufrimientos y persecuciones, y también la mansedumbre, que es la actitud apropiada que se debe tener al hacer frente a la oposición. Si llevamos una vida piadosa, ciertamente sufriremos. El mundo se opone a Dios. Si vivimos a Dios y lo expresamos en nuestro vivir, el mundo impío se opondrá a nosotros y nos atacará. Así que, debemos seguir la perseverancia, y también la mansedumbre.
En el versículo 12 Pablo continúa su exhortación: “Pelea la buena batalla de la fe”. Pelear por la fe significa contender por la economía neotestamentaria de Dios. En particular, es contender por el hecho de que Cristo es la corporificación de Dios y la iglesia es el Cuerpo de Cristo.
En el versículo 12 Pablo también dice: “Echa mano de la vida eterna, a la cual fuiste llamado, habiendo hecho la buena confesión delante de muchos testigos”. Esta vida eterna es la vida divina, la vida increada de Dios, la cual es eterna. La palabra “eterna” denota la naturaleza de la vida divina más que el factor tiempo. Para pelear la buena batalla de la fe en la vida cristiana, y especialmente en el ministerio cristiano, necesitamos echar mano de la vida divina y no confiar en nuestra vida humana. Por lo tanto, en 1 y 2 Timoteo y en Tito se pone énfasis en la vida eterna una y otra vez (1 Ti. 1:16; 6:19; 2 Ti. 1:1, 10; Tit. 1:2; 3:7). Esta vida constituye un requisito previo para llevar a cabo la economía de Dios con respecto a la iglesia, como vemos en 1 Timoteo, para hacer frente a la decadencia de la iglesia, como lo revela 2 Timoteo, y para mantener un buen orden en la vida de iglesia, como lo indica Tito.
Nosotros hemos sido llamados a entrar en la esfera de la vida eterna de Dios. Nacimos de la vida humana natural, pero renacimos de la vida divina y eterna cuando Dios nos llamó en Cristo.
Las palabras “habiendo hecho la buena confesión delante de muchos testigos” probablemente se refieren a la confesión de fe que hizo Timoteo en el momento de su bautismo. Fue quizás en aquella ocasión que Timoteo hizo la buena confesión de la vida eterna delante de muchos testigos (todos debiéramos practicar esto en nuestro bautismo), creyendo y teniendo la certeza de que había recibido la vida de Dios.
Los versículos 11 y 12 son un maravilloso resumen de casi todo el Nuevo Testamento. Un hombre de Dios debe seguir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre; él debe pelear por la economía neotestamentaria de Dios y debe echar mano de la vida eterna. Todos estos asuntos constituyen aspectos esenciales del Nuevo Testamento. En contraste, las bestias de Apocalipsis 13 y el lago de fuego, mencionado en Apocalipsis 20, no tienen comparación con estos aspectos esenciales. Hoy en día debemos pelear la buena batalla de la fe. Esto significa que debemos pelear por Cristo como corporificación de Dios y por la iglesia como Cuerpo de Cristo. Además, no debemos pelear meramente en un sentido objetivo, sino que debemos luchar en un sentido subjetivo, echando mano de la vida eterna. No debemos hacer nada aparte de esta vida. Debemos conversar con nuestro marido o esposa y con nuestros hijos, no por medio de la vida natural, sino mediante la vida eterna. Incluso al comprar un par de zapatos, debemos vivir según la vida eterna a la cual fuimos llamados. Como los Timoteos de hoy, debemos echar mano de la vida eterna.
En el versículo 12 Pablo nos dice específicamente que fuimos llamados a la vida eterna. Ningún otro libro del Nuevo Testamento dice: “...la vida eterna, a la cual fuiste llamado”. Ésta es una característica particular de 1 Timoteo. ¿Se había antes dado cuenta de que usted fue llamado a la vida eterna? La vida eterna no se refiere principalmente a las bendiciones que recibiremos en el futuro. Ser llamado a la vida eterna no significa que hemos sido llamados a disfrutar bendiciones en el cielo. La vida eterna debe ser nuestra vida hoy, una vida que podemos experimentar en nuestro diario vivir. Mediante nuestro primer nacimiento, el nacimiento físico, recibimos la vida adámica; pero, puesto que fuimos llamados a la vida eterna, ya no debemos vivir la vida adámica, la vida natural. Por supuesto, debemos ser verdaderamente humanos, aun como lo fue Jesús, mas no en virtud de nuestra vida natural; antes bien, debemos vivir la vida humana en virtud de la vida eterna. Hemos sido llamados a esta vida, y ahora debemos vivirla.
Con respecto a que hemos sido llamados a la vida eterna siento una gran carga. Me preocupan particularmente aquellos amados santos que se han apartado de la vida eterna, a la cual fueron llamados, y se encuentran distraídos con otras cosas. Nosotros fuimos llamados únicamente a la vida eterna. Esta vida, la vida divina, es de hecho el propio Dios Triuno. Ya que hemos sido llamados a la vida eterna, debemos ahora echar mano de esta vida, vivir esta vida y ser completamente conformados a ella.
En el versículo 13 Pablo continúa diciendo: “Te mando delante de Dios, que conserva en vida todas las cosas, y de Cristo Jesús, que dio testimonio de la buena confesión delante de Poncio Pilato”. Aquí Pablo describe a Dios como Aquel que conserva en vida todas las cosas. Esto indica que debemos centrar nuestra atención en la vida. Cada aspecto de nuestro andar cristiano debe ser algo a lo cual Dios pueda darle vida.
El concepto de Pablo en el versículo 13 es que Dios es quien da la vida, y que Cristo, cuando estuvo en la tierra, vivió la vida eterna. Él vivió por el Dios que da vida a todas las cosas. Luego, al final de Su peregrinación en la tierra, estuvo frente a Poncio Pilato e hizo una buena confesión. La confesión que el Señor hizo delante de Pilato tenía que ver con el hecho de que Él vivía por la vida divina. Ahora podemos entender por qué Pablo exhorta a Timoteo delante de Dios y delante de Cristo Jesús; lo exhorta delante de Dios porque Dios es quien da vida a todas las cosas, y lo exhorta delante de Cristo Jesús porque Él vivió la vida eterna y testificó de ella ante Poncio Pilato. Por consiguiente, Pablo señala que Timoteo debe ser tal persona, es decir, que debe ser un hombre de Dios. Cristo era verdaderamente un hombre de Dios, un hombre que expresaba en Su vivir la justicia, la piedad, la fe, el amor, la perseverancia y la mansedumbre. Ahora, Pablo exhorta a Timoteo a que sea la misma clase de persona, un hombre de Dios que vive por la vida divina.
En el versículo 14 Pablo añade: “Que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo”. Este mandamiento debe de referirse a la exhortación hecha en los versículos 11 y 12. La palabra “aparición” se refiere a la segunda venida del Señor. Pablo exhorta a Timoteo a que viva como un hombre de Dios hasta la venida del Señor Jesús. Así, el Señor podría hablar bien de Timoteo, como alguien por medio de quien Dios pudo seguir viviendo en la tierra. Espero que cuando el Señor aparezca, Él pueda decirnos: “Hijo Mío, has sido fiel. Tú eres uno de aquellos por medio de quienes Yo pude seguir viviendo en la tierra. Yo viví en la tierra como un hombre de Dios, y tú fuiste una réplica mía al llevar también la vida de un hombre de Dios. En lugar de vivir por la vida natural, tú viviste por la vida eterna”.
En los versículos 15 y 16 Pablo dice: “La cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de los que rigen como reyes, y Señor de los que gobiernan como señores, el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el poder sempiterno. Amén”. El pronombre relativo “la cual” se refiere a la “aparición” del versículo 14. El sujeto en la frase “a Su tiempo mostrará”, en el versículo 15, es Dios el Padre, según Hechos 1:7. Aunque el Padre habita en luz inaccesible, no sólo podemos acercarnos a Él en Cristo, sino que además podemos tener comunión con Él. La razón por la cual podemos acercarnos al Padre es que ya no estamos en tinieblas. Él está en la luz, y nosotros también estamos en la luz (1 Jn. 1:5, 7).
En realidad, 1 Timoteo concluye en 6:16. Sin embargo, en los versículos del 17 al 19 Pablo hace una exhortación más a los ricos. El versículo 17 dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en lo inseguro de las riquezas, sino en Dios, que nos provee todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos”. Estas palabras pueden considerarse como un suplemento de 6:7-10.
Los ricos a menudo son un problema para la iglesia. Con todo, hoy en día a muchos líderes cristianos les gusta tener gente rica en sus congregaciones. Sin embargo, nosotros no debemos mostrar ninguna preferencia por los ricos. Los pobres tal vez sean en cierto sentido una carga para la iglesia, pero no perjudican la iglesia ni la arruinan. Los ricos, en cambio, pueden perjudicar la economía de Dios mucho más que los pobres. El Nuevo Testamento incluso declara que los pobres, ya sea en un sentido espiritual o material, son bienaventurados (Mt. 5:3; Lc. 6:20). Ya que Pablo aborda el tema de la economía de Dios con respecto a la iglesia, él no puede evitar hablar del problema que representan los ricos. Así que, él los exhorta a que no sean altivos, ni pongan su esperanza en lo inseguro de las riquezas.
Muchos líderes cristianos, al recaudar fondos, suelen elogiar a los ricos que ofrendan grandes sumas de dinero, mientras que a menudo pasan por alto a aquellos que sólo aportan pequeñas cantidades. Los hermanos que toman la delantera en las iglesias y los colaboradores no deben mostrar esta clase de aprecio por la gente rica. El hermano Nee incluso acostumbraba a no pasar tiempo con los ricos. Él prefería ser invitado a la casa de un hermano pobre. La actitud del hermano Nee al respecto era ciertamente la correcta.
Los versículos 18 y 19 añaden: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, que estén prestos a repartir sus bienes, dispuestos a compartir; acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para lo por venir, a fin de que echen mano de la vida que lo es de verdad”. La frase “que hagan bien” se refiere a la presta distribución de las cosas materiales a los necesitados, y a compartir gustosamente las riquezas con ellos. Ser ricos en buenas obras significa ser ricos según el beneplácito de Dios (Ef. 2:10), y no meramente ricos en cosas materiales. La expresión “un buen fundamento para lo por venir” se refiere a la era venidera (en contraste con la era presente, mencionada en el versículo 17), a la era del reino, cuando los santos vencedores disfrutarán la recompensa del Señor. Para ello, todos debemos echar un buen fundamento en la era presente, considerándolo como un tesoro que disfrutaremos en el futuro. Los que son ricos en esta era deben usar sus riquezas de tal modo que acumulen para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro.
En el versículo 19 Pablo exhorta a Timoteo a que aliente a los ricos a que “echen mano de la vida que lo es de verdad”. Esta vida es la misma vida eterna mencionada en el versículo 12. Las riquezas materiales sirven para la vida humana natural en esta era, una vida que es temporal y que, por ende, no es verdadera. Si hacemos bien con respecto a las cosas materiales, lograremos algo en términos de la vida verdadera, es decir, acumularemos un tesoro, para nuestro disfrute en la vida eterna durante la era venidera. Esto requiere que echemos mano de la vida eterna de Dios, la cual es la vida verdadera. De otra manera, estaremos echando mano de nuestra vida humana natural, atesorando riquezas materiales para la vida en esta era, una vida que no es verdadera. En vez de ocuparnos de la vida natural, debemos ocuparnos de la vida eterna.
Tanto el versículo 12 como el versículo 19 recalcan la vida eterna de Dios. Esto indica que la vida divina es un factor crucial y vital para nuestra vida cristiana.
Los versículos 20 y 21 dicen: “Oh Timoteo, guarda el depósito, apartándote de las profanas y vanas palabrerías, y los argumentos del falsamente llamado conocimiento, el cual profesando algunos, se desviaron en cuanto a la fe”. El depósito era aquello que le había sido encomendado y confiado a Timoteo, las sanas palabras que él había recibido de Pablo, no sólo para sí mismo, sino también para otros. Al hablar del “falsamente llamado conocimiento”, Pablo se estaba refiriendo a las enseñanzas de los falsos maestros, las cuales ellos llamaban conocimiento (probablemente relacionado con el conocimiento gnóstico). Tal enseñanza reemplazó el verdadero conocimiento de la sana palabra de Dios que le había sido confiada a Timoteo. Aquellos que profesan lo que falsamente es llamado “conocimiento”, se han desviado en cuanto a la fe. En lo que se refiere al contenido objetivo de lo que creemos, ellos han errado el blanco como en el tiro. Por consiguiente, se han desviado en cuanto a la economía neotestamentaria de Dios. Por último, después de esta exhortación adicional, Pablo concluye, diciendo: “La gracia sea con vosotros”.