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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 1 Timoteo»
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Mensaje 5

LOS QUE VIGILAN Y LOS DIÁCONOS EN RELACIÓN CON LA ADMINISTRACIÓN DE LA IGLESIA

  Lectura bíblica: 1 Ti. 3:1-13

  En 1 Timoteo 3:1-13 Pablo habla de los que vigilan y de los diáconos en relación con la administración de la iglesia. En los versículos del 1 al 7, él aborda el tema de los que vigilan, y en los versículos del 8 al 13, el tema de los diáconos.

I. LOS QUE VIGILAN

A. Aspirar al cargo de vigilar

  En el versículo 1 Pablo dice: “Palabra fiel: Si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra desea”. Pablo empieza este versículo usando la expresión: “Palabra fiel”. Esta expresión indica que lo que él está por decir es muy importante.

  En el versículo 1 Pablo habla del cargo de vigilar, y en el versículo 2, de los que vigilan. La palabra griega traducida “el cargo de vigilar” es epískope, que se compone de epí que significa sobre, y skopé, que significa vigilar; por ende, denota la función de uno que vigila. La palabra griega traducida “el que vigila” es epískopos, de epí y skopon, y significa aquel que ve; por ende, el que vigila (o “obispo”, que viene del latín episcopus). Uno que vigila en una iglesia local es un anciano (Hch. 20:17, 28). Las dos expresiones se refieren a la misma persona: “anciano” denota una persona de madurez; y “el que vigila”, denota la función de un anciano. Fue Ignacio en el siglo segundo quien enseñó que uno que vigila, un obispo, tiene una posición más alta que un anciano. De esta enseñanza errónea vino la jerarquía de obispos, arzobispos, cardenales y el papa. Además, esta enseñanza fue la fuente del sistema episcopal de gobierno eclesiástico. La jerarquía y el sistema mismo son abominables a los ojos de Dios.

  En el versículo 1 Pablo nos dice que si alguno aspira al cargo de vigilar, buena obra desea. Tener una aspiración con un motivo puro es diferente de tener una ambición con un motivo impuro. El Señor desea que muchos hermanos tengan la aspiración de la que se habla aquí. Por causa del recobro del Señor y la edificación de las iglesias locales, se necesitan personas apropiadas que puedan tomar la delantera. Por consiguiente, aspirar al cargo de vigilar no sólo es digno de aprobación, sino que además es digno de admiración. Por una parte, condenamos la ambición; por otra, valoramos el hecho de que muchos hermanos aspiren al cargo de vigilar. Un hermano que tenga dicha aspiración ciertamente desea una buena obra.

B. Los requisitos de uno que vigila

1. Irreprensible

  En el versículo 2 Pablo declara: “Es, pues, necesario que el que vigila sea irreprensible, marido de una sola mujer, moderado, sensato, decoroso, hospitalario, apto para enseñar”. El primer requisito que Pablo menciona es ser irreprensible. Esto no denota ser perfecto a los ojos de Dios, sino estar en una condición irreprochable a los ojos de los hombres. Uno que vigila debe ser alguien con buena reputación. No debe dar lugar a que otros hablen mal de él.

2. Marido de una sola mujer

  El que vigila debe ser marido de una sola mujer. Esto implica restringir la carne, lo cual es un requisito primordial para un anciano. Esto lo guarda en una vida matrimonial simple y pura, libre del enredo que viene de un matrimonio complicado y confuso.

3. Moderado

  El que vigila debe ser moderado. Moderado significa aquí tener dominio propio, templanza.

4. Sensato

  Ser sensato no sólo significa ser perspicaz, sino también discreto con respecto a su entendimiento de los asuntos. En 1 y 2 Timoteo y Tito, Pablo usa en más de una ocasión las palabras “sensato” y “cordura”. Todos los santos que están en la vida de iglesia deben ser sensatos. Todos deben tener la virtud de ser sensatos. Si tenemos esta virtud cristiana, tendremos gran discernimiento y perspicacia. Sin embargo, guardaremos silencio y no seremos muy locuaces. Una persona locuaz no es una persona sensata. Alguien que es sensato tiene un entendimiento agudo de las cosas, y al mismo tiempo piensa lo que va a decir.

  Al tener comunión como cristianos, es muy importante que entendamos a los demás. Si alguien viene a tener comunión con usted, usted no debe hablar mucho. En vez de ello, escuche mientras la otra persona habla. Lamentablemente, son muchos los que tienen el hábito de interrumpir a la otra persona y de hablar antes de tiempo. Si queremos tener una comunión apropiada con los demás, debemos estar calmados en nuestro interior, como las aguas tranquilas de un lago. Hablar sin restricción alguna, agita el agua y hace que se enturbie.

  Los ancianos deben tomar la iniciativa en todos los aspectos positivos de la vida de iglesia. Deben ser los primeros en orar y en exhibir la virtud de ser sensatos. Si un hermano es capaz de permanecer callado por quince minutos mientras alguien tiene comunión con él, ha cumplido con este requisito necesario para ser anciano. Cuando alguien habla con él, debe permanecer calmado, como las aguas tranquilas de un lago, las cuales son diáfanas y cristalinas. Éste es uno de los requisitos que debe cumplir uno que vigila. Hablar sin restricción alguna descalifica a un hermano para ser anciano. Un anciano idóneo es una persona que no habla mucho, es calmada y posee un entendimiento agudo y gran discernimiento.

5. Decoroso

  La palabra griega traducida “decoroso” en 3:2 significa también moderado. Ser moderado o decoroso significa tener una conducta que es siempre acorde con la ocasión; significa no ser ni muy rápido ni muy lento, ni muy osado ni muy tímido. Una persona decorosa siempre hace lo que es más apropiado para el momento; habla cuando tiene que hablar y calla cuando tiene que callar. También se ríe cuando es apropiado reírse.

  Este requisito muestra cuán difícil es ser anciano. No exageraríamos al decir que ser anciano es la tarea más difícil que existe en la tierra. ¡Cuán difícil es cumplir nada más este requisito de ser decoroso o moderado! Un anciano debe ser decoroso aun en la manera en que usa el teléfono. Por un lado, no debe hablar demasiado; por otro, si su conversación es demasiado breve, podría ofender a la otra persona. Es posible irnos a los extremos incluso en la manera en que usamos el teléfono. Un extremo sería desconectar el teléfono para no hablar con nadie, y el otro, sería extenderse demasiado en el teléfono. Ninguna de estas acciones es decorosa.

  Los ancianos también deben ser decorosos en la manera en que hablan con los demás. A veces deben subir el tono de su voz, y otras veces deben hablar en voz baja.

  Asimismo, deben ser decorosos en la manera en que se cortan el cabello. Tener el cabello demasiado largo o demasiado corto no es decoroso. Con estos ejemplos podemos ver que los requisitos para ser anciano son prácticamente incontables.

  Dado que los requisitos para ser anciano son tantos y tan difíciles de cumplir, ciertamente sería vano que alguien ambicionara ser anciano. Los que tienen esta ambición sencillamente ignoran lo difícil que es ser anciano. Si un hermano no tiene una aspiración genuina ni una motivación pura por el recobro del Señor, no debiera desear ser anciano. Debiera más bien buscar satisfacer su ambición fuera de la iglesia, y no procurar el cargo de anciano. La iglesia no es el lugar apropiado para que un hermano satisfaga su ambición.

  El cargo de anciano es muy exigente, y los requisitos son extremadamente altos. Por esta razón, me compadezco de los ancianos. Por experiencia, sé que reciben llamadas telefónicas aun a la media noche, y no tienen más alternativa que contestar el teléfono y atender a la persona que llama.

  En este momento, quisiera dar unas palabras de consuelo y aliento a aquellos que son hijos de ancianos. Los hijos de un anciano tal vez se sientan molestos por el hecho de que su padre dedique tanto tiempo a la iglesia. Si un anciano no dedica suficiente tiempo a la vida de iglesia, no podrá cumplir con su responsabilidad debidamente. No obstante, debido a que la iglesia ocupa gran parte de su tiempo, a él le queda relativamente poco tiempo para dedicarles a sus hijos. Así que quisiera alentar a los hijos de los ancianos a que comprendan que el hecho de que su padre dedique tanto tiempo a la iglesia es algo muy aceptable para Dios. Puede ser que por algún tiempo los hijos experimenten dificultades, pero el Señor los recompensará. En lugar de desalentarse por su situación, deberían alegrarse de que su padre haya consagrado su vida y su tiempo al recobro del Señor. Tarde o temprano, los hijos de un anciano disfrutarán la recompensa del Señor.

  Ser anciano es una gran bendición para la familia y para la iglesia. Ciertamente vale la pena que un hermano aspire al cargo de vigilar. Aunque ser anciano es una tarea muy difícil, es una gran bendición.

  Los que son ancianos en las iglesias del recobro del Señor reciben esta carga de parte del Señor y son escogidos conforme al discernimiento, la visión y la perspicacia de los ojos espirituales de la iglesia. No son elegidos por voto, y son muy diferentes de aquellos que son llamados ancianos en las denominaciones.

6. Hospitalario

  Otro requisito que debe cumplir uno que vigila es ser hospitalario. Para hospedar se requiere amor, solicitud por otros y perseverancia. Todas estas virtudes son necesarias si alguien ha de ser apto para ser anciano.

  Nada nos trae más incomodidades que dar hospedaje. Dar hospedaje demuestra si un anciano reúne todos los requisitos. En principio, dar hospedaje es dar sin recibir, es sufrir sin recibir nada a cambio. Implica sacrificarse con gozo, sin recibir ninguna recompensa. Un anciano debe tener un corazón y un espíritu dispuesto a dar hospitalidad.

7. Apto para enseñar

  En el versículo 2 Pablo declara que un anciano debe ser apto para enseñar. Enseñar aquí es similar a la enseñanza que los padres imparten a sus hijos. Un anciano debe ser apto para proporcionar esta clase de enseñanza a los miembros de la iglesia local.

  Si un padre no recibió una educación apropiada, le será difícil enseñar a sus hijos. Asimismo, si los ancianos han de ser aptos para enseñar, necesitan tener el conocimiento apropiado. Por ejemplo, un anciano debe ser capaz de explicar lo que es el misterio de Cristo. Si un hermano no tiene el debido conocimiento de las verdades, no es apto para ser anciano. Un anciano debe ser capaz de enseñar a los santos al igual que un padre ayuda a su hijo con sus tareas escolares. Sin embargo, esto no significa que cada anciano debe ser un maestro. No es necesario que los padres sean maestros para ayudar a sus hijos con sus tareas. Asimismo, no todos los ancianos son maestros; aun así, todos deben ser aptos para enseñar.

8. No dado al vino

  En el versículo 3 Pablo enumera otras cualidades: “No dado al vino; no pendenciero, sino apacible; no contencioso; no amador del dinero”. Cuando Pablo dice que un anciano no debe ser dado al vino, él, por supuesto, da a entender que un anciano no debe excederse en nada. Esto exige un firme dominio propio. En los asuntos como el comer y el vestir, un anciano no debe excederse. Esto pone a prueba su capacidad de ejercer dominio propio.

9. No pendenciero

  El siguiente requisito, “no pendenciero”, tiene que ver con el control que uno tiene sobre su temperamento. Esto implica restringir rigurosamente nuestro temperamento. Un anciano no debe perder la paciencia.

10. Apacible

  Ser apacible significa ser flexible, tierno, templado, razonable y considerado en su trato con los demás. Es no ser estricto con la gente.

11. No contencioso

  Un anciano no debe ser contencioso. No debe ser una persona que le gusta la polémica, sino más bien, alguien que es apacible y no disputa con los demás ni pelea con ellos. Aun cuando alguien lo busque para pelear, él no debe replicar, sino aprender a no ser contencioso.

12. No amador del dinero

  Un anciano tampoco debe ser amador del dinero. El dinero es una prueba para todos los hombres. Un anciano debe ser puro en los asuntos relacionados con el dinero, y con mayor razón sabiendo que los fondos de la iglesia están bajo la administración de los ancianos (Hch. 11:30). Un anciano debe comprender que el dinero que pasa por sus manos no es para su propio provecho. Ni siquiera debe pasar por su mente el sacar algún provecho monetario.

13. Que gobierna bien su casa

  En los versículos 4 y 5 Pablo añade: “Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda dignidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”. Gobernar bien su propia casa es una prueba de que uno cumple los requisitos para el cargo de vigilar en una iglesia local. Un anciano debe gobernar bien su casa y mantenerla en buen orden. Esto deja claro que el que no sabe gobernar su propia casa tampoco puede cuidar de la iglesia de Dios.

14. No un recién convertido

  El versículo 6 dice: “No un recién convertido, no sea que, cegado por el orgullo, caiga en la condenación del diablo”. La palabra griega traducida “cegado” significa literalmente nublado con humo. Aquí el orgullo es comparado con el humo, el cual nubla la mente, cegándola y embotándola por una exagerada autoestima. El que está cegado por el orgullo puede caer en la misma condenación del diablo. Esta condenación se refiere al juicio sufrido por Satanás por haberse enorgullecido a causa de su alta posición (Ez. 28:13-17). El diablo fue juzgado por su rebelión, la cual provino del orgullo. El diablo puso de manifiesto su soberbia, ceguera y rebeldía. Por ello, recibió el juicio de Dios.

15. Que tenga buen testimonio ante los de afuera

  En el versículo 7 Pablo concluye, diciendo: “También es necesario que tenga buen testimonio ante los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”. Un anciano debe ser recto consigo mismo, con su familia, con la iglesia y con los de afuera, esto es, con la sociedad. Asimismo, según el contexto, un anciano debe demostrar integridad con respecto a su intención, motivo, carácter, actitud, palabras y hechos.

  Lo que hace que un anciano caiga en la condenación del diablo es el orgullo, y lo que lo lleva a caer en el lazo del diablo son las críticas de los de afuera. De manera que, por un lado, un anciano cuidarse del orgullo y, por otro, debe ser irreprensible para no caer en la trampa del diablo.

II. LOS DIÁCONOS

A. Los requisitos de un diácono

  En el versículo 8 Pablo dice: “Los diáconos asimismo deben ser honorables, sin doblez, no dados a mucho vino, no codiciosos de viles ganancias”. Los diáconos son servidores. Los que vigilan se encargan de cuidar de la iglesia, y los diáconos sirven a la iglesia bajo la dirección de los ancianos. Éstos son los únicos cargos que hay en una iglesia local.

1. Honorables

  Los diáconos deben ser honorables. Ésta es una virtud que inspira honor y respeto. Una persona honorable no es descuidada ni frívola.

2. Sin doblez

  Una serpiente tiene la lengua dividida. Es fácil que un diácono, al servir a los santos, se comporte con doblez. De ser así, él expresa, en su vivir, la naturaleza del diablo y trae muerte a la vida de iglesia.

  Hoy a menudo usamos la expresión “ser de dos caras”. Una persona que es de dos caras es una persona hipócrita. Se expresa de un modo acerca de un hermano mientras éste está presente, y de otro modo en su ausencia. Los diáconos deben ser personas sin doblez, es decir, no deben ser personas de dos caras. Si el Señor no le ha mostrado que debe hablarle con franqueza a un hermano respecto a su situación, simplemente quédese callado. No diga nada con el objeto de agradarlo, ni tampoco hable mal de él a sus espaldas.

  Los diáconos deben cumplir con sus deberes y evitar hablar demasiado. No obstante, es siempre una gran tentación hablar más de la cuenta. En sus conversaciones con los ancianos, los diáconos se enteran de muchos asuntos, y pueden sentirse tentados a contárselos a otros. Cuando un diácono se comporta de esta manera, se convierte en el centro de información de la iglesia. Los diáconos no deben ser centros de información. Si ellos se cuidan de no divulgar cualquier información innecesariamente, esto matará los gérmenes de muerte en la vida de iglesia.

3. No dados a mucho vino

  Los diáconos no deben ser dados a mucho vino. Ser dado a mucho vino es una señal de que uno no es capaz de controlarse a sí mismo. Todo diácono que sirva en una iglesia local debe ejercer un completo dominio de sí mismo.

4. No codiciosos de viles ganancias

  Un diácono tampoco debe codiciar viles ganancias, es decir, no debe procurar sacar ganancia del servicio que presta a los santos. Esto sería codiciar viles ganancias (cfr. 6:5b). Por lo tanto, un diácono no debe amar el dinero.

5. Guardan el misterio de la fe con una conciencia pura

  El versículo 9 dice: “Que guarden el misterio de la fe con una conciencia pura”. Aquí la fe, como en 1:19 y 2 Timoteo 4:7, es objetiva, es decir, se refiere a las cosas en que creemos, cosas que constituyen el evangelio. El misterio de la fe es principalmente Cristo como el misterio de Dios (Col. 2:2) y la iglesia como el misterio de Cristo (Ef. 3:4). Los diáconos de una iglesia local deben tener una comprensión cabal del misterio de la fe y guardar este misterio con una conciencia pura por causa del testimonio del Señor.

  Si los diáconos tienen el conocimiento del misterio de la fe, la norma de su servicio será más alta. Cada vez que los ancianos les pidan que hagan algo o que ayuden a alguien, los diáconos deben comprender que están sirviendo a los santos en el misterio de la fe. Esto mejorará su servicio. Hay un gran beneficio cuando los diáconos se relacionan con los demás sobre la base de la economía neotestamentaria de Dios.

  Hace años, visité el palacio real de Londres. Observé que cada aspecto del servicio del palacio, desde el cambio de guardia hasta el trabajo del mantenimiento y la limpieza, seguía una norma estricta y se hacía con dignidad. Inclusive los que estaban encargados de la limpieza se conducían con dignidad y honor, de modo que inspiraban el respecto de los demás. ¡Cuánto más honroso debería ser el servicio que desempeñan los diáconos en la iglesia local! Incluso la limpieza de los baños debiera hacerse con dignidad y solemnidad. Los que realizan este servicio deben comprender que no están limpiando en un lugar mundano, sino que están sirviendo a la iglesia, la casa de Dios.

  En el versículo 9 Pablo habla de tener una conciencia pura. Una conciencia pura es una conciencia purificada de toda contaminación. A fin de guardar el misterio de la fe en pro del testimonio del Señor, necesitamos una conciencia purificada.

  Para tener una conciencia pura, los diáconos deben comportarse según el conocimiento que tienen del misterio de la fe. Es posible conocer este misterio y no vivir en conformidad con él. Como resultado, en lugar de tener una conciencia pura, tenemos una conciencia que nos condena. Un diácono debe reflexionar sobre la manera en que trata a su esposa, a sus hijos y a otros santos. Entonces se percatará de sus deficiencias y de que no vive según el misterio de la fe. Un diácono debe ser justificado primeramente por su propia conciencia. Debe tener una conciencia que incluso pueda dar testimonio ante los demonios de que él vive según la norma del misterio de la economía neotestamentaria de Dios. Sólo así guardará verdaderamente el misterio de la fe con una conciencia pura.

6. Irreprensibles

  En el versículo 10 Pablo añade: “Y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ministren, si son irreprensibles”. Aquí ser irreprensible significa ser intachable. La frase “sean sometidos a prueba primero” supone un período de aprendizaje, y la palabra “ministren” en este versículo, significa servir. Ésta es la función de un diácono.

7. Marido de una sola mujer

  El versículo 12 dice: “Los diáconos sean maridos de una sola mujer”. Éste es el mismo requisito que se exige de los que vigilan, según se menciona en el versículo 2.

8. Que gobiernen bien sus hijos y sus casas

  En el versículo 12 Pablo dice también que los diáconos deben gobernar bien “sus hijos y sus casas”. Gobernar bien sus hijos y su propia casa demuestra que un hermano está capacitado para servir a la iglesia.

B. Las bendiciones que recibe un buen diácono

1. Gana para sí un grado honroso

  En el versículo 13 Pablo menciona las bendiciones que recibe un buen diácono: “Porque los que ministran bien, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús”. La palabra “ministran” significa servir. La expresión “un grado honroso” se refiere a la posición firme e inconmovible que obtiene un creyente y un santo delante de Dios y de los hombres. Servir bien a la iglesia como diácono afirma la posición que uno tiene como cristiano.

2. Gana para sí mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús

  Al servir bien, un diácono también recibirá la bendición de tener mucha confianza en la fe que es en Cristo Jesús. La palabra “confianza” también denota denuedo. Servir bien a la iglesia nos dará mayor denuedo y confianza en la fe cristiana. La fe aquí es subjetiva y se refiere a nuestra acción de creer.

III. LAS DIACONISAS

  El versículo 11 dice: “Las mujeres asimismo sean honorables, no calumniadoras, sino moderadas, fieles en todo”. La palabra “mujeres” en este versículo se refiere a las diaconisas (Ro. 16:1), y no a las esposas de los diáconos. Las hermanas que sirven en la iglesia son diaconisas. Tales hermanas deben ser honorables. Además, no deben ser calumniadoras. Esto corresponde a la expresión “sin doblez”, que aparece en el versículo 8. El diablo es un calumniador (Ap. 12:10). Calumniar equivale a expresar la naturaleza del maligno calumniador. Una hermana que es diaconisa, que sirve en una iglesia local entre muchas otras hermanas, debe huir de la calumnia, la cual es un acto malvado del diablo.

  Las diaconisas también deben ser moderadas y fieles en todas las cosas. Ser moderado significa tener dominio propio, templado. El encargo de ser “fieles en todo” corresponde a la frase “no codiciosos de viles ganancias”, mencionada en el versículo 8. Una hermana diaconisa debe ser fiel, confiable, en todas las cosas, especialmente en lo relacionado con ganancias.

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