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Mensajes del libro «Estudio-Vida de 2 Corintios»
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UN MODELO DE UNO QUE VIVE A CRISTO POR CAUSA DE LA IGLESIA

(2)

  Lectura bíblica: 2 Co. 1:8-9, 12, 17-22

  En la epístola de 1 Corintios se revela el tema de vivir a Cristo por causa de la iglesia. Si leemos detenidamente esta epístola, tal vez nos preguntemos si de verdad existe un modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia. Al leerla, quizás digamos: “Pablo, muéstranos un modelo. Hemos visto muchas cosas en nuestros padres, parientes, vecinos, amigos y colegas, pero nunca hemos visto a una persona que viva a Cristo por causa de la iglesia. Quisiéramos ver un modelo, porque un modelo es mucho mejor que miles de palabras”. Pablo, al darse cuenta de esta necesidad, presenta dicho modelo en 2 Corintios. Por consiguiente, en esta epístola vemos un modelo vivo.

UN TESTIMONIO PERSONAL

  Pablo inicia cada una de sus epístolas de una manera distinta. Por ejemplo, la manera en que empieza Romanos difiere de la manera en que inicia Efesios. La epístola de 2 Corintios empieza también de una manera particular. Después de que Pablo presenta los saludos y después de hablar de la paz en 1:1 y 2, él sigue adelante, pero no habla de algo doctrinal ni presenta una revelación, sino que da un testimonio personal. En 1:8 él declara: “Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de vivir”. Es como si Pablo dijera: “Creyentes corintios, quisiera daros mi testimonio acerca de la manera en que vivo a Cristo por causa de la iglesia. Cuando estuvimos en Asia, fuimos abrumados sobremanera y muy presionados. Fuimos presionados más allá de nuestras fuerzas, más allá de nuestra capacidad de resistir la opresión, de tal modo que aun perdimos la esperanza de vivir. Nos era muy claro que íbamos a morir”. En esto no hay nada doctrinal. Por el contrario, Pablo da un testimonio. Este testimonio forma parte del modelo.

EL DIOS DE LA RESURRECCIÓN

  En 1:9 Pablo añade: “De hecho tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”. Puesto que los apóstoles sabían que iban a morir, no depositaron ninguna confianza en sí mismos; pusieron su confianza en Dios.

  El Dios en quien confiaban ellos no era simplemente el Creador de los cielos y la tierra; más bien, ellos confiaban en el Dios de la resurrección, el Dios que resucita a los muertos. Aquí Pablo no dice: “Invoco de testigo al Dios que creó los cielos y la tierra”. En el versículo 9, Pablo no se refiere al Dios de la creación, sino al Dios de la resurrección.

  Pablo no confiaba en sí mismo, sino en el Dios de la resurrección, el Dios que levanta a los muertos. El hecho de confiar en el Dios de la resurrección y de no confiar en nosotros mismos equivale a vivir a Cristo. Si yo confío en mí mismo, ciertamente me vivo a mí mismo; no vivo a Cristo. Pero vemos aquí a un apóstol que no confiaba en sí mismo. Su confianza estaba puesta completamente en el Dios que levanta a los muertos. En este asunto, él es un modelo de lo que es vivir a Cristo.

LA SENCILLEZ Y LA SINCERIDAD DE DIOS

  En el versículo 12 Pablo añade: “Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros”. Este testimonio está relacionado con el modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia. La conciencia de Pablo testificaba que él vivía en sencillez; él no se conducía con diplomacia. Pablo no daba lugar a la politiquería; por el contrario, él era sincero. Pero él no expresaba su propia sencillez y sinceridad, sino la sencillez y sinceridad de Dios.

  La expresión “sencillez de Dios” implica que Dios mismo es esta sencillez. Asimismo, la expresión “sinceridad de Dios” significa que Dios mismo es esta sinceridad. En 1:12 Pablo no habla de su sencillez y sinceridad humanas, pues Dios mismo era su sencillez y sinceridad.

LA GRACIA DE DIOS

  En 1:12 Pablo dice también que él no se conducía con sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios. La gracia es el Dios Triuno procesado. En 1 Corintios se revela que el Dios Triuno se procesó para llegar a ser el Espíritu vivificante que podemos disfrutar. Este disfrute que tenemos del Dios Triuno procesado es la gracia.

  En 1 Corintios 15:10 Pablo dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y Su gracia para conmigo no ha sido en vano, antes he trabajado mucho más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo”. En este versículo y en 2 Corintios 1:12, la expresión “la gracia de Dios” indica que la gracia es de hecho Dios mismo. La gracia de Dios es Dios mismo. Por consiguiente, la gracia no es algo que pertenece a Dios; la gracia es el propio Dios.

  Además, esta gracia no es el Dios que no ha sido procesado, sino el propio Dios Triuno que está en resurrección. La gracia no es el Dios que se revela en Génesis 1, sino el Dios revelado en las epístolas de Pablo. El Dios que se revela en el ministerio de Pablo no es meramente el Dios de la creación, sino también el Dios que está en resurrección. La resurrección supone los procesos de encarnación, vivir humano y crucifixión. Después de pasar por este proceso, el Dios Triuno entró en resurrección. Por tanto, cuando decimos que Dios es el Dios de la resurrección, dejamos implícito el proceso por el cual Él pasó.

  Cristo pasó por la encarnación, por un vivir humano de treinta y tres años y medio y por la crucifixión, la cual duró seis horas. Después de morir, fue colocado en una tumba. Luego, fue al Hades, donde hizo un viaje por el dominio de la muerte. Después de eso, salió en resurrección. Ahora Él no sólo es el Dios de la creación, sino también el Dios de la resurrección. Este Dios procesado es ahora nuestra gracia. ¡Cuán contento estoy de estar en Él! Él es mi disfrute, mi banquete, mi descanso, mi fuerza. Éste es mi Dios.

UNO CON EL CRISTO INMUTABLE

  En el versículo 17 Pablo dice: “Así que, teniendo esta intención, ¿procedí acaso con inconstancia? ¿O lo que pienso hacer, lo pienso según la carne, para que haya en mí sí, sí y no, no?” Pablo no era ni diplomático ni inconstante. Él no era la clase de persona que decía que sí en un momento dado y que al poco tiempo cambiaba su respuesta y decía que no. Para Pablo, el sí era sí y el no era no. Todo lo que decidía hacer, lo decidía siendo uno con el Cristo inmutable del Dios fiel.

  Pablo era completamente uno con Cristo, con el Ungido de Dios. Por eso podía decir: “Mas, como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es sí y no. Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros, por mí, Silvano y Timoteo, no ha sido sí y no; mas nuestra palabra ha sido sí en El” (vs. 18-19).

  En los versículos 20 y 21, Pablo dice además: “Porque para cuantas promesas hay de Dios, en El está el Sí, por lo cual también a través de El damos el Amén a Dios, para la gloria de Dios por medio de nosotros. Y el que nos adhiere firmemente con vosotros a Cristo, y el que nos ungió, es Dios”. Cristo es el Ungido de Dios, y Pablo estaba firmemente adherido a Él. Este Cristo es el Cristo inmutable del Dios fiel. Pablo, por ser una persona que vivía a Cristo, era uno con el Cristo inmutable del Dios fiel. Si deseamos vivir a Cristo, nosotros también debemos mantenernos unidos a Él.

  Pablo podía decir de sí mismo: “Soy una persona que siempre es uno con Cristo. Cristo no es sí y no, sino que en Él es el Sí. Si vosotros decís que sí y que no, no estáis viviendo a Cristo. En Cristo está el Sí. Cada vez que Él dice que sí, es sí para siempre; Él no cambia, y soy uno con este Cristo inmutable. Cuando decidí ir a visitaros, lo hice unido a Él. No hice esto en mí mismo ni por mí mismo. En unidad con Cristo, tomé la firme decisión de visitaros. Él es el Ungido, y yo estoy firmemente adherido a Él”. Esto también forma parte del modelo de lo que es vivir a Cristo por causa de la iglesia.

UN MODELO VIVO

  En este mensaje, mi carga consiste en hacer notar que en la introducción de 2 Corintios, Pablo se presenta a sí mismo a los creyentes corintios como modelo de uno que vive a Cristo por causa de la iglesia. Pablo parece decir: “Corintios, en mi primera epístola os di una revelación de lo que significa vivir a Cristo por causa de la iglesia. Ahora, sé que también necesitáis un modelo de tal vivir. En mi segunda epístola, me presento a vosotros como ese modelo vivo. Os pido que me miréis y veáis que yo no confío en mí mismo; al contrario, mi confianza está totalmente depositada en el Dios de la resurrección. Por tener mi confianza en Él, vivo a Cristo. Además, cada vez que decido algo, lo hago tomando a Cristo como mi persona. Estoy firmemente adherido a Cristo, el Ungido de Dios. Él es el Cristo del Dios fiel, el Dios en quien no hay ni sombra de cambio; por tanto, yo, Pablo, soy uno con el Dios Triuno”. Ésta es una persona que vive a Cristo por causa de la iglesia.

  Pablo vivía a Cristo con el fin de que, por medio de la iglesia, se llevara a cabo la administración de Dios. Si deseamos saber cómo vivir a Cristo por causa de la iglesia, debemos considerar la vida de Pablo y aprender de él, pues él es nuestro modelo, nuestro ejemplo.

  Entre las epístolas escritas por Pablo, 2 Corintios es única. Ésta epístola comienza con el testimonio personal de Pablo, y este testimonio no se da de manera breve; antes bien, se presenta de manera detallada. Pablo les dice a los corintios que no quería que ellos ignorasen las aflicciones que él había experimentado en Asia. Él quería que los creyentes de Corinto supieran que los apóstoles se encontraban bajo fuerte opresión; que la presión era tan pesada, que superaba su capacidad de resistirla; que incluso perdieron la esperanza de vivir y que tuvieron sentencia de muerte dentro de sí; que según ellos, iban a morir. ¿Por qué los puso Dios en tal situación? Dios lo hizo porque quería que se les diera fin. Así que Pablo podía decir: “La intención de Dios es darnos fin. Él no desea que sigamos viviendo; antes bien, Él quiere que Cristo viva en nosotros”.

SE NOS DA FIN PARA QUE VIVAMOS A CRISTO

  Es fácil hablar de que necesitamos llegar a nuestro fin, pero para que se nos dé fin de verdad, necesitamos pasar por muchos sufrimientos. Por ejemplo, el Señor usará al cónyuge y a los hijos para darnos fin. Si usted es una esposa, el Señor usará al marido para darle fin. Si usted es un marido, el Señor usará la esposa para darle fin. Además, los hijos serán muy útiles para que se le dé muerte, a fin de que Cristo viva en usted.

  Es fácil decir de manera doctrinal que hemos sido crucificados juntamente con Cristo, que ya no vivimos nosotros, y que Cristo vive en nosotros. Pero esto podría ser una mera enseñanza. Además, es posible seguir repitiendo esto por años, citando Gálatas 2:20 una y otra vez, y con todo, no vivir a Cristo por causa de la iglesia.

  Para llegar a nuestro fin, debemos experimentar de manera práctica que algo se parte en nuestro ser interior. El Señor incluso usará a los santos que están en la vida de iglesia para lograr esto. En cierto sentido, la vida de iglesia es una vida de matadero, una vida de aniquilación. ¡Alabado sea el Señor porque estamos dispuestos a ser llevados al matadero a causa de nuestro deseo de vivir a Cristo!

  Si vivimos a Cristo, nuestra confianza estará puesta en el Dios de la resurrección, en el Dios que levanta a los muertos. Entonces nos conduciremos en la gracia de Dios y seremos uno con el Cristo inmutable del Dios fiel, el Cristo que es el sí único. Le damos gracias al Señor de que en todos estos versículos de 2 Corintios 1, vemos que Pablo era un modelo de uno que vivía a Cristo por causa de la iglesia.

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