Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 11:1-15
En 11:3 Pablo dice: “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, se corrompan vuestros pensamientos, apartándose de alguna manera de la sencillez y pureza para con Cristo”. Aquí el apóstol Pablo indica que se puede comparar las enseñanzas de los judaizantes con las palabras engañosas que la serpiente dirigió a Eva en Génesis 3. En otras palabras, Pablo compara las actividades de los judaizantes con lo que hizo la serpiente a Eva. Al leer Génesis 3, vemos que la serpiente distrajo a Eva y la apartó del disfrute del árbol de la vida. La manera en que la alejó del disfrute del árbol de la vida fue mostrarle otro árbol, el árbol del conocimiento del bien y del mal, el cual produce muerte.
Hemos dicho muchas veces que el árbol de la vida es sencillo. Este árbol contiene un solo elemento, el cual es la vida divina. El árbol de la vida resulta en vida; mientras que el árbol del conocimiento del bien y del mal, por el contrario, es complicado y también complica. En ese árbol tenemos el bien, el mal, el conocimiento y la muerte.
La Biblia, en su totalidad, narra el desarrollo de estos dos árboles. El árbol de la vida representa a Dios, quien está en Cristo como el Espíritu, a fin de ser vida para nosotros. El árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás como muerte. Satanás es el poder de la muerte. El árbol del conocimiento del bien y del mal, que representa a Satanás como muerte, incluye el conocimiento, el bien y el mal. La serpiente alejó a Eva del árbol de la vida valiéndose del árbol del conocimiento del bien y del mal y de las complicaciones de éste. Eva, por haber sido distraída y cautivada, perdió su sencillez y pureza para con Dios, lo cual dio por resultado que Eva cayó, y la muerte se introdujo a través de la caída. Ésta es la historia de cómo la serpiente distrajo a Eva alejándola de la economía de Dios.
En 2 Corintios 11 Pablo relaciona lo que los judaizantes hacían a la iglesia que estaba en Corinto con lo que la serpiente hizo a Eva. Yo creo que Pablo, en lo profundo de su espíritu, se daba cuenta de que estos dos asuntos eran en realidad uno solo, y que lo que sucedía en Corinto era una repetición de lo que había sucedido en el huerto de Edén. Eva era una esposa, y la iglesia de Corinto era una virgen pura, desposada con un solo marido, Cristo. Por esta razón, en 11:2 Pablo declara: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”. Además, la esposa que vemos en el huerto de Edén fue distraída por la astuta serpiente. En Corinto, la virgen estaba siendo distraída por Satanás por medio de los judaizantes. En otra parte de este capítulo, Pablo asocia a los judaizantes con Satanás. “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se transfiguran para hacerse pasar por apóstoles de Cristo. Y no es de maravillarse, porque el mismo Satanás se transfigura en ángel de luz” (vs. 13-14). Aquí Pablo indica que los judaizantes, los falsos apóstoles, son ministros de Satanás. El versículo 15 dice: “Así que, no es gran cosa si también sus ministros se transfiguran para hacerse pasar por ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. El hecho de que los judaizantes son ministros de Satanás significa que no ministran a Cristo a los demás; lo que realmente ministran es a Satanás.
Pablo pudo discernir que los judaizantes tenían a otro Jesús, otro espíritu y otro evangelio. En el versículo 4 Pablo dice a los corintios: “Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, y si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis”. Los judaizantes profesaban predicar a Jesús, pero Pablo discernía que ellos predicaban a otro Jesús, y no al Señor Jesús que Pablo predicaba. Además, afirmaban que tenían un espíritu. Quizás afirmaban que este espíritu era el Espíritu Santo. Pablo también discernía que el espíritu de ellos no era el Espíritu Santo; los judaizantes tenían otro espíritu. Además, los judaizantes afirmaban que lo que predicaban era el evangelio. Pero Pablo declaró que el evangelio de ellos era otro evangelio.
Cuando la serpiente se presentó ante Eva, no negó abiertamente la palabra de Dios. Más bien, la serpiente dijo a la mujer: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Gn. 3:1). Aquí vemos que la serpiente preguntó: “¿Conque Dios os ha dicho?” Por una parte, esta clase de pregunta parece reconocer lo que Dios ha dicho; por otra, socava la palabra de Dios. Al hacer esta pregunta, la serpiente inyectó veneno a Eva para socavar lo que Dios había dicho.
A los creyentes corintios les resultaba difícil discernir la diferencia entre el Jesús que predicaba Pablo y el que predicaban los judaizantes. El nombre era el mismo, pero se necesitaba discernimiento. Lo mismo era verdad con respecto al evangelio. Pablo fue a los corintios con el evangelio, y los judaizantes también profesaban predicar el evangelio. Pero Pablo podía discernir que el evangelio predicado por los judaizantes era distinto del que predicaban los apóstoles. No era el mismo evangelio que predicaba Pablo.
En principio, nuestra presente situación es la misma que la de los corintios. La terminología, las definiciones y los títulos de varios asuntos tal vez sean los mismos que nosotros usamos. Pero si ejercitamos el debido discernimiento, nos daremos cuenta de que en realidad no son los mismos.
Quisiera hacer notar algo importante relacionado con el evangelio verdadero, el espíritu sincero y el Jesús auténtico. Dondequiera que se predique el evangelio verdadero y al Jesús verdadero, con un espíritu sincero, el Señor Jesús será ministrado a los demás de manera que lo valoren más, lo amen, lo sigan y lo tomen como el todo. A lo largo de los siglos, muchos han predicado de la Biblia y han enseñado la Biblia; no obstante, su predicación y enseñanza alejó a los creyentes de la preciosa Persona del Señor Jesucristo. En principio, esas personas alejan a los creyentes de la misma manera en que lo hizo la serpiente en Génesis 3.
La meta de Dios es la vida. Esta vida, representada por el árbol de la vida, es Dios mismo en Cristo como el Espíritu. La manera en que obra el enemigo, Satanás, la serpiente, es alejar a las personas de esta vida. Su objetivo es llevarlos al conocimiento, al bien y al mal, cuyo resultado es muerte. La muerte consiste en estar separado del disfrute de Dios.
El entendimiento correcto en cuanto a la muerte es que ésta denota que uno ha sido separado del disfrute de Dios. Esto significa que si no disfrutamos a Dios, estamos muertos. Asimismo, si somos separados de este disfrute, moriremos. Esto se revela plenamente en Romanos 8. Romanos 8:6 dice: “Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el espíritu es vida y paz”. En este versículo, la muerte equivale a la separación, a quedar separado del disfrute que se tiene de Dios. La vida es lo opuesto de la muerte, porque equivale a disfrutar a Dios. Cuando disfrutamos a Dios, no existe separación alguna entre nosotros y Dios, estamos en vida, y la vida opera en nosotros.
Al distraer y alejar a los creyentes del árbol de la vida, Satanás procura separarnos del disfrute de Dios, nuestra vida. Por siglos, la astuta serpiente ha usado las enseñanzas para evitar que los escogidos de Dios disfruten a Dios como su vida. En general, estas enseñanzas están relacionadas con el conocimiento, con el bien y el mal. El resultado de dichas enseñanzas es que ellas nos separan de Dios.
Desde la época de los apóstoles hasta hoy, ha habido muchas enseñanzas relacionadas con la doctrina, la teología, la religión, las prácticas, los rituales y la adoración a Dios. Enseñanzas de esta índole están en la línea del árbol del conocimiento. Estas enseñanzas no nos conducen a disfrutar a Dios. Por el contrario, nos separan de dicho disfrute.
Cuando los judaizantes de antaño llegaron a las iglesias, ellos fingieron ser veraces. Tal vez decían que eran hebreos, israelitas, del linaje de Abraham. Ellos también profesaban predicar a Cristo y ser ministros de Cristo. Además, tenían un espíritu y decían que lo que predicaban era el evangelio. Si usted hubiera estado en Corinto cuando llegaron los judaizantes, ¿habría diferenciado el auténtico Jesús, el espíritu puro y el verdadero evangelio, de los falsos? Si usted hubiera estado allí, como uno de los creyentes corintios, posiblemente lo habrían engañado. Usted no debe sentirse confiado de poder discernir lo que Pablo pudo discernir.
En el capítulo once de 2 Corintios, Pablo se mostró fuerte y osado, diciendo que los judaizantes eran falsos profetas, obreros fraudulentos, ministros de Satanás. Puesto que ellos no eran apóstoles auténticos, Pablo los llamó superapóstoles, aquellos que excedían su medida y se atribuían un nivel superior.
Hoy en día, por la misericordia del Señor, podemos entender que Pablo ciertamente era el apóstol más sobresaliente y que estaba en el nivel más elevado del ministerio. No obstante, los judaizantes afirmaban que ellos eran superiores a Pablo. Su actitud era que Pablo no era nada comparado con ellos, que él sabía mucho menos que ellos. En 2 Corintios se percibe, se insinúa, que los judaizantes creían saber más que Pablo. No es de sorprender que Pablo los llamara superapóstoles. Por supuesto, esta expresión es irónica; Pablo no la usa positivamente. De hecho, los judaizantes no eran superapóstoles, pues no eran apóstoles auténticos en absoluto.
¿No se da usted cuenta de que nuestra actual situación es la misma, en principio, a la que vivieron Pablo, los judaizantes y los corintios? Puesto que nuestra situación es igual, es importante discernir lo verdadero de lo falso.
La mejor manera de discernir un asunto es discernirlo conforme a la vida o a la muerte. Debemos hacer preguntas como ésta: ¿Me ayuda esta enseñanza a disfrutar más al Señor y me introduce más en la vida, o me inyecta el veneno de la muerte? Es posible que descubra que si acepta cierta clase de enseñanza o predicación, recibiéndola en su interior, sienta inmediatamente que se corta el disfrute que tiene del Señor. Algunas cosas funcionan como un objeto aislante que detiene el fluir de la electricidad divina. Por tanto, debemos aprender a discernir, a diferenciar, las cosas conforme a la vida y la muerte.
Supongamos que los judaizantes de hoy se presentan ante usted y les predican a otro Jesús. ¿Tiene usted la certeza de poder discernir entre el Jesús de ellos y el verdadero Jesús, el Jesús que predicaba Pablo? Yo no tengo la seguridad de que usted tendría el discernimiento necesario. Pero gracias al Señor tenemos la llave para discernir lo verdadero de lo falso. Este secreto consiste en discernir una predicación o una enseñanza preguntándonos si ella nos ayuda a disfrutar al Señor y a recibir más suministro de vida. Si la predicación de una persona detiene el disfrute que tenemos del Señor, esa predicación debe de provenir de la serpiente, de Satanás. Pero si la predicación de alguien nos ayuda a disfrutar al Señor, esa predicación es de Dios. Por tanto, según la manera revelada en Romanos 8, debemos discernir conforme a la vida o a la muerte. Muchos de los que se han ido del recobro del Señor no tienen ni el suministro de vida ni el disfrute. Esto es un indicio de que ellos han recibido algo que no es del Señor.
La llave par discernir lo verdadero de lo falso consiste en discernir conforme a la vida o a la muerte. Cualquier enseñanza que haga cesar el disfrute que usted tiene del Señor, pertenece a la muerte, por muy buena que parezca. Mientras que la enseñanza o la predicación de una persona nos robe el disfrute del Señor como nuestro suministro de vida, esa enseñanza es de la serpiente. El ministerio genuino del Señor, por su parte, siempre nos fortalece en el disfrute que tenemos de Él como nuestro suministro de vida.
No debemos esperar que se reduzca el número de judaizantes. Por el contrario, es probable que su número aumente. Siempre que usted los oiga hablar o lea sus libros, recuerde este principio de discernir conforme a la vida y la muerte. Todo lo que nos prive del disfrute del Señor proviene de la serpiente. Pero todo lo que haga aumentar el disfrute que tenemos del Señor, es del Espíritu y del ministerio neotestamentario.
Los versículos 2 y 3 de 2 Corintios 11 son sumamente importantes. Éstos indican que Pablo entendía claramente la estrategia de Satanás. Se daba cuenta de que la estrategia de Satanás consistía en propagar una trampa doctrinal que atrapara a los santos. Por tanto, Pablo se mantuvo alejado de esa trampa. Además, él procuró alejar de ella a los santos, al recordarles que él los celaba con celo de Dios y que los había desposado con un solo esposo, para presentarlos como virgen pura a Cristo. Les dijo a los santos que el Señor no quería que amaran nada ni a nadie en lugar de Él, sino que deseaba que lo amaran a Él de forma única, sencilla y absoluta. En el versículo 3, Pablo revela su preocupación de que los creyentes corintios fueran engañados y perdieran su sencillez y pureza para con el Señor. De este versículo vemos que debemos ser sencillos y puros. No se complique en su mente, en su entendimiento, con tantas enseñanzas e “ismos”. Antes bien, manténgase sencillo y puro, y disfrute al Señor como su suministro de vida.
En 2 Corintios 11 Pablo habla de otro Jesús, de otro espíritu, de otro evangelio, de falsos apóstoles, de obreros fraudulentos, de que Satanás se transfigura en ángel de luz y de que los ministros de Satanás se transfiguran en ministros de justicia. Si oramos-leemos todos estos versículos y los llevamos a comunión, recibiremos más luz y obtendremos más suministro de vida.