Mensaje
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Lectura bíblica: 2 Co. 12:19-21; 13:1-10
En 12:19 Pablo dice: “Todo este tiempo habéis estado pensando que nos defendíamos ante vosotros. Delante de Dios en Cristo hablamos; y todo, muy amados, para vuestra edificación”. Al igual que los corintios, nos es posible creer que en estos capítulos, Pablo se defiende. El título de este grupo de mensajes habla incluso de la vindicación de Pablo de su autoridad apostólica. En estos capítulos, Pablo aparentemente se vindica; pero de hecho, él ni se vindica ni se defiende.
En este versículo, Pablo dice que él habla delante de Dios en Cristo. La expresión “en Cristo” indica la vida por la cual los apóstoles hablaban, y se refiere al medio y a la sustancia de sus palabras. La frase “delante de Dios” indica el ambiente en el cual hablaban los apóstoles, y se refiere a la esfera en la que hablaban.
Tal vez parezca que Pablo no es consistente. En 11:17 él declara que no habla según el Señor, sino con necedad. Ahora él afirma que habla delante de Dios en Cristo. No creo que Pablo se defendería contra la acusación de ser inconsistente; o lo entendemos, o no. Pablo sabía lo que hacía y lo que decía. Hoy a nosotros también se nos acusa de ser inconsistentes y de que nos contradecimos.
Debemos considerar la situación en que vivía Pablo en 2 Corintios. Cuando él hablaba como con necedad, declaraba que no hablaba según el Señor. En otras palabras, Pablo decía que su necedad, y no el Señor, era lo que lo motivaba a hablar. Pero en 12:19, él afirma que él habla en Cristo, es decir, por Cristo como su vida. Además, dice también que él habla delante de Dios, es decir, en el propio Dios quien es la esfera en que habla. Aquí Pablo parece decir: “Yo no me estoy defendiendo; por el contrario, hablo por Cristo como mi vida y delante de Dios como mi esfera. Además, hablo por causa de la edificación de vosotros. Amados, todas estas cosas no tienen como fin vindicarnos, sino edificaros a vosotros. Quiero gastar y gastarme del todo por vosotros. No me interesa defenderme. Solamente vosotros y vuestra edificación me interesan. Éste es el enfoque de mi preocupación. No estoy tratando de convenceros de que me recibáis como apóstol. Mi preocupación es que vosotros seáis edificados. Si vosotros sois edificados, quedaré satisfecho. Estoy dispuesto a sacrificar cualquier cosa por esto”.
El versículo 20 dice: “Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, celos, iras, ambiciones egoístas, maledicencias, murmuraciones, engreimientos, tumultos”. Pablo deseaba que los corintios estuvieran en Cristo, vivieran a Cristo y fuesen edificados como el Cuerpo. Pero a Pablo le preocupaba que al llegar a ellos, los encontrara de otro modo. Además, él estaba consciente de que los corintios tal vez lo encontraran a él no como desearían, porque quizás Pablo tendría que mostrarse firme para con ellos y disciplinarlos, y por ende, parecería que él no era ni tierno ni amoroso.
En el versículo 20 Pablo menciona contiendas, celos, iras, ambiciones egoístas, maledicencias, murmuraciones, engreimientos, tumultos. Todas estas cosas son características de personas que viven en la carne y que sólo buscan sus propios intereses. La palabra griega traducida “contiendas” significa también debates, contenciones, peleas. Asimismo, la palabra traducida “maledicencias” significa denigraciones, calumnias, y la que se traduce “murmuraciones” significa calumnias secretas. Con la palabra “engreimientos”, Pablo se refiere a la arrogancia excesiva. En griego, esta palabra se deriva de la que se traduce “hinchéis de orgullo” en 1 Corintios 4:6. La palabra traducida “tumultos” puede ser traducida también disturbios.
En este versículo Pablo dice a los corintios: “Si sois personas así, seré puesto en vergüenza cuando llegue de nuevo a vosotros. Os he estado sirviendo y ministrando. Ya os he escrito una epístola. Si os hallo llenos de contiendas, celos, iras, ambiciones egoístas, maledicencias, murmuraciones, engreimientos y tumultos, quedaré avergonzado. Dios me humillará y yo tendré que pedirle misericordia por el lamentable resultado de mi ministerio. Ciertamente sería una vergüenza para mí si estas cosas todavía existen entre vosotros cuando yo llegue”.
En el versículo 21 Pablo dice a continuación: “Que cuando vuelva, mi Dios me humille ante vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han practicado”. En este versículo no hay doctrina ni teología. Lo que tenemos en este pasaje de 2 Corintios es algo relacionado con la práctica de la vida de iglesia. Hoy muchos cristianos no prestan atención a estos capítulos, porque no sienten que son necesarios. La razón por la cual no sienten que son necesarios es que ellos no tienen la vida de iglesia. Pero estos capítulos son imprescindibles para los que están en la vida práctica de iglesia. Agradecemos al Señor porque, por Su misericordia, sí sabemos que necesitamos estos capítulos. Estar consciente de nuestra necesidad es un indicio de que estamos bajo la misericordia del Señor.
En los versículos 20 y 21 Pablo menciona once cosas negativas: contiendas, celos, iras, ambiciones egoístas, maledicencias, murmuraciones, engreimientos, tumultos, inmundicia, fornicación y lascivia. Algunos quizás se pregunten cómo es posible que estas cosas se encuentren en la vida de iglesia. Oh, debemos despertar y no soñar acerca de estas cosas. Además, debemos considerar nuestra propia situación. ¿Tiene usted ambiciones egoístas o críticas? Quizás cuando cierta persona se pone de pie en una reunión, usted diga para sí: “Aquí está de nuevo”. ¿No es eso una especie de murmuración? ¿Hay entre ustedes contiendas, celos, iras, o ambición egoísta? ¿Podría usted afirmar que en la vida de iglesia no ha tenido ninguna ambición egoísta? Los puntos mencionados en el versículo 20 tal vez parezcan pecados refinados, y no pecados graves. Las personas más cultas critican a los demás a sus espaldas. Las personas cultas y refinadas no critican a otros de una manera cruda. Antes bien, murmuran y los critican a espaldas de ellos. Además, debemos examinarnos para ver si no somos engreídos. Es posible que interiormente tengamos un espíritu de engreimiento, y lo exhibamos exteriormente con nuestra actitud. Aunque usted sea una persona instruida, refinada y culta, no puede esconder su actitud arrogante. Junto con los pecados más refinados del versículo 20, Pablo nombra tres pecados graves en el versículo 21. Todas estas cosas pecaminosas pueden infiltrarse en la vida de iglesia. Ésta es la razón por la cual Pablo dijo que temía llegar a Corinto y ver que tales cosas todavía existían entre los creyentes. Eso habría sido una vergüenza para él y para su ministerio.
El capítulo doce de 2 Corintios no tiene conclusión. Con las palabras prácticas que encontramos en él, resulta difícil concluir. El tema se deja abierto para más consideración. Por tanto, en el capítulo doce Pablo no presenta una conclusión.
En 13:1 Pablo añade: “Ésta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos constará toda palabra”. Según mi conocimiento, Pablo jamás fue a Corinto por tercera vez. Él estuvo en Corinto en Hechos 18, y volvió en Hechos 20. Poco tiempo después, él fue a Jerusalén, donde lo arrestaron, y luego, a Roma. Por tanto, él no tuvo la oportunidad de ir a Corinto por tercera vez.
En el versículo 2 Pablo declara: “He dicho antes, cuando estaba presente, y lo digo de antemano, estando ahora ausente, a los que antes pecaron, y a todos los demás, que si voy otra vez, no tendré miramientos”. Esto indica que hasta ahora Pablo había tolerado la situación, pero que si volvía por tercera vez, ya no la toleraría; no tendría miramientos.
En el versículo 3 Pablo añade: “Puesto que buscáis una prueba del Cristo que habla en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros”. Cristo es poderoso en los creyentes mientras habla en el apóstol. Para los creyentes ésta es verdaderamente una prueba sólida y subjetiva de que Cristo habla en el apóstol.
El versículo 3 indica contundentemente cuántas dudas tenían algunos corintios en cuanto a Pablo. Pedían pruebas de que Cristo hablaba en Pablo. Indudablemente, dudas de esta índole dieron lugar a que intervinieran los judaizantes.
Es bastante difícil entender la respuesta que Pablo da en el versículo 3. Aquí Pablo declara que Cristo no es débil para con los corintios, sino que es poderoso en ellos. Lo que Pablo parece decir es esto: “Corintios, vosotros ponéis en tela de juicio la prueba de que Cristo habla en mí. Mientras yo hablo, ¿acaso no está Cristo en vosotros? ¿Quién os ministró a Cristo? ¿Acaso fueron los judaizantes? Debéis admitir que fui yo quien os ministré a Cristo. Si Cristo no hablara en mí, ¿cómo podríais vosotros tener a Cristo en vuestro ser por medio de mi ministerio? Antes de que vinieran a vosotros los judaizantes, vosotros ya teníais a Cristo en vuestro ser. Cuando vine a Corinto, yo os ministré a Cristo; impartí a Cristo en vosotros. Es un hecho que Cristo fue impartido en vosotros a través de mí, y particularmente, por medio de mis palabras. Además, el Cristo que está en vuestro interior no es débil para con vosotros. Por el contrario, Él es poderoso en vosotros. Ciertamente no diríais que tenéis a un Cristo débil. Vosotros sabéis que Cristo es poderoso en vosotros. ¿Por medio de quién recibisteis vosotros a este poderoso Cristo? No lo recibisteis por medio de los judaizantes. Tenéis que confesar que este poderoso Cristo vino a vosotros por medio de mí. ¿Acaso no es ésta una prueba evidente de que Cristo habla en mí?” Aquí vemos la sabiduría que Pablo usa al prender a los corintios. Ellos, como eran orgullosos, jamás reconocerían que tenían a un Cristo débil. Pablo sabía que ellos dirían que el Cristo que estaba en ellos era poderoso. Esto le daría la base para hacer notar que ellos recibieron a este poderoso Cristo por medio de lo que él les había anunciado. Esto era una prueba de que Cristo hablaba en Pablo.
En el versículo 4 Pablo dice: “Porque ciertamente fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios. Pues en verdad nosotros somos débiles en El, pero viviremos con El por el poder de Dios para con vosotros”. La debilidad de la que habla este versículo alude a la debilidad del cuerpo, igual que en 10:10. Cristo no necesita ser débil con relación a Sí mismo en ningún aspecto, pero para realizar nuestra redención, Él estuvo dispuesto a ser débil en Su cuerpo, a fin de ser crucificado. Sin embargo, ahora, después de ser resucitado, Él vive por el poder de Dios. En el versículo 4 Pablo dice que los apóstoles son débiles en Cristo, pero que viven con Él por el poder de Dios para con ellos. Los apóstoles siguieron el ejemplo de Cristo y estaban dispuestos a ser débiles en la unión orgánica con Él, para poder llevar una vida crucificada con Él. De esta manera vivirían juntamente con Él por el poder de Dios, para con los creyentes. Aparentemente, eran débiles para con los creyentes; pero de hecho, eran poderosos.
Si Cristo no hubiera sido débil, Él no habría sido arrestado, y mucho menos clavado en la cruz. Sólo una persona débil puede ser crucificada. Con el fin de efectuar la redención, Cristo a propósito se hizo débil, incluso al grado de ser arrestado y crucificado. Pero ahora que la redención ha sido efectuada y que Cristo ha resucitado, Él ya no es débil.
En el versículo 4 Pablo hace notar a los corintios que los apóstoles son débiles en Cristo. Mediante la unión orgánica, ellos son uno con Cristo siendo débiles. Ellos se hacen débiles de esta manera por causa de la edificación de la iglesia. Cuando los apóstoles vinieron a Corinto, no vinieron con fuerza, sino con debilidad, con el propósito de impartir a Cristo en los corintios y de fortalecerlos, perfeccionarlos, para que fueran edificados como el Cuerpo de Cristo. De hecho, los apóstoles no eran débiles; pero voluntariamente se hicieron débiles, y, según el versículo 4, seguían siendo débiles en Cristo.
La frase “en El” del versículo 4 es muy importante. Probablemente, jamás habían escuchado que se puede ser débil en Cristo. Según nuestro concepto, el estar en Cristo significa ser fuerte, no débil. No obstante, en este versículo, Pablo declara que somos débiles en Él. ¿Con qué propósito somos débiles en Cristo? Para llevar una vida crucificada.
En estos versículos Pablo parece decir: “Queridos creyentes de Corinto, ¿no sabéis cuánto habéis ayudado que yo sea crucificado? Incluso muchos de vosotros me seguís crucificando. Me ponéis en la cruz cuando me acusáis de engañaros o de actuar con engaño. Yo jamás he hecho nada para engañaros. He sido débil en Cristo y sigo siendo débil en Él a fin de llevar una vida crucificada”.
En el versículo 4 Pablo no sólo declara que los apóstoles son débiles en Cristo, sino también que ellos vivirán con Cristo por el poder de Dios para con los creyentes. No podemos entender a cabalidad lo que Pablo quiere decir con esto. Según lo que entiendo, Pablo les dice a los corintios que al llegar por tercera vez a Corinto, él ya no seguirá siendo débil para con ellos; por el contrario, él será poderoso y les castigará.
En el versículo 5 Pablo dice a los corintios: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” Examinarnos es determinar nuestra condición; probarnos es verificar que satisfacemos los requisitos de nuestra condición. Aquí Pablo pide a los corintios que se examinen si están en la fe. Ésta es la fe objetiva (Hch. 6:7; 1 Ti. 1:19). Si alguien está en la fe objetiva, indudablemente tiene la fe subjetiva, o sea que cree en Cristo y en toda la economía neotestamentaria de Dios. Esto es lo que el apóstol pide a los corintios que examinen.
Pablo preguntó a los corintios específicamente si reconocían que Jesucristo estaba en ellos. En tanto que un creyente se dé cuenta de que Jesucristo está en él, está calificado, aprobado, como un miembro genuino de Cristo. En el versículo 5, la palabra “reprobados” significa descalificados. Aquí Pablo dice: “¿Está Jesucristo en vosotros o no? Si Él no está en vosotros, estáis reprobados, y no podéis pasar la prueba. Pero si Él está en vosotros, estáis calificados”.
Pablo, con base en los hechos implícitos en el versículo 5, pudo demostrar a los corintios cuánto ellos se habían extraviado. Por un lado, ellos se daban cuenta de que Cristo estaba en ellos; por otro, dudaban o cuestionaban el ministerio de Pablo. En realidad, ellos eran los que se contradecían.
En el versículo 6 Pablo dice además: “Más espero que reconoceréis que nosotros no estamos reprobados”. Con esto el apóstol dirigió la atención a sí mismo y a los demás apóstoles, indicando que ellos, en quienes Cristo vivía y hablaba, estaban plenamente calificados y no reprobados, especialmente entre los corintios conflictivos. El apóstol anhelaba ardientemente que ellos reconocieran esto y que no tuvieran más dudas acerca de él.
En los versículos 5 y 6 Pablo parece decir a los corintios: “Debéis saber que nosotros no estamos reprobados. Algunos de vosotros tal vez lo estéis, pero estoy seguro de que nosotros no estamos reprobados. Cristo está en nosotros y habla en nosotros. Ahora os pido que os examinéis y veáis si Cristo está en vosotros. Esto determinará si estáis calificados o no. Yo me he examinado a mí mismo y tengo la certeza de que Cristo está en mí y que Él habla en mí. Por tanto, puedo pasar la prueba y tener la aprobación de que verdaderamente Cristo habla en mí”.
El versículo 7 dice: “Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis; no para que nosotros aparezcamos aprobados, sino para que vosotros hagáis lo bueno, aunque nosotros seamos como reprobados”. Esto indica que las buenas obras de los creyentes comprueban la aptitud y las enseñanzas de los apóstoles. Sin embargo, el apóstol no quiere usar esto como base sobre la cual ejercer su autoridad apostólica para disciplinarlos; él se preocupa de que ellos hagan lo bueno a fin de que sean establecidos y edificados.
Las palabras “cosa mala” del versículo 7, se refieren a los asuntos mencionados en 12:20 y 21. El que los corintios no hagan ninguna cosa mala significa que ellos no se involucren con las once cosas pecaminosas enumeradas en dichos versículos. Pablo ora pidiendo que los corintios no hagan cosa mala, pero no lo hace con el fin de que los apóstoles queden aprobados. Por el contrario, él quiere que los creyentes hagan lo que es bueno aun si los apóstoles aparecen como reprobados.
En el versículo 7 Pablo habla irónicamente, no de manera directa. El hecho de que él tenga que hablar como lo hace es bastante vergonzoso para los corintios. Supongamos que alguien le dice a usted: “Yo le pido a Dios que usted no haga ningún mal”. Esas palabras no serían agradables, ¿o sí? Esto implica que lo que usted hace no está bien. Además, supongamos que la misma persona le dice: “La razón por la cual pido que usted no haga ningún mal no es que yo aparezca aprobado por Dios ni que obtenga un resultado positivo de mi obra, sino que usted haga lo que es bueno”. Ciertamente esta manera de hablar no es agradable. Sin embargo, así se dirigió Pablo a los corintios en este versículo. Él alentaba a los creyentes a preocuparse por sí mismos, y no por la situación de Pablo.
En el versículo 8 Pablo añade: “Porque nada podemos contra la verdad, sino por la verdad”. La palabra “porque” al principio de este versículo indica que el versículo 8 es una explicación de lo mencionado en el versículo anterior. El apóstol espera que los creyentes corintios hagan lo bueno, pero no con la intención de que los apóstoles mismos aparezcan aprobados. Edificar a los creyentes para que hagan lo bueno redunda en beneficio de la verdad, pero si los apóstoles hacen algo para aparecer aprobados y defenderse ante los creyentes (12:19), de hecho hacen algo en contra de la verdad. El Señor jamás daría a los apóstoles la capacidad de hacer eso, así que no pueden hacerlo.
Al decir que los apóstoles no podían hacer nada contra la verdad, sino por la verdad, Pablo decía a los corintios que estar a favor de la verdad significa edificar a los creyentes para que hagan el bien, y estar en contra de la verdad es hacer algo con el fin de ser aprobados. Defenderse a uno mismo va en contra de la verdad. La verdad de la que habla el versículo 8 se refiere a la realidad del contenido de la fe. Vindicarse a uno mismo está en contra de la verdad, no en pro de la verdad. Por esta razón, debemos olvidarnos de defendernos a nosotros mismos y de vindicarnos, y debemos interesarnos por la edificación de los creyentes. Esto es actuar por la verdad.
El versículo 9 dice: “Por lo cual nos gozamos cuando somos nosotros débiles, y vosotros poderosos; también oramos por vuestro perfeccionamiento”. En este versículo el ser débiles es lo mismo que aparecer reprobados. Cuando los apóstoles aparecen reprobados, son débiles en administrar disciplina a los creyentes. Cuando los creyentes hacen lo bueno, son poderosos y hacen que los apóstoles sean impotentes para disciplinarlos. Los apóstoles se regocijan de esto y oran por ello, es decir, por el perfeccionamiento de los creyentes.
La palabra traducida “perfeccionamiento” literalmente significa restauración, e implica reparar, ajustar, poner de nuevo en orden, enmendar, unir perfectamente, equipar completamente, proveer de todo lo necesario; así que significa perfeccionar, completar, educar. Los apóstoles oran por los corintios, para que sean restaurados, puestos de nuevo en orden, y completamente equipados y edificados a fin de que crezcan en vida para la edificación del Cuerpo de Cristo.
En el versículo 10 Pablo concluye esta sección diciendo: “Por esto os escribo estando ausente, para no usar de severidad cuando esté presente, conforme a la autoridad que el Señor me ha dado para edificar, y no para derribar”. Este versículo indica que Pablo no asumió ninguna autoridad. Él ni siquiera diría que se defendía o que se vindicaba a sí mismo. Por supuesto, en estos capítulos se da a entender que Pablo era un apóstol. No obstante, él no asumía su apostolado con respecto a los corintios. Entonces, ¿cuál ha sido su objetivo en los capítulos del diez al trece? Él se ha procurado perfeccionar a los creyentes y edificarlos. En estos capítulos, Pablo no se defiende a sí mismo; él perfecciona a los santos. Él no vindica su condición de apóstol ni su autoridad apostólica; él perfecciona a los santos. En otras palabras, según el ministerio de Pablo, aquí él labora para reconciliar a los distraídos creyentes corintios, trayéndolos de nuevo y plenamente a Dios. Mientras que la relación que ellos tenían con los que les ministraban a Cristo no se rectificara ni se corrigiera, los corintios seguirían apartados de Dios. Permanecerían en una condición de separación, aislados del pleno disfrute de Dios. Lo que Pablo hace aquí es tratar de eliminar la última separación entre los creyentes y Dios, y traerlos de nuevo y completamente a Dios para que lo disfruten de manera plena.
Hemos visto que el apóstol Pablo es un modelo para todos los creyentes. En el capítulo doce, él nos habla de cómo disfruta a Cristo al máximo como su gracia suficiente, como su poder y como el tabernáculo que lo cubre con su sombra. Cuando Pablo escribió esta epístola a los corintios, la mayoría de ellos no había llegado a disfrutar a Cristo de esta manera. Por tanto, en la última parte del capítulo doce y en la primera parte del capítulo trece, el objetivo de Pablo es introducir a los creyentes en tal disfrute de Cristo, para que lo disfruten como su gracia suficiente, como su fuerza cotidiana, y como la morada que los cubre con su sombra. Pablo no tenía ninguna intención de asumir su apostolado, de ejercer su autoridad apostólica, ni de vindicar su posición apostólica.
Cuando Pablo usa la palabra apóstol, tiene en mente algo en particular, y cuando los cristianos de hoy usan esta palabra, se refieren a algo diferente. El vocabulario es el mismo, pero los diccionarios o léxicos son distintos. Cuando Pablo se refiere a sí mismo como apóstol, lo que intenta decir es que él es un enviado de Dios para ministrarles a Cristo a los pecadores a fin de que éstos lleguen a ser hijos de Dios y miembros de Cristo, y que sean edificados para que crezcan y lleguen a ser el Cuerpo de Cristo. Ésta es la comprensión de Pablo de lo que significa ser un apóstol. Pablo no usa esta palabra con la connotación de que un apóstol es una persona poderosa autorizada por Cristo para controlar y gobernar. Al contrario; en Pablo no existe semejante concepto acerca del apostolado. Dicho concepto es completamente despreciable. No obstante, hoy en día, cuando muchos usan la palabra apóstol, tienen en mente a alguien como un papa o por lo menos un arzobispo. Algunos tienen este concepto incluso acerca de la palabra anciano. De esta manera, ellos les atribuyen a los términos apóstol y anciano una connotación muy desagradable. Debemos entender estas palabras de una manera bíblica, es decir, conforme a la Palabra pura de Dios, y no según la tradición religiosa.
Deseo testificar que jamás he pretendido ser un “apóstol”. Definitivamente no soy un apóstol en el sentido de ser una persona que asume autoridad y posición para gobernar. Pero ciertamente estaría de acuerdo si ustedes dijeran que soy un apóstol en el sentido de ser un enviado de Dios que ministra a Cristo a los demás impartiéndoles a Cristo con el fin de que lleguen a ser hijos de Dios y miembros de Cristo, y que crezcan en vida y que sean edificados como el Cuerpo de Cristo. Debemos usar la palabra apóstol en el sentido correcto y con la definición adecuada. Como lo hemos señalado anteriormente, todos podemos ser apóstoles en el sentido de ser personas enviadas a ministrar a Cristo a otros y a ayudarles a crecer a fin de que sean edificados como el Cuerpo de Cristo. Pero ninguno de nosotros debe ser apóstol en el sentido de tomar una posición para ejercer autoridad sobre los demás. En lugar de decir que yo (o cualquiera de los siervos del Señor) soy un apóstol, es mejor que digan que soy un esclavo de Cristo. Quiera Dios que todos fuésemos apóstoles, pero no en el sentido de ser papas, sino en el sentido de ser esclavos que ministran a Cristo a los demás. Todos somos aptos para ser esta clase de apóstoles.