Mensaje 2
Lectura bíblica: 2 Ti. 1:15-18
En este mensaje examinaremos 2 Timoteo 1:15-18, versículos que nos muestran que el factor básico de la decadencia consiste en abandonar al apóstol y su ministerio. Aunque este pasaje de 2 Timoteo es breve, Pablo debe de haber estado lleno de sentimientos cuando escribió estas palabras.
En 1:1-14 Pablo abarca muchos asuntos positivos, los cuales nos suministran aliento y fortaleza. Basándose en la exhortación que hace a Timoteo en los versículos del 1 al 7, Pablo declara en el versículo 8: “Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso Suyo, sino sufre el mal junto con el evangelio según el poder de Dios”. En este versículo el evangelio es personificado; es considerado una persona viva que sufre persecución. Así que, Pablo alentó a Timoteo a sufrir el mal junto con el evangelio según el poder de Dios.
En el versículo 9 Pablo dice además: “Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito Suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos”. Este propósito se refiere a la meta de Dios, y la gracia alude a los medios por los cuales se llega a esa meta. La gracia mediante la cual se llega a la meta de Dios nos fue dada en Cristo Jesús “antes de los tiempos de los siglos”, es decir, antes de que el mundo empezara. Tal gracia “ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús” (v. 10). Esto indica que la gracia no vino sino hasta que vino el Señor Jesús. Juan 1:17 confirma esto cuando dice: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. La gracia que vino por medio de Jesucristo es nada menos que el Dios Triuno que se imparte en nosotros y viene a ser nuestro disfrute. Esta gracia lleva a cabo el propósito de Dios y nos capacita para llegar a Su meta.
La gracia obra de dos maneras; por un lado, anula la muerte, y por otro, nos trae la vida y la incorrupción. Esta obra de la gracia aún sigue operando en nosotros. Hoy, en la vida de iglesia, la gracia está anulando la muerte y también está sacando a luz la vida y la incorrupción por medio del evangelio. Pese a que oímos la predicación del evangelio en el pasado, tal vez nunca oímos que el evangelio de la gracia anula la muerte y nos trae la vida y la incorrupción.
Por causa de este evangelio Pablo fue “constituido heraldo, apóstol y maestro” (v. 11). Pablo era un heraldo que proclamaba el evangelio, un apóstol que establecía iglesias y un maestro que instruía a las iglesias y a los santos en cuanto a los detalles del evangelio. Por causa de este evangelio, Pablo pasó por sufrimientos. Sin embargo, él no se avergonzó, porque sabía a quien había creído y estaba persuadido de que Aquel era poderoso para guardar su depósito, esto es, para guardar lo que Pablo le había encomendado a Él (v. 12).
En el versículo 13 Pablo exhorta a Timoteo, diciendo: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y el amor que son en Cristo Jesús”. Las palabras que Pablo había hablado a Timoteo en los versículos anteriores eran un modelo de las sanas palabras que Timoteo debía de retener. Debemos retener este modelo en la fe, en la unión orgánica con el Dios Triuno, y en el amor divino. Además, según el versículo 14, debemos guardar “el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros”. En este versículo, el buen depósito equivale a las sanas palabras. Debemos guardar este depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros. Cuanto más consideremos todos los asuntos mencionados en los versículos del 1 al 14, más veremos las riquezas que allí se hallan.
En 1:15 Pablo declara: “Ya sabes esto, que me han vuelto la espalda todos los que están en Asia, de los cuales son Figelo y Hermógenes”. Aquí Asia se refiere a la provincia de Asia. En este versículo, Pablo dice que los creyentes de Asia, quienes anteriormente habían recibido su ministerio, lo habían abandonado. A pesar de tal deserción, el apóstol se fortaleció en la gracia que estaba en Cristo, quien permanece igual y nunca cambia. Sin ningún desánimo, él exhortó a su hijo en la fe a perseverar firmemente en el ministerio en medio del fracaso y de la ruina de las iglesias.
Es difícil saber con certeza a quién se refieren las palabras “todos los que están en Asia”. ¿Significa esto que cada uno de los creyentes de Asia le había dado la espalda a Pablo? Pablo menciona específicamente a Figelo y Hermógenes, dos hermanos que seguramente fueron los primeros en abandonar al apóstol por causa del encarcelamiento del mismo. Pero, ¿qué podemos decir de todos los demás creyentes de Asia? No podemos afirmar que todos abandonaron a Pablo, debido a que Pablo menciona a Onesíforo como un hermano que a menudo lo confortó y lo buscó solícitamente en Roma y lo halló (vs. 16-17).
Algunos expositores dicen que estos versículos aluden a una apostasía, a una desviación de la verdad. Pero, ¿cuál fue la magnitud de la apostasía? Yo creo que la frase “todos los que están en Asia” hace referencia a la condición general de los creyentes que estaban en Asia, sin incluir a cada creyente en particular. En un sentido general, había apostasía en Asia.
En 2 Timoteo 1:15-18 vemos que no podemos permanecer neutrales; o somos un Figelo y un Hermógenes, o somos un Onesíforo. Onesíforo fue un vencedor que se opuso a la tónica general de las iglesias y luchó contra la corriente de degradación confortando al embajador del Señor, en espíritu, alma y cuerpo; él no se avergonzó del encarcelamiento de Pablo, quien padecía esto a causa de la comisión que el Señor le había dado. Con respecto a él, Pablo dice: “Concédale el Señor que halle misericordia de parte del Señor en aquel día. Y cuántos servicios me prestó en Efeso, tú lo sabes mejor”. Las palabras “aquel día” se refieren al día de la victoriosa manifestación del Señor cuando recompensará a Sus vencedores (4:8; Ap. 22:12).
El principio descrito aquí es muy semejante al que vemos en la época de Elías. Elías le dijo al Señor: “He sentido un vivo celo por Jehová Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado Tu pacto, han derribado Tus altares, y han matado a espalda a Tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 R. 19:14). Jehová le contestó: “Y yo hice que quedaran en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (v. 18). El principio que vemos aquí es que, aun en un período de decadencia en el que la mayor parte del pueblo de Dios se descarría, existe siempre un remanente fiel. Siempre habrá un Onesíforo que se oponga a la degradación. Si bien es cierto que Figelo, Hermógenes y otros de Asia rechazaron a Pablo, Onesíforo, un vencedor, se opuso a la decadencia, a la corriente de degradación.
Estoy muy seguro de que Figelo y Hermógenes eran creyentes. De otro modo, Pablo no hubiera dicho que ellos le habían dado la espalda. Hubo un momento en que Figelo y Hermógenes estuvieron con Pablo, y es muy probable que no hubieran sido creyentes comunes, sino colaboradores o tal vez líderes entre los santos. Sin duda alguna, ellos fueron los primeros en darle la espalda a Pablo.
Los que dieron la espalda a Pablo no sólo lo abandonaron a él, sino que también abandonaron su ministerio. De hecho, no es la persona en sí lo que importa; lo que es de suma importancia es el ministerio que lleva a cabo dicha persona. Así que, cuando Pablo dijo que algunos le habían dado la espalda, no estaba queriendo decir que lo habían abandonado a él personalmente, sino que habían abandonado su ministerio. En tiempos peligrosos, los verdaderos creyentes, incluso los que toman la delantera y los colaboradores, pueden apartarse.
Al respecto quisiera contarles algunos aspectos de la historia del recobro del Señor. Durante los años que estuve con el hermano Nee en la China continental, vi que muchos recibieron el ministerio del hermano Nee por un tiempo y más tarde lo rechazaron. Aunque el número de santos no era significativo, a menudo algunos, quizá sólo dos o tres, abandonaban el ministerio del hermano Nee.
Nosotros también tuvimos muchas experiencias similares desde que fuimos enviados de China a Taiwán en 1949. En un corto período de seis años, el número de santos que estaban en el recobro del Señor en Taiwán aumentó de aproximadamente quinientos a más de veinticinco mil. En uno de esos años, invitamos a un hermano de Inglaterra, quien era una persona muy espiritual y de mucha experiencia, para que nos ministrara. Su primera visita fue de mucho provecho, puesto que la palabra que nos ministró no tenía que ver con la práctica de la vida de iglesia. Pero cuando lo invitamos por segunda vez, él vino con la intención de corregir la manera en que nosotros practicábamos la vida de iglesia. De hecho, su intención era convencernos de que debíamos abandonar el terreno de la iglesia. En su opinión, cada vez que dos o tres creyentes se reúnen en el nombre del Señor Jesús, allí está la realidad de la iglesia. Él enseñaba que durante la era que él llamaba “el cristianismo organizado”, era posible que en una ciudad hubiera varios grupos reuniéndose en el nombre del Señor y que cada uno de ellos tuviera cierta medida de la realidad de la iglesia. Debido a la influencia de este hermano, hubo unos cuantos jóvenes que abandonaron la práctica de la vida de iglesia, declarando que ellos habían recibido una visión de lo que ellos mismos llamaban “el Cristo completo“. Hasta hoy no hemos sabido lo que ellos querían decir con esa expresión; pues aunque la Biblia ciertamente nos habla de las inescrutables riquezas de Cristo y de la plenitud de Cristo, en ningún momento nos habla de un “Cristo completo”.
A pesar de que estos jóvenes empezaron a socavar la obra que se hacía en Taiwán, yo simplemente esperé y oré. Pasaron siete años antes de que se aclarara el asunto. Hubo un momento en que les dije con franqueza que yo seguiría el camino de Cristo y la iglesia por toda la eternidad. Les pedí que consideraran seriamente lo que sucedería si ellos sólo tomaran a Cristo y descuidaran la vida de iglesia. También les dije que, como hijos de luz, debíamos conducirnos en la luz. Una vez más, les dije que yo seguiría por siempre el camino de Cristo y la iglesia, tal como fue recobrado por el hermano Nee, y les aseguré que al respecto yo jamás cambiaría de parecer. Les dije también que si ellos preferían dejar la vida de iglesia y seguir su visión del “Cristo completo”, no haría nada para impedirlo. Por el contrario, ellos ciertamente tendrían la libertad de seguir el camino que consideraran mejor. No obstante, les dije que ellos no debían seguir con nosotros, fingiendo ser lo mismo que nosotros cuando en realidad estaban socavando la obra. Ellos dijeron que no tenían ningún problema respecto del terreno de la iglesia, y siguieron reuniéndose con nosotros por siete años; no obstante, durante todo ese tiempo estuvieron socavando la obra en Taiwán.
El Señor en Su soberanía me trajo a este país y puso en mí la carga de empezar el ministerio aquí. Algunos de los que estaban en el liderazgo en Taiwán me escribían regularmente, contándome de la situación relacionada con estos hermanos jóvenes que socavaban constantemente la obra allí. Yo les contesté usando las mismas palabras que el Señor Jesús expresó en Juan 2:19: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”, para recordarles de un mensaje que les había dado. En ese mensaje les dije: “Si esta obra en la isla de Taiwán es de hombres, que sea derribada; pero si es del Señor, una vez que sea destruida, el Señor la levantará de nuevo en resurrección”. Yo les dije a los hermanos que estaban en el liderazgo, que tuvieran paz. Finalmente, los disidentes abandonaron la vida de iglesia y la obra en Taiwán; y al cabo de poco tiempo, se dividieron entre sí. Nunca consiguieron destruir la vida de iglesia.
Permítame ahora referirles varias experiencias por las cuales hemos pasado en el recobro del Señor en Estados Unidos. En cierta ocasión, un grupo de cristianos que recalcaba mucho el hablar en lenguas, quiso unirse a nosotros para practicar la vida de iglesia. Por un lado, nunca nos opusimos a que hablaran en lenguas; por otro, tampoco fomentamos esta práctica ni permitimos que llegara a caracterizar nuestras reuniones. Al cabo de poco tiempo, este grupo abandonó la iglesia.
Otros que una vez estuvieron con nosotros, reconocieron que la manera en que nosotros practicábamos la iglesia era la correcta, pero preferían tener un apóstol que fuera nativo de Estados Unidos. Cuando me enteré de esto, me dije a mí mismo: “Sólo el primer grupo de apóstoles estaba compuesto por apóstoles nativos, es decir, por judíos que eran apóstoles para los judíos. Pero Pablo llegó a ser un apóstol ‘extranjero,’ un [judió que era] apóstol para los gentiles”. Rechazar a un extranjero y recibir solamente a aquellos apóstoles que sean del mismo país que uno, viola el principio del Cuerpo. El Cuerpo de Cristo es universal. Sin embargo, a pesar de ello, les dijimos a los que deseaban un apóstol nativo de este país, que tenían la libertad de buscar uno. Así, pues, los que deseaban un apóstol originario de este país también abandonaron la vida de iglesia.
Otro caso tiene que ver con un hermano que era muy elocuente. En cierta ocasión, él testificó públicamente que el Señor le había dicho que se entregara al camino del recobro. Pero después de algún tiempo, fue distraído con respecto a la vida de iglesia y llegó a creer que lo tocante al terreno de la iglesia era un concepto demasiado estrecho. En su opinión, el recobro era meramente algo transplantado de China. Así que, este hermano también abandonó la vida de iglesia.
Tuvimos otro caso en el que un hermano pensaba que las denominaciones eran el campo de nuestra obra. Él decía que si ofendíamos a los que están en las denominaciones, perderíamos el campo de nuestra labor. Así que este hermano, aunque reconocía que éramos la iglesia, nos aconsejaba no declarar este hecho. Le dijimos que esto sería semejante a una mujer que evita decir que es la esposa de cierto hombre. La meta de este hermano era conducir a un terreno neutral a aquellos creyentes que habían dejado las denominaciones pero que aún no habían ingresado a la vida de iglesia. De hecho, esto equivale a poner en peligro la verdad; pues, por un lado, se comparten las enseñanzas en cuanto a la vida cristiana, pero, por otro, por temor a ser rechazados, se evita compartir la verdad acerca de la iglesia. Este hermano recomendaba los libros del hermano Nee que no hablan de la iglesia, y no le daba importancia a aquellos libros que tienen que ver con la vida de iglesia. Así que él también se apartó.
Había un hermano que estuvo en la vida de iglesia durante varios años. Después de algún tiempo declaró haber visto una “tercera línea”. Afirmaba que el hermano Nee había visto la línea de Jerusalén y la línea de Antioquía, mientras que él había visto la línea de Éfeso. Así que abandonó la vida de iglesia para practicar esta “tercera línea”.
Otro hermano dijo que él conocía la mejor forma de practicar la vida de iglesia. Según él, una iglesia local se edifica con los hijos de las familias de la iglesia y con los hijos de las familias del vecindario. Yo asistí a una reunión de la mesa del Señor en esa localidad con el propósito de ver lo que sucedía allí. Pese a que allí se permitía participar del pan a niños muy pequeños, no expresé ninguna crítica. Sin embargo, le dije a ese hermano: “Como iglesia, tenemos que recibir a todos los creyentes y no ser sectarios. Así que, si usted desea practicar la vida de iglesia a su manera, no nos opondremos; pero por favor no insista en que ha encontrado la mejor o la única manera de edificar la iglesia. Insistir en ello sólo causará problemas”. Finalmente, este hermano también se apartó.
En años recientes, ciertos hermanos ambiciosos miraron el recobro del Señor como una oportunidad para obtener poder. Se dieron cuenta de que en el “campo” del recobro, no había ni “leones” ni “tigres”. Por el contrario, todos los santos eran “palomas” y “corderos”, en otras palabras, los santos del recobro del Señor parecían ser ingenuos. Sin embargo, aunque estas personas ambiciosas procuraban conseguir poder, no lo lograron, y al final se dieron cuenta de que tales “palomas” y “corderos” ingenuos tenían a alguien que los cuidaba, que Dios mismo era quien guardaba Su gloria en Su recobro. Así que, viendo que no podían conseguir lo que querían, abandonaron también la vida de iglesia.
Les relato todas estas historias para mostrarles que no todos los que vienen al recobro del Señor permanecerán. Debido a que la vida de iglesia es una prueba para todos, algunos con el tiempo la abandonarán. Sin embargo, esto no nos debe desanimar. Debemos sentirnos animados así como Timoteo fue alentado con las palabras de Pablo. Es cierto que el camino del recobro del Señor constituye una prueba que descubre nuestra condición; no obstante, el recobro también demuestra que, aunque algunos se aparten, como Figelo y Hermógenes, otros, como Onesíforo, permanecerán firmes. Hoy en Su recobro, el Señor tiene centenares, e incluso millares de hermanos como él.
El deseo de Pablo era que el Señor le concediera misericordia a Onesíforo tanto en el presente como en “aquel día”. Esto nos habla de una bendición doble: una bendición para toda la casa de Onesíforo en esta era y una bendición para Onesíforo mismo el día de la victoriosa aparición del Señor. ¿No desea usted también recibir esta doble bendición de la misericordia del Señor? Si lo desea, no sea un Figelo ni un Hermógenes, sino un Onesíforo. Cuando otros se aparten, permanezca con el apóstol y su ministerio.
Después de que salimos de China y llegamos a Taipei, construimos un salón de reuniones con capacidad para aproximadamente quinientas personas. El primer día del Señor, después de haber concluido la edificación, el nuevo salón se llenó de personas, principalmente de cristianos que habían huido de China. Conociendo la condición de los asistentes, les hablé con franqueza, diciendo: “En el cristianismo actual hay diversas clases de iglesias. Algunas de estas iglesias los casarán a ustedes; otras, los ayudarán a resolver sus problemas médicos, e incluso otras les ayudarán a encontrar empleo. Algunas iglesias les proporcionarán oportunidades a aquellos que tienen talento o dinero. Si ustedes tienen ciertas aptitudes, les darán una posición. Pero la iglesia aquí no les proporcionará esta clase de ayuda. Además, no hay posiciones aquí con las que satisfagan su ambición. De manera que, si algunos de entre ustedes anhelan estas cosas, están en el lugar equivocado. Como iglesia, lo único que nos interesa es predicar el evangelio puro, enseñar la Biblia y ayudar a las personas a que reciban a Cristo, lo amen y crezcan en Él. No buscamos aquí ningún interés terrenal; sólo nos interesan las cosas celestiales. Por lo tanto, les pedimos a todos los que realmente buscan estas cosas celestiales, que se sigan reuniendo con nosotros. Todos los demás deben ir a otro lugar a buscar la ayuda que buscan”. Para la siguiente reunión del día del Señor, más de la mitad de los que habían asistido, no regresaron. De este modo, pudimos saber que los que habían regresado realmente tenían interés en las cosas del Señor. Ellos en su mayoría fueron ganados para el Señor y aún permanecen en la vida de iglesia.
Una vez más, deseo recalcarles que en el recobro del Señor sólo nos interesa Cristo y la iglesia. Éste es nuestro “grito de guerra”. Nuestra meta no es ayudar a las personas a conseguir cosas terrenales, ni mucho menos satisfacer su ambición de obtener una posición. Estamos aquí para ministrar a Cristo por el bien de la iglesia, en conformidad con el propósito eterno de Dios. Si usted busca a Cristo y la iglesia, entonces la vida de iglesia es el lugar para usted. Aquellos que buscan algo que no es Cristo y la iglesia, con el tiempo se darán cuenta de que la vida de iglesia no es el lugar que ellos buscan, y se apartarán de ella.