Mensaje 3
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:1-15
Hemos señalado que el tema de 2 Timoteo es la vacuna contra la decadencia de la iglesia. En este mensaje abarcaremos 2:1-15, donde se mencionan cinco designaciones específicas atribuidas a la persona que administra esta vacuna. Estas designaciones son: maestro, soldado, competidor (un atleta), labrador y obrero. Si leemos estos versículos detenidamente, veremos que Pablo consideraba a Timoteo y a sus otros colaboradores como personas que debían ser maestros, soldados, competidores, labradores y obreros.
En 2:1 Pablo dice: “Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que es en Cristo Jesús”. La palabra “pues” hace referencia al capítulo uno. La exhortación que Pablo hace en 2:1 está dentro del contexto de lo mencionado en el capítulo anterior. Así que, con base en lo que le acaba de escribir a Timoteo, Pablo ahora lo alienta a que se fortalezca en la gracia que es en Cristo Jesús. Pablo no exhortó a Timoteo a que se fortaleciera en el conocimiento o en los dones, sino a que se fortaleciera en la gracia. El apóstol mismo había tenido experiencias de ser fortalecido por la gracia en vida (1:9-12), y ahora exhortaba a Timoteo a que se fortaleciera en esa misma gracia. Tal gracia es la provisión de vida que Dios nos brinda para que vivamos conforme a Su propósito. Pablo, en lugar de desalentarse, se había fortalecido en la gracia, a pesar de que estaba en una cárcel. Él sabía muy bien que la gracia es nada menos que el Dios Triuno procesado: el Padre corporificado en el Hijo y el Hijo hecho real como el Espíritu que mora en nosotros. En 2 Corintios 13:14 vemos que la gracia es el propio Dios Triuno: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. La gracia no es una cosa, sino una persona única, la persona divina y viviente del Dios Triuno, quien pasó por un proceso para llegar a ser el Espíritu vivificante y todo-inclusivo que mora en nosotros. Este Espíritu reside ahora en nosotros como nuestra gracia. Todos podemos fortalecernos en esta gracia, esto es, en el Dios Triuno que pasó por un proceso para que lo pudiésemos disfrutar.
Cuanto más nos fortalezcamos en esta gracia, más idóneos seremos para enseñar a otros. Es por ello que en el versículo 2 Pablo añade: “Lo que has oído de mí mediante muchos testigos, esto confía a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros”. Al decir “esto”, Pablo se refería a las sanas palabras de 1:13. Las sanas palabras, después que son confiadas a hombres fieles, se convierten en el buen depósito de ellos (1:14). Esto indica que si alguien en una iglesia local tiene un depósito de las sanas palabras del Señor, debe adiestrar a hombres fieles, a hombres fidedignos, para que ellos también tengan del Señor un buen depósito y sean idóneos para enseñar a otros.
Pablo sabía que Timoteo había recibido un buen depósito, que había sido enseñado y nutrido con las riquezas de la gracia. Por consiguiente, él exhortó a Timoteo a que confiara estas cosas a otros que fueran fieles e idóneos para ejercer el mismo ministerio. Esto indica que se necesita más que una sola persona para distribuir las riquezas de la economía neotestamentaria de Dios. Mi esperanza es que a través de los mensajes de estudio-vida, miles de santos que están en el recobro del Señor reciban un buen depósito de las riquezas de la gracia con respecto a la economía neotestamentaria de Dios, y que después de recibir tales riquezas, las confíen a otros. Imagínense cómo sería si el Señor pudiera contar con diez mil santos que estuvieran llenos de Su buen depósito, y si ellos propagaran las riquezas de Su economía en toda la tierra. Sin duda, esto aceleraría el tiempo de Su gloriosa aparición.
Hay un solo Dios, un solo Cristo, un solo Espíritu y una sola iglesia. Puesto que Dios es uno solo, Él debe de tener un solo camino. ¿Podemos acaso encontrar este camino en el catolicismo o en las denominaciones o en el movimiento carismático? ¡Por supuesto que no! Ni siquiera podemos encontrarlo en los grupos cristianos independientes. El camino de Dios únicamente se halla en Su recobro. De hecho, el recobro consiste en recobrar el camino de Dios. Muchos santos pueden testificar con una conciencia pura, desde lo más recóndito de su ser, que si ellos no siguieran el camino del recobro, no tendrían otro camino que seguir. El recobro del Señor es el único camino. Digo esto no porque el Señor me haya usado en Su recobro, sino simplemente porque es un hecho. Algunos que se volvieron disidentes y abandonaron la iglesia, descubrieron que les era imposible regresar a las denominaciones. En algunos casos, puede ser que ni siquiera las denominaciones estén dispuestas a recibirlos. Esto nos muestra que si tocamos el recobro y luego lo abandonamos, cometemos suicidio espiritual, pues nos apartamos del único camino que Dios ha escogido.
En 2:1 y 2 vemos que Pablo tenía la carga de exhortar a Timoteo, quien había recibido un buen depósito, a que trasmitiera a otros las riquezas de la gracia. De este modo, habría muchos maestros, muchos ministros de Cristo, que propagarían las riquezas de la economía neotestamentaria de Dios.
En el versículo 3 Pablo dice a continuación: “Tú, pues, sufre el mal conmigo como buen soldado de Cristo Jesús”. Los apóstoles consideraban el ministerio de ellos una guerra por Cristo, al igual que en Números 4:23, 30, 35 se le consideraba al servicio sacerdotal un servicio militar, una guerra. Cada vez que ministramos a Cristo a los demás, nos encontramos en una batalla. Por consiguiente, no sólo debemos ser maestros que confían a otros el buen depósito, sino también soldados que luchan por los intereses de Dios.
El versículo 4 dice: “Ninguno que sirve de soldado se enreda en los negocios de esta vida, a fin de agradar a aquel que le alistó como soldado”. La palabra griega traducida “vida” es bíos, la cual denota la vida física en esta era. Para pelear la buena batalla (4:7) en pro de los intereses del Señor en la tierra, debemos deshacernos de todo enredo terrenal. Los asuntos relacionados con nuestra vida material y física, no deben enredarnos mientras procuramos ministrar a Cristo a los demás. Este ministerio es una lucha, y la lucha requiere que estemos libres de todo enredo. Por una parte, el servicio sacerdotal consiste en ministrar a Dios; por otra, consiste en librar una guerra contra los enemigos de Dios. Mientras los sacerdotes llevaban el arca del testimonio, ellos tenían que estar preparados para pelear contra cualquiera que se dispusiera a atacar dicho testimonio.
En el versículo 5 Pablo compara a Timoteo con un atleta que compite en los juegos: “Y también el que compite en los juegos, no es coronado si no compite legítimamente”. Además de ser un maestro y un soldado, Timoteo también debía ser un atleta. Un soldado debe pelear para ganar la victoria, mientras que un atleta debe competir legítimamente para recibir la corona.
En una carrera, lo más importante es que el corredor sea veloz. Ése no es el momento para ejercitar paciencia. En un mensaje anterior, les animé a que esperaran y oraran; pero en lo que se refiere a correr la carrera a fin de ganar la corona, no debemos esperar. Al contrario, debemos correr de manera que lleguemos a la meta.
El versículo 6 añade: “El labrador que se esfuerza debe ser el primero en participar de los frutos”. Aquí Pablo compara a Timoteo con un labrador, con un agricultor. Así como un soldado debe obtener la victoria y un atleta debe recibir la corona, un labrador debe participar de los frutos, del alimento. Esto requiere paciencia. Como atletas, debemos ser veloces, pero como agricultores, debemos ser pacientes. Si en un momento de impaciencia un agricultor decide arrancar los pequeños brotes, echará a perder su cosecha. Asimismo, si él hace andar mucho a los bueyes, puede lastimarlos. Con relación a la cosecha y el ganado, los labradores deben aprender a ser pacientes.
Los versículos del 7 al 14 están relacionados con la exhortación que Pablo da a Timoteo con respecto a que éste debe ser labrador. Después de decirle a Timoteo que considere lo que él le dice y que el Señor le dará entendimiento en todo (v. 7), Pablo añade: “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos, nacido del linaje de David, conforme a mi evangelio”. La palabra “resucitado” del versículo 8 hace alusión a la victoria que Cristo obtuvo sobre la muerte por medio de Su vida divina y el poder de resurrección de la misma. La expresión “el linaje de David” alude a la naturaleza humana de Cristo llena de dignidad, la cual fue exaltada y glorificada juntamente con Su naturaleza divina. Las palabras “mi evangelio” indican que el evangelio de Pablo era las buenas nuevas de una persona viviente, Cristo, quien posee la naturaleza divina y la naturaleza humana, se encarnó para ser el Hijo del Hombre, y resucitó para ser el Hijo de Dios, como se relata en Romanos 1:1-4, un pasaje análogo.
Pablo dice que sufría el mal “hasta prisiones a modo de malhechor”, pero que “la palabra de Dios no está presa” (v. 9). A pesar de toda la oposición provocada por los esfuerzos humanos que habían sido instigados por el enemigo, Satanás, las prisiones que sufrió el apóstol hicieron que la palabra de Dios fuera liberada, que fuera predicada por los hombres libremente y llegara a ser más prevaleciente.
En el versículo 10 Pablo añade: “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos mismos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna”. Los “escogidos” son aquellos que creen en Cristo, quienes fueron escogidos por Dios el Padre antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4) y elegidos de entre la humanidad para salvación. El apóstol soportó todos los sufrimientos por causa de nosotros, para que obtengamos la salvación así como él.
En el versículo 10 Pablo no habla de la salvación y de la gloria eterna, sino de la salvación con gloria eterna. La gloria eterna es la meta final de la obra salvadora de Dios (Ro. 8:21). La salvación de Dios nos conduce a Su gloria (He. 2:10). Esto nos anima a soportar los sufrimientos por causa del evangelio (Ro. 8:17).
Inmediatamente después de encargarle a Timoteo a que sea un labrador, Pablo habla del sufrimiento. Esto indica que un labrador debe ser capaz de sufrir y perseverar. Como labrador, no sólo debe aprender a sufrir, sino también a morir.
En estos versículos Pablo no solamente habla de sus propios sufrimientos, sino que además presenta al Señor Jesús como el modelo de alguien que sufrió, murió y resucitó. Los versículos del 11 al 13 tal vez hayan sido un himno. Este pasaje corresponde a Romanos 6:8 y 8:17. El versículo 11 declara: “Palabra fiel es ésta: Si morimos con El, también viviremos con El”. La expresión, “morimos con El”, tiene que ver con la crucifixión de Cristo, según es simbolizado por el bautismo (Ro. 6:3-8); y las palabras “viviremos con El”, significan vivir a Cristo en Su resurrección (Ro. 6:5, 8; Jn. 14:19).
El versículo 12 declara: “Si perseveramos, también reinaremos con El; si le negamos, El también nos negará”. La perseverancia tiene que ver con la vida en esta era, y el reinar con Cristo, con la era venidera. Si nosotros le negamos, Él también nos negará, es decir, no nos reconocerá (Mt. 10:33; Lc. 9:26).
El versículo 13 dice: “Si somos infieles, El permanece fiel; pues El no puede negarse a Sí mismo”. La palabra “fiel” en este versículo se refiere a la fidelidad del Señor a Su propia palabra. “Si somos infieles”, el Señor permanece fiel, pues no puede negarse a Sí mismo. Si le somos infieles, Él aún permanecerá fiel, pero no podrá aceptarnos como fieles, pues de lo contrario sería infiel, es decir, estaría negándose a Sí mismo, estaría negándose a Su naturaleza y Su ser.
En el versículo 14 Pablo dice: “Recuérdales esto, encargándoles solemnemente delante de Dios que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que lleva a la ruina a los oyentes”. Al decir “recuérdales esto”, Pablo se refiere a la exhortación según la cual los hombres fieles e idóneos, a quienes se les ha confiado el buen depósito, no sólo deben ser maestros, sino también soldados, atletas y labradores. Ellos debían ser pacientes y perseverantes, tal como lo fue el Señor Jesús durante Su vida en la tierra. El Señor sufrió con paciencia y fue perseverante; y después que le dieron muerte, Él resucitó. Basándose en este hecho, Pablo declaró que si moríamos con Él, también viviríamos, y que si sufríamos con Él, también reinaríamos con Él.
En el versículo 15 Pablo declara: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”. Aquí Pablo indica que el que administra la vacuna debía ser un obrero. Tal como si fuese un carpintero, este obrero él debía trazar bien la palabra de verdad. Esto significa que debía exponer la palabra de Dios en sus diferentes secciones de manera recta y exacta, sin distorsión alguna. Así como un carpintero es diestro para cortar la madera, el obrero del Señor necesita aprender a trazar bien la palabra de verdad. Esto es necesario porque cuando la iglesia se degrada hay algunos que tuercen las verdades y las presentan de forma distorsionada y tendenciosa.
Las contiendas sobre palabras (2:14), las profanas y vanas palabrerías (v. 16), las palabras que se extienden como gangrena (v. 17), y las cuestiones necias y las nacidas de una mente indocta (v. 23), son frecuentemente usadas por el diablo (v. 26) en la corriente de degradación entre las iglesias para engendrar contiendas (v. 23), para llevar a la ruina a los oyentes (v. 14), para promover la impiedad (v. 16), y para trastornar la fe de la gente (v. 18). Así que, la palabra de verdad, debidamente expuesta, es necesaria para alumbrar a los que están en tinieblas, inyectarles el antídoto contra el veneno, sorber la muerte y encaminar a los que han sido distraídos.
Hoy en día, entre los cristianos, los únicos aspectos de la verdad que no han sido torcidos, son los aspectos superficiales. Casi todos los asuntos más profundos de la verdad han sido distorsionados. Respecto a ellos, muchos no han trazado bien la palabra de verdad, sino que la han trazado de una manera torcida y tendenciosa. Por consiguiente, no sólo debemos ser maestros, soldados, competidores y labradores, sino también obreros, carpinteros, que trazan bien la palabra de verdad. La verdad aquí no denota simplemente la doctrina bíblica, sino el contenido y la realidad de la economía neotestamentaria de Dios. Los elementos principales de esta verdad son Cristo como misterio de Dios y corporificación de Dios, y la iglesia como misterio de Cristo y Cuerpo de Cristo. Todos debemos aprender a trazar bien la palabra de verdad con respecto a Cristo y la iglesia.
Algunos de los maestros de las Asambleas de los Hermanos, según su propia interpretación de lo que dijo Pablo respecto a trazar bien la palabra de verdad, consideran que se refiere a dividir la Biblia en las distintas dispensaciones: la inocencia, la conciencia, el gobierno humano, la promesa, la ley, la gracia y el reino. Si bien es cierto que se puede entender la Biblia conforme a estas dispensaciones, dividir la Palabra conforme a tales dispensaciones no es lo que Pablo quiso decir en 2:15, donde nos exhorta a trazar bien la palabra de verdad. El vocablo “verdad”, tal como se usa en los tres libros de 1 y 2 Timoteo y Tito, tiene un significado específico: denota el contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Por no haber visto esto, muchos de los que leen la Biblia creen que en 2:15 Pablo habla de la verdad de un modo general. Sin embargo, debemos entender la palabra “verdad” tal como se usa en este versículo, según el uso que se le da en los tres libros de 1 y 2 Timoteo y Tito. En 1 Timoteo 3:15 se nos dice que la iglesia es “columna y fundamento de la verdad”. Esta verdad es el misterio de la piedad, Dios manifestado en la carne. La iglesia debe mostrar, enarbolar, esta verdad, esta realidad. Pablo habla de la verdad en muchas ocasiones en estas tres epístolas. Por ejemplo, en 1 Timoteo 2:4 él declara que Dios “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad”. “La palabra de verdad”, mencionada en 2 Timoteo 2:15, se refiere a las sanas palabras de la economía neotestamentaria de Dios. Como obreros, no solamente debemos aprender a seccionar la Biblia según las dispensaciones, lo cual es demasiado superficial, sino que debemos aprender a exponer la palabra de verdad en cuanto a la economía de Dios. Si queremos hacer esto, debemos estudiar con detenimiento la manera en que Pablo usó la palabra verdad en estas tres epístolas. Si examinamos estos libros detenidamente, veremos que en este contexto la verdad denota la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Por consiguiente, trazar bien la palabra de verdad equivale a exponer, sin prejuicio y sin distorsión, la realidad de la economía de Dios revelada en el Nuevo Testamento.