Mensaje 4
Lectura bíblica: 2 Ti. 2:16-26
El versículo 16 de 2 Timoteo 2 está en contraste con lo que dijo Pablo en el versículo 15, donde dice: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que traza bien la palabra de verdad”. Un buen obrero es uno que traza bien, no la palabra del conocimiento ni de la doctrina, sino la palabra de verdad. Muchos cristianos piensan que la verdad que se menciona en versículos como 2:15, se refiere a doctrinas o enseñanzas. Sin embargo, según el Nuevo Testamento, la verdad no denota simples doctrinas. En cuanto a Cristo en Su encarnación, Juan 1:14 declara: “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia y de verdad”. Ciertamente sería insensato interpretar la palabra “verdad” aquí como doctrina. ¿Cómo podríamos decir que el Verbo se hizo carne y que estaba lleno de doctrina? La palabra verdad, tal como se usa en el Nuevo Testamento, se refiere a la realidad de la economía neotestamentaria de Dios. Cuando Cristo vino mediante la encarnación, también vinieron la gracia y la realidad. Tanto la gracia como la realidad son Dios mismo. La gracia es Dios en el Hijo como nuestro disfrute; la realidad es Dios hecho real para nosotros en el Hijo. Por consiguiente, la gracia y la realidad se refieren al Dios encarnado. Cuando recibimos la gracia, recibimos también la realidad. Entonces, Dios mismo llega a ser nuestra realidad. Esta realidad es la verdad mencionada en 2 Timoteo 2:15. Como hemos señalado, esta verdad es la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Este contenido incluye a Cristo, la Cabeza, y a la iglesia, Su Cuerpo. Trazar bien la palabra de verdad no consiste en simplemente dividir la Biblia en sus distintas secciones; más bien, significa trazar bien las sanas palabras de la realidad del contenido de la economía de Dios.
En contraste con el versículo 15, Pablo añade en el versículo 16: “Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad”. La palabra “profanas” denota cualquier clase de contacto con lo mundano; es lo contrario de ser santo. Las profanas y vanas palabrerías que Pablo mandó a Timoteo que evitara, conducen más y más a la impiedad, esto es, a una condición que es contraria a la piedad, que es la manifestación de Dios en nuestra vida diaria y en la vida de iglesia.
En el versículo 17 Pablo dice: “Y su palabra se extenderá como gangrena; de los cuales son Himeneo y Fileto”. La palabra griega traducida “se extenderá” puede traducirse también se alimentará o comerá. Literalmente significa “hallará pastos”, semejante a Juan 10:9. En el griego, la palabra que literalmente significa “pastos” es un término médico usado para referirse al avance de una enfermedad mortal que consume (Alford). Por ello, en este versículo significa extenderse. La palabra “gangrena” denota una úlcera que carcome, un cáncer. Pablo usó una expresión muy severa para describir a aquellos que enseñaban cosas diferentes. No dice solamente que las palabras de ellos conducirán más y más a la impiedad, sino que además se extenderán como gangrena que consume la carne y causa la muerte de los miembros del cuerpo. Según lo que hemos observado, esto ha sucedido con algunos disidentes.
Al referirse a Himeneo y Fileto, Pablo dice en el versículo 18 que ellos se desviaron “en cuanto a la verdad, diciendo que la resurrección ya sucedió, y trastornaron la fe de algunos”. La frase “se desviaron” significa erraron el blanco, se apartaron. Pablo no dice que Himeneo y Fileto se desviaron en cuanto a la doctrina o la enseñanza, sino que se desviaron en cuanto a la verdad, es decir, en cuanto a la realidad de la economía neotestamentaria. Ellos se desviaron de la verdad diciendo que la resurrección ya había sucedido. Esto equivale a afirmar que no habrá resurrección. Ésta es una grave herejía, pues niega el poder divino de la vida (1 Co. 15:52; 1 Ts. 4:16; Ap. 20:4, 6).
En el versículo 18 Pablo declara también que al desviarse en cuanto a la verdad, Himeneo y Fileto trastornaron la fe de algunos. Esta fe es subjetiva y se refiere a la acción de creer. La fe subjetiva, la acción de creer, está estrechamente ligada a la resurrección de Cristo (Ro. 10:9). Como hemos señalado, la fe subjetiva supone una unión orgánica entre nosotros y el Dios Triuno. El hecho de que la fe de uno sea trastornada significa que la unión orgánica interior sufre algún tipo de daño. Algunos de entre nosotros pueden testificar que se han desligado de esta unión orgánica por algún tiempo por haber escuchado a aquellos que enseñaban cosas diferentes. En su interior, ellos pudieron percatarse de que había habido una interrupción en su unión orgánica. Esto significa que su fe fue trastornada.
En el versículo 19 Pablo declara: “Pero el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: Conoce el Señor a los que son Suyos; y: Apártese de injusticia todo aquel que invoca el nombre del Señor”. Muchos maestros cristianos aseveran que el fundamento aquí mencionado se refiere a Cristo. Es cierto que en 1 Corintios 3:11 Pablo declara que Cristo es el único fundamento; aparte de Él, no existe ningún otro fundamento. Sin embargo, si examinamos el versículo 19 según el contexto del capítulo, veremos que este fundamento no se refiere a Cristo como el fundamento de la iglesia, sino a la iglesia como el fundamento, o la base, de la verdad. Los versículos del 14 al 18, por un lado, dan instrucciones en cuanto a cómo hacer frente a las herejías y, por otro, en cuanto a cómo manejar la verdad. Según el contexto de los versículos 15, 18 y 25, el fundamento aquí no se refiere a Cristo como el fundamento de la iglesia, sino a la iglesia como el fundamento de la verdad. Esto corresponde al “fundamento de la verdad”, el cual sostiene la verdad (1 Ti. 3:15), especialmente la verdad en cuanto a la resurrección de Cristo (Hch. 4:33).
La iglesia es edificada con la vida divina en Cristo, una vida que es indestructible, invencible (He. 7:16; Hch. 2:24) y capaz de soportar la decadencia mortal, cualquiera que sea su origen. Así que, la iglesia es el sólido fundamento de Dios que permanece para siempre en contra de cualquier herejía. Sin importar qué clase de herejías puedan surgir, o cuánto se extienda esta gangrena, este sólido fundamento permanece firme.
Algunos de los que abandonaron el recobro del Señor pensaron que en poco tiempo el recobro se desmoronaría. No obstante, debido a que el recobro está edificado sobre un sólido fundamento, no se derrumbó ni se derrumbará jamás. Si el recobro del Señor hubiera sido fundado en algo que no fuese la vida divina, o sea que no fuese la vida eterna, se habría derrumbado hace mucho tiempo. Pero puesto que el recobro tiene el sólido fundamento de la verdad, no es afectado por los ataques. Por el contrario, los que procuran hacerle daño al recobro, de hecho se perjudican a sí mismos y, al mismo tiempo, fortalecen el recobro y sacan a relucir más la firmeza de su fundamento. El recobro está edificado sobre algo eterno y divino: la vida y la naturaleza de Dios. Por esta razón, ni siquiera las puertas del Hades pueden vencerlo. Puesto que está edificado sobre la vida eterna, indestructible e invencible, el sólido fundamento de la verdad permanece firme. En años recientes, no hemos necesitado proteger el recobro del Señor; antes bien, el recobro ha sido protegido por la vida divina invencible. Por consiguiente, la iglesia es el sólido fundamento de Dios, que permanece firme sobre la vida eterna.
Pablo declara que este sólido fundamento tiene “este sello”. Este sello tiene dos lados. Por el lado del Señor dice: “Conoce el Señor a los que son Suyos”. Esto se basa en la vida divina del Señor, la cual Él ha dado a todos Sus creyentes y la cual ha hecho posible que ellos tengan una unión orgánica con Él, de modo que sean uno con Él y le pertenezcan. Por el lado nuestro, dice: “Apártese de injusticia todo aquel que invoca el nombre del Señor”. Éste es el resultado de la vida divina: nos capacita para apartarnos de la injusticia y nos guarda irreprensibles en Su santo nombre. La iglesia como el sólido fundamento en la vida divina lleva este sello de dos lados, el cual testifica que la vida divina del Señor nos ha hecho Suyos y también nos ha guardado de las cosas que son contrarias a Su camino justo.
El versículo 19 indica claramente que las personas descubiertas por la luz en los versículos del 16 al 18 no son del Señor. Las maldades de ellos son una prueba categórica de esto.
En el versículo 20 Pablo dice a continuación: “Pero en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro; y unos son para honra, y otros para deshonra”. La palabra “pero” al comienzo de este versículo indica que lo que sigue está en contraste con la definición dada en el versículo anterior acerca de los verdaderos creyentes.
¿Qué quiere decir Pablo con la expresión “una casa grande”? En esta casa grande no sólo hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos son para honra y otros para deshonra. Yo he pasado mucho tiempo considerando este asunto delante del Señor. La casa de Dios, definida en 1 Timoteo 3:15 y 16, denota la iglesia genuina con su naturaleza divina y su característica esencial, a saber, es el fundamento de la verdad; mientras que la casa grande aquí mencionada se refiere a la iglesia deteriorada, la cual se caracteriza por el hecho de que se ha mezclado con el mundo, lo cual se nos muestra en Mateo 13:31 y 32 en la parábola del gran árbol que crece de forma anormal. En esta casa grande no solamente hay vasos preciosos, sino también vasos viles. Así que no podemos concordar que la casa grande de este versículo se refiera a la iglesia, la casa del Dios viviente mencionada en 1 Timoteo 3:15. La casa grande definitivamente no es la casa del Dios viviente. La casa del Dios viviente es el gran misterio de la piedad y es también Dios manifestado en la carne. Entonces, ¿cómo podría haber en esta casa vasos para deshonra? Por lo tanto, la casa grande indudablemente se refiere al cristianismo, a la cristiandad. Aun más, esta casa grande corresponde al gran árbol que se nos describe en Mateo 13. La iglesia genuina hoy es la casa del Dios viviente, mientras que el cristianismo anormal es la casa grande. ¡Cuán grande y cuán anormal es esta casa! Así como en el gran árbol se alojan muchos pájaros inmundos, en la casa grande hay vasos para deshonra, vasos de madera y de barro. No obstante, en la iglesia genuina sólo hay vasos de oro y de plata.
Los vasos de honra están constituidos tanto de la naturaleza divina (el oro) como de la naturaleza humana redimida y regenerada (la plata). Estos vasos, tales como Timoteo y otros creyentes genuinos, constituyen el firme fundamento que sostiene la verdad. En cambio, los vasos de deshonra están constituidos de la naturaleza humana caída (la madera y el barro). Himeneo, Fileto y otros falsos creyentes pertenecen a esta categoría.
En el versículo 21 Pablo añade: “Así que, si alguno se limpia de éstos, será un vaso para honra, santificado, útil al dueño, y dispuesto para toda buena obra”. Limpiarse significa apartarse de la injusticia (v. 19), lo cual es la evidencia externa de la naturaleza divina interior. La palabra “éstos” del versículo 21 se refiere a los vasos para deshonra, incluyendo a aquellos mencionados en los versículos del 16 al 18. No sólo debemos limpiarnos de todo lo injusto, sino también de los vasos deshonrosos. Esto significa que debemos mantenernos alejados de ellos. Por consiguiente, debemos limpiarnos de las cosas injustas como también de los vasos deshonrosos de madera y de barro. Si nos limpiamos de estas cosas y de personas negativas, seremos vasos para honra, santificados, útiles al dueño, y dispuestos para toda buena obra. La frase “para honra” tiene que ver con la naturaleza, la palabra “santificado” tiene que ver con nuestra posición, el término “útil” tiene que ver con lo que ponemos en práctica, y la palabra “dispuesto” tiene que ver con el adiestramiento.
En el versículo 22 leemos: “Huye de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor”. Timoteo tenía que estar alerta no sólo con respecto a la corrupción externa que existía entre las iglesias, sino también con respecto a sus propias concupiscencias internas. Él tenía que evitar la corrupción externa y huir de las concupiscencias internas. Además de ello, debía seguir la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón puro invocan al Señor. La justicia la debemos aplicar a nosotros mismos; con respecto a Dios, debemos tener fe; y con respecto a los demás, debemos mostrar amor. La paz es el resultado de estas tres virtudes.
Invocar al Señor de corazón puro significa “mencionar el nombre del Señor” cuando oramos a Él y lo alabamos. Los que buscan al Señor deben ser aquellos que invocan Su nombre. Hoy los que invocan al Señor de corazón puro se encuentran en Su recobro. Damos gracias al Señor porque estamos con los que le invocan de corazón puro. Con tales creyentes, podemos seguir virtudes tales como la justicia, la fe, el amor y la paz.
En el versículo 23 Pablo declara: “Pero desecha las cuestiones necias y las nacidas de una mente indocta, sabiendo que engendran contiendas”. La palabra griega traducida “necias” significa también tontas. Una mente indocta denota una mente no educada, disciplinada o instruida, es decir, una mente que no se somete a Dios, sino que sigue sus propios designios y su propia voluntad (Darby). La palabra “engendra” quiere decir genera, produce. Debemos desechar las cuestiones necias, porque ellas se originan en Satanás, la serpiente. Hace muchos años leí que alguien dijo que mientras la serpiente hablaba con Eva, probablemente estaba erigida en forma de signo de interrogación. Ella le hizo a Eva esta pregunta: “¿Conque Dios os ha dicho?” (Gn. 3:1). Todas las cuestiones necias se originan en la serpiente. Así que, debemos desechar las cuestiones necias y las nacidas de una mente indocta, las cuales engendran contiendas. Estas cuestiones siempre provienen de una fuente maligna y serpentina.
En el versículo 24 Pablo añade: “Porque el esclavo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido”. Cuando las personas lo traten mal, no se moleste; antes bien, como esclavo del Señor, usted debe ser amable y sufrir el maltrato.
En el versículo 25 Pablo añade: “Que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda el, arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad”. Al usar la palabra “arrepentimiento”, Pablo indica que el problema de aquellos que se oponen a la verdad radica en el corazón y en la conciencia. La verdad es la revelación del Dios viviente y de Su economía, el deseo de Su corazón. Para recibir la revelación divina, el corazón y la conciencia deben ser ejercitados debidamente para con Dios. Debemos volver nuestro corazón a Él, de modo que se enfoque sólo en Él, y debemos tener una conciencia pura e irreprensible delante de Él. De otro modo, podríamos ser llevados cautivos por el diablo y caer en su lazo (v. 26).
En el versículo 25 Pablo se refiere nuevamente al pleno conocimiento de la verdad. Pablo no habla aquí del pleno conocimiento de la Biblia ni del pleno conocimiento de las doctrinas y enseñanzas. Él recalca el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad. Aquel que administra la vacuna tiene la responsabilidad de corregir con mansedumbre a los que se oponen, con la esperanza de que sean iluminados, se arrepientan y se vuelvan al pleno conocimiento de la verdad.
Existe la posibilidad de que los que se arrepienten “vuelvan al buen sentido, escapándose del lazo del diablo (quien los había capturado vivos) para hacer la voluntad de El” (v. 26). Según Vincent, volver al buen sentido significa volver a la sobriedad, despertarse del estupor de la embriaguez. Al usar la expresión “el lazo del diablo”, Pablo da a entender que los que se oponen a la verdad, por no tener el suficiente conocimiento de la revelación divina, han sido capturados y han quedado atrapados en el lazo del diablo. El enemigo de Dios llena de error la mente reprobada de ellos, y le niega a Dios la entrada a ellos, tal como lo hizo con los fariseos (Jn. 8:42-45). Tales opositores necesitan volver sus corazones a Dios y limpiar sus conciencias.
El pronombre “quien” en la frase “quien los había capturado vivos” se refiere al diablo. Sin embargo, en el idioma original la frase “para hacer la voluntad de El” es “para la voluntad de Aquel” y se refiere a Dios, quien se menciona en el versículo 25; por ende, significa “con miras a”, “por el bien de”, o “para hacer” la voluntad de Dios.
Supongamos que algunas personas se acercaran a usted con la intención de disputar sobre alguna doctrina o práctica. En lugar de argumentar con ellas, presénteles la economía de Dios. Para ello, usted necesita conocer bien el contenido de la economía neotestamentaria de Dios. Todos los santos deben ser adiestrados, quizás por aquellos que toman la delantera en su localidad, para presentar el pleno conocimiento de la verdad, o sea, para compartir con otros la realidad del contenido de la economía neotestamentaria de Dios.
A menudo la gente nos pregunta por qué decimos que somos la iglesia. La primera vez que oí esta pregunta fue en Estados Unidos en 1963. En esa ocasión un hermano, mientras teníamos comunión, me preguntó: “¿Por qué su grupo se llama la iglesia en Los Ángeles?”. Como respuesta a esta pregunta, que por cierto era muy buena, le dije que en la Biblia, a los santos de determinada localidad, como Jerusalén o Antioquía, se les consideraba simplemente como la iglesia en esa localidad. Hechos 8:1 habla de la iglesia en Jerusalén, y 13:1, de la iglesia en Antioquía. Además de ello, le dije que en Jerusalén había una sola iglesia. Pedro, Jacobo y Juan laboraban juntos para edificar la única iglesia que había en Jerusalén. Sin embargo, los cristianos de hoy se han desviado y se reúnen en diversas denominaciones. Por esta razón, en la ciudad de Los Ángeles existen distintas clases de “iglesias”. Incluso hay grupos que dicen ser una iglesia china o una iglesia coreana. Después de decirle esto le pregunté a cuál de esas iglesias deberíamos unirnos. Él reconoció que no debíamos unirnos a ninguna de esas llamadas iglesias. Luego añadí que si nosotros vivimos en Los Ángeles y no nos llamamos la iglesia en Los Ángeles, vendríamos a ser una secta más. Si no somos la iglesia en Los Ángeles, entonces ¿qué somos? No tenemos otra alternativa que llamarnos la iglesia en Los Ángeles.
Puesto que sabía que algunos podrían decir que la iglesia en Los Ángeles debe incluir a todos los santos de esa ciudad, agregué: “Es cierto que la iglesia en Los Ángeles incluye a todos los creyentes en Los Ángeles. Sin embargo, si ellos en su mayoría no están dispuestos a reunirse simplemente como la iglesia, eso ya es responsabilidad de ellos, no de nosotros. Por ejemplo, digamos que la familia Jones consta de muchos miembros, y que la mayoría de ellos se fuera a vivir a otro lugar y quedan únicamente tres miembros en esa casa. ¿Acaso no serían estos tres la familia Jones? ¿Sería incorrecto si pusieran un letrero en su casa que dijera: ‘La familia Jones’? Por supuesto que no. Si no se llaman los Jones, entonces ¿cómo deberían llamarse? Definitivamente sería un error si adoptaran el apellido Smith o cualquier otro apellido. Así que es correcto que ellos digan que son la familia Jones, aunque la mayoría de los miembros de esa familia se hayan mudado a otro lugar. Asimismo, muchos de los que son verdaderamente miembros de la iglesia en Los Ángeles no se reúnen como la iglesia. Aun así, quienes se reúnen como la iglesia allí, tienen el derecho a llamarse la iglesia en Los Ángeles”.
En aquella ocasión, pregunté: “¿Por qué los que están en las denominaciones no se llaman la iglesia? Ellos se molestan porque nos llamamos la iglesia en Los Ángeles. En lugar de ello, debieran preguntarse por qué adoptan nombres tales como presbiteriano y luterano. Yo quisiera que ellos estuvieran dispuestos a dejar esos nombres y ser simplemente la iglesia local en su ciudad. A los que estén dispuestos a dar este paso en esta ciudad, quisiera decirles: ‘Ya que todos somos la misma iglesia, la iglesia en Los Ángeles, ¿entonces por qué no simplemente nos reunimos y somos la iglesia? Reunámonos juntos para practicar la vida de iglesia’”. Éste es un ejemplo que nos muestra cuánto necesitamos aprender el contenido del pleno conocimiento de la verdad, y después aprender a presentar la verdad a los demás, sobre todo a los que se oponen. Esperamos que otros sean alumbrados y lleguen también al pleno conocimiento de la verdad.