Mensaje 5
Lectura bíblica: Jos. 5
En este mensaje consideraremos el quinto capítulo de Josué. Este capítulo revela que el temor se había apoderado de todos los reyes debido a que Israel había cruzado milagrosamente el río Jordán. Antes que los hijos de Israel atacasen, los cananeos ya estaban derrotados. No había más espíritu en ellos. Aunque los israelitas habían sido disciplinados, adiestrados y capacitados, después que cruzaron el Jordán todavía era necesaria más preparación antes de atacar.
Josué 5 aborda cuatro asuntos que tienen un significado intrínseco. El primer asunto es la circuncisión. La circuncisión da continuación a la sepultura en la muerte de Cristo. Al cruzar el río Jordán, el viejo hombre de Israel fue sepultado e Israel subió de las aguas como un nuevo hombre. Esta obra realizada por Dios era objetiva para Israel; todavía era necesario que ellos la aplicasen a su propia carne. Por tanto, ellos prepararon cuchillos de pedernal para cercenar sus prepucios. Este cercenar fue la aplicación de lo hecho por Dios al hacerles cruzar el río Jordán. Al cortar su propia carne para quitarse de encima el oprobio de Egipto, ellos fueron sepultados y resucitados, tanto en realidad como en el aspecto práctico.
En el Nuevo Testamento, la circuncisión significa la aplicación constante de la muerte del Señor a nuestra carne. Romanos 6:3-4 dice que fuimos bautizados en la muerte de Cristo y que fuimos sepultados juntamente con Él; pero Romanos 8:13 y Gálatas 5:24 dicen que debemos aplicar, por el Espíritu, la circuncisión de la cruz a nuestra carne. De hecho, nuestra carne ya ha sido crucificada, pero en términos prácticos, debemos crucificar nuestra carne día tras día. Ésta es la realidad y el aspecto práctico de permanecer en la muerte y sepultura de Cristo, y éste es el significado de la circuncisión.
El segundo asunto mencionado en Josué 5 que tiene un significado intrínseco es la Pascua. La Fiesta de la Pascua era celebrada para recordar la redención de Israel del juicio de muerte sobre los hijos primogénitos y su salvación de Egipto y de la tiranía de Faraón. Esto tipifica la mesa del Señor. En la mesa del Señor recordamos al Señor como nuestro Redentor y Salvador. Hoy en día, la porción que nos corresponde no es la muerte, sino participar de Cristo y disfrutarle en Su mesa.
El tercer asunto que tiene un significado intrínseco consiste en el hecho de comer del producto de la buena tierra. Por cuarenta años los hijos de Israel comieron del maná, sin que se requiriese de ninguna labor por parte de ellos. Pero cuando el maná cesó, sus alimentos sólo podían ser producidos al cooperar con Dios. El producto de la tierra de Canaán era producto agrícola. Esto quiere decir que tales alimentos eran el resultado de la labor del hombre en cooperación con Dios. Esto concuerda con Génesis 2:5, donde dice que Dios envía la lluvia y el hombre labra la tierra. Esto hace referencia a la cooperación entre el hombre y Dios.
Tanto el maná como el producto de la buena tierra tipifican a Cristo. El Cristo en la etapa tipificada por el producto de la buena tierra es diferente del Cristo en la etapa tipificada por el maná. Juan 6, que no es un capítulo profundo, habla de Cristo como el maná que descendió del cielo para alimentarnos. Pero en las Epístolas, Cristo ya no es el maná simplemente, sino que Él es el producto de la buena tierra, preparado mediante nuestra labor en cooperación con Dios. Esto hace que más de Cristo sea producido tanto para nosotros como para los demás y nos provee de un excedente que es presentado a Dios como nuestra ofrenda.
El cuarto asunto que tiene un significado intrínseco concierne al Capitán del ejército de Jehová. Los hijos de Israel estaban listos. Ellos habían sido circuncidados, habían disfrutado de la Pascua y habían disfrutado del producto de la buena tierra. Sin embargo, ellos todavía necesitaban de un Capitán. Luego, Josué recibió una visión en la que Cristo fue revelado como Capitán del ejército de Jehová. Josué era el capitán visible, pero Cristo era el Capitán invisible. Antes que los hijos de Israel atacasen a los cananeos, ellos fueron plenamente preparados y capacitados con Cristo, la corporificación de Dios, como su Capitán. Cuando ellos atacaron Jericó, lo hicieron comandados por este Capitán tipificado por el Arca. El Arca, un tipo de Cristo, quien era el comandante en jefe, tomó la delantera de atacar a los enemigos.
A fin prepararnos para poseer la buena tierra, debemos profundizar en estos cuatro asuntos. Debemos tomar medidas con respecto a la carne, disfrutar de la mesa del Señor, disfrutar del Cristo todo-inclusivo como producto de la buena tierra y recibir una visión de Cristo, la corporificación de Dios, como nuestro Capitán.
Ahora que hemos abordado los asuntos que tienen un significado intrínseco en este capítulo, consideremos los detalles respecto a la preparación antes del ataque.
En el versículo 1 vemos la reacción de los reyes de los amorreos y de los cananeos a la obra milagrosa realizada por Jehová al secar las aguas del río Jordán para que Israel lo cruzara. Sus corazones se derritieron, y no hubo más espíritu en ellos (valentía) a causa de los hijos de Israel.
Los versículos del 2 al 9 hablan de la circuncisión del Israel nuevo.
La circuncisión del Israel nuevo tuvo lugar en Gilgal, que significa “rodar”. Con respecto a esto, el versículo 9 dice: “Entonces Jehová dijo a Josué: Hoy he quitado de encima de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal hasta hoy”.
El propósito de la circuncisión era hacer del pueblo escogido de Dios un pueblo nuevo que heredase la tierra prometida por Dios (Gn. 17:7-12; Jos. 5:6).
La circuncisión del Israel nuevo tipifica la circuncisión de Cristo, efectuada mediante Su muerte, aplicada a los creyentes al ser despojados ellos del cuerpo carnal para heredar a Cristo en resurrección como la porción que Dios les asignó (Col. 2:9-12; 1:12).
Josué 5:10 dice que los hijos de Israel acamparon en Gilgal y que celebraron la Pascua a los catorce días del mes, por la tarde, en las llanuras de Jericó.
Los hijos de Israel debían celebrar la Pascua para recordar que Jehová redimió a Israel del juicio de muerte sobre sus primogénitos (Éx. 12:3-7, 11-14).
La celebración de la Pascua también tenía como fin recordar que Jehová salvó a Israel del poder de Faraón y de Egipto (Éx. 14:13-30).
La celebración de la Pascua indicaba que así como Jehová había salvado a Israel de Faraón y Egipto, Él también destruiría a las tribus de Canaán y libraría a Israel de ellas. Por tanto, la celebración de la Pascua fue de aliento para los hijos de Israel y les dio la seguridad de que Jehová removería a los malvados cananeos.
La celebración de la Pascua hecha por Israel tipifica la celebración de la mesa del Señor, en la que los creyentes recuerdan la redención y la salvación efectuadas por el Señor (Mt. 26:26-28). El Señor Jesús estableció Su mesa con el pan y la copa a fin de reemplazar la Fiesta de la Pascua. El Señor Jesús cumplió el tipo, y ahora Él es nuestra verdadera Pascua (1 Co. 5:7).
Josué 5:11-12 habla de que Israel comió del producto de la tierra prometida.
El maná era el alimento que descendió de los cielos cuando Israel vagaba por el desierto. El maná tipifica a Cristo como alimento celestial que no ha alcanzado su consumación, el cual es provisto al pueblo escogido de Dios y no requiere de la labor de quienes lo comen.
El producto de la tierra prometida era el alimento dado por Dios a Su pueblo que combatía en Canaán. Este producto tipifica a Cristo como alimento que alcanzó su consumación, el cual es dado por Dios a los creyentes y requiere que ellos laboren cultivando a Cristo.
Josué 5:13-15 presenta la visión que Josué recibió.
El versículo 13a dice: “Sucedió que estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y miró; y he aquí que un varón estaba frente a él, el cual tenía Su espada desenvainada en la mano”. Esta visión fue una revelación de Cristo dada a Josué.
A continuación, los versículos 13b y 14a dicen: “Y Josué fue hacia Él y le dijo: ¿Estás a favor nuestro o de nuestros adversarios? Él respondió: Ni lo uno ni lo otro, sino que como Capitán del ejército de Jehová he venido ahora”. Mientras que Josué era el capitán visible del ejército de Jehová, Cristo era el Capitán invisible del ejército de Jehová. Cristo era tal capitán para combatir contra las siete tribus de Canaán en beneficio de Israel. Debido a esto, era necesario que Josué se mantuviera firme en la posición de santificación todo el tiempo (v. 15).