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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Josué»
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Mensaje 2

LA COMISIÓN DADA POR DIOS

  Lectura bíblica: Jos. 1

  Cuando era joven, me enseñaron muchas cosas sobre estos tres libros: Josué, Jueces y Rut; pero nunca se me dijo que esta sección de la historia antiguotestamentaria está alineada con la economía de Dios. La Biblia nos presenta un cuadro completo de la economía de Dios, desde la creación del universo hasta la consumación de la Nueva Jerusalén. Los primeros dos capítulos de la Biblia tratan sobre la obra de creación que Dios realizó en la que el hombre, creado a imagen de Dios y conforme a Su semejanza, ocupa el lugar central. En los dos últimos capítulos vemos los cielos nuevos y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén, la cual es la manifestación y expresión corporativa del Dios Triuno que se ha mezclado con Su pueblo redimido por la eternidad. Muchas cosas ocurren entre estas dos escenas, pero todas ellas están vinculadas a la economía de Dios, principalmente en cuanto concierne a Cristo y Su complemento, la iglesia. La iglesia, como Cuerpo de Cristo, consumará en la Nueva Jerusalén en el milenio para aquellos creyentes que hayan alcanzado la madurez y en los cielos nuevos y la nueva tierra para todos los creyentes.

  En Ezequiel 1 la economía de Dios es comparada a una gran rueda (vs. 15-21). El eje de esta gran rueda representa a Cristo como centro de la economía de Dios, y el aro representa el complemento de Cristo, la iglesia, que consuma en la Nueva Jerusalén. Los muchos creyentes, como miembros de Cristo, son los radios de la rueda que se extienden del eje al aro, esto es, al Cuerpo de Cristo, cuya consumación es la Nueva Jerusalén. Esta gran rueda no solamente es la economía de Dios, sino también el mover de la economía de Dios. Desde Génesis 1 hasta el presente, esta rueda se ha movido continuamente. El mover de la economía de Dios jamás ha cesado y, hoy en día, esta gran rueda ha llegado a nosotros. Cuando yo me mudé de China a la isla de Taiwán con otros trescientos cincuenta a quinientos, más de cuarenta años atrás, había pocos cristianos en aquella isla que sabían en qué consistía la economía de Dios. Pero, debido al mover de la gran rueda de la economía divina, en cinco años las iglesias crecieron hasta congregar unas cincuenta mil personas. Llegaría el momento en que el Señor, Aquel que motiva, habría de instarme a venir a este país. Esto también formaba parte del mover de esta gran rueda. En cada era y en cada generación, esta gran rueda ha estado moviéndose, y hoy en día todos nosotros somos partícipes del mover de esta gran rueda en la tierra. Algunas veces, este mover es bastante lento, pero otras, es tan veloz que apenas podemos mantener el paso.

  Según el relato del Antiguo Testamento, el mover de Dios, el cual comenzó en Génesis 1, continuó en el resto de Génesis, en Éxodo, en Levítico, en Números y en Deuteronomio. En el primer capítulo de Josué, el mover de Dios había alcanzado una determinada etapa. En aquel tiempo, toda la tierra estaba llena de ídolos y demonios. En cierto sentido Dios había sido echado de la tierra, la cual Él había creado para Sí, y no había manera de que Él fuese el Señor de la tierra así como de los cielos. Sin embargo, entre todas las naciones y pueblos, Dios separó a Israel, Sus elegidos, para llevar a cabo Su economía. Ellos no tenían vínculo alguno con ídolos o demonios. Por el contrario, ellos estaban ocupados con el Dios de los cielos y de la tierra. Después de haber sido formados, constituidos, disciplinados, adiestrados y capacitados, el pueblo de Dios llegó a las llanuras de Moab, donde aguardaban el momento de entrar a la buena tierra, tomarla y poseerla.

  Cierto día, mientras el pueblo se alistaba y esperaba las instrucciones de Dios, Dios vino a llamar a Josué y decirle que tomara la delantera a fin de que él y los hijos de Israel pudiesen entrar en la buena tierra y poseerla. Josué recibió la palabra de Jehová y encargó a los hijos de Israel que llevaran a cabo la comisión dada por Dios (vs. 1-15). Quienes iban a tomar posesión de la tierra debían prepararse a fin de actuar juntamente con Dios en Su mover. A fin de tomar la buena tierra, ellos tenían que estar en plena coordinación con Dios en Su mover. Si los hijos de Israel hubiesen considerado su propia condición, ellos habrían dicho que era imposible. Pero su posibilidad de lograrlo dependía del único Dios, quien necesitaba que Su pueblo elegido cooperase con Él en Su mover para llevar a cabo Su economía, en Su deseo de realizar Su mover en Su economía como la gran rueda. Era como si Dios les estuviese diciendo: “Israel, Mi elegido, es necesario que sepas que tú no necesitas hacer nada por ti mismo. Simplemente coopera conmigo. Yo soy quien motivo haciendo que la rueda corra. Tú simplemente tienes que ser uno conmigo. Entra en la tierra para poseerla, y Yo aniquilaré todo idólatra por medio de ti. Pero sin ti, Yo nada puedo hacer”.

  En esto consiste el principio de encarnación. En particular, en esto consiste el principio de la encarnación para la destrucción del poder satánico que usurpa la tierra. Esto quiere decir que para que Dios retome la tierra de la mano usurpadora del enemigo, es necesario que nosotros cooperemos y coordinemos plenamente con Él según el principio de encarnación. Debemos ser uno con Dios en cuanto al deseo de Su corazón y a Su mover en la tierra. Hoy en día, Dios desea salvar a las personas; pero para ello, es necesario que nosotros seamos uno con Él en conformidad con el principio de encarnación.

I. EL ENCARGO, LA PROMESA Y LAS PALABRAS DE ALIENTO DADAS POR DIOS A JOSUÉ

  Del versículo 1 al 9 encontramos el encargo que Dios le hace a Josué, Su promesa y Sus palabras de aliento para él.

A. El encargo que Dios le hace a Josué

  El encargo que Dios le hizo a Josué (vs. 1-4) fue que entrase en la tierra prometida por Él. El encargo que Dios le hizo a quienes habrían de tomar posesión de la tierra estuvo basado en lo ordenado por Dios, en lo iniciado por Dios y en la elección de Dios. Los que habrían de tomar posesión de la tierra debían sacrificarse, negarse a sí mismos, renunciar a sus propios intereses y preferencias en todas las cosas y arriesgar sus vidas para llevar a cabo la economía eterna de Dios.

1. La buena tierra le es dada a Israel por Dios

  En el versículo 2, Dios le dijo a Moisés: “Mi siervo Moisés ha muerto; ahora, pues, levántate y cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que Yo les doy a los hijos de Israel”. Aquí vemos que fue Dios quien dio la buena tierra a Israel.

2. Todavía es necesario que Israel tome posesión de la tierra

  “Yo os he dado, como prometí a Moisés, todo lugar que pise la planta de vuestro pie” (v. 3). Este versículo indica que aun cuando Dios le había dado la buena tierra a Israel, todavía era necesario que Israel tomara posesión de la tierra. Por un lado, Dios les había dado la buena tierra; por otro, el pueblo de Dios debía cooperar con Dios levantándose para cumplir la comisión dada por Dios al tomar posesión de la tierra.

3. El territorio de la buena tierra

  Según el versículo 4, el territorio de la buena tierra incluía: por el sur, el desierto; por el norte, el Líbano; por el este, el gran río, el río Éufrates; y por el oeste, el mar Mediterráneo.

B. La promesa de Dios

  La promesa de Dios consistía, primero, en que ningún hombre podría hacerle frente a Josué en todos los días de su vida (v. 5a). En segundo lugar, la promesa de Dios consistía en que Él estaría con Josué y no lo dejaría ni lo abandonaría (v. 5b). En el versículo 9c, Dios le dijo a Josué: “Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas”.

C. Las palabras de aliento dadas por Dios a Josué

  Del versículo 6 al 9 encontramos las palabras de aliento dadas por Dios a Josué.

1. Esforzarse y ser valiente

  En primer lugar, Dios alentó a Josué a esforzarse y ser valiente (vs. 6a, 7a, 9a). Josué debía ser valiente no en sí mismo, sino en el Dios que se mueve y opera.

2. No temer ni desmayar

  Luego, Dios alentó a Josué a no temer ni desmayar (v. 9b).

3. Dice que Josué tendría éxito adondequiera que fuese

  Más aún, Dios le dijo a Josué que tendría éxito adondequiera que fuese (vs. 7c, 8b).

4. Andar conforme a la palabra de Dios

  Las palabras de aliento dadas por Dios a Josué le instaban a andar conforme a la palabra de Dios. Josué no debía apartarse de la ley dada por Moisés “ni a la derecha ni a la izquierda” (v. 7b). El libro de la ley no debía apartarse de su boca, sino que debía meditar en él día y noche a fin de hacer conforme a todo lo que en él está escrito (v. 8a). Josué debía ocuparse en la palabra de Dios y debía dejar que la palabra ocupase todo su ser. Al ocuparse en la palabra de Dios y ser lleno de ella, él sería prosperado y tendría éxito en tomar posesión de la buena tierra.

II. EL ENCARGO QUE JOSUÉ HACE AL PUEBLO

  Del versículo 10 al 15, Josué le encargó al pueblo que preparase provisiones para entrar en la buena tierra dentro de tres días.

A. A todo el pueblo

  En los versículos 10 y 11 Josué hace el encargo a todo el pueblo. Ellos debían preparar provisiones para sí mismos, pues en tres días habrían de cruzar el Jordán para entrar en la tierra y poseer la tierra que Jehová su Dios les daba en posesión.

B. A las dos tribus y media

  El encargo hecho por Josué, del versículo 12 al 15, fue dado a las dos tribus y media: a los rubenitas, a los gaditas y la media tribu de Manasés. Josué les recordó las palabras dichas por Moisés, conforme a las cuales sus esposas, sus niños y sus ganados podían quedarse en la tierra que Moisés les había dado, pero que ellos debían cruzar en orden de batalla delante de sus hermanos y ayudarlos hasta que Jehová les diera reposo. Tal encargo indica que poseer y disfrutar la tierra prometida por Dios era la responsabilidad corporativa de todo el pueblo escogido por Dios. La tierra no puede ser poseída por un individuo solamente ni por una sola tribu; más bien, era requerido que todos los elegidos de Dios se levantaran, combatieran por la tierra y los unos por los otros, tomaran la tierra y la poseyeran. Sólo entonces, todos podrían entrar en su porción particular y hallar reposo.

III. LA RESPUESTA DEL PUEBLO A JOSUÉ

  Del versículo 16 al 18 consta la respuesta del pueblo a Josué.

A. Dispuestos a cumplir con el encargo de Josué

  El pueblo respondió a Josué diciendo: “Nosotros haremos todas las cosas que nos has mandado, e iremos adondequiera que nos envíes. De la manera que escuchamos a Moisés en todas las cosas, así te escucharemos a ti” (vs. 16-17a). Esto indica que ellos estaban dispuestos a cumplir con el encargo de Josué.

B. Bendicen a Josué

  El pueblo también bendijo a Josué, diciendo: “Solamente que Jehová tu Dios esté contigo, como estuvo con Moisés” (v. 17b).

C. Alientan a Josué

  Finalmente, el pueblo respondió a Josué alentándolo, al decirle: “Esfuérzate y sé valiente” (v. 18b).

  Los hijos de Israel concordaron con Josué en aceptar la comisión dada por Dios. Tal respuesta implicaba que ellos estaban dispuestos, listos, y que no solamente eran unánimes con Josué sino también con Jehová su Dios, tal como lo expresa el hecho de que bendijeran a Josué en el nombre de su Dios. Ellos eran uno con el Dios Triuno en la gran rueda de Su economía con el propósito de obtener la buena tierra.

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