Mensaje 3
Lectura bíblica: Jos. 2
El capítulo 1 de Josué trata sobre tomar posesión de la buena tierra. ¿Cuál es el significado intrínseco del capítulo 2? Aparentemente el capítulo 2 trata sobre espiar la buena tierra, pero éste es un concepto natural. El verdadero significado intrínseco del capítulo 2 es que Dios obtiene la persona correcta a fin de producir a Cristo.
Al estudiar la historia y las profecías en el Antiguo Testamento debemos considerar el panorama completo abarcado por las Escrituras con respecto a la economía eterna de Dios. La Biblia comienza con la obra creadora de Dios y concluye con Cristo como eje de la gran rueda y con la Nueva Jerusalén como aro a fin de que el Dios Triuno sea manifestado por la eternidad. La economía eterna de Dios, por tanto, consiste principalmente en dos cosas: Cristo y Su complemento con miras al agrandamiento, aumento y propagación de Cristo. Este complemento de Cristo alcanzará Su consumación en la Nueva Jerusalén como expresión plena del Dios Triuno por la eternidad. El significado intrínseco del libro de Josué consiste en tomar posesión de la tierra, lo cual tipifica ganar a Cristo, más la obtención de las personas apropiadas a fin de producir a Cristo para que Cristo sea propagado y crezca.
El primer capítulo de Josué trata sobre ganar a Cristo, y el segundo capítulo trata sobre la propagación de Cristo, con el fin de que Cristo sea producido y llevado a otros. A fin de ganar a Cristo, debemos ser los “Josués” de hoy, aquellos que pelean la batalla, toman la tierra y disfrutan a Cristo como su heredad. A fin de que Cristo sea propagado, debemos ser las “Rahabs” de hoy. Por tanto, debemos ser ambos, Josué y Rahab.
Varios maestros de la Biblia han hecho notar que el primer capítulo de Josué tipifica al primer capítulo de Efesios. Josué 1 nos muestra que todo estaba listo. Israel había sido preparado mediante el trato de Dios aplicado a ellos durante los cientos de años que permanecieron en Egipto, así como durante los cuarenta años que permanecieron en el desierto. Israel llegó a ser un Josué corporativo, al haber sido escogido, llamado, redimido, salvo, adiestrado, preparado y capacitado por Dios. Allí en las llanuras de Moab, ellos no tenían tierra o herencia alguna. Ellos estaban listos para avanzar como una sola persona con Dios a fin de tomar posesión de la tierra de Canaán, la cual tipifica al Cristo rico y todo-inclusivo.
En Efesios 1, el cual es tipificado por Josué 1, podemos ver que todo ha sido terminado y completado, y que todas las bendiciones en Cristo se encuentran en los lugares celestiales, esperando que el pueblo escogido, redimido y perfeccionado por Dios tome posesión de ellas y las disfrute como su herencia. Según este capítulo, hemos sido escogidos por Dios para ser participantes de Su naturaleza santa y hemos sido predestinados por Dios para poseer Su vida a fin de ser Sus hijos (vs. 4-5). Más aún, la obra redentora de Cristo nos ha introducido en Cristo como corporificación del Dios Triuno a fin de que Él sea el ámbito y elemento en virtud del cual podamos llegar a ser la herencia de Dios (vs. 7, 11). Ya que hemos sido redimidos y hemos sido puestos en Cristo como ámbito y elemento, somos diariamente reconstituidos y transformados por este elemento a fin de llegar a ser un tesoro digno de ser heredado por Dios. A medida que tomamos a Cristo y le disfrutamos como nuestra herencia, nosotros nos convertimos en la herencia de Dios. Además, tenemos el sello y las arras del Espíritu (vs. 13-14). El Espíritu nos sella al empaparnos y saturarnos para transformarnos. El Espíritu es las arras como la garantía de que Dios mismo será nuestra herencia. Por un lado, nosotros somos la herencia de Dios, la cual ha sido sellada por Su Espíritu; por otro, Dios mismo es nuestra herencia, la cual nos ha sido garantizada mediante el Espíritu como las arras.
Efesios 2 indica que en los lugares celestiales existen diferentes estratos. Cristo está en el estrato más elevado, el tercer cielo, a fin de ser nuestro todo como la buena tierra. Pero en los lugares celestiales existe también un estrato inferior: los aires, donde Satanás como príncipe de la autoridad del aire frustra a las personas en la tierra impidiéndoles que tengan contacto con Dios y reciban a Cristo (v. 2). Esto es tipificado por los cananeos, que frustraban a Israel impidiéndole entrar en la buena tierra.
Efesios 2 también nos dice que aunque estábamos muertos (vs. 1, 5), Dios hizo de nosotros, los “Rahabs” escogidos, personas que disfrutan a Cristo. En Efesios 1 vemos a Josué, esto es, los creyentes en Cristo que reciben todas las bendiciones en Cristo. Pero en Efesios 2 vemos a Rahab, esto es, todos los pecadores que eran malvados y perversos, y estaban muertos. No obstante, Dios puede efectuar Su salvación dinámica mediante la obra redentora de Cristo para salvar a tales pecadores, para hacer de tales “Rahabs” personas que disfrutan a Cristo.
¿Cómo podría Rahab, una ramera gentil que se había vendido al pecado a tal extremo, llegar a ser un miembro del pueblo escogido de Dios? ¿Cómo podía ella recibir a Cristo y luego producir a Cristo llevándolo a otros a fin de que Cristo aumentara? Esto únicamente era posible por medio de la fe. La fe es producida al escuchar el evangelio. Hoy en día, la gente necesita escuchar las buenas nuevas con respecto a lo que Dios ha hecho mediante la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo. Las personas necesitan escuchar todo cuanto ha sido consumado y completado, y que el Cristo todo-inclusivo está en los cielos para ser recibido por ellos. Sin embargo, Satanás y sus potestades en el aire intentan frustrar a las personas impidiéndoles que reciban a Cristo. La única manera de superar tal situación es por medio de la fe. En esto consistió la experiencia de Rahab. Ella escuchó lo que Dios había hecho por Israel en Egipto y en el desierto, y ella escuchó cómo Dios había derrotado a Sehón y a Og, dos reyes poderosos que guardaban la entrada a Canaán. Ella escuchó las buenas nuevas y después creyó en el Dios de Israel, anhelando ser contada entre Su pueblo.
Cuando los dos espías vinieron a Jericó, Rahab los recibió y los escondió de quienes procuraban capturarlos. Tiene que haber habido muy buena comunicación entre los espías y Rahab, pues mediante tal comunicación ella pudo armonizar con ellos por causa de la economía de Dios. Cuando Rahab les pidió que trataran con bondad a la casa de su padre y que los librasen de morir, los espías le dijeron que atase una cuerda de hilo escarlata a la ventana. Ella hizo conforme le dijeron los espías y ató una cuerda de hilo escarlata a su ventana como señal de la salvación de ella misma y de toda su casa, lo cual tipifica la salvación de la familia que Cristo efectúa mediante Su redención por Su sangre. Ésta es una prueba contundente de que la historia relatada en el libro de Josué se relaciona con la economía eterna de Dios con respecto a Cristo en Su salvación mediante la redención.
Finalmente, Rahab la ramera se convertiría en uno de los prominentes y excelentes antepasados de Cristo. Esta mujer cananea se casó con Salmón, un líder de la tribu de Judá, y mediante su unión con este líder judío, ella llegó a formar parte de Israel y engendró a Booz, el bisabuelo de David. ¡Cuán grande honor es para Rahab que su nombre haya sido incluido en la genealogía de Cristo presentada en Mateo 1! Ésta es una clara señal de que la historia relatada en Josué está alineada con la economía eterna de Dios en lo concerniente a Cristo.
Examinemos ahora en mayor detalle el segundo capítulo de Josué.
Josué envió dos espías a espiar la buena tierra, especialmente la ciudad de Jericó (v. 1a). El verdadero propósito que cumplía Josué al enviar a los espías era el de encontrar a Rahab.
Los versículos del 1b al 22 hablan de cómo Jehová proveyó a Rahab la ramera. Dios proveyó a Josué para que fuese ganada la tierra. Sin embargo, todavía se hizo necesaria una mujer gentil para la propagación de Cristo, y para este fin, Dios proveyó a Rahab la ramera.
Rahab creyó en el Dios de Israel (vs. 8-11; He. 11:31a). Rahab le dijo a los espías que ella sabía que Jehová le había dado la tierra al pueblo de Israel y que todos los habitantes de dicha tierra desfallecían delante de ellos. Ella además relató que habían oído cómo Jehová hizo secar las aguas del mar Rojo delante de Israel cuando salieron de Egipto y lo que habían hecho con los dos reyes de los amorreos, Sehón y Og, a quienes ellos destruyeron por completo. Luego Rahab declaró: “Jehová vuestro Dios, Él es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra” (Jos. 2:11b). Debido a su fe en Dios, ella “no pereció juntamente con los desobedientes” (He. 11:31a).
Rahab se volvió a Israel y al Dios de Israel, y puso su confianza en Él y en Su pueblo (Jos. 2:12-13). Ella pidió a los espías que trataran con bondad a la casa de su padre y que le dieran una señal como garantía de que conservarían la vida a su padre, su madre, sus hermanos y hermanas, librándolos de morir. Ella se comprometió con ellos y les suplicó tuvieran misericordia de ella. Esto indica que ella se volvió de todo corazón no solamente a Dios, sino también al pueblo de Dios.
Rahab estuvo dispuesta a recibir a los espías, esconderlos y librarlos mediante todo lo que hizo a causa de su fe (vs. 1b-7, 15-16, 22; Jac. 2:25). El hecho de que ella los recibiera, los escondiera y los librara de sus enemigos fueron actos de fe. Esto indica que su fe era una fe activa. Después de recibir a los espías, ella tuvo muy buena comunión con ellos respecto a lo que Dios se había propuesto realizar.
Josué 2:17-21 habla de la señal en virtud de la cual Rahab y su casa fueron salvos.
Los espías le dijeron a Rahab que debía colgar una cuerda de hilo escarlata de la ventana de su casa (v. 18). Conforme a la palabra de ellos, “ella ató la cuerda escarlata a la ventana” (v. 21).
La cuerda de hilo escarlata atada a la ventana de la casa de Rahab se colgó donde todos pudiesen verla; estaba allí a la vista de todos. Por tanto, la cuerda de hilo escarlata atada a la ventana tipifica hacer confesión pública de la sangre redentora de Cristo (1 P. 1:18-19). Rahab hizo tal confesión pública y creyó que por esta señal ella y su familia serían liberadas.
Esta señal para la salvación de Rahab y su familia indica la salvación de la familia ofrecida por Dios a los pecadores gentiles (Hch. 16:31). Alabamos al Señor por Su maravillosa salvación de toda la familia. Hechos 16:30 y 32 revelan que si bien la salvación efectuada por el Señor deberá ser experimentada por el creyente como individuo, la unidad completa de Su salvación es la familia. Esto también se halla ilustrado por lo ocurrido con toda la familia de Noé (Gn. 7:1, 13) y con las familias de Israel (Éx. 12:3-4). El caso de la familia de Rahab nos confirma que la familia, la casa, es la unidad completa de la salvación que Dios efectúa. En el Nuevo Testamento, el principio de la salvación de la familia se halla ilustrado por la casa de Zaqueo (Lc. 19:5-6, 9), la casa de Cornelio (Hch. 11:13-14; 10:24, 44, 48), la casa de Lidia (16:14-15) y la casa del carcelero de Filipos (16:32-33).
Rahab era una cananea que estaba bajo condenación y debía ser destruida, pero ella se convirtió en uno de los antepasados principales de Cristo —asociada con Cristo en Su encarnación para el cumplimiento de la eterna economía de Dios— al volverse a Dios y a Su pueblo así como al casarse con Salmón (Mt. 1:5a), quien era hijo de uno de los líderes de Judá, una tribu principal de Israel (1 Cr. 2:10-11), y probablemente uno de los dos espías.
Josué 2 concluye con el regreso de los dos espías y su informe (vs. 23-24). Ellos le relataron a Josué todo cuanto les sucedió, diciéndole que Jehová había entregado toda la tierra en manos de Israel y que todos los habitantes de dicha tierra desfallecían delante de Israel. El informe de los espías era acertado y fue hablado en fe; no obstante, Israel todavía tenía que tomar posesión de la tierra por fe en Dios, sacrificándose por causa de los intereses de Dios a fin de tener parte en lo que Dios había obtenido para el cumplimiento de Su economía eterna.