Mensaje 2
(1)
Lectura bíblica: Am. 3; Am. 4; Am. 5
En este mensaje comenzaremos a considerar la contienda de Jehová con la casa de Jacob.
El contenido de 3:1—5:27 consiste en las tres reprensiones que Jehová le hace a Israel.
La primera reprensión consta en el capítulo 3.
Amós 3:1 indica que lo dicho por Jehová en este capítulo es Su palabra contra toda la familia de Israel, que Él hizo subir de Egipto.
El versículo 2 dice que debido a que Israel era la única de todas las familias de la tierra a la que Jehová conoció, Él habría de visitar contra ellos (juzgarlos por) todas sus iniquidades.
Los versículos del 3 al 8 indican que la causa de la visitación (para castigar) de Jehová fue que Israel no era uno con Dios. Ellos tenían su propia intención, meta y propósito, mientras que Dios tenía Su propósito. No obstante, Dios reveló todos Sus secretos a Sus profetas. Por tanto, Israel debía haber escuchado a los profetas.
Los versículos del 9 al 12 proceden a hablar de la opresión, violencia y devastación presentes en Samaria y la visitación de Jehová.
En los versículos del 13 al 15 vemos las transgresiones cometidas por Israel en los altares de Bet-el y la visitación de Jehová. Bet-el se había convertido en un lugar dedicado a la adoración de ídolos. La casa de invierno y la casa de verano mencionadas en el versículo 15 eran lujosas casas de retiro. Aquí tales casas y la adoración de ídolos son consideradas como una y la misma cosa. Aquellos que iban a las casas de retiro para su propio disfrute eran quienes también adoraban ídolos en los altares de Bet-el.
La segunda reprensión que Jehová le hace a Israel se encuentra en el capítulo 4.
Jehová reprendió a Israel por oprimir a los pobres y quebrantar a los menesterosos así como por decir a sus señores: “Traed, y bebamos” (v. 1). Por un lado, oprimían a los pobres y quebrantaban a los menesterosos, mientras ellos mismos se entregaban a los placeres; por otro, estaban bajo el juicio de Dios (vs. 2-3).
Los versículos 4 y 5 tratan sobre la adoración idólatra de Israel en Bet-el y Gilgal.
En los versículos del 6 al 13 el profeta habla sobre la visitación de Jehová hecha con la expectativa de que Israel retorne a Él y la preparación de ellos para venir al encuentro de Aquel que es el Creador y Gobernante de todas las cosas.
En el capítulo 5 tenemos la tercera reprensión hecha por Jehová a Israel, la más severa de las tres reprensiones.
El versículo 1 indica que la tercera reprensión es una lamentación elevada por Jehová sobre la casa de Israel.
“Ha caído la virgen de Israel / y no podrá levantarse ya más; / postrada quedó sobre su tierra / y no hay quien la levante. / Porque así dice el Señor Jehová: / La ciudad que sacaba a campaña mil / quedará con cien, / y la que sacaba cien / quedará con diez, / en la casa de Israel” (vs. 2-3). Esto se refiere a la caída y derrota de Israel en la guerra.
En los versículos del 4 al 9 Jehová aconseja a Israel que le busque y viva. Ellos no debían buscar a Bet-el ni entrar en Gilgal, pues ambos estarían bajo la visitación de Jehová.
El versículo 7 dice: “Convierten en ajenjo el derecho, / y echan por tierra la justicia”. Esto quiere decir que a los líderes no les importaba el derecho y la justicia, ni tampoco cuidaban del pueblo en conformidad con la ley de Dios. En lugar de ello, convertían el derecho en algo amargo y echaban por tierra la justicia.
A continuación, los versículos 8 y 9 dicen: “El que hace las Pléyades y el Orión, / vuelve la sombra de la muerte en mañana / y hace oscurecer el día en noche; / el que llama a las aguas del mar / y las derrama sobre la faz de la tierra: / Jehová es Su nombre. / Él desencadena destrucción sobre el fuerte, / de modo que la destrucción venga sobre la fortaleza”. Puesto que Dios puede hacer estas cosas, se le debe aconsejar a Israel que busque a Jehová y viva.
Los versículos del 10 al 27 describen las transgresiones de injusticia cometidas por Israel pese a sus hipócritas servicios con ofrendas a Jehová, y la visitación de Jehová. Ellos odiaban al que reprendía en la puerta, que era el lugar donde los líderes juzgaban, y aborrecían al que hablaba con integridad (v. 10). Ellos exigían tributo (soborno) de los pobres (v. 11). Sus transgresiones eran muchas, y sus pecados eran grandes (terribles). A la postre, el día de Jehová vendrá sobre ellos, un día horrible, en el cual dirán ayes, pues será para ellos día de tinieblas y no de luz (vs. 16-20).
Por un lado, el pueblo de Israel era malvado; por otro, ellos todavía adoraban a Dios con fiestas, asambleas solemnes, ofrendas y cánticos. A ellos les gustaba tener tales fiestas y congregarse para la adoración de Dios. A causa de su hipocresía, Jehová les dijo: “Aborrezco, desprecio, vuestras fiestas, / y no me deleitaré en vuestras asambleas solemnes” (v. 21). Él procedió a decirles que apartasen de Él el ruido de sus canciones y que, en cambio, “corra el derecho como las aguas, / y la justicia, como río inagotable” (vs. 23-24). En lugar de hacer ruido y cantar canciones, ellos debían establecer el derecho y practicar la justicia.
Todos los escritos de los profetas tratan este mismo tema, pero cada uno de ellos presenta un cuadro distinto desde una perspectiva diferente o con un aspecto diferente. Al leer todos los escritos de los profetas podemos comprender cuán malvados eran los hijos de Israel y cuán amoroso era Dios hacia ellos.
Desde aproximadamente doscientos años antes de la llegada de Nabucodonosor, Dios envió a los profetas para advertir a Israel, aconsejarle y llamarle a retornar a Dios. Sin embargo, Israel no prestó oído a los profetas. Esto obligó a Dios a enviar cuatro clases de langostas (Jl. 1:4) que disciplinasen a Israel por veintisiete siglos. Esto tiene que enseñarnos una lección muy importante: debemos tomar en serio a Dios. Durante veintisiete siglos, Dios ha enviado langostas para aplicar Su trato a Israel. Hoy en día el Imperio romano continúa consumiendo a Israel, e Israel continúa sufriendo.
En medio de tal situación, Dios ha hecho algo maravilloso. Primero, Él vino a encarnarse como un hombre, y vivió sobre la tierra para establecer un modelo de cómo expresar la vida divina en la humanidad, de cómo expresar los atributos divinos en las virtudes humanas. Después, Él murió una muerte particular por nuestros pecados, entró en resurrección y ascendió. Luego, fue derramado como el Espíritu en Su descenso para ser uno con nosotros a fin de producir el Cristo corporativo, esto es, el Cuerpo de Cristo.
Todas estas cosas son misteriosas. Nadie puede verlas. Pero éstas son las cosas que llevaron a cabo la economía de Dios. La disciplina aplicada a Israel y el juicio sobre las naciones constituyen el “cascarón”; éstos no son el “núcleo”. El núcleo lo constituye las cosas misteriosas en la era de misterio, era que comenzó con la encarnación de Cristo y concluirá con Su segunda aparición. Éstos son los principios rectores a los cuales debemos asirnos al leer el Antiguo Testamento, especialmente los escritos de los profetas.
Hoy en día hay tres cosas que tienen lugar sobre la tierra: la disciplina que Dios aplica a Israel, el castigo que Dios inflige a las naciones y la manifestación de Cristo. Al presente disfrutamos de todas las comodidades inventadas por el Imperio romano con miras a la manifestación de Cristo. La disciplina sufrida por Israel, el castigo sufrido por las naciones y la manifestación de Cristo son asuntos de gran importancia, pues son componentes de la historia universal en conformidad con la economía de Dios.
