Mensaje 19
En este mensaje llegamos a los primeros cuatro sellos, que son los cuatro caballos con sus cuatro jinetes (Ap. 6:1-8).
En Apocalipsis 6:1 dice: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los siete sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven”. Los siete sellos fueron abiertos por el Cordero inmediatamente después de que ascendió a los cielos. Mediante Su encarnación, crucifixión y resurrección, Cristo fue completamente calificado en Su ascensión para abrir el misterio de la economía de Dios, la cual está contenida en los siete sellos. Debido a que la economía de Dios con respecto a los seres vivos está contenida en los siete sellos, los cuatro seres vivientes tienen interés en anunciar, respectivamente, la apertura de los primeros cuatro sellos.
Los primeros cuatro sellos comprenden cuatro caballos con sus jinetes en una carrera. Los cuatro jinetes no son literalmente personas, sino personificaciones. Es evidente que el jinete del segundo caballo, el caballo bermejo, es la guerra (v. 4); el jinete del tercer caballo, el caballo negro, es el hambre (v. 5); y el jinete del cuarto caballo, el caballo amarillento, es la muerte (v. 8). Según los hechos históricos, el jinete del primer caballo, el caballo blanco, debe de ser el evangelio, y no Cristo ni el anticristo, como algunos interpretan. Inmediatamente después de la ascensión de Cristo, estas cuatro cosas —el evangelio, la guerra, el hambre y la muerte— empezaron a correr como jinetes en cuatro caballos, y continuarán corriendo hasta que Cristo regrese. A partir del siglo primero, el evangelio se ha propagado a lo largo de estos veinte siglos. Simultáneamente, la guerra entre los seres humanos ha proseguido. La guerra siempre ha causado hambre, y el hambre produce muerte. Todo esto continuará hasta el fin de esta era.
El jinete del caballo blanco es la predicación del evangelio. El color blanco simboliza la limpieza, la pureza, la justicia y la aprobación. Este caballo representa la predicación del evangelio, la cual es limpia, pura, justa y aprobada ante Dios y ante el hombre.
Algunos han dicho que el que monta el caballo blanco es Cristo, y otros, que se refiere al anticristo. Después de mucho estudio, hemos hallado que ninguno de esos conceptos es correcto. Al interpretar la Biblia debemos seguir ciertos principios. El principio aquí es que los jinetes que montan los cuatro caballos no son personas sino cosas personificadas. El jinete del segundo caballo es la guerra, el jinete del tercer caballo es el hambre, y el jinete del cuarto es la muerte. Ninguno de ellos es una persona; todos ellos son personificaciones. Según esto, el jinete del primer caballo también debe de ser la personificación de algo. Así que el jinete no es ni Cristo ni el anticristo. Según el principio establecido, este jinete también debe de ser una personificación. Después de estudiarlo detenidamente, hemos hallado que este jinete tiene que ser la predicación del evangelio.
El versículo 2 dice: “Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió conquistando, y para conquistar”. El arco se usa con la flecha como un instrumento bélico, pero aquí se menciona un arco sin flecha. Esto indica que la flecha ya ha sido lanzada para destruir al enemigo y que la victoria ha sido ganada para establecer el evangelio de la paz. La lucha ha terminado, y el evangelio de la paz es proclamado de una manera pacífica. En la cruz fue lanzada la flecha al corazón del enemigo; allí la batalla se peleó, y se obtuvo la victoria. Por consiguiente, un arco sin flecha es una declaración de que la guerra ha terminado y que la victoria ha sido ganada.
El versículo 2 también dice que “le fue dada una corona”. Una corona es un símbolo de gloria. El evangelio ha sido coronado con “la gloria de Cristo” (2 Co. 4:4), y se le llama el evangelio de la gloria de Cristo. El evangelio que predicamos es el evangelio coronado con la gloria de Cristo. No solamente predicamos el evangelio de gracia, sino también el evangelio de gloria.
El versículo 2 también dice que el jinete del caballo blanco “salió conquistando, y para conquistar”. Durante los siglos, dondequiera que el evangelio ha sido proclamado, ha conquistado y vencido toda oposición y todo ataque, y actualmente sigue venciendo. No se nos dice que los jinetes del segundo, tercero y cuarto caballos hayan salido para conquistar. Solamente el jinete del primer caballo, la predicación del evangelio, ha estado conquistando continuamente. A dondequiera que la predicación del evangelio va, ahí hay victoria.
Los versículos 3 y 4 dicen: “Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven. Y miré, y he aquí salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dada potestad para quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”. Aquí el color bermejo simboliza derramamiento de sangre. Por consiguiente, El caballo bermejo simboliza el furor de la guerra, la cual sólo consiste en derramar sangre. Las expresiones “quitar de la tierra la paz”, “que se matasen unos a otros” y “se le dio una gran espada” claramente indican guerra. Desde la ascensión de Cristo, la predicación del evangelio ha precedido a la guerra.
Los versículos 5 y 6 dicen: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí como una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Una medida de trigo por un denario, y tres medidas de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Aquí el color negro, símbolo de escasez (Jer. 14:1-4), representa el color del semblante de gente desnutrida (Lm. 4:8-9; 5:9-10). El caballo negro simboliza la propagación del hambre, la cual le da a la gente un semblante sombrío. Una balanza se usa para pesar cosas preciosas. Sin embargo, aquí es usada para pesar alimentos, como vemos en el versículo 6, lo cual deja ver que la comida escaseará (Lv. 26:26; Ez. 4:16). El aceite y el vino traen placer al hombre (Sal. 104:15). Ambos son escasos y llegan a ser de gran precio en tiempos de hambre. Durante tiempos de hambre, el aceite y el vino no deben ser dañados sino preservados. El hambre siempre es consecuencia de la guerra, puesto que la guerra trae escasez de alimentos. Si hubiera otra guerra en la actualidad, el mundo sufriría escasez de alimentos.
Los versículos 7 y 8 dicen: “Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven. Miré, y he aquí un caballo amarillento, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y les fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”. El jinete del cuarto caballo es identificado claramente como la muerte. La palabra traducida amarillento, podría traducirse verde amarillento, que denota la apariencia de los que sufren una plaga. El caballo amarillento simboliza el daño causado por la muerte, la cual produce una apariencia pálida. El Hades es un lugar que está debajo de la tierra, donde las almas de los incrédulos muertos son guardadas antes de que sean resucitados para comparecer en el juicio del gran trono blanco (20:11-15). Después de ese juicio, los incrédulos serán arrojados al lago de fuego por la eternidad. El Hades puede compararse con una cárcel temporal, y el lago de fuego con una prisión permanente. Aquí el Hades sigue a la muerte para recibir a los que ésta mata. Ser muerto por las fieras, como se menciona en el versículo 8, es un juicio de Dios (2 R. 2:24; 17:25; Nm. 21:6 Ex. 23:28; Jos. 24:12).
En estos cuatro sellos vemos la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la muerte. En estos veinte siglos estas cuatro cosas han marcado la historia de la humanidad. Todo lo demás que ha sucedido durante este tiempo puede incluirse en estas cuatro cosas. La predicación del evangelio comenzó inmediatamente después de que Cristo ascendió a los cielos. El caballo blanco comenzó a correr la carrera, y el jinete de este caballo fue el evangelio de la gloria de Cristo. En el año 70 d. de C. Tito, un príncipe romano, y su ejército destruyeron Jerusalén. Desde entonces y a través de los siglos ha habido una guerra tras otra. Como consecuencia de la guerra, ha habido hambre, y ésta trae enfermedades y muerte. Por consiguiente, en estos dos mil años de historia, no ha habido otra cosa aparte de la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la muerte. Esta es la manera de estudiar la historia del mundo.
El Apocalipsis, escrito a fines del siglo primero, es una profecía de las cosas venideras. Si el jinete del caballo blanco fuera Cristo o el anticristo, como afirman algunos, entonces los cuatro sellos se referirían al futuro. Si tal fuera el caso, no habría una profecía que abarcase estos últimos veinte siglos. Esto dejaría implícito que la profecía de este libro no es completa, porque no presentaría nada de la historia de los últimos dos mil años, esto es, desde el siglo primero hasta la aparición del anticristo o hasta la venida de Cristo. En principio, no debería de haber un vacío tan grande en la profecía de este libro. Por lo tanto, basándonos en este principio, estos cuatro sellos deben de referirse a la historia del mundo desde la ascensión de Cristo hasta el final de esta era.
No debemos fijar nuestra atención en simples doctrinas; debemos ocuparnos de la historia y de la experiencia. La experiencia constituye la historia. Debemos aplicar la profecía a la historia. Si hacemos esto, comprenderemos que desde la ascensión de Cristo ha habido una carrera de cuatro caballos, que son la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la muerte. Hoy el mundo entero se está preparando para la guerra. Hasta los diplomáticos de las Naciones Unidas se están preparando para la guerra. Mientras ellos pelean unos con otros, nosotros predicamos el evangelio, porque el caballo que va en primer lugar lleva consigo el evangelio. Por ejemplo, en estos dos siglos no fue la guerra lo primero que llegó a China, sino el evangelio. Después de la predicación del evangelio llegaron la guerra, el hambre y la muerte. Este ha sido el curso de la historia del mundo en estos veinte siglos.
Cristo desató estos cuatro sellos, y la carrera de los cuatro caballos fue revelada. No trate de entender la profecía bíblica usando sólo su intelecto. Debemos tener en cuenta la experiencia. Para entender las profecías de la Biblia, debemos ocuparnos de la historia porque las profecías son predicciones de cosas venideras. ¿Qué ha venido ocurriendo durante los últimos veinte siglos? Cuatro cosas, a saber: la predicación del evangelio, la guerra, el hambre y la muerte.
Después de encarnarse Cristo, consumó la redención mediante la crucifixión, entró en resurrección, y luego ascendió a los cielos. Ninguna historia humana nos presenta una crónica semejante. Pero esto en realidad ocurrió en la historia del mundo. Al estudiar la historia, descubrí que la historia universal que me enseñaron carecía de un relato histórico importante; no narraba la encarnación, la crucifixión, la resurrección ni la ascensión de Cristo. Si quitáramos estos cuatro eventos de la historia del mundo, ¿qué clase de mundo tendríamos? En los anales de la historia escrita por Dios, estos cuatro eventos son cruciales. Después de la ascensión de Cristo, cambió el curso entero de la historia del mundo. Cuando Cristo abrió la economía de Dios, escribió la historia de la humanidad, que se ha desarrollado durante los últimos veinte siglos.
En la Palabra pura vemos la verdadera historia de la humanidad. Este relato de la humanidad que consta en la Palabra lleva a cabo la economía de Dios. Después de la ascensión de Cristo y antes de Su regreso vemos una parte de la historia del mundo. Esta historia se resume en una carrera de cuatro caballos. Como ya vimos, el jinete del primer caballo es la predicación del evangelio. La economía de Dios se centra únicamente en la predicación del evangelio, la cual cumple el eterno propósito de Dios. ¿Dónde se origina la predicación del evangelio? Viene de la encarnación, la crucifixión, la resurrección y la ascensión de Cristo. Estas cuatro cosas dieron origen al evangelio. La historia de estos veinte siglos ha girado en torno a la predicación del evangelio. Esto procede de la sabiduría de Dios. La predicación del evangelio toma la delantera en la carrera de los cuatro caballos. ¿Cuál es el objetivo de nuestra generación? La predicación del evangelio. La predicación del evangelio tiene como fin llevar a cabo la economía de Dios. ¿Cómo puede producirse la iglesia? Solamente por la predicación del evangelio. ¿Cómo puede llegar a ser realidad la Nueva Jerusalén? Solamente por medio de la predicación del evangelio.
Tres cosas negativas —la guerra, el hambre y la muerte— ayudan al avance de la predicación del evangelio. Un corredor solo no corre tan rápido en una carrera como cuando corre con otros. La guerra, el hambre y la muerte son cosas terribles, pero apresuran la predicación del evangelio. En China en tiempos pasados, era difícil abrir la puerta para el evangelio. ¿Sabe usted qué abrió la puerta? La guerra. Tanto la guerra civil como la guerra internacional, iniciada cuando los japoneses invadieron a China, abrieron la puerta. Durante la última guerra entre China y Japón, millares de chinos fueron salvos. Además de esto, por causa de la guerra civil que hubo en la década de 1940, muchos chinos salieron de la China continental y fueron a Taiwán, y millares entre ellos fueron salvos. Si ellos se hubieran quedado en la China continental, nunca habrían creído en el Señor Jesucristo. Pero habiendo sido obligados a emigrar a la isla de Taiwán, en los años de 1949 y 1950, miles de personas llegaron a la iglesia buscando la salvación. Durante esos años, predicábamos el evangelio en los parques los domingos por la tarde. Cada domingo unas tres mil personas oían la predicación del evangelio. Muchos de ellos fueron salvos, y algunos llegaron a ser los ancianos y los diáconos en las iglesias de Taiwán, y los colaboradores en la obra del Señor. La guerra los condujo al evangelio. Por consiguiente, la guerra fue y continúa siendo una buena ayuda para la predicación del evangelio.
Dios en Su sabiduría hace de esta era, que va desde la ascensión de Cristo hasta Su regreso, una era de predicación del evangelio. En la actualidad, todo en la tierra sirve para la predicación del evangelio. Las fábricas, las imprentas, los aviones, la radio, la televisión, y hasta las armas nucleares fomentan la predicación del evangelio. Esta es la era de la predicación del evangelio. La historia del mundo desde la ascensión de Cristo es la historia de la predicación del evangelio. ¿Qué estamos haciendo hoy? Estamos predicando el evangelio. No predicamos un evangelio parcial, sino un evangelio completo, integral. ¿Se ha dado cuenta usted de que el evangelio completo incluye la vida de la iglesia, el reino y la Nueva Jerusalén? El evangelio completo lo abarca todo, desde Mateo hasta Apocalipsis. En el presente predicamos el evangelio completo, el evangelio que incluye la iglesia de hoy, el reino en la era venidera, y la Nueva Jerusalén en la eternidad. Cualquier cosa que pase hoy, incluyendo la oposición en contra de nosotros, promueve la predicación del evangelio. Este es el significado de la visión de los primeros cuatro sellos. No debemos ser como una rana en el fondo de un pozo estrecho, que tiene una visión del cielo bastante limitada. Al contrario, debemos tener una visión amplia para poder ver el significado de los primeros cuatro sellos. En vez de tener la visión de una rana en el fondo de un pozo, debemos tener la visión de un ave desde el aire. El jinete del primer caballo no es Cristo ni el anticristo; es la predicación del evangelio de la gloria de Cristo. Este es el factor crucial de esta edad, y los otros tres caballos ayudan al primer caballo a ganar la carrera. Nosotros no vamos con los últimos tres caballos, sino con el jinete del primer caballo. Tenemos un arco sin flecha, pues estamos predicando el evangelio de paz, un evangelio en el cual ya se obtuvo la victoria pacíficamente. ¡Aleluya! esta gloriosa predicación corre por toda la tierra. ¡Alabamos al Señor porque vamos en el primer caballo!