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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Apocalipsis»
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Mensaje 2

LA REVELACION DE CRISTO ES UNICA Y CONCLUYENTE

  En este mensaje llegamos a la revelación de Cristo. Pocos cristianos, cuando leen el libro de Apocalipsis, han puesto atención a la revelación de Cristo contenida en este libro. Esta expresión: “la revelación de Jesucristo”, se encuentra en 1:1, y los estudiantes de la Biblia han interpretado esto de diferentes maneras. Algunos dicen que esta expresión significa que el libro de Apocalipsis ha sido dado por Cristo como una revelación. Esta interpretación hace la revelación de Cristo muy objetiva y no es exacta. Si leemos todo el libro de Apocalipsis minuciosamente, veremos que esta expresión indica que el Apocalipsis revela a Cristo mismo. Este es un cuadro, una descripción, de la persona de Cristo, y no simplemente una revelación dada por Cristo. Tenemos que ver que Cristo es el centro y la figura predominante en todo el libro de Apocalipsis. Por consiguiente, debemos entender la expresión “la revelación de Jesucristo” de una manera subjetiva. Esta no es simplemente una revelación que Cristo dio, sino una revelación que nos presenta a Cristo.

  Cristo se revela en profecías y tipos, y también en palabras explícitas en el Antiguo Testamento. En cierto aspecto, no necesitamos el Nuevo Testamento, ya que si leemos el Antiguo Testamento minuciosamente concentrando toda nuestra atención en las profecías, los tipos y las palabras explícitas en cuanto a Cristo, tendremos una revelación de El. Por medio de estas revelaciones podremos visualizar qué clase de Cristo es Jesucristo. Sin embargo, por más perfectas que sean las revelaciones del Antiguo Testamento, no están completas. Por lo tanto, debemos acudir al Nuevo Testamento, donde está la revelación completa de Cristo. Si sólo leemos los evangelios, Hechos y las epístolas, veremos muchos aspectos de Cristo, pero no los que se mencionan en Apocalipsis. En este mensaje veremos aspectos únicos y específicos de la revelación de Cristo contenida en este libro.

I. CRISTO EN SU ASCENSION

  En el libro de Apocalipsis, Cristo es revelado como el Cristo ascendido (5:3-6, 8-14). En los cuatro evangelios, vemos a Cristo encarnado, viviendo en la tierra, crucificado y resucitado. Sin embargo, no vemos mucho de Cristo en Su ascensión. Aunque los evangelios, el libro de Hechos y las epístolas mencionan la ascensión de Cristo, en ninguno de estos libros encontramos una exposición clara de la escena o lo que ocurre en los cielos después de la ascensión. Si queremos visualizar esta escena, tenemos que leer el Apocalipsis, donde encontramos el cuadro de Cristo en los cielos después de Su ascensión. En este libro tenemos una exposición completa y clara del mismo Cristo que ascendió a los cielos. Además, en esta descripción, vemos la escena, el panorama y la condición en que están los cielos después de la ascensión de Cristo. Solamente cuando visualizamos esta revelación podremos adorarlo a El de una manera adecuada.

A. El León-Cordero

  El Cristo ascendido es el León-Cordero. (5:5-6). En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista declaró: “He aquí el Cordero de Dios” (Jn. 1:29). Pero en el escenario celestial después de la ascensión de Cristo, El es revelado principalmente como León, no como Cordero. Mientras Juan lloraba porque “no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de mirarlo” (5:4), uno de los ancianos le dijo: “No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y sus siete sellos” (5:5). Es posible que antes de la crucifixión, era razonable que Juan llorase. Pero era insensato que se lamentara después de la ascensión. ¿Esta usted hoy lamentándose? Si todavía está llorando, esto indica que no ha recibido la visión del Cristo ascendido que aparece en el capítulo cinco de Apocalipsis. Usted necesita ver el León de la tribu de Judá. Génesis 49:8-9 se refiere a Cristo como el León de Judá, y solamente en Apocalipsis se nos dice que Cristo es el León de la tribu de Judá. El León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido y es digno de abrir los sellos de la economía de Dios. Después que Juan oyó esta declaración de boca de uno de los ancianos, vio “en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero en pie, como recién inmolado” (5:6). El vio al León como un Cordero. ¿Es Cristo el León o el Cordero? Es ambos. Por consiguiente, podemos llamarle el León-Cordero.

  ¿Por qué es Cristo tanto el León como el Cordero? Porque nosotros tenemos dos problemas principales, a saber, el pecado y Satanás. Los cristianos en su mayoría solamente se ocupan del problema del pecado y se olvidan de Satanás. No piense que su esposo es una persona difícil de tratar. No lo censure a él, el culpable es Satanás, quien está detrás de la situación. De la misma manera, todas las esposas son buenas. Las cosas malas que provienen de las esposas, en realidad no provienen de ellas, sino de Satanás, quien está detrás. El Cordero es contrario al pecado y resuelve los problemas del pecado, y el León es el que hace frente a Satanás. Cristo como Cordero efectuó la redención, habiéndonos lavado de nuestros pecados. Como León derrotó a Satanás. El puede satisfacer nuestras necesidades y resolver nuestros problemas. Ya el pecado fue erradicado, Satanás fue eliminado, y nosotros fuimos redimidos y rescatados de la mano usurpadora del enemigo.

B. El es digno

  Nuestro Salvador es el Cordero, así como también el León. Tenemos un Salvador que es un León-Cordero. El es digno de abrir el libro. Aparte de El, nadie en el universo es digno de abrir el secreto, el misterio, de la economía de Dios. Pero el León-Cordero es digno porque efectuó la redención y ganó la victoria sobre Satanás. Cuando nosotros los cristianos decimos que Cristo es digno, nuestro pensamiento ha sido que El es digno de nuestra alabanza, gratitud y adoración. Cuando decimos “Señor Jesús, Tú eres digno”, pocos consideramos que El fue digno de abrir los sellos del secreto de la economía de Dios. Tenemos solamente el concepto de que Cristo fue digno de recibir adoración, alabanza, y acciones de gracias por nuestra parte, Sus pequeñas criaturas. Este es un concepto pobre de cuán digno es el Señor. Muchos himnos que hablan de cuán digno es el Señor también expresan este concepto inexacto de Su dignidad y la razón por la cual es digno. No son muchos los himnos que alaban a Cristo por ser digno de abrir el secreto de la economía de Dios. Este aspecto de la excelencia del Señor es universal e inmensurable. Sin lugar a dudas, Cristo es digno de nuestras alabanzas. El merece que le demos hasta nuestras vidas. Sin embargo, debemos considerar que, según Apocalipsis 5, la excelencia de Cristo se relaciona con el hecho de que El es digno de abrir el secreto de la economía de Dios. El universo es un misterio que los científicos no han podido esclarecer. Ellos simplemente no conocen el significado ni el propósito del universo, porque es un secreto que se ha mantenido oculto. Pero Cristo es digno de revelar este secreto porque El es digno de abrir los sellos de la economía de Dios.

  Apocalipsis 5:5 dice que el León es digno de abrir el libro y los siete sellos. Un libro solía ser un rollo de papiro u otro material. Debido a que estaba enrollado, era difícil determinar cuán largo era. El libro de Apocalipsis 5 es infinitamente largo. Solamente Cristo es digno de abrir dicho libro. No piense que usted ha visto todo el contenido de ese libro. No, necesitamos la eternidad para ver todo lo que está incluido en él. Cuando estemos en la Nueva Jerusalén, continuaremos leyendo el libro. En la eternidad seguiremos diciendo: “Ahora vemos algo más”. Dios nos va a dar una sorpresa eterna. La sorpresa de la apertura del libro durará por la eternidad. Es posible que cuando estemos en la eternidad digamos: “La sorpresa del Señor es eterna. Aunque estamos ahora en la eternidad, seguimos sin poder ver el final”. Cristo es digno de abrir el libro del misterio de Dios.

C. Adorado por los ángeles y las demás criaturas

  Cristo es digno, y es por eso que aquí en esta escena celestial es adorado por los ángeles y las demás criaturas. Los ángeles están representados por los veinticuatro ancianos, y todas las demás criaturas están representadas por los cuatro seres vivientes. Los ángeles tienen ancianos, los veinticuatro ancianos angélicos que son los primeros en adorar a Cristo. En esta escena vemos a los veinticuatro ancianos y a todos los ángeles que alaban, y a los cuatro seres vivientes y a las demás criaturas que también alaban. Todos ellos rinden una alabanza universal a Dios y al Cordero. El Cristo en el cual creemos es el Cristo universal.

II. CRISTO EN SU ADMINISTRACION

  Ahora veamos a Cristo en Su administración. Hay una administración en el universo. El universo no opera absurdamente, sino en conformidad con la administración de Dios. A pesar de que no vemos al Administrador, de todos modos, El lleva a cabo Su administración divina. Todos los terremotos, como el que hubo recientemente en el norte de China, son ordenados por Su administración. Cristo no es solamente el Salvador, el León y el Cordero, sino también el Administrador del universo.

A. En medio de las iglesias

  Primeramente, Cristo administra el propósito de Dios en las iglesias, ejerciendo Su cuidado sacerdotal (1:11-18). En el capítulo uno, Cristo se revela como el Hijo de Dios, vestido de la túnica de Sumo Sacerdote. Hoy, en la administración de Dios, Cristo ejerce Su cuidado sacerdotal en las iglesias. En las iglesias El viste Su túnica sacerdotal. Además, está “ceñido por el pecho con un cinto de oro” (1:13). Es interesante observar que no está ceñido por la cintura, sino por el pecho. Esto indica que toda Su obra fue consumada y que ahora cuida con amor a Sus amadas iglesias. Ahora Cristo no trabaja; solamente nos cuida. Incluso, nos reprende y castiga en amor. El es el Sacerdote amoroso que cuida Sus iglesias.

B. En los cielos

  El Apocalipsis muestra claramente que, por un lado, Cristo está en medio de las iglesias y que, por otro, está en los cielos llevando a cabo la economía de Dios. La prueba más evidente de esto se halla en 5:7, donde, refiriéndose al hecho de que Cristo recibe el libro, dice: “Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”. El libro de la economía de Dios fue puesto en las manos de Cristo; ahora tiene la economía de Dios y la está llevando a cabo. No vemos esta revelación en ningún otro libro del Nuevo Testamento. Mientras Cristo está en los cielos realizando la economía de Dios, la cual se relaciona principalmente con el juicio de Dios sobre la tierra, se encarga de cuidar al pueblo de Dios en la tierra (7:1-3; 8:3-5). Esto se revela plenamente en los capítulos siete y ocho. Dios tiene dos pueblos, los hijos de Israel y los santos redimidos. No importa cuán intenso sea el juicio de Cristo sobre la tierra en conformidad con la administración de Dios, El cuidará del Israel escogido y de la iglesia redimida. Aleluya, todos estamos bajo el cuidado de Cristo en Su administración. Creo firmemente que hoy Cristo cuida a la nación de Israel. No importa lo que las demás naciones hagan o digan, la nación de Israel está bajo el cuidado de la administración universal de Cristo. Los demás países pueden tratar de hacer ciertas cosas, pero todo será en vano debido al interés que tiene el Administrador universal en Israel. Todos debemos adorar a Cristo como el Administrador, como quien administra en el cielo todas las cosas para realizar la economía de Dios.

III. CRISTO EN SU VENIDA

A. En secreto como un ladrón

  Ninguno de los libros revela la venida de Cristo tan claramente como lo hace el Apocalipsis, donde se revela que la venida de Cristo tiene dos aspectos, el aspecto secreto y el aspecto visible. Esto es posible porque Cristo es maravilloso. Primeramente, Cristo vendrá en secreto como un ladrón (3:3b; 16:15). El ladrón no anuncia de antemano su llegada. Cristo, al venir secretamente como un ladrón, lo hace para robar cosas preciosas. Los ladrones no roban cosas sin valor. Ellos solamente roban objetos costosos. Cristo nos dice que velemos. “Pues si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti” (3:3b). No se sabe el tiempo de Su venida secreta. Todos nosotros debemos preguntarnos: “¿Soy yo de algún valor?” “¿Valgo lo suficiente como para que Cristo me robe en Su venida secreta?”

B. Visiblemente en la nube

  Al final de la gran tribulación, Cristo vendrá visiblemente en la nube (1:7; 14:14). Entre los cristianos hay dos conceptos de la segunda venida de Cristo; algunos afirman que Cristo viene antes de la tribulación, y otros alegan que esto ocurre después de la tribulación. Muchos cristianos no han visto los dos aspectos, o sea, el aspecto secreto y el aspecto visible, y por eso han estado en desacuerdo entre ellos. Tanto la venida que ocurre antes de la tribulación como la que sucede después, tienen base en las Escrituras. Pero la mayoría de los cristianos, por su limitada visión, no ha tenido la visión completa de la venida de Cristo. Primeramente Cristo vendrá en secreto, y después visiblemente. Vendrá secretamente para los santos vencedores, y visiblemente para toda la tierra. Es por esto que 1:7 dice: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”. Cuando Cristo venga en la nube toda la tierra le verá. Tenemos que ver claramente que cuando Cristo venga, primeramente lo hará en secreto, y después se manifestará visiblemente.

IV. CRISTO EN SU JUICIO

  En un sentido positivo, el libro de Apocalipsis es un libro de juicio. Cristo, el Administrador de Dios, juzgará todas las cosas. Primeramente, juzga a la iglesia, y después juzgará al mundo.

A. Juzga al mundo entero

  Cristo juzgará al mundo entero con el sexto sello, las siete trompetas y las siete copas (6:12-17; 8:1-2, 12; 11:14-15; 15:1, 7-8; 16:1-21). Durante más de diecinueve siglos, desde la ascensión de Cristo, el mundo ha sido azotado por calamidades naturales. Pero desde la apertura del sexto sello, el mundo será castigado por calamidades sobrenaturales. En Apocalipsis 6:12-13 dice: “Miré cuando abrió el sexto sello, y hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como saco hecho de crin, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera arroja sus higos verdes cuando es sacudida por un fuerte viento”. El oscurecimiento del sol, el cambio de la luna en sangre, y la caída de las estrellas, son calamidades sobrenaturales. Las siete trompetas también serán calamidades sobrenaturales. Las primeras cuatro trompetas traerán juicio sobre la tierra, el mar, los ríos, el sol, la luna y las estrellas. La gran tribulación empezará con la quinta trompeta, continuará con la sexta, y concluirá con las siete copas de la séptima trompeta. Todo esto constituye los juicios ejecutados por Cristo sobre el mundo.

B. Juzga a la Gran Babilonia

  En los capítulos 17 y 18 de Apocalipsis vemos el juicio de la Gran Babilonia, que es la cristiandad apóstata. El Señor ejecutará un juicio especial sobre la cristiandad, la Gran Babilonia, además del juicio que trae sobre el mundo entero.

C. Juzga al anticristo, al falso profeta, a Satanás y a quienes los siguen

  Cristo también juzgará al Anticristo, al falso profeta, a Satanás y a los que los siguen (19:11—20:3, 7-10). El anticristo es el hombre de pecado (2 Ts. 2:3) y el pequeño cuerno (Dn. 7:8); el falso profeta es el que trabaja junto con el anticristo. El anticristo, el falso profeta y Satanás constituyen una “trinidad” maligna, y son una trinidad falsa. El anticristo tendrá muchos seguidores por ser muy cautivador y atractivo. Todos los seguidores serán destruidos junto con el anticristo, el falso profeta y Satanás. Cristo juzgará al anticristo y al falso profeta por medio de las calamidades sobrenaturales: la tierra se abrirá, y ellos caerán directamente en el lago de fuego. No morirán ni serán sepultados ni resucitarán ni comparecerán ante el juicio del gran trono blanco. En su caso, no habrá necesidad de cumplir este procedimiento. Ellos caerán en el lago de fuego sobrenaturalmente.

D. Juzga a los muertos

  Finalmente Cristo, como Administrador de Dios, juzgará a los muertos (20:11-15). No piense que si usted muere todo va a estar bien. Quizá usted desee morir, pero el Señor desea volverlo a la vida. Si no quiere que El lo vivifique hoy para salvación, al final de la primera creación lo resucitará para juicio. En ese día, El no lo resucitará a usted para algo positivo, sino para algo negativo. En Juan 5:28-29 dice: “Vendrá la hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán Su voz y saldrán: los que hicieron lo bueno, a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo, a resurrección de juicio”. Los incrédulos que murieron no permanecerán en la tumba por la eternidad. Resucitarán y serán juzgados y luego serán lanzados en el lago de fuego.

V. CRISTO EN SU POSESION DE LA TIERRA

  Al acabar de juzgar al mundo, Cristo regresará para tomar completa posesión de la tierra (10:1-7; 18:1). Toda la tierra le pertenecerá a El; ninguna parte de ella pertenecerá a nadie más. Actualmente muchas naciones pelean por aumentar su territorio, pero pelean en vano, porque todo lo que obtengan, a la postre, pertenecerá a Cristo. Cuando Cristo venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como otro Angel. Varias veces en el libro de Apocalipsis el título “otro Angel” se usa con respecto a Cristo (7:2; 8:3; 10:1; 18:1). Este título es usado refiriéndose a Cristo porque El, como Administrador de Dios, se conduce semejante a un ángel. En el Antiguo Testamento, a Cristo se le llamó el Angel de Jehová (Gn. 22:11-12 Ex. 3:2-6), quien fue enviado por Dios para ejecutar Su comisión. Cuando El venga a tomar posesión de la tierra, vendrá como el que fue comisionado por Dios con este propósito. El será “otro Angel” con gran autoridad y vendrá en Su gloria (18:1). En Su venida, Cristo pondrá “Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra” (10:2). Esto indica que El pisará el mar y la tierra, lo cual significa que tomará posesión de ellos (Dt. 11:24; Jos. 1:3). En la Biblia vemos que todo lugar que pise la planta de nuestro pie es posesión nuestra. Cristo pondrá Sus pies sobre el mar y la tierra, y ambos le pertenecerán. Después de que Cristo tome posesión de la tierra, concluirá el misterio de Dios (10:7). En ese entonces, la economía de Dios será completamente manifestada. Ya no será un misterio, sino un secreto revelado.

VI. CRISTO REINA EN EL REINO

  Después de que Cristo tome posesión de la tierra, reinará sobre la tierra como el Rey en el reino, gobernando las naciones junto con Sus creyentes vencedores (20:4, 6; 2:26-27). Ninguno de nosotros está contento con los gobernantes de la tierra. Yo he viajado por todo el mundo y conozco la situación mundial; sé que en cuanto a gobierno, toda la tierra es muy pobre. ¿Dónde están los buenos gobernantes? Esperamos el día cuando Cristo venga como Rey para regir la tierra. Cristo reinará en Su reino, y nosotros seremos Sus correyes.

VII. CRISTO EN SU CENTRALIDAD Y UNIVERSALIDAD EN LA ETERNIDAD

  Por último, en el libro de Apocalipsis vemos a Cristo en Su centralidad y universalidad en la eternidad. El será el todo por la eternidad. El será la centralidad y universalidad en la Nueva Jerusalén (21:9-10, 23) como el árbol de vida que crece en el río de agua de vida (22:1-2). En Apocalipsis 21:23 tenemos un panorama claro de la centralidad y la universalidad de Cristo. Aquí vemos que Dios es la luz y que Cristo, el Cordero, es la lámpara. La luz siempre está contenida en una lámpara. Por consiguiente la luz y la lámpara nunca deben estar separadas; deben permanecer como una sola entidad. Dios es la luz; Cristo es la lámpara, y la Nueva Jerusalén es el recipiente de dicha lámpara. Dios brilla en Cristo y por medio de El, y Cristo, a Su vez, brilla en la Nueva Jerusalén y por medio de ella. Por esto podemos ver que Cristo será la centralidad y universalidad en la eternidad venidera. Dios en Cristo y Cristo en los redimidos, brillarán por toda la eternidad. Esta será la escena que se verá en la eternidad, cuando Cristo será el centro, la circunferencia y todo lo demás en la Nueva Jerusalén. Este es nuestro Cristo.

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