Mensaje 26
En los mensajes anteriores consideramos el contenido de los siete sellos. En el libro de Apocalipsis, el número siete se forma de dos maneras: cuatro más tres y seis más uno. Los siete sellos y las siete trompetas están dispuestos de esta manera. El número siete puede ser formado sumando números, mas no multiplicándolos. Pero el número doce es el producto de tres por cuatro. Los siete sellos indican que en la obra completa de Dios Sus criaturas serán conducidas al Dios Triuno. La criatura —el hombre— será conducida al único Dios. Por consiguiente, los siete sellos representan la obra completa de Dios. Los siete sellos, los cuales constituyen la obra completa de Dios en la tierra y en el universo, son el contenido de la economía de Dios. El propósito del mover de Dios es conducir Sus criaturas, simbolizadas por el número cuatro, al Dios Triuno, y conducir al hombre, simbolizado por el número seis (el hombre fue creado en el sexto día), al Dios que es uno solo. En realidad, los siete sellos llevan la creación a Dios mismo. La caída del hombre, la cual fue causada por Satanás, lo separó de Dios. La caída del hombre fue una substracción, mientras que la economía de Dios es una adición. La caída creó una separación entre el hombre y Dios, pero la economía y el mover de Dios regresan al hombre a El.
Muchos cristianos no entienden los asuntos relacionados con el sexto sello y las primeras cuatro trompetas. El sexto sello y las primeras cuatro trompetas del séptimo sello se relacionan principalmente con el terremoto y el juicio sobre la tierra y las huestes celestiales. Como resultado de este sacudimiento y juicio, la tierra ya no será útil para la supervivencia pacífica del hombre. El sexto sello y las primeras cinco trompetas están estrechamente ligadas en el tiempo, pues el intervalo de tiempo entre ellas es corto. Algunas personas cuentan desde que sale el primer caballo, y dicen que la gran tribulación durará siete años. Los que lo hacen no se han dado cuenta de que el Apocalipsis abarca la historia de la humanidad a partir de la ascensión de Cristo. La interpretación de ellos deja un gran vacío entre la ascensión de Cristo y el fin de la era. Dejar este vacío, unos dos mil años, está fuera de toda lógica en relación con la profecía del Señor, puesto que fue en el siglo primero cuando El profetizó que estas cosas sucederían (1:19). Además, el libro mencionado en el capítulo cinco es una revelación completa de la economía de Dios. Como tal, debe de incluir la predicación del evangelio. El evangelio se predica para producir la iglesia y es un elemento importantísimo de la economía de Dios. Nosotros creemos que los cuatro caballos de los primeros cuatro sellos son un bosquejo de la historia humana desde la ascensión de Cristo hasta el final de esta era, ya que sería ilógico que quedara un vacío tan grande en este libro.
Después de estudiar cuidadosamente hemos visto que los últimos siete años probablemente no empezarán cuando el sexto sello sea abierto, porque desde este evento hasta que se toca la quinta trompeta, la cual es el principio de la gran tribulación, transcurrirá muy poco tiempo, mucho menos de tres años y medio. La gran tribulación durará tres años y medio, la segunda mitad de los últimos siete años. Si usted cuenta los últimos siete años a partir de la apertura del sexto sello, entonces desde que se abre el sexto sello hasta que se toca la quinta trompeta deben de transcurrir cuando menos tres años y medio. Lógicamente, éste sería un período demasiado largo. Entre la apertura del sexto sello y el toque de la quinta trompeta se tocarán cuatro trompetas, que traerán juicio sobre la tierra, el mar, los ríos y los cuerpos celestes. El sexto sello, que sacudirá la tierra y también dañará los cuerpos celestes, aunque es menos severo, es igual en principio al de las primeras cuatro trompetas.
El sexto sello y las primeras cuatro trompetas son un prefacio, un preámbulo, de la gran tribulación. Dios no tocará directamente al hombre en ninguna de estas calamidades. Esto sólo ocurrirá con el tormento del ay de la quinta trompeta y la hecatombe que causan los doscientos millones de jinetes, la cual es el ay de la sexta trompeta. Después del ay de la sexta trompeta, se derramarán las siete copas, que son el último ay y parte del contenido de la séptima trompeta. La sexta copa, que está relacionada con la sexta trompeta, será la preparación de la batalla de Armagedón. Esa batalla será el gran lagar de la ira de Dios, que será hollado por el Señor (14:19-20; 19:15) cuando venga a la tierra a pelear contra el anticristo y a lanzarlo en el lago de fuego (19:11-21). Esto pasará al mismo tiempo que se derrama la séptima copa sobre los aires para provocar el más grande terremoto y el peor granizo, los cuales constituirán la última plaga y el final de la gran tribulación.
En este mensaje llegamos al pasaje 10:1-11, una inserción entre la sexta y la séptima trompetas. Si queremos entender el Apocalipsis, debemos saber qué secciones van en secuencia y cuáles son inserciones. Cuando estábamos en el capítulo siete, hicimos notar que ese capítulo era una inserción entre el sexto sello y el séptimo, el cual muestra la preservación del pueblo de Dios. Dicho capítulo presenta la visión donde el remanente de Israel es marcado y los redimidos son arrebatados. El capítulo diez es parte de una inserción entre la sexta trompeta y la séptima. Esta inserción consta de tres visiones: la visión de Cristo, que viene a tomar posesión de la tierra (10:1-7), la visión de la holladura de la Jerusalén terrenal por el anticristo y sus ejércitos (11:1-2), y la visión de los dos testigos (11:3-12).
Debemos leer y estudiar el libro de Apocalipsis hasta que sepamos de memoria los principales hechos y podamos presentar un resumen de cada capítulo. En el capítulo uno hay siete candeleros, y Cristo anda en medio de ellos; en los capítulos dos y tres tenemos las siete iglesias; en el capítulo cuatro vemos la escena en el cielo; en el capítulo cinco Cristo el único digno de abrir el libro; en el capítulo seis están los seis sellos; el capítulo siete es una inserción que muestra dos visiones en cuanto a la preservación del pueblo de Dios; en el capítulo ocho están las primeras cuatro trompetas; en el capítulo nueve, vemos la quinta y la sexta trompetas; en el capítulo diez Cristo viene a tomar posesión de la tierra; en el capítulo once aparecen los dos testigos; en el capítulo doce se menciona el hijo varón; en el capítulo trece se habla de la bestia; en el capítulo catorce, de los primeros frutos, la adoración a la bestia, la cosecha y el lagar; en el capítulo quince los vencedores que están sobre en el mar de vidrio; en el capítulo dieciséis vemos las siete copas; en el capítulo diecisiete, la Babilonia religiosa; en el capítulo dieciocho, la Babilonia material y política; en el capítulo diecinueve se describen la fiesta de las bodas del Cordero y la batalla de Armagedón; en el capítulo veinte Satanás es atado, y se habla del reino milenario, la última rebelión de la humanidad, y el juicio del gran trono blanco; y en los capítulos veintiuno y veintidós vemos el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén.
Consideremos ahora los detalles que se mencionan en 10:1-11. En este pasaje tenemos una clara visión de Cristo, quien viene a tomar posesión de la tierra. En este capítulo Cristo es “otro Angel fuerte” como el que encontramos en 7:2; 8:3; 18:1.
El versículo 1 dice que Juan vio a otro Angel “descender del cielo”. Cristo desciende del cielo. Esta visión implica que, antes de tocarse la séptima trompeta, Cristo está en camino a la tierra.
El versículo 1 también dice que Cristo viene “vestido de una nube” y aún no está “sobre la nube” como aparece en 14:14 y en Mateo 24:30; 26:64. Venir “sobre la nube” es venir visiblemente, mientras que estar “vestido de una nube” significa venir secretamente. Esto indica que incluso después de tocarse la sexta trompeta, lo cual ocurrirá en medio de la gran tribulación, Cristo viene secretamente, y no visiblemente, hasta que sea visto por todas las tribus de la tierra, como se menciona en 1:7 y en Mateo 24:30. En el capítulo diez la venida de Cristo a la tierra sigue siendo secreta. Incluso cuando se derrama la sexta copa, cuando se juntan los ejércitos en Armagedón, Cristo advierte que vendrá como un ladrón (16:15). El estará envuelto en la nube hasta el capítulo catorce, cuando se sentará en la nube y Su venida se hará visible. Con esto vemos que la enseñanza predominante de que Cristo vendrá antes de la gran tribulación es inexacta.
En esta visión Cristo tiene un “arco iris” sobre “Su cabeza”. Aquí el arco iris indica que cuando Cristo venga a tomar posesión de la tierra, mientras trae Su juicio sobre ésta, guardará el convenio que Dios hizo con Noé acerca de la tierra (Gn. 9:8-17). También indica que será El quien ejecute juicio, en conformidad con el que está sentado en el trono con el arco iris alrededor.
El versículo 1 también dice que “Su rostro era como el sol”. Indudablemente en ese momento, poco antes de Su venida visible a la tierra, El no será como la estrella de la mañana, la cual aparece en el lapso más oscuro de la noche, antes del alba.
Cuando Cristo venga a tomar posesión de la tierra, Sus pies serán “como columnas de fuego”. Estas columnas indican firmeza (Jer. 1:18; Gá. 2:9). El fuego simboliza la santidad de Dios (Ex. 19:18; He. 12:29), según la cual Cristo ejecutará Su juicio sobre la tierra.
En este capítulo, Cristo tiene “en Su mano un librito abierto” (vs. 2, 8). Este “librito abierto” es el libro de 5:1, el cual solamente Cristo es digno de abrir, y El lo tomó de la mano de Dios (5:5, 7). Ahora está en Su mano. En 5:1 el libro estaba sellado, pero en 10:2, 8 está abierto. El libro ha sido abierto porque todos los sellos fueron desatados. En este caso, por tratarse de una parte del libro, se le llama un librito. Se le considera tal, debido a que la mayor parte de la economía de Dios ya ha sido revelada.
El versículo 2 también dice que El “puso Su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra”. Al poner Cristo Sus pies en el mar y en la tierra, toma posesión de ellos (Dt. 11:24; Jos. 1:3; Sal. 8:6). Esto indica que Cristo desciende a tomar posesión de la tierra. Solamente El es digno de abrir el libro de la economía de Dios, y únicamente El está calificado para tomar posesión de la tierra. En Josué, Dios dijo al pueblo que todo lo que pisara la planta de los pies de ellos les pertenecería. Ellos andarían por la buena tierra, y todo lo que pisaran sus pies sería su posesión. Basándose en este principio, Cristo, el otro Angel enviado por Dios, vendrá y pisará la tierra y el mar, ya que la tierra y el mar le han sido dados por herencia (Sal. 2:8). Aunque la tierra y el mar fueron usurpados por Su enemigo, y aunque El ha tolerado esto por siglos, un día no lo tolerará más. El vendrá a reclamar Su legítima herencia.
El versículo 3 dice que Cristo “clamó a gran voz, como ruge un león”. El rugido de un león es comparado con la ira de un rey (Pr. 19:12; 20:2). Esto indica que Cristo como Rey de la tierra es provocado a ira. En los evangelios, Cristo hablaba como cordero, pero aquí ruge como león. El capítulo tres menciona la palabra de la perseverancia del Señor. La perseverancia implica tolerancia. Cuando ocurre lo narrado en el capítulo diez, el Señor ya no ejerce Su paciencia. En Su venida a tomar posesión de la tierra, El ruge como león.
Cuando Cristo clamó a gran voz, “siete truenos emitieron sus voces”. Los siete truenos deben de ser las últimas palabras expresadas por la ira de Dios. El versículo 4 dice: “Cuando hablaron los siete truenos, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas”. Hasta el presente no sabemos lo que dijeron los siete truenos, pero un día lo sabremos.
Los versículos 5 y 6 dicen: “Y el Angel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó Su mano derecha al cielo, y juró por Aquel que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que ya no habría más demora”. En el cielo lo más importante de todo lo creado es los ángeles; en la tierra, lo más importante es el hombre; y en el mar lo más importante es los demonios. Después de la sexta trompeta, no habrá más tolerancia en el juicio de Dios sobre la tierra. Por lo tanto, la séptima trompeta es el más severo de los juicios de Dios. Representa la consumación de la respuesta de Dios a la oración de los santos mártires, que se menciona en 6:10.
El versículo 7 dice: “Sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él esté por tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, según las buenas nuevas que El anunció a Sus esclavos los profetas”. Aquí vemos que el misterio de Dios tendrá su consumación cuando se toque la séptima trompeta.
La mención de “días” en el versículo 7 indica que el sonido de la séptima trompeta durará varios días.
Cuando el séptimo ángel esté a punto de tocar su trompeta, el misterio de Dios será concluido. En las dispensaciones transcurridas desde Adán hasta Moisés y desde Moisés hasta Cristo, todo fue revelado y manifestado, y no había ningún misterio. Pasará lo mismo en la dispensación del reino milenario y en el cielo nuevo y la tierra nueva: todo será revelado y ya no habrá misterio. Sin embargo, en la dispensación transcurrida desde Cristo hasta el reino milenario todo es misterioso. La encarnación de Cristo, como principio de esta dispensación misteriosa, es un misterio (1 Ti. 3:16). Cristo mismo es un misterio (Col. 2:2), así como la iglesia (Ef. 3:4-6), el reino de los cielos (Mt. 13:11), el evangelio (Ef. 6:19), el hecho de que Cristo more en los creyentes (Col. 1:26-27), y la resurrección y transfiguración de los santos que ocurrirá al final de esta dispensación misteriosa (1 Co. 15:51-52). Todos estos misterios estaban escondidos en los tiempos de las edades (Ro. 16:25; Ef. 3:5; Col. 1:26) y se completarán y habrán terminado cuando haya sonado la séptima trompeta. Al tocarse la séptima trompeta, se consumará no sólo el juicio de la ira de Dios sobre la tierra, sino también el misterio de Dios.
En la actualidad tanto el Cristo que mora en nosotros como la iglesia son un misterio. Los de afuera no nos entienden, porque para ellos somos misteriosos. Cuando decimos: “¡Gloria al Señor! Cristo está en nosotros”, tal vez digan: “Muéstrennoslo”. A lo cual podemos contestar: “No puedo mostrárselo, pero yo sé que Cristo está dentro de mí”. Esto es un misterio. Cuando a un incrédulo le devuelven por error dinero extra al pagar en un restaurante, es probable que se alegre. Cuando nosotros recibimos más de lo que debemos, lo devolvemos. Esto es un misterio para el cajero. Los incrédulos no pueden entender qué clase de personas somos. No traten de entenderme, pues soy un hombre misterioso. Aunque ésta es una era de misterio, cuando la séptima trompeta sea tocada, el misterio terminará. Al sonar la séptima trompeta, Cristo se manifestará, y toda la tierra lo reconocerá. Entonces los cajeros sabrán por qué nosotros, los misteriosos, devolvimos el dinero extra. Es probable que digan: “Nosotros creíamos que ustedes eran tontos, pero ahora entendemos”. Ellos no pueden entender este misterio hoy, pero un día lo entenderán.
Los sellos son algo privado y escondido, mientras que las trompetas son una declaración pública. En la apertura de los sellos Cristo guarda silencio, pero no lo hace cuando suenan las trompetas.
En la séptima trompeta, se cumplirán las buenas nuevas que Dios anunció a Sus propios siervos los profetas, como en Isaías 2:4; 11:1-10; 65:17-20; 66:22, es decir, el reino vendrá en su manifestación (11:15) y luego el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén (21:1-3).
Los versículos 8 y 9 dicen: “La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del Angel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al Angel, diciéndole que me diese el librito. Y El me dijo: Toma, y cómetelo entero; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”. El escritor de Apocalipsis no sólo recibió el libro sino que también lo comió entero. Comer una cosa es recibirla y asimilarla. Debemos recibir la revelación divina, especialmente el libro de Apocalipsis, de este modo. Tanto Jeremías como Ezequiel hicieron esto (Jer. 15:16; Ez. 2:8; 3:1-3).
El versículo 10 dice: “Entonces tomé el librito de la mano del Angel, y me lo comí entero; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre”. Cuando recibimos la revelación divina y la comemos, es “dulce” al paladar, pero se vuelve amarga cuando la digerimos, o sea, cuando la experimentamos. Cuando leemos estos mensajes, tal vez sean dulces en nuestro paladar, pero en nuestra experiencia se hacen amargos. De todos modos, al final no habrá lágrimas en nuestros ojos, debido a que solamente disfrutaremos las aguas que salen de “las fuentes de agua de vida” (7:17). Hoy conocemos las aguas que contienen las lágrimas. Pero al final no habrá más lágrimas. En vez de lágrimas, beberemos agua de manantiales maravillosos. Alabado sea el Señor porque al final no habrá amarguras, sino sólo dulzura eterna.
En el versículo 11 leemos: “Y ellos me dijeron: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”. Después que Juan vio el librito, la última parte de la economía de Dios, y lo comió, halló que fue dulce en su boca y amargo en su vientre, y se le ordenó que profetizara otra vez. La profecía de este libro se compone de dos secciones. La primera va desde el primer sello hasta la sexta trompeta, y es secreta. La segunda sección va desde la séptima trompeta hasta el cielo nuevo y la tierra nueva, y es la parte manifiesta. Juan profetizó en la primera sección. Ahora debe profetizar otra vez, esto es, debe profetizar en la segunda sección de la profecía de este libro. La segunda profecía de Juan se relaciona con la toma de posesión de la tierra por parte de Cristo (11:15; 12:5). Esta profecía es simplemente la séptima trompeta, la cual incluye las copas, el arrebatamiento de todos los santos, el tribunal de Cristo, las bodas del Cordero, el regreso de Cristo con Su ejército para derrotar al anticristo y al falso profeta, el encadenamiento de Satanás, el reino milenario, la última rebelión de la humanidad bajo la instigación de Satanás, el juicio de los muertos ante el gran trono blanco para determinar su destino eterno, y el cielo nuevo y la tierra nueva con la Nueva Jerusalén. Esto es lo que consta en la séptima trompeta y es la segunda profecía de Juan. Este también es el contenido del librito, la última parte de la economía de Dios.