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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Apocalipsis»
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Mensaje 31

CUATRO ASPECTOS DE EXPERIMENTAR EL CANDELERO

  Génesis es el campo en el cual fueron sembradas casi todas las semillas de la verdad. En Apocalipsis tenemos la cosecha de las verdades que se plantaron al comienzo de la Biblia. En este libro de consumación, las iglesias locales son cruciales. Las iglesias locales también son el centro de este libro. Hemos visto que las iglesias locales son la meta de la revelación y la manifestación progresivas de Dios. En la Biblia no sólo tenemos la revelación de Dios sino también Su manifestación. La revelación podría considerarse como un libro doctrinal, mientras que la manifestación se relaciona, sin lugar a dudas, con la experiencia. Por lo tanto, la Biblia no sólo nos da la doctrina, sino también la experiencia de la revelación de Dios y de Su manifestación. Si no existieran las iglesias locales, no habría meta alguna para la revelación y la manifestación de Dios.

  Satanás, el enemigo insidioso, aborrece las iglesias locales. A lo largo de los siglos, muchos buenos maestros cristianos han dedicado su atención a muchas otras cosas. Tenemos que reconocer que algunas de ellas han sido importantes. No obstante, la mayoría de estos maestros ha errado el blanco, la meta, que es las iglesias locales. Tenemos que adorar y alabar a Dios porque El es el Señor. El jamás permitirá que este asunto se pase por alto. Después de recobrar tantos elementos en estos últimos siglos, en nuestros días El ha llegado a Su destino. Esta es la razón por la cual día y noche tenemos la única carga de edificar las iglesias locales. Todos los ataques y la oposición que afrontamos se deben simplemente a nuestra posición en cuanto a las iglesias locales.

EL CANDELERO ES UN TIPO DE LA IGLESIA

  Todos saben que la palabra “iglesia” no se encuentra en el Antiguo Testamento. Se usa por primera vez en Mateo 16:18, donde el Señor Jesús dijo: “Edificaré Mi iglesia”. Sin embargo, en el Antiguo Testamento la iglesia es tipificada en muchas ocasiones. Por ejemplo, en Génesis 2 tenemos la esposa, que tipifica a la iglesia como complemento de Cristo. Además, tanto el tabernáculo como el templo tipifican la iglesia como morada terrenal de Dios entre los hombres. El hecho de que los hijos de Israel fuesen un pueblo significa que la iglesia también es una entidad colectiva que expresa a Dios. Con todo, ninguno de estos tipos tiene tanto contenido como el candelero.

  El candelero se menciona por primera vez en Exodo 25. Si solamente tuviéramos ese capítulo, no podríamos comprender que el candelero está relacionado con la iglesia o las iglesias. Casi al final del Antiguo Testamento, en Zacarías 4, hallamos el candelero una vez más. Zacarías muestra cierto progreso y desarrollo con relación al Exodo. En Exodo sólo tenemos el candelero con las siete lámparas; no dice a qué aluden las siete lámparas. Pero en Zacarías se nos da una interpretación específica de las siete lámparas, pues en dicho libro se nos dice que las siete lámparas son los siete ojos de Dios (4:10) y los siete ojos de la piedra (3:9). Zacarías nos dice dos cosas importantes acerca del candelero: que las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios, y que ellas son los siete ojos de la piedra. Consideren el cuadro que presenta Zacarías. El hecho de que la piedra tenga siete ojos, que son los siete ojos de Dios, indica que los siete ojos nos infunden lo que Dios es. El es luz, vida, amor, santidad, etc. Todo lo que Dios es como elemento vital se nos infunde mediante Sus siete ojos. Esto es válido aun entre nosotros los humanos, pues cuando miramos a otros infundimos en ellos algo por medio de nuestro ojos. ¿Qué significa el hecho de que los siete ojos de Dios también sean los siete ojos de la piedra? Sin duda alguna, la piedra es útil para edificar. De modo que estos siete ojos no sólo nos infunden el elemento de la vida de Dios, sino que también nos infunden a Cristo como el material de construcción, haciéndonos así materiales para el edificio de Dios. Zacarías 4:2-6, 10 también deja implícito que los siete ojos de Dios, los cuales son las siete lámparas del candelero, son el Espíritu. Como respuesta a la pregunta: “¿Qué es esto?”, dice: “No con poder, ni con fuerza, sino con Mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (4:6). Este versículo indica que sólo por medio del Espíritu podemos ser parte del edificio de Dios. Por lo tanto, podemos ver que el candelero de Zacarías 4 revela un claro desarrollo con relación al de Exodo 25. No obstante, Zacarías no es el libro de consumación; así que tenemos que seguir hasta llegar al último libro de la Biblia, el Apocalipsis.

  En Apocalipsis vemos siete candeleros de oro. Este libro también revela que las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios y los siete ojos del Cordero (5:6). Por consiguiente, los candeleros incluyen a Dios, a Cristo, al Espíritu, al Redentor y los materiales de construcción.

CUATRO ASPECTOS DEL CANDELERO QUE PODEMOS EXPERIMENTAR

  Al repasar Exodo 25, Zacarías 3 y 4, y el libro de Apocalipsis, vemos cuatro aspectos del candelero que debemos experimentar. En primer lugar, tenemos que participar de la esencia, el elemento de oro, del candelero. En segundo lugar, tenemos que permitir que en nuestra experiencia esta substancia de oro tome una forma específica, a saber, el candelero. El oro del candelero no es oro amontonado, sino que tiene la forma de un candelero. En tercer lugar, junto con la forma del candelero tenemos que experimentar su expresión, la cual se manifiesta en el resplandor de las siete lámparas. En cuarto lugar, vemos la reproducción del candelero. Así que, tenemos que experimentar los cuatro aspectos del candelero: el elemento, la forma, la expresión y la reproducción.

EXPERIMENTAMOS EL ELEMENTO DE ORO

  Todos nosotros necesitamos experimentar el elemento de oro del candelero. Si sólo tuviéramos 30 gramos de oro, ¿cómo podríamos hacer un candelero? Sería imposible. Podríamos fabricar un anillo, pero sería imposible hacer un candelero. A fin de hacer un candelero necesitamos un talento de oro (Ex. 25:39). (Un talento equivale aproximadamente a 45 kilogramos.) Necesitamos más oro, más de Dios. Si deseamos obtener la iglesia, el candelero, necesitamos algo sólido: el oro, que representa la substancia de Dios mismo, Su esencia, Su elemento. Si no tenemos esta substancia, todas nuestras palabras acerca de la iglesia son vanas. ¡Qué triste es la situación de muchos cristianos hoy! Ellos tienen muy poco del oro divino; en vez de atesorar la substancia, han estado debatiendo sobre vanas doctrinas. Aun si nuestra doctrina es correcta, ortodoxa y bíblica, no es Dios mismo. Sólo Dios es el elemento. ¡Cuánto necesitamos a Dios como el oro!

  ¿Qué es Dios? En Juan 4:24 el Señor Jesús dice explícitamente: “Dios es Espíritu”. En el griego “Espíritu” no tiene artículo en este caso. Decir que Dios es Espíritu es como decir que una mesa es madera. Así como el elemento de la mesa es madera, así el elemento de Dios es Espíritu. Según Juan 4:24 para poder adorar a Dios tenemos que adorarlo en espíritu. Adorar a Dios no es simplemente inclinarse ante El; es acercarse a El, tocarle y recibirle. Según el contexto de Juan 4, adorar a Dios es beberle como el agua viva (v. 14), la cual es el Espíritu mismo que fluye en nuestro ser. ¿Cómo podemos tomarle como el agua viva? Le tomamos al abrir todo nuestro ser a El ejercitando nuestro espíritu. Tenemos que recibir, en lo más recóndito de nuestro ser, a Dios mismo como el oro. Día y noche debemos estar abiertos. Nunca cierre ninguna parte de su ser al Señor. Dígale: “Dios, estoy abierto a Ti de par en par. Ejercito mi espíritu para tocarte a Ti, el Espíritu divino. Oh divino Espíritu, entra en mí y lléname”. Esta es la manera de obtener más oro.

  Si todos obtenemos más oro, no tendremos un solo talento de oro, sino muchos, tal vez centenares de talentos. Seremos extremadamente ricos en el elemento divino, en el material que constituye el candelero. Todos los hermanos y las hermanas estarán llenos de Dios, y adondequiera que nosotros vayamos, veremos oro. Cuando entremos en las casas de los santos, no veremos más que oro. Cuando yo visite a los hermanos y hermanas, veré oro. Cuando vaya a los jóvenes, veré oro, y cuando me relacione con los de más edad, veré más oro. Las hermanas no deben ser de madera ni de lodo; deben ser de oro. Siempre me siento avergonzado cuando oigo a algunas hermanas diciendo chismes. Aunque no las censuro, me siento avergonzado porque ellas, por estar en la iglesia, deberían ser de oro. Una hermana chismosa no está verdaderamente en la iglesia. Del mismo modo, me siento avergonzado cuando veo que un hermano trata sin amor a su esposa y alega con ella. ¿Dónde está el oro en este hermano? Si es un hermano de la iglesia, debería estar lleno de oro. Cuando veo estas cosas, vuelvo la cara. No me agrada ver la condición enlodada de los santos. Me complace ver el oro que hay en ellos. Todos necesitamos más oro. La iglesia tiene que estar llena de oro, llena de Dios. Cuando veo esto, me glorío y siento que estoy en el tercer cielo.

EXPERIMENTAMOS EL ORO MARTILLADO CON EL CUAL SE FORMA EL CANDELERO

  No es suficiente tener una gran cantidad de oro. Es posible que tengamos miles de talentos de oro y que no tengamos el candelero, pues sólo tenemos la substancia pero no la forma. ¿Cómo podemos obtener la forma? Todos los estudiosos ortodoxos de la Biblia están de acuerdo en que el candelero era hecho de oro martillado. Un hermano podría tener cinco kilos de oro, y otro tal vez tenga siete, y otro quizás tres. ¿Cómo podemos darle forma de candelero a todo ese oro? Solamente al ser martillados juntos. Todo el oro tiene que reunirse. Esto nos habla del edificio. En primer lugar, necesitamos la substancia y luego necesitamos edificar dándole forma al oro a martillo. El hecho de que aun hoy no veamos ningún edificio trae vergüenza al Señor. Muchas personas discuten con nosotros acerca de la iglesia, y nos preguntan por qué decimos que nosotros somos la iglesia y ellos no. Pero la verdadera pregunta es: ¿dónde se está llevando a cabo alguna edificación? ¿Dónde está el edificio? Es posible que ustedes tengan gran cantidad de oro, pero si no le dan ninguna forma con la edificación, no tienen el candelero. Esto significa que ustedes pueden ser ricos en oro pero carecer del candelero, el edificio.

  Si ustedes desean tener el candelero, tienen que ser martillados en compañía de otros. Deben perder su individualidad. No digan: “Este es mi oro. Yo soy espiritual”. Ser espiritual como un fin en sí mismo no tiene sentido alguno en lo que al candelero se refiere. Lo que usted tenga en su experiencia y su deleite en Dios tiene que ser golpeado junto con lo que tengan los demás. Nuestro oro tiene que ser reunido y martillado, y entonces tomará forma, constituirá una sola entidad, una unidad. Entonces no sólo tendremos oro, sino que también seremos edificados y conformaremos un candelero de oro. Esta es la iglesia.

  Si los que componen la iglesia en Anaheim son simplemente centenares de individuos, están acabados. Dios no desea tener centenares de pedazos individuales de oro. El desea que el oro sea reunido y golpeado hasta que tenga la forma del candelero. ¡Cuánto necesitamos ser edificados! Si hemos visto lo que es el edificio, jamás seremos individualistas. Comprenderemos que todo lo que obtenemos o recibimos del elemento divino, tiene como meta construir el candelero. Como sabemos que lo que Dios desea es el edificio, hemos dado muchos mensajes en los que hemos dicho que necesitamos a Dios en Cristo como nuestra misma substancia, a fin de ser edificados conjuntamente. Es bueno tener una gran cantidad de oro y ser ricos en Dios. Pero es necesario determinar si uno todavía está en el nivel individualista o si es parte de una entidad colectiva. Necesitamos que el edificio sea construido.

EXPERIMENTAMOS LAS SIETE LAMPARAS, LA EXPRESION

  Aunque tengamos el oro y éste sea martillado hasta constituir una sola entidad, el candelero, de todos modos necesitamos las siete lámparas, los siete Espíritus de Dios, que son Su expresión. Si carecemos de los siete Espíritus de Dios, no podremos resplandecer ni expresar a Dios. No importa si somos jóvenes o viejos, necesitamos estar llenos diariamente del Espíritu séptuple de Dios. Cuando somos llenos del Espíritu séptuple, vivimos y resplandecemos. No podemos estar muertos ni apagados, puesto que estamos llenos de los siete Espíritus de Dios. Puesto que estamos llenos del pneuma siete veces intensificado, no podemos ser como una llanta desinflada. Nada puede oprimirnos. Cuanto más presión se ejerce sobre nosotros, más alto rebotamos, puesto que estamos llenos del Espíritu de Dios. Puedo testificar que cuanto más dificultades tengo, más me elevo por encima de las cosas. En muchas ocasiones me han aconsejado que no diga ciertas cosas, pero no puedo evitar hablar de ellas porque estoy lleno de los siete Espíritus de Dios. Alguien me preguntó una vez: “¿Por qué está usted tan lleno de vida, de frescura y de lozanía?” El secreto es que tengo el Espíritu.

  No es necesario prepararse para ejercer su función en las reuniones. Si usted hace eso, su función será una mera actividad. Ejercer la función de uno consiste sencillamente en ser lo que uno es. En algunas ocasiones los líderes animan insistentemente a los hermanos a ejercer su función en la reunión de oración. Pero lo que los santos hacen como respuesta a esto es sólo actividades, porque no están llenos del Espíritu; son como llantas desinfladas. Ellos están desinflados antes de venir a la reunión. Pero tal vez los líderes fuercen a estas llantas desinfladas a rodar un poco en la reunión de oración. Este tipo de actividad no es consecuencia de estar llenos del pneuma que mora en ellos, sino que actúan presionados por los ancianos. Después de que un hermano o una hermana se ve obligado u obligada a funcionar, es posible que no vuelva a orar en dos semanas. Puedo dar testimonio de esto por mi propia experiencia. Presionar a los hermanos jamás traerá resultados. Cuando una llanta se desinfla, es mejor no hacerla rodar, pues cuanto más rueda más se daña. Por otro lado, ninguno de nosotros debería ser una llanta desinflada. Por el contrario, todos deberíamos estar llenos de pneuma. Tenemos una “estación de servicio” en el tercer cielo, y allí podemos llenarnos del pneuma celestial en cualquier momento. Cuando somos llenos del Espíritu, podemos ejercer nuestra función en cualquier ocasión. Esta función no será una actividad, sino que será nuestra misma vida. Cuando estoy lleno y rebosando del Espíritu, soy activo, persistente y vigoroso. Puedo predicarles a los demonios. Si el diablo viniera a mí, le daría una buena lección. Cuando somos llenos del Espíritu séptuple de Dios, que está en la iglesia edificada, este Espíritu podrá ser la expresión misma de Dios en Cristo.

LA REPRODUCCION DEL CANDELERO

  Llegamos al cuarto aspecto de lo que es experimentar el candelero: la reproducción. Tanto en Exodo como en Zacarías había un solo candelero. Pero en el libro de la consumación hay siete candeleros que representan las siete iglesias locales. Esto indica que Cristo, según lo representa el candelero de Exodo, y el Espíritu de Dios, según lo muestran las siete lámparas del candelero mencionado en Zacarías, traen la reproducción no sólo de la iglesia universal, sino también de las iglesias locales. El candelero, que era uno solo, se reproduce en los siete candeleros. Todas las iglesias locales, los muchos candeleros, son la reproducción de Cristo y del Espíritu como el candelero único. Cuanto más se opongan los críticos a las iglesias locales, más reproducción habrá. La oposición simplemente fomenta la reproducción. No se preocupen por la oposición. Preocúpense solamente por la substancia, la edificación y la expresión. Cuanto más tengamos de estas tres cosas, más reproducción veremos. ¿Qué es la reproducción? Es en realidad una multiplicación de la plena expresión de Cristo como Espíritu vivificante de una manera práctica. Esta es al reproducción de la iglesia. Me gozo en decirles que tengo la plena certeza de que esta reproducción preparará el camino para que el Señor regrese. Por medio de esta reproducción, el Señor tendrá una base firme donde asentar Sus pies para poder venir y tomar posesión de la tierra.

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