Mensaje 34
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Lectura bíblica: Col. 1:12-29
En este mensaje el Cristo todo-inclusivo, según lo revela el libro de Colosenses, será el foco de nuestro estudio. La mayoría de los santos en el recobro del Señor ya conocen la expresión “el Cristo todo-inclusivo”. En varios mensajes, hemos subrayado el hecho de que el Cristo del libro de Colosenses es Aquel que es todo-inclusivo. Sin embargo, no estoy totalmente seguro de que esta verdad con respecto a Cristo ha sido revelada adecuadamente a los santos. ¿De qué manera es Cristo todo-inclusivo? ¿En qué aspectos y asuntos es Él todo-inclusivo? Deberíamos ser capaces de enumerar los muchos aspectos del Cristo todo-inclusivo.
En 1:12 vemos que Cristo es la porción de los santos, pero ni siquiera esta expresión nos dice en qué aspectos Cristo es todo-inclusivo. Decir que Cristo es nuestra porción es como decir que acabamos de cenar. ¿Qué platillos fueron los que había en la cena? Uno puede combinar muchos alimentos y llamarlos cena. Podemos proclamar que Cristo es nuestra porción. Pero, ¿de qué manera particular es Él nuestra porción? En cuanto al Cristo todo-inclusivo, debemos ser más concretos y específicos.
Conforme a Colosenses, el primer aspecto del Cristo todo-inclusivo es la imagen del Dios invisible (1:15). Este aspecto de todo lo que incluye Cristo abarca todos los versículos, desde 1:15 hasta el final del capítulo uno. En el versículo 15 Pablo dice: “El es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación”. Cuando leemos este versículo, es fácil añadir mentalmente la conjunción “y” entre las palabras “invisible” y “Primogénito”. Pero si lo hacemos, esto cambia considerablemente el sentido de este versículo, puesto que la conjunción implica que la imagen y el Primogénito son dos cosas distintas. No obstante, la expresión “Primogénito de toda creación” en realidad está en aposición con “la imagen del Dios invisible”. La imagen del Dios invisible se expresa en el Primogénito de toda creación. Además, el Primogénito de toda creación es la imagen del Dios invisible. Como imagen del Dios invisible, Cristo es el Primogénito de toda creación.
La imagen de Dios denota la expresión de Dios, así como la imagen de una persona denota la expresión de esa persona. Si no tuviésemos una imagen, no podríamos expresarnos. Cristo es la expresión de Dios, la imagen de Dios. Como imagen de Dios, Cristo expresa a Dios siendo el Primogénito de toda creación. El universo entero es la expresión de Dios.
En cuanto a este aspecto del Cristo todo-inclusivo, nos sería de mucha utilidad tener una vista panorámica de la Biblia, de la revelación completa de Dios. Aunque es cierto que la Biblia revela a Dios, la Biblia no lo revela de una manera sencilla. Génesis comienza diciendo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Luego, en los primeros versículos de Malaquías, el último libro del Antiguo Testamento, Dios es revelado como Aquel que ama a Jacob. En el Antiguo Testamento Dios es revelado como el Creador del universo y como Aquel que ama a Israel. ¡Con razón los judíos aman tanto el Antiguo Testamento!
Cuando llegamos al Nuevo Testamento, vemos que Mateo empieza con las palabras: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”. El Evangelio de Juan comienza de esta manera: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. En Apocalipsis, el último libro del Nuevo Testamento, leemos lo siguiente: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros de parte de Aquel que es y que era y que ha de venir, y de los siete Espíritus que están delante de Su trono; y de Jesucristo, el Testigo fiel, el Primogénito de entre los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra” (1:4-5a). ¡Qué gran diferencia hay entre estos versículos de Apocalipsis y las primeras palabras de Génesis! Incluso superan grandemente los primeros versículos de Mateo y de Juan. Hoy estamos en las iglesias locales. Las iglesias reciben una dispensación no sólo de parte de Dios o de la Palabra, sino del Dios Triuno: de Aquel que es y que era y que ha de venir, de los siete Espíritus, y de Jesucristo.
En Apocalipsis 1:5 se describe a Cristo como “el Testigo fiel, el Primogénito de los muertos, y el Soberano de los reyes de la tierra”. El nombre Jesús hace alusión a la encarnación, y el título Cristo indica que el Señor Jesús es el ungido de Dios. Él fue el Testigo fiel en Su vivir humano y es el Primogénito de los muertos en Su resurrección. En Su ascensión y entronización, Él es el Soberano de los reyes de la tierra, pues es ahora Señor y Cabeza de todos. Además, Él regirá a todas las naciones cuando venga a reinar en Su reino. Por consiguiente, la descripción de Cristo en este versículo lo abarca todo, desde la encarnación de Cristo hasta Su eterno reino.
La revelación divina presentada en la Biblia muestra que Cristo, como Aquel que es todo-inclusivo, lo es todo para la iglesia. De una manera aún más precisa, el libro de Apocalipsis muestra que Cristo lo es todo para las iglesias. Por lo tanto, la revelación contenida en la Biblia es que Cristo lo es todo para las iglesias.
Por medio de la caída del hombre se introdujeron algunas cosas negativas que impiden el que Cristo lo sea todo para la iglesia. Entre estos asuntos negativos están Satanás, el pecado y el mundo. Nos es muy fácil ver que estas cosas son un estorbo que impide el cumplimiento del propósito de Dios, pero hay algo más, algo muy sutil, que se interpone entre Cristo y la iglesia. Este elemento sutil es la cultura. Aunque la palabra cultura no se encuentra en el Nuevo Testamento, es un hecho de que la cultura constituye un obstáculo que impide el cumplimiento del propósito de Dios.
En 1 Corintios Pablo confronta varias cosas negativas como la fornicación y las divisiones. Estas cosas de la carne impedían que los creyentes corintios disfrutaran apropiadamente de Cristo. En Gálatas, Pablo habla en contra de la ley y las ordenanzas del judaísmo, las cuales impedían que los creyentes de Galacia disfrutaran a Cristo. En el libro de Colosenses, lo que impedía a los creyentes disfrutar a Cristo era la cultura.
En la época de Pablo, los principales elementos que constituían la cultura en Colosas eran la religión judía y la filosofía griega. La cultura hebrea y la griega convergieron en Asia menor y formaron una mezcla. Algunos judíos y griegos de Colosas entraron en la iglesia. Cuando entraron en la vida de iglesia, trajeron consigo sus distintos bagajes culturales. Decir que tenemos distintos bagajes en realidad significa que tenemos diferentes culturas. En Colosas, los creyentes judíos habían sido criados en la cultura judía y los creyentes griegos habían sido educados en la cultura griega. Por experiencia propia sabemos que entrar en la vida de iglesia no necesariamente implica que hemos abandonado nuestro bagaje cultural. Al igual que los creyentes judíos y griegos de Colosas, es posible que nosotros también estemos tratando de introducir en la vida de iglesia ciertos aspectos de nuestra cultura que consideramos importantes y valiosos.
Nos damos cuenta de que aún nos encontramos bajo la influencia de nuestro bagaje cultural por la manera en que reaccionamos cuando otros se expresan bien o mal de nuestra cultura. Por ejemplo, si yo hablara positivamente de la cultura judía, los creyentes judíos se sentirían muy contentos, pero si les criticara su cultura, podrían enfadarse. Del mismo modo, si yo les dijera a los santos chinos que dejaran de ir a Chinatown, tal vez se disgustarían conmigo, pero si les hablara positivamente acerca de la cultura china, se sentirían muy contentos.
Nuestra cultura no sólo incluye nuestra nacionalidad, sino también el sentimiento especial que tenemos por una región determinada del país. Los que viven en Nueva Inglaterra prefieren su estado, y los tejanos se sienten orgullosos de Tejas. Estos ejemplos muestran cuán prevaleciente es la influencia de la cultura y cuán difícil es abandonarla.
En Colosas, las culturas judía y griega se habían infiltrado en la vida de iglesia y la habían saturado. No obstante, la vida de iglesia debe llevarse absolutamente en Cristo, con Cristo, de Cristo, por Cristo y para Cristo. Pero cuando la cultura invade la iglesia, el objetivo de la iglesia deja de ser Cristo, y en lugar de ello, llega a ser la cultura humana. Cuando esto sucede, la iglesia deja de ser la iglesia de Cristo, se convierte en la iglesia de alguna clase de cultura.
Hace poco, vi un cartel en caracteres chinos que promocionaba la Cristiandad de Taiwán en el condado de Orange. Me sorprendió mucho ver un cártel como éste en el sur de California. La expresión “la Cristiandad de Taiwán” es un buen ejemplo de cómo la cultura ha invadido a la iglesia y le ha dado forma. Después de que se levanta la iglesia en un país determinado, es muy fácil que la cultura de ese país la invada. Como resultado, la iglesia deja de ser de Cristo y de estar exclusivamente en Cristo, con Cristo, por Cristo y para Cristo. El libro de Colosenses fue escrito porque la iglesia en Colosas había sido invadida por la cultura. La filosofía, los rudimentos del mundo y el culto a los ángeles eran los aspectos de la cultura que habían invadido a la iglesia de esa localidad.
Pablo indicó en 1:15, al hacer frente a la cultura que había invadido a la iglesia en Colosas, que Cristo es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda creación. En el versículo siguiente, Pablo dice a continuación: “Porque en El fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean señoríos, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de El y para El”. Y en el versículo 17, dice: “Y El es antes de todas las cosas, y todas las cosas en El se conservan unidas”. Debemos meditar en estos versículos, viendo el contraste que tienen con la filosofía griega y el gnosticismo. El gnosticismo se abasteció de muchas fuentes, tanto paganas como judías, y más tarde adoptó enseñanzas y prácticas cristianas. También investigó acerca de los misterios que yacen detrás de los formalismos externos de las religiones paganas. Enseñaba sobre la existencia de dos dioses o principios: la luz y las tinieblas, el bien y el mal. Esto se relacionaba con la filosofía griega. Según el gnosticismo, el cuerpo físico del hombre y todo el mundo material eran malignos. Bajo la influencia de este concepto filosófico, algunos creyentes colosenses pensaban que los cielos, la tierra y todas las cosas del mundo material eran malignos. Así, en lugar de vivir por Cristo, vivían conforme a esta filosofía. Pablo argumentaba con ellos haciéndoles ver que el Cristo en quien ellos habían creído era el Primogénito de todas las cosas que pertenecen a la creación material. Pablo dijo que todas las cosas, incluyendo las cosas materiales, fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo. Además, dijo que todas estas cosas se conservaban unidas en Cristo. Esto debió asestar un fuerte golpe a la filosofía gnóstica. Puesto que todas las cosas fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo y puesto que en Cristo todas ellas se conservan unidas, nosotros deberíamos tener un concepto positivo de ellas. Contrario a los gnósticos, no deberíamos considerarlas intrínsecamente malignas.
Cristo es el Primogénito de toda la creación con el fin de expresar a Dios. Hemos hecho notar que Cristo es la imagen de Dios. Dios es invisible. Pero si contemplamos la obra creadora de Dios, veremos que, lejos de ser maligna, la creación es la que expresa al Dios invisible. En la creación vemos la expresión del poder y la naturaleza de Dios. Leamos Romanos 1:20: “Porque las cosas invisibles de El, Su eterno poder y características divinas, se han visto con toda claridad desde la creación del mundo, siendo percibidas por medio de las cosas hechas”. Cristo es la imagen de Dios que se expresa en la creación. Si vemos esto, no tendremos una opinión pobre de la creación. Nos daremos cuenta de que todas las cosas materiales fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo, y para Cristo, y que todas se conservan unidas en Cristo con el propósito de que Dios sea expresado.
En esta epístola, Pablo parecía decir a los colosenses: “Cristo es todo-inclusivo. Debéis creer en Él, y no en vuestra filosofía. Según vuestra filosofía, las cosas materiales son malignas, pero según Cristo, todas estas cosas son buenas. No digáis que las cosas materiales son malignas y tenebrosas; más bien, debéis ver que Cristo es el Primogénito de todas las cosas creadas. Cuando miréis los cielos, esto os debe recordar de Cristo. Cuando contempléis la tierra, esto os debe llevar a pensar en Cristo. Incluso cuando os miráis a vosotros mismos, esto os debería hacer recordar de Cristo”. Cada aspecto de la creación fue creado en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo. Todas estas cosas aún se conservan unidas en Cristo para expresar a Dios. Esta expresión de Dios en la creación es Cristo como imagen de Dios.
Dios tiene dos creaciones: la vieja creación y la nueva creación. El versículo 18 se refiere a la nueva creación. Allí se nos dice que Cristo “es el principio, el Primogénito de entre los muertos”. Cristo es la Cabeza del Cuerpo, la iglesia, la cual es la nueva creación de Dios. Cristo no es solamente el Primogénito de la vieja creación, sino también el Primogénito de entre los muertos en la nueva creación. Tanto en la vieja creación como en la nueva creación, Cristo es el primero. Si la vieja creación es en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo, y si ella se conserva unida en Cristo, cuánto más esto se cumple en la nueva creación. Como nueva creación, nosotros, la iglesia, estamos en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo. Además, momento a momento, nosotros nos conservamos unidos en Cristo. ¿Está usted en la vieja creación o en la nueva creación? Exteriormente, nosotros somos la vieja creación, pero interiormente, somos la nueva creación.
Hemos visto que tanto en la vieja creación como en la nueva, Cristo es el Primogénito con el propósito de expresar a Dios. Después de que Pablo habla de las dos creaciones, él dice en 1:19: “Por cuanto agradó a toda la plenitud habitar en El”. En este versículo, la palabra plenitud equivale a la imagen mencionada en el versículo 15. Estas dos palabras son sinónimas. Cristo es la imagen de Dios y la plenitud de Dios, a fin de expresar a Dios. La imagen es la expresión, y la expresión es la plenitud. Esta expresión se logra por medio de la vieja creación y la nueva. Mediante estas dos creaciones, obtenemos la plenitud. Esta plenitud es la expresión, y la expresión es la imagen.
En realidad, los versículos del 15 al 19 forman parte de una frase extensa. Esta frase revela que el primero de los aspectos del Cristo todo-inclusivo es el hecho de que Él es la imagen del Dios invisible. Tanto en la vieja creación como en la nueva, Cristo es la plenitud de Dios, Su expresión.
Quizás nos preguntemos qué tiene que ver con nosotros esta revelación en la práctica. En 1:26 y 27 Pablo habla del misterio. Este misterio es la imagen, la plenitud, mencionada en los versículos anteriores. Conforme al versículo 27, el misterio entre los gentiles es Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. ¿Se han dado cuenta de que el Cristo que está en usted es la imagen del Dios invisible, la plenitud de Dios, el Primogénito de la creación y el Primogénito de entre los muertos? Este Cristo está en nosotros. En 1:28 y 29 vemos que Pablo trabajaba y luchaba para presentar perfecto en Cristo a todo hombre.
Hemos visto que el primero de los aspectos del Cristo todo-inclusivo es que Él es la imagen de Dios. Este Cristo está en nosotros; pero nosotros ahora necesitamos crecer hasta ser hombres maduros en Cristo. Este crecimiento es obstaculizado por la cultura. Lo que nos impide crecer en Cristo es nuestra cultura, la cual es sutil y se encuentra muy escondida en nosotros.
Todos tenemos un concepto distinto respecto de las cosas físicas de la creación. Aun tal concepto nos puede impedir disfrutar a Cristo y crecer en Él. Es crucial que nos demos cuenta de que podemos ver a Cristo en cada una de las cosas creadas. Debemos abandonar los conceptos que tenemos acerca de los cielos, la tierra y las cosas físicas; debemos ver que Cristo es el Primogénito de la vieja creación y el Primogénito de la nueva creación. Por consiguiente, debemos ver que Cristo es el todo, que Él es todo-inclusivo. Una vez que vemos que Cristo es el todo, debemos tomar conciencia de que este Cristo está en nosotros como nuestra esperanza de gloria. Lo que necesitamos hoy en día es crecer en Él hasta la madurez.
Todos los santos sostienen diferentes conceptos acerca del universo y de las cosas materiales. Si hermanos provenientes de diferentes culturas hablaran de manera abierta y detallada de estos conceptos, no cabe duda de que acabarían argumentando entre sí. Por lo general somos corteses y tratamos de no hacer nada que ofenda a otros. Pero si comenzáramos a hablar de nuestros conceptos acerca del mundo, nos daríamos cuenta de que seguimos viviendo conforme a nuestra filosofía. Los americanos viven conforme a la filosofía americana, y los chinos, conforme a la filosofía china. A pesar de estar en la vida de iglesia y en el recobro del Señor, permanecemos en nuestra cultura. En doctrina, tal vez declaremos que Cristo en nosotros es nuestra esperanza de gloria; pero en realidad, lo que nos llena interiormente no es Cristo, sino nuestra filosofía.
Si queremos tener una actitud correcta hacia las cosas físicas, debemos ver que los distintos aspectos de la obra creadora de Dios son la expresión de Dios por medio de Cristo. Los creyentes que tienen una formación judía podrían maravillarse de la belleza de la creación de Dios. Quizás usen las palabras del salmo 8 para proclamar que el nombre del Señor es excelente sobre toda la tierra. Sin embargo, mientras estos creyentes con este bagaje cultural aprecian la creación, aquellos que están bajo la influencia de una filosofía diferente pueden despreciarla. Tal vez piensen que el universo material es intrínsecamente maligno. Es posible que aquellos que tienen distintas filosofías se olviden de Cristo al tratar de convencerse unos a otros. A pesar de estar en la iglesia, no se aferran de Cristo de una manera práctica con respecto al universo, sino más bien de sus propios conceptos e ideas.
Lo que dice Pablo en el capítulo uno es crucial. Pablo dice que la porción de los santos es Cristo, quien es la imagen del Dios invisible. Esta imagen es el Primogénito de toda la creación. Tanto los griegos como los judíos están equivocados. La verdad es que los cielos, la tierra y todas las cosas materiales son la expresión de Dios por medio de Cristo. Además, la iglesia, la nueva creación de Dios, es también la expresión de Dios. En la iglesia estamos en Cristo, y existimos por medio de Cristo y para Cristo, y nos conservamos unidos en Cristo para ser la expresión de Dios en Cristo.
Yo puedo testificar que esto no es una simple doctrina sin ninguna relación práctica con nuestra vida cristiana cotidiana. Después de que yo había visto esta visión, cambió mi concepto con respecto a los cielos, la tierra, y todas las cosas físicas, aun respecto de la comida y el vestido. De ninguna manera predico el panteísmo; no obstante, conforme a la Biblia, enseño que todas las cosas físicas fueron creadas en Cristo, por medio de Cristo, y para Cristo. Esto se aplica mucho más a la iglesia como nueva creación de Dios. La iglesia fue creada en Cristo, por medio de Cristo y para Cristo, y la iglesia se conserva unida en Cristo, quien es la imagen de Dios. En la vida de iglesia y en el recobro del Señor, no deberíamos vivir conforme al pensamiento filosófico ni a las enseñanzas religiosas, sino conforme a Cristo. Cristo en nosotros es la esperanza de gloria, y ahora estamos creciendo en Él. Y seguiremos creciendo en Él hasta llegar a la madurez, cuando todo nuestro ser, especialmente nuestro ser interior, será saturado de Cristo.
Mientras contemplamos los cielos y la tierra, nuestro concepto de ellos debe estar relacionado con Cristo. Aun cuando miramos un escritorio, una casa, los alimentos o la ropa, deberíamos pensar en Cristo. Vemos a Cristo en todas partes y en todo. Por tanto, viviríamos a Cristo, y nada más. El Cristo por quien vivimos es todo-inclusivo. El primer aspecto del Cristo es que Él es la imagen, la plenitud, la expresión, de Dios en la vieja creación y en la nueva creación. Por lo tanto, nuestro concepto acerca del universo está totalmente relacionado con Cristo. Que procuremos conocer solo a Cristo y vivir conforme a Él.
Para describir debidamente a Cristo, debemos usar las expresiones que se hallan en el libro de Colosenses. Cristo es la porción de los santos, la imagen del Dios invisible, la plenitud de Dios. Él es también el Primogénito de la creación y el Primogénito de entre los muertos. Además, Él vive en nosotros como nuestra esperanza de gloria. Ahora debemos crecer en Él. Espero que todos podamos ver que el universo es la expresión de Dios por medio de Cristo. En todo el universo vemos a Cristo, la imagen del Dios invisible.