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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Deuteronomio»
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Mensaje 23

LA LEY ES PROCLAMADA NUEVAMENTE

(16)

  Lectura bíblica: Dt. 23:9-14, 17-18, 24-25; 24:5, 8-9; 25:17-19; 26:16-19

  En este mensaje, el último en cuanto a la proclamación que se hizo nuevamente de la ley, abarcaremos otros estatutos generales y ordenanzas.

R. Con respecto a mantener limpio el campamento

  Deuteronomio 23:9-14 habla de mantener limpio el campamento. Cuando los hijos de Israel salían como ejército contra sus enemigos, ellos debían guardarse de toda cosa mala, sobre todo de los desechos de sus cuerpos físicos (vs. 9-13). Jehová su Dios andaba en medio de su campamento para rescatarlos y para entregar a sus enemigos delante de ellos; por consiguiente, su campamento debía ser santo (v. 14). Esto indica que en la iglesia, el campamento donde Dios combate hoy en día, todo tiene que estar limpio.

  Un campamento es un grupo de personas que conforman un ejército para combatir. Si el campamento no está limpio y en orden, ¿cómo podrá combatir el ejército? Que el ejército pueda pelear o no depende de cómo los miembros del ejército cuidan del campamento. Un campamento limpio y ordenando es señal de un ejército fuerte y disciplinado. Como ejército de Dios hoy, debemos conservar limpio y en buen orden nuestro campamento. En esto consiste nuestro entrenamiento y nuestra disciplina, los cuales nos capacitan para combatir.

S. Con respecto a las rameras y los perros

  No debía haber prostituta de culto pagano entre las hijas de Israel, ni debía haber prostituto de culto pagano entre los hijos de Israel (v. 17). No debían traer la paga de una ramera ni el precio de un perro a la casa de Jehová por ningún voto, porque ambos eran abominación a Jehová (v. 18). Aquí el término perro se refiere a un prostituto o sodomita.

T. Con respecto a los productos alimenticios del vecino

  Cuando los hijos de Israel entraban en la viña de su prójimo, ellos podían comer uvas, mas no podían poner ninguna en su cesta (v. 24). Si ponían uvas en su cesta, eso mostraría que eran codiciosos. Asimismo, cuando entraban a la mies de su prójimo, podían arrancar espigas con su mano, mas no debían aplicar la hoz a la mies de su prójimo (v. 25). Aplicar la hoz también habría sido una señal de que eran codiciosos. Estos versículos indican que debemos atender a nuestra necesidad y no ser codiciosos. Debemos aprender a ser restringidos en toda clase de búsqueda.

U. Con respecto al varón recién casado

  En 24:5 se habla con respecto al varón recién casado. El hombre recién casado no debía salir con el ejército ni se le debía imponer ninguna otra obligación. Él debía estar libre en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó. La preocupación que se muestra aquí es muy humana.

  A Dios le agrada ver que un hombre y una mujer se unan en matrimonio con miras a reproducirse. El matrimonio tiene como finalidad la existencia del hombre y su reproducción. Por consiguiente, debemos honrar el matrimonio y no dañarlo. Dios nos anima a casarnos, y cualquier manera por la cual pudiéramos dañar el matrimonio es detestable para Él.

  A Dios le agrada ver que los jóvenes se unan en matrimonio, y le agrada aún más ver que se reproduzcan. Inmediatamente después que Dios creó al hombre, le mandó: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra” (Gn. 1:28), o sea, le mandó que llenara la tierra de seres humanos. Esto indica que debemos casarnos debidamente conforme al propósito de Dios y para el propósito de Dios. El propósito de Dios en el matrimonio consiste en usarnos para mantener en la tierra la existencia de la humanidad. Hasta el día de hoy, al final del siglo, Dios sigue necesitando más personas. Hay parejas que no desean tener hijos porque no quieren molestias. El que una pareja no tenga hijos no se conforma a lo que Dios ha establecido. Dios ha establecido que los seres humanos se casen y se reproduzcan.

  Dios también desea que seamos fructíferos en la vida de iglesia al predicar el evangelio a los pecadores para que sean salvos y regenerados. Si somos estériles espiritualmente, esto es una vergüenza a los ojos de Dios. Dios aborrece la esterilidad y la falta de fruto, pero le alegra ver que seamos productivos y fructíferos espiritualmente.

V. Con respecto a los casos de lepra

  En el caso de lepra, las personas debían tener cuidado de guardar diligentemente y hacer todo lo que los sacerdotes levitas les prescribían, según Dios les había mandado a los sacerdotes (Dt. 24:8). Los hijos de Israel debían acordarse de lo que hizo Jehová su Dios a Miriam en el camino, después que salieron de Egipto (v. 9). (Para los detalles acerca del caso de Miriam, véase el estudio-vida sobre Números 12).

W. No debían olvidarse de borrar la memoria de Amalec

  Los hijos de Israel debían acordarse de lo que les hizo Amalec en el camino cuando salían de Egipto, de cómo atacó la retaguardia, a todos los debilitados que iban detrás de ellos, cuando estaban cansados y agotados (Dt. 25:17-18). Amalec no temía a Dios y fue el mayor enemigo del pueblo de Dios, pues impidió que ellos tomaran el camino de Dios y atacó a los más jóvenes y débiles y a los que estaban cansados y que no podían seguir avanzando en el viaje. Por consiguiente, cuando Jehová Dios dio a los hijos de Israel reposo de todos sus enemigos y les dio la tierra que Él les había prometido por heredad, ellos debían borrar de debajo del cielo la memoria de Amalec; no debían olvidar esto (v. 19).

  Amalec tipifica nuestra carne. Nuestra carne es lo que más se opone al camino de Dios. Por consiguiente, la carne debe ser completamente eliminada. Éste es el significado espiritual del requisito de borrar la memoria de Amalec.

X. Palabras de conclusión de esta sección dirigidas a los hijos de Israel

  En 26:16-19 encontramos las palabras de conclusión de esta sección dirigidas a los hijos de Israel. Moisés empleó trece capítulos, los capítulos del 14 al 26, para abarcar la proclamación de la ley nuevamente, incluyendo cierto desarrollo. En aquel día —el día en que Moisés terminó de proclamar nuevamente la ley—, Jehová su Dios estaba mandando a los hijos de Israel que pusieran por obra esos estatutos y ordenanzas, y ellos debían guardarlos y ponerlos por obra con todo su corazón y con toda su alma (v. 16). En aquel día ellos declararon que Jehová era su Dios, y declararon también que andarían en Sus caminos, que guardarían Sus estatutos, Sus mandamientos y Sus ordenanzas, y que escucharían Su voz (v. 17). Aquella declaración fue de hecho un voto. Además, en aquel día Jehová les declaró que ellos eran pueblo Suyo, Su tesoro personal, como les había prometido, y les declaró que ellos debían guardar todos Sus mandamientos (v. 18). Aquí vemos que la condición para ser el tesoro personal de Dios es que el pueblo guarde todos Sus mandamientos. Dios también declaró que pondría muy por encima de todas las naciones a los hijos de Israel, para alabanza, renombre y honor, y que serían un pueblo santo a Jehová su Dios como Él había dicho (v. 19).

Y. Los principios rectores concernientes a nuestra conducta implícitos en esta sección

  En esta sección, en que se proclama nuevamente la ley, vemos implícitos cinco principios rectores concernientes a nuestra conducta: (1) con respecto a Dios, ser santificado y temerle; (2) con respecto a uno mismo, ser justo y puro; (3) con respecto a los demás, ser bondadoso y generoso; (4) con respecto a los animales, ser perdonador y compasivo; y (5) con respecto al diablo, rechazarlo y mantenerse apartado de él.

  Estos cinco principios gobiernan nuestro comportamiento en cinco direcciones: con respecto a Dios, con respecto a uno mismo, con respecto a los demás, con respecto a los animales y con respecto al diablo. Con respecto a Dios, siempre debemos mantenernos santificados y ser temerosos. Debemos temer a Dios y desear ser separados, santificados, para Él como pueblo santo. Con respecto a uno mismo, hay que ser justos y puros. Esto significa que debemos ser justos y estrictos, y no ser descuidados. Al mismo tiempo que somos estrictos con nosotros mismos, debemos ser bondadosos y generosos con los demás, siempre dispuestos a ceder. Con respecto a los animales, debemos ser perdonadores y compasivos. Si podemos compadecernos de los animales, podremos compadecernos, y nos compadeceremos, de las personas. Podemos tener la seguridad de que los que son bondadosos con los animales también lo serán con nosotros. Sin embargo, hay personas que odian a los animales y los maltratan. Cuando esas personas se encuentran con un perro o un gato, lo tratan muy mal. Yo siempre me mantengo alejado de esa clase de personas, porque me doy cuenta de que alguien que puede maltratar a los animales también es capaz de maltratar a las personas. Finalmente, con respecto al diablo debemos rechazarlo y apartarnos de él. Debemos rechazar al enemigo, a Satanás, y apartarnos de él. Yo creo que si ponemos en práctica estos principios por medio de la vida divina, llegaremos a ser personas diferentes.

Z. Todos los estatutos y las ordenanzas que fueron proclamados nuevamente declaran cuán fino, tierno, considerado y compasivo es el gran Dios de Israel

  Si comparamos Deuteronomio con Éxodo, Levítico y Números, veremos que la ley, los estatutos y las ordenanzas que Moisés proclamó nuevamente en Deuteronomio son los mismos, pero al proclamarlos nuevamente se incluyen algunas extensiones, adiciones y desarrollos. Todos los estatutos y ordenanzas que fueron proclamados nuevamente, incluyendo los nuevos desarrollos, declaran en detalle cuán fino, cuán tierno, cuán considerado y cuán compasivo es el gran Dios de Israel. Esto indica que el libro de Deuteronomio es muy particular en su revelación de lo que Dios es. El Dios manifestado en este libro no sólo es amoroso, misericordioso y generoso; Él también es muy fino, tierno, considerado y compasivo. Éste es nuestro Dios.

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