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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Deuteronomio»
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Mensaje 9

LA LEY ES PROCLAMADA NUEVAMENTE

(4)

  Lectura bíblica: Dt. 11:8-32

  En este mensaje consideraremos dos aspectos de los consejos y advertencias generales que se hallan en 11:8-32.

O. Los hijos de Israel recibirían bendiciones al guardar las palabras de consejo y advertencia dadas por Moisés

  En 11:8-25 vemos que si los hijos de Israel guardaban las palabras de consejo y advertencia dadas por Moisés, ellos recibirían ciertas bendiciones. Hoy en día, si guardamos Cristo, recibiremos bendiciones de parte de Dios.

1. Serían fortalecidos y entrarían a poseer la tierra prometida

  “Guardaréis, pues, todo el mandamiento que os ordeno hoy, para que seáis fuertes, y entréis y poseáis la tierra a la cual cruzáis para poseerla” (v. 8). Si los hijos de Israel guardaban los mandamientos, ellos recibirían la bendición de ser fortalecidos y de entrar a poseer la tierra prometida. Si hoy nosotros guardamos Cristo y nos asimos de Él, seremos fortalecidos y alentados para avanzar a fin de tomar posesión de Cristo. Usando las palabras de Pablo, seremos fortalecidos para “ganar a Cristo” (Fil. 3:8). Poseer a Cristo equivale a ganarlo. Cuanto más contacto tenemos con el Señor y cuanto más lo disfrutamos, más somos fortalecidos y animados para ir en pos de Él a fin de ganarlo.

2. Prolongarían sus días sobre la tierra prometida

  Si los hijos de Israel estaban dispuestos a guardar las palabras de Moisés, ellos prolongarían sus días sobre la tierra prometida, una tierra que fluye leche y miel, una tierra de la cual Dios cuida y sobre la cual están puestos Sus ojos desde el principio del año hasta el fin (Dt. 11:9-12). Para nosotros hoy en día la tierra prometida es Cristo, y nuestros días pueden ser prolongados no sobre Cristo, pero sí en Cristo y con Cristo.

  Deuteronomio 11:12 dice: “Tierra de la cual Jehová tu Dios cuida. Siempre están sobre ella los ojos de Jehová tu Dios desde el principio del año hasta el fin”. Literalmente, la palabra hebrea traducida “cuida” significa “busca” (esto es, con interés y atención). Este versículo no habla simplemente del afecto que Dios siente, sino de Su cuidado. Que los ojos de Dios estén puestos sobre nosotros significa que somos el objeto de Su cuidado. Dios pone Sus ojos sobre nosotros con el propósito de que nos asgamos de Cristo y lo disfrutemos.

  Primero Dios se prenda de nosotros (7:7), y luego Él pone Sus ojos sobre nosotros. Puesto que Sus ojos están siempre puestos sobre nosotros, desde el principio del año hasta el fin, podemos ver Sus ojos y así disfrutar Su presencia. ¡Cuán querida y preciosa es esta bendición!

3. Dios daría a su tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía

  La tercera bendición es la bendición de la lluvia, la bendición de la lluvia celestial que regaba todo lo que había en su entorno. Al respecto, los versículos 14 y 15 dicen: “Yo daré a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la temprana y la tardía, para que recojas tu grano, tu vino nuevo y tu aceite fresco. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás y te saciarás”. Debido a la lluvia, ellos tendrían cosecha de grano, vino nuevo y aceite fresco. Hoy en día, para los que creemos en Cristo, la lluvia es el Espíritu. Bajo la lluvia celestial del Espíritu, no estamos secos.

  Los versículos 16 y 17 contienen una advertencia: “Cuidaos, pues, no sea que vuestro corazón se deje engañar, y os apartéis y sirváis a otros dioses, y os inclinéis delante de ellos, y se encienda la ira de Jehová contra vosotros, y Él cierre los cielos, para que no haya lluvia, ni la tierra dé su fruto, y perezcáis pronto de la buena tierra que os da Jehová”. Si los hijos de Israel se apartaban volviéndose a otros dioses, ellos dejarían de estar bajo el cuidado de Dios, la ira de Dios se encendería contra ellos, les serían cerrados los cielos y no habría lluvia. Debemos aplicar esta advertencia a nosotros hoy en día. Debemos tener cuidado, no sea que nuestros corazones se dejen engañar y nos apartemos para ir en pos de otros dioses, tales como la educación, el éxito en los negocios o nuestras propias preferencias. Si nos apartamos de Dios y servimos a otros dioses, dejaremos de disfrutar la lluvia celestial.

4. Debían poner las palabras de Moisés en su corazón y en su alma

  Los hijos de Israel debían poner las palabras de Moisés en su corazón y en su alma, debían atarlas como señal en su mano, debían serles por frontales entre sus ojos, debían enseñarlas a sus hijos, hablar de ellas cuando se sentaran en su casa, cuando anduvieran por el camino, cuando se acostaran y cuando se levantaran, y debían escribirlas en los postes de su casa y en sus puertas (vs. 18-20). Ellos debían hacer estas cosas para que sus días y los días de sus hijos fuesen multiplicados en la tierra prometida, como los días de los cielos sobre la tierra (v. 21). Hoy nosotros debemos poner a Cristo en nuestro corazón y en nuestra alma. Debemos atar a Cristo en nuestra mano como señal o símbolo, es decir, debemos atar a Cristo a todo lo relacionado con nosotros y a todo lo que sea una expresión de nosotros. También debemos tener a Cristo por frontal entre nuestros ojos y enseñar Cristo a los demás, hablando de Cristo dondequiera que estemos. Esto significa que en todo tiempo y en todo lugar debemos estar ocupados con Cristo.

  La bendición contenida en estos versículos es la bendición de amar a Dios. La bendición contenida en los versículos del 14 al 17 es la bendición de la lluvia, la cual viene a nosotros de parte de Dios. La bendición contenida en los versículos del 18 al 21 es la bendición del amor que regresa a Dios de parte nuestra. Debemos amarlo a Él así como una mujer ama al hombre con el cual se ha comprometido. En Deuteronomio vemos que Dios “cortejó” a Su pueblo, amándolos y prendándose de ellos. Su pueblo debería amarle en reciprocidad. Hoy en día debemos amar al Señor al poner a Cristo como palabra en nuestro corazón y en nuestra alma, así como al atar esta palabra a todo lo relacionado con nosotros.

5. Jehová desposeería a todas estas naciones de delante de ellos, y ellos poseerían la tierra de las naciones

  En el versículo 22 Moisés habló de cuatro cosas: guardar los mandamientos ordenados por Moisés, amar a Jehová, andar en todos Sus caminos y asirse de Él. Hoy en día debemos guardar Cristo, amar a Dios, andar en Sus caminos y asirnos de Él. Debemos amar al Señor Jesús al grado de asirnos firmemente de Él.

  Moisés dijo además al pueblo que si guardaba los mandamientos, amaba a Dios, andaba en Sus caminos y se asía de Él, entonces “Jehová desposeerá a todas estas naciones de delante de vosotros, y desposeeréis a naciones más grandes y más poderosas que vosotros. Todo lugar que pise la planta de vuestro pie será vuestro; desde el desierto y el Líbano, desde el río, el río Éufrates, hasta el mar que está más lejos será vuestro territorio” (vs. 23-24). El nombre hebreo del Éufrates es Parat. El “mar que está más lejos” es el mar Mediterráneo. Según el versículo 24, la buena tierra debía extenderse desde el mar Mediterráneo hasta lo que hoy es Irak.

  Repasemos ahora las bendiciones mencionadas en 11:8-25. Estas bendiciones incluyen el ser fortalecidos y animados para poseer la tierra prometida, el que nuestros días sean prolongados en la tierra bajo el cuidado de Dios y en Su presencia, recibir la lluvia celestial, amar al Señor y asirnos de Él. Indudablemente es una bendición asirnos del Señor y andar en Sus caminos. La mayor de estas bendiciones es la bendición de tener la presencia de Dios.

P. Moisés pone delante de los hijos de Israel bendición y maldición, y les encarga que pongan la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal

  En los versículos del 26 al 28 Moisés dijo: “Mirad, pongo delante de vosotros hoy bendición y maldición: la bendición, si escucháis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno hoy; y la maldición, si no escucháis los mandamientos de Jehová vuestro Dios y os apartáis del camino que os ordeno hoy, para ir en pos de otros dioses que no habéis conocido”. El hecho de recibir bendición o maldición depende de si nosotros tomamos o no a Cristo. Si tomamos a Cristo, recibimos bendición. Si no tomamos a Cristo, recibimos la maldición.

  En el versículo 29 Moisés añade: “Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual entras para poseerla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim y la maldición sobre el monte Ebal”. El hecho de recibir la bendición o la maldición depende de cómo nos conduzcamos para con el Señor. Si tenemos a Cristo, recibiremos la bendición y estaremos en el monte Gerizim. Si no tenemos a Cristo, recibiremos la maldición y estaremos en el monte Ebal.

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