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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 35

DIOS ES GLORIFICADO EN LA IGLESIA Y EN CRISTO

  En este mensaje examinaremos Ef. 3:20-21, donde dice: “Ahora bien, a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros, a El sea gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén”. Estos versículos son una doxología, la alabanza más sublime que se haya descrito en las epístolas neotestamentarias. Dicha alabanza sólo pudo ofrecerse después de que la iglesia llegó a existir de manera práctica.

  Como mencionamos en el mensaje anterior, en el versículo 19 vemos que la iglesia es la plenitud de Dios. Esta plenitud es el resultado o fruto de las riquezas de Cristo que hemos experimentado. Después de que se produce la iglesia de esta manera, el apóstol Pablo emite una doxología en los versículos del 20 al 21, en la que atribuye gloria a Dios en la iglesia y en Cristo Jesús. Sólo hasta que se produce la iglesia como plenitud de Dios se puede manifestar la gloria de Dios.

EL CUMPLIMIENTO DE LO QUE DIOS DIJO EN CUANTO A LA IGLESIA

  A pesar de que la iglesia ha estado en la tierra por más de diecinueve siglos, todavía no ha llegado al punto de ser la plenitud de Dios. La definición más elevada de la iglesia es que ella es la plenitud de Dios. Debemos reconocer que nosotros todavía no hemos experimentado la iglesia como plenitud de Dios, como la expresión plena de Dios. No obstante, creemos que un día la iglesia llegará a ese nivel. El hecho de que el Señor nos ha revelado esto en cuanto a la iglesia, indica que El lo cumplirá. La palabra del Señor no volverá a El vacía (Is. 55:11). Todo lo que El dice, lo cumple. Por ejemplo, cuando Dios habló algo en Génesis 1, lo que dijo se cumplió. Por tanto, creemos que lo dicho por el Señor en cuanto a la iglesia como plenitud de Dios se cumplirá. Y no sólo creemos en esto, sino que también lo reclamamos y oramos conforme a ello. Debemos orar: “Señor, Tú dijiste que la iglesia es Tu plenitud; ahora debes cumplir lo que has dicho”. Cuando la iglesia llegue a ser la plenitud de Dios en la tierra , podremos proclamar juntamente con Pablo: “A El sea gloria en la iglesia y en Cristo Jesús”.

LA MANERA EN QUE DIOS ES GLORIFICADO EN LA IGLESIA

  Las palabras “a Aquel” del versículo 20 comunican la idea de que algo procedió inicialmente de Dios y que ahora vuelve a El. Pablo pide en su oración al Padre que fortalezca a los santos conforme a las riquezas de Su gloria. Esto implica que la gloria de Dios se forja en los santos. En la doxología, Pablo dijo: “a El sea gloria” (v. 21), lo cual implica que la gloria de Dios vuelve a El después de forjarse en los santos. Primero, la gloria de Dios se forja en nosotros; luego, regresa a Dios para glorificarlo. Vemos un ejemplo de esto en el caso de Isaac y Rebeca. Las riquezas de Isaac fueron dadas primero a Rebeca para embellecerla; luego, estas riquezas volvieron a Isaac con Rebeca para la glorificación de él (Gn. 24:47, 53, 61-67). El apóstol oró pidiendo que Dios fortaleciera a los santos conforme a Su gloria. Luego, la gloria de Dios, después de ser forjada en ellos, vuelve a El juntamente con los santos fortalecidos. Esta es la manera en que Dios es glorificado en la iglesia.

  En el versículo 16 vimos que Pablo pide que el Padre, conforme a las riquezas de Su gloria, nos fortalezca con poder en el hombre interior. Ser fortalecidos conforme a la gloria implica que la gloria de Dios se forja en nuestro ser. Esta es la única manera de ser fortalecidos conforme a la gloria de Dios. Supongamos que una persona físicamente débil es fortalecida conforme a otra que está fuerte. Esto significaría que la fuerza de la persona fuerte se forja en las fibras mismas de la débil. En el mismo principio, ser fortalecidos en el hombre interior conforme a la gloria del Padre, significa que Su gloria se forja en nuestro ser. Primero, la gloria llega a nosotros, y luego, regresa a Dios. Cuando la gloria entra en nuestro ser, somos llenos y fortalecidos; y cuando regresa a Dios, El es glorificado en la iglesia.

  La expresión griega traducida “ahora bien” en el versículo 20, significa “en vista del hecho de que” o “basándose en lo anterior”. En los versículos 20 y 21 Pablo parecía decir: “Ahora que la iglesia ha llegado a existir como plenitud de Dios, Dios puede ser glorificado en ella. Antes, era imposible que la gloria volviera a Dios; pero ahora es posible, porque la iglesia ha llegado a ser la plenitud de Dios de manera práctica”.

  Esta palabra griega puede traducirse “pero” o “ahora bien”. En cualquiera de los casos la palabra reviste mucha importancia. “Pero” sugiere que la gloria que llegó a nosotros y que se forjó en nuestro ser, vuelve a Dios junto con nosotros, mientras que las palabras “ahora bien” sugieren que, en vista de que la iglesia ha llegado a existir como plenitud de Dios, Dios puede ser glorificado en la iglesia en cualquier momento. Ambas expresiones son correctas.

  La iglesia es la gloria de Dios, la cual llega a nosotros juntamente con El y vuelve a El juntamente con nosotros. En tal iglesia se da un tráfico de doble sentido por medio del cual la gloria de Dios se forja en nuestro ser y Dios es glorificado en nosotros. A este tráfico hace alusión la frase “ahora bien”.

MUCHO MAS ABUNDANTEMENTE DE LO QUE PEDIMOS O PENSAMOS CON RESPECTO A LA IGLESIA

  En el versículo 20 Pablo habla de “Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos”. En el sentido estricto, las palabras “pedimos o pensamos” se refieren a las cosas espirituales relacionadas con la iglesia, y no a las cosas materiales. En cuanto a las cosas espirituales, no solamente debemos pedir, sino también pensar. Tal vez pensamos más de lo que pedimos. Dios no sólo cumple lo que pedimos por la iglesia, sino también lo que pensamos con respecto a ella, y El es poderoso para hacer mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros.

  El poder con el que Dios puede hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, como se revela en el versículo 20, difiere de Su poder creador. El versículo 20 no se refiere a la creación, sino a la iglesia. A menudo escucho a los santos citar el versículo 20 cuando testifican de que Dios los ha bendecido con cosas materiales. Citar este versículo con dicho propósito equivale a aplicarlo de una manera incorrecta. Pablo no se refiere a lo que Dios hace por nosotros externamente, sino a lo que El opera en nosotros internamente. El menciona en específico “el poder que actúa en nosotros”, refiriéndose al poder interior, el poder de resurrección que se menciona en Efesios 1:19 y 20.

  El poder creador de Dios produce las cosas materiales que están a nuestro alrededor (Ro. 8:28), mientras que Su poder de resurrección realiza en nuestro ser interior las cosas espirituales para la iglesia. Que Dios nos conceda un buen empleo no requiere que el poder de resurrección opere en nosotros. El hecho de que Dios sea poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos no está relacionado con lo que El hace en nuestro entorno, sino con la obra orgánica y metabólica que lleva a cabo dentro de nosotros. A veces, según nuestro entorno, Dios parece no hacer nada por nosotros. Quizás oramos para que nos den un ascenso en el trabajo, y en lugar de ello, nos despiden. Pero mientras estamos desempleados Dios opera en nosotros para que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones. Cuando todo lo que nos rodea es favorable, Cristo tiene muy pocas oportunidades de extenderse a nuestros corazones. Pero cuando somos puestos en situaciones difíciles, el Señor tiene más oportunidades de extenderse en nuestro ser. Desde nuestra perspectiva, creemos que es benéfico que nuestras circunstancias nos favorezcan; pero desde la perspectiva del Señor, tal vez sea mejor que nos encontremos en dificultades, pues es entonces cuando El tiene mayores oportunidades para obrar en nosotros.

  La acción de pedir y pensar mencionada en el versículo 20 debe aplicarse a la iglesia. Debemos pedir y pensar con respecto a ella, no acerca de cosas triviales relacionadas con nuestras circunstancias. Nuestras peticiones y pensamientos deben centrarse en la economía de Dios, la cual consiste en que El se imparte en nosotros a fin de producir la iglesia como expresión de Cristo. Cuando pedimos y pensamos lo que beneficia a la iglesia, Dios siempre hará todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pidamos o pensemos. Debemos pedir y pensar de manera que contribuya a que Cristo haga Su hogar en nuestros corazones y que la iglesia se llene hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Si pedimos y pensamos así, ciertamente estaremos en el espíritu, y todo lo que pidamos con respecto a la iglesia será contestado de una manera superabundante. ¡Cuánto debemos pedir y pensar acerca de la iglesia!

DIOS ES GLORIFICADO EN CRISTO

  El versículo 21 dice: “A El sea gloria en la iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones por los siglos de los siglos. Amén”. La gloria de Dios se forja en la iglesia, y El es expresado en ella. Así que, a Dios es la gloria en la iglesia, es decir, Dios es glorificado en la iglesia.

  Dios no sólo es glorificado en la iglesia, sino también en Cristo. Por consiguiente, la conjunción “y” se usa para dar énfasis a esto. En la iglesia, la esfera en la que Dios es glorificado es estrecha, se limita a la familia de la fe; mientras que en Cristo, la esfera es mucho más amplia, porque Cristo es la Cabeza de todas las familias de los cielos y de la tierra (1:22; 3:15). Así que, la glorificación de Dios en Cristo está en la esfera de todas las familias creadas por Dios, no solamente en la tierra, sino también en los cielos. La esfera de Cristo, además de ser más amplia que la de la iglesia, es un ámbito eterno, como lo indica la frase “en todas las generaciones por los siglos de los siglos”. Todas las generaciones y los siglos de los siglos constituyen la eternidad. Dios es glorificado en la iglesia principalmente en esta edad y es glorificado en Cristo por la eternidad.

  La iglesia es solamente una de las muchas familias que hay en el universo. Las demás familias comprenden la familia angélica, la familia humana y la familia de Israel. Según el versículo 15, Dios es el origen de la familia angélica en los cielos y de todas las familias humanas en la tierra; por supuesto, también lo es de la iglesia, que es la familia de los creyentes. Decir que Dios es glorificado en la iglesia significa que El es glorificado solamente en una de las muchas familias. Sin embargo, afirmar que Dios es glorificado en Cristo, implica que El es glorificado en Cristo como Cabeza de todas las cosas. Cristo es Cabeza de los ángeles, de la humanidad, de Israel y también de la iglesia. Si Dios fuese glorificado únicamente en la iglesia, Su glorificación no sería completa; por ello se requiere que El sea glorificado también en Cristo.

  Dios no sólo será glorificado en esta era, la era de la iglesia, sino también en la era venidera, la del reino, y por los siglos de los siglos, o sea, por la eternidad. No obstante, a fin de que Dios sea glorificado en todas las edades, desde la edad presente hasta la eternidad, Dios debe ser glorificado en la iglesia y también en Cristo.

LA IGLESIA ES LA PRIMERA EN GLORIFICAR A DIOS

  La iglesia, la familia de los creyentes, es la primera en dar gloria a Dios el Padre, al permitir que la gloria de Dios se forje en ella. Para que la gloria de Dios se forje en nosotros, necesitamos ser fortalecidos en el hombre interior conforme a las riquezas de la gloria de Dios. Entonces esta gloria llegará a nosotros, y, después de forjarse en nuestro ser, volverá a Dios juntamente con nosotros. Por medio de este tráfico de doble sentido, la iglesia es la primera en darle gloria a Dios. En todo el universo, nosotros los creyentes somos las primicias. Si tomamos la iniciativa en glorificar a Dios, todas las demás familias del cielo y de la tierra harán lo mismo y también le glorificarán.

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