Mensaje 45
En este mensaje llegamos a Ef. 4:15-16. El versículo 15 dice: “Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo”. El hecho de que Pablo comience este versículo con la palabra “sino” indica que la verdad del versículo 15 está en contraste con las artimañas de los hombres, la astucia y el sistema de error del versículo 14. Ser llevados por los vientos de enseñanza en las artimañas de los hombres con miras a un sistema de error es no asirse a la verdad.
Existen discrepancias entre los traductores de la Biblia con respecto a la traducción de la palabra griega que nosotros tradujimos: “asidos”. Algunos prefieren usar “Hablando”, y consideran que la verdad que se menciona en el versículo 15 es lo opuesto a la mentira. Por consiguiente, para ellos, hablar la verdad es lo contrario de mentir. Yo no diría que este entendimiento sea incorrecto, pero si examinamos este versículo de acuerdo a su contexto, veremos que su significado espiritual comprende mucho más que el simple hecho de hablar la verdad en lugar de mentir.
La palabra “verdad” denota lo que es verdadero. Según el contexto, se refiere a Cristo y Su Cuerpo. Ambos son entidades verdaderas. A ellas debemos asirnos en amor para poder crecer en Cristo.
Asirse a la verdad en amor es manejar la verdad en amor. La palabra verdad del versículo 15 denota aquello que es real. En el universo, lo único real, lo único verdadero, es Cristo y la iglesia, y la única manera de manejar esta verdad es hablar de ella. Esto significa que aunque evitemos la mentira, no necesariamente hablamos la verdad. Por ejemplo, es posible que algunos reportajes periodísticos no publiquen mentiras, pero tampoco son la verdad, la realidad; ellos más bien son vanidad. Todo lo que no sea Cristo y la iglesia es vanidad, es mentira. Si yo no tengo a Cristo, mi mismo ser es vanidad. Una persona puede ser muy rica y poseer abundantes bienes materiales, pero si no tiene a Cristo, todas esas riquezas no son más que vanidad. El libro de Eclesiastés declara que todo es vanidad (1:2). Fuera de Cristo y la iglesia, nada es verdad, nada es real. Para los que aman al Señor Jesús y se entregan a la vida de iglesia, la única realidad del universo es Cristo y la iglesia. Es posible que día tras días hablemos de muchas cosas, pero si no hablamos de Cristo y la iglesia, lo que estamos manejando es vanidad; no estamos tocando la verdad.
En lugar de dejarnos zarandear por todo viento de enseñanza, debemos tocar la verdad y abrazarla. Supongamos que alguien viene a promover una doctrina en particular, como por ejemplo la doctrina del lavamiento de los pies. Por muy cierta que sea esta doctrina, nos puede distraer de Cristo y de la vida de iglesia. Así que, algo tan bíblico como el lavamiento de los pies puede convertirse en una falsedad, en vanidad. Conozco a un hermano que fue distraído por eso y finalmente se volvió disidente. Esto indica que es posible hablar de doctrinas bíblicas sin tocar la verdad.
El capítulo cuatro de Efesios trata de la verdad. Primeramente define la verdad en cuanto a la unidad en dos aspectos: la unidad del Espíritu y la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios. Si deseamos sinceramente tocar la verdad y hablar de ella, debemos prestar atención a la unidad del Espíritu y a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios. Además, debemos centrar nuestra atención en Cristo, quien es el centro de la economía neotestamentaria de Dios. Esta economía hoy gira en torno a Cristo y Su Cuerpo. Sin embargo, muchos cristianos no le dan importancia ni a la Cabeza ni al Cuerpo; más bien, están interesados en enseñanzas secundarias. Pasar por alto al Cristo que es la Cabeza y a la iglesia que es el Cuerpo, y en su lugar hablar de asuntos secundarios, equivale a no tocar la verdad. Esto no es hablar de la verdad, sino hablar de vanidad.
Asirse a la verdad en amor significa tocar y abrazar a Cristo y la iglesia y sólo hablar de ello. Es posible que otros enseñen de manera diferente, dando énfasis a doctrinas y opiniones que distraen de Cristo y la iglesia, pero nosotros no debemos hablar así. Más bien, debemos hablar de aquellas cosas que nos pongan en contacto con Cristo y que nos edifiquen como Cuerpo de Cristo. Hablar así es tocar la verdad.
Según el versículo 14, los niños son sacudidos por las olas y zarandeados por los vientos de enseñanza. Indudablemente estas olas y estos vientos se refieren a las diferentes enseñanzas y prácticas. Aunque estas enseñanzas puedan ser bíblicas o fundamentales, no ministran Cristo a las personas, y su efecto es que nos distraen de Cristo y la iglesia. Tal vez otros sean sacudidos o zarandeados por tales enseñanzas, pero nosotros debemos asirnos a la verdad en amor, es decir, debemos asirnos a Cristo y la iglesia. Esto es lo que hablamos y ésta es nuestra comunión. De hecho, también debería ser el punto central de nuestra oración.
En el versículo 15 Pablo dice que debemos asirnos a la verdad en amor. Este es el amor de Cristo, el cual está en nosotros y por el cual amamos a Cristo y a los demás miembros de Su Cuerpo. Este amor no es el nuestro, sino el amor de Dios con el cual El nos amó primero. Ahora, con el mismo amor con que Dios nos amó, amamos al Señor y nos amamos unos a otros. Es en este amor que nos asimos a la verdad, o sea, a Cristo y Su Cuerpo.
Hablar de cosas que no son Cristo y la iglesia, es no conducirse en amor. Cuando hacemos esto, no sólo desperdiciamos el tiempo, sino que también introducimos elementos ajenos al Cuerpo. Si realmente nos amamos, nos ejercitaremos por asirnos a la verdad y hablar de Cristo y la iglesia. En vez de sucumbir ante la influencia de los vientos de enseñanza, nos asiremos a Cristo y la iglesia en amor.
Al asirnos a la verdad en amor, crecemos en Cristo, o sea hasta Su medida, en todo. Para dejar de ser niños (v. 14), necesitamos crecer en Cristo. Esto significa que Cristo aumenta en nosotros en todas las cosas hasta que seamos un hombre de plena madurez (v. 13). La palabra “Cabeza” del versículo 15 indica que nuestro crecimiento en vida por medio del aumento de Cristo en nosotros, debe ser el crecimiento de los miembros que están en el Cuerpo bajo la Cabeza.
El hecho de que crezcamos en Cristo al asirnos a la verdad en amor comprueba que asirse a la verdad es mucho más que dejar de mentir. ¿Cree usted que puede crecer en Cristo por el simple hecho de decir la verdad en vez de mentir? Esto no es lo que nos capacita para crecer en Cristo. Hay un buen número de incrédulos que son sinceros y no dicen mentiras, pero el hecho de que digan la verdad no los hace crecer en Cristo.
Crecer hasta la medida de la Cabeza significa que sólo nos interesa Cristo y la iglesia. Crecemos al centrarnos exclusivamente en Cristo y la iglesia, es decir, al tocar la verdad en amor. Nosotros no crecemos ejerciendo una especia de sinceridad relacionada con el comportamiento ético.
Este versículo dice que crecemos específicamente en Cristo, la Cabeza, en todo. Los versículos 13 y 14 muestran la necesidad de crecer. Si queremos ser un hombre de plena madurez necesitamos crecer. Del mismo modo, si queremos dejar de ser niños que son sacudidos y zarandeados por doquier, necesitamos crecer. Pero debemos crecer en Cristo, no en nosotros mismos o en algo que no sea Cristo.
Pablo dice claramente que debemos crecer hasta la medida de Aquel que es la Cabeza. Esto indica que el crecimiento se experimenta en el Cuerpo. Para crecer en la Cabeza, ciertamente debemos estar en el Cuerpo. Muchos cristianos parecen crecer espiritualmente; sin embargo, ese supuesto crecimiento no se produce en el Cuerpo. He conocido cristianos que a medida que han pasado por esa clase de crecimiento se han vuelto disidentes. Da la impresión que cuanto más crecen, más tienden a criticar. Cuando tienen relativamente poco crecimiento, no representan ningún problema en la vida de iglesia, pero una vez que crecen, se vuelven problemáticos. Esto indica que su crecimiento no se produce en la Cabeza. Sólo si se crece en la Cabeza, se crece en el Cuerpo.
Es muy significativo que Pablo no nos dice que crezcamos en el Salvador, en el Amo o en el Señor. El dice específicamente que tenemos que crecer en la Cabeza. Esto sólo se puede llevar a cabo en el Cuerpo. Si no permanecemos en el Cuerpo, aunque experimentemos algún crecimiento, ese crecimiento no se producirá en la Cabeza.
En el versículo 15 Pablo nos dice que debemos crecer en todo en Aquel que es la Cabeza. Posiblemente hemos crecido en algunos aspectos, pero no en otros. Según mi experiencia, el área en la que es más difícil crecer en Cristo, la Cabeza, es en lo que hablamos. En Salmos 141:3 dice: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios”. Puesto que es tan difícil controlar lo que hablamos, debemos adoptar esta oración. Sea usted joven o mayor, hermano o hermana, ésta es un área en la que urgentemente necesita crecer en Cristo, la Cabeza.
Si le presentamos al Señor este asunto de crecer en El en todo, veremos que hay muchas cosas pequeñas en las que todavía no hemos crecido hasta la medida de la Cabeza. ¡Cuánto necesitamos crecer en Cristo! Que la necesidad de crecer pueda tocar nuestro corazón y haga que nos volvamos de nuevo al Señor.
El versículo 16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Crecer en vida es crecer hasta la medida de la Cabeza, Cristo, y funcionar en el Cuerpo proviene de El. Primero crecemos hasta la medida de la Cabeza; luego, obtenemos algo que proviene de El.
El versículo 16 indica que la meta del crecimiento no es el individuo, sino el Cuerpo. Todo crecimiento que no beneficie al Cuerpo, no es genuino. Las palabras “cada miembro” se refieren a cada uno de los miembros del Cuerpo. Cada miembro del Cuerpo tiene su propia medida, que actúa para el crecimiento del Cuerpo. El Cuerpo produce el crecimiento de sí mismo mediante las coyunturas que suministran y de los miembros que funcionan. Tanto las coyunturas del suministro como cada miembro en su medida son necesarios para que la iglesia se edifique a sí misma. El crecimiento del Cuerpo es el aumento de Cristo en la iglesia. Esto da como resultado que el Cuerpo se edifique a sí mismo.
En este versículo Pablo habla de “todas las coyunturas del rico suministro”. Esto alude a las personas especialmente dotadas, tales como las que se mencionan en el versículo 11. El artículo que antecede a la palabra griega traducida “suministro” es enfático, lo cual indica que el rico suministro debe ser un suministro particular, el suministro de Cristo. Como miembros que presiden, los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros tienen un suministro particular. Sí, todos podemos ser los enviados de hoy; sin embargo, entre los santos hay algunos que tienen un suministro especial. Este suministro no es común a todos los creyentes.
Una vez más vemos el principio de que toda verdad bíblica tiene dos aspectos. Es correcto decir que todos los santos pueden llevar a cabo la obra de los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros; sin embargo, no todos tienen el suministro particular del que se habla en este versículo. En el Cuerpo, los que presiden son coyunturas que tienen un suministro particular.
Si leemos detenidamente el versículo 16 veremos que el Cuerpo mismo causa Su propio crecimiento. Esto quiere decir que el Cuerpo crece por sí solo; el Cuerpo genera el crecimiento del Cuerpo. No es incorrecto que las iglesias inviten a ciertas personas a ministrarles la Palabra. Sin embargo, una iglesia local no se edifica de esta manera. Ella debe crecer por sí misma. Por ejemplo, es la iglesia en Anaheim la que causa el crecimiento de la iglesia en Anaheim. Incluso una pequeña iglesia local debe crecer por sí misma. Si no pueden fomentar el propio crecimiento de la iglesia en su localidad, no deberían estar allí como la iglesia. No esperen que la visita de aquellos hermanos que tienen parte en el ministerio de la Palabra producirán el crecimiento de la iglesia en su localidad.
El versículo 16 habla del crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor. Esto indica que una iglesia local debe edificarse a sí misma en amor por medio de todas las coyunturas del rico suministro y por la operación de cada miembro en su medida. Los que tienen un suministro particular no sólo están en el Cuerpo, como un todo, sino también en las iglesias locales, las cuales son la expresión práctica del único Cuerpo. Aunque el número de santos en una iglesia sea muy pequeño, tal vez quince, de todas maneras allí habrá algunos que poseen un suministro particular. Esto debe animar a cada iglesia local. Mediante el suministro particular de los que llevan la delantera, y por la función de cada miembro, la iglesia causará el crecimiento de sí misma en amor. De esta manera podrá verse el crecimiento de los miembros para la edificación del Cuerpo de Cristo.