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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 5

LA ALABANZA DE LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS

  Este mensaje tratará de la alabanza de la gloria de la gracia de Dios (1:6). Tal vez el tema nos parezca sencillo, pero de hecho es bastante complejo. Quizás nos parezcan conocidas las palabras “alabanza”, “gloria” y “gracia”, pero si somos francos, admitiremos que no conocemos adecuadamente su significado.

  Efesios 1:6 dice: “Para alabanza de la gloria de Su gracia, con la cual nos agració en el Amado”. Este versículo no está desligado de los demás; más bien, es producto del versículo precedente, que dice que fuimos predestinados para filiación. Esto significa que la alabanza de la gloria de la gracia de Dios es el resultado, el producto, de la filiación. Por consiguiente, para entender la alabanza del versículo 6, es necesario conocer la filiación del versículo 5. Si no conocemos el contenido de la filiación, tal vez entenderemos el versículo 6 de una manera natural.

I. LA GRACIA DE DIOS ES LO QUE DIOS ES, DADO A NOSOTROS COMO NUESTRO DISFRUTE

  ¿Qué es la gracia de Dios? Es muy difícil definirla. Por muchos años me ha dejado perplejo este tema, y hasta el día de hoy lo sigo estudiando. Según el Nuevo Testamento, la gracia alude a lo que Dios es, dado a nosotros como nuestro disfrute (Jn. 1:16-17; 2 Co. 12:9; 1 Co. 15:10). Juan 1:17 dice que la ley fue dada por medio de Moisés, pero que la gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo. En 1 Corintios 15:10 Pablo afirma que él laboró más que los demás apóstoles, pero que no fue él, sino la gracia de Dios con él. Gálatas 2:20, un versículo análogo a 1 Corintios 15:10, dice: “Ya no yo, mas ... Cristo”. En 1 Corintios 15:10 se dice: “No yo, sino la gracia de Dios”. Esto indica que la gracia es Cristo mismo. El Nuevo Testamento contiene otros pasajes que hacen resaltar la gracia. Por ejemplo, 2 Corintios 13:14 declara: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Además, Pablo inicia todas sus epístolas haciendo referencia a la gracia; y asimismo las concluye. Gálatas 6:18 declara: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu, hermanos”. En 2 Timoteo 4:22 dice: “El Señor esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros”. En este versículo, Cristo y la gracia se mencionan de manera paralela. El hecho de que el Señor Jesucristo esté con nuestro espíritu equivale a que la gracia esté con nuestro espíritu. Esto indica que la gracia es prácticamente igual a Cristo mismo. Cuando tenemos a Cristo, tenemos la gracia. Cuando Cristo vino, vino la gracia. Por esta razón Juan 1:17 declara que la gracia vino por medio de Jesucristo, indicando que la gracia es en cierto modo una persona; está personificada. Dios mismo es la personificación de la gracia.

  Aunque esto pueda parecernos extraño, es un hecho. Si penetramos en el espíritu del Nuevo Testamento con respecto a la gracia, nos daremos cuenta de que la gracia es algo personificado. Cuando Pablo dijo: “No yo, sino la gracia de Dios conmigo”, para él la gracia era una persona viva. En la experiencia de Pablo, una persona llegó a ser la misma gracia con la cual él trabajó. Por lo tanto, la gracia es realmente el propio Dios; es lo que Dios es, dado a nosotros como nuestro disfrute. Cuando disfrutamos a Dios, eso es gracia. La gracia es el propio Dios en Su Hijo Jesucristo, dado a nosotros como nuestra porción para que disfrutemos de todo lo que El es.

  Dios es amor. Si no lo disfrutamos como amor, no obtenemos la gracia. Pero si lo disfrutamos como amor, tenemos la gracia. Quisiera repetir que la gracia es lo que Dios es para nosotros como nuestra porción para que lo disfrutemos. No sólo debemos cantar de la misericordia de Dios, la cual perdura para siempre, sino también de Su gracia. Debemos componer algunos cánticos que hablen de que Dios es gracia para nosotros, cantos que expresen lo que El es para nuestro disfrute. Si alabamos a Dios solamente por Su misericordia, permanecemos en un nivel elemental. Debemos avanzar de la misericordia de Dios a Su gracia. La gracia es el resultado de la misericordia, así como la escuela secundaria es la continuación de la primaria. Después de la escuela primaria debemos avanzar a la escuela secundaria. Debemos avanzar y no quedarnos en la primaria por mucho tiempo. Muchos de los cristianos de hoy permanecen en los niveles elementales, pese a que hayan sido cristianos por muchos años. Pasemos a los niveles superiores y alabemos a Dios por Su gracia.

II. LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS ES DIOS EXPRESADO EN SU GRACIA

  Ahora veamos qué es la gloria de la gracia de Dios. Tal vez usted haya leído el libro de Efesios muchas veces sin haber notado la frase “la gloria de Su gracia”. Hebreos 1:3 declara que Cristo, el Hijo de Dios, es el resplandor de la gloria de Dios. Dios tiene una gloria, y el Hijo es el resplandor, el brillo de esta gloria. Si uno estudia con detenimiento el tema de la gloria en la Biblia, se dará cuenta de que la gloria es Dios expresado. Siempre que Dios se manifiesta, eso es gloria. Podemos usar la electricidad como ejemplo. La electricidad está oculta a nuestra vista, pero cuando se expresa en forma de luz, esa luz es la gloria de la electricidad. Del mismo modo, cuando Dios está escondido, no podemos ver Su gloria, pero cuando El se expresa, Su gloria se hace visible. Por consiguiente, la gloria es Dios expresado. Tan pronto se erigió el tabernáculo, éste se llenó de la gloria de Dios (Ex. 40:34). Dicha gloria era la expresión de Dios. Según este principio, el Hijo de Dios vino como resplandor de la gloria de Dios, lo cual significa que El es la expresión de Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás, pero hemos visto la gloria del Hijo unigénito.

  La gloria de la gracia de Dios significa que la gracia de Dios, la cual es El mismo como nuestro disfrute, lo expresa a El. Dios es expresado en Su gracia, y El nos predestinó para alabanza de tal expresión. Cuando recibimos la gracia y disfrutamos a Dios, experimentamos una sensación de gloria, aunque muchas veces no encontramos las palabras para expresar lo que sentimos. En algunas ocasiones, después de una excelente reunión, estamos llenos de gracia y decimos: “¡Eso fue glorioso!” Esto es Dios expresado en Su gracia.

  Cuando comprendamos que fuimos escogidos para ser santos, que fuimos predestinados para filiación, que poseemos el Espíritu del Hijo, la vida del Hijo y Su posición, que seremos hechos conformes a Su imagen, que participaremos de la plena filiación, la redención de nuestro cuerpo, y que heredaremos la plenitud de dicha filiación, exclamaremos: “¡Qué glorioso!” Debemos meditar sobre los siguientes seis temas con mucha oración: el Espíritu, la vida y la posición del Hijo, la imagen del Hijo, la culminación de la filiación y la herencia de ésta. Si lo hacemos, estaremos en la gloria y alabaremos a Dios por la filiación.

III. LA ALABANZA DE LA GLORIA DE LA GRACIA DE DIOS SE REFIERE A LA SUBLIME ALABANZA QUE SE LE RINDE AL DIOS QUE SE EXPRESA EN SU GRACIA

  Ya vimos que la gracia es Dios mismo dado a nosotros como nuestro disfrute, que la gloria es Dios manifestado, y que la gloria de la gracia de Dios es Dios expresado en el disfrute que tenemos de El. Ahora debemos enfocarnos en el aspecto más difícil de este mensaje, a saber, el significado de la palabra “alabanza”, según se usa en el versículo 6. ¿Qué es la alabanza de la gloria de la gracia de Dios? ¿Ha alabado usted alguna vez a Dios por la filiación? Nosotros, los hijos de Dios, no alabamos mucho a Dios; por lo general sólo le damos gracias. Cuando decimos: “Alabado sea el Señor”, a menudo queremos decir: “Gracias al Señor”. Dar gracias a Dios significa que hemos recibido cierto beneficio y que le damos gracias por ello. Pero cuando alabamos a Dios, lo alabamos principalmente por lo que El es o por lo que hace, independientemente de que hayamos recibido algún beneficio de parte Suya. Cuando alabemos a Dios, debemos olvidarnos de nosotros mismos y no centrarnos en nuestra persona. Cuando verdaderamente alabamos a Dios, tenemos la sensación de que no existimos; lo vemos sólo a El; nos centramos en lo que El es y lo que hace; y por ende, lo alabamos y hablamos bien de El. Exagerando un poco, ¿alabaría usted a Dios si le enviara al infierno? Si de verdad conociéramos a Dios, podríamos decir: “Dios mío, aunque me enviaras al infierno, te seguiría alabando, porque Tú eres Dios”. ¡Cuán necesario es que aprendamos a alabarlo!

IV. DIOS NOS PREDESTINO PARA FILIACION CON EL FIN DE QUE SEAMOS LA ALABANZA DE SU EXPRESION EN SU GRACIA

  Dios nos predestinó para filiación con el fin de que seamos la alabanza de Su expresión en Su gracia. Es probable que los ángeles sean los primeros en alabar a Dios por esto. Cuando ellos alaben a Dios por nuestra filiación, los demonios tal vez quedarán pasmados y dirán: “Esos pecadores que usurpamos han llegado a ser los hijos de Dios”. Los ángeles no serán los únicos que alabarán a Dios por nuestra filiación; lo alabarán también todas las cosas positivas del universo. Esto ocurrirá en la manifestación de los hijos de Dios (Ro. 8:19). Actualmente la creación gime bajo la esclavitud, aguardando la manifestación de los hijos de Dios. Cuando eso suceda, todo el universo alabará a Dios. Así, Efesios 1:6 se cumplirá cuando se cumpla Romanos 8:19. Para ese tiempo, todas las cosas positivas del universo alabarán a Dios porque la gloria de Su gracia será vista en la revelación de Sus hijos. Nosotros los hijos de Dios quizás nos sorprenderemos por las alabanzas que los ángeles ofrecerán a Dios, pues ellos lo alabarán por causa de nuestra filiación. Esta es la alabanza de la gloria de la gracia de Dios.

  La filiación reviste mucha importancia. Según Romanos 8, toda la creación aguarda la revelación de los hijos de Dios. La libertad de la esclavitud de corrupción que experimentará la creación depende de que nosotros seamos revelados. Quisiera repetir que cuando esto ocurra, se cumplirá Efesios 1:6.

V. SER AGRACIADOS POR DIOS SIGNIFICA QUE EL NOS COLOCA EN UNA POSICION DE GRACIA Y NOS HACE EL OBJETO DE SU FAVOR

  Efesios 1:6 dice que Dios “nos agració”. La palabra “agraciar” es una expresión poco común. Ser agraciados por Dios significa que El nos ubica en una posición de gracia, con la intención de que seamos el objeto de Su gracia, de Su favor, es decir, para que disfrutemos de todo lo que Dios es para con nosotros. A fin de gozar de cualquier cosa, uno debe estar en la posición correcta. Así que, Dios nos puso en Su gracia. Al habernos colocado en Su gracia, El nos hace el objeto de ella. Nosotros ahora, en la posición de gracia y como objetos de la misma, somos plenamente aceptados por Dios. Puesto que estamos en una posición de gracia y somos el objeto de ésta, Dios se agrada de nosotros, somos Su deleite, y nosotros estamos felices con El. Finalmente, experimentamos un disfrute mutuo: nosotros lo disfrutamos a El, y El nos disfruta a nosotros. El, en la gracia, es nuestro gozo y satisfacción, y nosotros somos el gozo y satisfacción de El. Todo esto está implícito en la expresión “nos agració”.

  Hoy no estamos simplemente bajo la misericordia de Dios, sino que también somos el objeto de Su gracia en la posición de gracia. Mientras lo disfrutamos a El, nos convertimos en Su deleite. Por lo tanto, tenemos un deleite mutuo, un disfrute mutuo, una satisfacción mutua. Ya no debemos considerarnos pecadores, porque ya no estamos ligados a la tierra ni al tiempo; antes bien, estamos en los lugares celestiales y en la eternidad. Ya no estamos en nuestra condición, sino en el deseo del corazón de Dios. Esto es lo que significa cuando decimos que Dios nos haya agraciado. Por consiguiente, no debemos ver nuestra condición, sino levantar nuestra mirada a los lugares celestiales y a la eternidad. En vez de hablar tanto de nosotros mismos y pensar sólo en nosotros, debemos hablar de la gracia de Dios y meditar en que El nos agració.

VI. AGRACIADOS EN EL AMADO

  Por último, 1:6 dice que Dios nos agració en el Amado. En este versículo, Pablo no dice: “en Cristo”, ni “en El”, sino “en el Amado”. El Amado es el Hijo amado de Dios, en quien El se complace (Mt. 3:17; 17:5). Ya hemos visto que el hecho de que Dios nos agracie significa que nos hace el objeto de Su deleite. Esto es todo un placer para Dios. En Cristo Dios nos bendijo con toda bendición, y en el Amado nos agració y fuimos hechos el objeto de Su favor y de Su complacencia. Por ser tal objeto, disfrutamos a Dios, y Dios nos disfruta a nosotros en Su gracia y en Su Amado, en quien se deleita. En el Amado de Dios, nosotros también llegamos a ser Su deleite.

  Dios se deleita en el Amado, y se deleite también en nosotros. La expresión “en el Amado” alude al deleite, satisfacción y disfrute pleno que Dios el Padre halla en nosotros por habernos hecho el objeto de Su gracia y de Su complacencia. En este sentido, debemos tenernos en alta estima y aprecio porque somos el objeto del deleite de Dios. Deberíamos decir: “Dios se deleita en mí; por eso, me aprecio mucho. Incluso me tengo en alta estima, pues fui colocado en la gracia de Dios y hecho objeto de la misma”. Debemos tener tal visión acerca de nosotros mismos, no basados en nuestra condición natural, sino conforme al hecho de que fuimos escogidos, predestinados, regenerados y agraciados. Dios se complace en nosotros, pero no por lo que somos en nosotros mismos, sino por lo que somos en Su Amado.

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