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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Efesios»
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Mensaje 59

DIOS DESEA UNA IGLESIA GLORIOSA

  Ya vimos que la intención de Dios conforme a Su economía es tener una iglesia gloriosa. Hablando con propiedad, Dios no busca una iglesia espiritual, una iglesia celestial ni siquiera una iglesia victoriosa; El desea una iglesia de gloria. La gloria es la expresión de Dios, y difiere totalmente de la moralidad y la conducta humanas. Cuando Dios llenó el tabernáculo y el templo, El los llenó de Su gloria, la cual es la manifestación misma de Dios. La iglesia debe caracterizarse por su gloria, y por nada más, ni siquiera por su espiritualidad. A mí no me agrada mucho que se hable de una “iglesia espiritual”. La única manera en que Dios obtiene una iglesia gloriosa consiste en que Cristo la santifique, la purifique y la sustente y la cuide con ternura. A medida que experimentamos estas cosas de una manera personal y práctica, la iglesia llega a ser gloriosa.

  La Biblia no habla de una iglesia espiritual; en Efesios 5 Pablo habla de una iglesia gloriosa. Unos de los libros escritos por el hermano Nee se titula La iglesia gloriosa. La meta de muchos cristianos es tener una “iglesia espiritual”. No obstante, en lugar de buscar la espiritualidad, debemos procurar ser llenos de la gloria de Dios para que Cristo tenga una iglesia gloriosa.

LA META DE DIOS

  Las enseñanzas religiosas han impedido que muchos conozcan el deseo de Dios de tener una iglesia gloriosa. Aunque en cierto sentido esas enseñanzas han ayudado a algunos creyentes, al mismo tiempo les han estorbado. Las enseñanzas religiosas pueden impedir que los santos reciban la revelación en cuanto a la iglesia gloriosa que Dios desea, e incluso pueden incitarlos a ir en pos de cosas tales como la espiritualidad, los dones y la victoria. La intención de Dios no es simplemente obtener una iglesia espiritual, victoriosa y celestial; El desea una iglesia gloriosa. No aspiremos a ser como ángeles, pues ellos, aunque fueran espirituales, celestiales y victoriosos, no llevan la gloria de Dios, y por tanto, no son gloriosos. ¡Pero alabado sea el Señor que los que creemos en Cristo portamos la gloria de Dios! La religión rebaja a las personas al nivel de los ángeles. Muchos cristianos, afectados por conceptos religiosos, envidian a los ángeles. Si vemos la economía de Dios, rechazaremos tal influencia y desearemos ser llenos de la gloria de Dios a fin de que El cumpla Su meta.

NO VICTORIOSOS, SINO GLORIOSOS

  Es posible ser victoriosos sin ser gloriosos. Por ejemplo, puede ser que un hermano se siente satisfecho por haber vencido su mal genio. Por muchos años intentó vencerlo, hasta que finalmente obtuvo la victoria. Sin embargo, es posible que en esa victoria no haya gloria. La economía de Dios no consiste en que venzamos tales cosas como nuestro mal genio, sino en que tomemos a Cristo como nuestra vida y persona y le permitamos vivir en nosotros. Como resultado de esto expresaremos a Dios, quien es la gloria misma. Podemos ser victoriosos por nosotros mismos, pero para ser gloriosos es necesario que Cristo sea nuestra vida y nuestra persona.

LO ENGAÑOSO DE LA RELIGION

  En cierto sentido la religión es un engaño; al mismo tiempo que nos ayuda, nos engaña. Esto se debe a que ella es parte verdad y parte falsa. Esta mezcla de lo verdadero y lo falso es una forma sutil de engaño. Por ejemplo, es bastante sencillo predicarle el evangelio a una persona pagana y conducirla al Señor; pero es muy difícil traer al Señor a alguien que tiene un trasfondo católico, pues la persona ha sido engañada por las verdades parciales del sistema religioso. Por un lado, las enseñanzas religiosas que recibimos en el pasado nos han ayudado, pero, por otro, estas mismas enseñanzas han velado nuestro entendimiento con respecto a la economía de Dios. Por consiguiente, tenemos que descartar esas enseñanzas y esos conceptos religiosos y volver a la verdad completa que se halla en la Palabra pura de Dios.

DIOS EXPRESADO POR MEDIO DEL HOMBRE

  Conforme a la verdad de la Palabra, Dios no desea tener un grupo de personas espirituales; El ya tiene miríadas de ángeles. Su meta es obtener un pueblo glorioso que sea Su expresión. En medio de esta era oscura y maligna, Dios desea tener en la tierra un pueblo lleno de Su gloria. Si el salón de reuniones estuviera lleno de ángeles, tal vez pensaríamos que la condición de la iglesia es gloriosa. Posiblemente nos maravillaríamos al ver esos seres espirituales, celestiales y victoriosos. Sin embargo, esa situación no sería una verdadera manifestación de la gloria de Dios. Dios no se expresa por medio de ángeles, sino mediante el hombre. Aunque somos hombres que están en la carne, podemos tomar a Cristo como nuestra vida y persona. Si lo hacemos, serán los ángeles quienes se maravillen de la gloria que vean en nosotros, y quizás hasta exclamen: “¡Mirad a esta gente; está llena de la gloria de Dios!”

  ¿Todavía deseamos una iglesia espiritual, celestial y victoriosa? Si conocemos la economía de Dios, desearemos más bien una iglesia gloriosa. Debemos atrevernos a decirles a los ángeles: “Angeles, no envidiamos ni la espiritualidad, ni la victoria ni la naturaleza celestiales de ustedes, pues tenemos a Cristo en nosotros como nuestra vida y como nuestra persona, y estamos siendo llenos de Su gloria. Angeles, ¿tienen ustedes a Cristo como su vida y su persona? Gabriel pudo anunciar el nacimiento de Cristo, pero no tiene el privilegio de tomar a Cristo como su vida ni como su persona. Angeles, queremos decirles que Cristo mora en nosotros, y que aunque ustedes puedan ser espirituales, celestiales y victoriosos, nosotros somos gloriosos”.

  Aunque el versículo 27 de Efesios 5 ha estado en el Nuevo Testamento por siglos, se ha pasado por alto en lo que a la experiencia de los creyentes se refiere. Por tanto, hoy el Señor está en el proceso de recobrar la iglesia gloriosa. Leamos este versículo de nuevo: “A fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin defecto”. Cristo nos está santificando, purificando, sustentando y cuidando con ternura para que seamos una iglesia gloriosa. Su objetivo al llevar a cabo todo esto no es simplemente para que seamos espirituales, celestiales y victoriosos.

UN HOMBRE CORPORATIVO

  La iglesia gloriosa es un hombre corporativo. Esto significa que cada parte de este hombre corporativo es gloriosa. ¿Forma usted parte de este hombre glorioso en la práctica? En otras palabras, ¿está usted siendo lleno de gloria? Es posible que aun después de leer estos mensajes, todavía nos ocupe la idea de ser victoriosos y nos esforcemos por vencer nuestro mal genio o alguna otra dificultad. Tal vez aún sintamos aprecio por aquellas personas que enseñan sobre el camino que conduce a la victoria. ¡Qué el Señor nos atraiga con Su deseo de tener un pueblo glorioso y resplandeciente! La meta de Su economía es obtener una iglesia que irradie Su gloria.

CRISTO VIENE DESDE NUESTRO INTERIOR

  Según el concepto que muchos creyentes tienen acerca de la glorificación, Cristo descenderá repentinamente desde los cielos y nos llevará a una esfera de gloria. Y mientras eso sucede, se supone que simplemente debemos esperar hasta que el Señor Jesús venga a glorificarnos. Sin embargo, como mencionamos en el mensaje cincuenta y siete, Cristo vendrá desde nuestro interior. Estoy consciente de que algunos versículos del Nuevo Testamento indican que Cristo vendrá objetivamente, desde los cielos; no obstante, otros indican que El aparecerá desde nuestro interior y nos glorificará de manera subjetiva.

EL EVANGELIO DE LA GLORIA DE CRISTO

  Muchos versículos del Nuevo Testamento muestran que la gloria se experimenta de manera subjetiva. En 2 Corintios 4:4 dice: “En los cuales el dios de este siglo cegó las mentes de los incrédulos, para que no les resplandezca la iluminación del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. En este versículo Pablo no habla del evangelio del perdón ni del de la justificación por fe; él habla del evangelio de la gloria de Cristo. Nuestro evangelio no es simplemente un evangelio de redención, perdón y regeneración; también es el evangelio de la gloria de Cristo.

  Este evangelio es lo único que tiene la capacidad de resplandecer en nosotros. Primero, resplandece en nuestro interior, y luego, irradia desde ahí. Cuanto más resplandece la gloria en nosotros, más penetra en nuestro ser y lo satura. Finalmente, la gloria interior consumirá, absorberá, todo nuestro ser interior, y entonces la luz del evangelio de la gloria de Cristo resplandecerá por medio de nosotros. Este resplandor no se produce por medio de enseñanzas, sino únicamente experimentando a Cristo, quien es la gloria y manifestación de Dios. ¡Aleluya que Cristo, por medio de Su resplandor, se infundió en lo profundo de nuestro ser y ahora resplandece en nosotros! El día viene cuando El resplandecerá en todo nuestro ser. Así que, la luz de la gloria de Dios brillará, no de una manera externa, sino desde nuestro interior. Cuanto más brilla Cristo, más somos llenos de Su gloria.

CENTRARNOS EN EL RESPLANDOR INTERIOR DEL SEÑOR

  Cuando nos encontremos en una situación difícil, no necesitamos esforzarnos por ser victoriosos. Olvidémonos de tratar de ser victoriosos y démosle toda nuestra atención al resplandor interior del Cristo que es la gloria en nosotros. Aprendamos a decir: “¡Aleluya, Cristo está brillando en mí y por medio de mí! ¡El es mi vida y mi persona! ¡Cuán dulce y placentero es Su resplandor!” Al centrarnos en el resplandor interior del Señor, espontáneamente seremos victoriosos sin ningún esfuerzo deliberado.

  La meta de la economía de Dios consiste en que todos irradiemos Su gloria. Mientras estamos bajo el resplandor del Señor, disfrutamos de la dulzura que resulta de que Cristo viva en nosotros como nuestra vida y nuestra persona. Esto no se produce por medio de enseñanzas, sino al saturarnos Cristo consigo mismo, conforme a la economía de Dios. Los santos que toman la senda de la economía de Dios son personas edificadas con la gloria de Dios.

LA FAZ DE JESUS

  En 2 Corintios 4:6, Pablo también habla de la gloria: “Porque el mismo Dios que dijo: De las tinieblas resplandecerá la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”. La palabra “ faz” se refiere al semblante del Señor, a Su presencia. ¡Cuánto necesitamos tener la presencia del Señor en nuestro interior! Su presencia es la gloria de Dios, ya que ésta se encuentra en la faz de Cristo. Si nuestro Cristo sólo estuviera en los cielos, no tendríamos el resplandor de Su faz dentro de nosotros ni experimentaríamos Su gloria, la cual mora en nuestro ser. Ya dijimos que la gloria es la manifestación de Dios. Ahora, según este versículo, vemos que la gloria es simplemente la faz de Jesús. Cuando tenemos Su faz, tenemos la gloria. Cuando estamos en la presencia de Cristo y ante Su rostro, estamos en Su gloria.

TRANSFORMADOS DE GLORIA EN GLORIA

  En 2 Corintios 3:18 Pablo dice: “Mas, nosotros todos, a cara descubierta mirando y reflejando como un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Señor Espíritu”. Nuestra necesidad hoy es mirar y reflejar la gloria del Señor. A medida que miramos Su gloria, somos transformados. Notemos que Pablo no dice que somos corregidos o regulados, ni siquiera cambiados; él afirma que somos transformados en la misma imagen de Cristo. No somos transformados de conducta en conducta, de espiritualidad en espiritualidad ni de victoria en victoria. ¡Aleluya, somos transformados de gloria en gloria! Esta transformación no se origina en la doctrina, sino en el Señor Espíritu. Cuanto más miremos la gloria del Señor y seamos transformados de gloria en gloria por el Señor Espíritu, más obtendrá El la iglesia gloriosa que tanto anhela.

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