Mensaje 61
En este mensaje presentaremos un resumen de la exhortación que Pablo hace en el Ef. 5, y haremos hincapié en lo que dice acerca del amor y la luz. Ya vimos que primeramente recibimos a Dios en Cristo como gracia y lo comprendemos como verdad. Luego disfrutamos a Dios como amor y luz. El amor y la luz son elementos internos, mientras que la gracia y la verdad son elementos externos. Por esta razón, la exhortación que encontramos en Ef. 5:1-33 es más profunda que la que se halla en Ef. 4:17-32. El amor es la sustancia interna de Dios, la cual se puede sentir, y la luz es el elemento expresado de Dios, el cual se puede ver. Según la revelación contenida en Efesios 5, el amor y la luz deben ser la fuente interna de nuestro andar.
Lo que Pablo escribe en Efesios es profundo. Mientras escribía esta epístola, él expuso los conceptos profundos que había en su ser, los cuales llegaron a ser los elementos y los factores básicos de cada capítulo. Cuando leemos Efesios, debemos esforzarnos por identificar cuáles son estos elementos y estos factores, ya que ellos son los componentes mismos del libro. Ya mencionamos que la gracia y la verdad son los elementos básicos del capítulo cuatro, y que el amor y la luz constituyen los elementos básicos del capítulo cinco. Además de estos elementos, también existen algunos factores básicos. En los capítulos cuatro y cinco, la intención de Pablo no era simplemente exhortar con respecto al hurto, la falsedad, la sumisión y el amor. Sin embargo, muchos se centran en estos detalles, y pasan por alto los elementos y factores básicos que ahí se revelan.
Ya vimos que en el capítulo cuatro, los factores básicos por el lado positivo son la vida de Dios y Su Espíritu; y por el lado negativo, el diablo. Ahora debemos ver que el factor básico más importante de este capítulo es la iglesia como nuevo hombre. Esto significa que esa exhortación está relacionada con dicho aspecto de la iglesia. El factor principal del capítulo cinco es la iglesia en su condición de novia. Por consiguiente, así como la exhortación de Pablo en el capítulo cuatro está ligada al nuevo hombre, la que ofrece en el capítulo cinco tiene que ver con la novia.
Debemos recordar que el tema del libro de Efesios no es la conducta ni la virtud, sino la iglesia. Pablo, al darnos la extensa exhortación del capítulo cuatro, nunca pierde de vista el punto principal, a saber, la iglesia. Al presentar los principios y los detalles relacionados con nuestro vivir, él estaba plenamente consciente de la iglesia como nuevo hombre. Por lo tanto, la meta del vivir descrito en el capítulo cuatro debe ser la iglesia como nuevo hombre; o sea, que la iglesia como nuevo hombre debe vivir conforme a la verdad y por medio de la gracia. Como nuevo hombre, la iglesia debe llevar una vida conforme a la norma de Dios, conforme a la realidad que está en Jesús, y la única manera de lograrlo es valiéndose de la gracia de Dios, la gracia que todo lo suple. Esta gracia nos provee lo necesario para que vivamos conforme al molde, al modelo, al patrón de la vida de Jesús. Esa es la clave del capítulo cuatro.
Si aplicamos esta clave al leer dicho capítulo, lo entenderemos sin ningún problema. Recordemos que Efesios 4 trata de la iglesia como nuevo hombre. Si deseamos ser la iglesia en este aspecto, debemos llevar una vida conforme a la realidad que está en Jesús y mediante la gracia de Dios, la cual lo provee todo.
Siguiendo el mismo principio, el punto principal del capítulo cinco es la iglesia como novia de Cristo. El punto principal no es la exhortación que hace Pablo con respecto a que las casadas deban someterse a sus propios maridos y a que los maridos deban amar a sus propias mujeres. La iglesia en su condición de novia necesita algo más fino y más profundo que la verdad y la gracia; necesita amor y luz. La verdad no es tan fina como la luz, y la gracia no es tan profunda e íntima como el amor. Con respecto a la iglesia como novia, en el capítulo cinco Pablo habla del amor y la luz.
El hecho de que la iglesia como novia requiere un vivir fundado en amor y en luz lo comprueba nuestra experiencia en la vida matrimonial. Si los cónyuges vivieran únicamente por la gracia y conforme a la verdad, su vida marital sería muy pobre. Si mi esposa me tratara únicamente conforme a la gracia y no fuera amorosa conmigo, me sentiría totalmente insatisfecho. Ella también se sentiría igual si yo me relacionara con ella conforme a la gracia mas sin amor. La vida matrimonial no se basa en la gracia, sino en el amor; tampoco se funda en la verdad, sino en la luz. Cuán lamentable sería que el marido y su mujer siempre estuvieran considerando la manera correcta de comportarse el uno con el otro. Para que haya una relación íntima entre cónyuges, la verdad por sí sola no es suficiente; debe haber luz. Por tanto, para lograr una vida conyugal satisfactoria, además de vivir conforme a la verdad y mediante la gracia, la pareja debe vivir en amor y en luz.
¿Lleva usted su vida matrimonial conforme a la verdad y por la gracia, o en amor y en luz? Si la esposa le dijera a su marido: “Todo lo que hago por ti es conforme a la verdad y por la gracia; nada es erróneo o falso. Además, lo hago todo por medio de la abundante gracia del Señor”. Estas no parecen las palabras íntimas de una pareja, sino las palabras frías emitidas en un tribunal. En la vida matrimonial, la relación entre el marido y la mujer debe ser fina, brillante e íntima.
Aunque resulta relativamente fácil entender la diferencia entre el amor y la gracia, es más difícil entender la que existe entre la luz y la verdad. Quizás nos ayude para entender esto si tomamos como ejemplo mi propia experiencia matrimonial. Mi esposa y yo hemos estado casados por muchos años. Durante todo ese tiempo, no recuerdo haberla tratado ni una vez conforme a lo que yo creía que estaba bien; por el contrario, con la ayuda del Señor, siempre me he conducido con ella en la luz. Cuando estamos en luz, estamos fuera de la esfera de lo correcto y lo incorrecto. No necesitamos discernir si algo está bien o mal, si debemos hacer algo o si no debemos hacerlo. Si estamos en luz, espontáneamente actuamos y nos conducimos de cierta manera. Pero cuando estamos en tinieblas, necesitamos discernir, adivinar, y a tientas buscamos la manera de actuar. Pero cuando andamos en luz, no es necesario buscar a tientas, adivinar ni discernir.
Supongamos que estoy a punto de perder la paciencia con mi esposa. En ese momento no necesito preguntarme si esa reacción concuerda con la verdad, ni tampoco ponerme a considerar qué pensarían de ello mis hijos o los ancianos de la iglesia. Hacer dichas preguntas con respecto al esposo o a la mujer es descender de la esfera de la luz a la esfera de la verdad, es considerar qué concuerda con la norma del patrón de vida que llevó Jesús y qué no concuerda. Si permanecemos en la cima del monte, en la esfera de la luz, no habrá necesidad de pensar en esas cosas. Como personas que están en la luz, no debemos tratar de discernir si perder la paciencia es correcto o no, cuando esa situación se presenta.
En un mensaje anterior hice referencia a los casos de las mujeres inmorales de Juan 4 y 8. En ambos casos se aparece la misma palabra griega. En Juan 4:24 el Señor Jesús habla de adorar a Dios en espíritu y en veracidad. En Juan 8:32 El declara que conoceremos la verdad y que la verdad nos hará libres. Las mujeres a las que se refieren estos dos capítulos aún no eran salvas. Cuando el Señor habló con ellas, ellas eran candidatas para la salvación. Como tales, se hallaban en tinieblas y en falsedad. Con todo, ellas estaban a punto de ser liberadas de las tinieblas y de la falsedad y trasladadas a la esfera de la verdad y la justicia. Yo creo que estas dos mujeres fueron salvas e introducidas a la esfera de la verdad. Sin embargo, después de entrar a dicha esfera, tenían que acudir al Padre y entrar a la presencia de Dios, donde todo es luz. En la esfera de la luz dejamos de pensar qué está bien y qué está mal, qué es falso y qué es real. En lugar de pensar en esas cosas, simplemente gozamos del resplandor de la luz.
Si nuestra vida matrimonial es adecuada, no analizaremos si la manera que tratamos a nuestro cónyuge concuerda con la verdad o si da la talla. Pensar de esta manera indica que estamos lejos de la esfera de la luz; e incluso, que nuestra vida conyugal no concuerda plenamente con la verdad. Si nuestra vida matrimonial se halla en la esfera de la luz, no nos preguntaremos cómo debemos actuar; simple y espontáneamente viviremos en la luz. Haremos las cosas y nos conduciremos de cierta manera sencillamente porque estamos en la luz, no por considerar que aquello concuerda con la realidad que está en Jesús.
En los primeros años de mi vida cristiana viví en la esfera de la verdad. Me esforzaba por actuar bien en todo lo que hacía. Me abstenía de hacer ciertas cosas por temor a lo que pensaran los demás. Por tanto, me conducía de una manera digna de elogio. Esto significa que mi conducta concordaba con la verdad. Más tarde, el Señor, por Su misericordia, me fue enseñando a entrar a Su presencia. Aprendí a permanecer en Su presencia y a vivir en intimidad con El, en una relación llena de amor y luz. Como resultado de ello, fui guardado de hacer ciertas cosas, pero no porque las considerara malas, sino simplemente porque estaba en la luz. Por estar en la luz, vivía, me conducía y hablaba sin pensar si mis acciones concordaban con la verdad o si eran correctas. Ya no me preocupaba lo que otros pudieran decir. Dejó de preocuparme qué conducta aceptaban y qué conducta criticaban. Sencillamente me encontraba en la luz y ya no razonaba sobre cuáles acciones se apegaban a la verdad.
Si queremos ser la iglesia como nuevo hombre es necesario y apropiado que vivamos conforme a la verdad y por la gracia. Sin embargo, esto no es suficiente con respecto a la iglesia en su condición de novia. Como novia, la iglesia debe tener una relación íntima con el Señor Jesús, una relación en amor y en luz. Ella debe resplandecer en todo. Por lo tanto, en el capítulo cinco, el amor y la luz constituyen los elementos básicos.
Cada capítulo de Efesios revela diferentes aspectos de la iglesia, cada uno de los cuales está ligado con diferentes elementos básicos. Por ejemplo, en el capítulo seis vemos a la iglesia en calidad de guerrero. Un guerrero no necesita gracia, verdad, amor ni luz, sino fuerza y una armadura para pelear. Como guerrero, la iglesia debe ser fuerte para resistir al enemigo y debe tener la armadura para luchar contra él.
Recordemos ahora los factores y los elementos básicos de los capítulos uno, dos y tres. El principal factor del capítulo uno es la iglesia como Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. El poder infinito, ilimitado y eterno que levantó a Cristo de entre los muertos, que lo elevó hasta el tercer cielo y que lo dio por Cabeza sobre todas las cosas, es trasmitido a la iglesia, la cual es Su Cuerpo. Para ser el Cuerpo de Cristo, la iglesia debe recibir las bendiciones del Dios Triuno. Por lo tanto, el factor principal del capítulo uno es la iglesia como Cuerpo de Cristo, y el elemento básico es la bendición, la alabanza que ella recibe de parte del Padre, del Hijo y del Espíritu.
En el capítulo dos vemos varios aspectos de la iglesia: la obra maestra; el nuevo hombre, creado por Cristo en la cruz; la ciudadanía de Dios, o sea, Su reino, donde los ciudadanos tienen derechos y responsabilidades; la familia de Dios; y por último, la morada, la habitación de Dios. Aunque se abarcan todos estos aspectos, el factor principal del capítulo dos es la iglesia como morada de Dios. Para ser la morada de Dios, la iglesia necesita la resurrección y el Espíritu. Estos son los elementos básicos en dicho capítulo. En la primera parte del capítulo, el concepto principal es la vida de resurrección, y en la segunda parte la idea central es el Espíritu. Ambos son necesarios para que la iglesia sea la morada de Dios.
En el capítulo tres, el capítulo más profundo de Efesios, el factor principal es la iglesia como plenitud de Dios. Para que la iglesia sea la plenitud de Dios, necesitamos las inescrutables riquezas de Cristo. Así que, las inescrutables riquezas de Cristo constituyen el elemento básico de ese capítulo.
Repasemos ahora los factores principales y los elementos básicos de los seis capítulos de Efesios. En el capítulo uno, el factor principal es la iglesia como Cuerpo de Cristo, y su elemento básico es la bendición del Dios Triuno. En el capítulo dos, el factor principal es la iglesia como morada de Dios, y sus elementos básicos son la resurrección y el Espíritu. En el capítulo tres, el factor principal es la iglesia como plenitud de Dios, y el elemento básico es las inescrutables riquezas de Cristo. En el capítulo cuatro, el factor principal es la iglesia como nuevo hombre, y los elementos básicos son la gracia y la realidad. En el capítulo cinco, el factor principal es la iglesia como novia, y los elementos básicos son el amor y la luz. Por último, en el capítulo seis, el factor principal es la iglesia como guerrero, y sus elementos básicos son el poder y la armadura.
Debido a que la vida de iglesia como novia, cuyos elementos son el amor y la luz, requiere una relación fina e íntima, Pablo usa la vida matrimonial para describirla. En la vida matrimonial no hay lugar para el poder ni para la armadura. Tampoco son éstas las características de la iglesia en su condición de novia. Con relación a la iglesia como novia, no se da énfasis a la gracia, la verdad ni a las riquezas de Cristo. Además, tampoco se mencionan la resurrección, el Espíritu ni la bendición del Dios Triuno. Lo que se requiere específicamente es a Dios mismo como amor y luz. Como ya dijimos, el amor es la esencia interna de Dios, y la luz es el elemento de Dios expresado visiblemente. Cuando entramos en Dios y tocamos Su sustancia interna, le experimentamos como amor y luz. La vida de iglesia adecuada se experimenta en esta esfera.
¿Por qué entonces Pablo incluye el capítulo seis? Este capítulo es necesario porque aún se necesita eliminar al enemigo de Dios. Si no hubiera ningún enemigo, podríamos detenernos en el capítulo cinco, donde se presenta a la iglesia como novia.
Según Apocalipsis 19, el guerrero que se une a Cristo para pelear la batalla contra el enemigo es primero la novia de Cristo. Esto significa que primeramente debemos ser la novia que vive en amor y en luz, y luego llegar a ser el guerrero que se une a Cristo para librar la batalla contra el enemigo. Por consiguiente, una pareja, Cristo y Su novia, vencerán al enemigo.
Espero que en todos se haya dejado una profunda impresión de que la vida de iglesia que satisface el deseo de Dios, se lleva a cabo en amor y en luz, los cuales son los elementos mismos de Dios. En la sustancia interna de Dios se hallan el amor y la luz. Aquí se disfruta al máximo la vida de iglesia, la iglesia como novia. La meta del libro de Efesios es introducirnos en la sustancia intrínseca de Dios para que lo conozcamos como amor y como luz. Aquí debemos vivir en una íntima comunión con Dios, disfrutando del resplandor de Su luz y de la dulzura de Su amor.