Mensaje 1
Lectura bíblica: Est. 1; Est. 2
Con este mensaje empezamos el Estudio-vida del libro de Ester. Este libro es muy agradable, y abarca como tema central, el cuidado secreto y la salvación manifiesta que el Dios que se encubre brinda a Su pueblo cautivo. Dios es omnipresente y omnipotente, pero El permanece oculto; nadie sabe dónde está.
El pueblo de Israel fue esparcido durante su cautiverio. Probablemente ellos testificaron a los gentiles, en medio de los cuales vivían, que su Dios era Jehová. Los gentiles, sobre todo los gobernadores, tal vez preguntaron a los israelitas: “¿Dónde está vuestro Jehová? ¿Es El el Dios verdadero y viviente? En ese caso, ¿por qué estáis vosotros aquí en el cautiverio como esclavos?” Durante los años del cautiverio de Israel, Dios permaneció escondido, y El sigue escondido todavía. Aun ahora, en la era de la iglesia, Dios permanece encubierto. Para los hijos de Israel como para nosotros hoy, pareciera que en este universo no existe Dios. Debemos darnos cuenta de que ciertamente Dios vive y es verdadero, pero permanece escondido. El es un Dios que se encubre (Is. 45:15).
La degradación y bajeza en que cayó el pueblo de Dios condujeron a Dios a disciplinarles y castigarles, entregándoles como esclavos a las naciones gentiles, pero en Su severidad, hay misericordia (Ro. 11:22). Mientras el pueblo de Israel estaba en la dispersión y en el cautiverio, Dios los cuidaba de una manera escondida, y en el momento oportuno, obró abiertamente para salvarlos. Incluso cuando los cautivos de Israel se encontraban en una situación deplorable, “tocando fondo”, Cristo estaba entre ellos, sufriendo juntamente con ellos (Zac. 1:7-17).
Por una parte, Dios usó a las naciones gentiles como instrumentos para disciplinar a Su pueblo. Pero por otra, el Dios que trabaja en lo secreto estaba con el pueblo de Israel, cuidando de ellos. Finalmente, Dios usó el imperio medopersa para derrocar al imperio babilónico. Ciro, rey de Persia, fue llamado el pastor de Dios, aquel que cumple Su deseo (Is. 44:28), y Su ungido, uno que sirve al propósito de Dios (45:1-4). Así vemos que el Dios que se esconde hizo muchas cosas por Israel de una manera secreta.
Consideremos ahora algunos asuntos introductorios.
El autor del libro de Ester fue probablemente Mardoqueo (Est. 9:20, 23). Como primo de Ester, él fue quien la crió.
El contenido de este libro abarca por lo menos un período de diez años, durante el reinado de Asuero (486-465 antes de Cristo).
El libro de Ester nos presenta un relato vívido de cómo el Dios de Israel, el Dios que se encubre, cuidó secretamente a Sus elegidos oprimidos durante su dispersión, y cómo los salvó abiertamente durante su cautiverio.
El énfasis de Ester es que Dios mismo, quien escogió a Israel, a los descendientes de Abraham, quienes eran Sus elegidos, después de llevarlos cautivos a las naciones gentiles, los cuidó secretamente y los salvó abiertamente (Is. 45:15). Esta es la razón por la que este libro no menciona el nombre de Dios, ni siquiera cuando El debería ser mencionado (Est. 4:3, 16). Puesto que este libro presenta a un Dios escondido, no menciona el nombre de Dios en ninguna ocasión.
El libro de Ester consta de dos secciones: (1) el cuidado confidencial del Dios que obra en lo secreto, viendo por Sus elegidos oprimidos en su dispersión (caps. 1—2) y (2) la salvación abierta del Dios que opera en secreto para cuidar a Sus elegidos perseguidos durante su cautiverio (caps. 3—10).
Los capítulos uno y dos revelan el cuidado secreto que el Dios que se encubre brinda a Sus elegidos oprimidos, como lo vemos en Ester.
Primero, el Dios que obra encubiertamente estableció un rey supremo en el mundo gentil con gran prosperidad, poder, y gloria sobre un gran imperio que se extendía desde la India hasta Etiopía (Africa) (1:1-2).
Luego, el Dios que opera en lo secreto hizo que el rey supremo dejara a la reina porque ésta desobedeció a su orden en el gran banquete que ofreció a sus oficiales de alto rango (vs. 3-22). El rey había ordenado que la reina se presentara ante él llevando la corona regia, para mostrar su belleza a los asistentes del banquete. Sin embargo, la reina se negó a obedecer la orden del rey, y como resultado, fue repudiada, y el puesto de reina quedó vacante.
Finalmente, bajo Su cuidado secreto, el Dios que se encubre crió a Ester, una virgen huérfana judía, a quien el rey coronaría como reina (2:1-18). Posteriormente, Ester salvó al rey de un asesinato, hablándole en nombre de Mardoqueo de los que planeaban asesinarle (vs. 19-23).
Nuestro Dios es omnipresente, omnipotente, misericordioso y perdonador. No obstante, El es también el Dios que obra en lo secreto. Debido a que El es un Dios que se esconde, tal vez algunas persona nos pregunten: “¿Dónde está vuestro Dios, y dónde está Su reino?” Cuando nos pregunten eso, podemos contestar de la siguiente manera: “Mi Dios está escondido. No puedo verlo, ni usted tampoco, pero debe darse cuenta de que tarde o temprano, mi Dios escondido vendrá y hará algo por mí, y disciplinará a los que no creen en El”.
Puedo testificar de eso por experiencia. Hace más de cuarenta y cinco años, varios de mis colaboradores y yo, fuimos arrestados y encarcelados por un pequeño ejército chino que traicionó a China y laboraba para la policía militar japonesa. Toda la comunidad cristiana de aquella ciudad estaba aterrada, porque sabían que nos podían ejecutar fácilmente, como lo hicieron con otros chinos que habían caído en manos del ejército invasor japonés. No sabíamos lo que nos aguardaba, pero el Dios que se encubre intervino de una manera maravillosa, usando a una persona especial como Ester.
La esposa del capitán del ejército chino bajo el mando de la policía militar japonesa había sido esposa de un condiscípulo mío que había muerto de tuberculosis. Cuando éste estaba agonizando, su esposa me pidió que lo visitara, y tuve una conversación íntima con él. Finalmente él murió, y después de cierto tiempo, ella se volvió a casar. Después de mi arresto y encarcelamiento, un médico que se reunía con nosotros y con otros cristianos se enteró de mi situación, y habló con aquella mujer, quien se había casado con el capitán de ese ejército chino. Los dos eran amigos íntimos, y el doctor que se reunía con nosotros le dijo a la mujer que algunas personas y yo estábamos en la cárcel y que ella debía pedirle a su marido que nos soltara. Ella habló de nosotros a su marido ese mismo día. El la amaba mucho y estuvo dispuesto a cumplir su deseo.
Esa misma noche, el capitán vino con el fin de tomar una decisión en cuanto a nuestro caso. Nos sacaron de nuestras celdas y comparecimos ante él para ser juzgados. Yo fui el primero en ser examinado. El me miró, y me preguntó mi nombre; después me dijo que todo estaba bien, que estaba libre de volver tranquilamente a mi casa. El dijo lo mismo a los otros que habían sido arrestados conmigo. En ese momento, ninguno de nosotros sabía lo que había sucedido detrás de las circunstancias. Después me di cuenta que, en Su sabiduría secreta, el Dios que obra secretamente nos había preparado una Ester. El había levantado a una viuda china, para que se casara con el hombre que juzgaría nuestro caso. Así como el rey de Persia escuchó a Ester e hizo lo que ella le pidió a causa del amor que le tenía, así también este hombre escuchó a su esposa y nos liberó de la prisión. Indudablemente éste fue el cuidado del Dios que obra en lo secreto.
Hoy debemos darnos cuenta de que el Dios omnipotente que servimos todavía se esconde, sobre todo para ayudarnos. No podemos verlo, y al parecer El no hace nada por nosotros. Pero en realidad, El está continuamente con nosotros y, de una manera escondida, hace muchas cosas por nosotros.