Mensaje 2
Lectura bíblica: Est. 3; Est. 4; Est. 5; Est. 6; Est. 7; Est. 8; Est. 9; Est. 10
En este mensaje, abarcaremos los capítulos del tres al diez.
Estos capítulos giran en torno a la salvación pública que el Dios que obra en secreto efectúa a favor de Sus elegidos perseguidos durante el cautiverio, como lo vemos en Mardoqueo.
En el capítulo tres, vemos que Amán hace un complot contra todos los judíos en Media y en Persia.
Los agagueos eran enemigos de Dios. Dios había ordenado a Saúl que matara a todos los agagueos, pero él no obedeció y eso ofendió a Dios.
Un agagueo llamado Amán fue ascendido (sin lugar a dudas por las maniobras de Satanás, el adversario de Dios) al puesto más elevado sobre todos los príncipes que estaban con el rey. El rey había ordenado a todos sus siervos que se arrodillaran y se inclinaran ante Amán, pero Mardoqueo no se arrodillaba ni se humillaba, por causa de su creencia judía en el Dios único (vs. 1-4). El creía en un solo Dios y se negaba a arrodillarse ante nadie que no fuese Dios mismo.
Amán se llenó de ira y creó un complot para matar a Mardoqueo, quien se negaba a inclinarse ante él, y también acordó destruir a todos los judíos que había en el imperio. El logró que el rey enviara un decreto a toda provincia de su imperio con el fin de destruir a todos los judíos, jóvenes y mayores, hijos y mujeres, en un mismo día, el decimotercero día del duodécimo mes, y de apoderarse de sus bienes (vs. 5-15). Así que, Amán tenía la maligna intención de destruir a todos los judíos y apoderarse de sus bienes.
En 4:1—8:2 vemos que Mardoqueo confronta a Amán valiéndose de la relación de Ester con el rey.
Cuando los judíos y Ester se enteraron de lo que Amán planeaba, y de que el rey había promulgado un decreto para cumplir las intenciones de Amán, ellos ayunaron (4:3, 16). Ayunaron suplicando a Dios, pero contrariamente a lo que podríamos esperar, el versículo 16 no menciona el nombre de Dios. Mientras Ester y todos los judíos ayunaban, Amán, bajo la influencia de su esposa y sus amigos, preparó la horca para colgar a Mardoqueo (5:9-14).
El rey no pudo dormir, y pidió que le trajesen el libro de las memorias y crónicas, y que se las leyeran en su presencia (6:1). El rey encontró en los archivos el informe que describía la manera en que Mardoqueo lo había salvado del asesinato que planeaban dos de sus eunucos, y él decidió honrar a Mardoqueo. Mientras el rey consideraba esto, Amán entró en el patio para pedir al rey que hiciese colgar a Mardoqueo (vs. 2-6). El rey pensaba honrar a Mardoqueo, y Amán quería colgarlo. Cuando el rey le preguntó a Amán lo que se debía hacer con un hombre que el rey deseaba honrar, Amán contestó: “Traigan el vestido real de que el rey se viste, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que está puesta en su cabeza; y den el vestido y el caballo en mano de alguno de los príncipes más nobles del rey, y vistan a aquel varón cuya honra desea el rey, y llévenlo en el caballo por la plaza de la ciudad, y pregonen delante de él: Así se hará al varón cuya honra desea el rey” (vs. 8-9). Entonces, el rey le ordenó a Amán que tomara la túnica real que llevaba el rey y la pusiera sobre Mardoqueo, y lo condujera a caballo por la plaza de la ciudad, y pregonara delante de él: “Así se hará al varón cuya honra desea el rey” (vs. 10-11). Después de hacer eso, Amán se dio prisa para irse a su casa, apesadumbrado y cubierta su cabeza (v. 12).
En su fiesta con el rey y Amán, la reina Ester señaló que Amán era el adversario y enemigo impío que conspiraba para matar a todos los judíos. Así que, El rey sentenció inmediatamente a muerte a Amán, y ordenó a sus hombres que lo colgaran en la horca que él mismo había preparado para Mardoqueo. Ese mismo día, el rey dio la casa de Amán, enemigo de los judíos, a la reina Ester y se quitó su anillo, que él había recogido de Amán, y lo dio a Mardoqueo, haciéndole el segundo en importancia en todo el imperio (7:1—8:2).
En Ester 8:3—10:3, vemos la victoria pública de los judíos sobre sus enemigos; la salvación pública que el Dios que obra secretamente efectuó para rescatarlos de sus perseguidores.
El rey promulgó un edicto mediante Mardoqueo, autorizando a los judíos a destruir a todos sus enemigos en todo su imperio, desde la India hasta Etiopía, en ciento veintisiete provincias (8:3-14).
Mardoqueo salió de delante del rey con vestido real de azul y blanco y una gran corona de oro y un manto de lino fino y púrpura. Y la ciudad capital Susa, se alegró y se regocijó, y los judíos tuvieron luz, alegría, gozo y honra. En toda provincia y ciudad donde llegó el mandamiento del rey, los judíos se alegraron, se gozaron, y celebraron banquete y día de placer. Y muchos de entre los pueblos de la tierra (los paganos) se hacían judíos, porque el temor de los judíos había caído sobre ellos (vs. 15-17).
Los judíos destruyeron a sus enemigos en todo el imperio bajo el reinado del rey Asuero, y bajo la influencia de la reina Ester y de Mardoqueo, el apoderado del rey (9:1-16). Todos los príncipes de las provincias, los sátrapas, y los gobernadores y oficiales del rey, ayudaron a los judíos porque temían a Mardoqueo, pues él era grande en la casa del rey y su fama iba a través de todas las provincias, y él se iba engrandeciendo más y más (vs. 1-4). En Susa, la capital, en dos días, los judíos destruyeron ochocientos enemigos, y colgaron a los diez hijos de Amán en la horca (vs. 5-15). En las provincias, los judíos se congregaron y destruyeron a setenta y cinco mil contrarios, y descansaron de sus enemigos (v. 16).
Los judíos triunfantes designaron y establecieron los días catorce y quince del mes de Hadar como días de Purim, para celebrar su triunfo sobre sus enemigos (vs. 17-32). De esta manera la fiesta de Purim se estableció entre los judíos para recordar y celebrar los dos días durante los cuales destruyeron a sus enemigos en todo el gran imperio Persa. Estos días debían ser días de banquete y de regocijo, en el cual debían enviar porciones cada uno a su vecino, y dádivas a los pobres (vs. 17-19, 22). Estos días debían ser recordados y guardados por muchas generación, y cada familia, provincia y ciudad, juntamente con su descendencia, no debían dejar de celebrarlos (vs. 26-28). La reina Ester y Mardoqueo el judío, suscribieron por carta con plena autoridad el establecimiento del Purim (vs. 29-32).
Mardoqueo fue hecho el segundo después del rey Asuero, y llegó a ser grande entre los judíos y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo, es decir, de todos los hijos de Israel (10:1-3).
La historia del libro de Ester constituye un factor escondido y crucial para el cumplimiento del llamamiento que Dios hizo a Abraham con relación a la tierra, la descendencia (un pueblo), y la bendición a todas las naciones (Gn. 12:1-3; 22:17-18).
El relato de este libro también muestra el cumplimiento a la promesa hecha a Moisés, según la cual Dios cuidaría a Israel después de entregarlo a la cautividad (Dt. 4:27-31).
Además, el relato del libro de Ester corresponde con la oración que ofreció Salomón el día de la dedicación del templo, según la cual Dios cuidaría de Sus elegidos durante el cautiverio (1 R. 8:46-53).
Además, el relato del libro de Ester también muestra cómo fue preservado el linaje de la genealogía de Cristo, al sobrevivir Israel el cautiverio, permitiendo así que Cristo viniese por el linaje humano. Si todos los judíos hubieran sido destruidos, no habría quedado linaje genealógico para que Cristo entrara a la humanidad.
Finalmente, la historia del libro de Ester presenta cómo fue guardado un pueblo que tomase posesión de la tierra santa con miras al reino venidero de Cristo. El pueblo formado por los elegidos de Dios, quienes volvieron de la cautividad, era pequeño en número, pero ocupó y poseyó por lo menos una porción de la tierra santa. Esto fue muy importante, porque la tierra había sido usurpada por Satanás, y parecía que no quedaría nada para el Dios del cielo y de la tierra. Sin embargo, Dios devolvió a un remanente de Su pueblo para que poseyera la tierra santa, como base para que Cristo regresara y estableciera Su reino sobre la tierra.