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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Ezequiel»
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Mensaje 10

LA EXPANSIÓN CON ASPECTO DE CRISTAL ASOMBROSO

  Lectura bíblica: Ez. 1:22-25

  Ezequiel 1:22-25 es un pasaje muy profundo y hondo. Estos versículos nos dicen que sobre las cabezas de los seres vivientes se extiende un firmamento, o expansión, que nosotros llamamos cielo. La apariencia de este cielo es como de cristal asombroso. Es tan claro que resulta asombroso. Este cielo se extiende sobre las cabezas de los seres vivientes. Bajo este cielo los seres vivientes extienden derechas sus dos alas. En un mensaje anterior vimos que dos de las alas de cada ser viviente se extendían y se unían a las alas de los otros. Los seres vivientes usan sus otras dos alas para cubrir su cuerpo. Cada vez que se mueven y accionan, una voz o sonido procede de sus alas. Esta voz es como el estruendo de muchas aguas y también como “la voz del Todopoderoso” (v. 24), esto es, el Dios Todopoderoso. También es como el ruido de tumulto y como el ruido de huestes o de un ejército. Además, cuando los seres vivientes se detienen y permanecen quietos, bajan sus alas (v. 25). Debemos considerar el significado espiritual y la aplicación correspondiente de todos estos asuntos. Si no entendemos su significado y aplicación espiritual, entonces estas cosas podrían parecernos absurdas o carentes de significado.

CON BASE EN TODAS LAS EXPERIENCIAS ANTERIORES

  Estos versículos están basados en los versículos que los preceden. Esto significa que primero debemos experimentar el viento que sopla, el cual trae la nube de la presencia del Señor que nos cubre. Mientras disfrutamos la presencia del Señor, la nube nos trae el fuego ardiente y experimentamos el ser consumidos por el fuego. Procedente de este fuego ardiente obtenemos el electro y, entonces, llegamos a ser los seres vivientes. Como seres vivientes, nos movemos en coordinación con otros a fin de expresar a Cristo. Tenemos cuatro caras para expresar al Cristo todo-inclusivo de manera corporativa. A fin de tener estas cuatro caras, debemos experimentar la operación de la cruz. Luego, debemos experimentar y disfrutar las alas de águila, esto es, nos movemos por el poder y fuerza divinos y por la gracia de Cristo. Además, nos cubrimos a nosotros mismos escondiéndonos bajo Sus alas que nos cubren, escondiéndonos bajo la gracia y el poder de Cristo. Más aún, debemos aprender a laborar como es propio de un hombre, valiéndonos de las manos de hombre, y también debemos aprender a andar con los pies rectos de un becerro, conduciéndonos con un andar que es recto, franco, honesto, sincero y leal. Esto nos hará aptos para estar en coordinación. Al interior de tal coordinación tendremos el fuego que va de un lado a otro, los carbones encendidos y las antorchas que alumbran. Cuando llegamos a este punto, el Dios santo como fuego consumidor estará entre nosotros de manera corporativa. Entonces habrá una rueda alta y asombrosa a nuestro lado, lo cual indica que tenemos el mover de Dios en la tierra, mover que es llevado a cabo por nosotros y con nosotros. Dentro de esta rueda hay una rueda, lo cual significa que dentro de nuestro mover está el mover del Señor. Él se mueve en nuestro interior. Al tener tal rueda, tal mover, estaremos llenos de ojos y tendremos visión perspicaz y visión previsora. Ahora debemos ver que cuando todas estas cosas forman parte de nuestra experiencia, tendremos un cielo despejado y un sonido muy particular: el sonido de muchas aguas, un sonido que es la voz del Todopoderoso.

UN CIELO DESPEJADO, EN EXPANSIÓN Y ESTABLE

  Ezequiel 1:22 dice: “Sobre las cabezas del ser viviente se veía la semejanza de una expansión, la cual tenía el aspecto de un cristal asombroso, extendida por encima, sobre sus cabezas”. Esto revela que después que hayamos experimentado todas las cosas descritas en los primeros veintiún versículos, el cielo sobre nuestras cabezas será diáfano como el cristal. Será semejante a una gran expansión de cristal. Tendremos una expansión amplia y transparente sobre nosotros. Esto significa que sobre nosotros se extienden cielos abiertos y despejados.

  Este cielo no solamente es un cielo despejado, sino que además está en constante expansión. Así pues, no solamente es cuestión de tener un cielo despejado en sentido vertical, de los cielos a la tierra, sino que también es cuestión de tener un cielo despejado en sentido horizontal. Esto significa que el cielo despejado está en expansión. Por tanto, nuestro cielo debe estar despejado y en expansión.

  Antes que fuéramos salvos, nuestro cielo estaba en oscuridad y nublado, incluso era nebuloso. Además, era un cielo estrecho, sin expansión alguna. Para nosotros difícilmente había algo de cielo, difícilmente había algo de firmamento. Pero un día nos arrepentimos, confesamos nuestros pecados y recibimos al Señor Jesús como nuestro Salvador. Cuanto más confesábamos nuestros pecados, más diáfano se volvía nuestro cielo. Después de hacer una confesión exhaustiva tuvimos el sentir, por primera vez en nuestra vida, que el cielo sobre nuestras cabezas era un cielo despejado. Tuvimos el sentir de que el día amanecía, que las nubes se iban y que la niebla se disipaba. Cuando fuimos salvos no solamente recibimos un cielo despejado, sino también un cielo en expansión. Tuvimos el sentir de que nuestro cielo se expandía.

  Sin embargo, es posible que más adelante hayan surgido algunos problemas con nosotros personalmente, con nuestros parientes, con la iglesia o con algunos hermanos y hermanas. De inmediato nuestro cielo se volvió un tanto nublado nuevamente. No estaba tan oscuro y nublado como antes de que fuéramos salvos, pero ya no era un cielo despejado. Las nubes y la niebla volvieron a aparecer. Todos hemos tenido esta clase de experiencia. Con el tiempo, confesamos nuestros fracasos, condenamos cosas tales como nuestra actitud, nuestras motivaciones, nuestras intenciones y nuestros objetivos, después de lo cual recibimos el perdón de Dios y el lavamiento efectuado por la sangre de Jesús (7, 1 Jn. 1:9). El cielo sobre nosotros volvió a despejarse y nuevamente volvimos a estar bajo un cielo despejado. Entonces el cielo comenzó a abrirse y expandirse encima de nosotros. En nuestra experiencia siempre debemos tener un cielo despejado, abierto y en expansión.

  La clase de cielo que un cristiano tenga depende de su conciencia. Su conciencia está vinculada a su cielo. Si no hay mancha alguna en su conciencia, usted tendrá un cielo despejado. Si su cielo no está despejado, esto significa que hay alguna ofensa en su conciencia. A fin de tener un cielo despejado, es necesario que tomemos medidas con respecto a alguna ofensa o condenación en nuestra conciencia. La historia de nuestro cielo es la historia de nuestra conciencia.

  Cuando en calidad de seres vivientes llegamos al punto de tener un cielo despejado, abierto y en expansión, no habrá nada que se interponga entre nosotros y Dios, ni tampoco nada entre nosotros y los demás. No habrá nada nublado o nebuloso que nos esconda el uno del otro o que nos separe el uno del otro. Todas las nubes, las cubiertas, las separaciones y la neblina habrán desaparecido, y tendremos un cielo completamente despejado y en continua expansión. Nuestra expansión será diáfana como el cristal. Cuando los demás contemplen nuestro cielo despejado, se quedarán atónitos. Nuestro cielo será un cielo asombroso debido a que es diáfano como el cristal y se expande incesantemente.

  Este cielo despejado y en expansión es también un cielo estable. Por lo general, el cielo que cubre la tierra siempre presenta alguna clase de movimiento; las nubes están en movimiento o el viento está soplando. Pero el cielo que está sobre los seres vivientes no se mueve; más bien, es estable como el cristal. Es inalterable.

  Debemos considerar esto a la luz de nuestra experiencia. Cuando fuimos salvos, teníamos un cielo despejado. Sin embargo, disfrutamos de tal clase de cielo apenas por un breve tiempo. Como sucede con el clima en ciertos lugares, nuestro cielo fluctúa mucho. A veces nuestro cielo se tornaba nublado, pero después que confesábamos nuestros pecados, se despejaba nuevamente. Después, tal vez hayamos tenido otro fracaso, como por ejemplo enojarnos, y entonces nuestro cielo se tornaba nublado nuevamente. Había muchas fluctuaciones en el cielo encima de nuestras cabezas.

  Sin embargo, con los seres vivientes la situación es completamente diferente. El cielo sobre sus cabezas es perfectamente estable, como el cristal. No hay fluctuación alguna. El cielo encima de ellos es despejado, está en expansión y es estable. Ellos tienen una comunión exhaustiva con el Señor en sentido vertical y tienen, además, una comunión clara unos con otros en sentido horizontal. Ellos tienen una comunión que es tanto amplia como estable.

  Una iglesia apropiada debe ser así. Lamentablemente, el cielo en algunas iglesias locales parece estar nublado y ser estrecho. El cielo sobre tal iglesia es muy pequeño y estrecho; no hay expansión, y la situación imperante es oscura y delicada, lo cual hace difícil que alguien diga algo al respecto. Si uno dice algo en medio de una situación delicada, algunos santos se ofenderán. No importa lo que usted diga, algunos de ellos estarán descontentos. Sin embargo, si una iglesia local es apropiada, el cielo que está sobre ella será despejado y amplio. No importa lo que usted diga, nadie se ofenderá.

  Esto no quiere decir que debemos intentar por nosotros mismos ser personas de mente amplia. Si somos como una rana en el pozo, en realidad no importa mucho si somos personas de mente amplia o mente estrecha. Tenemos que saltar para salir del pozo y venir a estar bajo un cielo despejado con un amplio horizonte. Una vez que estamos bajo tal cielo, incluso si somos de mente estrecha, espontáneamente llegaremos a ser personas amplias. Es imposible para los seres vivientes ser de mente estrecha, pues tienen una amplia expansión sobre sus cabezas. El cielo encima de ellos es un cielo despejado, en expansión y asombroso al contemplarlo. Bajo tal cielo tenemos la comunión apropiada con el Señor y los unos con los otros.

SER RECTOS EN NUESTRA COORDINACIÓN

  Si estamos bajo un cielo claro y en expansión, podemos tener la coordinación adecuada y correcta, una coordinación que es por completo derecha. En Ezequiel 1 se usa varias veces la palabra recto o la palabra derecho. El versículo 7 dice que los pies de becerro son rectos, y el versículo 23 dice que las alas de águila se extendían derechas: “Y debajo de la expansión un par de sus alas se extendían derechas, la una hacia la otra”. Esto indica que debemos ser rectos en nuestra coordinación.

  A veces la coordinación en las iglesias locales no es recta, o derecha, sino que es en cierto modo torcida. Por ejemplo, el hermano A tal vez tenga comunión con el hermano B y después le pide que no le diga nada al hermano C sobre este asunto; pero el hermano B va al hermano C y le transmite la información pidiéndole que no le diga nada de ello al hermano D. Esta clase de coordinación es política. Jamás debemos recurrir a jugar a la política en la vida de iglesia. Si decimos algo a algún hermano, debemos poder decírselo a otros también. Esto significa que nuestras alas tienen que ser derechas. Nuestra coordinación tiene que ser franca, sincera, seria y recta.

UNA VOZ PROCEDENTE DE LAS ALAS DE LOS SERES VIVIENTES

  El versículo 24a dice: “Oí el sonido de sus alas cuando andaban, como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Todopoderoso; era un ruido de tumulto, como el ruido de un ejército”. Aquí dice que cuando los seres vivientes se movían, Ezequiel escuchaba la voz de sus alas. Esto significa que mientras avanzaban en una coordinación recta, había una voz que salía de ellos. Esta voz era su testimonio. Esto nos muestra que la voz del testimonio de cualquier iglesia local tiene que proceder de la coordinación apropiada. No debiera ser la voz de un creyente individual, sino la voz de la coordinación. La voz procede de las alas que están unidas entre sí.

  Consideren la situación de Pedro en el Nuevo Testamento. Antes del día de Pentecostés, Pedro con frecuencia hablaba por su propia cuenta, y lo que él decía generalmente era rechazado por el Señor Jesús. Esto se debía a que él hablaba por sí mismo (Mt. 16:22-23; 17:4-5, 24-27). Pero después de la ascensión del Señor, el día de Pentecostés, Pedro se puso en pie con los once (Hch. 2:14). Creo firmemente que cuando los doce se levantaron allí, ellos eran como los cuatro seres vivientes descritos en Ezequiel 1. La voz que salió el día de Pentecostés no fue la voz de un individuo, Pedro, sino la voz de una entidad corporativa.

LOS SERES VIVIENTES USAN DOS DE SUS ALAS PARA CUBRIRSE

  Por un lado, los cuatro seres vivientes extienden dos de sus alas a fin de coordinar, moverse y emitir su voz. Por otro, ellos usaban las otras dos alas para cubrirse. Esto indica que en la vida de iglesia, en la coordinación, todos debemos aprender a escondernos bajo la gracia del Señor. No deben exhibirse, sino esconderse. Escóndanse bajo las alas de águila. No debe haber manifestación alguna del yo o de individuo alguno. No importa cuán grande sea la porción que nos toque, debemos escondernos bajo la gracia del Señor. Jamás debiéramos jactarnos de nosotros mismos, sino siempre gloriarnos en Él.

  Si nuestro cielo está despejado, si tenemos una coordinación recta y si nos escondemos en el Señor y bajo Su gracia, entonces la situación imperante entre nosotros en la vida de iglesia será hermosa.

COMO EL ESTRUENDO DE MUCHAS AGUAS

  Si la situación de una iglesia local es como la de los cuatros seres vivientes descrita anteriormente, entonces tal iglesia será apta y adecuada para hacer oír la voz y dar un testimonio prevaleciente. La voz que se oirá no será la voz de un individuo, sino que será como el estruendo de muchas aguas. Es posible que un determinado creyente sea espiritual y ame mucho al Señor, pero si no está coordinado con los demás, la voz de su testimonio será débil; no será como el estruendo de muchas aguas. Debemos poner nuestra mirada en el Señor para que los testimonios de todas las iglesias locales sean como el de muchas aguas. No debiera ser un creyente individual el que siempre hable en pro de la iglesia local, sino que debiera ser un cuerpo coordinado el que haga oír la voz y dé el testimonio. Los demás quedarán atónitos ante esta clase de voz y dirán que la voz de esta iglesia local es como el estruendo de muchas aguas.

COMO LA VOZ DEL TODOPODEROSO

  El versículo 24 también dice que esta voz es la voz del Todopoderoso; ésta llega a ser la voz de Dios mismo. Es la voz de una entidad corporativa, pero con el tiempo esta voz llega a ser la voz de Dios. ¡Qué maravilloso!

  El testimonio de una iglesia local debe ser así. La voz en su iglesia local no debe ser la voz de un individuo, sino la voz del Todopoderoso.

COMO EL RUIDO DE UN EJÉRCITO

  Finalmente, como dice el versículo 24, la voz es como el ruido de un ejército en combate.

  Con frecuencia la situación en las iglesias locales no corresponde a esta descripción debido a que una determinada iglesia carece de un cielo despejado, en expansión y estable. Si los hermanos y hermanas no tienen la comunión y coordinación apropiadas, tal vez intenten justificarse y digan tener algo. Pero si en verdad tienen algo que sea real, no necesitarán decir nada. Si dicen ser ricos, en realidad esto indica que son pobres. Un millonario no tiene necesidad de decir que es rico. Si nuestra iglesia es como los cuatro seres vivientes, no hay necesidad de que digamos nada a favor de nuestra iglesia.

  Consideren nuevamente la maravillosa situación en Ezequiel 1. Contemplen la expansión, el mover, la coordinación y la comunión. Aquí está el estruendo de muchas aguas, la voz del Todopoderoso y el ruido de un ejército.

  Esto no puede ser logrado en nosotros de la noche a la mañana. Tenemos que comenzar con el viento que sopla procedente del norte y, después, pasar por todas las experiencias siguientes a fin de tener un cielo que sea diáfano como el cristal.

  Todas las iglesias locales tienen que llegar a este punto, siguiéndose la una a la otra hasta que lleguemos allí. En la Nueva Jerusalén hay solamente una calle (Ap. 21:21b; 22:1), lo cual indica que debe haber solamente una calle en la vida de iglesia hoy en día y que todos debemos andar en ella. Debemos seguirnos unos a otros en esta única calle hasta que lleguemos al punto descrito en Ezequiel 1:22-25. Esto significa que debemos tener un cielo despejado con una amplia expansión que es asombrosa y sobrecogedora a los ojos de los demás. Cuando lleguemos a esta etapa, tendremos un testimonio apropiado. Tendremos una voz que es como el estruendo de muchas aguas, como la voz del Dios Todopoderoso y como el ruido de un ejército que combate en pro de la economía de Dios.

BAJAN SUS ALAS PARA PRESTAR ATENCIÓN A LA VOZ DE DIOS

  Hay otro asunto que debemos considerar, el cual es mencionado en el versículo 24b: “Cuando se detenían, bajaban sus alas”. Aquí vemos que los seres vivientes no se mueven todo el tiempo. A veces se detienen y permanecen quietos. Cuando están quietos, bajan sus alas, recogiéndolas. Cuando oyen una voz que no procede de sus alas, sino del cielo despejado que está sobre sus cabezas, ellos se detienen y bajan sus alas. Esto indica que ellos saben prestar atención a la voz de Dios. Ellos no solamente saben cómo hablar y hacer oír su voz, sino que también saben prestar atención a la voz de Dios. Siempre que ellos prestan atención a la voz de Dios, se detienen, permanecen quietos y bajan sus alas.

  Si tenemos un cielo que es diáfano como el cristal, en expansión y estable, tendremos un resultado doble. Por un lado, tener un cielo despejado nos permite hablar; por otro, nos permite prestar atención. Hablamos a los demás y prestamos atención a Dios. Esto significa que debemos ser cristianos que hablan por Dios y que prestan atención al hablar de Dios. Si nuestra condición es como la de los seres vivientes en Ezequiel 1, nuestro cielo estará despejado y podremos hablar por Dios así como también oír el hablar de Dios. La capacidad para hablar y oír depende de que tengamos un cielo despejado.

  Un cielo despejado, hablar por el Señor y escuchar al Señor son todos asuntos relativos a la comunión. La comunión genuina se relaciona con la coordinación genuina. Cuando tenemos comunión con Dios y los unos con los otros, entonces habrá coordinación genuina entre nosotros. Entonces, al movernos, podremos hablar por Dios, y cuando Dios venga a hablarnos, podremos escuchar en silencio Su hablar.

  Ésta debería ser la situación en todas las iglesias locales. Una iglesia local apropiada sabe cómo moverse y cómo detenerse, cómo hacer oír su voz y cómo prestar atención a la voz de Dios. ¿Es su iglesia local así? Me preocupa que su iglesia local no sepa cómo detenerse, recoger sus alas y prestar atención a la voz procedente del cielo. También me preocupa que en su iglesia local no haya la coordinación apropiada. En lugar de ello, quizás haya un espectáculo montado por una sola persona, en el cual una sola persona lo hace todo e insiste en que todos y todo se encuentre bajo su control. Toda iglesia local que sea así, será pobre y débil. No importa qué diga ser tal iglesia, no hay una voz que sale de sus alas. La coordinación de los cuatro seres vivientes, por el contrario, no es un espectáculo montado por una sola persona; no es una sola persona la que decide todas las cosas. Su coordinación es una coordinación de todos los seres vivientes.

  Ezequiel 1 nos presenta el cuadro más claro hallado en la Biblia con respecto a la vida de iglesia apropiada, y todos debemos ver la vida de iglesia tal como es retratada en este capítulo. La coordinación mostrada aquí es maravillosa. Todas las experiencias en una secuencia maravillosa llevan a los seres vivientes al punto en que ellos están bajo un cielo que es diáfano como el cristal, está en expansión y es estable. Debido a ello, los seres vivientes tienen un mover apropiado sobre la tierra y emiten la voz y testimonio apropiados ante el universo entero. Aquí ellos aprenden cómo detenerse y prestar atención a la voz de Dios. Ellos saben cómo hacer oír la voz al moverse y saben cómo prestar atención a la voz de Dios al detenerse.

  Todos nosotros, especialmente quienes tomamos la delantera en las iglesias locales, debemos ver este cuadro y experimentar lo que es revelado en el mismo. Quiera el Señor tener misericordia de nosotros y hacer que todas las iglesias locales sean introducidas en las experiencias presentadas en este capítulo.

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