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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Ezequiel»
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Mensaje 14

EL JUICIO DE DIOS SOBRE SU PUEBLO

  Lectura bíblica: Ez. 8:2-4; 9:3, 9:4; 11:16-17, 11:22-24; 10:2; 22:20-22; 14:21; 12:15; 7:21; 33:21; 3:17; 6:8; 20:40; 17:22-23; 21:10, 27; 29:21

  En este mensaje consideraremos el juicio de Dios sobre Su pueblo.

LA BASE PARA EL JUICIO DE DIOS

  Primero, debemos ver la base para el juicio de Dios sobre Su pueblo. El juicio de Dios sobre Su pueblo se basó en tres cosas: la justicia de Dios, la santidad de Dios y la gloria de Dios. En la primera sección de Ezequiel (cap. 1), en la visión donde se manifiesta la apariencia que tiene la gloria del Señor, vimos principalmente tres cosas: el trono, el cual tenía apariencia de zafiro, que representa la justicia de Dios; el fuego, que representa la santidad de Dios; y el electro refulgente, que representa la gloria de Dios. Como hemos señalado, estas tres cosas nos dan los tres colores básicos. El trono que tenía apariencia de zafiro era de color azul, el fuego era rojo y el electro refulgente era amarillo. Cuando estos tres colores básicos irradian, resplandecen y se refractan, ellos tienen la apariencia de un arco iris. Lo más crucial en todo esto es que la justicia de Dios, la santidad de Dios y la gloria de Dios son la base sobre la cual Dios ejecuta Su juicio sobre Su pueblo.

La gloria de Dios es contraria a los ídolos

  En los capítulos del 2 al 24 hay algunas cosas negativas que son contrarias a la justicia, santidad y gloria de Dios. La gloria de Dios es contraria a los ídolos, y en 8:2-4, 10 y 9:3 la gloria de Dios está en contraposición a los ídolos. En una visión Ezequiel fue traído a Jerusalén y entró en el templo, donde le fue presentado un contraste entre la gloria de Dios y los ídolos. En las paredes del templo había imágenes de ídolos, y encima del templo estaba la gloria del Señor. La gloria del Señor no podía tolerar las imágenes de ídolos. Se nos dice que esas imágenes provocaron los celos de Dios (8:3). Nuestro Dios es un Dios celoso; Él no tolerará ídolos. Debido a los ídolos presentes en el templo, la gloria de Dios se fue retirando paso a paso, dejando primero el templo, después la ciudad y finalmente al pueblo. En la última etapa, la gloria del Señor dejó el templo y la ciudad y se detuvo en el monte de los Olivos, al este de la ciudad (11:23), el mismo lugar de donde el Señor ascendió a los cielos. La gloria del Señor se detuvo allí y esperó por algún tiempo, pero a la postre también dejó aquel monte y retornó a los cielos. Así fue la partida de la gloria del Señor.

  El juicio de Dios sobre Su pueblo se basa, primero, en Su gloria. Todo lo que sea contrario a la gloria de Dios ciertamente suscitará Su juicio. La cristiandad actual se encuentra bajo el juicio de Dios. La situación de la cristiandad actual provoca los celos de Dios debido a los muchos ídolos. La Iglesia Católica Romana tiene toda clase de ídolos, y otras supuestas iglesias también tienen ídolos. En algunos de estos lugares tal vez no se exhiban ídolos físicos, pero hay otra clase de ídolos. Para algunos, su labor para Dios es un ídolo. Para otros, su enseñanza de la Biblia o su obra evangelizadora se ha convertido en un ídolo. Si amamos nuestra obra, actividades o prácticas más que al Señor mismo, incluso tales cosas que se hacen para el Señor podrían ser ídolos. Con base en este principio, podemos percatarnos de que la situación de la cristiandad es una en la que abundan los ídolos. Por eso digo que la situación de la cristiandad actual provoca a Dios y está bajo Su juicio.

La santidad de Dios es contraria a la escoria

  La santidad de Dios es la separación y santificación que Dios efectúa, y ésta es contraria a la escoria. La iglesia es el pueblo elegido por Dios, Su pueblo escogido y, como tal, debe ser oro puro, plata pura y un tesoro puro. Sin embargo, como ocurrió con el pueblo de Israel en tiempos de Ezequiel, la iglesia se ha convertido en escoria. Por tanto, al igual que con Israel, es necesario que la iglesia sea incinerada por el fuego. El Señor dijo que Él pondría a la ciudad de Jerusalén y al pueblo de Israel en un horno a fin de incinerarlos (22:17-22). Esto indica que la santidad de Dios es contraria a la escoria. La santidad de Dios no puede tolerar ningún tipo de escoria.

  Consideren la situación en que se encuentra la cristiandad actual. ¿Dónde podemos hallar un tesoro puro para Dios? Casi en todo lugar al que uno mira se encuentra únicamente escoria. Ciertamente existe la necesidad del fuego consumidor de Dios para que éste elimine toda escoria.

  El amor que muchos cristianos expresan hoy en día no es puro, sino que es escoria porque es un amor conforme a la carne. Éstos pueden amar a otros, pero su amor es conforme a la emoción humana natural y contiene una gran medida de mixtura o impureza. Esta clase de amor es un amor que no ha pasado por la cruz. Lo mismo es verdad con respecto a la bondad y humildad expresada por muchos cristianos. En esta clase de amor, bondad y humildad no hay oro puro. En lugar de algo puro y santo, hay mixtura, escoria. Quienes expresan tal clase de amor, bondad y humildad están en la carne al hacer buenas obras o expresar algo de buena manera. Aunque la expresión pueda ser buena, todavía es la carne. No han recibido el trato de la cruz ni tampoco el trato que corresponde a la santidad de Dios. Por tanto, esta clase de amor, bondad y humildad tiene que ser incinerado y juzgado; ello tiene que ser puesto bajo el juicio de Dios por fuego. Con base en esto vemos que no solamente nuestro odio tiene que ser incinerado, sino que incluso nuestro amor tiene que ser incinerado. Asimismo, tanto nuestro orgullo como nuestra humildad tienen que ser incinerados por Dios.

La justicia de Dios es contraria a la injusticia y opresión

  La justicia de Dios era contraria a la injusticia y opresión ejercidas por Israel. Durante los tiempos de Ezequiel la gente recurría a la opresión y practicaba el robo (22:29). Con base en Su trono justo, Dios tenía que ejecutar Su juicio sobre todo lo que era injusto e inicuo.

  Ahora podemos ver que el juicio de Dios sobre Su pueblo estaba basado en Su gloria, santidad y justicia. Todo cuanto no correspondía a Su gloria, santidad y justicia tenía que ser juzgado.

LOS MEDIOS POR LOS CUALES DIOS EJECUTA SU JUICIO SOBRE SU PUEBLO

  Dios juzgó a Su pueblo por medio de cuatro cosas terribles: la espada, el hambre, la peste o enfermedad, y las bestias salvajes e inmundas (14:21). Ezequiel dice claramente que algunos fueron muertos a espada. Los que escaparon murieron por falta de alimentos; otros fueron muertos por la peste; y los que quedaron fueron devorados por las fieras. La guerra trae hambruna; por tanto, en tiempos de guerra hay carencia de alimentos. La carencia de alimentos trae la peste o enfermedad. Éstos son los medios usados por Dios para ejecutar Su juicio sobre Su pueblo (7:15-17).

  Estos cuatro medios por los cuales se lleva a cabo el juicio de Dios pueden aplicarse a la situación en que está la cristiandad actual. Entre los cristianos hay muchas riñas y muy poca paz. Si en una iglesia en particular se suscita una guerra, esto indica que el juicio de Dios ha venido. Esto indica que algo idólatra, algo que no es santo o algo injusto ha provocado el juicio de Dios, el cual es primero por la espada, esto es, por medio de riñas. Todos tenemos que ser cuidadosos. Si entre nosotros hay riñas o disensión, ésa es una señal del juicio de Dios. Cuanto más reñimos unos con otros, más sufriremos el juicio de Dios.

  Debido a las riñas entre cristianos, hay carencia de alimentos. Cuando en una iglesia abundan las riñas, no habrá en tal iglesia un rico suministro de alimentos espirituales. En lugar de alimentos espirituales habrá muerte, hambre. No habrá suministro, no habrá riquezas de Cristo, no habrá palabra viva ni palabra sana. Si deseamos tener palabras sanas, el suministro de Cristo y el alimento espiritual rico y especial, es imprescindible que tengamos unidad, paz y armonía. Es necesario que todos estén en el Espíritu y sean uno. En tal iglesia siempre abunda el suministro alimenticio. Después de cada reunión, hay abundancia de “sobras”. Esto es prueba contundente de que los que están en esa iglesia no están bajo el juicio de Dios.

  Es debido a tal carencia de alimento espiritual que entre los cristianos hoy en día hay peste. Esto significa que hay toda clase de enfermedades espirituales, dolencias y debilidades. Sin embargo, cuando la vida de iglesia es apropiada, no habrá peste, no habrá enfermedades; más bien, habrá sanidad, fortalecimiento y edificación.

  Además, entre los cristianos actualmente hay muchas fieras rugientes y voraces que devoran. En Hechos 20:29 Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso que un día lobos se introducirían en la iglesia, los cuales no tendrían compasión del rebaño. Éstos se preocuparían únicamente de sí mismos, de modo que devorarían a la iglesia. Es posible que haya algunos lobos pequeños en algunas iglesias locales.

  La cristiandad actual se caracteriza por las riñas, por la carencia de alimentos, por las enfermedades espirituales y por las bestias rugientes y voraces. Como resultado de ello, casi todos los cristianos están muertos espiritualmente. No han quedado muchos que estén vivos.

LOS RESULTADOS DEL JUICIO DE DIOS

  Ahora debemos proceder a ver los resultados del juicio de Dios sobre Su pueblo.

La pérdida de la buena tierra

  El primer resultado del juicio de Dios fue que el pueblo de Israel sufrió la pérdida de la buena tierra. Ellos fueron esparcidos, dispersados y llevados al cautiverio (Ez. 12:15; 7:21). En términos de nuestra experiencia espiritual, sufrir la pérdida de la buena tierra significa perder nuestro disfrute de Cristo. Hoy en día la gran mayoría de cristianos están sumidos en la muerte, están dispersos y carecen del disfrute de Cristo.

La gloria del Señor se aparta de Israel

  El segundo resultado del juicio de Dios fue que la gloria del Señor se apartó de Israel (9:3; 11:22-23). En la historia del pueblo de Israel, la gloria del Señor vino a ellos en dos ocasiones y los llenó. La primera vez fue en el monte Sinaí, cuando el tabernáculo fue erigido (Éx. 40:34). La gloria del Señor llenó el tabernáculo desde entonces hasta los tiempos de Elí. Durante el tiempo de Elí, el pueblo de Israel combatió contra los filisteos usando el Arca de manera supersticiosa y fue derrotado (1 S. 4:3-10). El Arca fue capturada, y la gloria del Señor se apartó del tabernáculo. Esto quiere decir que el Señor abandonó el tabernáculo. Cuando el templo fue edificado en tiempos de Salomón, la gloria del Señor retornó para llenar el templo (1 R. 8:10-11). La gloria del Señor permaneció allí hasta el tiempo en que Ezequiel la vio partir, esto es, la gloria dejó el templo y la ciudad, reposó sobre el monte de los Olivos, y finalmente retornó a los cielos.

  En el caso de la cristiandad actual, la gloria del Señor no está presente. Por el contrario, hay dispersión, diseminación, cautiverio y la pérdida del disfrute de Cristo. Al respecto de este asunto no es necesario argumentar en términos de lo correcto y lo equivocado; más bien, simplemente debemos fijarnos si la gloria del Señor está presente. Si usted tiene la gloria del Señor, está en lo correcto. Si no tiene la gloria del Señor, está equivocado. Si la gloria de Dios no está en la iglesia, no podremos percibir en ella el sabor de Dios ni la manifestación de Dios.

El templo es destruido, y la ciudad es quemada

  El tercer resultado del juicio de Dios es que el templo fue destruido y la ciudad fue quemada. Alrededor del año 606 a. C., Nabucodonosor, el rey de Babilonia, vino a Jerusalén y capturó al rey Joaquín llevándolo prisionero a Babilonia (2 Cr. 36:9-10). Ezequiel también fue capturado en aquel entonces. Cinco años después, él comenzó a ver las visiones contenidas en Ezequiel 1. Durante los años siguientes, él continuó viendo visiones con respecto a la posterior captura de Jerusalén. Mientras estaba en cautiverio, Ezequiel fue llevado en el Espíritu de regreso a Jerusalén para que viera los eventos venideros. Después que Nabucodonosor capturó a Joaquín, él estableció al hermano de Joaquín, Sedequías, como rey sobre Israel (v. 10). Sin embargo, Sedequías se rebeló contra Nabucodonosor, acudiendo a Egipto por ayuda. Después, Nabucodonosor regresó a Jerusalén, quemó la ciudad, destruyó el templo y capturó a Sedequías (v. 19; Jer. 52:11; Ez. 33:21). Antes que todo esto sucediera, Ezequiel vio esto en sus visiones.

  Transcurrieron once años entre estas dos capturas. La ciudad y el templo fueron destruidos no con ocasión de la captura de Joaquín, sino cuando Sedequías fue capturado. Cuando Sedequías fue capturado, la gloria del Señor dejó la ciudad santa y al pueblo santo. Luego, tanto el templo como la ciudad fueron destruidos. Aparentemente, esto era el final de la historia de Israel.

LA MISERICORDIA DE DIOS

  Aunque parecía que todo estaba perdido a causa del juicio de Dios, Dios manifestó Su misericordia. Alabamos al Señor porque en Su juicio todavía está presente Su misericordia y la visitación de Su misericordia. ¡Qué maravilloso! Esto también se aplica a la cristiandad de hoy. Aunque la situación es deplorable y parece ser un caso perdido, la misericordia de Dios todavía está presente. No importa cuánto la cristiandad esté bajo el juicio de Dios, la misericordia de Dios todavía está presente allí.

  En medio de Su juicio sobre Israel, Dios manifestó misericordia a Su pueblo y les proveyó un número de cosas.

Establece centinelas

  Primero, en Su misericordia Dios estableció centinelas, tales como Ezequiel, que hicieran advertencias al pueblo (3:17). Al leer el libro de Ezequiel podemos darnos cuenta de que el pueblo de Israel era hostil con Ezequiel debido a que éste no les daba palabras placenteras. Dios le había dicho a Ezequiel que lo enviaba a una casa rebelde, compuesta por personas obstinadas y de duro corazón. Sin embargo, Dios también le dijo que haría el rostro y la frente de Ezequiel tan duro como el rostro y la frente de ellos, tal como un adamante es más duro que el pedernal (vs. 8-9). En Su misericordia Dios estableció tal centinela a fin de advertir a Su pueblo. El principio es el mismo hoy.

Marca a quienes le buscan

  Antes de enviar fuego por el cual ejecutaría Su juicio, Dios envió a Su ángel para marcar a quienes le buscaban (9:4), aquellos que suspiraban y gemían con respecto a toda la pecaminosidad y las maldades en la ciudad de Jerusalén. Dios le dijo a Su ángel que los marcase a fin de que ellos no fueran muertos por la espada, ni muertos por la peste, ni devorados por las fieras ni padecieran hambruna. Únicamente quienes fueran marcados habrían de sobrevivir. La situación es la misma hoy en día. Ciertos queridos buscadores han sido verdaderamente marcados por Dios. No importa cuánto riñan los otros cristianos, ellos no tienen nada que ver con eso. Éstos que han sido marcados no son dañados por las riñas entre cristianos; tampoco padecen por falta de alimento espiritual ni tienen algún tipo de enfermedad espiritual. ¡Alabado sea el Señor que Él tiene a aquellos que marcó de antemano! Al comienzo del recobro del Señor en este país, en 1962, algunos hermanos y yo oramos día tras día por buscadores pidiéndole al Señor que los trajera a Su recobro. Hoy en día el Señor todavía tiene a Sus buscadores, aquellos que Él marcó de antemano.

Conserva un remanente

  Ezequiel 6:8-9 dice: “Mas dejaré remanente, de modo que tengáis entre las naciones algunos que escapen de la espada, cuando seáis esparcidos por los países. Los que de vosotros escapen se acordarán de Mí entre las naciones adonde serán llevados cautivos, de cómo me quebranté a causa de su corazón fornicario que se apartó de Mí y a causa de sus ojos que se prostituyeron tras sus ídolos; y se aborrecerán a sí mismos por los males que hicieron, por todas sus abominaciones”. Aquí vemos que en medio de Su juicio, Dios, conforme a Su gran misericordia, conservó un remanente. La mayoría fue muerta a espada, otros murieron a causa de la hambruna o la peste, y otros fueron devorados por las fieras. El resto fue dispersado en cautiverio, donde Dios los mantuvo como remanente. El principio es el mismo hoy en día. Dios no solamente marcó a los buscadores, sino que también conservó y mantuvo un remanente. Creo firmemente que quienes vengan a la vida de iglesia en este país constituirán el remanente, aquellos buscadores marcados por Dios. El remanente —los buscadores marcados por Dios— serán traídos por el Señor a Su recobro.

Es un santuario por poco tiempo para quienes están en cautiverio

  Dios dijo que incluso durante el cautiverio Él sería, por poco tiempo, un santuario para Su pueblo (11:16). Para Su pueblo cautivo y en dispersión Él se hizo no un santuario permanente como el de Jerusalén, sino un santuario temporal.

  Si usted le dice a otros que la cristiandad ha caído en degradación, ellos podrían argumentar diciendo que tienen la presencia del Señor en sus reuniones. Tenemos que reconocer este hecho. Es verdad que el Señor es un santuario por poco tiempo para quienes están en cautiverio. No debemos decir que ellos no tienen la verdadera presencia del Señor en ninguna medida; más bien, debemos hacerles ver que éste es apenas un santuario temporal. Por aquí y por allá, en algunos hogares y grupos, ellos tienen la presencia del Señor de manera temporal como santuario temporal. Sin embargo, nadie debe estar satisfecho con un santuario temporal. El santuario temporal debe ser un llamado para regresar a Jerusalén, para regresar al santuario permanente.

Los lleva de regreso a su tierra

  Alabamos al Señor que en Su misericordia Él prometió a quienes estaban en cautiverio que un día los llevaría de regreso a su tierra (11:17). La tierra a la que Él los llevaría sería la del monte de la altura de Israel (20:40), que tipifica al Cristo resucitado y ascendido. El Cristo que experimentamos y disfrutamos en la actualidad en las iglesias locales es muy elevado, pues Él es el Cristo resucitado y ascendido.

Profetiza con respecto a Cristo

  En esta sección que trata sobre el juicio de Dios, en Su misericordia Él les profetizó ciertas cosas con respecto a Cristo.

Un renuevo que llega a ser un cedro

  En 17:22-23 la casa de David, la familia real, es comparada a un cedro. Primero, una rama de este árbol, Joaquín, fue cortada. Después, otra rama, Sedequías, fue establecida para después ser cortada también. Finalmente, este capítulo nos dice que un renuevo, una rama tierna, en la cima de este cedro, fue cortada y trasplantada a la cima de un monte alto y prominente, donde se convirtió en un magnífico cedro. Si leemos cuidadosamente, comprenderemos que este renuevo tierno es Cristo. Cristo, quien pertenece a la casa de David y nació como descendiente de la casa de David, es la rama tierna del cedro de David. En calidad de rama tierna, Él fue “cortado” al ser crucificado. Cuando Cristo fue clavado en la cruz, Él, el renuevo tierno, fue “podado”; pero por Su resurrección Él fue plantado en la cima del monte alto, donde llegó a ser un magnífico cedro. El hombre “cortó” a esta persona tierna, pero Dios hizo que Él resucitara y ascendiera. De este modo, Dios plantó a Cristo en un lugar elevado, y Cristo llegó a ser un cedro majestuoso bajo el cual muchas personas morarán.

  Ésta no solamente fue una profecía, sino también una promesa dada por Dios al pueblo que estaba desalentado. En aquel entonces la casa de David se encontraba completamente desalentada y desilusionada, pero Ezequiel profetizó prediciendo que de la casa de David saldría un renuevo tierno que sería puesto en la cima de un monte alto y que este renuevo se convertiría en un magnífico cedro. Esto fue motivo de aliento y fue una promesa para la casa de David con respecto a Cristo.

  Aunque la casa de David fue talada a causa de su corrupción y se tornó desolada y abatida, llegará el día cuando será revivida en Cristo. Debido a que ellos serán unidos a Cristo, llegarán a ser majestuosos una vez más. Este mismo principio se aplica a nuestra experiencia espiritual. Debido a ciertos errores es posible que hayamos sido talados y hayamos sido reducidos a una condición inferior; pero debido a que Dios hizo que fuésemos unidos a Cristo y seamos uno con Él, llegaremos a ser majestuosos en Él.

El cetro de Judá

  Ezequiel 21:10 es otro versículo que muchos estudiosos de la Biblia creen se refiere a Cristo. Este versículo es de difícil traducción, pero la mejor expresión sería: “El cetro de mi hijo menosprecia cualquier otro leño”. Estas palabras ciertamente se basan en Génesis 49:10, que habla sobre el cetro de Judá. El cetro de Judá es Cristo. En tiempos de Ezequiel el cedro, la casa de David, fue talado y quemado. Algunos, sin embargo, todavía se alegraban y estaban gozosos diciendo: “El cetro de mi hijo menosprecia cualquier otro leño”. Esto significa que mientras Ezequiel profetizaba diciéndole a la gente que Dios estaba a punto de incinerar al pueblo de Israel, incluyendo la casa de David, la cual pertenecía a la tribu de Judá, algunos de ellos se regocijaban diciendo: “Tenemos a Cristo. Tenemos el cetro del Hijo de Dios, quien menosprecia y sobrepasa todos los árboles”. La respuesta de Dios consistió en hacer una pregunta: Puesto que Él habría de incinerarlo todo, ¿debieran ellos regocijarse diciendo esto? Por tanto, este versículo se refiere a Cristo, el cetro de Judá; esto es, se refiere al poder y autoridad del Hijo de Dios.

Aquel que tiene derecho a heredar el reino de Israel

  Ezequiel 21:27 indica que Cristo es Aquel que tiene derecho a heredar el reino de Israel. En aquel entonces, Dios estaba derribando el reino y la nación de Israel, pero, a la postre, Aquel que tiene derecho a heredar el reino de Israel vendrá. Éste es Cristo.

El cuerno de la casa de Israel

  Ezequiel 29:21 dice: “En aquel día haré retoñar un cuerno para la casa de Israel, y te haré abrir la boca en medio de ellos. Entonces sabrán que Yo soy Jehová”. Cristo es el cuerno de la casa de Israel que retoñará. Dios haría retoñar este cuerno de la casa de Israel. En tiempos de Ezequiel, otras naciones habían conquistado y oprimido al pueblo de Israel, de modo que a Israel le era imposible proseguir. Pero Dios prometió que un día un cuerno retoñaría de la casa de Israel para enfrentarse a todas las naciones y prevalecer sobre toda autoridad terrenal a fin de que la nación de Israel pudiera ser salvada. Cristo llegará a ser ese cuerno que los libre de toda opresión y esclavitud.

  Ahora podemos ver que mientras el juicio de Dios estaba sobre Su pueblo y mientras ellos experimentaban gran desilusión, Dios profetizó que Cristo era su esperanza y aliento. Aunque ellos estaban bajo el juicio de Dios, no debían sentirse desilusionados, pues podían ser alentados por Cristo y con Cristo.

  Ésta también debe ser nuestra experiencia actualmente. Si mientras estamos bajo el juicio de Dios le somos fieles a Él, podemos ser alentados con Cristo. Tenemos la misericordia de Dios, y tenemos al Cristo de Dios. Sí, es posible que estemos bajo el juicio de Dios; sin embargo, incluso mientras estamos bajo el juicio de Dios, todavía contamos con la misericordia de Dios y el aliento de Cristo. ¡Aleluya por la misericordia de Dios y por el Cristo de Dios!

  El resultado final del juicio de Dios sobre los israelitas será hacer que ellos se vuelvan a Cristo y ganen a Cristo a fin de que Cristo llegue a serlo todo para ellos. Debido a que Israel se unirá a Cristo, Israel ascenderá de una posición de humillación a una posición muy elevada en la que tendrá a Cristo como la autoridad para sobrepasar a todas las naciones y autoridades de la tierra. Por causa de Cristo, la nación de Israel será restaurada, y Cristo será el Rey. En aquel día Cristo llegará a ser el cuerno que los libre de opresión y esclavitud. Por tanto, todas las cosas tienen como base a Cristo y son recibidas en Cristo.

  El principio que rige hoy en la iglesia es el mismo. El resultado del juicio de Dios sobre la iglesia es que Dios obtiene un grupo de personas que retornan a Cristo y ganan a Cristo. Así, Cristo llega a ser su cedro a fin de ser su autoridad, y Cristo llega a ser su cuerno de salvación.

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