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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Ezequiel»
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Mensaje 23

EL EDIFICIO EN LA PARTE DE ATRÁS, LOS MUROS, EL ALTAR DEL INCIENSO, LAS CÁMARAS SANTAS Y LOS LUGARES PARA COCER

  Lectura bíblica: Ez. 41:12-20, 22-25; 42:1-20; 46:19-20

  En este mensaje consideraremos el edificio ubicado en la parte de atrás del templo, el altar del incienso ubicado dentro del templo, las cámaras santas ubicadas en los costados del templo, los dos lugares para cocer donde los sacerdotes preparaban las ofrendas y, finalmente, los muros.

EL EDIFICIO EN LA PARTE DE ATRÁS DEL TEMPLO

  En el pasado pasé muchas horas considerando el edificio en la parte de atrás del templo (41:12-14) y buscando al Señor a fin de descubrir el significado y propósito de este edificio. A veces, lo que la Biblia no nos dice es más significativo que lo que dice. Podemos conocer el significado y propósito de la mayoría de los edificios presentados en Ezequiel, pero no podemos hallar indicio alguno con respecto al uso que se le daba al edificio localizado en la parte de atrás del templo. Este edificio es más grande que el templo. El templo medía cien codos por sesenta codos, pero el edificio en la parte de atrás del templo medía cien codos por ochenta codos. Aunque este edificio es más grande que el templo, el relato no indica el propósito al que este edificio servía.

  Mientras estudiaba dicho edificio, el Señor me mostró que éste representa las riquezas de Cristo. Las cámaras laterales representan la plenitud de Cristo, pero el edificio de atrás representa las riquezas de Cristo. Debemos distinguir entre las riquezas de Cristo y la plenitud de Cristo. Las riquezas de Cristo son lo que Cristo es. Por ejemplo, Cristo es la vida, la luz, la realidad y el camino. La plenitud de Cristo es la iglesia como expresión de Cristo (Ef. 1:22-23). La plenitud de Cristo está basada en las riquezas de Cristo. Cuando experimentamos las riquezas de Cristo y las disfrutamos, llegamos a ser la iglesia como plenitud de Cristo, Su expresión. Mientras que las cámaras laterales indican la plenitud de Cristo, el edificio de atrás indica las riquezas de Cristo.

  Permítanme darles una simple ilustración de cómo el edificio en la parte de atrás representa las riquezas de Cristo. Supongamos que usted es un huésped en casa de un hermano, pero que en lugar de estar alojado en una de sus habitaciones, él le pide que duerma en el sofá de su sala. Esto indicaría que dicho hermano no es rico, sino pobre. Sin embargo, si el hermano le provee una habitación desocupada y espaciosa especialmente preparada para usted, esto indicaría que dicho hermano es rico. El punto aquí es que nuestro Cristo es muy rico. Cristo es tan rico que puede cumplir con todos los requisitos y satisfacer todas las necesidades tanto de Dios como del hombre y, aun así, tener un gran “edificio” a manera de excedente. Este edificio indica que Cristo es rico, con abundancia que rebosa.

  No debiéramos pensar que Cristo, como edificio de Dios, es solamente tanto como cuánto necesitemos. En principio, Cristo en calidad de edificio siempre tiene un excedente, lo cual excede aquello que podamos usar. Debemos recordar que aquellos cinco panes alimentaron a cinco mil personas, y sobraron doce cestas llenas (Jn. 6:12-13). La cantidad que sobró era mayor que la cantidad que se tenía al comienzo. Esto indica que Cristo es ilimitado. Detrás de la porción de Cristo que necesitamos hay una porción incluso mayor, la cual está “vacante”. A diferencia de los edificios de apartamentos que exhiben letreros que dicen “no hay vacantes”, en el caso de Cristo hay siempre un letrero que dice “vacante”. Puesto que Cristo es inescrutablemente rico, Él es un “edificio” que siempre está “vacante”.

  El tamaño de este edificio —cien codos por ochenta codos— es significativo. Ochenta es diez veces ocho. El número ocho representa resurrección, y el número diez representa plenitud. El número ochenta, por tanto, indica resurrección en plenitud. Además, el área de este edificio mide ocho mil codos cuadrados, esto es, cien veces ochenta; en otras palabras, es mil veces la resurrección.

  Las dimensiones del edificio de atrás incluyen el muro, que tiene un espesor de cinco codos en todos los cuatro lados. La capacidad neta del edificio es de setenta codos por noventa codos (Ez. 41:12). Estos números también son significativos. Setenta es diez veces siete, noventa es diez veces nueve y nueve es tres veces tres. Estos números indican compleción (siete), plenitud (diez), resurrección (ocho) y el Dios Triuno (tres). Todo esto nos muestra cuán rico es Cristo.

EL TAMAÑO DEL TEMPLO Y DE LA ZONA SEPARADA FRENTE AL TEMPLO Y DETRÁS DE ÉL

  Ezequiel 41:13-15 nos da el tamaño del templo y de la zona separada que había tanto frente al templo como detrás de él: “Así que midió la casa, y tenía cien codos de largo; y la zona separada ubicada en la parte de atrás y el edificio con sus muros eran de cien codos de longitud; y la anchura del frente de la casa y la de la zona separada que daba al oriente era de cien codos. Y Él midió la longitud del edificio que estaba delante de la zona separada, que había detrás de él, y las galerías a uno y otro lado, y eran de cien codos”. El templo mide cien codos de largo, y la anchura del frente del templo y de la zona separada que daba al oriente mide cien codos en total. La anchura de la nave del templo es de veinte codos (vs. 2, 4). El espesor de las paredes es de seis codos, lo cual suma un total de doce codos por las paredes a ambos lados (v. 5). La anchura de las cámaras laterales es de cuatro codos a cada lado, lo cual suma un total de ocho codos (v. 5). El espesor de la pared exterior de las cámaras laterales es de cinco codos a cada lado, lo cual suma un total de diez codos (v. 9). La anchura del espacio adicional que quedaba a lo largo de las cámaras laterales es de cinco codos a cada lado, lo cual suma un total de diez codos (v. 9). Al sumar todas estas medidas, tenemos un total de sesenta codos. El espacio abierto ubicado entre las cámaras laterales del templo y las cámaras santas mide veinte codos de ancho en cada uno de los dos costados del templo. Si sumamos todo esto, tenemos un total de cien codos. Esto produce un cuadrado de cien codos por lado, lo cual significa que Cristo es absolutamente perfecto, recto, completo y rico como morada de Dios.

  La anchura del atrio interior, el frente del templo y la zona a lo largo del costado oriental es de cien codos, y su longitud es también de cien codos. Por tanto, esta área, de la cual el altar es el centro, también es un cuadrado de cien codos por lado. Esto indica nuevamente que Cristo es perfecto, recto y completo y que Él es plenamente apto para ser usado por Dios en la realización de Su obra de redención.

  La zona separada y el edificio de atrás con su muro miden, en su conjunto, cien codos de largo (v. 13). La longitud del edificio que estaba delante de la zona separada, incluyendo las galerías a cada lado, medía cien codos (v. 15); y su anchura también medía cien codos. Aquí, en la parte de atrás del templo, tenemos otro cuadrado de cien codos por lado. Esto indica nuevamente que Cristo es perfecto, recto y completo. Él es más que suficiente para satisfacer todas las necesidades tanto de Dios como del hombre con un abundante excedente. El excedente de Cristo es ciertamente abundante.

  Este maravilloso arreglo revela la sabiduría de nuestro Dios. En su conjunto tenemos tres áreas del terreno, todas las cuales son un cuadrado de cien codos. Esto indica que en el Dios Triuno hay cien veces cuadrados completos y cien veces abundante excedente.

  Sírvanse valerse del gráfico 1 en la página 231, que muestra el plano del terreno, a fin de considerar toda el área ocupada por el templo, el atrio interior y el atrio exterior. Sumados, la longitud de la puerta del este que conduce al atrio exterior (40:6-16) y la longitud de la puerta del este que conduce al atrio interior (vs. 32-34) equivalen a cien codos. El atrio exterior también mide cien codos de longitud desde la puerta exterior hasta la puerta interior. El atrio interior tiene una longitud de cien codos; el templo mismo tiene una longitud de cien codos; y la longitud de la zona separada y el edificio de atrás también suman cien codos. Si sumamos estas cinco secciones, tenemos un total de quinientos codos. Esto hace referencia a la situación de Cristo delante de Dios. En calidad de puerta, Él es cien por ciento perfecto; en calidad de atrio exterior, Él es cien por ciento perfecto; en calidad de atrio interior, Él es cien por ciento perfecto; en calidad de templo, Él es cien por ciento perfecto; y en calidad de excedente abundante, Él también es cien por ciento perfecto. Cristo, quien es absolutamente perfecto en todo sentido, es cien veces cinco. Debemos recordar que cinco es el número de responsabilidad. Por tanto, en beneficio nuestro Cristo sobrelleva completa responsabilidad delante de Dios de manera centuplicada. Éste es un cuadro que nos muestra la compleción, la rectitud y el excedente de Cristo. Su compleción, rectitud y excedente son perfectos, pues se derivan de Dios mismo y están en resurrección. Al sobrellevar la responsabilidad en beneficio nuestro delante de Dios, Cristo es un testimonio para Dios completo, perfecto y sin defecto alguno.

LOS MUROS DEL TEMPLO

  Según el relato en Ezequiel, todas las partes del edificio que guardaban relación con el templo, incluyendo el templo mismo, el vestíbulo, las cámaras laterales, el edificio de atrás y todos los muros, están recubiertas, revestidas, de madera (41:16). Por tanto, al entrar en el templo, no vemos sino madera. Esto difiere por completo del tabernáculo erigido por Moisés, en el que uno podía ver oro por todas partes; todas las partes estaban recubiertas de oro (Éx. 26:29). Aquí en Ezequiel, por el contrario, todas las partes estaban recubiertas con paneles de madera. Mientras que el oro representa la divinidad, la madera representa la humanidad, en especial la humanidad apropiada del Señor Jesús.

  Ezequiel es un libro lleno de humanidad. En el capítulo 1, Cristo está en el trono como hombre. En el trono hay un hombre. Incluso en Su gloria, Cristo es revelado como hombre. En el capítulo 43, cuando la gloria regresa al templo, el hombre está allí (vs. 2, 6). Este hombre es el Señor mismo. En el edificio de Dios, el material primordial es la humanidad. Esto indica que debemos ser humanos, pero no de una manera natural; más bien, debemos ser “Jesúsmente humanos”. La humanidad apropiada no es nuestra humanidad natural; la humanidad apropiada es la humanidad del Jesús crucificado, resucitado y ascendido.

  En el relato acerca del templo, el número seis es usado muchas veces. Prácticamente en toda entrada, puerta y umbral encontramos el número seis. Las cámaras de la guardia miden seis por seis, y las treinta cámaras sobre el pavimento miden cinco por seis. Nuevamente quisiera señalar que el número seis aquí representa la humanidad del hombre Jesús. La madera que cubría el interior del templo representa la humanidad del Señor Jesús.

  El relato bíblico no nos dice qué clase de madera se usó para estos revestimientos. Asimismo, es difícil describir qué clase de humanidad posee el Señor Jesús. La humanidad de Jesús es maravillosa. No podemos describirla, pero podemos verla y poseerla.

  Sobre todos los revestimientos de madera se tallaron querubines y palmeras (41:18-20). Los querubines son los cuatro seres vivientes descritos en el capítulo 1. Ellos representan la gloria del Señor manifestada sobre las criaturas. Entre los querubines hay palmeras, que representan la victoria de Cristo y el poder imperecedero y perpetuo de Cristo. En el capítulo 1 los querubines tenían cuatro caras, pero en las talladuras hechas sobre los muros ellos tenían solamente dos caras: la cara de hombre y la cara de león. La cara de hombre representa y expresa la humanidad, y la cara de león representa la victoria en la humanidad.

  Ezequiel 41:18-19 dice: “Habían sido tallados querubines y palmeras. Y entre cada dos querubines había una palmera, y cada querubín tenía dos caras; de modo que la cara de hombre estaba orientada hacia la palmera por un lado y la cara de león estaba orientada hacia la palmera por el otro lado. Así se había tallado en toda la casa y alrededor de ella”. Aquí se nos dice que entre cada dos querubines había una palmera. Esto significa que nosotros hacemos patente la victoria de Cristo al manifestar la gloriosa imagen de Cristo. Cada palmera tiene por un lado la cara de hombre y por el otro la cara de león. Esto significa que la gloria y victoria de Cristo están manifestadas en un hombre victorioso. Esto significa que si tenemos comunión con Cristo y disfrutamos a Cristo, y si manifestamos a Cristo y somos victoriosos a causa de Cristo, entonces los demás verán en nosotros tanto la cara de hombre como la cara de león. Sobre nosotros estará la imagen, gloria y victoria de Cristo.

  Debemos prestar atención al hecho de que los querubines y las palmeras no están pintados sobre la madera, sino que han sido tallados en ella. Esto revela que, como tal revestimiento, nosotros debemos ser “tallados” por el Señor. Ser tallados significa sufrir algo. Cuando nos reunimos con ciertos hermanos y hermanas, tenemos la impresión de que sobre ellos ha sido tallado algo del Señor. La victoria de Cristo y la gloria del Señor han sido “talladas” en ellos. El poder imperecedero, la lozanía y la vida perenne han sido “tallados” en el ser de ellos. Debido al tallar del Señor, dichas personas portan esta clase de imagen y causan esta clase de impresión a todo lugar al que van.

EL ALTAR DEL INCIENSO HECHO DE MADERA

  El altar del incienso estaba hecho completamente de madera. Todas sus partes, incluyendo los cuernos, estaban hechas de madera (v. 22). Esto difiere por completo del altar del incienso en el tabernáculo erigido por Moisés. El altar del incienso en el tabernáculo era de madera recubierta con oro, lo cual representa la humanidad recubierta con divinidad (Éx. 37:25-26). El altar del incienso que se yergue en este templo estaba hecho únicamente de madera, que representa la humanidad de Jesús.

  Tanto en el tabernáculo como en el templo se tenía el altar, el candelero y la mesa de los panes de la Presencia. Pero aquí, en Ezequiel, el altar es también la mesa (41:22). Por ser un altar, podemos usarlo para ofrecer algo a Dios, y por ser una mesa, Dios puede usarla para ministrarnos algo. El altar sirve para que nosotros ofrezcamos algo a Dios para Su satisfacción, y la mesa sirve para que Dios prepare algo para nosotros a fin de saciarnos. Por tanto, el único altar sirve dos propósitos: para nosotros ante Dios, es el altar; y para Dios ante nosotros, es la mesa. Nosotros ofrecemos algo de Cristo a Dios sobre este altar, y Dios prepara algo de Cristo para nosotros sobre esta mesa. Ambas son realizadas con base en la humanidad de Cristo.

  Todo cuanto se ponga sobre este altar-mesa tiene que ser Cristo. El Cristo que está sobre el altar es incienso para Dios, y el Cristo que está sobre la mesa es alimento para nosotros. Cuando ofrecemos Cristo a Dios sobre esta base, ella es el altar para satisfacción de Dios. Cuando Dios prepara algo de Cristo para nosotros sobre esta base, ella es la mesa para nuestra satisfacción. En otras palabras, Cristo sobre el altar es el incienso, y Cristo sobre la mesa es el alimento.

  El punto principal aquí es que las paredes estaban recubiertas de madera y que el altar del incienso estaba hecho de madera, la cual representa la humanidad del Señor Jesús. El altar del incienso hecho de madera tenía tres codos de altura y dos codos de longitud; esto representa al Dios Triuno en resurrección como testimonio.

  El altar, que estaba hecho de madera, era puesto en un lugar revestido de madera con talladuras de querubines y palmeras, lo cual indica que si somos personas que manifiestan la gloria y victoria de Cristo, tendremos el altar-mesa para que Dios y nosotros disfrutemos de mutua comunión en Cristo. Aquí Dios disfruta del incienso que ofrecemos en Cristo, y nosotros disfrutamos del alimento suministrado por Dios en Cristo. De este modo, tanto nosotros como Dios disfrutamos de Cristo. Dios es satisfecho debido a la fragancia en Cristo, y nosotros estamos satisfechos por el suministro alimenticio que hay en Cristo. Ahora debemos ver que este mutuo disfrute se da únicamente en una atmósfera y situación donde la gloria y victoria de Cristo se manifiestan. Si vencemos por medio de Cristo y manifestamos la imagen y gloria de Cristo, entonces tendremos un altar-mesa donde podamos tener comunión con Dios y disfrutar a Cristo. Esta comunión y disfrute son el resultado de nuestra victoria en Cristo y por medio de Cristo.

NO HAY UN CANDELERO

  En este templo no hay un candelero para alumbrar. En el tabernáculo, no hay ventanas ni aberturas en el Lugar Santo, por lo que el candelero era necesario. Pero en el templo descrito en el libro de Ezequiel hay muchas ventanas que permiten que entre la luz y el aire. Por tanto, no hay necesidad de un candelero.

LAS PUERTAS

  Tanto el templo exterior como el templo interior tenían puertas a la entrada (v. 23). En ambas entradas había dos puertas, cada una con dos secciones plegables. Las entradas eran simples aberturas, pero en ellas había puertas que podían cerrarse y abrirse. Al aplicar esto a nuestra situación actual podríamos decir que cuando las personas positivas, tales como los apóstoles, vienen a nosotros, ciertamente debemos abrir la puerta; sin embargo, cuando las personas negativas, tales como los lobos (Mt. 7:15), vienen, entonces tenemos que cerrar la puerta.

  ¿Tiene puertas la iglesia local en su ciudad? Me preocupa que la iglesia en su localidad solamente tenga vías de entrada, pero no entradas con puertas. En la vida de iglesia necesitamos tener entradas con puertas. Por un lado, debemos estar abiertos a las personas y cosas positivas; por otro, debemos estar cerrados a las personas y cosas negativas. Debemos cerrarles la puerta e impedirles la entrada. La función que cumplen las puertas es similar a las celosías de las ventanas: se abren para permitir el ingreso de las cosas positivas, pero se cierran para mantener fuera las cosas negativas.

  Cada entrada tiene dos puertas, cada una de las cuales está hecha de dos piezas. Esto hace un total de cuatro piezas para cada entrada (Ez. 41:24). El hecho de que cada puerta esté hecha de dos piezas plegables nos muestra que las puertas son flexibles, pues giran y también se pliegan. A veces en la vida de iglesia quienes toman la delantera no son flexibles; no saben cómo plegarse o girar. La iglesia requiere de puertas que giren y se plieguen, que sean flexibles y fáciles de abrir y cerrar.

LAS CÁMARAS SANTAS

  Las cámaras santas son edificios que conectan el atrio interior con el atrio exterior. Estas cámaras están ubicadas tanto al norte como al sur (42:13). Las cámaras santas miden cincuenta codos de ancho y cien codos de largo, con un corredor de diez codos de ancho entre ellas. Cada una de estas edificaciones consiste de dos hileras, una frente a la otra, con un corredor entre ellas. Por tanto, las muchas puertas en la edificación del sur se abren hacia el norte, y las muchas puertas en la edificación del norte se abren hacia el sur. Esto hace que sean edificios conectores.

  El punto importante es que las cámaras santas sirven para que los sacerdotes coman de las ofrendas. Hemos visto que las cámaras sobre el pavimento del atrio exterior sirven para que la gente coma de las ofrendas. Ahora vemos que las cámaras santas sirven para que los sacerdotes coman de las ofrendas así como para que coloquen y almacenen las ofrendas. Es aquí que los sacerdotes ponen sus vestiduras sacerdotales (v. 14).

  En las cámaras edificadas sobre el pavimento, la gente puede disfrutar de Cristo, mas no expresarlo, pues carecen de las vestiduras sacerdotales. Las vestiduras sacerdotales representan al Cristo que expresamos y vivimos. Mientras que las ofrendas representan al Cristo que disfrutamos, las vestiduras representan al Cristo que es nuestra expresión. Aquellos que están en el atrio exterior solamente pueden disfrutar a Cristo, pero no pueden vivir a Cristo ni expresarlo. La situación en el caso de los sacerdotes es mucho mejor. Los sacerdotes no solamente disfrutan a Cristo, sino que también lo expresan. Ellos no solamente comen a Cristo, sino que también expresan a Cristo en su vivir. Además, ellos tienen almacenado un depósito de Cristo. En todas estas cosas podemos ver una mejora significativa en la experiencia que tenemos de Cristo.

  Es aquí en las cámaras santas donde alcanzamos la cúspide de nuestra experiencia espiritual. Vivir en las cámaras santas es vivir en Cristo, comer de las ofrendas en estas cámaras es comer a Cristo y vestir las vestiduras santas es vestirse de Cristo. Esto nos permite ver que en las cámaras santas vivimos a Cristo, disfrutamos a Cristo y expresamos a Cristo.

  Las cámaras santas ubicadas al norte y al sur están una frente a la otra. Esto significa comunión, testimonio y confirmación. La acumulación, el suministro y el disfrute de Cristo guardan estrecha relación con la comunión, el testimonio y la confirmación.

  Las cámaras santas tienen cien codos de largo y cincuenta codos de ancho. El número cien significa compleción perfecta en plenitud, y el número cincuenta representa al hombre que sobrelleva plena y completa responsabilidad después de haber recibido la gracia de Dios. Además, si combinamos las cámaras santas del norte con las del sur, tenemos otro cuadrado de cien codos por lado, lo cual significa acumulación, suministro y disfrute perfectos; más aún, estas cámaras santas testifican una a la otra y, al ser combinadas, hay compleción perfecta y absoluta. Esto indica que cuando los testimonios mutuos son sumados, tenemos absoluto disfrute de Cristo y absoluta acumulación de Cristo. No podemos tener esto individualmente, sino con todos los santos (Ef. 3:18).

  Al igual que las cámaras laterales, las cámaras santas tienen tres pisos (Ez. 42:5-6). Su altura es igual a la de las cámaras laterales, lo cual indica que corresponden a la plenitud de Cristo. Los sacerdotes disfrutan a Cristo, se visten de Cristo, almacenan a Cristo y poseen a Cristo al grado que la altura de sus cámaras equivale a la altura de las cámaras laterales, lo cual representa la plenitud de Cristo.

  El versículo 6 dice: “Porque estaban dispuestas en tres pisos y no tenían columnas como las columnas de los atrios; por tanto, el piso superior era más estrecho que el inferior y el intermedio, a partir del suelo”. Aunque las cámaras santas ocupaban tres pisos, no tenían ninguna columna. En lo que concierne a la experiencia espiritual, esto indica que quienes disfrutan de Cristo en tan alto grado no son como aquellos que, comparativamente, se encuentran en un nivel inferior. Aquellos que están en las cámaras santas no expresan el poder de Cristo, el cual es representado por las columnas; en lugar de ello, hay un énfasis en la excelencia y superioridad de Cristo. Las cámaras sobre el pavimento y en las cuatro esquinas enfatizan cuán humilde y aplicable es Cristo; el vestíbulo indica la disponibilidad de Cristo; los edificios conectados al templo así como el espacio adicional al lado de las cámaras laterales aluden a la plenitud de Cristo y a Su excedente; y la zona separada alrededor del templo así como el edificio desocupado manifiestan las riquezas de Cristo y Su abundancia. Ahora debemos comprender que las cámaras santas enfatizan la excelencia y superioridad de Cristo. Por esta razón, las cámaras santas ocupan tres pisos, pero no tienen columnas como las que hay en los atrios.

  Las galerías en el tercer piso, el nivel más alto, estaban una frente a la otra. Esto indica que cuanto más disfrutamos a Cristo, más seremos confirmados. Cuanto más ascendemos en el disfrute de Cristo, más comunión tendremos y más seremos confirmados mutuamente.

  Cuando tenemos el disfrute de Cristo representado por el tercer piso, sentimos el debido aprecio por la comunión, la confirmación y la abertura a otros. Ya no queremos estar solos ni cerrados. Sin embargo, quienes son jóvenes en el Señor y no experimentan mucho crecimiento espiritual, no sienten la misma necesidad de tener comunión y ser confirmados y tal vez prefieran estar solos. Aquellos que disfrutan a Cristo, almacenan a Cristo, se visten de Cristo y sirven a Dios a causa de Cristo, madurarán y llegarán al nivel de experiencia espiritual en el cual llevarán una vida llena de comunión y de testimonio, confirmación y abertura mutuos.

  Debido al espacio que ocupaban las galerías, las cámaras en el tercer piso eran más pequeñas que las del primer y segundo piso. Esto indica que cuando nuestra experiencia y disfrute de Cristo llega al tercer nivel, nos abriremos más a los demás en comunión y confirmación, y tendremos menos cosas que reservemos de los demás que las que nos reservábamos cuando estábamos en los pisos más bajos.

LOS DOS LUGARES PARA COCER

  Al final, hacia la parte de atrás, están los lugares para cocer, dos lugares donde los sacerdotes cocían sus ofrendas y horneaban las ofrendas de harina (46:19-20). Éstas son las “cocinas” sacerdotales. Las cocinas para el pueblo están en los cuatro rincones del atrio exterior, pero las cocinas para los sacerdotes son estos dos lugares ubicados dentro de las cámaras santas.

EL TERRENO ALREDEDOR DEL TEMPLO

  Después que la medición del templo fue completada, Ezequiel fue llevado a las afueras del complejo del templo, donde el hombre midió el terreno afuera del muro (42:15-20). En cada dirección la medida del terreno no fue de quinientos codos, sino de quinientas cañas (vs. 16-19). Una caña equivale a seis codos. Por tanto, el terreno afuera del muro es un cuadrado de tres mil codos, con lo cual tiene una superficie total de nueve millones de codos cuadrados. Sin embargo, únicamente se usó un área de quinientos codos en el centro, con lo cual quedó un terreno amplio y espacioso que rodeaba el complejo del templo.

Una profunda impresión de separación

  El diseño del templo causa una profunda impresión de separación. El muro alrededor del espacioso terreno separaba lo santo de lo común.

  En total, había por lo menos cuatro muros: el muro alrededor de todo el terreno, el muro alrededor del atrio exterior, el muro alrededor del atrio interior y el muro alrededor del templo. Estos muros encerraban al templo, con lo cual separaban lo santo de lo común. Esto revela que cuando una persona entra en el templo, ella ha pasado por una separación cuádruple. ¡Cuán grande es el margen de separación que existe! A cada lado del complejo del templo hay un “suburbio” muy espacioso de mil doscientos cincuenta codos que llega hasta el muro. Esto indica cuán espaciosa es la separación que tenemos en Cristo.

Una impresión de progresión

  El diseño del templo también causa una impresión de progresión. Cuanto más avanzamos internamente, más alto ascendemos. Cuando estamos en el templo mismo, estamos a una altura de quince codos sobre el nivel del suelo. Además, cuanto más elevados estamos, mayor es la anchura y amplitud que tenemos. Más adentro, más elevado, más ancho y más amplio, todo esto indica progresión. Esta experiencia del edificio santo de Dios es progresiva.

Una impresión de equilibrio

  Además, la apariencia del templo causa una clara impresión de equilibrio, de simetría. En el diseño no hay nada que rompa el equilibrio o que esté torcido. Todo se halla en completo equilibrio, está encuadrado y está recto. No hay nada torcido.

Un cuadro de la vida de iglesia

  Éste es un cuadro de la vida de iglesia. La vida de iglesia es una vida de absoluta separación, una vida de progresión y una vida de equilibrio. La vida de iglesia es recta, debidamente encuadrada y derecha.

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