Mensaje 8
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Lectura bíblica: Ez. 1:11-14; Ro. 12:4-5
Con respecto a la visión presentada en Ezequiel 1, hemos prestado especial atención al viento, a la nube, al fuego y al electro, a las cuatro caras de los seres vivientes —las caras de un hombre, un león, un buey y un águila— así como a las alas de águila, a las manos de hombre y a los pies de becerro. En el mensaje anterior comenzamos a considerar la coordinación de los cuatro seres vivientes, y en este mensaje consideraremos este mismo asunto en mayor profundidad.
Es crucial que comprendamos que Ezequiel 1 nos muestra el deseo del corazón de Dios y nos revela lo que Dios se ha propuesto realizar. Al leer este capítulo podríamos pensar que solamente trata sobre cuatro seres vivientes; sin embargo, si leemos este capítulo con detenimiento, veremos que nos habla del deseo que Dios tiene de ser expresado en Su Hijo. Las cuatro caras de los seres vivientes representan la expresión completa y adecuada de Cristo; más aún, los cuatro seres vivientes con sus cuatro caras representan una entidad coordinada y corporativa, el Cristo corporativo (1 Co. 12:12). Este Cristo corporativo es la expresión corporativa de Dios entre los seres humanos.
Los cuatro seres vivientes existen al menos por tres razones. Primero, estos seres vivientes tienen por finalidad la expresión de Dios. Dios en el Hijo desea ser expresado entre los hombres. Segundo, los seres vivientes tienen por finalidad el mover de Dios. Al coordinar juntos, llegan a estar llenos de ardor, resplandor e iluminación; además, la rueda grande y alta, que tiene por finalidad el mover de Dios, los sigue. Esta entidad única compuesta de cuatro seres vivientes tiene por finalidad tanto la expresión de Dios como Su mover. Tercero, los seres vivientes tienen por finalidad la administración de Dios. Sobre sus cabezas se extiende una expansión o firmamento (Ez. 1:22), y “por encima de la expansión que estaba sobre sus cabezas se veía la semejanza de un trono” (v. 26). El trono tiene por finalidad que Dios ejerza Su gobierno, Su administración. Una vez que Dios tiene Su expresión, Su mover y Su administración, Él puede manifestarse en Su gloria y llevar a cabo Su propósito eterno y Su plan.
En la actualidad muchos cristianos piensan que la razón por la cual ellos creyeron en el Señor Jesús es que puedan tener paz y bienestar en el presente y que, en el futuro, puedan ir al cielo a gozar de bendición eterna. Esta manera de pensar está muy alejada de la revelación divina. En Ezequiel 1 Dios revela que Él necesita un grupo de seres vivientes que puedan coordinar juntos como una sola entidad con miras a la expresión de Dios, Su mover y Su administración. Cuando Dios obtenga tal expresión corporativa, Su propósito habrá sido logrado.
En la vida de iglesia, el plan de Dios se cumple en pequeña escala. Quienes han recibido gracia y han experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro constituyen un grupo de seres vivientes con cuatro caras a fin de expresar a Cristo. Tenemos la gracia y el poder de Dios en calidad de alas tanto para movernos como para cubrirnos. También tenemos los pies de becerro y, con ello, tenemos un andar lleno de discernimiento, iluminación y lozanía. Ahora podemos estar juntos en coordinación para la expresión de Dios, Su mover y Su administración. Si ésta es la situación en nuestra vida de iglesia, entonces cuando los demás entren en contacto con nosotros, dirán: “Dios está entre ustedes”. Es necesario que haya tal expresión de Cristo en la vida de iglesia hoy.
Con respecto a la coordinación de los seres vivientes, debemos considerar cinco puntos: la base de la coordinación, la necesidad de tener coordinación, los prerrequisitos de la coordinación, la condición práctica de la coordinación y el resultado de la coordinación.
La base de la coordinación de los seres vivientes tiene un número de aspectos.
La base de nuestra coordinación como seres vivientes es que, primero, todos procedemos de Cristo. Usted procede de Cristo, y yo procedo de Cristo; por tanto, podemos coordinar juntos.
Mediante Su sangre el Señor nos compró para Dios “de toda tribu y lengua y pueblo y nación” (Ap. 5:9). No importa cuál sea nuestra etnia o nacionalidad, todos procedemos de Cristo y podemos coordinar juntos como una sola entidad en Cristo. Si no fuésemos de Cristo ni estuviésemos en Cristo, no podríamos coordinar juntos. Aunque en Adán hay muchas diferencias entre nosotros, en Cristo podemos compenetrarnos y coordinar juntos.
No solamente procedemos de Cristo, sino que también compartimos la misma vida, la vida de Cristo. Externamente, somos muy diferentes; pero internamente, todos tenemos a Cristo como nuestra vida (Col. 3:4). Por tanto, tenemos la misma vida.
En 1933 visité a algunos japoneses que son hermanos y hermanas en el Señor. Yo no entendía el idioma japonés, y ellos no entendían el idioma chino; no obstante, cuando nos arrodillamos a orar juntos, tuvimos un sentir de frescura y dulzura en nuestros espíritus. Esto indica que nosotros, los seres vivientes, procedemos todos de Cristo y que todos tenemos una misma vida, la vida de Cristo. Si rechazamos todo lo que no sea Cristo, seremos una sola entidad en Cristo y podremos coordinar juntos.
Otro aspecto de la base de la coordinación es tener el mismo deseo en nuestro corazón de expresar a Cristo. En lo profundo de muchos creyentes, incluyendo a quienes se han alejado de Él, persiste el deseo de expresar a Cristo y glorificarle. Glorificar al Señor, expresarle, equivale a manifestarlo en nuestro vivir. Por ser auténticos seres vivientes, todo cristiano que haya experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro tiene tal deseo de expresar a Cristo.
La base de nuestra coordinación consiste en que todos procedemos de Cristo, todos tenemos la vida de Cristo y todos deseamos glorificar a Cristo y expresarlo. Ahora, debido a esto, podemos coordinar juntos.
Cierto refrán afirma: “Dios los cría, y ellos se juntan”. Puesto que todos procedemos de Cristo y todos tenemos la misma vida así como el mismo deseo de expresar a Cristo, somos aquellos que “Dios cría”, por lo cual somos aquellos que espontáneamente “se juntan” para llegar a ser una sola entidad en Cristo. Ésta es la base de nuestra coordinación.
Espero que todo creyente entenderá que no podemos ser cristianos aislados. Básicamente, por ser creyentes en Cristo somos una entidad colectiva, y no podemos hacer nada solos. La visión presentada en Ezequiel 1 nos muestra que debemos ser corporativos y que debemos estar en coordinación.
La coordinación es necesaria para obtener la expresión de Dios. Ya hemos señalado que los seres vivientes tienen por finalidad la expresión de Dios en Cristo. Para que Dios obtenga una expresión corporativa de Sí mismo en Cristo, es necesario que seamos unidos y entrelazados con todos los santos a fin de que lleguemos a ser una sola entidad. Si estamos aislados, no podemos expresar a Cristo adecuadamente.
Cada uno de los seres vivientes tiene cuatro caras. Sin embargo, si fuéramos a ver a cada uno de los seres vivientes considerándolos individualmente, no podríamos ver las cuatro caras al mismo tiempo. Únicamente cuando los cuatro seres vivientes están juntos en coordinación podemos ver las cuatro caras simultáneamente. Esto indica que como individuos, los creyentes no podemos expresar a Cristo de manera completa y adecuada. Es por causa de la expresión corporativa de Cristo que se hace necesario que seamos juntamente unidos, entrelazados y estemos en coordinación.
La coordinación también es necesaria para el mover de Dios. La propagación del evangelio de Dios, el avance del mover de Dios en la tierra, la realización de la voluntad de Dios y el progreso de la iglesia de Dios son, todos ellos, asuntos que requieren coordinación. Es imposible para nosotros lograr ninguna de estas cosas como cristianos individuales. Por experiencia en el servicio al Señor hemos aprendido que la coordinación es necesaria para todo aspecto del mover de Dios. La gran rueda del mover de Dios se mueve conforme a la coordinación de los seres vivientes.
Además, la coordinación es necesaria para la administración de Dios. En Ezequiel 1 el trono de la administración de Dios no es sustentado por ningún ser viviente individual, sino por la coordinación de todos los cuatro seres vivientes. Por tanto, la coordinación es necesaria con miras a la expresión de Dios, el mover de Dios y la administración de Dios.
Ahora debemos ver los prerrequisitos de la coordinación.
Los prerrequisitos de la coordinación incluyen lo relacionado con el viento, la nube, el fuego y el electro. A fin de coordinar con otros cristianos, es imprescindible que pasemos por la experiencia del viento, la nube, el fuego y el electro a fin de que seamos hechos seres vivientes que llevan la imagen del hombre y, en la gracia del Señor, manifiestan a Cristo en Sus cuatro aspectos como hombre, león, buey y águila. Puesto que tenemos las alas de águila, debemos negarnos a nosotros mismos y depender de la gracia y del poder de Dios. También necesitamos las manos de hombre y los pies de becerro. Éstos son los prerrequisitos de la coordinación.
Supongamos que alguien no haya pasado por las experiencias del viento, la nube, el fuego y el electro, pero se llame a sí mismo cristiano. Tal persona no puede participar en la coordinación de los cuatro seres vivientes.
Supongamos que otra persona, un creyente genuino en Cristo, sí ha experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro, de modo que ha sido hecho un ser viviente. No obstante, esta persona no está dispuesta a permitir que el Señor continúe Su obra en él. Como resultado de ello, él no manifiesta la expresión propia de un hombre, un león, un buey y un águila, y por ende, le es imposible coordinar con otros con miras a la expresión de Dios, el mover de Dios y la administración de Dios. Debido a que este creyente permanece inmerso en sí mismo y debido a que él se expresa a sí mismo en todas sus palabras y acciones, le será imposible coordinar con otros.
No debiéramos pensar que es fácil para nosotros expresar, manifestar en nuestro vivir, las caras de un hombre, un león, un buey y un águila. Esto requiere haber tenido mucha experiencia de la operación de la cruz. Hoy en día, si bien muchos hermanos y hermanas han experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro, todavía no están dispuestos a permitir que la cruz opere en ellos. Por tanto, ellos carecen de la expresión propia de los cuatro seres vivientes.
En lugar de tener la expresión de un águila en su vida diaria, algunos creyentes tienen la expresión de algo que se arrastra. Efesios 4:26 dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestra indignación”. Airarse no es pecado, pero cuando hay ira existe la posibilidad de que se cometa pecado. No debemos continuar en nuestro enojo; más bien, debemos desistir de ello antes que se ponga el sol. Sin embargo, cuando ciertos hermanos y hermanas se enojan, no quieren renunciar a ello. Debido a que no vencen su enojo y no renuncian a dicho sentimiento, ellos adquieren la expresión de algo que se arrastra, y no la expresión de un águila.
Ocurre lo mismo con aquellos creyentes que no están dispuestos a perdonar a quienes les han ofendido. Hay ciertos hermanos y hermanas que una vez se sienten ofendidos por algo que les dijeron o algo que fue dicho acerca de ellos, se rehúsan a perdonar tal ofensa. Es posible para tales personas vivir el resto de sus días sin perdonar a quienes les ofendieron. Los creyentes que no están dispuestos a perdonar las ofensas recibidas ciertamente carecen de las alas de águila y no pueden coordinar con los demás santos. Aquellos que no aceptan la operación de la cruz ni disfrutan de la gracia no pueden participar de la coordinación de los cuatro seres vivientes.
Hay también algunos hermanos y hermanas que son reacios a abandonar y olvidar cosas tales como su educación, sus riquezas o su carrera profesional. Por tanto, ellos tampoco tienen la expresión propia de un águila, sino la de algo que se arrastra. Sin embargo, la persona que disfruta de la gracia estimará como pérdida cosas tales como su carrera o su educación (Fil. 3:7). Aun si tuviera un doctorado, lo considerará como basura (v. 8). Debido a que él está dispuesto a recibir la operación de la cruz y debido a que disfruta de la gracia, tiene las alas de águila y puede coordinar con otros.
Los hermanos y hermanas que no conocen la gracia y el poder de Dios, sino que hacen todas las cosas en sí mismos y con su habilidad y destreza natural, no pueden coordinar con otros. Aquellos que pueden coordinar son los que se niegan a sí mismos, se rechazan a sí mismos, se consideran como nada y ponen su confianza en la gracia, poder y obra de Dios en todo y para todo. Éstos pueden coordinar fácilmente con otros. En realidad, ellos no tienen que esforzarse por coordinar, sino que coordinan espontáneamente y sin hacer esfuerzo debido a que están en Dios, no en sí mismos. Quienes están en sí mismos no pueden coordinar, pero quienes están en Dios pueden coordinar con facilidad.
A fin de participar en la coordinación de los seres vivientes, es imprescindible que tengamos las manos de hombre. Esto significa que debemos ser hombres apropiados. Si carecemos de la humanidad apropiada, tendremos problemas en nuestra coordinación.
Éste era el problema con cierto hermano que insistía en visitar cierta familia a una hora que era inconveniente para ellos. Este hermano estaba decidido a visitar dicha familia a la hora de comer, pese a que los santos en esta familia sentían que la hora de comer no era el mejor momento para que él los visitase. Este hermano tal vez tuviera alas de águila, pero no tenía manos de hombre. Pocos días después de su visita recibimos un informe de un miembro de la familia sobre lo sucedido. Este hermano visitó aquella familia a la hora del almuerzo con la expectativa de que le sirvieran los alimentos; sin embargo, la esposa se encontraba enferma y no pudo prepararle comida. Pese a ello, este hermano se quedó sentado esperando su almuerzo, aun cuando el marido se encontraba ocupado atendiendo a su esposa y no podía proveer alimento alguno para su huésped. Este hermano no tenía manos de hombre; carecía de la humanidad apropiada. Esta clase de persona no puede coordinar con los demás santos.
En la visión de Ezequiel 1 no solamente vemos las alas de águila, sino también las manos de hombre. La revelación divina nos muestra que debemos ser personas equilibradas. No importa cuán espirituales seamos, todavía debemos ser seres humanos apropiados. Por ejemplo, es posible que un determinado hermano joven sea muy espiritual, pero cuando esté con una persona mayor que él, tiene que mostrar el debido respeto en términos humanos. Si no tenemos manos de hombre y carecemos de un equilibrio entre la espiritualidad y la humanidad apropiada, no podremos coordinar con otros.
Otro prerrequisito de la coordinación es tener pies de becerro. Si un determinado hermano carece de los pies de becerro, su andar será torcido, lo cual hará imposible que él coordine con otros.
Todos debemos tener bien en claro los prerrequisitos de la coordinación. El viento, la nube, el fuego y el electro, las caras de hombre, león, buey y águila, las alas de águila y las manos de hombre, todos éstos son los prerrequisitos para entrar en la coordinación de los cuatro seres vivientes.
Procedamos ahora a considerar la condición práctica de la coordinación.
Ezequiel 1:11b dice: “Sus alas se extendían hacia arriba; cada uno tenía dos alas que se unían la una a la otra, y dos que cubrían su cuerpo”. Esto indica que los cuatro seres vivientes no estaban dispuestos en línea, sino en un cuadrado. Ya señalamos que en la Biblia las alas de águila representan la gracia y el poder de Dios. Si los cuatro seres vivientes no se mantuvieran unidos mediante las alas para formar un cuadrado, no podrían estar en coordinación. Esto indica que la coordinación de los seres vivientes tiene lugar en el Señor y por la gracia de Dios.
Si como creyentes en Cristo no estamos en el Señor ni en la gracia de Dios, no podremos estar unidos a otros. Pero si permanecemos en Dios, confiamos en Dios y expresamos a Dios, podremos coordinar juntos en Dios. Por tanto, nuestra coordinación no se basa en nuestra habilidad y talento, sino en que moramos en Dios y dependemos de Dios. Si todos permanecemos en Dios, confiamos en Dios y expresamos a Dios, Dios llegará a ser el poder y el medio para nuestra coordinación. Entonces coordinaremos y avanzaremos en unidad debido a que estamos en Dios.
Así como las tablas del tabernáculo en el Antiguo Testamento se sostenían juntas en virtud del oro para ser una sola entidad, asimismo los seres vivientes permanecen unidos en virtud de las alas para ser una sola unidad. Si a las tablas del tabernáculo se les quitase el oro que las recubre, el tabernáculo se desplomaría. Si los seres vivientes no tuvieran alas, no podrían estar juntamente unidos. El significado en ambos casos es el mismo, a saber: que somos mantenidos juntos debido a que estamos en Dios. Lo crucial aquí es que la unidad y la coordinación de los cuatro seres vivientes dependen de las alas de águila, esto es, de la gracia y el poder de Dios. La gracia y el poder de Dios hacen de los seres vivientes una sola entidad y constituyen el medio por el cual ellos coordinan.
Este cuadro de la coordinación corresponde con la enseñanza del Nuevo Testamento. Romanos 12:5 dice: “Así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros”. En 1 Corintios 12:13 se nos dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. Estos versículos revelan que estamos juntamente unidos como un solo Cuerpo y coordinamos como un solo Cuerpo por causa de Cristo y el Espíritu. Si se nos quitase a Cristo y el Espíritu, no podríamos ser uno y sería imposible la coordinación. La coordinación en la iglesia requiere que todos nos neguemos a nosotros mismos y vivamos en el Señor. Sin las alas de águila estamos separados, pero con las alas de águila estamos en coordinación.
El segundo aspecto de la condición práctica de la coordinación es andar conforme al Espíritu (Ez. 1:20). Los seres vivientes siguen al Espíritu. Dondequiera que va el Espíritu, los seres vivientes también van. Esto indica que si nosotros, como seres vivientes en Cristo, hemos de estar en coordinación, tenemos que andar por el Espíritu (Gá. 5:16, 25). No debemos andar siguiéndonos a nosotros mismos. Si nos negamos a nosotros mismos y andamos conforme al espíritu (Ro. 8:4), tendremos la coordinación genuina. Sin embargo, si andamos de manera arbitraria conforme a nuestra propia voluntad y si vivimos en la carne, no podremos coordinar juntos.
Otro aspecto de la condición práctica de la coordinación es que se avanza recto hacia adelante y es necesario acoplarse a los demás. Cuando los seres vivientes avanzan, van recto hacia adelante; no hacen giros. Si un ser viviente toma la delantera para avanzar recto hacia el este, los otros seres vivientes también avanzan en esa dirección. Esto indica que todos desempeñan su función apropiadamente en la coordinación. En la vida de iglesia hoy, todo miembro tiene su propia función (1 Co. 12:14-30) y avanza recto hacia adelante a fin de cumplir con dicha función, sin girar para realizar algo diferente.
Mientras uno de los cuatro seres vivientes avanza hacia adelante en determinada dirección, los otros tres se acoplan a él al avanzar en la misma dirección andando hacia atrás, hacia el costado derecho y hacia el costado izquierdo respectivamente. Únicamente un ser viviente puede avanzar hacia adelante cada vez. Sin embargo, al moverse con él, los demás no giran; más bien, andan hacia atrás o hacia los costados. Así pues, independientemente de la dirección en que los seres vivientes avanzan, uno de ellos avanza hacia adelante, otro hacia atrás y los otros de costado. Por tanto, quienes se mueven hacia atrás y hacia el costado se acoplan a aquel que se mueve hacia adelante.
Ésta debe ser la situación que impere en la vida de iglesia hoy. Con frecuencia tenemos que movernos hacia atrás o hacia el costado a fin de acoplarnos a aquel que se mueve recto hacia adelante. En las reuniones o en el servicio práctico, cuando alguien ejerce su función moviéndose hacia adelante, tenemos que acoplarnos a él, ya sea moviéndonos hacia atrás o hacia el costado. En esto consiste la coordinación.
Sin embargo, si todos van por su propio camino y no se acoplan a los demás, no podremos ser una entidad corporativa ni tampoco podremos coordinar juntos. El mover de los seres vivientes no es individual, sino corporativo. Los seres vivientes se mueven al coordinar juntos. Si hemos de participar en tal coordinación, debemos negarnos a nosotros mismos, experimentar la gracia de Dios y seguir al Espíritu de una manera corporativa.
Creo firmemente que en la Biblia el cuadro más claro acerca de la coordinación se encuentra en Ezequiel 1. Una característica central de la visión de los cuatro seres vivientes es su coordinación. Aquí no vemos el mover de un ser viviente individual, sino el mover corporativo de los cuatro seres vivientes. Esto retrata el mover no de los creyentes individualmente, sino de la iglesia corporativamente. Nosotros, los seres vivientes que estamos en la gracia y el poder de Dios, hemos llegado a ser una sola entidad. Todos tienen su ministerio y desempeñan su función apropiadamente. Esto significa que todos avanzan en la dirección que les corresponde, sin hacer giros. Aunque las direcciones difieran, el mover es el mismo. Cuando alguien avanza de frente en dirección norte, los otros le siguen para moverse en esa dirección. Si otro se mueve en dirección sur, todos los demás se mueven con él en dirección sur. Siempre que alguien se mueve recto hacia adelante, todos los demás se acoplan a él moviéndose hacia atrás o hacia el costado. Si estudiamos el cuadro claro de la coordinación de los seres vivientes en Ezequiel 1, entenderemos qué es la coordinación.
Finalmente, debemos ver los diversos aspectos del resultado de la coordinación.
Primero, la coordinación tiene como resultado la expresión corporativa de Cristo.
Segundo, la coordinación tiene como resultado que quienes coordinan juntos llegan a ser ardientes y llenos de luz. Debido a que son ardientes y resplandecientes, pueden iluminar a los demás.
Otro resultado de la coordinación es el mover de Dios, representado por la gran rueda (vs. 16-19). Cuando los seres vivientes coordinan juntos, aparece la gran rueda. Esto indica que el mover de Dios sigue la coordinación de los cuatro seres vivientes. Si no hay coordinación, no se producirá el mover de la gran rueda.
La coordinación de los cuatro seres vivientes también tiene como resultado la administración de Dios. El trono de la administración divina descansa sobre la coordinación de los seres vivientes. Sin tal coordinación, Dios no tendría los medios para gobernar ni tampoco tendría los medios para expresar Su autoridad y Su gloria.
Un resultado adicional de la coordinación es que se lleva a cabo la voluntad de Dios y Su plan. Debido a la coordinación de los cuatro seres vivientes, es posible que se lleve a cabo la voluntad de Dios y el plan de Dios.
Debe causarnos profunda impresión la importancia crucial que tiene la coordinación. Antes de poder estar juntos en coordinación, es necesario que hayamos experimentado el viento, la nube, el fuego y el electro, con lo cual llegamos a ser los seres vivientes. Después, es necesario que tengamos la imagen de hombre así como las caras de hombre, león, buey y águila. Además, debemos tener las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro. Si tenemos todas estas cosas, entonces podremos coordinar juntos. Esta coordinación tiene como resultado la expresión corporativa de Cristo, pues llegamos a ser personas ardientes, resplandecientes y llenas de luz que son partícipes del mover de Dios, del gobierno de Dios y del cumplimiento del plan eterno de Dios.
Debemos ver que la coordinación es la clave para entender la visión presentada en Ezequiel 1. Por un lado, muchas cosas son necesarias para la coordinación; por otro, muchas cosas están basadas en la coordinación. La coordinación es la clave. Que todos podamos ver esto y que el Señor pueda introducirnos a todos nosotros en la coordinación con muchos otros seres vivientes por causa de la expresión corporativa de Cristo, el mover de Dios y la administración de Dios.