Mensaje 9
Lectura bíblica: Ez. 1:15-21
Los ítems en Ezequiel 1 son presentados en la secuencia apropiada. Primero, tenemos el viento, el cual es seguido por la nube, el fuego y el electro. Después surgen los cuatro seres vivientes con cuatro caras que expresan a Cristo de manera corporativa. Enseguida tenemos las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro. Todo esto tiene por finalidad la coordinación. Los seres vivientes se mueven de manera coordinada. Este capítulo procede entonces a hablarnos del fuego que iba de un lado a otro, de los carbones encendidos y de las antorchas encendidas. Después de todo esto, los versículos del 15 al 21 describen las ruedas altas y asombrosas. Al lado de cada ser viviente hay una rueda. Esta rueda es tan alta que causa asombro; es asombrosamente alta. En este mensaje consideraremos el significado de las ruedas altas y asombrosas.
Una rueda tiene por finalidad efectuar un movimiento no de manera ordinaria, sino de manera especial. En el hogar, cuando vamos de la cocina al dormitorio o a la sala, no tenemos necesidad de ruedas; pero cuando tenemos que viajar cierta distancia, necesitamos ruedas. Cuando realizamos algo a fin de cumplir cierto propósito, es posible que también tengamos necesidad de ruedas. Por tanto, el mover que realizamos mediante una rueda no es un mover común y corriente, sino un mover especial con un propósito determinado. La rueda en Ezequiel 1 implica un mover realizado con un propósito determinado. Además, la rueda implica que este mover no es realizado por nuestra propia fuerza.
Los cuatro seres vivientes tienen por finalidad la manifestación, la expresión, del Señor. Ellos tienen por finalidad la expresión corporativa de Cristo, por lo cual expresan a Cristo de manera corporativa. El Señor que está en el trono tiene apariencia de hombre, y los cuatro seres vivientes también tienen apariencia de hombre. El Señor que está en el trono tiene apariencia de fuego ardiente, y los cuatro seres vivientes también tienen apariencia de fuego ardiente. Esto nos permite ver que los cuatro seres vivientes son la expresión del Señor. Todo lo que el Señor es, ellos lo expresan. El Señor es viviente, y ellos también son vivientes. El Señor es el Dios viviente, y ellos son los seres vivientes. Todo cuanto el Señor es, ellos son. Por tanto, los cuatro seres vivientes son la expresión del Señor.
En los versículos del 15 al 21, los cuatro seres vivientes no solamente tienen por finalidad la expresión del Señor, sino también el mover del Señor. El Señor lleva adelante Su mover en la tierra por medio de ellos.
Siempre que una iglesia es apropiada, expresa al Señor y cuenta con la coordinación apropiada en la que el fuego va de un lado a otro, el mover del Señor estará con esa iglesia. Sin embargo, si una iglesia dice ser apropiada y pese a ello carece del mover del Señor, hay algo que no está bien. Si no hay aumento numérico año tras año ni tampoco hay crecimiento en vida entre sus miembros, esa iglesia carece del mover del Señor. Quienes están en esa iglesia no experimentan aumento numérico ni propagación. Esto indica que hay algo errado con esa iglesia. Si una iglesia es apropiada, tendrá una gran rueda a su lado.
Si una iglesia local tiene una rueda a su lado, no habrá necesidad de anunciar que tiene una rueda. Todos verán el mover de esta rueda. Si una iglesia dice tener el mover del Señor, esto podría indicar que en realidad no lo tiene. Cuando una iglesia tiene el mover del Señor, no hay necesidad de que nadie lo anuncie diciendo: “Miren, el mover del Señor está entre nosotros”. Si hay un mover, esto será manifiesto a todos. Todos pueden ver la gran rueda, alta y asombrosa, pues está al lado de los seres vivientes y puede ser vista por todos. La rueda simplemente está allí.
Toda iglesia local necesita tener a su lado una rueda alta y asombrosa. Más aún, todo creyente, si es apropiado y normal, también debe tener una rueda.
Ésta fue la situación en Hechos 13. “Había entonces en Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros [...] Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (vs. 1-2). Estos profetas y maestros eran seres vivientes que coordinaban juntos y tenían los carbones encendidos y las antorchas encendidas. Ellos cumplieron todos los requisitos presentados en Ezequiel 1 con relación a ser partícipes en el mover del Señor; por tanto, el mover de la gran rueda estaba con ellos.
Los seres vivientes tienen más de una manera de moverse. Primero, ellos pueden moverse volando, pues tienen alas de águila. Ellos también pueden moverse al andar valiéndose de los pies de becerro. Estas dos maneras de moverse son útiles para un mover ordinario; pero cuando ellos tienen que moverse de manera especial, se mueven valiéndose de una rueda.
En su trabajo usted debe moverse diariamente valiéndose de las alas de águila y de los pies de becerro. Si procede de este modo, sus colegas percibirán que con usted hay algo poderoso. Usted puede sufrir cosas que ellos no pueden sufrir y puede soportar cosas que ellos no pueden soportar debido a que tiene alas de águila. Ellos también podrán percibir que en su carácter y comportamiento usted es honesto, directo, franco y sincero, sin malicia alguna. Ellos verán las alas de águila y los pies de becerro en usted, por lo cual serán redargüidos en su conciencia.
Además de esta clase de mover con usted en su trabajo, también debe haber otra clase de mover: un mover extraordinario, el mover de una rueda. Con el tiempo, debido a que el mover de la rueda está con usted, es posible que algunos de sus colegas sean ganados por el Señor.
Si trabaja en su centro de labores por varios años sin que nada suceda en favor de los intereses del Señor, esto indica que el mover del Señor no está con usted. Tal vez usted se considere una persona espiritual y celestial, pero no tiene la rueda consigo. Si el mover del Señor no está con usted, es cuestionable que tenga las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro. Esto podría ser indicio de que mientras usted está en su trabajo, es un tanto mundano y no es un ser humano apropiado, por lo cual el mover del Señor no lo acompaña. Pero si usted tiene alas de águila, manos de hombre y pies de becerro, ciertamente tendrá una rueda a su lado. El mover del Señor estará con usted.
A todo lugar al que vamos debe acompañarnos una rueda alta y asombrosa. Si nos mudamos a cierta ciudad, debe haber una rueda en esa ciudad. Si nos mudamos a cierto país, debe haber una rueda en ese país. La presencia de la rueda demostrará que somos personas apropiadas, esto es, que tenemos las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro. Como ya dijimos, si no tenemos las alas de águila, las manos de hombre ni los pies de becerro, no somos aptos para tener una rueda a nuestro lado.
Si hemos de tener la rueda, debemos ser los seres vivientes apropiados. Esto significa que debemos experimentar el soplar del viento, el cubrir del Espíritu y el arder del Espíritu a fin de obtener mucho electro. También debemos tener las cuatro caras que expresan a Cristo de manera adecuada así como las alas de águila que nos permiten movernos y comportarnos de una manera divina. Más aún, tenemos necesidad de los pies de becerro para andar de manera recta y sincera, de modo que los demás sean redargüidos y nosotros seamos recomendados ante sus conciencias. Si ésta es la situación en la que estamos, entonces con certeza tendremos una rueda alta y asombrosa al lado nuestro. Esta rueda es el mover del Señor.
Consideren al apóstol Pablo. Al leer sus Epístolas y el libro de Hechos, podemos percatarnos de que Pablo se consideraba a sí mismo menor que el más pequeño de todos los santos (Ef. 3:8). Incluso su nombre, Pablo, significa “pequeño”. Pablo era un hombre pequeño; no obstante, con él estaban las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro. Por tanto, dondequiera que iba, había una gran rueda alta y asombrosa. La situación debe ser la misma con nosotros hoy. Debemos tener las alas de águila, las manos de hombre y los pies de becerro y, por ende, tener una gran rueda para el mover del Señor.
Procedamos ahora a considerar un número de detalles con respecto a las ruedas altas y asombrosas.
Las ruedas estaban al lado de las caras de los seres vivientes (Ez. 1:15). Esto indica que si hemos de tener el mover del Señor entre nosotros, es imprescindible que primero expresemos al Señor en nuestro vivir. Si en nuestro vivir manifestamos la expresión de Cristo, tendremos la rueda del mover del Señor con nosotros.
El versículo 15 dice que las ruedas están sobre la tierra. No esperen que el mover del Señor esté en los cielos. Dios tiene ángeles que llevan adelante Su mover en los cielos. Lo que Él necesita es llevar adelante Su mover en la tierra. Es necesario que Dios lleve adelante Su mover en los Estados Unidos y en muchos otros países.
El versículo 16a dice: “En cuanto a la apariencia de las ruedas y su hechura, tenían el aspecto del berilo”. Según Daniel 10:6, la apariencia que el Señor tienen en Su mover es la del berilo. Esto indica que dentro del mover de las ruedas se halla la apariencia del Señor. Siempre que la rueda va a algún lado, lleva consigo la apariencia del Señor. Si la rueda se mueve a cierto lugar, lleva consigo la apariencia del Señor a ese lugar. Si usted tiene una rueda consigo cuando va a su escuela o su centro de labores, esta rueda llevará la apariencia del Señor allí. Otros podrán ver el berilo, la apariencia del Señor.
El versículo 16b dice: “Las cuatro tenían una misma semejanza”. Aquí se nos dice que todas las cuatro ruedas tienen la misma apariencia, la misma semejanza. Esto indica que el mover del Señor tiene la misma semejanza y apariencia en cada una de las iglesias. En todo lugar este mover manifiesta la misma apariencia del Señor. Por tanto, la semejanza de todas las ruedas es la misma.
Si la iglesia en una localidad tiene una semejanza, una apariencia, que difiera de la semejanza de la iglesia en otra localidad, algo está errado. Los santos en cierta iglesia podrían pensar que deben desarrollar su propia característica distintiva a nivel local, que deben dar forma a algo que sea típica y únicamente local. Esto es contrario a Ezequiel 1, donde se nos dice que todas las cuatro ruedas tienen una misma semejanza.
No debiéramos pensar que la rueda que se mueve en los Estados Unidos debe tener una apariencia y que la rueda que se mueve en otros países debe tener una apariencia distinta. En todo lugar y país la rueda debe tener la misma apariencia. Esto no significa que todas las iglesias deben seguir a una iglesia determinada; más bien, todas las iglesias locales deben ser, mutuamente, seguidoras de las otras iglesias (1 Ts. 2:14).
“Cuando andaban, avanzaban en sus cuatro direcciones; mientras andaban, no se volvían” (Ez. 1:17). Las ruedas avanzaban hacia sus cuatro costados —en cuatro direcciones— sin volverse al avanzar. Esto indica que este mover se lleva a cabo en coordinación, sin necesidad de voltear.
Ezequiel 1:18a dice: “En cuanto a sus aros, eran altos y eran asombrosos”. Aquí quisiera señalar que jamás debemos procurar hacernos grandes; más bien, debemos ser pequeños. Sin embargo, la rueda a nuestro lado debe ser tan alta que llegue a ser asombrosa. En nuestra localidad no debemos tener una rueda pequeña que apenas tenga unas cuantas pulgadas de diámetro; por el contrario, en nuestra ciudad debe haber una rueda muy alta, una rueda que es asombrosamente alta y que sorprenda a los demás. La rueda en toda iglesia debe ser tan alta que sea asombrosa.
El versículo 18b procede a decir: “Y los aros de las cuatro estaban llenos de ojos alrededor”. Aquí vemos que las ruedas altas y asombrosas están llenas de ojos. Si aplicamos esto a nuestra experiencia espiritual, comprenderemos que es absolutamente correcto afirmar que las ruedas están llenas de ojos. Si el mover del Señor y su rueda no están presentes en una iglesia, esa iglesia está ciega. Si usted dice tener el mover del Señor consigo pero en realidad no lo tiene, ciertamente está ciego. Usted no tiene ojos. Si su iglesia tiene una rueda alta y asombrosa, un mover elevado y temible, al interior de ese mover habrá muchos ojos. Como resultado de ello, usted tendrá visión perspicaz, visión previsora y otras clases de visión.
Si usted es un cristiano que no tiene una rueda consigo y que sólo sabe cómo comportarse apropiadamente, usted está ciego. Si usted toma en serio las cosas del Señor con relación a Su mover sobre la tierra hoy, estará lleno de ojos y, por ende, tendrá visión perspicaz y visión previsora. Debido a que Pablo era una persona llena de ojos, él tenía las cosas muy claras. Él tenía claridad con respecto al presente, el futuro, la situación mundial, la Palabra, la iglesia, las cosas físicas y las cosas espirituales. Por ser una persona llena de ojos, él discernía claramente todas las cosas.
Algunos cristianos, por el contrario, no tienen ojos; asimismo, algunas iglesias locales no tienen ojos. La razón por la cual estos cristianos y estas iglesias están ciegos es que carecen de la rueda, carecen del mover del Señor. Pero cuanto más del mover del Señor esté presente con nosotros, más iluminados seremos. Cuanto más participemos de este mover, mayor será nuestra capacidad de ver.
No sean como una rana en un pozo, es decir, no sean personas limitadas por su entorno que sólo pueden ver lo que está encima de ustedes de manera muy estrecha. Tienen que saltar para salir de su “pozo” y participar en el mover del Señor. Cuanto más usted participe en el mover del Señor, más ojos tendrá y más claramente verá. Cuanto más de este mover esté presente con usted, más podrá ver.
Puedo dar testimonio de esto con base en mi propia experiencia en el mover del Señor. Durante los últimos años he viajado mucho. He viajado por toda China, América y Europa. Cuanto más viajo, más ojos recibo. En 1958 viajé por treinta países diferentes; tales viajes hicieron que recibiese muchos ojos y me permitieron ver muchas cosas.
Debe impresionarnos profundamente el hecho de que las ruedas están llenas de ojos. A medida que la rueda se mueve, ella ve. Cuanto más corre, más ve. Si la rueda se detuviera, dejaría de ver. Debe ocurrir lo mismo con la iglesia hoy. Vemos al avanzar. Cuanto más avanzamos, más vemos. Podría ser que al presente sólo podamos ver hasta cierto grado, pero mañana seguiremos avanzando y veremos más. Si nos detenemos, dejaremos de ver. Los cristianos debemos ser personas que se mueven. La iglesia tiene que avanzar en su mover para poder ver.
El versículo 16c dice: “Su apariencia y su hechura eran como si fuera una rueda dentro de otra rueda”. Es muy significativo que las ruedas se ven como una rueda dentro de otra rueda. Al describir una rueda podríamos decir que la circunferencia de la rueda es el aro, que el centro de la rueda es el eje y que entre ellos se encuentran los rayos. Por tanto, tenemos tres partes principales en una rueda: el aro, el eje y los rayos. Pero en Ezequiel 1 no hay eje ni rayos; más bien, hay una rueda dentro de otra rueda.
Jacobo 5:17 puede ser de ayuda para entender esto. Este versículo dice que Elías oró fervientemente. Literalmente, las palabras griegas traducidas “oró fervientemente” significan “oró dentro de una oración”. Esto indica que el Señor le dio a Elías una oración, en la cual él oró. Elías no oró conforme a su sentimiento, pensamiento, intención o disposición ni alguna clase de motivación que surgiera de ciertas circunstancias o situaciones para lograr sus propio propósito; más bien, él oró en la oración dada por el Señor para llevar a cabo Su voluntad. Que Elías orase dentro de una oración significa que había una oración dentro de su oración. Ésta es la rueda que está dentro de otra rueda.
Podríamos aplicar este asunto de la rueda dentro de otra rueda a la vida de iglesia. Si la iglesia es apropiada y se mueve, entonces dentro del mover de la iglesia estará el mover del Señor. Esto significa que en nuestro mover está el mover del Señor. Mientras avanzamos, el Señor se mueve en nuestro mover.
La rueda interna es la fuente del poder para movernos. Esto significa que la rueda interna es el “motor” que hace que la rueda se mueva. Si nuestro mover es genuino, tiene que cumplirse que dentro de nuestro mover está el mover del Señor.
Toda rueda tiene un eje que hace que la rueda gire. Si el eje se detiene, la rueda también se detiene. Podríamos decir que el eje es la rueda pequeña que está dentro del aro de la rueda grande. La rueda grande gira porque la rueda pequeña gira. En la vida de iglesia, el Señor Jesús es el eje —la rueda dentro de la otra rueda—, y nosotros somos el aro. Si las iglesias no se mueven con el Señor, ellas no tienen manera de avanzar porque no hay una rueda dentro de otra rueda. Pero cuando las iglesias se mueven con el Señor Jesús, Él llega a ser para ellos la rueda dentro de otra rueda.
Nada puede obstaculizar o detener esta clase de mover. Recientemente un número de santos en las iglesias migraron a otras ciudades para la propagación de la vida de iglesia. Hubo quienes, al enterarse de esta migración, la menospreciaron y cuestionaron si ello habría de lograr algo. Puedo testificar que esta migración es el mover del Señor, el mover de la rueda, y que dentro de esta rueda hay otra rueda. En esta migración ha habido una rueda dentro de otra rueda.
Ezequiel 1:19 dice: “Cuando los seres vivientes andaban, las ruedas andaban junto a ellos; y cuando los seres vivientes se elevaban de la tierra, las ruedas se elevaban”. Este versículo no nos dice que los seres vivientes seguían a las ruedas, sino que las ruedas seguían a los seres vivientes. Cuando los seres vivientes se mueven, las ruedas se mueven. Cuando los seres vivientes se detienen, las ruedas se detienen. Cuando los seres vivientes se elevan, las ruedas se elevan.
Esto es contrario al concepto, compartido por muchos creyentes, de que tenemos que esperar hasta que el Señor se mueva para poder movernos. He tenido la carga por parte del Señor de decirle a Sus hijos que no es necesario que ellos esperen que el Señor se mueva. El Señor ha estado esperando por unos dos mil años. Si avanzamos, el Señor nos seguirá. Si no nos ejercitamos para movernos, no habrá ninguna rueda a nuestro lado, pero si nos movemos, las ruedas nos seguirán. El mover de la obra de Dios, el mover del evangelio y el mover de la iglesia dependen, todos ellos, de nuestro mover. Debemos tener la confianza, la certeza y la fe requeridas para avanzar resueltamente. Si nos movemos resueltamente, las ruedas nos seguirán. Actuemos resueltamente y avancemos a fin de ganar este país y toda la tierra.
A continuación, el versículo 20 dice: “Hacia donde iba el Espíritu, iban ellos, adondequiera que iba el Espíritu. Las ruedas también se elevaban junto a ellos, porque el Espíritu del ser viviente estaba en las ruedas”. Las ruedas siguen a los seres vivientes, y éstos siguen al Espíritu, pero el Espíritu está en las ruedas. Es difícil determinar quién sigue a quién. Somos uno con Él. Quizás el día en que vengamos al encuentro del Señor le digamos: “Señor, te hemos seguido”; pero tal vez el Señor dirá “No, Yo te seguí”.
Si tenemos la rueda con la coordinación, es difícil determinar quién sigue a quién. Somos uno con el Señor, y Él es uno con nosotros. El Señor nos sigue a nosotros, nosotros seguimos al Espíritu, y el Espíritu está en las ruedas. En esto consiste el mover del Señor en la tierra hoy, y éste es el recobro del Señor.