Mensaje 24
Lectura bíblica: Fil. 3:13-16
En este mensaje estudiaremos principalmente los versículos 15 y 16 del capítulo tres. En el versículo 15 Pablo escribe: “Así que, todos los que hemos alcanzado madurez, pensemos de este modo; y si en algo tenéis un sentir diverso, esto también os lo revelará Dios”. La palabra griega traducida “madurez”, que significa ser adulto o perfecto, tiene distintas etapas. Por ejemplo, es posible que seamos maduros, pero que no lo seamos en plenitud. En el versículo 15 Pablo usa la expresión “madurez” en un sentido relativo, es decir, un estado en el que uno ya no es niño pero tampoco plenamente maduro. Por lo tanto, es necesario proseguir y continuar creciendo.
Los que han alcanzado madurez aún deben tener el sentir de ir en pos de Cristo. Cuando Pablo escribió la epístola de Filipenses, él ya era maduro. Sin embargo, no había dejado de crecer. Esto confirma el hecho de que la madurez puede ser relativa. Hoy en día, ninguno de nosotros puede afirmar que ha llegado a la meta. Tal vez ya no seamos niños, y puede que incluso hayamos alcanzado cierta madurez, pero aún no hemos llegado a la meta.
El versículo 15 declara: “Todos los que hemos alcanzado madurez, pensemos de este modo”. En este libro, lo dicho a los creyentes de Filipos gira en torno a la mente, que es la parte principal del alma. En esta epístola, Pablo exhorta a los filipenses a que combatan unánimes junto con la fe del evangelio (1:27), que tengan el mismo pensamiento, que estén unidos en el alma, que tengan este único pensamiento (2:2; 4:2), que haya en ellos la misma manera de pensar que hubo en Cristo (2:5), y que tengan este mismo sentir, el cual se centra en ir en pos de Cristo y en ganarlo a lo sumo. Cuando nuestra mente se ocupa de esto, tenemos el mismo sentir, y por ende, el mismo pensamiento, e incluso el único pensamiento —ganar a Cristo a lo sumo—, estamos unidos en el alma, tenemos el mismo ánimo (2:20), y somos unánimes.
Lo que Pablo declara en el versículo 15 implica que si no pensamos de este modo es porque quizás aún nos encontramos en una etapa infantil. No pensar de esta manera demuestra que aún somos inmaduros. Si observamos la condición de los cristianos veremos que muchos son como niños, y que muy pocos piensan en buscar el pleno disfrute de Cristo y en ganarlo a lo sumo. Imaginemos cuán maravilloso fuera si todos los cristianos que buscan más de Cristo tuvieran su mente totalmente ocupada en ir en pos de El con miras a disfrutarlo y ganarlo. Si todos tuviesen esta actitud, la situación en la tierra sería excelente y maravillosa. Pero desafortunadamente los cristianos hoy se encuentran en una situación confusa y complicada, debido a que no piensan de este modo. En lugar de proseguir a la única meta que Dios ha fijado, van en pos de distintas metas, las cuales ocasionan problemas. Por lo tanto, todos los que estamos en el recobro del Señor debemos tener una sola meta, a saber, ir en pos de Cristo para disfrutarlo y ganarlo en plenitud.
En Filipenses 3:15 Pablo declara: “Si en algo tenéis un sentir diverso, esto también os lo revelará Dios”. Nuestra meta debe ser ganar a Cristo y no debemos tener ningún otro sentir. Dios nos revela que nuestra mente debe centrarse en una sola cosa: seguir en pos Cristo, y así El constantemente orientará nuestra mente hacia este centro.
Lo que Pablo declara en el versículo 15 indica que él estaba seguro de que existía una sola meta. Esta certidumbre le permitía afirmar que si en algo tuviéramos un sentir diverso, esto también nos lo revelaría Dios. Pablo de ninguna manera quiso decir que estaba permitido a los cristianos tener otras metas.
Todos necesitamos ver la meta única que Dios nos ha fijado. Agradecemos al Señor que durante todos estos años, esta meta nos ha guardado de toda distracción. Es muy fácil desviarnos en la vida cristiana, debido a que estamos rodeados de innumerables factores de distracción. Si no tenemos una meta fija, a saber, la meta única, la meta que Dios nos estableció desde la eternidad, y si no nos aferramos a ella, tarde o temprano seremos distraídos. Lo único que puede preservarnos en el camino que Dios nos ha trazado, es Cristo como nuestro mayor disfrute y máxima ganancia. Si hacemos de esta meta nuestro propósito máximo, ciertamente seremos guardados.
En 3:16, Pablo añade: “Sin embargo, en aquello a que hemos llegado, andemos conforme a la misma regla”. Este versículo concluye los versículos anteriores, al exhortarnos a hacer una sola cosa: andar conforme a la misma regla. La expresión “en aquello a que hemos llegado” modifica el verbo “andemos”.
En el versículo 16, el verbo “andemos” en griego es stoijéo y significa andar en orden; esta expresión se deriva de la palabra griega stéjo, usada en Romanos 4:12, Gálatas 5:25 y 6:16, la cual significa: ordenarse en líneas regulares, marchar en filas, llevar el paso, ser conformados a la virtud y a la piedad. Este término difiere de la palabra “andan” en Filipenses 3:17 y 18, el cual significa vivir, comportarse, estar ocupado o pasearse, según se usa en Romanos 6:4; 8:4; 13:13; 1 Corintios 3:3; Gálatas 5:16 y Efesios 4:1 y 17. Con esta palabra el apóstol nos exhorta a que andemos y a que pongamos orden a nuestras vidas —al grado que hayamos avanzado— siguiendo la misma regla y estando en la misma fila, en la misma senda, en los mismos pasos, al nivel que hemos llegado. Sin importar cuál sea el nivel que hayamos logrado en nuestra vida espiritual, todos debemos andar, como lo hizo el apóstol, siguiendo la misma regla, en la misma senda, lo cual significa que debemos seguir a Cristo hasta llegar a la meta, con miras a obtenerlo plenamente como el premio del llamamiento a lo alto, que Dios nos ha hecho.
La palabra griega stoijéo es la forma verbal del sustantivo que significa “elemento”. No es fácil encontrar en nuestro idioma un equivalente para esta palabra, ya que la palabra “elemento” puede usarse sólo como sustantivo, y no como verbo. Una versión bíblica tradujo esta frase: “Observemos los elementos”, lo cual se acerca más al sentido original, pero yo no usaría aquí el verbo “observar”. Tal vez podría traducirse “andemos conforme a los principios elementales”, puesto que el sentido es que los principios elementales llegan a ser nuestro andar. Antiguamente, como hoy en día, existían entre los griegos sociedades u organizaciones que seguían ciertos principios fundamentales. Ser cristiano también implica seguir algunos principios o elementos fundamentales, los cuales deben constituir el andar cristiano. Pablo tenía en mente este asunto cuando usó el término andar, en 3:16.
Como ya dijimos, esta palabra se refiere al hecho de ordenarnos en líneas regulares o marchar en filas. Pablo usó también esta expresión en Romanos 4:12, donde habla de los que “siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham”. Seguir las pisadas de la fe de Abraham equivale a conformarnos a su fe, conformarnos a cierta virtud o a cierta piedad. Esta palabra griega es muy significativa.
El pensamiento principal de Pablo en Filipenses 3:16 es que, como creyentes, el principio más importante de nuestra vida cristiana es seguir a Cristo. Por consiguiente, éste es el principio fundamental por el que debemos andar. Pablo ya había resaltado este punto en el versículo 12, donde declaró que él proseguía, por ver si lograba asir aquello para lo cual había sido también asido por Cristo Jesús. Conforme a este versículo, el principio que rige nuestra conversión y nuestra salvación es que hemos sido ganados por Cristo para ganarlo a El. Este principio debe llegar a ser un elemento fundamental y gobernante en nuestra vida cristiana.
Desafortunadamente, muchos cristianos no siguen este principio. En lugar de proseguir a la meta única que Dios nos ha fijado, van en pos de otras cosas. Por ejemplo, los creyentes del movimiento pentecostal o carismático buscan el poder y los dones espirituales; procuran el don de hablar en lenguas, las sanidades y la manifestación de otros dones. Quienes buscan tales cosas, no siguen el principio fundamental de la vida cristiana, el cual consiste en ir en pos de Cristo para ganarlo a El.
Fuimos ganados por Cristo, no para obtener dones, sino para ganarlo a El. En uno de sus mejores himnos, A. B. Simpson escribe:
Antes bendiciones, Hoy es el Señor... Antes eran dones, Hoy tengo al Dador; Antes sanidades, Hoy el Sanador.
(Himnos, #235)
Como lo indica este himno, el principio que rige la vida cristiana no son los dones, ni las sanidades, sino Cristo mismo. A. B. Simpson se dio cuenta de ello y publicó un folleto sobre este tema, titulado “Himself” [El mismo].
Es imprescindible ver que el principio fundamental y gobernante de la vida cristiana consiste en ganar a Cristo. Todos los que hemos alcanzado madurez debemos andar conforme a esta regla, según este principio. Tal vez sería mejor usar la palabra “senda” en lugar de la palabra “regla” del versículo 16. De este modo, el versículo se leería: “Andemos por la misma senda”. Esta traducción también estaría basada en los diferentes significados del término griego: ordenarnos en líneas regulares, marchar en filas, llevar el paso, y ser conformados a la virtud y a la piedad. Al usar esta palabra, Pablo intentaba mostrarnos que debemos andar en la misma senda, conforme al principio elemental.
En 3:7-16 Pablo usa numerosos términos y expresiones inusuales. En el versículo 7, el apóstol escribe que ciertas cosas eran para él ganancia, y afirma haberlas estimado como pérdida por amor de Cristo. En ninguna otra epístola Pablo se expresa de esta manera. En el versículo 8, él menciona otra expresión extraordinaria, “la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús”. En este versículo él afirma que estimaba tales cosas como basura para ganar a Cristo. Una vez más, observamos dos expresiones poco comunes: “basura” y “ganar a Cristo”. En el versículo 9 Pablo habla también de ser “hallado en El”, y en el versículo 10, de conocer a Cristo, y “el poder de Su resurrección, y la comunión en Sus padecimientos”, y luego añade otra expresión extraordinaria: “configurándome a Su muerte”. En el versículo 11, refiriéndose a la resurrección, Pablo usa una expresión única: “La superresurrección de entre los muertos”. En el versículo 12, leemos varias expresiones únicas: “No que lo haya alcanzado ya”, “ni que ya haya sido perfeccionado”, “prosigo”, “por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús”. En el versículo 13, Pablo habla de “lo que queda atrás” y añade la frase “extendiéndome a lo que está delante”. En el versículo 14, él habla de proseguir “a la meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto, que Dios hace en Cristo Jesús”. Las expresiones que acabamos de leer son expresiones nuevas y extraordinarias. En el versículo 15 Pablo declara: “Así que, todos los que hemos alcanzado madurez, pensemos de este modo”. “Pensemos de este modo” es una expresión única, pues no aparece en ninguna otra epístola de Pablo. Al decir esto, el apóstol quería decir que debemos tener una mente que se centre en ir en pos de Cristo y en disfrutarlo y ganarlo. Luego, en el mismo versículo, Pablo habla también del hecho de tener un sentir diverso, la cual es también una expresión nueva, pues la usa aquí por primera vez.
Como ya mencionamos, en el versículo 16 Pablo habla de andar conforme a la misma regla. También vimos que el verbo traducido andar significa caminar conforme a los principios elementales. El principio que gobierne nuestra vida cristiana debe ser seguir en pos de Cristo, con el fin de disfrutarlo y experimentarlo. Dicho principio nos mantendrá en la verdadera unidad. Anteriormente dijimos que el terreno genuino de la unidad nos guarda en la unidad genuina. Esto es correcto y seguiremos proclamando esta enseñanza; sin embargo, el terreno de la unidad es más bien algo externo. Por esta razón, además de esto, necesitamos algo que nos gobierne interiormente y nos preserve en dicha unidad. Este elemento interior es a lo que Pablo se refiere cuando dice: “Pensemos de este modo”. Dicho elemento es también la única senda por la que debemos andar a lo largo de nuestra vida cristiana. Así, las expresiones “pensemos de este modo” y “andemos conforme a la misma regla” están relacionadas con el hecho de seguir a Cristo. El principio fundamental y elemental de nuestra vida cristiana debe ser: ir en pos de Cristo con el fin de experimentarlo y disfrutarlo.
¡Qué maravilloso fuera si todos los cristianos pensaran del mismo modo! La confusión y las divisiones que actualmente reinan entre los cristianos se deben a que muy pocos están dispuestos a andar conforme a este principio. En la epístola de Filipenses Pablo no trataba de resolver el problema de la iglesia. Más bien, él tenía la carga de revelarnos nuestra necesidad de seguir a Cristo. Pienso que mientras el escribía esta epístola, agotó todo el vocabulario que tenía a su alcance para comunicar su carga concerniente al andar cristiano. Como cristianos, debemos andar por una senda particular: la senda o el camino de seguir a Cristo. Debemos preocuparnos únicamente por esto, por “este único pensamiento”, y no por tantas doctrinas y prácticas. Lamentablemente, hoy en día muchos cristianos se distraen con asuntos tales como las profecías, la práctica de cubrirse la cabeza, el lavamiento de los pies, la forma correcta de bautizar a la gente y el agua que debe emplearse, el pan que se debe comer en la mesa del Señor, el tamaño de la copa y si se debe usar vino o jugo de uvas. ¡Cuán lamentable es esta situación! Si por el contrario, comprendiéramos que Dios ha establecido una meta para nosotros y que nos tiene preparado un galardón, y si únicamente pensáramos en ir en pos de Cristo, el mundo entero se tornaría al Señor y El podría regresar pronto.
El cristianismo actual carece de impacto, poder y autoridad porque está dividido y se halla en mucha confusión. ¿Cuál sería la solución para esta situación tan degradada? El remedio que descubrimos en el recobro del Señor consiste sencillamente en ir en pos de nuestro maravilloso Cristo. Si todos pusiéramos nuestra mente en ir en pos de Cristo, no tendríamos problemas.
Sólo Cristo puede lograr que creyentes de diversas nacionalidades y culturas sean verdaderamente uno. Por tanto, vayamos todos en pos de Cristo al grado de estimar nuestra filosofía y nuestras características nacionales como pérdida por amor de El. No permitamos que estos factores permanezcan en nosotros como piedras ocultas, que ocupan el lugar que le pertenece sólo a Cristo. Como ya dijimos, el enemigo, Satanás, usa nuestras características nacionales como sustitutos de Cristo. El las usa para impedir que Cristo tenga más cabida en nuestro ser. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos dé una mente que se centre únicamente en ir en pos de Cristo y en andar conforme al principio elemental de la vida cristiana! Dicho principio consiste en ir en pos de Cristo, olvidando lo que queda atrás y extendiéndonos hacia lo que está delante, hacia la meta que Dios ha establecido, con miras a obtener el premio que El tiene preparado para nosotros.