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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 5

LA ABUNDANTE SUMINISTRACION DEL ESPIRITU DE JESUCRISTO

  Lectura bíblica: Fil. 1:19-21

  Los versículos del 19 al 21 del capítulo uno de Filipenses contienen tres expresiones cruciales: “la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo” (v. 19), “será magnificado Cristo en mi cuerpo” (v. 20), y “para mí el vivir es Cristo” (v. 21). En este mensaje, estudiaremos la primera de estas expresiones: “la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo”.

I. LA ABUNDANTE SUMINISTRACION

  En 1:19, Pablo declara: “Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. La expresión “la abundante suministración”, no es una traducción literal, sino más bien una interpretación de la palabra griega. La palabra griega se refiere a la suministración de todo lo que necesitaba el coro por parte del corega, el líder del coro. Por ende, este término implica una suministración abundante. El corega corría con todos los gastos del coro, como por ejemplo, alimentación, vestido, vivienda e instrumentos musicales. Así que, la suministración que los miembros del coro recibían de parte del corega era verdaderamente abundante y, de hecho, lo incluía todo. Así, cuando alguien entraba a formar parte del coro, no tenía que preocuparse más de sus necesidades, pues sabía que el corega le proveería todo lo necesario. Cuando Pablo usó la expresión “la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo”, él comparaba la suministración del Espíritu con la de un corega. Por consiguiente, si queremos entender adecuadamente Filipenses 1:19, debemos añadir el adjetivo “abundante” al sustantivo “suministración”. Este versículo revela que la abundante suministración del Espíritu todo-inclusivo era otorgada a Pablo para que éste pudiera vivir y magnificar a Cristo en medio de sus sufrimientos por el Señor. La suministración del Espíritu de Jesucristo que disfrutamos hoy no es en nada escasa, sino abundante y todo-inclusiva.

II. EL ESPIRITU DE JESUCRISTO

  El Espíritu de Jesucristo es “el Espíritu” mencionado en Juan 7:39. Este no es simplemente el Espíritu de Dios antes de la encarnación del Señor, sino el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo con la divinidad, después de la resurrección del Señor, al cual se le añadió la encarnación del Señor (Su humanidad), Su vivir humano bajo la cruz, Su crucifixión y Su resurrección. El ungüento santo de la unción mencionado en Exodo 30:23-25, un compuesto de aceite de oliva y cuatro clases de especias, es un tipo completo del Espíritu de Dios compuesto, quien ahora es el Espíritu de Jesucristo. En 1:19 no se menciona al Espíritu de Jesús, referido en Hechos 16:7 (gr.), ni al Espíritu de Cristo, en Romanos 8:9, sino al Espíritu de Jesucristo. El Espíritu de Jesús se relaciona principalmente con la humanidad del Señor y con Su vivir humano, en tanto que el Espíritu de Cristo se relaciona principalmente con la resurrección del Señor. Si deseamos experimentar la humanidad del Señor, tal como se muestra en 2:5-8, necesitamos al Espíritu de Jesús. Además, para experimentar el poder de resurrección del Señor mencionado en 3:10, necesitamos al Espíritu de Cristo. El apóstol, en sus aflicciones, experimentó el sufrimiento que el Señor padeció en Su humanidad, y también experimentó Su resurrección. Por consiguiente, el Espíritu para él era el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu compuesto, todo-inclusivo y vivificante del Dios Triuno. Tal Espíritu posee y es la abundante suministración para una persona como el apóstol, quien experimentaba y disfrutaba a Cristo en el vivir humano y en la resurrección de Cristo. Con el tiempo, este Espíritu compuesto, el Espíritu de Jesucristo, viene a ser los siete Espíritus de Dios, que son las siete lámparas de fuego que arden delante del trono de Dios, los cuales llevan a cabo Su administración en la tierra, a fin de efectuar Su economía con respecto a la iglesia, y los cuales son también los siete ojos del Cordero, que trasmiten a la iglesia todo lo que El es (Ap. 1:4; 4:5; 5:6).

A. El Espíritu de Dios en la creación

  En la Biblia, la revelación acerca de Dios, de Cristo y del Espíritu es progresiva. Dicha revelación empieza en el primer capítulo de Génesis y se desarrolla hasta llegar a su consumación en el libro de Apocalipsis. El Espíritu se menciona por primera vez en Génesis 1:2, donde dice que el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. En relación con la creación, el Espíritu se menciona de manera particular como el Espíritu de Dios.

B. El Espíritu de Jehová en relación con el hombre

  La relación que Dios sostiene con el hombre es más íntima que la que tiene con la creación. De ahí que, en la relación de Dios con el hombre, el Espíritu recibe el título del Espíritu de Jehová (Jue. 3:10; 1 S. 10:6).

C. El Espíritu Santo santifica al hombre

  La expresión “Espíritu Santo” se usa en relación con la concepción y el nacimiento de Cristo (Lc. 1:35; Mt. 1:20). Este título del Espíritu tiene que ver con la santidad, la santificación y con la consagración a Dios. Es mediante el Espíritu Santo, que el hombre es santificado, es decir, hecho santo.

D. El Espíritu de Jesús se relaciona con los sufrimientos del Señor

  En Hechos 16:7, el texto griego menciona al Espíritu de Jesús. El Señor llevó una vida de sufrimientos. Así que, el título “el Espíritu de Jesús”, se refiere particularmente al Espíritu en relación con los sufrimientos del Señor.

E. El Espíritu de Cristo se relaciona con la resurrección

  En Romanos 8:9-11, Pablo habla del Espíritu de Cristo. Conforme al contexto de estos versículos, el Espíritu de Cristo se relaciona principalmente con la resurrección de Cristo.

F. El Espíritu de Jesucristo se relaciona con los sufrimientos y la resurrección

  Como vimos, en 1:19 Pablo menciona al Espíritu de Jesucristo. Ya que el Espíritu de Jesús se refiere particularmente a los sufrimientos del Señor, y el Espíritu de Cristo a Su resurrección, el Espíritu de Jesucristo tiene que ver tanto con los sufrimientos como con la resurrección. Mientras Pablo estaba en la cárcel, él disfrutaba al Espíritu como Espíritu de Jesús, en los sufrimientos, y como Espíritu de Cristo, en la resurrección. En medio de sus padecimientos, Pablo disfrutaba de la resurrección de Cristo. Por esta razón, para él, el Espíritu era el Espíritu de Jesucristo.

G. El Espíritu: El Espíritu todo-inclusivo y vivificante del Dios Triuno

  En Juan 7:39 leemos: “Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en El; pues aún no había el Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Este versículo habla de “el Espíritu” y nos dice que antes de la muerte y la resurrección del Señor Jesús, aún no había el Espíritu. El Espíritu de Dios ya existía desde el mismo comienzo (Gn. 1:1-2), pero cuando el Señor declaró esto, el Espíritu aún no existía como Espíritu de Jesucristo, porque el Señor no había sido aún glorificado. Sin embargo, después de la resurrección de Jesús, el Espíritu de Dios llegó a ser el Espíritu del Jesucristo encarnado, crucificado y resucitado. Antes de la muerte y la resurrección del Señor, el Espíritu de Dios era solamente el Espíritu de Jehová y el Espíritu Santo; pero aún no existía “el Espíritu”. Pablo, en sus epístolas, y Juan, en el libro de Apocalipsis, usan a menudo esta expresión: “el Espíritu”. En lugar de mencionar el Espíritu de Dios o el Espíritu Santo, Pablo con frecuencia habla de “el Espíritu”, quien es el Espíritu todo-inclusivo y vivificante del Dios Triuno.

H. El Espíritu compuesto es tipificado por el ungüento compuesto

  Aunque la Biblia no menciona la expresión “el Espíritu compuesto”, sí nos presenta la realidad de este aspecto del Espíritu. Lo mismo sucede con el término “Trinidad”, pues aunque no aparece en la Biblia; no se puede negar que ella revela el hecho de que Dios es triuno. Por ejemplo, Mateo 28:19 dice que debemos bautizar a las personas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, lo cual indica claramente que Dios es triuno. También encontramos otra indicación de esto en 2 Corintios 13:14, que habla de la gracia del Señor Jesucristo, del amor de Dios, y de la comunión del Espíritu Santo.

  Basándonos en el hecho de que, de acuerdo con la Biblia Dios es triuno, se adoptó la expresión “la Trinidad”. Siguiendo el mismo principio, las Escrituras proveen la base para referirnos al Espíritu como “el Espíritu compuesto”. Según Exodo 30:23-24, se mezclaba un hin de aceite de olivas con cuatro especias para preparar el aceite de la santa unción, el ungüento santo. En tipología, el aceite de olivas representa al Espíritu de Dios, y el compuesto de la unción, es decir, el aceite mezclado con las cuatro especias, también simboliza al Espíritu Santo. En la preparación de este compuesto, el aceite llegaba a ser el ungüento con el que se ungía el tabernáculo y todo su mobiliario. Incluso los sacerdotes eran ungidos con el ungüento santo. Antes de Exodo 30, podemos decir que “aún no había” este ungüento compuesto, pero que comenzó a existir a partir de este capítulo. Del mismo modo, antes de la crucifixión, la resurrección y la glorificación de Cristo, “aún no había” el Espíritu, esto es, el Espíritu todo-inclusivo y vivificante. Sin embargo, mediante el proceso de la crucifixión y resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios, el cual es tipificado por el aceite, llegó a ser el Espíritu compuesto, tipificado por el ungüento.

  Las cuatro especias con las que se preparaba el ungüento de Exodo 30 tipifican la eficacia y dulzura de la muerte de Cristo, y el poder y fragancia de Su resurrección. Antes de la crucifixión y resurrección de Cristo, el Espíritu de Dios aún no tenía estos cuatro elementos. Pero después de Su resurrección, dichos elementos le fueron añadidos al Espíritu de Dios, el cual, de este modo, llegó a ser “el Espíritu”, es decir, el Espíritu compuesto.

I. Los siete Espíritus de Dios

  Apocalipsis habla de los siete Espíritus de Dios (Ap. 1:4; 4:5; 5:6). Estos siete Espíritus son las siete lámparas de fuego que arden delante del trono de Dios, y también son los siete ojos del Cordero. Puesto que Apocalipsis habla de siete Espíritus, debemos preguntarnos si Dios el Espíritu es uno o siete. Según nuestro entendimiento de las matemáticas, uno es uno y siete son siete. Pero conforme a las “matemáticas” bíblicas, siete puede equivaler a uno y viceversa. Por tanto, el único Espíritu aquí es llamado los siete Espíritus.

  Conforme al concepto tradicional de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son considerados tres personas distintas. Algunos van aun más allá y afirman que estas tres personas son distintas y están separadas la una de la otra. No obstante, la Biblia enseña que los Tres no están separados. Me pregunto qué responderían los que tienen este concepto tradicional al mostrarles Apocalipsis 5:6. Este versículo indica que los siete Espíritus, el tercero de la Trinidad, son los siete ojos del Cordero, quien es el segundo. Si el Hijo y el Espíritu fuesen dos personas separadas, ¿cómo es posible que los siete Espíritus sean los ojos del Cordero? En otras palabras, ¿cómo podría una persona de la Trinidad ser los ojos de otra, es decir, del Hijo? El concepto tradicional de la Trinidad, y en particular el que se basa en el credo de Nicea, es demasiado limitado y no incluye a “el Espíritu”, al Espíritu compuesto, ni a los siete Espíritus. De hecho, aquellos que se aferran a los conceptos tradicionales, tienen un entendimiento muy estrecho y restringido, mientras que el concepto de aquellos que se apegan a la Palabra pura en su totalidad, desde Génesis hasta Apocalipsis, es amplio y completo.

  Es correcto usar la palabra “persona” para referirse a los “Tres” de la Trinidad, pero debemos ser prudentes y no dar demasiado énfasis a esta palabra. W.H. Griffith Thomas, en su libro titulado The Principles of Theology [Principios de teología], habla del peligro a que esto puede conducirnos. En cuanto a la Trinidad, él dijo: “Con frecuencia se han hecho objeciones en contra del uso de la expresión persona. Al igual que en todo lenguaje humano, esta palabra no está exenta de ser calificada como inexacta, e incluso errónea. Por tanto, no se debe insistir mucho en ella, pues esto nos conducirá al Triteísmo...” Los que hacen mucho hincapié en el uso del término persona, terminan afirmando que hay tres Dioses, es decir que, lo que obtienen al final es triteísmo, y no la Trinidad. Muchos maestros de la Biblia han incurrido en este error, sin darse cuenta. Debemos aceptar nuestra incapacidad de definir correctamente la Trinidad. De hecho, ni siquiera tenemos un entendimiento cabal del ser humano. ¿Cómo entonces pensamos que podemos entender plenamente el misterio del Dios Triuno? Debemos reconocer las deficiencias del credo de Nicea y del concepto tradicional de la Trinidad, y volvernos a la Palabra pura de Dios. A la luz de ella, descubrimos que el Espíritu que disfrutamos hoy no es solamente el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jehová o el Espíritu Santo; ni siquiera es simplemente el Espíritu de Jesús o el Espíritu de Cristo. Antes bien, el Espíritu que disfrutamos hoy es el Espíritu de Jesucristo, el cual es “el Espíritu”, el Espíritu todo-inclusivo, compuesto y vivificante del Dios Triuno. Por ser tan rico, abundante e inclusivo, este Espíritu es capaz de suplir todas nuestras necesidades. Es por eso que, mientras Pablo sufría por el evangelio, disfrutaba a la vez de la abundante suministración del Espíritu que lo es todo.

  Hoy en día los cristianos hablan del Espíritu e incluso escriben libros tocante a El, pero jamás mencionan al Espíritu compuesto ni a los siete Espíritus. Prefieren conservar el concepto limitado y tradicional acerca del Espíritu de Dios, formulado en el credo de Nicea. Aquellos que forman parte del movimiento carismático o pentecostal, afirman que experimentan al Espíritu. Sin embargo, no prestan ninguna atención al Espíritu vivificante, al Espíritu compuesto ni a los siete Espíritus. Si en verdad queremos conocer al Espíritu Santo, primero debemos entender que hoy el Espíritu es el Dios Triuno que fue procesado mediante la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. Algunos no están de acuerdo con el uso de la palabra “proceso”, argumentando que es imposible que Dios pase por un proceso. Pero ¿acaso no pasó Dios por las etapas de la encarnación, vivir humano, crucifixión y de la resurrección? Si esto no es un proceso, entonces, ¿con qué otra palabra podríamos describir este hecho? Así como usamos la expresión “Trinidad” para referirnos a la revelación bíblica de que Dios es Triuno, también recurrimos a la palabra “proceso” para describir las diferentes etapas por las que pasó el Dios Triuno desde la encarnación hasta la resurrección de Cristo.

  No estamos satisfechos con un mero conocimiento doctrinal acerca del Espíritu de Jesucristo. Debemos avanzar y experimentar el Espíritu compuesto y los siete Espíritus de Dios. Necesitamos experimentar cada vez más a este Espíritu compuesto, todo-inclusivo y vivificante, el cual es el Dios Triuno procesado, que lo es todo para nosotros. Mediante este Espíritu, Pablo sufría por la economía de Dios, y al mismo tiempo disfrutaba de la abundante suministración que lo fortalecía para vivir en resurrección. El apóstol Pablo era un vencedor, no porque tuviera una voluntad extraordinaria, sino porque experimentaba al Espíritu todo-inclusivo y disfrutaba de la abundante suministración de este Espíritu, quien moraba en él para ser su todo. Por experiencia, Pablo comprendió que el Dios Triuno se estaba forjando en su ser. Espero que nosotros también podamos experimentar y disfrutar al Dios Triuno, quien nos abastece y se forja en nosotros como Espíritu compuesto, todo-inclusivo y vivificante.

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