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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 56

UNA VIDA DE COMPRENSION Y SIN AFANES

(1)

  Lectura bíblica: Fil. 4:1-7; 1:8; 2 Co. 10:1a

  Al leer Filipenses, tal vez nos parezca que el pensamiento de Pablo en 4:1-7 no es tan elevado como el de los tres primeros capítulos. En el capítulo uno Pablo habla acerca de vivir y magnificar a Cristo. En el capítulo dos habla de tomar a Cristo como nuestro modelo, de resplandecer como luminares en el mundo y de enarbolar la palabra de vida. En el capítulo tres aborda el tema de la excelencia del conocimiento de Cristo y de proseguir a la meta para alcanzar el premio del llamamiento a lo alto, que Dios hace en Cristo Jesús. Pero en el capítulo cuatro, el apóstol usa expresiones aparentemente ordinarias, tales como: “Regocijaos en el Señor”, “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois” y “Por nada estéis afanosos”. Suponga que usted tiene su mente fija en proseguir hacia la meta y alcanzar el premio, y que repentinamente alguien viniera a animarlo a no estar ansioso. ¿No consideraría esto una distracción? ¿No le diría usted: “Quiero ir en pos de Cristo. Mi meta es llegar a la superresurrección, por qué viene a hablarme de la ansiedad”? Al leer Filipenses, muchos tienen en gran estima los primeros tres capítulos, y quizás sin darse cuenta, piensan que el capítulo cuatro se halla en un nivel inferior.

  En el pasado solía apreciar los primeros tres capítulos de Filipenses mucho más que el cuarto. Me parecía que Pablo, después de llegar a una cima muy elevada en los primeros tres capítulos, había descendido súbitamente en el capítulo cuatro. No podía entender por qué esta epístola había sufrido un cambio tan radical.

APRENDER EL SECRETO

  En 4:12 Pablo declara: “He aprendido el secreto”. Si hemos de llevar a la práctica todo lo que se menciona en este capítulo, necesitamos la vida divina. Pablo había aprendido el secreto de hacerlo todo en Aquel que lo revestía de poder. En el versículo 4 él nos exhorta primeramente a regocijarnos siempre en el Señor. Tal vez pensemos que es sencillo regocijarnos en el Señor, pero lo cierto es que para ello necesitamos la superresurrección. Para regocijarnos en el Señor se requiere que estemos en Aquel que nos reviste de poder. Esto implica que aun el asunto relativamente sencillo de regocijarse en el Señor, exige que aprendamos el secreto. Si no conocemos el secreto, no podremos regocijarnos.

  En 4:5 Pablo declara: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois”. En 2 Corintios 10:1, la misma palabra griega se tradujo ternura: “Os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo”. Esto muestra que el ser comprensivos no tiene nada que ver con lo ético o lo natural, sino que se refiere a la ternura, modestia o afabilidad de Cristo, la cual es un atributo espiritual o una virtud Suya. Primeramente Su actitud comprensiva debe ser nuestra, y luego, nosotros debemos dar a conocer dicha virtud de Cristo a todos los hombres.

  ¿Qué significa ser comprensivos, y por qué Pablo en 4:5 menciona esta virtud y no otra? Si el apóstol nos hubiera exhortado a dar a conocer nuestro amor o bondad a todos los hombres, tal vez este versículo no hubiera despertado ninguna inquietud. No obstante, Pablo aquí no habla del amor, la bondad, la humildad, ni de ninguna otra virtud humana; en lugar de ello, recalca la comprensión. Sabemos lo que es el amor, la bondad y la humildad, pero ¿quién puede definir lo que es ser comprensivos? Si en el pasado me hubieran pedido definir esta virtud, habría dicho que es la capacidad de sobrellevar una carga pesada por largo tiempo. Sin embargo, dicha definición es natural y no explica por qué Pablo en 4:5 escogió esta virtud y no otra.

  Después que Pablo nos exhorta a dar a conocer nuestra comprensión, añade en el versículo 5: “El Señor está cerca”. Muchos maestros de la Biblia piensan que esta declaración se refiere a la segunda venida del Señor. No digo que esta interpretación esté equivocada, pero notemos que Pablo aquí no dice que el Señor viene pronto, sino que El está cerca. En el versículo siguiente, Pablo nos pide que no estemos afanosos por nada, sino que “en toda ocasión sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios por medio de oración y súplica, con acción de gracias”. Por tanto, notamos que la frase “el Señor está cerca” se encuentra entre dos exhortaciones, la de mostrar nuestra comprensión y la de no estar afanosos sino dar a conocer nuestras peticiones delante de Dios.

  Por nosotros mismos, no podemos dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos; tampoco podemos deshacernos de la ansiedad ni dar a conocer nuestras peticiones delante de Dios. Algunos dirán que es muy fácil orar, pero en realidad es muy difícil. Por consiguiente, si hemos de llevar todo esto a la práctica, nosotros, al igual que Pablo, debemos aprender el secreto de estar en Aquel que nos reviste de poder.

ESTAR FIRMES EN EL SEÑOR

  Filipenses 4:1-7 es la conclusión que Pablo da a los primeros tres capítulos, la cual se basa en lo dicho anteriormente acerca de vivir a Cristo, magnificarlo, tomarlo como nuestro modelo, conocer lo excelente que El es, proseguir a la meta y vivir en la superresurrección.

  En 4:1 él declara: “Así que, hermanos míos amados y deseados, gozo y corona mía, estad firmes en el Señor, amados”. Primeramente, el capítulo tres muestra que Pablo aspiraba a ser hallado en Cristo; luego, en 4:1, el apóstol nos exhorta a estar firmes en el Señor. Esta es la clave para dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos. Si no estamos firmes en el Señor, no habrá manera de dar a conocer a otros la virtud de ser comprensivos. Antes de hacer cualquier cosa, debemos tomar la posición correcta; por lo tanto, para dar a conocer dicha virtud se requiere que estemos firmes en el Señor, lo cual implica que debemos permanecer en El. Por consiguiente, la exhortación de Pablo a estar firmes en el Señor, corresponde a las propias palabras del Señor acerca de permanecer en El (Jn. 15:4).

  En el versículo 2 Pablo añade: “Exhorto a Evodia y exhorto también a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor”. Quienes están firmes en el Señor, deben tener un mismo sentir en El. Aparte del Señor es imposible tener un mismo sentir. Por eso, si deseamos tener el mismo sentir en el Señor, primero debemos estar firmes en El.

  El versículo 3 dice: “Sí, y a ti también, verdadero compañero de yugo, te pido que las ayudes, pues ellas combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”. Pablo aquí les ruega a todos los que eran sus verdaderos compañeros de yugo, que ayudaran a Evodia y Síntique a ser de un mismo sentir. Es como si él les dijera: “Estas dos hermanas son colaboradoras mías, pero en esta ocasión, no están en el Señor. Así que te insto, verdadero compañero de yugo, a que hagas lo posible por conducir a estas hermanas nuevamente al Señor, a fin de que tengan un mismo sentir en El”. Dichas hermanas habían laborado con Pablo y habían combatido juntamente con él en el evangelio, y sus nombres se hallaban en el libro de la vida. Sin embargo, al menos en ese momento, no estaban en el Señor.

  En el versículo 4 Pablo exclama: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez diré: ¡Regocijaos!” Cuando en nuestra experiencia no nos hallamos en el Señor, no sentimos alegría ni podemos regocijarnos. Anteriormente Evodia y Síntique podían regocijarse en el Señor, pero ahora, por no permanecer en El, no podían hacerlo.

  Hay una manera práctica de comprobar si estamos en el Señor. Si no estamos en unidad con algún hermano de la iglesia, lo más seguro es que no estemos en El. En cuanto a nuestra posición, ciertamente estamos en Cristo eternamente. No hay nada que pueda alterar este hecho, pero en la práctica, es decir, en nuestra experiencia, es posible que no estemos en El. El hecho de no ser uno con algún hermano indica que no estamos en el Señor.

  No ser uno con algún hermano o hermana es un asunto muy serio. La mayoría de los creyentes, no son uno por lo menos con algún hermano. Supongamos que algunas hermanas están sirviendo juntas en una fiesta de amor. Puede ser que a una de ellas no le guste la forma en que la otra sirve, y rehuse servir con dicha hermana, al grado de apartarse de ella. Al hacer esto, en realidad se aparta del Señor. En vez de negarse a servir con esta hermana, lo que ella debe hacer es ceder.

  No es fácil servir con otros santos en la iglesia. Si en una empresa hay un empleado que no trabaja responsablemente, su jefe puede despedirlo, pero en la vida de iglesia, ni se contrata ni se despide a nadie. Así como nacimos en una familia y nadie puede “despedirnos” de ella, de igual manera nacimos en la iglesia y nadie puede hacer que dejemos de ser miembros de ella. Cuando surgen las dificultades, no deberíamos apartarnos de los santos ni negarnos a servir con ellos. Al contrario, debemos mostrarnos muy comprensivos.

LIBRES DE TODO AFAN

  Si nos ejercitamos en ser comprensivos, no tendremos ansiedad. La ansiedad desaparece debido a que, cuando somos comprensivos con los demás, podemos regocijarnos en el Señor, y al hacerlo, se elimina nuestra ansiedad. De este modo, la comprensión nos permite mantener el gozo, y el gozo echa fuera todo afán. Pero si no ejercitamos la comprensión, no podremos regocijarnos; antes bien, le abriremos la puerta a la ansiedad. Esto no es una simple doctrina, sino algo práctico y aplicable a nuestra vida cristiana.

CONFORMES, SIN EXIGIR NADA

  Ahora quisiera que analizáramos más a fondo lo que significa ser comprensivos. Ser comprensivos implica conformarnos con poco, incluso con menos de lo que nos corresponde por derecho. Este es el significado de la palabra griega que se traduce “ser comprensivos”. Basándonos en este significado, ser comprensivos contrasta con el hecho de exigir. La virtud de ser comprensivos implica que no exigimos nada de los demás, y que incluso estamos contentos con lo que los demás hagan por nosotros o contra nosotros. Supongamos que la esposa de un hermano le sirve un refresco frío cuando él prefiere una bebida caliente, y que él se disgusta y la reprende. Esto no es ser comprensivo, sino ser justo de una manera severa. De ser comprensivo, este hermano se quedaría satisfecho con lo que ella le sirve, aun cuando no pueda beberlo. El se contentaría con menos de lo que debería recibir.

UNA VIRTUD UNIVERSAL

  En su libro titulado Word Studies [Estudio de palabras], Wuest hace notar que la palabra griega traducida “comprensivos” no significa simplemente conformarse con menos de lo debido, sino además, ser razonables y afables. Denota a la vez dominio propio, paciencia, mesura, bondad y mansedumbre. Nuestra experiencia cristiana también confirma que el ser comprensivos es una virtud universal, ya que incluye todas las demás virtudes. Esto quiere decir que si no nos ejercitamos en ser comprensivos, en realidad no estamos ejercitando ninguna virtud cristiana. Si la esposa de un hermano le sirve un refresco, y él se queja porque prefería una bebida caliente, en realidad no está exhibiendo ninguna virtud cristiana. Pero en cambio, si por la gracia de Cristo, él se queda contento y se muestra comprensivo para con su esposa, sin criticarla ni censurara, su actitud exhibirá la virtud universal, que incluye la paciencia, la humildad y el dominio propio, y también la virtud de reconocer la providencia del Señor en todo.

  La razón por la cual en ocasiones nos comportamos descomedidamente es porque no somos comprensivos. Las actitudes negativas y la falta de amabilidad en nuestras palabras se deben también a que no somos comprensivos. Esta es la razón por la que no podemos amar ni ser tolerantes con los demás. Incluso el hablar demasiado se debe a este mismo hecho. Y si no somos comprensivos con otros, tampoco tendremos paz. Si no nos mostramos comprensivos con los de nuestra casa, no tendremos una vida familiar pacífica. La paz viene cuando somos comprensivos en nuestro trato con los demás.

MAGNIFICAMOS A CRISTO SIENDO COMPRENSIVOS

  Pablo estaba consciente de que el ser comprensivos es una virtud universal. Esta es la razón por la cual escribe: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois”. En realidad, la virtud de ser comprensivos es Cristo mismo. En Filipenses 1:21 Pablo declaró: “Para mí el vivir es Cristo”. Puesto que Cristo es la virtud de ser comprensivos, el vivir de Pablo era esta virtud. El anhelo más profundo de Pablo era que Cristo fuera magnificado en él, por vida o por muerte. Y la manera en que Pablo magnificaba a Cristo era dando a conocer que era comprensivo. De la misma forma, si queremos magnificar a Cristo, debemos dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos, ya que esta virtud es el mismo Cristo a quien experimentamos en la práctica. Podemos hablar de vivir a Cristo y testificar que para nosotros, el vivir es Cristo; sin embargo, lo que más necesitamos es ser comprensivos diariamente en nuestro propio hogar. Si somos comprensivos, entonces en nuestra experiencia se verá verdaderamente a Cristo. Si una esposa ofende a su marido, lo que él debe hacer es mostrarse comprensivo con ella, exhibiendo a Cristo como su virtud.

  Es muy difícil ser un buen esposo o una buena esposa. Pero el ser comprensivos es la clave para lograrlo. Les repito que esta virtud implica mucho más que la amabilidad o la humildad. Por tratarse de una virtud cristiana universal, afirmamos que el ser comprensivos es Cristo mismo. Tanto en la vida familiar como en la vida de iglesia, debemos vivir a Cristo, llevando una vida de comprensión.

  Cuanto más profundizamos en el significado de la virtud de ser comprensivos, más apreciamos el hecho de que Pablo se hubiera referido a ella en Filipenses 4:5. Nuestros fracasos y derrotas en la vida cristiana se deben a que no somos lo suficientemente comprensivos con los demás. Todos los santos, sin importar su edad, siempre tienden a descuidar esta virtud. Así que, si deseamos vivir a Cristo, debemos aprender a contentarnos con poco, sin exigir nada de los demás.

  Cuando el Señor Jesús estuvo en la tierra, siempre se mostró comprensivo hacia los demás. Por un lado, El era muy estricto; pero por otro, era muy tolerante. Por ejemplo, aunque El oraba mucho, nunca les impuso a sus discípulos que debían orar como El, ni los condenó por no orar lo suficiente.

EL SEÑOR ESTA CERCA

  Inmediatamente después de exhortarnos a ser comprensivos, Pablo añade: “El Señor está cerca”. Como dije antes, aunque no digo que esta declaración no pueda referirse a la segunda venida del Señor, conforme a mi experiencia, y no a la doctrina, puedo afirmar que esta expresión se refiere a la presencia constante del Señor entre nosotros. De hecho, esta frase añade peso a la exhortación que hace Pablo, de dar a conocer a todos los hombres lo comprensivos que somos. El Señor está cerca; por eso, no tenemos excusa alguna para no mostrarnos comprensivos con los demás. Muchas veces, la razón por la que no nos ejercitamos en ser comprensivos, es que olvidamos que el Señor está cerca. Ni siquiera nos acordamos de que El está en nosotros. Cuando una esposa le trae a su esposo un refresco frío en lugar de una bebida caliente, ¿qué es más importante para él, la bebida o el Señor? Si se preocupa más por la bebida que por el Señor, esto quiere decir que, en su experiencia, la bebida está cerca y el Señor está lejos. Debido a que no percibimos que el Señor está cerca, no somos comprensivos. Por el contrario, tratamos a los demás de una manera estricta y severa, sin tomar en cuenta su situación. En cambio, cuanto más conscientes estemos de que el Señor está cerca, más satisfechos estaremos y más considerados seremos con los demás, ya que sabremos entender su situación. Si estamos conscientes de que el Señor está cerca, nos volveremos de la vieja creación a la nueva, esto es, a la superresurrección, la cual se expresa al ser comprensivos.

LA MANERA EN QUE SE MANIFIESTA LA SUPERRESURRECCION

  Jesús, el Nazareno, pudo mostrarse comprensivo a lo largo de Su vida, debido a que vivía en resurrección. Sólo cuando vivimos en la superresurrección podemos ser comprensivos. En realidad, la comprensión es la marca que distingue a aquellos que viven en la superresurrección, es decir, en la nueva creación, y no en la vieja creación. Mostrar nuestra comprensión no consiste simplemente en ser amables o pacientes, sino en dar a conocer a todos el vivir cristiano apropiado. Tal vivir es Cristo mismo como la superresurrección, expresado a través la virtud de la comprensión.

TOMAR EN CUENTA A LOS DEMAS

  Hemos recalcado la necesidad de ser comprensivos en la vida de iglesia y en la vida familiar. Si somos comprensivos, ciertamente seremos cuidadosos en nuestro trato con los demás. Por ejemplo, si una hermana quiere ayudar a otra a mejorar su servicio en la iglesia, primero debe asegurarse si tal hermana es capaz de recibir corrección, y si dicha hermana está en el espíritu o en la carne en el momento que la piensa corregir.

  Si queremos ser comprensivos, no debemos hablar con los demás precipitadamente. Por el contrario, debemos ser muy cuidadosos antes de decir cualquier cosa. Una actitud ligera puede causar daño a los hermanos de la iglesia y a los miembros de nuestra familia.

  Puedo testificar, como alguien que tiene más edad, que mi relación con mi familia es hoy muy distinta de la que tenía hace cuarenta años. Hoy soy mucho más comprensivo de lo que era en aquel entonces. Anteriormente, permanecía firme en mi posición como esposo y como padre, y siempre decía lo que me parecía correcto. Pero ahora he aprendido que tal actitud a menudo causa daño a los demás. Así que, antes de decirle algo a mi esposa, la tomo en cuenta a ella y su situación; trato de asegurarme primero si ella podrá recibir lo que pienso decirle, y después busco el mejor momento para hablar con ella. También tomo en consideración lo contenta y cómoda que ella se encuentra, y trato de determinar cuánto de lo que quiero decirle podrá ella recibir. Todo esto es lo que implica el ser comprensivos.

  Mientras el Señor Jesús anduvo con los dos discípulos camino a Emaús, El se mostró muy comprensivo. Cuando les preguntó de lo que estaban hablando, uno de ellos le respondió: “¿Eres Tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días?” (Lc. 24:18). A pesar de que el Señor conocía perfectamente todas las cosas, les preguntó: “¿Qué cosas?” (v. 18), y luego los escuchó con paciencia mientras ellos le contaban lo que había sucedido. Más adelante, en el momento oportuno, el Señor se dio a conocer a ellos. Ciertamente El fue muy comprensivo con ellos. De la misma manera, si nosotros somos comprensivos con los demás, ellos ciertamente serán nutridos y sanados, y recibirán la ayuda que requieren para crecer. De esta manera, no les causaremos tropiezo ni los perjudicaremos en absoluto. No obstante, debido a que no somos tan comprensivos, hemos causado daño a muchos, tanto en la vida de iglesia como en nuestro hogar.

VIVIR EN LA SUPERRESURRECCION

  Quisiera insistir en que la virtud de ser comprensivos no depende de la ética, ya que es Cristo mismo. En los primeros tres capítulos de Filipenses, Pablo tiene mucho que decir acerca de Cristo. Luego, en 4:5, él nos exhorta a que seamos comprensivos, aunque no menciona directamente a Cristo. Sin embargo, cuando él escribe: “Sea conocido de todos los hombres lo comprensivos que sois”, en realidad lo que está diciendo es: “Sea manifestado y magnificado Cristo delante de todos los hombres”. Al principio, Pablo había hablado de vivir a Cristo, magnificarlo y tomarlo como nuestro modelo y nuestra meta, y posteriormente mostró que debíamos vivir a este Cristo siendo comprensivos con todos. Es necesario que todos tomemos al Señor como nuestra virtud de ser comprensivos. Sin duda, éste es el significado de vivir en la superresurrección.

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