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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Filipenses»
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Mensaje 7

LA MEJOR ELECCION DE PABLO

  Lectura bíblica: Fil. 1:19-26

  Filipenses 1:18-21 forma una sola frase. En el versículo 18 Pablo declara: “¿Qué, pues? Que no obstante, de todas maneras, o por pretexto o con veracidad, Cristo es anunciado; y en esto me gozo; sí, me gozaré aún”. Luego, el versículo 19 empieza con la conjunción “porque”, lo cual indica que lo que sigue es la explicación del versículo 18. El versículo 19 dice: “Porque sé que por vuestra petición y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esto resultará en mi salvación”. La palabra “esto” se refiere a las distintas maneras en que otros predicaban a Cristo, las cuales Pablo había mencionado en los versículos anteriores. El apóstol sabía que por la petición de los santos y la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo, esas predicaciones resultarían en su salvación. Por tanto, el versículo 20 empieza diciendo: “Conforme a mi anhelo y esperanza”. Esta expresión modifica a la salvación mencionada en el versículo 19. Pablo estaba lleno de esperanza y aspiraba a disfrutar la salvación, y en el versículo 20, vemos que la salvación a la que él se refería consistía en no ser avergonzado en nada, sino magnificar a Cristo en su cuerpo con toda confianza y en todo momento.

LA SALVACION QUE PABLO EXPERIMENTO

  Cuando Pablo escribió la epístola a los filipenses, se hallaba encarcelado en un país extranjero, lejos de su patria. Seguramente tenía muchos motivos para estar preocupado y triste, y bien podía haberse lamentado de su situación. Pero si hubiera hecho esto en lugar de regocijarse, no habría declarado: “Esto resultará en mi salvación”. Si Pablo hubiera derramado lágrimas, no habría experimentado la salvación en medio de sus circunstancias. Suponga que usted fuera un judío que está encadenado y encarcelado en una prisión romana, ¿se habría regocijado como lo hizo Pablo? Estoy seguro de que nosotros, en su lugar, estaríamos tristes y sentiríamos nostalgia por nuestra patria. Sin embargo, Pablo, en lugar de llorar, se regocijó en el Señor. Debido a esto, todo lo que le sucedía redundaba en su salvación.

  Según el contexto de estos versículos, la salvación de Pablo consistía en que en nada sería avergonzado. No era simplemente el hecho de no sentirse avergonzado, sino que nada lo expondría a la vergüenza. Antes bien, él magnificaba a Cristo en su cuerpo. La acción de magnificar a Cristo, mencionada en el versículo 20, corresponde a la salvación mencionada en el versículo 19. Esto significa que la salvación que Pablo anhelaba y en la cual tenía puesta su esperanza consistía en no ser avergonzado en nada, y en magnificar a Cristo en su cuerpo. Por tanto, el versículo 20 define el disfrute práctico de la salvación.

  Disfrutar esta clase de salvación equivale a vivir a Cristo. Esa es la razón por la que Pablo declaró en el versículo 21: “Porque para mí el vivir es Cristo”.

  Los padecimientos de Pablo no lo exposieron a la vergüenza, por el contrario, le brindaron la oportunidad de magnificar a Cristo. Si nosotros experimentamos la salvación mencionada en estos versículos, magnificaremos a Cristo y no seremos avergonzados cuando pasemos por sufrimientos. Si permitimos que las preocupaciones y los sufrimientos nos venzan, ciertamente seremos avergonzados, pero si en medio de tales circunstancias magnificamos a Cristo, experimentaremos esta salvación.

  Cierto día falleció la esposa de un hermano, cuya muerte fue una gran pérdida tanto para él como para sus hijos. Si al hablar con él, sólo viéramos tristeza y lágrimas, habríamos tenido una sensación de vergüenza. En dado caso, la pérdida de la esposa lo habría expuesto a vergüenza, debido a que él no habría expresado ni magnificado a Cristo. Además, no habría experimentado la salvación, ya que su forma de reaccionar habría sido igual a la de cualquier incrédulo. No obstante, la experiencia de este hermano fue totalmente distinta. El se regocijó, alabó al Señor y testificó de Su gracia. Por consiguiente, el Señor fue manifestado y magnificado de una manera palpable, y de esa forma el hermano experimentó la salvación. En otras palabras, dicho hermano fue salvo en medio del sufrimiento producido por la pérdida de su esposa, y al mismo tiempo, la salvación que experimentó le permitió magnificar a Cristo.

  Este caso nos ayuda a entender la experiencia que tuvo Pablo en la cárcel. A pesar de que él estaba preso en un país extranjero, sus padecimientos no lo avergonzaron. Antes bien, conforme a su anhelo y esperanza, Cristo fue magnificado en él y pudo disfrutar la salvación del Señor.

EL SECRETO DE LA SALVACION QUE PABLO EXPERIMENTO

  El secreto de la salvación que Pablo experimentó era la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. Gracias a esta abundante suministración, todo lo que le sucedía redundaba en su salvación. Entre la experiencia de salvación mencionada en el versículo 19 y la acción de magnificar a Cristo del versículo 20, tenemos la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo. De hecho, en la práctica, la salvación, Cristo y la abundante suministración del Espíritu, son lo mismo. Si deseamos disfrutar y experimentar a Cristo como nuestra salvación en toda clase de situaciones, necesitamos recibir la abundante suministración del Espíritu. Del mismo modo en que el Espíritu moraba en el apóstol Pablo mientras éste se encontraba en la cárcel, así también mora en nosotros hoy en día. Pablo disfrutaba de la salvación gracias a la suministración del Espíritu.

EL CONTRASTE ENTRE VIVIR A CRISTO Y LA GANANCIA DE PARTIR Y ESTAR CON EL

  En el versículo 21, Pablo declara: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Este versículo nos presenta un contraste entre vivir a Cristo y la ganancia de partir y estar en Su presencia. Tal vez pensemos que la palabra ganancia se refiere a Cristo, lo cual es cierto. No obstante, no se refiere al Cristo que experimentamos cuando lo vivimos, sino a la presencia de Cristo en el sentido práctico. Cuando Pablo declara: “El morir es ganancia”, quiere decir que, para él, morir equivalía simplemente a disfrutar la presencia de Cristo en un grado mayor. En el versículo 23, añade que su deseo era partir y estar con Cristo. Estar con Cristo es un asunto de grado, y no de lugar. Aunque Pablo continuamente estaba con Cristo, deseaba partir y estar con El en un grado mayor. Su muerte física significaba que estaría con Cristo en un grado aún mayor que el que disfrutaba en su vida terrenal.

  En la cárcel, Pablo disfrutaba a Cristo y lo experimentaba de dos maneras. Por una parte, disfrutaba de Su presencia, y por otra, lo vivía. Estas dos experiencias son muy distintas. Por ejemplo, yo puedo disfrutar la presencia de mi esposa, pero me es imposible vivirla. Esto demuestra que se puede disfrutar de la presencia de una persona sin vivir a tal persona. Pero Pablo no sólo disfrutaba la presencia del Señor sino que además lo vivía. El estaba consciente de que, si moría, ya no tendría la oportunidad de vivir a Cristo, aunque por otra parte disfrutaría Su presencia más intensamente. Por lo tanto, para Pablo, el morir era ganancia. Lo que Pablo valoraba no era sólo la presencia de Cristo sino también la oportunidad de vivirle.

  A lo largo de los siglos, se ha animado a los cristianos a que tengan la práctica de vivir continuamente en la presencia del Señor. Pero muy rara vez o tal vez nunca se les ha exhortado a que lo vivan a El. Muchos creyentes conocen el libro titulado The Practice of the Lord’s Presence [La práctica de vivir continuamente en la presencia del Señor] y fueron animados a permanecer en la presencia del Señor. Sin embargo, este concepto proviene principalmente del Antiguo Testamento. Sin duda, el Nuevo Testamento también enseña que podemos disfrutar la presencia del Señor, pero además dice que debemos vivirlo. No sólo tenemos la presencia del Señor, sino también Su persona. No sólo debemos estar en Su presencia, sino también llegar a ser una sola persona con El y vivirlo. Vivir a Cristo es una experiencia mucho más profunda que el simple hecho de estar en Su presencia. Vivirlo a El excede grandemente al deleite que nos trae Su presencia.

  ¿Cuál es nuestro anhelo, simplemente vivir en la presencia de Cristo o vivirlo a El? Vivir al Señor es una experiencia mucho más preciosa que simplemente estar con El. Ciertamente, el morir es ganancia, puesto que la muerte nos permite estar con el Señor en un grado mayor que aquí en la tierra. Pero es mucho mejor vivirlo mientras estamos en la tierra. Tal vez en ocasiones le hayamos dado gracias al Señor por permitirnos disfrutar Su presencia, pero ¿alguna vez le ha agradecido por el hecho de vivirlo a El? Nos es más fácil darle gracias por permitirnos percibir la dulzura y la belleza de Su presencia; muchos suelen hacer esto. En ocasiones, yo mismo, cuando estoy a punto de darle gracias al Señor por Su presencia, percibo en mi interior que estoy guardando una práctica del Antiguo Testamento. Entonces recuerdo que debo vivir a Cristo. En 1 de Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Somos un solo espíritu con el Señor, no solamente con el propósito de disfrutar Su presencia, sino principalmente con el fin de vivirlo a El. Sin embargo, ¿en dónde se enseña hoy a los cristianos que deben vivir a Cristo y se les explica cómo pueden hacerlo? En lugar de eso, se nos exhortó por años a cultivar el hábito de vivir continuamente en la presencia del Señor. En realidad, dicha experiencia pertenece al primer escalón de la vida cristiana; ahora, en el recobro del Señor, debemos subir al segundo escalón, al nivel de vivir a Cristo.

  Sin duda, en el versículo 21 vemos que hay una gran diferencia entre vivir a Cristo y disfrutar Su presencia a un grado superior. Puedo testificar que prefiero vivir a Cristo en la tierra, que estar con El en un mayor grado.

UNA LABOR FRUCTIFERA

  En el versículo 22 Pablo declara: “Mas si el vivir en la carne resulta para mí en una labor fructífera, no sé entonces qué escogeré”. El significado de la palabra “labor” ha sido distorsionado. La mayoría de los cristianos presta más atención a la labor que al propio Cristo. Pero Pablo pudo referirse a “una labor fructífera”. El hecho de que Pablo usara la palabra “fructífera”, indica que su obra era en realidad su vivir, puesto que en el momento en que escribió a los filipenses, él estaba en prisión, es decir, no se encontraba laborando. Su vivir era su obra, y su obra era tan viviente, que espontáneamente producía fruto. El fruto de su labor era Cristo mismo, a quien expresaba en su vivir, magnificaba y ministraba a los demás. Así, la labor fructífera de Pablo consistía en infundir a Cristo en los demás. Por consiguiente, la labor fructífera referida en el versículo 22 era el resultado de la vida que Pablo llevaba en la cárcel.

  La obra del apóstol Pablo era una obra viviente, la cual consistía en ministrar y transmitir a los demás al mismo Cristo que magnificaba. Para él, el morir era ganancia, pero el vivir le permitía llevar adelante su labor fructífera y viviente. Por tanto, no sabiendo qué escoger, exclamó: “No sé entonces qué escogeré”. Si usted tuviera que escoger entre la ganancia obtenida al morir físicamente y el fruto de una obra viviente, ¿qué escogería? Yo preferiría la segunda opción: vivir en la carne para llevar a adelante la obra viviente de magnificar a Cristo y transmitirlo en los demás.

PABLO DESEABA ESTAR CON CRISTO

  En el versículo 23, afirma: “Porque de ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, pues esto es muchísimo mejor”. Cuando Pablo escribió estas palabras, estaba encadenado y era maltratado. Es muy lógico que en tales circunstancias anhelara estar con Cristo. Cualquier creyente que se hallara en una situación semejante, anhelaría lo mismo.

  Como dijimos, estar con Cristo es un asunto de grado, y no de lugar. No hay duda de que cuando Pablo estaba en la cárcel, también estaba con Cristo. Pero a pesar ello, su anhelo era estar con El en un grado aun mayor. El sabía que la muerte física le permitiría estar con Cristo de una manera más intensa que la que experimentaba en la tierra. Por dicha razón, deseaba partir y estar con Cristo, lo cual le era muchísimo mejor.

PREFIRIO CONTINUAR VIVIENDO POR CAUSA DEL PROGRESO Y GOZO DE LOS SANTOS

  En el versículo 24 Pablo añade: “Pero quedar en la carne es más necesario por causa de vosotros”. La frase “por causa de vosotros” significa por causa de la iglesia. La manera en que pensaba el apóstol no era nada egoísta; él tomaba en cuenta primeramente a los santos, ya que su única preocupación era el Señor y la iglesia. El estaba consciente de que las iglesias todavía necesitaban que Cristo les fuera ministrado. Así que, por el bien de los santos, él estaba dispuesto a permanecer con ellos para impartirles más de Cristo.

  Pablo era una persona llena de Cristo. Cuando hablaba, sus palabras trasmitían a Cristo; al vivir, vivía con Cristo, y al laborar, laboraba con Cristo y lo impartía a las iglesias. Por causa de la iglesia, él estaba dispuesto a quedar en la carne, con el fin de poder ministrar Cristo a todos los santos.

  Leamos ahora el versículo 25: “Y confiando en esto, sé que quedaré, y aún permaneceré con todos vosotros, para vuestro progreso y gozo de la fe”. La fe en este caso se refiere a lo que los santos creen (Jud. 1:3; 2 Ti. 4:7); el progreso se refiere al crecimiento en vida, y el gozo, al disfrute de Cristo. Pablo estaba dispuesto a vivir más tiempo por causa del progreso y gozo de la fe de los santos.

  Uno puede ser cristiano por muchos años sin experimentar progreso ni gozo, sin crecer en vida y sin disfrutar al Señor. No obstante, necesitamos crecer en vida y disfrutar a Cristo. Conozco algunos santos que, aunque han permanecido fielmente en el recobro del Señor, han experimentado poco crecimiento y disfrute de Cristo. Como resultado de ello, su progreso y su gozo son mínimos. ¿Qué podemos decir con respecto a nosotros? ¿Qué hay de nuestro progreso y nuestro gozo? ¡Cuánto necesitamos progresar y disfrutar al Señor!

  En la cárcel o fuera de ella, Pablo era un factor decisivo para el progreso y gozo de los santos. Gracias a él, las iglesias podían crecer en vida y ser llenas del disfrute de Cristo. Lo mismo debe suceder entre nosotros. Los ancianos de una iglesia local deben ser un factor determinante en el crecimiento en vida de los santos y el disfrute que ellos tengan de Cristo. Pero esto dependerá de si viven a Cristo y lo magnifican. Si los ancianos viven a Cristo, El será magnificado en ellos, y esto hará que sean un factor que ayude a los santos a crecer en vida y a disfrutar al Señor.

LOS FILIPENSES SE GLORIABAN DE PABLO EN CRISTO

  En el versículo 26 Pablo declara: “Para que abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús, con mi venida otra vez a vosotros”. Este versículo no es fácil de entender. ¿A quién se refiere la palabra “gloria”? Esta palabra en griego tiene un significado triple: jactancia, gloria y regocijo. Cuando nos jactamos, nos gloriamos, y cuando nos gloriamos, nos regocijamos. Pablo dijo: “Abunde vuestra gloria de mí en Cristo Jesús”. Lo que Pablo trata de decir es que cuando ellos se gloriaban de Pablo, debían hacerlo en Cristo. Es más fácil gloriarse de Cristo que gloriarse de alguien que está en Cristo. Pero de todos modos, ¿qué significa esto? Otra versión declara: “Vuestro regocijo pueda abundar más en Jesucristo por causa de mí”. Aunque esta traducción parece más lógica, no es precisa, pues el texto original griego no dice “por causa de mí” sino “de mí”. Pablo no dijo que los filipenses se gloriaban en Cristo por causa de él, sino que se gloriaban de él en Cristo.

  Este versículo es muy difícil de entender; sin embargo, encierra un gran secreto relacionado con nuestra experiencia de Cristo. Si hemos de experimentar a Cristo, debemos ser capaces de jactarnos, regocijarnos y gloriarnos, no sólo en Cristo, sino también de alguien que está en Cristo. Fue necesario que los santos de Filipos se gloriasen del apóstol Pablo en Cristo porque esto tiene que ver con el hecho fundamental de que, todo lo que hemos recibido de Cristo, no lo recibimos de El directamente; lo recibimos de la Cabeza, por medio de otros miembros del Cuerpo. De hecho toda bendición espiritual, la recibimos de la Cabeza y por medio de algún miembro. Sin lugar a dudas, Pablo era un miembro muy necesario en el Cuerpo. Sin él, el Cuerpo habría perdido un canal muy importante de bendición espiritual.

  Nuestro cuerpo físico ejemplifica la forma en que los miembros abastecen a todo el Cuerpo. Por ejemplo, nuestro brazo le brinda el suministro a los dedos. Sin el brazo, los dedos no podrían recibir ningún suministro de la cabeza. Pablo, un miembro importante del Cuerpo de Cristo, era un medio de suministro entre la Cabeza y nosotros. Sin él, careceríamos de un importante canal de suministro.

  Ninguno de nosotros puede jactarse, regocijarse ni gloriarse directamente en la Cabeza. Más bien, debemos gloriarnos en Cristo, del canal que nos brinda el suministro y por medio de éste. En el versículo 26, Pablo declara: “Para que abunde vuestra gloria de mí, en Cristo Jesús”. La frase “vuestra gloria de mí” conlleva también el sentido de “vuestra gloria por medio de mí”, aunque no se reduce a este sentido. Cuando Pablo estaba en la cárcel, los creyentes gentiles, como los de Filipos, se jactaban, se regocijaban y se gloriaban de él y no de los predicadores judaizantes. Esto se debía a que Pablo magnificaba a Cristo y lo vivía al máximo. De esta forma, él podía infundir a Cristo en los santos y ministrarlo a todas las iglesias. Por tanto, los santos tenían razones para gloriarse del apóstol. Si Pablo hubiera muerto antes de tiempo, la gloria que ellos tenían de él habría sido interrumpida. Pero mientras que él viviera, ellos podían gloriarse de él, en Cristo. Esta es la razón por la que Pablo declaró en los versículos 25 y 26, que tenía la confianza de que seguiría viviendo y que permanecería con los santos para el progreso y el gozo de ellos en la fe, a fin de que abundara la gloria de ellos de él en Cristo Jesús, al regresar nuevamente a ellos.

CANALES QUE TRANSMITEN EL DISFRUTE DE CRISTO

  Estos versículos revelan cuán indispensable es que en el vivir corporativo haya ciertos hermanos que sirvan de canales de suministro. Necesitamos miembros como Pablo. Cuando tales miembros mueren, sentimos que la impartición de Cristo se interrumpe. Pero mientras estos santos aún viven entre nosotros, la impartición continúa y podemos gloriarnos de ellos, en Cristo. Los hermanos que presiden en las iglesias locales deben ser tales canales de suministro.

  A la iglesia debe afectarle el hecho de que vivamos o muramos. Debe ser muy crucial para los santos el hecho de que continuemos viviendo. Sin embargo, esto dependerá de la medida en que vivamos a Cristo, lo ministremos y lo trasmitamos a los demás. Lamento decir que con algunos hermanos que llevan la delantera da casi lo mismo que vivan o mueran. Mientras que con otros, el hecho de que mueran o permanezcan con nosotros, hace una gran diferencia. Un buen ejemplo de esto es el hermano Eugene Gruhler, un hermano muy querido por nosotros. El ciertamente era un canal de suministro para el Cuerpo. Desde lo profundo de mi corazón, puedo testificar que su partida representó una pérdida para nosotros en la vida de iglesia. Nos afectaba grandemente el hecho de que este hermano permaneciera con nosotros, o que partiera para estar con el Señor. Debería pasar lo mismo con cada uno de nosotros. El hecho de que vivamos o muramos debe afectarle a la iglesia. Pero para que esto sea así, debemos vivir a Cristo, magnificarlo, ministrarlo y trasmitirlo desde lo profundo de nuestro ser a todos los santos. Si experimentamos a Cristo y lo disfrutamos de esta manera, nuestra presencia entre los santos o nuestra partida afectará grandemente a la iglesia.

  Ya vimos que es imposible gloriarse directamente en Cristo, la Cabeza. Es necesario que algunos miembros sirvan de canales para ayudar a los santos a disfrutar a Cristo y a crecer en vida. Hoy tenemos la urgente necesidad de estos canales de suministro. Aun si sólo hubiera dos o tres de estos hermanos cada país, muchos recibirían el suministro de Cristo por medio de ellos. Puesto que Pablo era tal miembro, decidió permanecer más tiempo con los santos para el progreso y el gozo de ellos en la fe, a fin de que pudieran gloriarse en él, en Cristo. Si los santos han de experimentar a Cristo, alguien debe servir de canal. En algunos países no hay manera de que los creyentes puedan experimentar a Cristo porque ni siquiera hay uno solo que realmente viva a Cristo y lo magnifique. Por tanto, hay una gran necesidad de que haya más personas como Pablo. Mientras él aún vivía, muchos podían experimentar a Cristo, progresar y gozarse en la fe.

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