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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Gálatas»
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Mensaje 30

CRUCIFICADOS AL MUNDO RELIGIOSO A FIN DE VIVIR COMO NUEVA CREACION

  Lectura bíblica: Gá. 6:11-16

  En este mensaje llegamos a la sección 6:11-16. En estos versículos el punto principal es que hemos sido crucificados al mundo religioso a fin de vivir como nueva creación.

I. LAS GRANDES LETRAS DE PABLO AL ESCRIBIR

  En 6:11 Pablo dice: “Mirad con cuán grandes letras os escribo de mi propia mano”. Es probable que existan dos razones de que Pablo mencione las “grandes letras”. La primera de ellas tal vez sea que las grandes letras indiquen la importancia de lo que Pablo estaba escribiendo. Es probable que con las grandes letras Pablo deseara impresionar a sus lectores con respecto a la importancia de esta epístola. La segunda razón de las grandes letras quizá haya sido la debilidad de los ojos de Pablo (4:13-15). La debilidad a la que Pablo se refiere en 4:13 tal vez haya estado en sus ojos. Esto pudo haber hecho que él escribiera con letras grandes. También es posible que esta debilidad haya sido el aguijón de la carne, del cual Pablo oraba que le fuera quitado (2 Co. 12:7-9).

II. EN QUE SE GLORIABAN LOS JUDAIZANTES

  En los versículos 12 y 13 vemos en qué se gloriaban los judaizantes: “Todos los que quieren quedar bien en la carne, éstos os obligan a que os circuncidéis, pero es sólo para no padecer persecución a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aún los mismos que se circuncidan guardan la ley; pero quieren que vosotros os circuncidéis, para gloriarse en vuestra carne”. La expresión griega traducida “quedar bien” en el versículo 12 quiere decir “con buena cara”, o sea, tener una buena apariencia para hacer un buen espectáculo, una buena exhibición. Aquí se usa en sentido negativo. La circuncisión, igual que la cruz, no ofrece una buena apariencia, sino una humillación. Sin embargo, los judaizantes hicieron de ella un espectáculo del cual gloriarse en la carne.

  La expresión “en la carne” quiere decir exteriormente, en la esfera de la carne, la cual está repudiada y condenada por Dios. La circuncisión de los judaizantes estaba en el ser natural y externo del hombre, y carecía de la realidad interior y del valor espiritual que están en nuestro espíritu regenerado.

  Según el versículo 13, ni aun los que obligaban a los gálatas a circuncidarse guardaban la ley. Ellos querían que los gálatas se circuncidaran para así poder gloriarse en la carne de los gálatas. Por un lado, querían hacer de su propia carne un espectáculo; por el otro, querían gloriarse en la carne de los gálatas.

III. EN QUE SE GLORIABA EL APOSTOL

A. Sólo en la cruz de Cristo

  En los versículos 14 al 16 vemos en qué se gloriaba el apóstol Pablo. “Pero lejos esté de mí gloriarme”, dice Pablo en el versículo 14, “sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. La cruz es verdaderamente una humillación, pero Pablo la convirtió en su gloria. El mundo ha sido crucificado a nosotros y nosotros al mundo. Esto no se ha llevado a cabo directamente, sido por medio de Jesucristo, Aquel que fue crucificado. La explicación que podemos ver en el capítulo 15 prueba que el mundo aquí se refiere principalmente al mundo religioso. La palabra “porque” al principio del versículo 15 indica que este versículo es una explicación del versículo anterior. Además, la circuncisión, siendo un asunto religioso, indica que el mundo mencionado en el versículo 14 debe referirse principalmente al mundo religioso.

  En el versículo 15 Pablo dice: “Porque ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”. Cuando se considera este versículo juntamente con los versículos 11 al 14, vemos que aquí Pablo se refiere principalmente al mundo religioso, no al mundo secular. Los que querían obligar a los creyentes gálatas a circuncidarse no trataban de atraerlos hacia el mundo secular; lo que querían era introducirlos en el mundo religioso a fin de hacer una exhibición en la carne y evitar persecución. Los varios asuntos que Pablo trata en estos versículos están relacionados con la religión, no con el mundo secular. Por lo tanto, a partir del contexto, vemos claramente que el mundo mencionado en el versículo 14 es el mundo religioso.

  Por un lado, el mundo religioso había sido crucificado a Pablo; por otro, él había sido crucificado al mundo religioso. Debido a la cruz de Cristo, el mundo religioso no quería tener nada que ver con Pablo, ni Pablo quería tener nada que ver con el mundo religioso. Lo mismo es verdad tocante a nosotros hoy día.

  En el versículo 15 Pablo dice que ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino una nueva creación. La vieja creación es nuestro viejo hombre en Adán (Ef. 4:22), nuestro ser natural obtenido por nacimiento, el cual carece de la vida de Dios y de la naturaleza divina. La nueva creación es el nuevo hombre en Cristo (Ef. 4:24), nuestro ser que ha sido regenerado por el Espíritu (Jn. 3:6), en el cual la vida de Dios y la naturaleza divina han sido forjadas (Jn. 3:36; 2 P. 1:4) y que tiene a Cristo como su constituyente (Col. 3:10-11). Esta nueva creación es lo que lleva a cabo el propósito eterno de Dios por medio de expresar a Dios en Su filiación.

B. Ni la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación

  La circuncisión es una ordenanza de la ley; la nueva creación es la obra maestra de la vida con la naturaleza divina. Aquella es de letras muertas; ésta es del Espíritu viviente. Por lo tanto, lo que importa, lo que vale, es la nueva creación. Este libro expone la impotencia de la ley y de la circuncisión. La ley no puede impartir vida (3:21) para regenerarnos, y la circuncisión no puede darnos energía (5:6) para que vivamos como nueva creación. Pero el Hijo de Dios, quien ha sido revelado en nosotros (1:16), puede vivificarnos y hacernos una nueva creación, y Cristo, quien vive en nosotros (2:20), puede darnos las riquezas de Su vida para que vivamos como nueva creación. La ley ha sido reemplazada por Cristo (2:19-20), y la circuncisión ha sido cumplida por la crucifixión de Cristo (6:14). Así que, ni la circuncisión vale nada ni la incircuncisión, sino una nueva creación con Cristo como su vida.

  La nueva creación de la que se habla en 6:15 es la vieja creación transformada por la vida divina, es decir, por el Dios Triuno procesado. La vieja creación era vieja porque no contenía a Dios. Los que hemos sido regenerados por el Espíritu de Dios todavía somos creación de Dios, pero ahora somos Su nueva creación. Sin embargo, esto sólo es realidad cuando andamos y vivimos por el Espíritu. Siempre que vivimos y andamos por la carne, estamos en la vieja creación, no en la nueva. Todo lo de nuestra vida diaria que no contenga a Dios pertenece a la vieja creación, pero todo aquello que contenga a Dios es parte de la nueva creación.

  La intención de Dios es que nosotros vengamos a ser una nueva creación. Esta nueva creación se compone de hijos. De un modo muy práctico, la filiación corporativa es la nueva creación de Dios. Los de la vieja creación son hijos de Adán en la caída. Pero mediante la redención y regeneración de Dios y mediante la dispensación de El mismo en nosotros, los que antes éramos hijos de Adán ahora somos hijos de Dios. En esta filiación divina somos la nueva creación.

  Si deseamos estar en la nueva creación, tenemos que entrar en una unión orgánica con el Dios Triuno. Separados de tal unión, permaneceremos en la vieja creación. Pero ahora, por medio de la unión orgánica con el Dios Triuno, estamos en la nueva creación. Aquí, en la nueva creación, ni la circuncisión ni la incircuncisión valen ni cuentan nada.

  Aparentemente Pablo escribió el libro de Gálatas para tratar con la ley. En realidad, este libro trata con la vieja creación. Aunque Pablo nos dice que somos justificados por la fe, el punto principal no es la justificación, sino la nueva creación. Cuando estábamos en la carne, teníamos mucho que ver con la ley y estábamos, por supuesto, en la vieja creación. Pero cuando estamos en el Espíritu, no estamos bajo la ley, sino en la nueva creación. Por lo tanto, lo que a Pablo le importaba en Gálatas no era solamente la doctrina tocante a la ley y a la justificación por fe, sino la revelación de que somos la nueva creación de Dios. Aquí ya no participamos en la observancia de la ley, en la circuncisión ni en las prácticas religiosas. En la nueva creación solamente una cosa es de vital importancia para nosotros: el Dios Triuno que se ha procesado para llegar a ser el Espíritu vivificante a fin de ser nuestra vida, nuestra naturaleza y nuestro todo por medio de una unión orgánica entre El y nosotros. ¡Es maravilloso que en esta unión orgánica somos una nueva creación!

  Muchos lectores de Gálatas no han visto este punto crucial. Han visto que en este libro la ley es hecha a un lado y que se recalca la justificación por fe. Pero la carga que Pablo tenía en este libro no era solamente la justificación por fe, sino revelarles a sus lectores el asunto de la filiación realizada por medio de la vida divina, es decir, por medio de que el Dios Triuno llegue a ser todo para nosotros en nuestra experiencia. Tomados corporativamente, los hijos de Dios son la nueva creación. El asunto principal de Gálatas no es la circuncisión ni la incircuncisión, la religión ni la falta de religión. El meollo es si somos o no somos la nueva creación por medio de una unión orgánica con el Dios Triuno.

  Si queremos vivir en la nueva creación, es necesario que experimentemos la cruz. Según 6:14 y 15, la cruz elimina el mundo religioso. Es de lamentar que muchos cristianos consideren que el mundo mencionado en 6:14 se trata sólo del mundo secular. Pero como ya lo hemos indicado, el contexto aclara que el mundo que se menciona en este versículo es principalmente el mundo religioso. Este modo de entender corresponde con el concepto básico de todo el libro de Gálatas. Este libro no fue escrito para tratar con el mundo secular, sino que fue escrito para tratar con la religión, con el judaísmo. En este libro Pablo trata con los religiosos, con aquellos a quienes les interesa las cosas de Dios, pero que expresan su interés de manera equivocada. Para ellos, la religión ha venido a ser un mundo. Por consiguiente, tenemos el mundo secular y el mundo religioso.

  Hoy en día millones de cristianos están más ocupados con el mundo religioso que con el mundo secular. Tomemos la navidad como ejemplo. No hay duda de que celebrar la navidad está relacionado con el mundo religioso. Si usted todavía celebra la navidad, es de dudar que viva usted en una nueva creación. La celebración de la navidad no tiene nada que ver con la nueva creación de Dios.

  Mediante la cruz somos separados del mundo religioso. Si todavía tenemos que ver con el mundo religioso, no podremos vivir como nueva creación. Es necesario que podamos decir que el mundo religioso ha sido crucificado a nosotros y que nosotros hemos sido crucificados al mundo religioso. Es necesario que podamos testificar que aun si quisiéramos volver a tal mundo, seríamos rechazados por él, porque hemos sido crucificados a él. Aunque Pablo hubiera querido regresar al judaísmo, los religiosos no lo hubieran aceptado. Por el contrario, le hubieran ordenado que se retirase, porque él estaba en otro mundo. Para el judaísmo, Pablo había sido crucificado, y el judaísmo había sido crucificado para Pablo. Entre él y el mundo religioso estaba la separación de la cruz. Esta separación nos capacita para vivir como nueva creación. Todo lo que se practica en el mundo religioso es parte de la vieja creación. Pero nosotros mediante la cruz de Cristo hemos terminado con la religión y estamos en otro mundo, en otra esfera. En esta esfera vivimos como nueva creación por medio del Espíritu, no como la vieja creación por medio de la carne.

C. Andar conforme a esta regla

  En 6:16 Pablo dice: “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea sobre ellos, o sea sobre el Israel de Dios”. Aquí Pablo se refiere a la regla de ser una nueva creación por medio de vivir por el Espíritu mediante la fe, no a la regla de guardar la ley mediante la observancia de las ordenanzas. Esta regla, la regla de la nueva creación, consiste en que el Dios Triuno procesado es nuestra vida y nuestro vivir. Por un lado, decimos que en la vida de la iglesia no tenemos regulaciones ni reglas. Aunque esto es verdad, no lo es en todo sentido, porque nosotros sí tenemos la regla mencionada en 6:16. Necesitamos andar por la regla que es el Dios Triuno procesado para ser nuestra vida y nuestro vivir. Vivir de esta manera por la nueva creación es nuestra regla.

  En 5:25 Pablo nos encarga que andemos por el Espíritu y en 6:16 nos encarga que andemos por “esta regla”. Esto indica que andar por esta regla es andar por el Espíritu. En otras palabras, la regla iguala al Espíritu. Cuando vivimos por el Espíritu, vivimos por el Dios Triuno procesado como nuestra vida y nuestro vivir. Por consiguiente, vivir por el Espíritu es vivir por esta regla.

1. Paz y misericordia

  Acerca de los que andan por esta regla, Pablo dice: “Paz y misericordia sea sobre ellos”. Pablo comienza sus epístolas con una palabra acerca de gracia y paz. Esto es verdad tocante a Gálatas (1:3). Pero al final de Gálatas, Pablo menciona la paz (v. 16) antes de la gracia (v. 18). La gracia es el Dios Triuno quien viene a ser nuestro disfrute, y la paz es el fruto o resultado de tal disfrute. Siempre que disfrutamos al Dios Triuno como gracia, tenemos paz. La paz es por ende la condición que resulta de la gracia. Sin embargo, aunque tengamos paz, todavía necesitamos más gracia. Primero recibimos gracia, y la gracia introduce la condición de paz. Luego, mientras permanecemos en esta condición de paz, necesitamos recibir más gracia. Además de la gracia, necesitamos misericordia. Por lo tanto, Pablo dice que sobre aquellos que anden por esta regla, es decir, sobre quienes anden por el Espíritu, habrá paz y misericordia.

2. El Israel de Dios

  Pablo concluye el versículo 16 con las palabras: “O sea, sobre el Israel de Dios”. La palabra griega kai que aquí se traduce “o sea” no tiene la función de unir, sino de explicar. Esto indica que el apóstol considera que los muchos creyentes en Cristo son colectivamente el Israel de Dios. El Israel de Dios es el verdadero Israel (Ro. 9:6; 2:28-29; Fil. 3:3), incluyendo a todos los creyentes en Cristo, tanto gentiles como judíos. Estos son los verdaderos hijos de Abraham (Gá. 3:7, 29), la familia de la fe (6:10).

  Quienes andan por “esta regla” son el verdadero Israel, el Israel de Dios. En cierta manera, no hay ninguna diferencia entre la nación de Israel y el mundo secular o el mundo religioso. A los ojos de Dios, la nación de Israel no es el verdadero Israel. Nosotros, los hijos de Dios, somos el verdadero Israel, porque somos la familia de Dios, Su pueblo escogido de hoy. Tal vez no seamos Israel por fuera, pero lo somos por dentro. Por eso decimos que nosotros, los creyentes en Cristo, somos el verdadero Israel. La nación de Israel, el Israel exterior, tiene poco interés en Dios. Sin embargo, nosotros tenemos un genuino interés en Dios y hablamos de El continuamente. Nosotros de verdad somos el Israel de Dios.

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