Mensaje 13
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En los mensajes anteriores hablamos del propósito eterno de Dios y de algunos puntos relacionados con la manera en que lo lleva a cabo. Dios cumple Su propósito primeramente al crear al hombre como una vasija que lo contuviera a El como vida y luego al ponerlo en un huerto delante del árbol de la vida, lo cual indica que Dios anhela que el hombre participe del fruto de ese árbol. No obstante, junto con el árbol de la vida, Gn. 2:9, 17 menciona el árbol del conocimiento del bien y del mal. Por consiguiente, debemos prestar mucha atención al significado de estos dos árboles.
Aunque Dios deseaba que el hombre comiera del árbol de la vida, no lo forzó a hacerlo. Dios tampoco puso al árbol de la vida dentro del hombre, sino que le dio libre albedrío; le dio la libertad de escoger. Cuando las madres alimentan a sus niños, parecen forzarlos a tomar el alimento. No obstante, el pequeño todavía tiene su libre albedrío, pues a menudo rechaza la comida que le ponen en la boca. La madre desea que su niño coma, pero debe reconocer que él tiene su libre albedrío.
Dios creó al hombre con la libertad de escoger. ¿Por qué hizo Dios eso? Dios es grandioso. El no es pequeño. Sólo una persona insignificante obliga a otros a aceptar su opinión. Si usted obliga a los demás a seguirlo a usted, eso demuestra que usted es una persona mezquina. Si usted es un gran hombre, nunca obligará a la gente a aceptarlo. Siempre proporcionará la posibilidad de elegir, diciendo: “Si usted me ama, me puede aceptar. Si no tiene interés en mí, bien puede olvidarme”. Ningún hombre grande u honrado se impone a otros. Del mismo modo, Dios es grande. El es tan atractivo por ser el Dios de gloria. Dios no puso al hombre exclusivamente delante de Sí, obligándolo así a escogerlo a El. Lo puso delante de dos árboles, confrontándole a elegir.
Cuando yo era un cristiano joven, eso me molestaba. Decía: “¿Por qué puso Dios al hombre en esa situación peligrosa? Si yo fuese Dios, habría quitado el árbol del conocimiento del bien y del mal. Habría dejado el árbol de la vida, habría puesto al hombre delante de él, y habría levantado una pared de protección para preservarle. ¿Por qué no hizo Dios eso? ¿Por qué puso Dios el árbol del conocimiento del bien y del mal en el huerto como tentación? Todos los problemas provienen de allí. ¿Por qué Dios no lo quitó? Si lo hubiera hecho, eso nos habría evitado muchos problemas”. Yo no era el único que tenía estos interrogantes. Muchos jóvenes me hacían la misma pregunta. No obstante, si Dios no le hubiera dado al hombre la libertad de escoger, lo habría obligado a tomar del árbol de la vida. Dios es demasiado grande para hacer eso. Dios es honesto y atractivo. El necesita el segundo árbol para poder exhibir Su grandeza y demostrar cuán atractivo es.
Según el libro de Job, Satanás, el adversario de Dios, acusó a Job delante de Dios. El parecía decir: “¿Por qué te adora Job? El te adora sólo porque lo bendices. Si le retiras todas estas bendiciones, te rechazará y blasfemará contra Ti en Tu presencia” (Job 1:9-11). En otras palabras, Satanás dijo al Señor que El sobornaba a Job para que le adorase y si no lo hacía, Job lo abandonaría. Por tanto, Satanás calumnió a Dios y a Job. Dios parecía contestarle: “Haz lo que quieras. Sólo te ordeno que preserves su vida. Te demostraré que Job no ha sido sobornado, sino que está atraído por Mí. Job me adora por su propia cuenta”.
Dios es el mismo hoy en día. El nunca obliga a nadie a aceptarlo. Cuando el Señor Jesús vino, no forzó al pueblo a seguirlo. El se presentó al pueblo, pero siempre respetó la elección de las personas. El Señor parecía decir: “Si tú me quieres, puedes aceptarme. Si no me quieres, olvídate de Mí”. Algunos de nosotros podemos tener la idea de que la misericordia del Señor nos obligó a creer en El. Estoy de acuerdo hasta cierto punto. Su misericordia nos ha conquistado, persuadiéndonos a recibirle. No obstante, puedo testificar firmemente que si usted me obliga a rechazarlo, seguiré tomándole a El. Jamás lo abandonaré. ¿Por qué ha habido tantos mártires a lo largo de los siglos? El Señor Dios se hizo a un lado, permitiendo así que Su pueblo escogiera, para que fuese revelada la verdadera condición a Su enemigo. Dios parecía decir: “Haz cuanto puedas, Satanás. Mi pueblo sigue escogiéndome a Mí”. Nuestro hermano Watchman Nee estuvo en la cárcel veinte años, desde 1952 hasta su muerte, en 1972; en ese período fue puesto a prueba y tentado. El nunca cambió de parecer porque su Señor era muy adorable y atractivo. Recibimos al Señor Jesús, no por haber sido forzados o presionados, sino por haber sido llamados por Su gloria y atraídos por Su virtud (2 P. 1:3). Todos podemos confesar que a pesar de todo lo que nos ofrezca la gente, jamás renunciaremos al Señor Jesús. Nuestro Señor es muy querido, precioso y atractivo. Hemos hecho de El nuestra única preferencia.
El mismo principio se aplicó en el huerto de Edén donde Dios puso a Adán delante de dos árboles, que denotaban dos fuentes. Dios deseaba que el hombre lo escogiera a El, el árbol de vida.
El árbol de la vida era un símbolo que representaba a Dios como la fuente correcta (cfr. Sal. 36:9; Jn. 1:4; 10:10; 11:25; 14:6; 1 Jn. 5:12; Col. 3:4). Si leemos solamente Génesis 2, no podremos entender el significado del árbol de la vida. Sin embargo, el Evangelio de Juan revela concretamente la vida representada por el árbol de la vida. En Juan 1:4 dice: “En El estaba la vida”, y Juan 15:5 nos dice que el Señor Jesús es la vid [un árbol]. Si juntamos estos dos versículos, nos daremos cuenta de que Cristo es el árbol de la vida. Jesús, la corporificación de Dios, es el árbol de la vida. Por consiguiente, el árbol de la vida mencionado en Génesis 2 es un símbolo de Dios como fuente de vida.
Aparte de esa fuente, hay otro árbol, otra fuente en el universo: la muerte. Sin embargo, ese árbol no se llama el árbol de la muerte, sino el árbol del conocimiento del bien y del mal. Tal árbol existe en este universo. Estos dos árboles se oponen el uno al otro; el árbol de la vida denota a Dios como la fuente de la vida, y el árbol del conocimiento representa a Satanás como la fuente de la muerte. Así como Dios es la fuente de la vida, Satanás es la fuente de la muerte. Por consiguiente, en Génesis 2 descubrimos dos fuentes representadas por dos árboles.
En este estudio-vida, hemos destacado en varias ocasiones que casi todo lo que consta en Génesis 1 y 2 es una semilla de la revelación divina. Los dos árboles son tales semillas. Junto con las demás semillas sembradas en Génesis 1 y 2, estas semillas crecen en los siguientes libros de la Biblia y son segadas como cosecha en el libro de Apocalipsis. En Apocalipsis 20:10, 14 vimos que la muerte es echada al lago de fuego. En Apocalipsis 22:2, vemos que la vida mora en la Nueva Jerusalén. Al principio de la Biblia, encontramos la vida y la muerte, y al final de la Biblia vemos nuevamente la muerte y la vida. Entre los dos extremos de la Biblia, podemos ver dos líneas: la de la muerte y la de la vida. Ambas líneas empiezan en el libro de Génesis y terminan en el libro de Apocalipsis. La muerte empieza con el árbol del conocimiento del bien y del mal y termina en el lago de fuego. La vida empieza con el árbol de la vida y termina en la Nueva Jerusalén. Antes de ser salvos, estábamos en la línea de la muerte. Después de ser salvos, fuimos puestos en la línea de la vida.
La primera de estas dos elecciones fue el árbol de la vida, que denotaba a Dios mismo como vida. El contenido del árbol de la vida es la vida; es vida sencilla, pura y absoluta. La naturaleza de este árbol y el resultado de ese árbol también son vida. La vida es el contenido, la naturaleza y el resultado. Todo es vida.
El árbol de la vida representa el principio de la dependencia. Quizás muchos de ustedes no entiendan claramente el principio de la dependencia. Permítanme usar el ejemplo de lo que sucede cuando una persona se gradúa. Prácticamente todos los que leen este mensaje se han graduado en alguna escuela, ya sea la primaria, la secundaria o la universidad. Aunque podemos graduarnos en estas escuelas, jamás podremos graduarnos en un restaurante. Podemos graduarnos en los estudios, pero nunca en la comida. Además, tampoco podemos graduarnos en beber agua o en respirar. Les animo a que estudien mucho y se gradúen en sus estudios tan pronto como puedan. Sin embargo, jamás los alentaría a graduarse y dejar ya de respirar, pues si lo hacen morirán. ¿Qué significa esto? Significa que el conocimiento nos hace personas independientes y que la vida exige dependencia. Obtener ciertos conocimientos nos permite graduarnos y actuar independientemente. Por ejemplo, quizás yo no sepa cocinar. Después de estudiar culinaria bajo la supervisión de un experto, con el tiempo obtendré el conocimiento, llegaré a ser independiente y capaz de cocinar sin la ayuda de mi instructor. No obstante, en lo que atañe a la vida, jamás podemos ser independientes. Constantemente dependemos de la vida. He respirado desde el día en que nací, y sigo respirando veinticuatro horas al día. Nunca “me he graduado” en la respiración. Nunca podría ser independiente de la respiración y seguir viviendo. No podría llegar a decir: “Ya he practicado bastante la respiración. Ahora soy un experto. Les puedo enseñar a ustedes cómo respirar, pero yo ya no necesito hacerlo”. Por muy mayores que seamos, seguiremos dependiendo siempre de la respiración porque la respiración es un asunto relacionado con la vida.
Cuando Dios llamó a Abraham a salir de Ur de los caldeos, no le dio un mapa. Dios no le dijo: “Abraham, aquí tienes un mapa para tu viaje. Quiero que salgas de Ur en Caldea y te llevaré a la buena tierra. Este mapa es muy detallado. Si sigues la ruta correctamente, llegarás a tu destino”. Dios simplemente le dijo que saliera de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre. Dios no le dijo a Abraham adónde debía ir. ¿Por qué actuó Dios de esta manera? Dios lo condujo de esta manera porque, antes de llamar a Abraham, el linaje humano se había apartado de Dios. El hombre había rechazado la presencia de Dios y vivía en total conformidad con el conocimiento, y no conforme a Dios como vida. Así que Dios intervino y llamó a Abraham a salir de esa situación y a volver a El. No le dio un mapa ni indicaciones, porque Su intención era que Abraham viviera y prosiguiera continuamente en Su presencia. La presencia de Dios era el mapa. La presencia de Dios era la guía, las instrucciones. Si Abraham le hubiera preguntado a Dios: “Señor, dime adónde debo ir mañana”, El habría contestado: “Hijo, duerme bien y quédate en paz. No te preocupes. Mañana Yo seré tu guía. Seré tu mapa viviente”.
A ningún conductor le gusta ir con otro que esté diciéndole por dónde ir. Pero si usted es el conductor del automóvil celestial, necesita un copiloto. Si tiene al Dios vivo como copiloto, no necesitará un mapa. El será su mapa viviente y su guía viviente. En realidad, usted dejará de ser el conductor y lo dejará conducir a El. Usted puede sentarse cerca de El y disfrutar Su conducción, diciendo: “¿Por qué debo esforzarme y dar vueltas? Señor Jesús, obra Tú. Señor, conduce Tú en mi lugar. Déjame simplemente disfrutar Tu conducción”. Esto es lo que significa depender de la vida.
Por el contrario, supongamos que aprendo todas las doctrinas, conozco todos los libros de la Biblia y preparo centenares de mensajes que me servirán para ministrar durante toda la vida. Si fuese una persona así, sólo podría darles el árbol del conocimiento. El conocimiento no requiere nuestra dependencia. Cuando ustedes adquieren conocimiento y lo almacenan en su memoria o en sus cuadernos, pueden apartarse de la presencia del Señor y seguir laborando para El. Cuando tienen conocimiento, no necesitan depender del Señor Jesús. El Señor podría estar en el tercer cielo y ustedes en una región lejana de la tierra; pero ustedes seguirían dirigiendo su ministerio.
La vida actúa de una manera totalmente opuesta a esto. A menudo sentía la carga de hablar en una próxima reunión. Por ejemplo, una vez oré toda una tarde y una noche, diciendo: “Señor, dame una palabra. Oh Señor, ¿cuál es Tu carga?” Aunque sentía una carga, no tenía una guía clara en cuanto al contenido de la carga. Tenía que hablar aquella noche. Cuando entré en el salón de reuniones, no tenía nada que decir. Mientras la congregación cantaba y oraba, sentía una carga, pero todavía no tenía palabras. Seguí orando: “Señor, ¿cuál es Tu carga? ¿Cuál es Tu mensaje? Oh Señor, ¿qué me quieres decir?” Aunque ya era tiempo de dar el mensaje, todavía no sabía lo que debía decir. Subí a la plataforma y dije: “Abramos la Biblia...” En aquel momento todavía no sabía cuál libro debía abrir. Entonces dije: “...y leamos el libro de Génesis”, aunque no sabía cuál capítulo. Entonces dije: “capítulo tres”, pero no sabía cuál versículo. Fue entonces cuando entendí que debía empezar el mensaje con Génesis 3:15, donde leemos que la simiente de la mujer aplastaría la cabeza de la serpiente. Brotó un mensaje de vida. Desde el principio hasta el fin tuve que depender del Señor. No tenía ningún conocimiento. Lo único que podía hacer era depender del Señor viviente. Este es el principio del árbol de la vida.
Podemos aplicar este principio a la enseñanza acerca del matrimonio dada en Efesios 5. Las esposas cristianas conocen el versículo de Efesios 5 que las exhorta a someterse a sus maridos. Los esposos cristianos conocen el versículo que los exhorta a amar a sus esposas. Sin embargo, las esposas y los esposos fallan y no cumplen los requisitos de estos versículos, porque toman a Efesios 5 como el árbol del conocimiento, y no como el árbol de la vida. Maridos y mujeres, no deben vivir conforme al árbol del conocimiento. Deben vivir por el árbol de la vida. Ustedes las esposas deberían decir: “Señor, no sé cómo someterme a mi marido. Señor, aun cuando supiera, no podría hacerlo. Me olvidaría de eso. Señor, no usaré mis esfuerzos ni mi energía para cumplir este requisito. Señor Jesús, me quedo simplemente en Tu presencia. Quiero permanecer en Ti y disfrutarte las veinticuatro horas del día”. Si usted hace eso, instantáneamente desde su ser interior brotará la sumisión. Será el rebosamiento del deleite que tiene de Cristo como su vida interior. Esto es depender del árbol de la vida.
¿En qué consiste el principio del árbol de la vida? Su principio es la dependencia. Todos debemos ser dependientes. No siga el camino del conocimiento, pues el resultado sería la muerte.
La segunda opción era el árbol del conocimiento (Gn. 2:17), que estaba en oposición al árbol de la vida. Observe que a este árbol se le llamó el árbol del conocimiento del bien y del mal, y no simplemente el conocimiento del mal. Tanto el conocimiento del bien como el conocimiento del mal vienen del mismo árbol. No importa que el conocimiento sea del bien o del mal. Mientras sea conocimiento, no pertenece al árbol de la vida; pertenece al árbol del conocimiento.
Aunque el árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, no lo representa directamente. Primero representa todo lo que esté fuera de Dios y luego representa a Satanás indirectamente, porque Satanás está escondido detrás de las cosas que están fuera de Dios. A Satanás le gusta esconderse. Por tanto, el árbol del conocimiento lo representa indirectamente.
Satanás no es tan franco como Dios. Dios es muy franco y siempre da la cara. En cambio, Satanás es astuto, y procura mantenerse siempre oculto. Si Satanás desea perturbarle, no lo hará abierta y francamente. Lo hará con astucia, y actuará por medio de su esposa o mediante el mundo, como por ejemplo por medio de una tienda. A veces Satanás hasta usa la Biblia, obrando a través de la letra de las Escrituras para perseguirlo a uno. Recuerde cómo los judíos religiosos, o sea, los fariseos y los escribas, usaron la Biblia para condenar a muerte al Señor Jesús (Jn. 19:7). El árbol del conocimiento no representa directamente a Satanás debido a que él es astuto. Representa todo lo que está fuera de Dios, incluyendo las cosas buenas, lo bíblico y lo religioso. Satanás puede usar cualquier cosa, buena o mala, mientras no sea Dios mismo.
Las cosas ajenas a Dios caen en tres categorías: el conocimiento, el bien y el mal. Supongamos que usted tiene la intención de hacer cierta buena acción. Sin embargo, en lo profundo de su espíritu tiene la sensación de que no la debe tocar ni hacer. No está seguro de este sentir interior que le prohíbe hacerlo y va a uno de los ancianos, diciendo: “Hermano, mire esta buena acción que tengo en mente y que pienso hacer. Es muy buena. ¿Por qué no tengo paz para hacerla?” Es posible que el anciano diga: “No importa si usted siente paz o no. Usted deber hacerla porque es una buena obra”. Si el anciano le da esa respuesta, ciertamente será un anciano de conocimiento, alguien que no conoce el principio de la vida. Todo anciano verdadero debería decir: “Hermano, nunca debemos seguir el árbol del conocimiento del bien y del mal. El principio que nos rige no es el bien ni el mal, lo correcto ni lo incorrecto. Es la vida”. No usen el principio del bien y del mal; más bien cooperen con el principio de la vida. Si usted no tiene paz interior, eso significa que el Espíritu de vida no está de acuerdo con lo que intenta hacer. Usted debe cooperar con El. Si lo hace, recibirá vida. ¿No ha tenido usted esa clase de experiencia repetidas veces? Cada vez que usted actuó conforme al bien, recibió muerte; experimentó la muerte. No obstante, cuando actuó conforme a la vida interior, recibió más vida.
El árbol del conocimiento representa primeramente todo lo que usa Satanás, sea bueno o sea malo. No representa a Satanás directamente, porque a él le gusta mantenerse oculto. Cuando Satanás entró en el hombre, no lo hizo de manera franca. Entró en forma de serpiente. Al principio de la Biblia, la serpiente era muy astuta y aparentemente muy atractiva (Gn. 3:1), muy diferente a las horribles serpientes que están bajo la maldición de Dios. Mientras Eva conversaba con la serpiente, no se percató de que Satanás estaba en la serpiente. En eso consiste el principio de la apariencia de Satanás: él nunca se muestra tal como es, sino que se presenta sutilmente.
Encontramos otro ejemplo de la apariencia engañosa de Satanás en el caso de Pedro en los evangelios. Pedro era un discípulo honrado y fiel, y amaba mucho al Señor. Cuando el Señor habló de que sería crucificado, Pedro dijo: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!” (Mt. 16:21-23). El Señor Jesús se volvió, y le dijo a Pedro: “¡Quítate de delante de Mí, Satanás!” Aparentemente Pedro era el que hablaba; en realidad, lo hacía Satanás en Pedro. Satanás estaba también en Judas cuando éste traicionó al Señor Jesús. Judas estaba lleno de Satanás y fue llamado “diablo” (Jn. 13:2, 27; 6:70).
Con todos estos ejemplos, podemos ver que Satanás nunca actúa de frente. Es siempre astuto y usa a los demás para cubrirse. Usted dirá: “Esto no proviene de Satanás, sino de mi esposa; o esto proviene de mi querido esposo”. Sin embargo, la mujer y el marido fueron usados por Satanás. Por consiguiente, debemos tener cuidado.
Todo lo que contiene el árbol del conocimiento está fuera de Dios. Inclusive la letra de la Biblia, inspirada por Dios, y de la ley, dada por Dios, pueden ser usadas por Satanás como parte del árbol del conocimiento. Aun la experiencia de Cristo que usted ha tenido hoy puede convertirse en el árbol del conocimiento mañana. Ya he presentado la experiencia de dar un mensaje sobre Génesis 3:15 en completa dependencia del Señor. Aquel mensaje estaba lleno de vida. No obstante, supongamos que me invitan a hablar en otra ciudad, y que razone así: “Di un buen mensaje sobre Génesis 3:15. Creo que volveré a dar el mismo mensaje”. Si hago tal cosa, ese mensaje se convertirá en el árbol del conocimiento. Hace dos meses ese mensaje era el árbol de la vida; si lo repito ahora en forma de conocimiento, llegará a ser el árbol del conocimiento. Usted puede tener una experiencia similar después de hacer una oración viviente al Señor. Tal vez una noche usted haga una oración viviente dependiendo del Señor. Esa oración fue excelente y viviente, pero decide repetirla, palabra por palabra, en la siguiente reunión de oración. Se llevará una sorpresa: la oración que antes procedía del árbol de la vida llega a ser el árbol del conocimiento. Por lo tanto, aún una oración llena de vida puede convertirse en el árbol del conocimiento.
Tomemos un ejemplo de nuestra vida familiar. A menudo los padres instruyen a sus hijos, diciendo: “¿No ves que Juan es tan bueno? ¿Por qué no actúas así?” Si el comportamiento de Juan proviene de su dependencia al Señor, proviene del árbol de la vida. Si otro niño imita a Juan, su imitación no pasa de ser el árbol del conocimiento. Debemos aplicar eso a nosotros mismos. Si actuamos de cierta manera conforme a la vida y luego repetimos esa acción según el conocimiento derivado de nuestra primera experiencia, esa repetición se convierte en el árbol del conocimiento.
Hasta la Biblia puede ser dos árboles para nosotros. Si usted depende del Señor y ejercita su espíritu mientras toca la Palabra, la Biblia le será el árbol de la vida. Pero si ejercita su mente e investiga la Biblia como un libro literal, ésta vendrá a ser para usted el árbol del conocimiento. Podemos hacer de la letra de la Biblia el árbol del conocimiento. El Señor Jesús dijo a los judíos: “Escudriñáis las escrituras ... pero no queréis venir a Mí para que tengáis vida” (Jn. 5:39-40). Escudriñar simplemente las Escrituras equivale a acudir al árbol del conocimiento; tocar al Señor por medio de la Palabra es acudir al árbol de la vida. No convierta la Biblia en el árbol del conocimiento. Consérvela siempre como el árbol de la vida. El factor determinante es éste: ¿depende usted del Señor cuando lee la Biblia? Si no depende de El, todo lo que puede obtener es el árbol del conocimiento. Si usted depende de El, todo lo que reciba será el árbol de la vida. No se imagine jamás que los dos árboles mencionados en Génesis 2 forman parte de una historia pasada. Génesis 2 no es un relato anticuado, sino una revelación viviente, actual y divina de dos principios.
La naturaleza y el resultado del árbol de la vida son vida porque proceden de un árbol de vida. Sin embargo, la naturaleza y el resultado del árbol del conocimiento del bien y del mal son muerte porque el conocimiento, el bien y el mal pertenecen a la muerte y traen consigo muerte. Todo lo que no sea vida pertenece a la muerte y da por resultado la muerte. En realidad, el árbol del conocimiento del bien y del mal es el árbol de la muerte; sin embargo, no es llamado el árbol de la muerte, sino el árbol del conocimiento del bien y del mal. La muerte no está solamente detrás del mal, sino también detrás del conocimiento y detrás del bien. El título del árbol del conocimiento del bien y del mal es sutilmente engañoso porque a Satanás siempre le gusta mantenerse oculto. Satanás tiene el imperio de la muerte (He. 2:14). El árbol del conocimiento del bien y del mal representa a Satanás, puesto que en realidad es el árbol de la muerte.