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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Gálatas»
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Mensaje 12

CRISTO CRUCIFICADO

  Lectura bíblica: Gá. 3:1, 3:13; 1:4; 19, 2:20, 2:21; 5:24; 6:14-15

  En el mensaje anterior consideramos la gracia de Dios. En este mensaje hablaremos de Cristo crucificado. El Cristo crucificado tiene mucho que ver con nuestro disfrute de la gracia de Dios. El disfrute de la gracia de Dios depende totalmente de la crucifixión de Cristo.

  En 3:1 Pablo dice: “¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente como crucificado?”. La crucifixión de Cristo indica que los requisitos de la ley han sido cumplidos por la muerte de Cristo, y que Cristo por Su muerte ha liberado Su vida para que ésta sea impartida en nosotros en Su resurrección para liberarnos de la esclavitud de la ley. Esto fue claramente presentado ante los ojos de los gálatas en la palabra del evangelio. ¿Cómo pudieron ellos descuidar esto y ser fascinados, siendo arrastrados de regreso a la ley? ¡Qué insensatos!

  Ante los ojos de los gálatas, Cristo había sido claramente presentado como crucificado. Pablo se preguntaba cómo los gálatas pudieron olvidar una presentación como esa. Quienes se regresan a la ley no tienen nada que ver con este Cristo crucificado. Si Dios quisiera que guardásemos la ley y si nosotros pudiéramos guardarla, no habría habido necesidad de que Cristo hubiera sido crucificado. Por esta razón, Pablo declara en 2:21: “Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. Gálatas 3:1 es la continuación directa de 2:21. Cristo indudablemente no fue crucificado sin causa. Por el contrario, El fue crucificado por una causa muy grande. De hecho, la cruz es el centro del operar de Dios en Su economía, tal como Cristo mismo es el centro de la economía de Dios. En el asunto de llevar a cabo la economía de Dios, la cruz es el centro. Sin Cristo, la economía de Dios no tiene centro, y sin la cruz de Cristo, el operar de la economía de Dios no tiene centro. Por consiguiente, el llevar a cabo de la economía de Dios depende totalmente de la cruz de Cristo. La cruz es el centro del operar de Dios en el universo para llevar a cabo Su economía.

  Esta es la razón por la cual en un libro tan breve Pablo muchas veces hace referencia a la cruz. Constantemente nos hace acordarnos de la cruz. En 2:21 Pablo señala que Cristo no fue crucificado sólo por nada. Después, en 3:1 él sigue adelante y les recuerda a los gálatas que la crucifixión de Cristo había sido claramente presentada ante los ojos de ellos. Cuando Pablo fue a Galacia, él predicaba un Cristo crucificado. A fin de ser justos, necesitamos un Cristo así. Si pudiéramos tener justicia por medio de guardar la ley, entonces no necesitaríamos un Cristo crucificado. Si este hubiera sido el caso, no habría habido razón de que Cristo muriese.

  En 3:1 Pablo hizo que los gálatas consideraran de nuevo la cruz. El quería que ellos tuviesen una vista cabal del Cristo crucificado. En este mensaje tengo la carga de que también nosotros tengamos tal visión del Cristo crucificado. Por lo tanto, consideremos los versículos de Gálatas que hacen referencia a la cruz o a la muerte de Cristo en la cruz, y veamos todos los puntos importantes de estos versículos.

I. PARA DARSE A SI MISMO POR NUESTROS PECADOS PARA RESCATARNOS DEL PRESENTE SIGLO MALIGNO

  En 1:4 Pablo dice que Cristo “se dio a Sí mismo por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo maligno, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre”. Aquí vemos que en Su crucifixión, Cristo se dio a Sí mismo por nuestros pecados. ¡Qué insensatos eran los gálatas, y qué necios y rebeldes eran los judaizantes! Al volverse a la ley, no tenían manera de tratar con sus pecados. En este libro Pablo parece estar diciendo: “Ustedes han cometido muchos pecados. ¿Qué van a hacer con ellos? Aparte de la muerte de Cristo en la cruz, no hay manera de que ustedes sean redimidos de sus pecados”.

  Aunque Cristo fue crucificado por nuestros pecados, la meta de Su crucifixión era “rescatarnos del presente siglo maligno”. Los pecados son demoníacos y este siglo es satánico. Ya hemos señalado que el presente siglo es una sección del cosmos de Satanás, su sistema mundano. Como diablo, el enemigo de Dios tiene que ver con los pecados; y como Satanás, tiene que ver con el siglo maligno. Aunque los gálatas y los judaizantes hubieran tenido éxito en guardar la ley, ¿cómo habrían tratado con el diablo, Satanás? ¿Puede usted vencer a Satanás? El es insidioso y está al acecho detrás de los pecados y del siglo maligno. Separados de la crucifixión de Cristo no tenemos manera de tratar con los pecados, detrás de los cuales se esconde el diablo, ni tenemos manera de tratar con el siglo maligno, detrás del cual se esconde Satanás. Cristo fue crucificado por nuestros pecados para rescatarnos del presente siglo maligno. Esto indica que sólo Cristo puede salvarnos del diablo y de Satanás. Tanto los pecados como el siglo maligno han sido tratados por el Cristo crucificado. El se dio a Sí mismo por nosotros en la cruz conforme a la voluntad de Dios.

II. PARA DARSE A SI MISMO POR NOSOTROS A FIN DE PODER IMPARTIRNOS SU VIDA Y VIVIR EN NOSOTROS EN RESURRECCION PARA LIBERARNOS DE LA ESCLAVITUD DE LA LEY

  Cristo fue crucificado para darse a Sí mismo por nosotros a fin de poder impartirnos Su vida. Esto es totalmente positivo, mientras que tratar con nuestros pecados y rescatarnos del siglo maligno son asuntos negativos. Por el lado positivo, el Cristo crucificado nos imparte la vida divina a fin de poder vivir en nosotros en resurrección para liberarnos de la esclavitud de la ley (2:20). Por Su muerte en la cruz, Cristo liberó Su vida divina y nos impartió la vida divina. Esto le permite a El vivir en nosotros en resurrección.

  Si Cristo no hubiera sido crucificado, no le habría sido posible entrar en nosotros. Un Cristo “crudo”, un Cristo no procesado, no puede vivir en nosotros. Antes de que Cristo pudiera entrar en nosotros y vivir en nosotros, El tenía que tratar con nuestros pecados y con nuestra naturaleza caída. El viejo “yo”, el “yo” sin Dios, tenía que ser tratado. Para tratar con el pecado y con nuestra naturaleza caída, Cristo tenía que ser crucificado. El hecho de haber tratado con estos asuntos negativos abrió el camino para que Cristo se imparta en nosotros como nuestra vida para así vivir en nosotros. Por consiguiente, el hecho de que Cristo viva en nosotros se basa en Su muerte en la cruz.

  Además, el Cristo que vive en nosotros es un Cristo en resurrección. Si Cristo no hubiera sido crucificado, ¿cómo habría podido El haber sido resucitado? Por supuesto, esto hubiera sido imposible. Y si Cristo no estuviera en resurrección, El no podría vivir en nosotros. El único Cristo que puede morar en nosotros es un Cristo resucitado, un Cristo procesado, un Cristo que ha pasado por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y la resurrección. El proceso por el cual Cristo ha pasado le provee la base y la manera de entrar en nosotros y de vivir en nosotros en Su vida de resurrección. Un Cristo “crudo” jamás podría ser vida para nosotros. El Cristo que es nuestra vida y que vive en nosotros es el Cristo procesado. Por medio de Su crucifixión El trató con nuestros pecados y con nuestra naturaleza caída. Ahora, con base en la obra realizada en Su crucifixión, El vive en nosotros en resurrección. Esto indica claramente que la cruz es el centro del operar de Dios para llevar a cabo Su economía.

III. PARA REDIMIRNOS DE LA MALDICION DE LA LEY

  Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: ‘Maldito todo el que es colgado en un madero’)”. Cristo como nuestro substituto en la cruz no solamente llevó la maldición por nosotros, sino que también fue hecho maldición por nosotros. La maldición de la ley fue resultado del pecado del hombre (Gn. 3:17). Cuando Cristo quitó nuestro pecado en la cruz, El nos redimió de la maldición.

  Sin duda alguna los gálatas eran insensatos al regresar a la ley. ¿Qué pensarían ellos hacer respecto a la maldición de la ley? Como descendientes de Adán ellos estaban bajo la maldición como todos los demás. Si leemos Romanos 5, vemos que Adán nos puso bajo la maldición. Pero la maldición no fue del todo oficial hasta que la ley fue dada. Sin embargo, ahora la ley declara que todos los descendientes caídos de Adán están bajo la maldición. En Gálatas 3:13 Pablo parece decirles a los gálatas: “La ley no es buena para ustedes, porque ha hecho que la maldición sea oficial. La maldición introducida por la caída de Adán ha sido hecha oficial por la ley. Son ustedes muy insensatos al regresar a la ley. La ley los condena y hace que la maldición sea oficial. Sin embargo, por medio de Su crucifixión, Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley. En la cruz, El hasta fue hecho maldición por nosotros”.

  El pecado, el siglo maligno y la maldición eran problemas serios. Sin la cruz de Cristo, ¿cómo podría Dios tratar con estos problemas y llevar a cabo Su economía? Sin duda alguna necesitamos a este Cristo crucificado. Necesitamos al Cristo que ha muerto en la cruz para resolver todos estos problemas.

IV. PARA CUMPLIR LOS REQUISITOS DE LA LEY A FIN DE QUE EN EL TENGAMOS JUSTICIA

  Gálatas 2:21 dice: “No hago nula la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo”. Este versículo indica que Cristo murió para cumplir los requisitos de la ley a fin de que en El tengamos justicia. En Adán no tenemos justicia; más bien, tenemos una naturaleza pecaminosa. Pero Cristo fue crucificado en la cruz para cumplir todos los requisitos de la justa y santa ley de Dios. Ahora nosotros podemos tener justicia en Cristo.

  Algunos cristianos sólo han visto que Cristo murió por nuestros pecados. No han visto que El también murió para ser nuestra justicia. Que El haya muerto por nuestros pecados está relacionado con la redención, mientras que El haya muerto para ser nuestra justicia está relacionado con la justificación. La redención es por el lado negativo, pero la justificación es por el lado positivo. La cruz de Cristo es tanto para la redención como para la justificación. Por medio de Su muerte hemos sido redimidos de nuestros pecados, y por medio de Su muerte también hemos obtenido justicia en El.

V. PARA HACERNOS MORIR A LA LEY A FIN DE QUE VIVAMOS PARA DIOS

  En 2:19 Pablo dice: “Porque yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios”. Aparte de la crucifixión de Cristo, no tenemos manera de morir a la ley. Cristo fue crucificado para hacernos morir a la ley. Aunque por nosotros mismos pudiéramos morir a la ley, esa clase de muerte no contaría a los ojos Dios. La única muerte que cuenta a los ojos de Dios es la muerte de Cristo. La muerte en Adán es horrible, pero la muerte de Cristo es maravillosa y hasta digna de amarse, porque ella realiza muchísimo por nosotros. Por la muerte de Cristo hemos muerto a la ley a fin de que vivamos para Dios.

VI. PARA CRUCIFICARNOS CON EL A FIN DE QUE PODAMOS CRUCIFICAR NUESTRA CARNE

  Por la crucifixión de Cristo hemos sido crucificados con Cristo. Esto nos capacita para crucificar nuestra carne con sus pasiones y deseos (5:24). En otras palabras, hemos sido crucificados con Cristo a fin de que podamos crucificar nuestra carne.

  Todos tenemos problemas por causa del viejo hombre, el yo, y la carne. Romanos 6:6 dice que nuestro viejo hombre, no nuestra carne, ha sido crucificado con Cristo. Gálatas 5:24 dice que los que son de Cristo han crucificado la carne. Este versículo no dice que los que pertenecen a Cristo han crucificado su viejo hombre. Sin embargo, ningún versículo nos dice que el ego haya sido crucificado con Cristo. El “yo” mencionado en 2:20 no se refiere al ego; denota al viejo hombre, la persona sin Dios. Por consiguiente, nuestro viejo hombre, no nuestro ego, ha sido crucificado con Cristo. Además, conforme a 5:24, es nuestra carne la que debe ser crucificada. Cristo ha crucificado al viejo hombre, pero los que pertenecemos a Cristo debemos crucificar la carne. Que nosotros crucifiquemos la carne con sus pasiones y deseos se basa en el hecho de que nuestro viejo hombre ha sido crucificado con Cristo. ¿Podríamos crucificar nuestra carne si Cristo no hubiese sido crucificado? ¡Por supuesto que no!

  Debemos tener un entendimiento claro tocante al viejo hombre, al ego y a la carne. No necesitamos tratar con el viejo hombre, puesto que el viejo hombre ya ha sido crucificado con Cristo. Sin embargo, día a día necesitamos crucificar nuestra carne. Los problemas de nuestra vida diaria no provienen del viejo hombre, sino de la carne con sus pasiones y deseos. Por lo tanto, con base en el hecho de que nuestro viejo hombre ya ha sido tratado por la muerte de Cristo, nosotros debemos avanzar a crucificar nuestra carne en una manera práctica.

  Es un asunto crucial ver la diferencia entre Romanos 6:6 y Gálatas 5:24. En Gálatas 5:24 Pablo no dice que los que son de Cristo han crucificado el viejo hombre. Dice que han crucificado la carne. Además, necesitamos ver que nadie puede crucificarse a sí mismo. No es posible suicidarse mediante la crucifixión. Por esta razón, no es posible que crucifiquemos nuestro viejo hombre, nuestro viejo “yo”. Aunque no podemos crucificar al viejo hombre, podemos crucificar la carne. Esto no es suicidio. La crucifixión del viejo hombre tenía que ser realizada por algún otro, pero la crucifixión de la carne tiene que ser llevada a cabo por nosotros.

  ¿Cómo, pues, hemos de tratar con el ego? Debemos negar el ego por medio de llevar la cruz. El ego ya está en la cruz. Dejémoslo allí y no le permitamos bajar. Hacer que el ego permanezca en la cruz es llevar la cruz.

  Ahora podemos ver que si Cristo no hubiese sido crucificado, no tendríamos base o fundamento alguno para la crucifixión de nuestra carne. Además, si Cristo no hubiese sido crucificado, no tendríamos lugar donde dejar el ego. Pero puesto que Cristo ha muerto en la cruz, nosotros podemos crucificar nuestra carne, con base en el hecho de que el viejo hombre ha sido crucificado. Además, tenemos un lugar donde dejar el ego. Siempre que el ego se levante, debemos decir: “Miserable ego, vuelve a la cruz y quédate ahí. No te permito que bajes de la cruz y me hagas proposiciones. Tu lugar es la cruz”. Esta es la manera apropiada de negar el ego.

  La cruz de Cristo es la base para la crucifixión de la carne y para la negación del ego. Por medio de la vida de resurrección de Cristo podemos crucificar la carne y mantener al ego en la cruz. Cuando Cristo fue crucificado, nosotros también fuimos crucificados. Ahora en Su vida de resurrección El vive en nosotros y nosotros vivimos en El. Con Su crucifixión como fundamento, ahora nosotros podemos, en la vida de resurrección de Cristo, crucificar la carne y negar el ego.

VII. PARA QUE EL MUNDO SEA CRUCIFICADO A NOSOTROS Y NOSOTROS AL MUNDO

  Por último, Cristo fue crucificado para que el mundo sea crucificado a nosotros y nosotros al mundo. Esto especialmente se refiere al mundo religioso. En 6:14 Pablo declara: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo”. El siguiente versículo indica que el mundo mencionado en el versículo 14 se refiere principalmente al mundo religioso. Este mundo religioso es el siglo maligno del cual hemos sido liberados por la cruz de Cristo.

  Volverse a la ley es alejarse de Cristo y de la cruz. Hacer esto es anular la gracia de Dios. Es de vital importancia que veamos lo que la cruz de Cristo ha realizado por nosotros. Por medio de la cruz, Cristo nos redimió de nuestros pecados, nos rescató del presente siglo maligno y nos redimió de la maldición de la ley. Mediante la cruz, Cristo ha cumplido los requisitos de la ley para que seamos justos, y nos ha capacitado para morir a la ley a fin de que vivamos para Dios. Por la crucifixión de Cristo ahora tenemos la base para crucificar la carne y la manera de ser separados del mundo.

  Conforme consideramos todos estos asuntos, vemos que ninguno de ellos podría haber sido cumplido por medio de guardar la ley. Debido a que los gálatas persistían en guardar la ley, Pablo los consideraba insensatos y les dijo que habían sido fascinados. En esta epístola Pablo los estaba haciendo volver a la cruz y los estaba animando a que contemplaran al Cristo crucificado. Si tenemos una visión clara del Cristo crucificado, nunca volveremos a la ley. Por el contrario, pondremos la ley debajo de nuestros pies y permaneceremos con Cristo, quien ha sido crucificado por nosotros. Este Cristo es el centro de la economía de Dios, y la cruz de Cristo es el centro del operar de Dios para llevar a cabo Su economía. Hoy en día no necesitamos la ley. Lo que necesitamos es Cristo y la cruz.

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