Mensaje 2
Lectura bíblica: Gá. 1:6-12
En este mensaje llegamos a la sección 1:6-12. El punto principal revelado en estos versículos es el evangelio predicado por el apóstol Pablo.
Muchos cristianos piensan que el evangelio tiene un solo aspecto. Según este concepto, el mensaje del evangelio consiste en que nosotros somos pecadores y en que Jesucristo, el Hijo de Dios, se encarnó y murió en la cruz por nuestros pecados para que nosotros fuéramos perdonados y salvos. Aunque este concepto no es erróneo, de ningún modo incluye todos los aspectos del evangelio encontrados en el Nuevo Testamento. En Mateo, Marcos, Lucas y Juan tenemos diferentes aspectos del evangelio. En el libro de Hechos no vemos ningún aspecto en particular. En lugar de eso, hay versículos que se refieren a los aspectos del evangelio presentados en Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Sin embargo, en todas las epístolas escritas por Pablo, de Romanos a Hebreos, vemos un aspecto particular del evangelio. Podemos llamar a estas epístolas el evangelio según Pablo, o el quinto evangelio.
Consideremos ahora los varios aspectos de los cinco evangelios del Nuevo Testamento. Mateo revela que Cristo, el Hijo de David, vino como Rey para establecer en la tierra el reino de los cielos. De ahí que en Mateo se use el término “el evangelio del reino”. Por tanto, el aspecto del evangelio que se enfatiza en Mateo es el aspecto del reino. La meta de este aspecto del evangelio es introducir a la gente en el reino.
El Evangelio de Juan pone énfasis en la vida eterna. En este evangelio vemos que desde la eternidad Cristo es el mismo Verbo de Dios, y es también Dios mismo. Un día, el Verbo se encarnó (1:14). Más aún, El murió en la cruz no sólo para redimirnos del pecado, sino también para liberar la vida divina, a fin de que así El pudiese impartirse en nosotros como vida eterna. En este evangelio, Juan nos conduce a comprender cabalmente la vida divina. Por esta razón, el Evangelio de Juan puede ser llamado el evangelio de la vida.
El perdón de pecados es el aspecto del evangelio que se enfatiza en Lucas. Aquí encontramos un relato de cómo Cristo vino como hombre para ser nuestro Salvador; de cómo murió en la cruz para efectuar la redención y resolver el problema del pecado a fin de que fuésemos perdonados. Según Lucas 24:47, el arrepentimiento y el perdón de los pecados deben ser predicados en el nombre de Cristo entre todas las naciones.
Hemos señalado que Mateo es el evangelio del reino, que Juan es el evangelio de vida y que Lucas es el evangelio del perdón; pero, ¿a qué aspecto del evangelio se da énfasis en Marcos? Marcos es el evangelio del servicio. Según este evangelio, Cristo vino como esclavo a servir a Dios por medio de cuidar del pueblo de Dios. Cristo no vino a ser servido, sino a ministrar, a servir (10:45). El no solamente vino como Rey para establecer el reino; como Aquel que es eterno para impartir vida, y como el Salvador para perdonar los pecados de aquellos que creen en El; El vino también como un esclavo para servir a Dios, por medio de ministrar a Su pueblo redimido. Así que, Marcos recalca el servicio.
El evangelio de Pablo incluye todos los aspectos de los primeros cuatro evangelios. En sus escritos, Pablo habla del reino, de la vida, del perdón y del servicio. Sin embargo, en sus epístolas él abarca mucho más. En Colosenses 1:25, Pablo dice que él fue hecho ministro según la mayordomía de Dios, para completar la palabra de Dios. Por tanto, el evangelio de Pablo es el evangelio complementario. Sin el evangelio de Pablo, la revelación del evangelio en el Nuevo Testamento no estaría completa.
Muchos aspectos importantes del evangelio se encuentran solamente en los escritos de Pablo. Por ejemplo, en Colosenses 1:27 Pablo dice que Cristo en nosotros es la esperanza de gloria. Ninguna otra aseveración como esa puede encontrarse en los cuatro evangelios ni en las epístolas de Pedro o en las de Juan. Marcos puede ser considerado como hijo espiritual de Pedro (1 P. 5:13) y usó a Pedro como fuente de gran parte del material de su evangelio. Sin embargo, Marcos no dice nada acerca del Cristo que mora en nosotros como nuestra esperanza de gloria. Del evangelio de Pablo aprendemos que el Espíritu de Cristo es un sello y unas arras (Ef. 1:13-14). Aunque Juan habla del Espíritu, no usa los mismos términos que Pablo. En Gálatas 1:15 y 16, Pablo nos dice que a Dios le agradó revelar a Su Hijo en él. Tal afirmación no se encuentra en Mateo, Marcos, Lucas o Juan. Pablo habla también de que Cristo mora en nosotros (2:20), de que Cristo está siendo formado en nosotros (4:19) y de que Cristo está haciendo su hogar en nosotros (Ef. 3:17). Afirmaciones como éstas no se encuentran en los cuatro Evangelios. Más aún, en Efesios 3:19 Pablo habla de ser llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. Ni Mateo, Marcos, Lucas o Juan tienen nada que decir acerca de esto.
En sus epístolas Pablo también nos dice que somos miembros del Cuerpo de Cristo. Habla de Cristo como la Cabeza y de la iglesia como el Cuerpo. Tales términos no se pueden encontrar en los escritos de Pedro o Juan. Si pudiéramos decirle a Pedro que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, tal vez él contestaría: “¿Dónde han oído eso? Yo estuve cerca del Señor por tres años y medio, pero nunca oí tal palabra. Oí hablar de la cruz y de alimentar a los corderos del Señor. Incluso en mi primera epístola les encargué a los ancianos que pastoreasen el rebaño de Dios, pero nunca he oído hablar del Cuerpo de Cristo”. Tenemos que admitir que con respecto al asunto de la Cabeza y el Cuerpo, la visión de Pablo era más elevada que la de Pedro. Aunque Juan nos dice que Cristo es la vid, y que nosotros somos los pámpanos, él no nos dice que Cristo es la Cabeza y que nosotros somos el Cuerpo. Esta es otra indicación de que sin el evangelio de Pablo, la revelación neotestamentaria no estaría completa.
Cuando el cristianismo llegó a China hace centenares de años, todo lo que los chinos tenían disponible era una no muy buena traducción de los cuatro Evangelios. Los desafortunados chinos sólo podían oír aquellos aspectos del evangelio que se encuentran en Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Aunque tal vez hayan obtenido algún entendimiento acerca del perdón de los pecados, dudo que hayan obtenido un entendimiento apropiado tocante al reino de los cielos, como se ve en Mateo, o tocante a la vida eterna, como se ve en Juan. Ciertamente ellos no tenían oportunidad de oír el evangelio que declara que los creyentes tienen a Cristo en ellos como su esperanza de gloria y que ellos son miembros del Cuerpo de Cristo. Ellos no podían saber que Cristo es la Cabeza del Cuerpo del cual somos miembros. ¡Qué pérdida sería no tener el evangelio de Pablo!
Es muy importante que veamos que el ministerio de Pablo fue un ministerio complementario, un ministerio que completa la revelación divina. El evangelio de Pablo es el evangelio complementario. Por lo tanto, si no tuviéramos los escritos de Pablo, careceríamos de una parte vital de la revelación de Dios. Las epístolas de Pablo no solamente complementan la revelación divina, sino que forman el corazón mismo de la revelación de Dios en el Nuevo Testamento. Así que el evangelio de Pablo no solamente es el evangelio complementario; es también el centro de la revelación del Nuevo Testamento. Por esta razón, el evangelio de Pablo es el evangelio básico.
En el recobro del Señor necesitamos tener una visión clara del evangelio según Pablo. El punto central del evangelio de Pablo es que el Hijo de Dios, el Ungido de Dios, ha entrado en nosotros para ser nuestra vida hoy y para ser nuestra gloria en el futuro, a fin de que seamos los miembros de Su Cuerpo. Este Cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, es el nuevo hombre, la familia de Dios, la familia de la fe y el verdadero Israel de Dios. En el evangelio de Pablo hay muchos asuntos misteriosos que no son abarcados por Mateo, Marcos, Lucas o Juan. En los cuatro Evangelios no se nos dice que Cristo es el misterio de Dios (Col. 2:2) o que toda la plenitud de la Deidad mora en El corporalmente (Col. 2:9). De hecho, los cuatro Evangelios ni siquiera nos dan una palabra clara tocante a la justificación por fe. Es en Romanos y en Gálatas donde la justificación por fe es abarcada de una manera clara.
No hay duda de que Mateo nos habla clara y enfáticamente acerca del reino, el cual es un asunto de administración. Sin embargo, según la revelación que le fue dada a Pablo, el evangelio no esta centrado en la administración de Dios. Más bien está enfocado en el hecho de que el Dios Triuno es nuestra vida para ser uno con nosotros y para hacernos uno con El, a fin de que seamos el Cuerpo de Cristo para expresar a Dios de una manera corporativa. El punto central del evangelio no es la administración de Dios, sino el hecho de que Dios mismo en Su Trinidad llega a ser el Espíritu procesado todo-inclusivo, quien es nuestra vida y nuestro todo para que lo disfrutemos, a fin de que El y nosotros seamos uno para expresarlo a El por la eternidad. No podemos encontrar un pensamiento tan profundo en los cuatro Evangelios. Dudo que Marcos, cuando escribió su evangelio, haya tenido claridad acerca de tal revelación de la economía de Dios.
Muchos cristianos hoy día tampoco tienen claridad en cuanto a este asunto. Tal vez ellos estén familiarizados con los concilios, los credos y las enseñanzas de la iglesia tradicional, pero no conocen la revelación de Pablo tocante a que el Dios Triuno se ha procesado para llegar a ser el Espíritu todo-inclusivo. Esto indica que pocos cristianos conocen adecuadamente el evangelio de Pablo.
En Gálatas se encuentran importantes aspectos del evangelio de Pablo. Hemos visto que en 1:15 y 16, Pablo dice que le agradó a Dios revelar a Su Hijo en él. ¡Qué palabra tan maravillosa! Sin embargo, millones de cristianos no se dan cuenta de que Cristo está en ellos. En 2:20 Pablo habla de que Cristo vive en nosotros, y en 4:19, de que Cristo se está formando en nosotros. En el capítulo seis, él habla de catorce puntos importantes: el espíritu humano (vs. 1, 18), la ley de Cristo (la ley de vida, v. 2), el Espíritu (v. 8), la vida eterna (v. 8), la familia (v. 10), la fe (v. 10), la cruz de Cristo (v. 14), el mundo religioso que ha sido crucificado a Pablo y para el cual Pablo ha sido crucificado (v. 14), la nueva creación (v. 15), la paz (v. 16), la misericordia (v. 16), el Israel de Dios (v. 16), las marcas de Jesús (v. 17), y la gracia de Cristo (v. 18). Algunos de estos puntos solamente se encuentran en los escritos de Pablo; no los vemos en ninguno de los cuatro Evangelios.
No obstante, de ningún modo menospreciamos los cuatro Evangelios. Hemos dedicado mucho tiempo al estudio de Mateo y de Juan en particular. Mi propósito aquí es recalcar nuestra necesidad de conocer el quinto evangelio, el evangelio de Pablo. Algunos cristianos se jactan de aceptar todos los ministerios, pero en verdad no aceptan totalmente el ministerio de Pablo. Esto indica que reciben los cuatro Evangelios, pero no reciben totalmente el quinto.
En el cristianismo, el entendimiento tradicional del evangelio es muy estrecho. El cristianismo no incluye todo el evangelio revelado en el Nuevo Testamento. Cuando era joven, mi visión del evangelio era limitada. Solamente veía que Jesús nos amó y murió por nosotros para que nuestros pecados fuesen perdonados. No sabía yo nada de los maravillosos aspectos del evangelio desplegados en las epístolas de Pablo. Incluso algunos de los pastores de estos tiempos no conocen adecuadamente el evangelio de Pablo revelado en los cien capítulos de sus epístolas.
El evangelio de Pablo es el evangelio de gracia (1:6). La gracia es el Dios Triuno (Padre, Hijo y Espíritu), quien ha pasado por un proceso para llegar a ser nuestro disfrute. Según 1:6, hemos sido llamados en la gracia de Cristo. Por medio de Cristo podemos disfrutar del Dios Triuno procesado y todo-inclusivo. El evangelio de gracia está en contraste con la ley de Moisés. Juan 1:17 dice: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”. Juan 1:16 dice que “de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”. Tomar gracia sobre gracia es tomar continuamente del Dios Triuno procesado, para nuestro disfrute.
El evangelio predicado por el apóstol Pablo era el evangelio único. Era el evangelio de Cristo (Gá 1:7). Aquellos que predican un evangelio diferente del evangelio único, pervierten y distorsionan el evangelio de Cristo y deben ser tomados como anatemas (1:7-9).
En 1:11 Pablo dice: “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre”. Pablo recibió directamente del Señor mismo una maravillosa revelación del evangelio. Por consiguiente, el evangelio que él predicó no fue según hombre.
En el versículo 12, Pablo además dice: “Porque yo ni lo recibí ... de hombre alguno”. Con respecto al evangelio, Pablo no recibió nada de Pedro, de Juan ni de Jacobo.
En el versículo 12, Pablo dice también que él no aprendió el evangelio por mediación de hombre alguno. Una y otra vez recalca el hecho de que el hombre no era la fuente de su evangelio. El no recibió el evangelio por enseñanza de hombres.
Pablo concluye el versículo 12 con las palabras: “lo recibí ... por revelación de Jesucristo”. Esto se refiere a la revelación que el Señor Jesucristo le dio al apóstol Pablo con respecto al evangelio. Desconocemos de que manera el evangelio fue revelado a Pablo. Quizás Pablo recibió esta revelación durante su estadía en Arabia.
Los escritos de Pablo testifican el hecho de que él había recibido la revelación directamente de Cristo. En sus epístolas hay muchas expresiones maravillosas que ningún hombre podría expresar si no fuera por una revelación divina. Ciertos filósofos de la antigüedad, tal como Confucio, han compuesto algunos escritos considerados importantes. Sin embargo, no hay comparación entre lo mejor de esos escritos y los escritos del apóstol Pablo. Puesto que me he familiarizado con las obras de Confucio, puedo testificar que comparar sus escritos con las epístolas de Pablo, es como comparar el barro con el oro. Si Pablo no hubiera recibido la revelación directamente de Cristo, ¿cómo habría podido él escribir las cosas que escribió? Habría sido imposible. Sus escritos prueban que su evangelio no fue según hombre, que no fue recibido por mediación humana y que no fue aprendido por mediación de hombre, sino que fue recibido por medio de una revelación de Jesucristo. Las expresiones que Pablo usa son demasiado maravillosas como para haber venido de alguna otra fuente que no sea una revelación directa del Señor Jesucristo.
En el versículo 10, Pablo dice: “Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía tratara de agradar a los hombres, no sería esclavo de Cristo”. Pablo no buscaba la aprobación de los hombres; ni tampoco buscaba complacerlos ni satisfacerlos. Como esclavo de Cristo, él predicaba el evangelio conforme a la revelación que había recibido, no para agradar a los hombres, sino para agradar a Dios.