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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Gálatas»
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Mensaje 26

ES NECESARIO DESHACERSE DE LA LEVADURA Y NO SE DEBE USAR LA LIBERTAD COMO OCASION PARA LA CARNE

  Lectura bíblica: Gá 5:7-15

  En el mensaje anterior vimos que Pablo les hablaba a los creyentes gálatas acerca de no ser separados de Cristo y reducidos a nada (5:4). Ese fue el primer encargo de Pablo en relación con el andar cotidiano de los herederos de la promesa. En este mensaje consideraremos respectivamente el segundo y el tercer encargo: el de deshacerse de la levadura y el de no usar la libertad como ocasión, es decir, como oportunidad, para la carne.

I. ES NECESARIO DESHACERSE DE LA LEVADURA

A. No ser disuadido de obedecer a la verdad

  En 5:7 y 8 Pablo dice: “Vosotros corrías bien; ¿quién os impidió creer y obedecer a la verdad? Esta persuasión no procede de aquel que os llama”. En 4:20 Pablo les dijo a los gálatas que estaba perplejo en cuanto a ellos. Aquí en 5:7 y 8 Pablo adopta un tono suave. Pablo los alaba porque corrían bien. Luego les pregunta tocante a quién les había impedido creer y obedecer a la verdad. Aquí, la verdad no se refiere a la doctrina, sino a la realidad en Cristo, tal como Pablo les había predicado a los gálatas. En estos versículos es difícil determinar si la actitud de Pablo es suave o atrevida. Por un lado, los alaba, pero por el otro lado, parece que los reprende. Al dirigirse a los creyentes gálatas, Pablo era muy cuidadoso.

  En 5:8 dice: “Esta persuasión no procede de aquel que os llama”. Pablo aquí se refiere a la persuasión de la enseñanza de los judaizantes, la cual estaba distrayendo a los gálatas, apartándolos de Cristo y volviéndolos a la observancia de la ley. Esta persuasión no provenía de Dios, quien los había llamado. Por lo tanto, tenía que provenir de alguna otra fuente, de Satanás. Esta palabra de Pablo es una clara indicación de que los judaizantes eran uno con Satanás al actuar en contra de la economía de Dios.

  Podemos aplicar este principio a nuestra situación actual. Las palabras persuasivas de los que se oponen y están en disensión no provienen de Aquel que nos ha llamado. Por consiguiente, el origen de tal persuasión debe ser Satanás. Este es un asunto muy serio. Es necesario tener cuidado al escuchar las palabras persuasivas de los que están en disensión. No debemos simplemente escuchar sus palabras, sino que debemos verificar si lo que dicen procede de Aquel que nos ha llamado. Es menester discernir si las palabras persuasivas de ellos provienen de Dios. No nos dejemos desviar por palabras agradables. Los que buscan engañar a menudo son personas que hablan con suavidad. Usan palabras tranquilizantes, reconfortantes y atractivas en su intento de persuadirlo a uno. Sin embargo, escondido en estas palabras hay veneno. Hablando palabras endulzadas, los disidentes pueden tratar de atraer a los débiles y desviarlos así de disfrutar a Cristo y de la adecuada vida de la iglesia. Este modo de hablar no procede de Aquel que nos llamó. Tiene su origen en otra fuente, en Satanás, el enemigo de Dios. La meta de esta persuasión es alejarnos de disfrutar a Cristo y reducirnos a nada. Es necesario estar alerta de esta sutileza del enemigo, escondida detrás de esta clase de persuasión.

B. No se debe permitir que un poco de levadura leude toda la masa

  En el versículo 9 Pablo dice: “Un poco de levadura leuda toda la masa”. Aquí la levadura se refiere a las falsas enseñanzas de los judaizantes (véase Mt. 16:12), y la masa se refiere a todos los creyentes colectivamente. Toda la masa es la iglesia. En realidad, Pablo no consideró las falsas enseñanzas de los judaizantes meramente como una pequeña cantidad de levadura, es decir, como un poco de levadura. Algunos de los creyentes gálatas, sin embargo, tal vez consideraban insignificantes las palabras persuasivas de los judaizantes. Por esta razón, Pablo señaló que aún un poco de levadura leuda toda la masa.

  En su estrategia sutil, Satanás usa a los que se oponen y disienten para inyectar un poco de levadura por medio de las palabras persuasivas de ellos. Esta levadura obra como un aperitivo que estimula nuestro deseo en una forma negativa. Los puntos negativos abarcados en los cuatro primeros capítulos de Gálatas no solamente eran un poco de levadura, sino una gran cantidad de levadura. Pero al tratar con aquellos creyentes que habían sido distraídos por las enseñanzas de los judaizantes, Pablo habla cuidadosamente y hace referencia a un poco de levadura. Mucha o poca, la levadura es levadura. La levadura es como los microbios en el sentido de que se multiplica; hace que se leude toda la masa. Necesitamos aprender de la experiencia de los gálatas a no abrir nuestro ser ni siquiera a un poquito de levadura, pues un poco de levadura puede leudar toda la iglesia.

C. No pensar de otro modo

  En el versículo 10 Pablo dice: “Yo confío respecto de vosotros en el Señor, que no pensaréis de otro modo”. Esto indica que Pablo tenía mucha fe. Debemos notar, sin embargo, que la confianza de Pablo no estaba en los gálatas, sino en el Señor. Pablo no dijo: “Tengo confianza en vosotros”; más bien él dijo: “Confío respecto de vosotros en el Señor”. Debido a que Pablo había estado orando por los gálatas, él podía confiar en el Señor con respecto a ellos y no estar decepcionado. En particular, Pablo tenía confianza en que los gálatas no pensarían de otro modo.

  Al referirse al asunto de no pensar de otro modo, Pablo toca la raíz principal de los problemas de la vida de la iglesia: la de tener diferente modo de pensar, de tener otro parecer. En tanto que no haya idolatría, inmoralidad o división en la iglesia, no debemos pensar de otro modo en nada. Por el contrario, debemos ser uno con la iglesia y estar de acuerdo con la misma, sin importar la dirección que ésta tome. Con respecto a las doctrinas y las prácticas, no debemos pensar de otro modo. Por ejemplo, no diga que usted está de acuerdo con acomodar las sillas de cierto modo, pero no con acomodarlas de otro modo. Tampoco debemos decir que preferimos reunirnos en los hogares en vez de hacerlo en el salón de reunión. No proviene de Dios pensar de otro modo en asuntos como esos. El origen de esto es el enemigo, Satanás. Ninguno de nosotros debe permitir que entre en la vida de la iglesia un modo diferente de pensar. Debemos cerrar nuestro ser a una invasión como esa de parte del enemigo. Todos debemos tomar la responsabilidad de no pensar de otro modo. Si la iglesia practicara idolatría, deberíamos oponernos a ello. Pero aun en un asunto como ése debemos tener un espíritu apropiado a fin de serles de ayuda a otros.

  A manera de repetición, no debemos estar de acuerdo con nada que sea idólatra, inmoral o que cause división. Sin embargo, no debemos disentir en otras cosas. Supongamos que al llegar a una reunión encontráramos las sillas acomodadas de una manera poco usual. Si ninguno de los santos critica tal modo de acomodar las sillas, será señal de que la vida de la iglesia es muy fuerte. Será una clara indicación de que nos importa Cristo, y no un modo particular de acomodar las sillas.

  Si verdaderamente hemos visto el asunto de disfrutar a Cristo y la unidad de la iglesia, no pensaremos de otro modo. No nos importará ninguna opinión, manera o práctica. En vez de eso, sólo nos importará disfrutar a Cristo y la unidad del Cuerpo.

  En la vida de la iglesia no debemos usar nuestra mente para reunir información innecesaria. Cuanto más débiles somos en vida, mayor es nuestra tendencia a actuar como espías. Si algún hermano débil va de visita a otra iglesia, es posible que quiera espiar allí. Una práctica como ésa es demoniaca. Siempre que visitemos otra iglesia, debemos conformarnos con estar ciegos, sin saber nada de la situación de los santos de ahí.

  Cuando Pablo dijo que confiaba en el Señor respecto de los creyentes gálatas que no pensarían de otro modo, la situación entre los santos era muy diferente de lo que es hoy día. Cuando Pablo escribió el libro de Gálatas, aún existía el énfasis adecuado tocante a la unidad de la iglesia en cada localidad y tocante al asunto de disfrutar a Cristo. La confianza de Pablo se basaba en el hecho de que había una sola iglesia en cada localidad y también en que en su ministerio había un firme y claro énfasis tocante a que Cristo era todo para los santos. Esta era la base de la confianza que Pablo tenía en el Señor de que los creyentes gálatas en nada pensarían de otro modo. Pablo oró mucho por los creyentes y confiaba que en nada ellos pensarían de otro modo. Tenía una base sólida para esta confianza. Pero debido a la prevaleciente influencia de la venenosa levadura, nuestra situación es muy diferente. El asunto de pensar de otro modo lo podemos ver en casi todos los cristianos. No obstante, en los tiempos de Pablo la iglesia estaba en unidad, y Pablo tenía razón para confiar en el Señor con respecto a los santos.

D. Sin permitir que el tropiezo de la cruz sea anulado

  En 5:11 Pablo dice: “Y yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco persecución todavía? En tal caso se ha anulado el tropiezo de la cruz”. La circuncisión prefiguró la manera de tratar con la carne del hombre; la cruz es la realidad de aquel trato (Col. 2:11-12). Los judaizantes intentaron llevar a los gálatas de nuevo a lo que era una sombra; el apóstol Pablo luchó por mantenerlos en la realidad.

  La circuncisión tipifica la cruz de Cristo. En tipología, la circuncisión tipifica cortar y quitar la carne. El verdadero corte de la carne es efectuado por la cruz. Por lo tanto, la cruz es el cumplimiento y la realidad del tipo de la circuncisión. No obstante, los judaizantes insistían en continuar la práctica de la circuncisión, a pesar de que Cristo ya había sido crucificado en la cruz. Debido a que los judaizantes insistían en la circuncisión y se oponían a la cruz, perseguían a los que, como Pablo, predicaban la cruz de Cristo. Pablo enseñaba que la circuncisión era una figura, una sombra, cumplida en la cruz de Cristo. Puesto que Cristo ha sido crucificado, ya no hay ninguna necesidad de practicar la circuncisión.

  Según 5:11, Pablo no quiso predicar la circuncisión y así permitir que el tropiezo de la cruz fuese anulado. Aun por el tiempo en que el libro de Gálatas fue escrito, entre los años 55 y 58 d. de C., la cruz de Cristo ya había venido a ser un tropiezo. Algunos no se atrevían a creer en la cruz ni a hablar de ella. Esto de debía a la influencia del judaísmo, en el cual la circuncisión era de gran importancia. Los judaizantes menospreciaban la cruz y exaltaban la circuncisión. Para ellos, la cruz de Cristo era un tropiezo y consideraban que quienes predicaran la palabra de la cruz merecían ser perseguidos. Por consiguiente, el versículo 11 nos ayuda a entender la situación que prevalecía cuando Pablo les escribió a los gálatas.

E. Dejar que quienes perturban lleven la sentencia y se mutilen

  En los versículos 10 y 12 Pablo es estricto al hablar respecto de quienes perturbaban a los creyentes gálatas. En el versículo 10 él dice que “el que os perturba llevará la sentencia, quienquiera que sea”. Esta palabra casi equivale a una maldición. Pablo estaba diciendo que aquellos que perturbaban a los santos de Galacia llevarían una maldición. Pablo usó la palabra “anatema” en el capítulo uno, donde dice que todo aquel que predicase un evangelio que fuese más allá de lo que los gálatas habían recibido, sería anatema, es decir, sería maldito (1:9). En este punto Pablo dice que aquel que perturbaba a los gálatas sería sentenciado, condenado, quienquiera que él fuese.

  En 5:12 Pablo dice algo muy estricto: “¡Ojalá se mutilasen los que os perturban!” El apóstol Pablo quería que los judaizantes que perturbaban a los gálatas por medio de insistir en la circuncisión se quitaran no solamente su propio prepucio, sino que incluso se quitaran a sí mismos. El yo perturbador de ellos necesitaba ser quitado.

  El hecho de que Pablo deseara que los que perturbaban a los creyentes gálatas “se mutilasen” indica que él los consideraba como carne que debía ser cortada. Pablo estaba diciendo: “Aquellos que os perturban no simplemente deberían quitarse del cuerpo un pedazo de carne; deberían mutilarse ellos mismos por completo”. A los ojos de Dios, todo el ser de esas personas estaba bajo condenación y era digno de ser quitado por completo. Los judaizantes han de haber estado muy enojados por causa de esa palabra, tan enojados como para matar a Pablo. ¡Pablo fue muy osado en decir eso respecto de ellos, en tratarlos como carne! Cuando era osado, en verdad lo era. Aquí vemos su osadía al hablar de los judaizantes como de carne que era necesario cortar del cuerpo.

II. NO USAR LA LIBERTAD COMO OCASION PARA LA CARNE

  En 5:13 Pablo dice: “Porque vosotros, hermanos, para libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros”. Lo que Pablo escribía no era como una torta no volteada (Os. 7:8). Por el contrario, él es balanceado y uniforme, tomando primero en consideración un lado de algún asunto y después el otro lado. Nosotros, sin embargo, tenemos la tendencia de ser como una torta no volteada, la cual tiene un lado crudo y el otro sobrecosido. Al dar mensajes podemos fácilmente producir tortas no volteadas. Pero mientras Pablo escribía el libro de Gálatas, él le daba vueltas a la torta una y otra vez. Podía ser estricto y luego afectuoso; podía reprender y luego ser bondadoso.

  Vemos que Pablo tenía un balance en el asunto de la libertad. Por un lado, Pablo nos dice que fuimos llamados para estar en libertad; por otro lado, nos previene que no usemos esta libertad como ocasión para la carne. Mientras Pablo animaba a los creyentes a disfrutar la libertad que tenían en Cristo, también le preocupaba que ellos usaran mal esta libertad o abusaran de ella. Si somos demasiado indulgentes con nosotros mismos en nuestra libertad, la convertiremos en ocasión para la carne. Aunque somos libres, de todos modos necesitamos ser limitados en el ejercicio de nuestra libertad. La libertad sin límite siempre produce que se le dé rienda suelta a la carne. Por consiguiente, necesitamos ser equilibrados, ser libres, pero de todos modos restringidos. Si tenemos una limitación en el uso de nuestra libertad, amaremos a otros y por amor les serviremos como esclavos.

  Cuando Pablo escribió el libro de Gálatas, tenía presente varios pensamientos. Se daba cuenta de que los creyentes gálatas que habían sido distraídos podían regresar a su libertad y usarla indebidamente. Podían tener la actitud de considerar que, al ya no estar bajo ninguna clase de yugo, tenían la libertad de hacer lo que quisieran. Una actitud como esa causa daño a la vida de la iglesia. Por lo tanto, Pablo les encargó a los gálatas que no usaran su libertad indebidamente. Era verdad que habían sido llamados para libertad, pero no debían hacer de tal libertad una indulgencia. Por un lado, ellos estaban libres del yugo de la esclavitud, es decir, de la ley, pero por otro lado, aún debían atender a otros y servirles en amor. Cuando algunos santos, especialmente los creyentes jóvenes, escuchan un mensaje tocante a la libertad, tienen la tendencia de abandonar toda restricción. Tal vez tengan la actitud de que, por ser libres, ya no tienen que hacer caso de lo que digan los ancianos. Esto es usar la libertad como ocasión para la carne. En vez de hacer eso, debemos tener limitación en el uso de la libertad y estar dispuestos a servirnos unos a otros como esclavos. Como Pablo dice en 5:14: “Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’”.

  En los versículos que hemos abarcado en este mensaje, Pablo nos amonesta a que tengamos un andar adecuado en la vida de la iglesia. El señala que debemos ser equilibrados y que no debemos ser como tortas no volteadas. Al dar un mensaje debemos abarcar los dos lados de un asunto. Debemos prestar atención a lo nuestro y también a lo de los demás. Podemos disfrutar la libertad que tenemos y aún así permitir que el amor nos restrinja por causa de otros, a fin de que la vida de la iglesia avance adecuadamente. Además, debemos aprender a no pensar de otro modo. Entonces tendremos un andar apropiado en la vida de la iglesia.

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