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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Gálatas»
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Mensaje 42

ANDAR POR EL ESPIRITU CONFORME A LA REGLA ELEMENTAL PARA VIVIR COMO NUEVA CREACION Y COMO EL ISRAEL DE DIOS

  Lectura bíblica: Gá. 5:25; 6:15-16

  Hemos señalado que el libro de Gálatas presenta una comparación de las dos economías de Dios: la economía del Antiguo Testamento, la cual tiene que ver con la ley, y la economía del Nuevo Testamento, la cual está centrada en Cristo mismo. Según Su economía neotestamentaria, la intención de Dios es dispensar a Cristo en nosotros y hacer que Cristo sea uno con nosotros y que nosotros seamos uno con El. Esto es totalmente diferente de nuestro concepto natural. Por esta razón, estoy preocupado de que muchos de nosotros no se hayan dado cuenta plenamente de que, puesto que hemos sido salvos y regenerados por el Espíritu de Dios con la vida y la naturaleza divinas, ahora somos un espíritu con Dios. Antes de que fuéramos salvos, nosotros y Dios estábamos separados, muy apartados el uno del otro. Pero cuando fuimos salvos y regenerados, Dios fue concebido en nosotros y nació en nosotros. Por el nuevo nacimiento, nosotros y Dios hemos venido a ser un espíritu. ¡Qué maravilloso!

  Es posible que leamos la Biblia una y otra vez sin ser impresionados con la intención de Dios revelada en la Biblia. En vez de eso, quizás pongamos atención a cosas tales como el mandamiento de Pablo de que el marido debe amar a la mujer, o de que la mujer debe someterse al marido. Asuntos tales como el amor y la sumisión concuerdan muy bien con nuestros conceptos naturales. En cambio, el misterio de que Dios se dispense en nosotros para hacernos uno con El va en contra de nuestro concepto natural. A esto se debe que, aunque esto esté revelado en las Escrituras, no tengamos habilidad para comprenderlo. ¡Cómo necesitamos la misericordia del Señor para que podamos conocer Su intención!

DOS CLASES DE ANDAR POR EL ESPIRITU

  Hace poco comencé a prestar atención al hecho de que en el libro de Gálatas Pablo usa dos palabras griegas diferentes que significan andar. En 5:16 él dice: “Andad por el Espíritu, y así jamás satisfaréis los deseos de la carne”. Aquí la palabra griega es peripatéo. En 5:25 Pablo dice: “Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu”. Aquí la palabra griega es stoicéo, la forma verbal de la palabra griega que significa rudimentos y que se usa en 4:3 y 9, así como en Colosenses 2:8. Gálatas 4:3 habla de “los rudimentos del mundo”, y 4:9 habla de “los débiles y pobres rudimentos”. Colosenses 2:8 también se refiere a “los rudimentos del mundo”. Estos rudimentos denotan principios básicos, rudimentarios o elementales. Por ejemplo, la adición, la substracción, la multiplicación y la división son principios elementales de las matemáticas. Del mismo modo, la filosofía y las enseñanzas éticas también están compuestas por rudimentos elementales. En la economía de Dios también hay principios básicos, reglas elementales.

  Como hemos indicado, en Gálatas 5:25 la palabra griega que significa rudimento es usada como verbo. La misma palabra también es usada en 6:16, donde Pablo dice: “Y a todos los que andan conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios”. A los traductores les resulta difícil encontrar una palabra en inglés o español que sea equivalente a este verbo griego. Si dijéramos: “Si vivimos por el Espíritu, ‘rudimentemos’ también por el Espíritu” nadie podría entender lo que ello significa. Por consiguiente, los traductores se ven obligados a usar la palabra “andar”. Es verdad que conforme al griego, tal palabra implica la idea de andar. Sin embargo, no se refiere a andar de una manera general, en el sentido de pasearse, sino que significa andar de una manera específica, conforme a cierta regla, principio o lineamiento.

  Esta palabra griega se usa en Hechos 21:24 con el sentido de andar ordenadamente con respecto a las enseñanzas de la ley. La expresión “andar ordenadamente” usada en este versículo es traducción de la palabra griega stoicéo. Se usa para denotar un andar efectuado en orden o en línea. Por ejemplo, cuando los soldados marchan, ellos andan en orden, marcando el paso y andando en línea. Esto es un ejemplo de lo que significa andar ordenadamente.

  En nuestra vida diaria como cristianos, necesitamos tener dos clases de andar por el Espíritu. El primero es un andar general, mientras que el segundo es un andar efectuado conforme a ciertas reglas o principios con miras al cumplimiento del propósito eterno de Dios. En el primer tipo de andar, es necesario que exhibamos el fruto del Espíritu, las virtudes enlistadas en 5:22 y 23. Sin embargo, no estamos aquí simplemente para exhibir virtudes tales como amor, gozo y paz. Estamos aquí para el cumplimiento del propósito de Dios. Por lo tanto, necesitamos andar conforme a ciertas reglas o principios a fin de cumplir este propósito. Para el propósito de Dios, necesitamos tener un andar que sea ordenado, un andar conforme a ciertas reglas elementales o principios básicos. Amar y tener gozo no son reglas o principios básicos. Son simplemente diferentes aspectos de nuestra vida diaria como cristianos, es decir, no son las características del andar que conduce al cumplimiento del propósito de Dios. Este andar, el segundo tipo de andar por el Espíritu, requiere que andemos conforme a principios básicos y reglas elementales.

  Como ejemplo de las dos clases de andar por el Espíritu podemos usar la vida diaria de una hermana que sea estudiante. Por un lado, esta hermana vive en su hogar con su familia. Si en verdad vive a Cristo, ella exhibirá las virtudes de Cristo a los miembros de su familia. Por otro lado, ella tiene que conducirse adecuadamente como estudiante en la escuela y cumplir todos los requisitos que la conducirán a graduarse. En casa, debe andar como hija y hermana, pero en la escuela debe andar adecuadamente como estudiante. Ella necesita tanto el andar general en casa con su familia como el andar más específico en la escuela, el cual se efectúa conforme a reglas básicas y principios elementales.

  En los primeros tres capítulos de Gálatas vemos que Cristo es revelado en nosotros (1:15-16), que Cristo vive en nosotros (2:20), y que hemos sido revestidos de Cristo (3:27). Cristo es por consiguiente nuestro contenido interior y también nuestra expresión exterior. Además, todos somos “hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús” (3:26), y el Espíritu del Hijo de Dios fue enviado a nuestros corazones (4:6). ¡Alabado sea el Señor que ahora somos hijos de Dios! Como hijos de Dios necesitamos un andar por el Espíritu que exprese a Cristo en todas Sus virtudes. También necesitamos otro tipo de andar por el Espíritu, el andar efectuado conforme a ciertas reglas o principios, un andar que conduce a la meta para el cumplimiento del propósito de Dios. Si tenemos el segundo tipo de andar por el Espíritu, no solamente seremos hijos de Dios, sino que también seremos una nueva creación y el Israel de Dios. Debemos vivir como nueva creación y como el nuevo Israel de Dios. A fin de vivir como nueva creación y como el Israel de Dios, necesitamos el segundo tipo de andar. Necesitamos andar ordenadamente conforme a los principios elementales de la economía de Dios.

  En el capítulo cuatro vemos que somos hijos de Dios y que tenemos el Espíritu del Hijo de Dios en nuestros corazones. En el capítulo cinco vemos que necesitamos dos clases de andar por el Espíritu, un andar general para expresar a Cristo, y un andar con propósito, hacia la meta. El segundo tipo de andar nos hace vivir como nueva creación y nos hace el Israel de Dios. Para vivir como nueva creación y como el Israel de Dios, necesitamos andar de tal manera que observemos todos los principios básicos de la economía neotestamentaria de Dios.

EL PRINCIPIO DE LA NUEVA CREACION

  Según 6:15 y 16, el segundo tipo de andar por el Espíritu está íntimamente relacionado con la nueva creación. El versículo 15 declara: “Porque ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación”. El versículo 16 habla de andar por “esta regla”. La regla aquí mencionada es la de ser una nueva creación. Esta nueva creación equivale al Israel de Dios, también mencionado en el versículo 16.

  Los judaizantes se jactaban en la circuncisión. Según 6:13, ellos querían que los creyentes gálatas fueran circuncidados para poderse gloriar en la carne de los gálatas. Por ser una obra llevada a cabo en la carne, la circuncisión está totalmente relacionada con la vieja creación. Aunque una persona lleve en su cuerpo la marca de la circuncisión, todavía es parte de la vieja creación. Ya sea que alguien haya sido circuncidado o no en la carne, es parte de la vieja creación. Tanto los judíos circuncidados como los gentiles incircuncisos están en la vieja creación. A los ojos de Dios, ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada. Dios quiere una nueva creación. La vieja creación es nuestro viejo hombre en Adán (Ef. 4:24), nuestro ser natural por nacimiento, el cual no posee la vida de Dios ni la naturaleza divina. La nueva creación es el nuevo hombre en Cristo (Ef. 4:22), nuestro ser interior regenerado por el Espíritu (Jn. 3:6), en el cual la vida de Dios y la naturaleza divina han sido forjadas (Jn. 3:36; 2 P. 1:4), y en el cual Cristo es el elemento constituyente (Col. 3:10-11).

  La diferencia entre la vieja creación y la nueva creación consiste en que en la vieja creación Dios no le ha sido agregado al hombre, pero en la nueva creación El es dispensado en Su pueblo escogido. No importa cuán bueno haya sido Adán antes de la caída, Dios no le había sido añadido. Adán era bueno, pero no tenía el elemento divino en su interior. El era simplemente la vieja creación, es decir, la creación que no tiene el elemento de Dios.

  Podemos comparar a la vieja creación con un vaso de agua simple y a la nueva creación con un vaso de té. El té se forma al mezclar hojas de té con agua, para hacer agua de té. Tal vez el agua simple sea pura, pero el hecho sigue siendo que en esta agua no existe el elemento del té. Esto es un ejemplo del hecho de que aún en el caso de que la vieja creación fuera pura, todavía no tendría el elemento de Dios. Solamente cuando el elemento de Dios es agregado a Su creación y mezclado con ella, la creación viene a ser la nueva creación. Debido a que Dios, el “té” celestial ha sido añadido a nosotros, ya no somos el agua simple de la vieja creación, sino el agua de té de la nueva creación. En cierto sentido, hemos sido “teificados”. Usando otra expresión, podemos decir que hemos sido “deificados”. Dios ha sido añadido a nosotros para mezclarse con nosotros y para saturarnos, para así hacer de nosotros un Dios-hombre. El deseo de Dios no es simplemente tener un buen hombre, ni siquiera un hombre puro; Su intención es tener un Dios-hombre.

  Si como cristianos simplemente vivimos conforme a la ley o conforme a las normas de la ética, viviremos sin Dios. En nuestra vida, Dios no será mezclado con nosotros ni saturado con nosotros. Aunque es posible que amemos a otros, este amor estará en la vieja creación. Pero si somos iluminados, veremos que como cristianos debemos andar por el principio básico de la nueva creación. Este principio básico consiste en que Dios se ha mezclado con nosotros. Si amamos a otros conforme a este principio y no meramente conforme a la ética, Dios amará en nuestro amor. Amaremos a otros juntamente con Dios.

  La sumisión de una hermana para con su marido puede ser de la vieja creación o de la nueva creación. Por otro lado, en tal sumisión tal vez no haya nada de la mezcla con Dios. Es posible que tal sumisión simplemente vaya de acuerdo con la norma de una cultura en particular. En ciertas culturas, a las mujeres se les enseña a ser muy sumisas. Esta sumisión, sin embargo, pertenece a la vieja creación. Usando el ejemplo del agua y del té, esta sumisión no es nada menos que un vaso de agua simple. Le falta por completo el elemento del té. ¡Qué diferente es la sumisión de una hermana cuando ella vive conforme al principio básico de la nueva creación, es decir, conforme al principio de la mezcla de Dios con el hombre! Tal sumisión es de verdad la expresión de Cristo. No es solamente agua simple: es agua mezclada con té. En el caso de la sumisión en la vieja creación, la hermana anda conforme a ciertos principios o reglas que fueron asimilados de una cultura. Pero en el caso de la sumisión en la nueva creación, la hermana anda conforme al principio básico de la nueva creación. Por andar de esta manera, ella vive una nueva creación. No anda simplemente conforme a principios éticos, sino conforme al principio de la nueva creación, el principio de que el hombre debe vivir por medio de la vida divina. Por lo tanto, vivir como nueva creación es andar conforme a la vida divina y la naturaleza divina como principio gobernante.

UNA VIDA MISTERIOSA

  Este asunto de andar por el principio de la nueva creación es misterioso, y no son muchos los cristianos que lo han visto. Andar conforme al principio de la nueva creación es misterioso porque es un asunto orgánico, totalmente relacionado con la vida. La vida es misteriosa y abstracta. Podemos ver la piel de una persona, pero no podemos ver la vida que está en su interior.

  En este andar conforme al principio de la nueva creación, experimentamos a Cristo mucho más que en el primer tipo de andar. Cuando tenemos este andar, somos una nueva creación no sólo en posición y naturaleza, sino también en la práctica diaria. La nueva creación viene a ser muy práctica en nuestra vida diaria.

  Como hemos señalado, el principio básico de la nueva creación consiste en que un ser humano vive la vida divina. Nuestro andar diario debe ser regulado por este principio, el principio de vivir por medio de la vida divina. Cuanto más andemos conforme a este principio, tanto más seremos la nueva creación de una manera práctica. Entonces otros se darán cuenta de que en nuestra vida hay algo que es más elevado que la ética. Les va a resultar difícil designar este elemento misterioso, porque es en realidad la maravillosa Persona de Cristo viviendo en nosotros. Todos aquellos que aman al Señor Jesús han de ser misteriosos a los ojos de los demás. Personas que no sean salvas deben poder decir de su hija: “¡Qué persona tan maravillosa es ella! Sin embargo, no podemos describir con precisión qué clase de persona es. Puede resistir el sufrimiento que nosotros no podemos resistir, y puede vivir de una manera que nosotros no podemos”. Esto es la nueva creación. Los incrédulos no tienen concepto alguno de lo que es la nueva creación, pero como creyentes, es necesario que vivamos como esta nueva creación.

EL ISRAEL DE DIOS REPRESENTA A DIOS

  Si vivimos como nueva creación, seremos el Israel de Dios. Según el libro de Génesis, Jacob, alguien que se aferraba al talón de otro, un suplantador, fue transformado en Israel, un príncipe de Dios y un victorioso. Como príncipe y como victorioso, él pudo vencer todas las cosas negativas. Hoy día es necesario que nosotros seamos tal Israel, un príncipe que ejecute el gobierno de Dios en la tierra. Si tenemos el segundo tipo de andar por el Espíritu, si andamos ordenadamente conforme al propósito eterno de Dios, llegaremos a ser una nueva creación de una manera muy práctica, y también seremos el Israel de Dios que representa a Dios, que ejerce Su autoridad y que lleva a cabo Su administración en la tierra para el cumplimiento de Su propósito. Por último, este Israel de Dios vendrá a ser la Nueva Jerusalén.

  El nuevo Israel de Dios tiene que ser una nueva creación. Para ello es necesario que Dios mismo sea forjado en nosotros, que nos sature, y que nos haga uno con El. Después necesitamos vivir una vida mezclada. Si vivimos la vida mezclada de la nueva creación, seremos el Israel de Dios en la tierra hoy día, Sus príncipes y victoriosos que ejecutan Su autoridad y representan Su gobierno. El Israel de Dios actual es una miniatura de la Nueva Jerusalén venidera, la cual será la consumación máxima de la nueva creación y del Israel de Dios. ¡Qué todos veamos esto y andemos conforme a ello!

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