Mensaje 5
Lectura bíblica: Gá. 1:15-24
En 1:15-24 vemos la formación del apostolado de Pablo. Mientras consideramos estos versículos, necesitamos ver no sólo cómo fue formado el apostolado de Pablo, sino también cómo nosotros podemos ser los apóstoles de hoy, los que Dios ha enviado en estos días. En el Estudio-vida de Efesios señalamos que todos los que creen en Cristo pueden ser apóstoles, aquellos que el Señor ha enviado para cumplir Su propósito y llevar a cabo Su plan.
No debemos mantener el concepto de que no podemos ser apóstoles como Pablo. Los apóstoles son ejemplo de lo que todo creyente debe ser. Pablo no fue una persona extraordinaria, y no llegó a un estado al que nadie más pueda llegar. El concepto de que los apóstoles eran únicos es una tradición católica romana. Esta tradición se relaciona con el concepto de que Pedro fue el sucesor único de Cristo, y así llegó a ser el primer Papa. ¡Qué concepto tan diabólico! Lejos de ser alguien especial, Pedro es un ejemplo de alguien que siguió al Señor. En particular, es un ejemplo para los judíos que creen en Cristo. Pablo es un modelo para los creyentes gentiles en particular. En 1 Timoteo 1:16 él dice: “Pero por eso me fue otorgada misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda Su longanimidad, y quedara yo como modelo para los que habrían de creer en El para vida eterna”. Ya que Pablo es un modelo para nosotros, ninguno debe decir que no puede ser como él.
Aunque los hermanos tal vez crean que pueden ser los apóstoles de hoy, es posible que las hermanas encuentren muy difícil creer que esto también se aplica a ellas. Para ayudar a las hermanas, debemos señalar que en la casa de Dios no hay hijas. Dios sólo tiene hijos, no hijas. Cristo, el Primogénito de Dios, tiene hermanos, pero no tiene hermanas. Esto nos muestra que, conforme a la vida, todos los creyentes, hasta las hermanas, son hijos de Dios y hermanos de Cristo. Por esta razón, en sus Epístolas Pablo se dirige a los hermanos y no a los hermanos y hermanas. Las hermanas, por supuesto, están incluidas en el término hermanos.
Conforme a la vida, todos los creyentes son varones. Pero, conforme al amor, todos somos mujeres. Cristo es nuestro Novio, y nosotros somos Su Novia. La relación entre la Novia y el Novio es un asunto de amor, no de vida. El amor es el único requisito de la vida matrimonial. Así que somos hijos vivientes del Dios viviente, y al mismo tiempo somos la amorosa Novia de nuestro querido Novio. Entonces, qué respuesta daría usted a esta pregunta: Los que creemos en Cristo, ¿somos varones o mujeres? La manera apropiada de responder es decir que conforme a la vida somos varones, pero conforme al amor somos mujeres.
Pablo fue hecho apóstol no conforme al amor, sino conforme a la vida. Fue en el asunto de la vida que él fue puesto como modelo para todos los creyentes, para hermanos y hermanas por igual. Esto quiere decir que al tomar a Pablo como nuestro modelo, todos nosotros, hermanos y hermanas, podemos ser los enviados de Dios en estos tiempos. Pablo tenía la posición de apóstol, y en nuestro caso debe ser igual. Por lo tanto, al estudiar la formación del apostolado de Pablo, estamos estudiando a la vez la formación de nuestro propio apostolado.
Todos los que estamos en el recobro del Señor debemos ser los enviados. Una hermana joven por lo menos puede ser enviada por el Señor a sus padres para testificarles del Señor Jesús. ¿Está usted listo para que el Señor le envíe? Todos debemos estar preparados para ser enviados por El. Respecto a este asunto del apostolado, nuestras mentes necesitan ser renovadas. Por lo tanto, mientras consideramos los varios puntos tratados en este mensaje, necesitamos ver cómo podemos seguir el ejemplo de Pablo para ser constituidos apóstoles. Todos los puntos de los que vamos a hablar son requisitos para la formación de nuestro apostolado.
En 1:15 Pablo dice que Dios lo apartó desde el vientre de su madre. En griego esto significa ser designado o distinguido para un propósito específico. Esto ocurrió antes de que Pablo naciera.
Cuando leemos que Pablo fue apartado desde el vientre de su madre, podemos tener el concepto de que esto fue verdad en cuanto a él, pero no en cuanto a nosotros. Este era mi punto de vista hace años al leer estos versículos. Según mi concepto, Pablo había sido apartado, pero yo no. Sin embargo, este concepto es incorrecto. Fuimos escogidos, elegidos, antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4). Ciertamente ser escogidos desde antes de la fundación del mundo es más crucial que ser apartados desde el vientre de nuestra madre. Puesto que ha sido usted escogido desde antes de la fundación del mundo, ¿no cree que también fue apartado desde el vientre de su madre? Con toda seguridad que sí lo fue. Como veremos, esto se refiere a llevar a cabo en la esfera del tiempo la elección eterna de Dios.
Algunos maestros de la Biblia tienen diferentes opiniones con respecto al momento en que Pablo fue apartado en el vientre de su madre. Según una filosofía, él fue apartado desde el momento en que fue concebido. Pero conforme a otra filosofía, él fue apartado a la hora de su nacimiento. No hay necesidad de ser tan detallados tocante a esto. El punto principal aquí es que, conforme a la elección de Dios, El nos escogió en la eternidad, antes de la fundación del mundo. Esto significa que fuimos escogidos desde antes del comienzo del tiempo, en la eternidad. Sin embargo, se necesitaba que en un tiempo determinado fuésemos apartados desde el vientre de nuestra madre. Ser apartados desde el vientre de nuestra madre está relacionado con el hecho de que en la esfera del tiempo se cumpliese la elección que Dios hizo en la eternidad. Era necesario que naciésemos en cierto tiempo. Le agradecemos al Señor que Saulo de Tarso no haya nacido cien años antes que el Señor Jesús, ni seiscientos años después. El nació exactamente a la hora debida y en el lugar debido, en la ciudad de Tarso. Fue bajo la soberanía del Señor que Pablo no nació en Galilea, donde nació Pedro. Tanto Pedro como Pablo fueron escogidos desde antes de la fundación del mundo, y ambos fueron apartados precisamente a la hora exacta. Conforme al tiempo que Dios tuvo a bien, El hizo que estos dos de Sus escogidos fueran concebidos en el vientre de sus madres. Lo mismo es cierto en cuanto a nosotros hoy en día. Fuimos escogidos desde antes de la fundación del mundo. Luego Dios esperó hasta que llegase la hora apropiada de que naciésemos. Así que, con respecto a nuestro nacimiento, Dios decidió el tiempo. Todos nosotros fuimos elegidos en la eternidad, cuando Pablo fue elegido; sin embargo, fuimos apartados desde el vientre de nuestra madre en tiempos diferentes. Por lo tanto, ser apartados desde el vientre de nuestra madre consiste en que la elección de Dios se lleve a cabo de una manera práctica.
No piense que Pablo fue apartado desde el vientre de su madre, pero que usted no lo fue. Ya que Pablo fue puesto como modelo, lo que a él le sucedió nos debe suceder también a nosotros. Cada vez que recuerdo mi pasado, alabo al Señor. A veces, al considerar mi juventud, lloro delante de El. Cuánto le agradezco que El me hizo nacer a la hora exacta y en el lugar debido, hace más de setenta y cuatro años en una pequeña aldea de China. Todos podemos decir: “Señor, gracias por haberme apartado desde el vientre de mi madre”. Espero que todos tengamos una plena comprensión de esto. Necesitamos comprender que Dios nos apartó a fin de llevar a cabo Su elección eterna. Esto fue verdad en cuanto a Pablo, y es igualmente verdad en cuanto a nosotros hoy en día.
En 1:15 Pablo también dice que Dios le llamó por Su gracia. Pablo fue llamado a ser apóstol por la gracia de Cristo, no mediante la ley que vino por Moisés. Este llamado ocurrió a la hora de su conversión. Nosotros también podemos testificar que hemos sido llamados por Dios. En realidad, Su llamado comenzó al apartarnos desde el vientre de nuestra madre. Si tomamos tiempo para revisar nuestro pasado, veremos que Su llamamiento de nosotros comenzó al ser concebidos en el vientre. Dios arregló la hora y el lugar de nuestro nacimiento. Luego, El nos llamó. Cuán agradecido estoy con el Señor porque hizo que yo fuera concebido en el vientre de una mujer que estaba en el seno del cristianismo, aunque en ese tiempo no era salva. De esta manera Dios hizo que yo naciera en el cristianismo, empezando Su llamamiento al apartarme desde el vientre de mi madre. Luego, un día de 1925, Su llamamiento se cumplió de modo completo cuando creí en el Señor Jesús. Ninguno de nosotros debe tener duda acerca de ser llamado por Dios. Más bien, debemos adorarlo por Su llamamiento y agradecérselo. Todo lo que está relacionado con nosotros, tal como nuestra familia y educación, tiene que ver con la soberanía de Dios y está relacionado con el llamamiento que El nos hizo.
En 1:15 y 16 Pablo dice que agradó a Dios revelar a Su Hijo en él. El Hijo de Dios le fue revelado y mostrado a Pablo. Esto significa que Pablo recibió una visión de la viviente Persona del Hijo de Dios. Ya que Pablo es un ejemplo para los creyentes, y puesto que el Hijo de Dios fue revelado en él, nosotros también debemos tener a Cristo revelado en nosotros. Cuando el Hijo de Dios es revelado en nosotros, algo divino es añadido en nosotros. La elección y el llamamiento no hacen que nada sea añadido en nosotros. En cambio, la revelación del Hijo de Dios en nosotros hace que la divinidad sea añadida a nuestra humanidad. Dios mismo es añadido en nuestro ser para llegar a ser nuestra vida. El que tiene al Hijo, tiene la vida (1 Jn. 5:12). Por consiguiente, tener al Hijo de Dios revelado en nosotros significa tener a Dios añadido a nosotros para que llegue a ser nuestra vida.
Después que el Hijo de Dios fue revelado en Pablo, él no consultó “con carne y sangre”. Esto quiere decir que él no consultó con el hombre, quien está hecho de carne y sangre. Esto confirma el hecho de que Pablo no recibió de hombre alguno el evangelio (1:12).
Después de que creímos en el Señor Jesús, muchos de nosotros consultamos con otros inmediatamente. Si recordamos nuestra experiencia, comprenderemos que gran parte de esto no nos sirvió de nada. Tan pronto como fui salvo, acudí a otros en busca de ayuda. Sin embargo, sólo me vi frustrado por ellos y me enfrié. Tal vez algunos de ustedes hayan hablado con ciertos predicadores o ministros, sólo para descubrir que tener contacto con ellos era desalentador.
Hace treinta años, cuando creyentes jóvenes me buscaban, yo tenía mucho que decirles. Hoy en día es muy distinto. Ahora, cuando otros consultan conmigo, simplemente les digo que oren y que busquen al Señor, que lleven todo a El para que los guíe. Yo no quiero ser la carne y sangre con la que otros consulten. No debemos consultar con carne y sangre, ni tampoco debemos ser la carne y sangre con la cual consultan otros. Dejemos a otros y sus situaciones en manos del Señor.
Pablo da comienzo al versículo 17 con las palabras: “Ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo”. Todos nosotros hemos cometido errores con respecto a esto. Hemos ido a un lugar que hemos considerado la Jerusalén de hoy día, deseando consultar con ciertos líderes. Ir a alguna Jerusalén a los que eran apóstoles antes que nosotros es algo religioso y tradicional. En realidad, hacer tal cosa es consultar con carne y sangre.
Tal vez a algunos de los que toman la delantera les preocupe que decir esto produzca que los santos no busquen la comunión adecuada. Además, puede ser que crean que esto arruinará la autoridad. Pero, ¿no sería maravilloso que todos los santos fueran entrenados en no consultar con carne y sangre? ¡Qué maravilloso sería que todos nosotros trajésemos directamente al Señor tanto nuestro ser mismo como nuestros problemas y necesidades! Si vamos a ser los apóstoles de hoy debemos seguir el ejemplo de Pablo en cuanto a no subir a Jerusalén a consultar con otros.
En el versículo 17 Pablo dice que él fue a Arabia. Es difícil averiguar a qué parte de Arabia fue Pablo y cuánto tiempo permaneció allí después de su conversión. Sin embargo, debe de haber sido un lugar alejado de otros cristianos, y su estancia no ha de haber sido corta. Su propósito al decir esto era testificar que no había recibido de hombre alguno el evangelio. En Arabia debe de haber recibido directamente del Señor una revelación respecto al evangelio.
Al irse a Arabia, Pablo se apartó de la cultura judía y de la influencia cristiana. Conforme al entendimiento tradicional, Pablo permaneció tres años en Arabia. En realidad, no sabemos cuanto tiempo permaneció allí. Simplemente sabemos que por un período de tiempo él se apartó de la religión judía y de la influencia cristiana. Durante su estancia en Arabia, probablemente él hizo una comparación entre su experiencia y el Antiguo Testamento, el cual había llegado a conocer muy bien por la instrucción de Gamaliel. Pienso que en Arabia Pablo tuvo un tiempo tranquilo y sobrio para comparar con las Escrituras del Antiguo Testamento su propia experiencia. Sin duda, también pasó mucho tiempo dedicado a la oración.
Aquí vemos otro principio que podemos seguir. Después de tener cierta experiencia directa con el Señor, necesitamos retirarnos de toda clase de influencia religiosa para tranquila y sobriamente comparar con la Biblia nuestras experiencias. Esto nos ayudará en gran manera. Yo creo que mientras Pablo estuvo comparando con las Escrituras su propia experiencia, recibió mucha luz y revelación.
En el versículo 17 Pablo también dice que volvió de nuevo a Damasco.
En los versículos 18 y 19 Pablo dice además: “Después, pasados tres años, subí a Jerusalén para visitar a Cefas, y permanecí con él quince días; pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor”. Tres años después de su regreso a Damasco, Pablo subió a Jerusalén. Yo creo que durante estos años también pasó mucho tiempo orando y comparando con el Antiguo Testamento su propia experiencia.
Aunque Pablo no consultó con carne y sangre, llegado cierto tiempo sí subió a Jerusalén. Consultar con carne y sangre es erróneo, pero aislarnos de otros miembros del Cuerpo de Cristo también está equivocado. Después de recibir revelación, llegado el momento oportuno debemos tener contacto con los miembros del Cuerpo del Señor que hayan conocido al Señor antes que nosotros. Existe la necesidad de esta clase de comunión.
En el versículo 21 Pablo dice: “Después fui a las regiones de Siria y de Cilicia”. Arabia, Siria y Cilicia eran regiones del mundo gentil. Al mencionar su viaje a todos estos lugares, Pablo testifica que la revelación que él recibió respecto al evangelio no provino de ningún hombre, de ningún cristiano, la mayoría de los cuales estaban en Judea en esos tiempos (v. 22). Yo creo que en las regiones de Siria y Cilicia Pablo pasó más tiempo orando y considerando las Escrituras. Probablemente también recibió otras revelaciones.
En versículo 22 dice: “Pero todavía no era conocido de vista en las iglesias de Judea, que están en Cristo”. Decir esto también fortalece el punto de que Pablo no recibió el evangelio de ninguno de los que eran creyentes de Cristo antes que él. Casi ninguno de los santos de Judea lo habían visto.
En los versículos 23 y 24 Pablo concluye: “Solamente oían decir: Aquel que en otro tiempo nos perseguía, ahora anuncia como evangelio la fe que en otro tiempo asolaba. Y glorificaban a Dios por causa de mí”. Las iglesias, incluyendo a todos los creyentes de Cristo en Judea, sólo oían las noticias de la conversión de Pablo y glorificaban a Dios por causa de él. No tuvieron nada que ver con el hecho de que Pablo recibiera la revelación tocante al evangelio.