Mensaje 7
Lectura bíblica: Gá. 2:4, 2:20; 4:24-25, 28, 30-31; 3:3, 21; 5:1
En el libro de Gálatas Pablo presenta varios contrastes entre lo que es superior y lo que es inferior. En un mensaje anterior señalamos el contraste que existe entre el Hijo de Dios y la religión del hombre. En este mensaje vamos a considerar otro contraste: el que existe entre la libertad que tenemos en Cristo y la esclavitud de estar bajo la ley. Cristo está en contraste con la ley y la libertad está en contraste con la esclavitud. Cuando lleguemos al capítulo tres, veremos el contraste que existe entre el Espíritu y la carne. Para tocar las profundidades de este libro, debemos tener presente la práctica del escritor de hacer contrastes.
En 2:4 Pablo dice: “Y esto a pesar de los falsos hermanos introducidos a escondidas, que se infiltraban para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a esclavitud”. La palabra griega que significa “esclavitud” se traduce de modo diferente en la versión King James donde se usa la palabra cautiverio. Aunque esto no es incorrecto, la raíz de la palabra griega significa ser un esclavo. Por lo tanto, el pensamiento aquí no es simplemente estar en cautiverio, sino estar esclavizado, ser reducido a esclavitud.
Si queremos entender el contraste que existe entre la libertad que tenemos en Cristo y la esclavitud de estar bajo la ley, necesitamos una definición apropiada de las palabras “libertad” y “esclavitud”. Es posible que cuando leamos estas palabras en las Escrituras, simplemente las tomemos sin tener un entendimiento adecuado. En 2:4 Pablo habla de los falsos hermanos que se infiltraban para espiar nuestra libertad. Expresiones tan fuertes y negativas como “falsos hermanos”, “se infiltraban” y “espiar” deben impresionarnos con el hecho de que la libertad de estar en Cristo es un asunto muy importante. De otro modo, los judaizantes, los falsos hermanos, no habrían entrado furtivamente a espiar esta libertad.
¿Qué es esta libertad en Cristo? Primero, la libertad en Cristo implica liberación de una obligación. Debido a que somos libres en Cristo, ya no estamos obligados con la ley y sus ordenanzas, prácticas y regulaciones. Cualquiera que trate de guardar la ley se hace deudor a las ordenanzas, prácticas y regulaciones de la ley. Por consiguiente, si usted trata de guardar la ley, se pondrá usted bajo esclavitud y servirá a la ley como esclavo. La libertad en Cristo, en cambio, nos libera de semejante obligación.
En segundo lugar, la libertad en Cristo incluye satisfacción con un rico suministro. Si estamos libres exteriormente pero no tenemos nada que nos apoye o satisfaga, esta libertad no es genuina. La libertad apropiada no solamente consiste en ser liberados de una obligación; también consiste en ser plenamente satisfechos por un suministro y apoyo adecuados.
En tercer lugar, ser libre en Cristo es disfrutar un descanso. Los que todavía observan el Sábado no tienen un verdadero descanso, porque sus esfuerzos para guardar el Sábado los ponen bajo una pesada carga. Pero en Cristo tenemos un descanso verdadero.
En cuarto lugar, libertad en Cristo implica disfrutar a Cristo. Debido a que somos libres en El, disfrutamos todo lo que El es. La verdadera libertad en Cristo es el pleno disfrute del Cristo vivo.
Si queremos tener una definición apropiada de la libertad en Cristo, una definición que iguale nuestra experiencia, necesitamos ver que tal libertad tiene que ver con ser liberados de toda obligación, ser satisfechos por el rico suministro del Señor, tener un descanso genuino y disfrutar a Cristo. Quienes tienen esta clase de libertad no son esclavizados por nada. Aunque algunas veces Satanás tal vez nos ponga en una situación difícil, todavía podemos estar en descanso. No debemos estar esclavizados por ninguna situación. Más bien, podemos disfrutar al Señor. Esto quiere decir que somos libres en lo más profundo de nuestro ser. Esta es la libertad que tenemos en Cristo.
Conforme usted considere esta descripción de la libertad que tenemos en Cristo, encontrará que corresponde a su experiencia con el Señor. Nuestra experiencia puede diferir en grado, pero no difiere en naturaleza.
La libertad en Cristo es un tesoro. Satanás, el insidioso, envió a los judaizantes a espiar esta libertad y para privar a los creyentes gálatas de este tesoro. El quería quitarles su liberación de la obligación, así como también su satisfacción, su descanso y su disfrute de Cristo.
Una vez que tenemos un entendimiento apropiado de la libertad en Cristo, es fácil entender qué es la esclavitud. Es lo contrario de la libertad. La esclavitud de la ley nos hace estar obligados a la ley y a sus mandamientos, ordenanzas, prácticas y regulaciones. Sin embargo, nadie puede cumplir los requerimientos de la ley. La mayor parte de los Diez Mandamientos controlan a la gente exteriormente. Pero el mandamiento relacionado con la codicia ejerce un control interno. Tal vez podamos guardar los otros mandamientos, pero no éste. Simplemente no podemos escapar de la avaricia que está dentro de nosotros. Por ejemplo, tal vez veamos que alguien tiene una pluma nueva mejor que la nuestra. Muy dentro de nosotros deseamos tener una pluma como esa. Esto es codicia.
Debido a que todos tenemos deficiencias humanas, no podemos cumplir los requerimientos de la ley. En toda la historia, solamente una persona, el Señor Jesús, ha guardado la ley. Los requerimientos de la ley son demasiado pesados para que nosotros los cumplamos. Si tratamos de guardar la ley, caemos bajo su yugo. En Hechos 15:10 Pedro dijo: “Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar?”. La esclavitud de estar bajo la ley es este yugo.
Estar esclavizado bajo la ley también significa no tener satisfacción. Bajo la ley no hay satisfacción porque no hay suministro. La ley hace demandas, pero no ofrece suministro alguno para satisfacer esas demandas.
Más aún, con la esclavitud de la ley no es posible tener descanso. En Mateo 11:28 el Señor Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Esta promesa fue dada especialmente a los que trataban de guardar la ley. Se refiere en particular a la labor del esfuerzo de guardar los mandamientos de la ley y las regulaciones religiosas. Descansar aquí se refiere a ser liberado de la labor y la carga de estar bajo la ley y la religión. Al hacer esta declaración, el Señor Jesús parecía estar diciendo: “Venid a mí, todos los que estéis cargados bajo la ley, y os liberaré. Yo os liberaré del yugo de la ley. Bajo la ley, no tenéis descanso. El verdadero descanso está en Mí”.
Finalmente, en la esclavitud de la ley no se puede disfrutar a Cristo. Los que se ponen bajo la obligación de la ley no tienen satisfacción, descanso ni disfrute.
Si consideramos el contraste que existe entre la libertad que tenemos en Cristo y la esclavitud de estar bajo la ley, rebosaremos de alabanzas al Señor. En Cristo hemos sido liberados de toda clase de obligación. En El también tenemos satisfacción, descanso y disfrute. Esta libertad en Cristo está en contraste con la esclavitud de la ley. Muchos de nosotros podemos testificar que tenemos tal liberación, satisfacción, descanso y disfrute.
Con respecto a la verdad del Nuevo Testamento, Gálatas es un libro más básico que Colosenses. Colosenses habla de la experiencia cristiana, pero Gálatas toca las verdades básicas del Nuevo Testamento. Gálatas es aún más básico que Romanos. Gálatas es el libro más básico con respecto a la economía neotestamentaria de Dios. Este libro es singular en cuanto a su revelación de la economía de Dios.
La esclavitud de la ley de la que se habla en Gálatas no es lo mismo que la esclavitud de los hijos de Israel bajo Faraón. Estas dos clases de esclavitud no deben ser confundidas. Egipto era satánico, mientras que la ley es espiritual y fue dada por Dios. Comprender esta diferencia nos ayudará a ser impresionados con el hecho de que ningún otro libro del Nuevo Testamento presenta las verdades básicas de la manera como lo hace Gálatas.
Necesitamos ver algo más con respecto a la esclavitud de estar bajo la ley. La ley fue tipificada por Agar, la concubina de Abraham, quien no tenía una posición apropiada. Esto indica que en la promesa y la gracia de Dios, la ley no tiene posición (4:24-25). Como esposa de Abraham, Sara tenía la posición apropiada en la promesa y la gracia de Dios. La esposa hasta pudo decirle a Abraham que echara a la esclava y a su hijo. Esto muestra que la ley tipificada por Agar no tiene posición en la promesa y la gracia de Dios.
Los adventistas del séptimo día necesitan oír algo como esto. Al obligarse a guardar el Sábado, ellos se ponen a sí mismos en la posición de una concubina. Cuando hacen esto, ellos no tienen posición en la gracia de Dios.
En 3:21 Pablo habló como un hábil polemista: “Si se hubiese dado una ley que pudiera vivificar, la justicia habría sido verdaderamente por la ley”. Debido a que la ley está compuesta de letras muertas, no puede vivificar.
Puesto que la ley no puede vivificar, la ley no puede producir hijos; solamente puede producir esclavos. Ismael no era un hijo propio de Abraham; era un esclavo. Agar no pudo producir un hijo que fuera heredero de Abraham. Debido a que la madre de Ismael era una esclava, Ismael también era esclavo. Todos los que se esfuerzan por guardar la ley, como los adventistas del séptimo día, son el Ismael de hoy, producidos por Agar.
Los que se esfuerzan en guardar la ley no lo hacen por el Espíritu, sino por su carne. Por esta razón, ellos no participan de la promesa de Dios y no tienen el disfrute de vida en gracia por el Espíritu (3:3). La vida, la gracia y el Espíritu no tienen nada que ver con guardar la ley. La ley no tiene vida, no da gracia y no depende del Espíritu. De ahí que al guardar la ley no tengamos vida, gracia ni Espíritu. En vez de eso, solamente tenemos nuestro esfuerzo en la carne.
Conforme consideramos el asunto de la libertad que tenemos en Cristo, necesitamos ver que Cristo como el Espíritu vivificante imparte vida mediante la gracia. Esta gracia es tipificada por Sara, la libre (2:20a; 4:31). Como hemos señalado varias veces, la gracia es Dios procesado para ser nuestro disfrute. En 1:15 Pablo dice que Dios lo llamó por Su gracia. Esto significa que cuando Dios nos llamó, El nos llamó por Sí mismo como Aquel que fue procesado para ser nuestro disfrute. Cristo como el Espíritu vivificante imparte vida en nosotros mediante el Dios Triuno, quien ha sido procesado para llegar a ser nuestro disfrute.
Muchos cristianos consideran la gracia meramente como un favor inmerecido. Según este concepto, recibir del Señor algo que no merezcamos es recibir gracia. Muchos cristianos piensan que experimentar gracia está especialmente relacionado con recibir bendiciones materiales. Este modo de entender la gracia está lejos de ser adecuado. En Juan 1:14 se nos dice que cuando la Palabra (Cristo) se hizo carne y fijó tabernáculo entre nosotros, El estaba lleno de gracia. Esto ciertamente no quiere decir que la Palabra que se hizo carne estaba llena de bendiciones materiales. Además, en Juan 1:16 se nos dice que de Su plenitud tomamos todos, gracia sobre gracia. Esto definitivamente no se refiere a recibir una bendición material tras otra. La gracia revelada en el Nuevo Testamento es el mismo Dios encarnado, quien viene a nosotros para ser nuestro disfrute.
En 1 Corintios 15:10 Pablo dice que él laboraba más que otros. En este versículo también dice que no era él quien laboraba, sino la gracia de Dios que estaba con él. Esto indica que la gracia que estaba con Pablo era en realidad Dios mismo. Cristo imparte vida en nuestro ser mediante el Dios Triuno, quien se ha procesado para ser nuestro disfrute. Esto es gracia.
La gracia está tipificada por Sara, quien también tipifica la promesa de Dios. Como hemos señalado, Agar, la concubina, tipifica la ley. Cuando lleguemos al capítulo cuatro, veremos que estas mujeres son una alegoría que representa dos pactos que producen dos clases de hijos. La gracia tipificada por Sara es el medio que Cristo usa para impartirse a Sí mismo dentro de nosotros como vida. Esto es absolutamente diferente de la ley.
La vida impartida por Cristo produce hijos como Isaac, hijos de la libre, quienes heredan la promesa de Dios (4:28, 30-31). Cuando recibimos a Cristo como vida, llegamos a ser hijos de Dios a fin de heredar la bendición prometida por Dios para el cumplimiento del propósito de Dios.
Como hijos de la promesa, participamos de la divina gracia de vida y así disfrutamos la libertad de vida (5:1). Esto quiere decir que somos liberados de toda obligación y que tenemos satisfacción, descanso y disfrutamos a Cristo. Esta es la libertad que está en contraste con la esclavitud de la ley.
Gálatas 2:4 presenta el contraste básico que existe entre la libertad de estar en Cristo y la esclavitud de estar bajo la ley. Esto indica el hecho de que el libro de Gálatas nos da varias verdades y principios básicos para que conozcamos la economía neotestamentaria de Dios de manera apropiada. Es posible que algunos santos en el recobro del Señor todavía no tengan un concepto claro acerca de la economía neotestamentaria de Dios. Estos mensajes sobre Gálatas deben ayudarnos a todos nosotros a conocer la economía de Dios de manera básica.
Es fundamental que entendamos los términos, verdades y principios básicos presentados en Gálatas. Hasta ahora, hemos abarcado dos puntos básicos. El primero consiste en que el Hijo de Dios está en contraste con la religión del hombre. El segundo consiste en que la libertad que tenemos en Cristo está en contraste con la esclavitud de estar bajo la ley. Necesitamos conocer al Hijo de Dios y también la religión y la tradición del hombre. También debemos conocer el contraste que existe entre la libertad de estar en Cristo y la esclavitud de estar bajo la ley. ¡Alabado sea el Señor por la libertad que tenemos en Cristo! No estamos en la esclavitud de la ley, sino que disfrutamos libertad en Cristo. Estamos libres de toda obligación y tenemos satisfacción, descanso y disfrute en Cristo.