Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Estudio-Vida de Génesis»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas


Mensaje 110

La madurez: el aspecto reinante del Israel maduro

(1)

  Génesis es un libro maravilloso. Cuanto más lo estudiamos, más nos damos cuenta que ninguna mano humana pudo haberlo escrito. Aparentemente Génesis es simplemente un libro de relatos; pero cuando examinamos las profundidades de este libro con la guía del Espíritu Santo, encontramos que contiene algo profundo relacionado con nuestra experiencia de vida. Si leemos superficialmente, no llegamos a comprender la razón por la cual los eventos del capítulo treinta y ocho se narran después de las circunstancias del capítulo treinta y siete. Apreciamos el significado profundo de esta secuencia sólo cuando descubrimos el significado espiritual de estos capítulos.

  Según el relato del libro de Génesis y conforme a nuestra experiencia espiritual, José no debe considerarse una persona separada de Jacob, sino un aspecto de la biografía de éste. Cuando llegamos por primera vez a Abraham en este estudio-vida, hicimos notar que en la experiencia espiritual, Abraham, Isaac y Jacob no son tres individuos separados, sino que representan tres aspectos de la experiencia de un solo santo. Abraham, Isaac y Jacob representan tres aspectos de un solo hombre espiritual, y sus biografías describen varios aspectos de la vida completa de un santo. Abraham, Isaac y Jacob son tres aspectos de una sola persona, algo parecido al hecho de que el Padre, el Hijo y el Espíritu constituyen la Deidad. En el relato de Génesis Dios se revela como el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Sin embargo, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob no son tres dioses separados, sino que es el Dios Triuno. Asimismo, en términos espirituales, Abraham, Isaac y Jacob no son tres personas separadas, sino tres aspectos de una sola persona completa. Por consiguiente, no sólo tenemos al Dios Triuno, sino también a un hombre completo con tres aspectos.

  Resulta difícil determinar quién está primero si Abraham o Jacob. Según el relato histórico, Abraham fue el abuelo y Jacob el nieto. Pero según la experiencia espiritual, Jacob debe venir antes. Jacob fue escogido antes de nacer (Ro. 9:11-13). Esto significa que este santo completo fue escogido como Jacob antes de su nacimiento. Efesios revela que esta elección se produjo antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4). Por lo tanto, esta persona completa fue escogida para ser Jacob. Esta persona también es un ser caído como Jacob. De modo que la persona escogida y caída fue llamada en Abraham. Este hombre en Abraham no sólo fue llamado, sino también justificado y llevó una vida de fe. Además heredó y disfrutó todas las riquezas de Cristo como Isaac. Después de ser llamado y justificado, y mientras llevaba una vida de fe, heredó todas las riquezas de Cristo y las disfrutó. Pero eso no es todo; como Jacob, este hombre también se esforzó y sufrió por causa de sus esfuerzos. También fue disciplinado y llegó a la madurez. Todo esto fue la experiencia de Jacob. Se necesitan, pues, tres personas: Abraham, Isaac y Jacob para abarcar estas experiencias: la elección, la caída, el llamado, la justificación por la fe, el vivir por fe, la herencia y el disfrute de las riquezas de Cristo, los propios esfuerzos, los sufrimientos, la disciplina y la madurez.

  Estas tres personas nos representan a usted y a mí. Nosotros como Jacob somos escogidos y caímos. Como Abraham somos llamados, justificados por la fe y vivimos por fe. Como Isaac heredamos las riquezas de Cristo y las disfrutamos. Como Jacob nos esforzamos, sufrimos, somos disciplinados y llegamos a la madurez. Cuando Jacob llegó a su madurez, su nombre cambió. Su carácter no sólo fue transformado, sino que su nombre Jacob, un suplantador, fue cambiado por Israel, un príncipe maduro de Dios, uno que podría reinar para Dios.

3) El aspecto reinante del Israel maduro

  El Israel maduro tiene un aspecto reinante. Ya vimos el proceso de madurez de Jacob y la manifestación del mismo. Su madurez fue plenamente manifestada en la manera excelente en que partió de esta vida. Ahora debemos ver el aspecto reinante de esta vida madura. En este mensaje llegamos al aspecto reinante del Israel maduro, un aspecto bastante detallado en la biografía de José.

  No debemos considerar a José como una persona separada de Jacob porque él representa un aspecto de éste. Es por eso que los últimos catorce capítulos de Génesis combinan el relato de la vida de José con el de la vida de Jacob. Génesis mezcla las biografías de José y de Jacob porque en realidad son la biografía de una sola persona, no de dos personas. Esta mezcla de relatos indica que José constituye un aspecto de Jacob. Si usted lee el relato que consta en Génesis desde el capítulo treinta y siete hasta el cincuenta, verá que José es un aspecto, una parte, de Jacob; era su expresión. Dondequiera que estaba José, allí estaba Jacob. Cuando José llegó al poder, en realidad era Jacob el que reinaba. Por consiguiente, sus biografías están combinadas en una sola.

  Durante años traté de dividir cada libro de la Biblia en secciones. Pero cuando llegaba a los últimos capítulos de Génesis, no podía determinar si se trataba de una sección acerca de Jacob o de José. Finalmente, hice a un lado el intento de dividir esta parte de Génesis en secciones. Por no haber visto el asunto de la vida en ese entonces, no me di cuenta de la excelencia con que se escribió Génesis. Debemos reconocer que estos capítulos forman parte de una sola biografía que consta de dos aspectos. El día que vi esta luz me alegré mucho. En el aspecto espiritual José no está separado de Jacob, sino que representa el aspecto reinante de un santo maduro.

a) La vida de José es la historia de Jacob

  Dice en Génesis 37:2: “Esta es la historia de la familia de Jacob”. Luego pasa a relatarnos la vida de José. Esto demuestra que la vida de José formaba parte de la historia de Jacob. La biografía de José es un aspecto de la historia de Jacob.

b) José tipifica a Cristo

  La biografía de José indica que él no tenía ningún defecto. Según el relato, él fue totalmente perfecto. En la Biblia José es el hombre perfecto del Antiguo Testamento, y Jesús el hombre perfecto del Nuevo Testamento. Las cuatro biografías de Jesús en el Nuevo Testamento revelan que El era perfecto, y no tenía ningún defecto. El relato de José en el Antiguo Testamento revela que también él era perfecto. Algunos dirán que para que José tipificara a Cristo, tenía que ser perfecto. Sin embargo, ¿no tipificaba David a Cristo? ¡Ciertamente! No obstante, David, una figura de Cristo, cometió un pecado grave. Salomón también tipifica a Cristo, pero también él era pecaminoso. Con excepción de José, todos los individuos que tipifican a Cristo en el Antiguo Testamento tuvieron faltas.

  José como figura de Cristo, representa el aspecto reinante de un santo maduro, el Israel maduro. Indudablemente el aspecto reinante de esta persona debe ser perfecto. Por supuesto, ninguno de nosotros es perfecto. No obstante, en el aspecto reinante, sí lo somos. Cuando reinamos en el espíritu, somos perfectos. Usted dirá: “Yo no soy perfecto; por el contrario, me parezco a Judá”. Sin embargo, el aspecto suyo que es como Judá no es el aspecto reinante, sino su aspecto caído. Efectivamente, usted, en su aspecto caído, es como el Judá del capítulo treinta y ocho. Los capítulos treinta y siete y treinta y nueve son capítulos de perfección; mientras que el capítulo treinta y ocho es un capítulo de perversidad. Por lo tanto, el aspecto reinante se encuentra en el capítulo treinta y siete, y el aspecto caído en el capítulo treinta y ocho. Quizá ayer usted reinaba para Dios, pero ahora posiblemente haya cometido un pecado, tal vez un pecado grave. Esto revela que tenemos varios aspectos. En este mensaje abarcaremos únicamente el aspecto reinante.

  Espero que todos veamos que Abraham, Isaac y Jacob, junto con José, conforman una sola persona. José no es un aspecto separado de una persona completa y espiritual como Abraham, Isaac y Jacob. Como ya vimos, José es un aspecto de Jacob. La Biblia no dice que Dios es el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob y el Dios de José. Esto haría de El un Dios cuaternario en lugar de triuno. El es solamente tres. Sin embargo, cuando llegamos a Jacob en su etapa de madurez, vemos que la vida madura incluye el aspecto reinante. Ni Abraham ni Isaac reinaron; pero José reinó en representación de Jacob. En otras palabras, Jacob reinó por medio de José.

  En Génesis 1:26 al crear al hombre, Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree...” En los últimos capítulos de Génesis, vemos un Israel que expresa la imagen de Dios y que ejerce Su señorío. El señorío de Dios ejercido sobre todas las cosas se manifiesta en la vida de José, mientras que la imagen de Dios es expresada en Israel. José no está separado de Jacob, sino que es un aspecto de la vida que expresa la imagen de Dios. Expresar la imagen de Dios y ejercer Su señorío se hallan en una sola persona. Por consiguiente, lo que encontramos en la vida de José puede llamarse el aspecto reinante del Israel maduro. Sin esta luz, uno no podría entender este pasaje de la Palabra. Lamento decir que la mayoría de los cristianos no tiene esta luz.

  Nuestra meta debe ser expresar a Dios con Su imagen y representarlo con Su señorío. para lograr esto, como Jacob somos escogidos y caídos; como Abraham somos llamados, justificados y vivimos por fe; como Isaac heredamos las riquezas de Cristo y las disfrutamos; y finalmente como Jacob nos esforzamos, sufrimos y somos disciplinados y llegamos a la madurez. Todos tenemos dentro de nosotros la naturaleza de Jacob, una naturaleza que se esfuerza. Si nos piden que no nos esforcemos, seguiremos haciéndolo. Pero esforzarnos no es necesariamente algo equivocado. Si una persona que ha sido cristiana durante años, nunca se ha esforzado, significa que no busca del Señor. También significa que no está interesada en obtener la primogenitura. Sin embargo, cuando entendamos algo acerca de la primogenitura, nos esforzaremos por ser santos y espirituales, y expresaremos nuestro carácter esforzado como el de Jacob. Cuando usted se esfuerce, prepárese para sufrir. Junto con el sufrimiento, usted estará bajo la mano disciplinaria de Dios. Quizá usted sea sagaz, pero Dios tiene un Labán más sagaz que usted. Esté preparado para sufrir y ser disciplinado por la mano de Dios. Finalmente usted llegará a la madurez, y se verá en su vida el aspecto reinante del Israel maduro. Este es el aspecto reinante representado por José.

  Repito que José no es una persona completa, sino simplemente el aspecto de un santo que ha llegado a la madurez por las experiencias que representan la vida de Abraham, de Isaac y de Jacob. Después de pasar por todas estas experiencias, el santo maduro tiene un aspecto que sólo está constituido de Cristo. Este aspecto de él es perfecto por estar constituido de Cristo. José representa este aspecto constituido de un santo maduro. En cada uno de nosotros hay una parte constituida de Cristo. Inclusive cuando usted acaba de ser regenerado, una parte de usted, a saber, su espíritu regenerado, está constituida de Cristo. Este es el principio que consiste en ser constituido de Cristo. El proceso por el cual uno es constituido de Cristo proseguirá hasta que uno llegue a la cumbre cuando el aspecto reinante se produzca en uno. Cuando seamos plenamente maduro, tendremos esta porción máxima, este aspecto elevado. Esta es la parte nuestra que está constituida de Cristo, el aspecto de la vida madura constituida de Cristo.

  Sin lugar a dudas, José es la figura perfecta de Cristo, porque describe el aspecto constituido [de Cristo] presente en un santo maduro. Si la parte de uno que está constituida de Cristo no es perfecta, entonces ninguna parte de uno puede ser perfecta. En nosotros los seres caídos, los salvos, llamados, redimidos y regenerados, no hay nada perfecto aparte del Cristo que nos constituye. ¡Aleluya, tenemos la constitución de Cristo dentro de nosotros! Una vez más repito que José representa la parte de la vida madura de Jacob que está constituida de Cristo. Este aspecto, Cristo constituido en los santos maduros, es perfecto; por consiguiente, tipifica perfectamente a Cristo.

(1) Un pastor

  Este aspecto perfecto es el de un pastor. José, como Abel, era pastor (Gn. 37:2). Esto tipifica el aspecto de la vida madura constituida de Cristo, la vida que apacienta y cuida a los demás. En el capítulo treinta y siete José no solamente alimentaba y apacentaba al rebaño, sino que había sido enviado por su padre a cuidar a sus hermanos, a pesar de ser menor que ellos. Por tanto, José apacentaba no solamente el rebaño de su padre, sino también a los hijos de éste. El Señor Jesús también vino como pastor (Jn. 10:11).

  Usted quizá sea nuevo en la vida de iglesia, pero tiene la constitución de Cristo dentro de sí. Cristo constituye parte de usted, y eso se convierte en la constitución de Cristo que hay en su vida espiritual. Esto es lo que pone en usted la carga de cuidar a los demás. Esto es el pastoreo. La constitución de Cristo en nuestra vida espiritual tiene un aspecto apacentador. Alentar a la gente a pastorear a los demás es algo vano. Cuanto más sea exhortado uno a apacentar a los demás, menos lo hará. El pastoreo no consiste en incitar a los demás a hacer algo, sino en que Cristo sea forjado en ellos. La parte de nuestro ser que es constituida de Cristo, es la parte que apacienta a los demás. Tengo plena confianza en esta parte de usted. Nosotros no podemos pastorear a nadie, pero el Cristo que ha sido forjado en nosotros sí puede hacerlo.

  El aspecto reinante es primeramente el aspecto que pastorea. Si usted no siente la carga de pastorear a los demás ni de alimentarlos, nunca podrá reinar. La autoridad reinante proviene de la vida que pastorea. Con el tiempo, José reinó sobre sus hermanos. Nótese que él no reinó sobre ellos antes de pastorearlos. El fue enviado por su padre para pastorear a sus hermanos y alimentarlos. Del mismo modo, Jesús no vino como rey para gobernar a los demás, sino como Pastor.

  Cristo, como Pastor, murió por Su propio pueblo. Eso se revela en Juan 10, donde vemos que el buen pastor da la vida por Sus ovejas. Jesús vino como Pastor y murió, dando Su vida por Su rebaño. En principio, ocurrió lo mismo con José en el capítulo treinta y siete. El fue enviado a cuidar a sus hermanos, pero ellos por poco lo matan. José dio su vida para llevar a cabo esta especie de pastoreo. Es bueno tener una vida de pastoreo. Sin embargo, si uno ha de pastorear a los demás, debe estar dispuesto a morir por los que ha de cuidar. Los que usted desea apacentar, no valorarán su pastoreo. Por el contrario, lo matarán. Pueden pensar que usted es una persona extraña y peculiar, y pueden llamarle “santo”. Muchos me han dicho: “Hermano Lee, si me quedo aislado y no amo a la iglesia ni a los santos, no tengo ningún problema. Pero cuando empiezo a amar a la iglesia y cuidar a los santos, los santos me matan”. Lo matan porque usted los pastorea.

(2) El amado del padre

  José tenía un aspecto apacentador y también era el amado de su padre (Gn. 37:3-4). Del mismo modo, Cristo era el Hijo amado del Padre (Mt. 3:17; 17:5). Sólo este aspecto nuestro que está constituido de Cristo es amado a los ojos de Dios. ¡Alabado sea el Señor porque estamos constituidos de Cristo! Esta parte nuestra es amada por el Padre. Usted puede testificar que a veces ha sentido en lo profundo de su ser que el Padre está presente y que usted puede sentir que El dice: “Este es Mi amado”. Las palabras dirigidas al Señor Jesús cuando fue bautizado y en el monte de la transfiguración, también han sido dirigidas a usted. Usted ha sentido en lo más recóndito que Dios el Padre está presente. Cuando usted tiene este sentir, esto demuestra que tiene la constitución de Cristo, la cual es agradable para el Padre. El Padre siempre dirá de esta parte suya: “Este es Mi amado”.

  Es posible que usted sea joven en el Señor, pero creo que ha experimentado que Dios el Padre en los cielos está muy contento y complacido con usted. Ahora bien, quizá usted no esté complacido consigo mismo cuando considera sus faltas y errores. La razón es que tenemos dos constituciones, la constitución de Cristo y la constitución del viejo Adán. Cuando usted tiene la constitución de Cristo, puede oír una voz celestial que dice: “Este es Mi amado”, porque Dios el Padre se complace en usted. Pero cuando usted tiene la vieja constitución, la de Adán, ni siquiera usted se complace consigo mismo. Hasta usted aborrece este aspecto de su ser. José representa la constitución de Cristo en la vida madura de Israel, esa parte que el Padre llama “Mi amado”.

(3) Ministra a los hermanos conforme a la voluntad del padre

  En Génesis 37:12-17 vemos que José ministró a sus hermanos conforme a la voluntad de su padre. En este asunto, José también tipifica a Cristo, pues Cristo descendió de los cielos para cumplir la voluntad del que lo había enviado (Jn. 6:38).

  En ninguna parte de la Biblia dice que José tipifica a Cristo. Pero si usted lee esta sección de la Palabra, reconocerá no solamente que José tipifica a Cristo, sino que su biografía es prácticamente la biografía de Cristo. La vida de José era una réplica de la vida de Cristo.

  En cuanto al uso de alegorías en la interpretación de la Biblia, algunos eruditos afirman que debemos considerar como tipología sólo lo del Antiguo Testamento que el Nuevo Testamento describe específicamente como tal. Yo me apegué a esa enseñanza muchos años, pero fui liberado de ella, pues me di cuenta de que era limitada. El Nuevo Testamento no contiene ninguna mención de que José tipificase a Cristo, pero nadie en el Antiguo Testamento fue un mejor tipo de Cristo que José. Esto indica que algunas cosas en el Antiguo Testamento son tipos, pese a que el Nuevo Testamento no se refiera a ellas como tales. Por esta razón, ya no me adhiero a esa enseñanza. José era un pastor, el amado del padre, y aquel a quien el padre mandó a que ministrara a sus hermanos. En todos estos aspectos, él era como Cristo.

(4) Aborrecido y maltratado por sus hermanos, a quienes él ministra

  José era pastor, era el amado de su padre y ministraba a sus hermanos conforme a la voluntad de su padre. Pero fue aborrecido y maltratado por sus hermanos, a los que él ministraba (Gn. 37:4-5, 8, 11, 18-36). Sucedió lo mismo con Cristo (Hch. 10:38-39), quien fue enviado a ministrar a los hijos de Dios, pero ellos lo aborrecieron. Según los evangelios, los líderes judíos le aborrecieron, conspiraron contra El y tramaron darle muerte. Esta también fue la experiencia de José con sus hermanos. En Génesis 37:19 y 20 sus hermanos dijeron: “He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle”. Así, conspiraron y tramaron contra su hermano José.

  Los hermanos de José lo maltrataron y lo entregaron a los ismaelitas o madianitas (37:25, 28). Ambos pueblos eran descendientes de Abraham. Este tuvo tres esposas: Sara, Agar y Cetura. El engendró a Isaac de Sara, su esposa legítima. Por medio de Agar, la sierva de Sara, Abraham había engendrado a Ismael, el producto de su carne. Finalmente, por medio de Cetura, engendró a Madián. Solamente Isaac fue engendrado por la gracia. Tanto Ismael como Madián fueron producidos por la carne. De modo que en el Antiguo Testamento, tanto Ismael como Madián representan la carne, la fuerza natural. José era un descendiente de Isaac y fue vendido a los descendientes de Ismael y de Madián: los ismaelitas y los madianitas. Parece que la Biblia por error usara indiscriminadamente los términos ismaelitas y madianitas. En el capítulo treinta y siete, el versículo 25 habla de los ismaelitas, y el versículo 28 de los madianitas. ¿Fueron ismaelitas o madianitas los que compraron a José? Según la Biblia, los ismaelitas y los madianitas pertenecían a la misma categoría. A los ojos de Dios los ismaelitas y los madianitas representan la carne. En consecuencia, José fue vendido por medio de la carne. Le sucedió lo mismo al Señor Jesús. Si los líderes judíos hubieran estado en el Espíritu, nunca habrían entregado a Jesucristo a Pilato. Cristo fue entregado a Pilato por los líderes judíos mediante la carne. Cuando los líderes judíos llevaron a Jesús ante Pilato, no eran israelitas, sino ismaelitas y madianitas. La entrega del Señor Jesús fue algo hecho en la carne.

  José fue vendido y llevado por medio de la carne a Egipto (Gn. 37:28, 36), que representa el mundo. El hecho de que José fuese vendido al mundo por medio de la carne indica que ésta se relaciona con el mundo. Lo mismo sucedió con el Señor Jesús. Mediante la carne, los líderes judíos llevaron a Cristo ante Pilato, quien era la autoridad romana y sin duda estaba en Egipto, es decir, en el mundo.

(5) Veía a los suyos como gavillas llenas de vida y como el sol, la luna y las estrellas llenas de luz

(a) Como gavillas llenas de vida

  Tengo una intensa carga de compartir algo muy importante con ustedes. Si usted hubiera estado en el lugar de José, ¿habría considerado a sus hermanos como seres celestiales y llenos de vida y de luz? En Génesis 37:2 vemos que José dio a su padre un informe negativo acerca de sus hermanos. Además, según el capítulo treinta y siete, los hermanos de José estaban llenos de odio y de ira, y según el capítulo treinta y ocho estaban llenos de lujuria. En el capítulo treinta y siete, vemos el odio y la ira de los hermanos de José, y en el capítulo treinta y ocho, vemos la lujuria de Judá. José vio la maldad de sus hermanos e informó a su padre al respecto. Luego José tuvo dos sueños (37:5-9). En el primero, vio gavillas en el campo. Este sueño revela que cuando mucho, José no era más que una gavilla, y que en el peor de los casos, sus hermanos también eran gavillas. Dios le dio a José este sueño, y en él tuvo la visión que tenía Dios acerca de sus hermanos. Quizá José haya dicho a su padre: “Padre, mis hermanos son muy viles. ¡Cuánto he sufrido por su maldad! Están llenos de ira y de lujuria”. No obstante, Dios intervino y le dio a José un sueño en el que parecía decir: “José, a Mis ojos tú eres igual que tus hermanos y ellos no son peores que tú. Tú eres una gavilla y ellos también son gavillas. La única diferencia entre tú y ellos es que a ti te escogí para que reines. Eso no significa que seas mejor que ellos”.

  Si no tenemos la experiencia necesaria, no podemos entender lo que dice la Biblia acerca de los manojos del sueño de José. Cuando usted entra en la vida de iglesia, puede decir: “¡Cuán maravillosa es la vida de iglesia! ¡Los hermanos y hermanas son maravillosos! ¡Cuánto amo a la iglesia!”. Pero cuanto más ame a la iglesia y cuide a los santos, más verá “topos”, “tortugas” y “escorpiones”. Entonces usted dirá: “¿Señor, qué es esto? La situación de la iglesia es lamentable. Ni siquiera los ancianos son buenos. Y mira a las hermanas. No quiero sentarme al lado de ellas en las reuniones”. En tal circunstancia, usted necesita un sueño celestial. Cuando llegue el sueño, el Señor dirá: “Tú no eres mejor que los demás, y ellos no son peores que tú. Todos son manojos llenos de vida en Mí. No hay ni ‘topos’ ni ‘escorpiones’ ni ‘tortugas’ entre Mi pueblo. Todos son gavillas llenas de vida”. Si yo no hubiera recibido un sueño celestial, me habría apartado hace mucho tiempo. Pero recibí un sueño celestial. He visto que soy una gavilla y que todos aquellos que a mis ojos son “topos” también son gavillas. A los ojos de Dios todos son gavillas.

  Hace años yo solía hacer oraciones que acusaban a otros delante del Señor; le informaba a El de las maldades que había visto. En mis oraciones decía: “Señor, he abandonado mi trabajo y consagrado mi vida y mi futuro para esta obra. Pero Señor, ¡mira a esta gente!”. Sin embargo, el sueño llegó finalmente, y el Señor me dijo: “Tú no eres mejor que ellos. Cuando mucho, eres una gavilla, y en el peor de los casos, también ellos son gavillas”. Al principio, estaba confuso y discutía con el Señor, diciendo: “Señor, Tú no eres estricto. Eres superficial. ¿Acaso no ves el corazón de ellos?”. Pero el Señor contestó: “No los miro desde tu punto de vista. Los veo desde el Mío. En la Nueva Jerusalén no hay ni ‘topos’ ni ‘escorpiones’ ”.

  Un día recibí mucha ayuda al leer la profecía de Balaam en Números 23. Según dicho libro, los hijos de Israel habían cometido muchas maldades. Balaam fue contratado por un rey pagano para maldecir a Israel y exponer la maldad en Israel. No obstante, Dios habló mediante Balaam, y éste dijo: “No ha notado iniquidad en José, ni ha visto perversidad en Israel” (Nm. 23:21). Dios parecía decir: “No he visto ninguna iniquidad en Mi pueblo. No veo ninguna perversidad en ellos”.

  Elías se quejó de Israel y dijo: “Los hijos de Israel han dejado tu pacto, han derribado tus altares, y han matado a espada a tus profetas; y sólo yo he quedado, y me buscan para quitarme la vida” (1 R. 19:10). Elías acusó a Israel delante de Dios. El Señor se disgustó por eso, y contestó: “Y yo haré que queden en Israel siete mil, cuyas rodillas no se doblaron ante Baal, y cuyas bocas no lo besaron” (1 R. 19:18). No acudan al Señor para acusar a los demás delante de El. Más bien díganle: “Señor, puesto que Tú no ves ninguna iniquidad, yo prefiero no ver ninguna. Todos los ‘topos’ y ‘escorpiones’ son gavillas, y yo los amo”.

  De todos modos esto no es nada fácil. Usted puede pensar que le estoy enseñando a mentir, pues usted dirá: “El hermano fulano de tal está en una condición pobre. Nunca podría decir que él es una gavilla”. ¿Quién tiene razón, usted o Dios? ¿Y qué diremos del sueño? Si usted recibió el sueño celestial, entonces ya vio que en la perspectiva de Dios todo Su pueblo es una gavilla llena de vida que produce alimento para la ofrenda que lo satisface a El y al hombre.

(b) Como el sol, la luna y las estrellas, llenos de luz

  La Biblia contiene el principio de que todo debe ser confirmado por dos testigos. Por tanto, Jacob tuvo dos sueños. En el segundo sueño, él vio el sol, la luna y once estrellas que se inclinaban ante él (37:9). Esto indica que a los ojos de Dios, todo el pueblo condenado y acusado está lleno de luz. Tenga mucho cuidado con acusar a los hermanos y a las hermanas. El aspecto reinante de la madurez de vida nunca condena a los demás, sino que los pastorea y los aprecia, pues dice: “¡La vida de iglesia y todos los santos son maravillosos! ¡Los santos son gavillas llenas de vida! ¡Cuánto me nutren y me satisfacen! Además, son luminarias celestiales llenas de luz”. Si usted afirma que hablar de esta manera es una mentira y que usted no lo puede hacer, eso significa que no ha recibido el sueño, la visión. Usted carece de la visión celestial.

  Permítanme hacer esta pregunta a los que han estado en la vida de iglesia por largo tiempo: ¿Piensan todavía que la iglesia es tan buena y que todos los santos son maravillosos? Si ustedes son sinceros, reconocerán que han hablado mal de ciertos santos a su cónyuge. Hace algunos años, quizá usted tenía una actitud positiva hacia todos los hermanos y hermanas, mas no ahora. Anteriormente, según su punto de vista natural, todos los santos eran muy buenos; pero ahora usted necesita recibir la visión del sueño celestial. Génesis 37 contiene dos sueños. El primero es el sueño de los manojos llenos de vida, y el segundo el de los cuerpos celestes llenos de luz. Esta es la perspectiva de Dios, la visión celestial de Su pueblo. Recibí esta visión celestial, y eso me da mucho aliento. No estoy laborando con “topos” y “escorpiones”. Estoy sirviendo a las gavillas, estoy debajo del sol y de la luna, y camino entre las estrellas. El sueño que Jacob tuvo es similar a la visión de Apocalipsis 12, donde el pueblo de Dios es representado por la mujer vestida con el sol, con la luna debajo de sus pies, y con una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Necesitamos esta visión para ver el pueblo de Dios desde el punto de vista celestial.

  Una cosa es segura: todo aquel que condena a la iglesia o se queja de los santos sufrirá pérdida de vida. No hay ninguna excepción a esta regla. Usted quizá tenga razón, y la iglesia esté equivocada. La condición de los santos puede ser la de “topos” y “escorpiones”. Pero si usted los condena, perderá vida. No obstante, si usted dice: “Señor, te alabo porque Tu pueblo está lleno de vida y de luz”, será el primero en participar de la vida. Por esta razón, no me atrevo a decir que los hermanos y las hermanas no son buenos. Por el contrario, siempre digo: “¡Alabado sea el Señor! ¡Cuán buenos son los santos!”. Cuando hago eso, disfruto de la vida. Pero si critico a los hermanos y a las hermanas, sufro inmediatamente la muerte. A todo el que habla negativamente acerca de la iglesia o de los santos le es imposible disfrutar de la vida. Todos los que hablan negativamente sufren muerte. Debemos decir: “¡Alabado sea el Señor, mi hermano será una luz celestial! Si no lo es ahora, lo será en el futuro”. Con Dios el elemento de tiempo no existe. No hay reloj en los cielos; sólo existe la eternidad. Mientras Dios mira a Su pueblo desde el punto de vista de la eternidad, El los ve a todos como gavillas llenas de vida y como el sol, la luna y las estrellas llenas de luz.

(c) Ubicado en los cielos, pero vive en la tierra

  El pueblo de Dios tiene su posición en los cielos como el sol, la luna y las estrellas, pero vive en la tierra como gavillas (Fil. 3:20; 2:15), pues las gavillas crecen en el campo. Hoy en día, somos el pueblo celestial que vive en la tierra.

  Nosotros somos el pueblo de Dios. Eso me ha alentado, fortalecido y edificado. Tengo plena fe en todos ustedes y espero verlos a todos en la Nueva Jerusalén. Me agrada tener una visión eterna y no la visión terrenal. No quiero ver las cosas según mi visión limitada. Por el contrario, quiero usar el telescopio divino. Si usted dice que los hermanos y las hermanas son muy malos, eso significa que usted tiene una visión muy corta. Pero si usted usa el telescopio divino para ver más allá del tiempo, contemplará la Nueva Jerusalén donde no hay más que gavillas y estrellas. En la Nueva Jerusalén no hay ni “topos” ni “escorpiones”. Allí todo está lleno de vida y de luz. Cuando consideramos los sueños de José, nos damos cuenta de que la mente humana no pudo haber concebido el libro de Génesis. Sólo Dios pudo darle a José estos sueños.

(d) En realidad era pecaminoso

  José tuvo estos dos sueños, pero de todos modos sufrió el odio y la conspiración de sus hermanos en ese mismo capítulo. Además, en el capítulo siguiente, vemos la lujuria de Judá. Esto indica que en realidad los hijos de Jacob eran malignos. Sin embargo, desde la perspectiva celestial, no eran malos; eran gavillas llenas de vida y estrellas llenas de luz. Estos dos capítulos vienen juntos para presentarnos un contraste. En la perspectiva de Dios, los hijos de Jacob resplandecen, mas en la realidad son oscuros. Ellos eran pecaminosos. Ahora podemos entender por qué el capítulo treinta y ocho va después del capítulo treinta y siete.

(e) Aun así, Cristo vino por medio de ellos

  Los hijos de Jacob eran pecaminosos, pero Cristo de todos modos vino por medio de ellos (Gn. 38:27-30; Mt. 1:3). Nacieron dos hijos del pecado grave cometido en el capítulo treinta y ocho, y el primero de ellos fue un antepasado de Cristo. Fares, mencionado en la genealogía de Cristo en Mateo 1, fue uno de los antepasados de Cristo. Según las santas Escrituras, Cristo vino de los hijos pecaminosos de Jacob. Es similar al caso del pecado de David con Betsabé. El resultado de este pecado fue Salomón, quien fue también un antepasado de Cristo, pues por medio de él vino Cristo (Mt. 1:6).

  No crea que la iglesia no es buena, ni se queje de los santos ni diga que son “escorpiones”. Cristo vendrá de una iglesia que aparentemente está muy mal y llena de santos que a los ojos de usted son “escorpiones”. Pero eso no significa que debemos hacer males para que vengan bienes. Por el contrario, es un testimonio de la gracia providencial de Dios. Por buenos o malos que sean los creyentes, debemos cuidarnos de hablar en contra de ellos. Si lo hacemos, Dios dirá: “No veo ninguna iniquidad ni perversidad entre ellos. Mi Cristo vendrá por medio de ellos. No los condenes”. Todos necesitamos esta visión celestial.

  La vida madura tiene un aspecto reinante. Cuanto más madure usted en vida, menos cosas negativas dirá acerca de los santos o de la iglesia. Cuando usted entró en la iglesia, estuvo en luna de miel con la iglesia. Pero la luna de miel nunca dura mucho. Después de su luna de miel con la iglesia, usted quizá haya dicho: “Yo pensaba que la iglesia iba a ser muy buena. Pero en realidad no lo es. Si pudiera encontrar algo mejor, no me quedaría aquí. Discúlpenme que les diga que no he podido encontrar nada mejor. Aun así, sigo buscando. Quizá vaya a alguna parte a empezar algo por mi propia cuenta. No importa lo que yo haga, en todo caso la iglesia aquí no es muy buena”. Cuando usted habla así, recibe muerte; pero un día, la perspectiva celestial vendrá, y su visión será revolucionada. Se dará cuenta de que no se atreve a decir nada negativo sobre la iglesia ni sobre los santos. Por el contrario, dirá: “Esta es la iglesia, y éste es el pueblo de Dios. A los ojos de Dios, todos los creyentes son gavillas. También son el sol, la luna y las estrellas”. Cuando usted llegue a esta etapa, no se atreverá a decir nada negativo de la iglesia.

  Después de recibir esta visión, a veces yo decía: “Efectivamente, he visto que la iglesia es maravillosa. Pero en realidad no lo es”. Al decir eso, dejaba ver “la cola de zorra”. Incluso esta “cola” me hizo sufrir la muerte. Finalmente, fui totalmente subyugado y convencido, y dije: “Señor, hago a un lado mi corta visión, y uso el telescopio divino. La iglesia es excelente y maravillosa. No hay nada malo en ella. Es perfecta y completa. Cuando hablo así, estoy lleno de vida y disfruto de la vida. Para mí, todos los hermanos y hermanas son maravillosos, y los amo a todos, aun a los que se apartan. Cuanto más hablo así de los hermanos y de las hermanas, más me siento lleno de vida. Creo que muchos de nosotros hemos experimentado esto. No debemos juzgar. Dios es el juez, y El no juzga a los santos, sino que obra en ellos para transformar a los ‘escorpiones’ en gavillas, y a los ‘topos’ en estrellas. Con el tiempo, todos seremos gavillas y estrellas. ¡Que todos tengamos esta visión eterna!

(6) Su pueblo se encuentra bajo su reinado

  Finalmente, todo el pueblo de José estará bajo su reinado (Gn. 37:8). José representa el aspecto reinante de la vida madura. Sólo la vida madura puede reinar, así como Cristo reina sobre los judíos (Mt. 27:11; Jn. 19:19).

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración