Mensaje 115
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Para muchos lectores del libro de Génesis, la historia de José es semejante a los relatos que se les cuenta a los niños de jardín infantil. No obstante, debemos recordar que en el libro de Génesis, están sembradas las semillas de casi todas las verdades espirituales. El relato de José puede ser una simple colección de historias para niños o las semillas de las verdades divinas, dependiendo de la perspectiva desde la cual lo leamos. Si examinamos el relato de la vida de José desde el punto de vista de un niño de primaria, lo leeremos simplemente como un relato infantil. Pero si vemos que Jacob pasó por muchas pruebas y que maduró en vida, veremos que el relato de José no es simplemente una narración, sino una revelación del aspecto reinante de un santo maduro. Si consideramos el relato de José como el aspecto reinante de un santo maduro, nuestra comprensión será revolucionada. Por consiguiente Gn. 42, el capítulo que vamos a examinar en este mensaje, no es un relato para niños de jardín infantil, sino parte del aspecto reinante de una vida madura.
En la vida de José vemos el gobierno del Espíritu. Quizá usted haya oído hablar de ser regenerado por el Espíritu, de quedar convicto por el Espíritu, de recibir la inspiración del Espíritu, de ser lleno del Espíritu, de ser ungido por el Espíritu, de tener el poder del Espíritu, la luz del Espíritu y la vida del Espíritu; pero la expresión “el gobierno del Espíritu” es algo nuevo. Todos debemos estar bajo el gobierno del Espíritu. Este aspecto del Espíritu es más elevado que cualquier otro. Es más elevado que la edificación del Espíritu. El gobierno del Espíritu es la cúspide de la estructura de la enseñanza del Espíritu. El relato de la vida de José es una revelación del gobierno del Espíritu, pues el gobierno del Espíritu es el aspecto reinante de un santo maduro.
En todo el relato de la vida de José, vemos dos delineamientos: José como figura de Cristo y la vida personal de José. Vemos estas dos líneas en el capítulo cuarenta y dos. Si deseamos interpretar correctamente este capítulo, debemos tener en cuenta ambas líneas. Debemos seguirlas hasta el final del relato de su vida. Ambas líneas nos proporcionan luz y nutrimiento. Cuando yo era un cristiano joven, oí hablar mucho acerca de José como tipo de Cristo. No obstante, lo que oí incluía solamente los puntos generales. Evitaban muchos detalles y ni siquiera mencionaban ciertos capítulos. También oí hablar de la vida personal de José, pero se daba énfasis principalmente a los aspectos de la vida de José que podían edificar a los santos jóvenes y enseñarles a ser pacientes, a perdonar y a amar. Ninguno de los mensajes que oí acerca de José usaba la palabra “vida”. En este mensaje vamos a abarcar varios asuntos que atañen a José como tipo de Cristo. En el mensaje siguiente, profundizaremos más en la vida personal de José. Si consideramos el capítulo cuarenta y dos detenidamente, veremos que nos proporciona un nítido cuadro de Cristo.
En Génesis 41:56 leemos: “Y el hambre estaba por toda la extensión del país”. Y el versículo 57 declara que “por toda la tierra había crecido el hambre”. En los días del capítulo cuarenta y dos toda la tierra pasaba hambre. Sucede exactamente lo mismo hoy en día. El hambre es una escasez aguda de alimentos, de los medios de subsistencia. Sin embargo, los alimentos no sólo nos mantienen vivos, sino que nos proporcionan satisfacción. Cuando comemos y bebemos, no sentimos solamente que mantenemos nuestra existencia, sino que nos satisface. Cuando como algún manjar, me alegro. Por tanto, el hambre en realidad denota insatisfacción. Hoy en día, el mundo entero está insatisfecho.
La nación de Israel específicamente experimenta esta insatisfacción. Dicha nación lucha y se esfuerza vehementemente por sobrevivir. Si usted visita Israel, sin duda se solidarizará con ellos, pues necesitan protección y seguridad a fin de preservar su existencia. Israel parece necesitar los montes de Golán y la franja que se extiende a lo largo del desierto de Sinaí para mantener su existencia. La razón por la cual la nación de Israel lucha y se esfuerza es que tiene hambre y está insatisfecha. Lo mismo ocurre en los Estados Unidos, el país más avanzado de la tierra. También la gente está insatisfecha. Debemos aplicar Génesis cuarenta y dos a la situación mundial de hoy. Si lo hacemos, veremos que el mundo, en su totalidad, tiene hambre.
Según Génesis 42, los alimentos se encontraban únicamente donde estaba José (vs. 5-6). Esto indica, según la tipología, que los alimentos se encuentran únicamente donde esté Cristo. En otras palabras, se puede hallar satisfacción únicamente en Cristo. Donde está Cristo, allí hay satisfacción. En la actualidad Cristo está en la iglesia. Si usted está en la iglesia sin hallar ningún deleite, esto indica que usted tiene hambre. Les puedo declarar a todos que yo no tengo hambre. Día tras día recibo alimento, me lleno de manjares y quedo satisfecho. ¡La iglesia es la tierra de deleites, la esfera de las delicias, porque Cristo está aquí! Los alimentos, el nutrimiento y la satisfacción se encuentran solamente donde está Cristo.
Siento compasión por la nación de Israel. Ellos no necesitan luchar ni esforzarse ni negociar con Egipto; deben volverse a Cristo. El primer ministro de Israel no necesita ir a Washington ni al Cairo; más bien, debería negociar con Cristo. Si los judíos invocaran a Cristo, todo se solucionaría. Ni El Cairo ni Washington pueden solucionar el problema de insatisfacción que reina en Israel. El hambre sólo terminará cuando se vuelvan a Cristo y acudan a El. Quizá algunos santos de origen judío deberían escribirle una carta al primer ministro de allí para decirle que Cristo es la única persona que puede solucionar los problemas de Israel y traerles satisfacción. Algún día, los judíos se volverán al Señor Jesús. Cuando se den cuenta de que todos sus esfuerzos son vanos, en su desesperación, se verán obligados a volverse a Cristo. ¡Alabado sea el Señor porque nosotros somos los primeros en volvernos a El! Somos pioneros en este asunto. Hace más de cincuenta años, me volví a Cristo, al darme cuenta de que me encontraba en un país hambriento y que estaba insatisfecho. Los que nos hemos vuelto a Cristo hemos hallado alimento, nutrimiento y deleite, pues la comida sólo se halla donde está Cristo.
Las Escrituras profetizan que los hijos de Israel se verán obligados a volverse a Cristo así como los hermanos de José tuvieron que volverse a éste a fin de sobrevivir (42:1-5). En Zacarías 12:10 dice: “Mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. En Romanos 11:26 Pablo dice: “Y luego todo Israel será salvo, según está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, y apartará de Jacob la impiedad”. En el futuro, Israel se verá forzado a volverse a Cristo. Ahora Israel no está dispuesto ni inclinado a hacerlo porque no conoce a Cristo. El primer ministro de Israel es un hombre inteligente, pero él, igual que los demás ministros del gobierno israelí, no saben nada de Cristo.
En Génesis 42:8 dice: “José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron”. Así como los hermanos de José no lo reconocieron, la gente de toda de la tierra hoy en día también desconoce a Cristo. Pero nosotros sí lo conocemos. ¡Nosotros conocemos a Cristo! Quienes estamos en las iglesias no somos necios. Conocemos la situación mundial mejor que cualquier líder político. Somos, por lo menos, tan inteligentes como los diplomáticos, o más. No somos insensatos, sino que somos los más sabios, y por eso, sabemos cómo invertir nuestro tiempo. La iglesia es el mejor lugar para que los jóvenes inviertan su tiempo. Cuando yo era adolescente, gastaba tiempo en muchas actividades. Finalmente, me di cuenta de lo insatisfecho que estaba y me volví a Cristo. Ahora estoy en la buena tierra, la tierra de la iglesia. La disfruto porque Cristo está aquí. No conocíamos a Cristo, pero ahora entendemos claramente lo que a El le atañe.
Cuando leo el periódico, me doy cuenta de que estos diplomáticos son ignorantes a los ojos de Dios cuando hablan de temas en la mesa de negociaciones. Son totalmente ignorantes e insensatos. Todas las conferencias organizadas en Ginebra están llenas de vanas conversaciones. Es mucho mejor llegar aquí y hablar de la Biblia. Nuestra conversación tiene más sentido, es más razonable, sensata, lógica y hasta filosófica. Como conocemos a Cristo, sabemos lo que hacemos aquí.
Ya dijimos que Génesis 42:8 afirma que José reconoció a sus hermanos, pero que ellos no lo reconocieron a él. Los puso a prueba porque ellos no lo reconocieron. Esto tipifica a Israel, a quien Cristo pone a prueba después de que se vea obligado a volverse a El sin reconocerlo. Hoy en día, la nación de Israel sigue valiéndose de sus propios esfuerzos. Los judíos no se dan cuenta de que necesitan volverse a Cristo. Sin embargo, después de verse obligados a volverse a El, y aunque eso suceda sin que lo sepan, Cristo los pondrá a prueba.
En Génesis 42:17-24 vemos que José disciplinó a sus hermanos. Esto tipifica la disciplina que Cristo usa con los hijos de Israel. Cristo espera que la nación de Israel se vuelva a El. Pero El no está descuidado ni despreocupado. Cuando Israel esté en el proceso de volverse a El, no sólo los pondrá a prueba, sino que también los disciplinará. Según las profecías bíblicas, la nación de Israel restablecida sufrirá muchas pruebas y pasará por numerosas disciplinas. El Señor los castigará para que aprendan.
Mientras José disciplinaba a sus hermanos, los amaba en secreto (42:25). Este amor secreto los atemorizó. Según las profecías bíblicas, el Señor también ejercerá Su autoridad soberana para satisfacer todas las necesidades de la nación de Israel. No debemos preocuparnos por Israel, pues tenemos la seguridad de que el Señor satisfará todo lo que necesite Israel para su supervivencia. Por ejemplo, si la pequeña nación de Israel necesita cierto territorio, el Señor se lo dará. El puede hacerlo, porque El es Rey de reyes y Señor de señores. El está por encima de todos los gobernantes de la tierra. El hecho de que Israel retenga o no los montes de Golán o la franja adyacente al Sinaí no depende de las decisiones de los presidentes ni de los diplomáticos. Depende de la intervención del Señor. Si yo fuese judío y viviera en Israel, descansaría en el Señor. No tengo la menor duda de que aun hoy, el Señor está extendiendo secretamente Su amor providencial a Israel. El Señor seguirá haciendo eso por Israel en el futuro. Si usted lee los periódicos, verá que eso sucede continuamente.
El Señor pondrá a prueba a Israel y lo disciplinará, mas al mismo tiempo le extenderá Su amor secreto y providencial porque El necesita a Su pueblo. El relato de la vida de José que consta en el libro de Génesis demuestra que José necesitaba a sus hermanos. ¿Quién necesitaba más a quién? ¿Los hermanos a José o él a ellos? Yo diría que José necesitaba a sus hermanos más de lo que ellos lo necesitaban a él. En efecto, José se había convertido en el gobernador de Egipto. No obstante, José todavía no estaba satisfecho, pues él seguía esperando el cumplimiento de sus sueños. En Egipto José estaba solo y anhelaba ver a su padre y a sus hermanos. El necesitaba que se cumplieran sus sueños, y necesitaba a su padre y a sus hermanos. De manera que la necesidad que él tenía de ellos era mayor que la que tenían ellos de él.
Vemos el mismo principio hoy en día con respecto al Señor Jesús. ¿Quién necesita más al otro: necesita Israel al Señor Jesús más que el Señor Jesús a la nación de Israel? Yo diría que la necesidad del Señor para con Israel es mayor que la de Israel para con El. Del mismo modo, nosotros necesitamos al Señor Jesús, y El nos necesita a nosotros. Pregunto de nuevo: ¿Cuál necesidad es más grande: necesitamos al Señor más de lo que El nos necesita a nosotros? El Señor nos necesita más a nosotros que lo que nosotros lo necesitamos a El. Si usted entiende esto, podrá decir al Señor: “Señor Jesús, cuánto te agradezco por ocuparte de mi necesidad. Pero Señor, la necesidad que Tú tienes de mí es más grande que la que yo tengo de Ti. Quizá a mí no me preocupe si voy o no al infierno, pero a Ti sí te preocupa”. ¿Se atreve usted a decirle esto al Señor? En algunas ocasiones, yo he dicho: “Señor, te doy gracias por Tu cuidado, pero me doy cuenta de que Tú me necesitas a mí más de lo que yo te necesito a Ti. Señor, yo sé que te preocupas por no perderme”. Al decirle esto al Señor, siento en lo más recóndito de mí, que el Señor sonríe y se alegra. El parece decirme: “Hijito, Tú me conoces muy bien”. No debemos orar al Señor por miedo de ir al infierno. No debemos decir: “Oh Señor, tengo miedo de perderme y de ir al infierno. Señor, ten misericordia de mí y rescátame del infierno. No me dejes ir al infierno”. Si usted ora así, el Señor dirá: “¿De qué me hablas? No estás en una condición tan lamentable. Yo no necesito tener tanta misericordia de ti. Ya te he dado mucha gracia. ¿Acaso no te das cuenta de que te necesito más de lo que Tú me necesitas a Mí?”.
El Señor necesita a la nación de Israel más de lo que ésta lo necesita a El. Por esta razón, El los ama en secreto. Sin embargo, así como los hermanos de José desconocían su amor (42:27-28, 35), también la nación de Israel hoy en día desconoce el amor que Cristo les tiene. Nosotros también desconocemos el amor que El nos tiene. Me preocupa el hecho de que entre nosotros algunos todavía desconocen el amor del Señor. ¿Conoce usted este amor? ¿Se da cuenta de que no está en la iglesia por su determinación, sino por el amor que El le tiene? El hecho de que usted esté en la iglesia es la mejor prueba de que el Señor lo ama. Sin embargo, eso no significa que el Señor Jesús no ama a los que están fuera de la iglesia. Indudablemente los ama, pero ellos no reciben ese amor. Aunque no nos falta Su amor, es posible que no estemos conscientes de éste. Espero que desde ahora, ninguno de nosotros desconozca el amor de Cristo. Por el contrario, debemos decirle: “Señor, gracias por Tu amor. El hecho de que yo estoy en Tu presencia demuestra que me amas. Señor, ¡cuánto te agradezco porque estoy aquí disfrutando de Tu presencia! ¡Aleluya por esta evidencia de Tu amor!”.
En este mensaje hemos abarcado ocho aspectos del reconocimiento de Cristo por parte de los hijos de Israel. Si usted examina las profecías del Antiguo Testamento y las del Nuevo, verá que todos estos aspectos se encuentran en las profecías acerca de la relación de Israel con Cristo, su Mesías.