Mensaje 29
En este mensaje, que constituye un paréntesis en nuestro estudio-vida de Génesis, tengo la carga de que veamos un punto crucial acerca de la vida de Noé: su vida y obra cambió la era. A pesar de haberlo visto anteriormente en mi estudio de Génesis, nunca lo había visto de manera tan vívida como en estos días. Cambiar la era no es nada insignificante.
Hay un gran contraste entre Gn. 1 y Gn. 6. Si leen la última parte de Génesis 1, verán que Dios creó al hombre a Su imagen para que lo expresara a El (1:26). Dios deseaba que el hombre fuese Su expresión. El hombre fue hecho a la imagen de Dios para expresar nada menos que al propio Dios. El hombre es como una fotografía, hecha a la imagen de Dios para expresarlo a El. Y también recibió la autoridad de Dios a fin de ejercer esta autoridad para que el dominio de Dios estuviera sobre la tierra. Debemos ver cuán importante es esta comisión. El hombre fue creado a la imagen de Dios para expresarlo a El, y se le encomendó la autoridad de Dios para representarlo y para establecer un dominio en la tierra y señorear sobre todas las criaturas de Dios. Dios no le mandó al hombre que laborara ni que estableciera un monasterio. No, Dios tenía la intención de que el hombre lo expresara a El con Su imagen y lo representara con Su autoridad.
Después de crear al hombre y de contemplarlo bien, Dios dijo que era “bueno en gran manera” (1:31). Después de algunos de los seis días, El dijo simplemente que era “bueno”. En el segundo día, Dios no dijo nada, porque en aquel día había ángeles caídos en el aire y demonios en el agua. Ese día El no pudo decir que era “bueno”. Dios no dijo nada acerca del segundo día. En el sexto día, cuando Dios creó al hombre, contempló Su obra, particularmente al hombre, y dijo que era “bueno en gran manera”. A los ojos de Dios, el hombre era muy bueno.
Cinco capítulos más adelante, en Génesis 6, Dios volvió a mirar a la humanidad. Cuando Dios miró por primera vez a la humanidad en Génesis 1, estaba contento y complacido con el hombre. Cuando consideró nuevamente al hombre en Génesis 6, vio que el hombre había venido a ser malo y corrupto al máximo, y le dolió haberlo hecho. ¡Qué cambio más radical, comparado con Génesis 1! Originalmente el hombre se encontraba en un elevado nivel, pero desde el capítulo tres, comenzó a descender. ¿Qué hubiera hecho usted si fuese Dios? Tal vez habría dicho: “Olvidémonos del hombre”. Pero ¿en qué quedaría el propósito eterno de Dios? ¿No es Dios el Dios eterno? ¿Acaso puede cambiar el Dios eterno? Dios no es un Dios temporal, sino un Dios eterno. En El no hay sombra de variación (Jac. 1:17). Cuando El toma una decisión, ésta perdura para siempre. Si Dios hubiera olvidado Su propósito eterno, Su enemigo se habría burlado de El, diciendo: “Creaste al hombre con la intención de vencerme, pero el vencido no fui yo sino Tú”. ¿Podrá Dios ser vencido? ¡Jamás! Entonces, ¿qué debía hacer Dios? Encontramos la respuesta, la cual en principio no ha cambiado a lo largo de los siglos, en Génesis 6:8: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”.
Leamos los versículos del 5 al 8: “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”. En hebreo, las palabras “todo designio” significa propósitos y deseos. “Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho”. Si eso fuera todo, no quedaría ninguna esperanza. Pero ¡aleluya por el versículo 8! Este versículo empieza con un gran “pero”. “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová”. Este es uno de los versículos más importantes del libro de Génesis. Satanás estaba contento de que el hombre fuera raído por Dios de la faz de la tierra, pero Noé halló gracia a los ojos de Jehová. Esto cambió la situación y la era. ¡Aleluya, Dios no fue vencido! En medio de un aparente fracaso, un hombre venció por hallar gracia ante los ojos del Señor. Este fue un momento crítico. Si leen la historia a la par de la Biblia, verán que en cada generación Satanás ha hecho lo posible por empeorar la situación, pero siempre ha habido una persona o varias que han hallado gracia a los ojos de Dios y que han llegado a cambiar la era. Recuerde la historia de Israel. Aunque el pueblo se seguía degradando a lo más vil, hubo, para sorpresa del enemigo, un joven llamado Daniel. Dice en Daniel 1:8: “Pero Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía”. Allí en el libro de Daniel leemos “Pero Daniel”; y aquí en Génesis 6:8 leemos “pero Noé”. En la fase más baja de la caída del hombre, siempre hay un “pero”.
Si examinamos la vida de Noé, veremos que ésta no consistió simplemente en andar con Dios o en edificar el arca. El punto fundamental y crucial es éste: Dios usó a Noé para cambiar la era. El enemigo había trastornado la situación, al grado que Dios se arrepintió de haber hecho al hombre. Aparentemente ya no había ninguna esperanza. Pero Noé halló gracia. La vida de Noé fue una vida que cambió la era.
Consideren la situación actual. Si leen los evangelios y ven el propósito de Dios para la iglesia, se darán cuenta de que la iglesia tiene una comisión muy elevada. La iglesia fue producida por la vida de Dios a fin de expresarlo en esta era neotestamentaria. A la iglesia se le encomendó esa comisión gloriosa. No debemos mirar el pasado. La situación actual es suficiente para mostrarnos cuánto ha caído y se ha desviado la iglesia de la meta de Dios. Pero no se desilusione. Aunque Satanás hizo todo lo posible por estorbar el propósito original de Dios, éste todavía puede llevarlo a cabo. En medio de todos los fracasos, Dios ha establecido iglesias locales para cambiar la era hoy en día.
Veamos ahora la vida que cambió la edad. ¿Qué clase de vida era? Siento una pesada carga al respecto. Temo y tiemblo pues no quisiera faltar a la revelación de Dios. No intento darles un sermón. Deseo comunicarles mi carga, pasarles la carga que el Señor me ha dado. ¡Cuánto necesitamos ver la clase de vida que Dios puede usar para cambiar la era!
Esta vida siempre hereda los caminos piadosos de los antepasados. Alabado sea Dios porque Noé, la décima generación desde Adán, tuvo muchos antepasados buenos. Enoc fue la séptima generación, Matusalén la octava, Lamec la novena, y Noé la décima. Los nueve antepasados de Adán a Lamec fueron personas piadosas. Aunque Génesis nos presenta un relato de la caída del hombre, es solamente el fondo que nos muestra el verdadero cuadro de la piedad.
Noé heredó el camino de salvación de Adán (3:20-21). En Adán vemos la manera de ser salvos. A pesar de haber caído, Adán recibió el camino de la obra salvadora de Dios. Si usted nunca hubiera caído, jamás podría probar lo agradable que es la salvación. Por haber caído y luego ser salvos, podemos dar testimonio de la dicha que es recibir de Dios la salvación. Saquemos con gozo aguas de las fuentes de la salvación (Is. 12:3). Adán fue el primero en sacar aguas de las fuentes de la salvación de Dios. El sentía tanto gozo que llamó a su esposa “Viviente” (3:20; “Eva” significa “viviente”). ¿No cree usted que él sintió gozo al llamarla “viviente”? Estoy seguro de que él sacó con gozo aguas de las fuentes de la salvación. No tengo la menor duda de que Noé heredó este camino de salvación.
Noé también heredó el camino de Abel, el de presentar ofrendas (4:4). Adán anduvo en el camino de ser salvo, pero Abel anduvo por el de complacer a Dios al ofrecerle dones (He. 11:4). ¿Puede usted imaginar que un hombre caído podía complacer a Dios? Abel fue un hombre caído que complació a Dios. El complació a Dios ofreciéndole el tipo de Cristo. Yo puedo complacer a Dios de la misma manera. A pesar de ser un hombre caído con una naturaleza caída, puedo complacer a Dios al ofrecerle Cristo como don. No me estoy jactando, pero puedo declararles que he complacido mucho a Dios en días pasados. Sé que Dios ha estado complacido conmigo. Incluso esta mañana y esta tarde estoy contento porque mi Dios está complacido. Mi Dios está contento, y yo también. ¿Cómo puede uno complacer a Dios? Como lo hizo Abel, o sea, ofreciendo a Cristo a Dios, no sólo como sacrificio por nuestros pecados, sino también como un don que complace a Dios. Cuando usted da un don a una persona, ésta siente gozo. Del mismo modo, dondequiera que llevamos Cristo a Dios, El se alegra mucho con nuestro don. Dios se complace en Cristo. Ciertamente Noé adoptó el camino de Abel.
El tercer camino piadoso que Noé heredó fue la manera en que Enós invocó el nombre del Señor para disfrutar de todo lo que El es (4:26). Esta fue una añadidura a los dos primeros caminos piadosos. No se trataba solamente de ser salvos y complacer a Dios, sino de participar de lo que Dios es y disfrutarlo, invocando Su nombre. Podemos participar de las riquezas de Dios al invocar el nombre del Señor. Noé seguramente practicó eso.
Noé también heredó el camino de vivir y engendrar (5:3-28). Noé, igual que sus antepasados, no era ocioso, pues vivía con un propósito para Dios y engendró hijos para la debida multiplicación del hombre a fin de que el propósito de Dios se cumpliese sobre esta tierra mediante la humanidad.
Noé también heredó el quinto camino: andar con Dios (5:22, 24). ¡Qué bueno es que un hombre caído camine con Dios! Aunque es maravilloso ver que un hombre caído puede ser salvo, debemos ir más allá y ver que esa persona puede caminar con Dios. En la séptima generación humana, Enoc descubrió el camino de andar con Dios.
Podemos ser salvos, agradar a Dios, invocar Su nombre, vivir y engendrar, y caminar con El. ¿Qué más queremos? Parece que quedamos plenamente satisfechos. Somos salvos; podemos complacer a Dios; podemos invocar Su nombre y así disfrutar de todo lo que El es para nosotros; podemos vivir con un propósito y engendrar, es decir, llevar fruto, para la multiplicación de Dios; y podemos caminar con El. ¿Qué nos hace falta? Nada. Estamos complacidos y satisfechos. No obstante, Dios no ha sido satisfecho. Esta es la carga que el Señor me ha mostrado. No es suficiente ver solamente que Noé heredó los caminos piadosos de sus antepasados. Si este ministerio sólo le ayuda a usted a ver eso, ha fracasado ante Dios. Debemos ver algo más.
Dios le dio a Noé lo que fue prácticamente una revelación todo-inclusiva, una revelación adicional que ninguno de sus antepasados había visto. Aunque Enoc profetizó que cuando su hijo Matusalén muriera el diluvio vendría (lo cual es el significado del nombre “Matusalén”) y que el juicio de Dios sería ejecutado sobre la tierra corrupta, y aunque profetizó acerca de la venida del Señor (Jud. 14), él nunca recibió la visión acerca de la manera en que Dios acabaría con la generación corrupta y traería una nueva era. Ninguno de los antepasados de Noé recibió esta revelación. Un día, Dios vino a Noé y se la reveló. Como resultado, eso amplió mucho la visión de Noé acerca de la piedad y vio mucho más que sus antepasados. El recibió la visión y también una revelación clara. Todos necesitamos esa revelación.
En principio nuestra situación es exactamente la misma que la de Noé. La generación actual está corrupta, y la tierra está llena de maldad y de violencia. El concepto humano nos da la impresión de que Dios fue vencido y echado de la tierra. Sin embargo, ¿no se da cuenta usted de que hoy en día hay un gran “pero”? Algunos santos queridos han heredado todos los caminos piadosos de los santos desde el primer siglo de la era cristiana hasta ahora. Hemos heredado todos los caminos piadosos que se practicaron en los siglos pasados. Pero, ¿debemos detenernos aquí? ¿Debemos decir: “Mirad lo que tenemos”? No. Aunque hemos heredado tantos elementos de la piedad y estamos satisfechos y contentos, ¿qué diremos de Dios y de Su propósito? Debe ponerle fin a esta era. El necesita un cambio de generación. Necesita un arca que saque a Su pueblo de esta generación y empiece una nueva era. Dios necesita un arca. He visto eso y clamo por ello.
¿Fueron salvos ustedes? ¡Alabado sea el Señor! ¿Pueden ustedes complacer a Dios? Alabado sea el Señor por eso. ¿Pueden ustedes invocar Su nombre para participar de Sus riquezas? Desde 1967 hemos practicado este asunto de invocar el nombre del Señor. ¿Viven y engendran ustedes? Sí, día tras día vivimos para el Señor y engendramos para que el Señor se multiplique. ¿Está usted satisfecho? Aleluya, estamos satisfechos. Pero ¿qué ha de suceder con Dios y Su propósito? ¿Se dan cuenta ustedes de que Dios desea aniquilar esta generación y traer otra era? Para lograr eso El necesita un arca. No podemos construir el arca con nuestra imaginación. Igual que Noé, nosotros debemos recibir una revelación acerca del arca que Dios necesita.
Dios no sólo reveló a Noé que necesitaba un arca, sino que le mostró exactamente en qué condición se encontraba su generación. Esa generación quedó totalmente expuesta delante de Dios. También quedó expuesta a los ojos de Noé por la revelación de Dios. ¿Se dan cuenta de que la mayoría de la gente, incluyendo a muchos cristianos, no tiene un entendimiento claro en cuanto a la generación en la cual vivimos? La humanidad ha sido embotada, y está aturdida por todas sus concupiscencias y sus placeres malignos. Aun las supuestas iglesias cristianas están embotadas con la corriente de esta era. Necesitamos una revelación. Necesitamos que Dios venga y nos revele la verdadera condición de esta generación maligna. Debemos ver eso. Recibí esta revelación hace casi cincuenta años. Dios me mostró la maldad de esta generación.
Dios le mostró a Noé la maldad de su generación, y además le reveló lo que El se había propuesto. Dios ha tenido y sigue teniendo un propósito en todo lo que hace, y El nunca será vencido en Su propósito. Hace muchos años Dios nos mostró Su propósito. Muchos de ustedes han leído el testimonio personal del hermano Nee acerca del sueño que tuvo una vez, una verdadera revelación, en la cual vio iglesias locales establecidas en toda China. El vio iglesias levantadas por Dios. Lo que él llamó un sueño fue en realidad una revelación. Por medio del hermano Nee, hace muchos años, Dios nos mostró que necesitaba tener iglesias. Antes del regreso del Señor, El necesita que las iglesias sean establecidas. De no ser así, El no tendrá ninguna posibilidad de regresar. ¿Qué es el arca de hoy? ¿Cuál es el camino que Dios usa para poner fin a esta generación maligna y traer una nueva era? ¡Las iglesias! Dios reveló el arca a Noé, y debo testificar que Dios nos ha revelado la necesidad de tener una vida de iglesia apropiada. La vida de iglesia apropiada es el arca que Dios necesita hoy. Se necesita la vida de iglesia para acabar con esta generación e introducir una nueva era.
Desde el mismo día en que recibimos esta revelación y la declaramos con firmeza, nos hemos enfrentado con mucha oposición, y hemos sido rechazados y condenados. Durante ciento veinte años, Noé contó al pueblo lo que Dios le había mostrado y en ese lapso construyó el arca. Probablemente durante todo ese tiempo se burlaron de él. La gente quizá le haya dicho: “Noé, ¿qué estás haciendo? ¿Acaso todos nosotros estamos equivocados? ¿Eres tú el único que tiene la razón? ¿Acaso todo lo que hacemos será juzgado y sólo permanecerá la insignificante arca que estás construyendo?” Tal vez Noé haya contestado: “El tiempo lo dirá. Solamente esperen. Si el diluvio no viene en diez años, quizás venga en cincuenta años. Si no llega en cincuenta, tal vez venga en ochenta o cien o ciento diecinueve años. Esperen un poco más y vendrá el diluvio. Entonces se darán cuenta de que necesitan el arca, pero para entonces será demasiado tarde”.
Estoy convencido de que nos encontramos en la misma situación hoy en día. Al permanecer firmes en el testimonio de la iglesia, conforme a la revelación de Dios, hemos tenido que enfrentarnos a muchas críticas y a mucha oposición. Incluso algunos aseveran que somos una secta. ¿Cómo podríamos ser una secta? Siendo francos, creemos en la Palabra santa con más sinceridad que muchos creyentes de hoy. No nos jactamos; sólo decimos la verdad. Por lo menos creemos en la Palabra santa como lo hacen los demás, pero no de una manera leudada. ¿Tienen las queridas personas que nos critican la seguridad en su conciencia de que somos herejes? Todos los cristianos tienen una conciencia. Deben escuchar a su conciencia delante del Señor. Escuchen su conciencia, por favor, y lo que el Señor les revela en su conciencia.
He pedido a los hermanos aquí en los Estados Unidos que me expliquen por qué un pequeño hombre de China, que llega a la primera nación de la tierra, puede llamar tanto la atención. ¿Por qué se interesan tanto en mí? Deberían simplemente olvidarse de este insignificante hombre. Ahora, desde la costa occidental hasta la costa oriental se propaga el rumor de que Witness Lee es un hereje. Incluso en 1964, cuando fui a Texas, algunos cristianos me siguieron como espías de un lugar a otro. Escribieron lo que dije en mis mensajes, y lo imprimieron después de tergiversar mis palabras. Por tanto, durante diez años, este pequeño hombre ha recibido mucha atención injustificada. ¿Por qué tanta gente presta atención a un hombre tan insignificante? Porque ese hombre ha traído algo a este país que perturba al enemigo y pone en peligro el reino de las tinieblas. Este testimonio sacude el territorio de las tinieblas.
Soy un hombre insignificante. No obstante, desde las profundidades de mi ser y con una conciencia limpia, tengo la plena seguridad de que este ministerio le enseña al pueblo de Dios la revelación actual. Estados Unidos es el país del cristianismo. Un oriental no tiene necesidad de venir aquí y hablar acerca del cristianismo. Pero los queridos santos de este país necesitan ver la revelación actual de Dios. ¿Qué quiere hacer el Señor hoy? El no sólo quiere salvar a la gente, hacer que complazca a Dios, enseñarle a invocar el nombre del Señor, permitirle vivir, engendrar y caminar con Dios. Ahora El quiere ir más allá de todo eso. El necesita levantar las iglesias. Su intención es atraer a los que lo aman y lo buscan y reunirlos a fin de que pongan en práctica la vida apropiada de iglesia como un testimonio contra el reino de tinieblas del enemigo y como una preparación para Su regreso. Esta es Su intención hoy. Todos necesitamos ver eso y construir esta “arca” para ser el Noé de hoy y así acabar con esta generación y traer la nueva era del reino.
Dios no sólo tiene una intención sino también un deseo. El desea hacer algo y también tiene hambre y sed de lograrlo. Dios desea que se produzca la vida de iglesia. En 1933 un pastor, bienintencionado, vino a visitarme. El no me llamaba hermano Lee, sino señor Lee. El dijo: “Señor Lee, si usted no hablara de la iglesia, y ministrara solamente la Palabra, todos le invitaríamos a hablar en nuestras iglesias. Haríamos arreglos para que usted ministrara de iglesia en iglesia todo el año. Si cierra la puerta de su local, despide a la gente que se reúne con usted, y predica simplemente la Palabra, todos le abriríamos nuestras puertas”. Le respondí: “Gracias. Ya tengo mi carga y estoy bastante ocupado”.
Cuando fui a Taiwán, un misionero vino a verme. Primero, me elogió mucho, diciendo: “Hermano Lee, cuánto le damos las gracias a Dios por haberlo usado a usted y por haber levantado una obra tan maravillosa en la isla de Taiwán”. Mientras él me elogiaba, yo sabía lo que iba a añadir. El prosiguió y comentó algo acerca de la iglesia con cierto tono faccioso. Algunos misioneros en el Lejano Oriente comparaban nuestra práctica de iglesia con “una mosca en la leche”. Algunos me decían: “Si usted deja de hablar tanto acerca de la iglesia, todos los cristianos lo recibirán”. Contesté: “Lo siento, eso no depende de mí. El Señor me ha asignado esta carga”. Acostumbraba decirles: “Les estamos agradecidos a ustedes hermanos por haber venido de países lejanos a predicar el evangelio, y especialmente a aquellos pioneros del siglo pasado que vinieron a China después de un viaje de seis meses. Apreciamos el hecho de que abandonaron su país, su familia, su hogar y todo lo demás para venir a predicar el evangelio. Sin embargo, nuestra carga no es solamente el evangelio, sino también la iglesia. Dios necesita la iglesia. El evangelio debe predicarse para que exista la iglesia. También predicamos el evangelio, como ustedes saben, pero al hacerlo nuestra meta es la edificación de la iglesia. Lamento decirles que nos parece que ustedes no se preocupan por esta meta, la cual Dios nos ha mostrado”.
Fui invitado a visitar Londres y Dinamarca en 1958. No puedo expresar en palabras cuan cálida fue la bienvenida que me extendieron en ambos lugares. Pero luego la mayoría de los líderes se desilusionaron conmigo por el asunto de la iglesia. Estoy absolutamente dedicado a la iglesia. Estrechas amistades en el Señor se rompieron por esta razón.
Mi posición en cuanto a la vida de iglesia conforme a lo que el Señor nos ha mostrado, ha apartado a muchos santos de mí. No tengo la menor duda de que el tiempo mostrará que la vida de iglesia es lo que Dios desea tener hoy en día. Como lo puede atestiguar el hermano John Ingalls, yo vine a Los Angeles en 1962 para mantenerme firme junto con los hermanos en el recobro del Señor. En aquel entonces, pedí a ese pequeño grupo de hermanos que esperaran cinco o diez años y entonces verían algo. Hoy afirmo lo mismo. Espero que el Señor vuelva pronto. En caso de que se demore, les sugiero a ustedes que esperen diez años más y vean lo que sucederá. El Señor va a recobrar este país y los demás países avanzados.
Todos debemos recibir esta visión. Todos debemos tener la revelación actual para ver cuál es el deseo que Dios tiene en Su corazón. ¿Va usted a ser el Noé de hoy? Si así es, debe ver lo que hizo Noé. Dios no sólo desea que millares de personas sean salvas; El quiere tener la maravillosa vida de iglesia.
Cuánto le agradecemos a Dios por todos los santos que ha usado en el pasado. Recibimos mucha ayuda de la vida y obra de ellos. Pero creemos que en esta era, el Señor nos ha mostrado algo más. Efectivamente seguimos los caminos piadosos de todos los que nos precedieron en el Señor, pero la revelación del Señor nos ha hecho avanzar más en Su mover en esta tierra. La revelación del Señor ciertamente nos ha hecho diferentes a los queridos santos que permanecen en las tradiciones. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y seamos fieles a Su revelación, sin preocuparnos por el hecho de ser diferentes a los demás.
Noé creyó en la revelación que recibió y la practicó (6:22). El la practicó de tal manera que no se preocupó por el hecho de ser diferente de sus antepasados y de su generación. Quizás la gente le haya dicho: “Noé, ¿qué estás haciendo? Adán nunca habló de esta manera. Tampoco lo hicieron Abel ni Enós. Todos los patriarcas vivieron, engendraron y murieron, pero ninguno de ellos habló como tú. ¿Quién te crees que eres? ¿Acaso eres mayor que Adán o Enoc? Admiramos a Enoc, pues él caminó con Dios. ¿A qué te refieres con eso del diluvio que vendrá? ¿Qué quieres decir cuando hablas de construir el arca?”
El principio es el mismo hoy en día. Seguimos la revelación de Dios, la cual concuerda con la Biblia, y practicamos la vida de iglesia; no obstante, la mayoría de los cristianos carecen de esta revelación. La revelación de Dios siempre lo hace a uno diferente. Daniel y sus tres compañeros eran diferentes, porque se rehusaron a ingerir la comida real. Pablo era distinto, y también Martín Lutero. Todo el que ha visto la revelación de Dios es una persona distinta. La revelación hace de él una persona diferente. Debemos ser diferentes a nuestros parientes, compañeros de clase, vecinos y aun nuestros hermanos cristianos. Las personas comunes son aquellas que carecen de revelación divina. Cuando vemos algo, eso nos hace diferentes. Es bueno ser diferentes.
Ahora debemos considerar la obra de Noé. Primero, Noé fue heraldo de la justicia (2 P. 2:5). Si usted lee todo el contexto, verá que en la época de Noé predicar el evangelio consistía en protestar contra la generación maligna. Su generación era maligna y estaba llena de violencia, pero Noé predicaba la justicia y protestaba contra todas las injusticias, maldades y violencias. El daba testimonio del camino de la justicia de Dios.
Mientras Noé predicaba la justicia, construía el arca. En principio, estamos haciendo lo mismo. Estamos predicando la justicia y protestamos contra la era maligna. Mientras predicamos, construimos el arca corporativa. Noé construyó el arca por la fe y conforme a la revelación de Dios (He. 11:7). No la construyó según la tradición ni según su propio concepto o invención, sino en absoluta conformidad con la revelación de Dios. Esta es la razón por la cual en todo debemos volver a la revelación de Dios que consta en Su Palabra santa. Debemos volver a la pura Palabra de Dios.
La construcción del arca se oponía totalmente a la corriente de la generación de Noé. El se opuso a la tendencia de esa era y “condenó al mundo” (He. 11:7). Aparte de la familia de Noé, nadie valoraba esa labor. La labor de Noé y de su familia era única, peculiar y extraña. A los ojos humanos, lo que hacían no era práctico. Concordaba con la revelación de Dios y, por tanto, iba en contra de la corriente y el curso de aquella generación. ¿No cree usted que el principio es el mismo hoy en día? Lo que estamos predicando y haciendo va totalmente en contra de la corriente de esta generación. Pero alabamos al Señor porque estamos en Su fluir. No seguimos la corriente de esta generación, sino que nos hallamos en el fluir que procede del trono conforme a la revelación de Dios. ¡Alabado sea El!