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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Génesis»
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Mensaje 32

La vida en resurreccion

(1)

  En el mensaje anterior, vimos que Noé y quienes le acompañaron en el arca, pasaron por las aguas del diluvio. Como ya vimos, el paso por el agua tipifica el bautismo del Nuevo Testamento. Después del diluvio, el arca reposó sobre los montes de Ararat (Gn. 8:4). Eso también fue una señal, un tipo, una sombra de la resurrección de Cristo. La Biblia revela que el arca tipifica a Cristo. El paso del arca por el agua representa el paso de Cristo por las aguas de la muerte bajo el juicio de Dios. Al posarse el arca sobre las montañas, se indica que Cristo salió en resurrección de las aguas de muerte.

E. La vida en resurrección

  La Biblia es maravillosa. Génesis 8:4 revela que el arca se posó sobre los montes de Ararat en el séptimo mes, a los diecisiete días del mes. Si leen la Biblia detenidamente y consideran la historia y consultan en los mejores diccionarios de los idiomas originales, se darán cuenta de que en Egipto durante la Pascua, el séptimo mes fue cambiado y vino a ser el primero (Éx. 12:2). Los judíos tienen dos clases de calendarios: el calendario civil y el calendario sagrado. El calendario civil era el antiguo, y el calendario sagrado era el nuevo, que empezó con la Pascua. Cuando Dios les pidió a los israelitas que celebrasen la Pascua, El les dijo que aquel mes había de ser contado como el primero del año. En hebreo, el nombre de aquel mes era Abib (Éx. 13:4), que significa nueva espiga de maíz que germina o brota. Esto significa que Dios consideraba la Pascua como un nuevo comienzo de vida. ¿Por qué hago notar esto? Porque el Señor Jesús fue crucificado el día de la Pascua, el día catorce del mes (Éx. 12:6; Jn. 18:28). El calendario sagrado indica que El fue crucificado el primer mes, y el calendario civil muestra que lo fue el séptimo mes, el mismo mes cuando reposó el arca en el monte. El Señor fue crucificado el día catorce de aquel mes y fue resucitado tres días después. Por tanto, el calendario sagrado indica que Cristo resucitó el día diecisiete del primer mes. Según el calendario civil, ocurrió el día diecisiete del séptimo mes, el mismo día en que el arca reposó sobre los montes de Ararat. Por tanto, en ese primer tipo, en que el arca se posó sobre el monte, vemos la fecha exacta de la resurrección de Cristo. ¡Esto es maravilloso!

  En 1 Pedro 3:20-21 Pedro relaciona la resurrección de Cristo con el arca. El dijo que “ocho almas, fueron llevadas a salvo por agua. Esta os salva ahora a vosotros, como antitipo, en el bautismo ... por medio de la resurrección de Jesucristo”. La figura del bautismo también nos salva mediante la resurrección. Repito que el reposo del arca sobre la cumbre del monte representa la salida de Cristo de las aguas de muerte al resucitar. El mes y el día de estos dos eventos fueron idénticos.

1. Una sombra de la iglesia

a. Resucitados juntamente con Cristo

  ¿Qué encuentra usted después de la resurrección? Vemos una nueva vida. Noé y las siete personas que le acompañaban tenían una nueva vida. También quisiera llamarles la atención al hecho de que fueron ocho las personas que estuvieron en el arca. El número ocho representa la resurrección. Una semana tiene siete días, y el comienzo de una nueva semana es el octavo día. Cristo resucitó el primer día de la semana, es decir, el octavo día (Jn. 20:1). Por tanto, el número ocho representa la resurrección. En esta nueva vida el pueblo se halla en resurrección. Todo lo que hace se encontraba en resurrección.

  Son pocos los cristianos que entienden el verdadero significado de la tipología de este pasaje de la Palabra. Debemos entender este pasaje según la tipología. Todos los cristianos están de acuerdo en que el arca tipifica a Cristo, y 1 Pedro 3:20-21 nos revela claramente que el paso por el diluvio prefigura el bautismo. Basándonos en ambos hechos, debemos entender que todo lo relacionado con Noé y las siete personas que estaban con él después del diluvio también debe formar parte del tipo completo, y debe formar un cuadro entero del tipo. No deberíamos detenernos en el bautismo tipificado por el diluvio, ni en la resurrección de Cristo representada por el arca que reposó sobre el monte. ¿Qué diremos de la vida que esas ocho personas llevaron después del diluvio? En otras palabras, ¿qué podemos decir de la vida de las personas después de la resurrección? ¿Qué representa la vida que esas ocho personas llevaron después del diluvio? Representa la vida de la iglesia. Después de la resurrección, la vida del pueblo resucitado fue la vida de la iglesia. Es muy lógico. Las ocho personas que estuvieron en el arca nos representan a nosotros los creyentes neotestamentarios.

  Quisiera dirigirme a los jóvenes. Cuando yo era un cristiano joven, usaba mucho mi intelecto para tratar de comprender las afirmaciones bíblicas según las cuales estamos en Cristo. Intenté averiguar cómo podemos estar en Cristo. No podía ver esta realidad ni entender su significado. Un día, mientras consideraba lo que tuvo que pasar el arca de Noé, el Señor me mostró que las ocho personas que estuvieron en el arca constituían un cuadro que indicaba la manera en que estamos en Cristo. Estas ocho personas estaban en el arca cuando ésta pasó por el diluvio. En consecuencia, ellos también pasaron por el diluvio en el arca, pero ellos mismos no tuvieron contacto con el diluvio. Fue el arca la que resistió las aguas del diluvio. Esto explica la manera en que la crucifixión de Cristo puede ser nuestra y cómo fuimos crucificados nosotros en Cristo. Cuando el arca salió del diluvio, las ocho personas también salieron. Cuando el arca se posó sobre la cumbre del monte, las ocho personas también fueron resucitadas y se posaron sobre la cumbre del monte en el arca. Efesios 2:6 dice que fuimos resucitados juntamente con Cristo. Antes de nacer, ya habíamos resucitado. Cuando Cristo fue resucitado de las aguas de muerte, nosotros estábamos en El. Por consiguiente, quienes estamos en la iglesia somos personas resucitadas.

  Si miramos el cuadro presentado por la tipología, veremos que la iglesia es otra comunidad; no es la vieja sociedad. La vieja sociedad fue sepultada. Cuando fuimos bautizados, sepultamos a la vieja comunidad. El diluvio vino y sepultó la vieja comunidad de Noé, y sólo ocho personas fueron resucitadas. Ahora la vida de estas ocho personas que estaban en la nueva línea debe tipificar la vida de iglesia. Somos quienes constituyen la iglesia, y este pueblo es un pueblo resucitado. Somos otra comunidad, otra sociedad. La vida de iglesia es una nueva comunidad.

  Después del diluvio, las ocho personas que fueron salvas mediante el arca empezaron una nueva vida. Antes del diluvio, vieron muchas cosas malignas e impías. Pero ellos fueron salvos, separados, resucitados e introducidos en una nueva vida. Esa nueva vida tipificaba la vida de iglesia. Aparte de las demás semillas sembradas en el libro de Génesis, la semilla de la vida de iglesia también fue sembrada allí. Cada parte de la vida de las ocho personas prefiguraba una parte de la vida de iglesia.

b. Los carnales, representados por el cuervo, vuelven al mundo juzgado por Dios

  Antes de que las ocho personas iniciaran su nueva vida en la nueva tierra, Noé hizo algunas pruebas. El mandó un cuervo y una paloma (8:7-12). Los cuervos representan a los carnales. Si usted lee Levítico 11 detenidamente, descubrirá que los cuervos son aves inmundas. Las aves inmundas son impuras porque comen animales muertos y cadáveres. En otras palabras, comen muerte. Son impuras porque se alimentan de muerte. La muerte es inmunda a los ojos de Dios. Según el Antiguo Testamento, cuando una persona tocaba muerte, inmediatamente se volvía impura. Las aves impuras comían muerte, pero las aves puras comían grano y cereales. Los granos contienen vida. Las aves puras son limpias porque se alimentan de vida. A los ojos de Dios, la vida es lo más puro que hay, y la muerte lo más impuro. ¿Come usted muerte o vida? ¿Come cadáveres o semilla? Todo aquel que come carroña es un cuervo, y quienquiera que come semilla es una paloma.

  Noé fue sabio y envió primero un cuervo. Cuando el cuervo salió del arca, sintió como si hubiera salido de una jaula. El vio los cadáveres flotando sobre el agua del juicio y empezó a alimentarse de ellos. Cuando él estaba confinado en el arca, no tenía ninguna oportunidad de comer carroña, porque no había muerte en el arca. No obstante, al salir del arca, vio que la superficie de las aguas estaban llenas de cadáveres, llenas de muerte. ¿Qué significa eso? Significa que dentro de la iglesia no hay muerte y que allí todos los cuervos se mueren de hambre. En la iglesia, la gente que come muerte se muere de hambre. Un día, con la primera oportunidad de salir, los cuervos se marcharán y empezarán a comer cadáveres. En el transcurso de los años, he visto a muchos “cuervos”. Estuvieron un tiempo en la vida de la iglesia, pero salieron y estuvieron en contacto con el mundo juzgado por Dios y empezaron a alimentarse de cadáveres. Todo aquel que ama al mundo condenado es semejante a un cuervo que se alimenta de las cosas de muerte. Aún Demas, quien estuvo con el apóstol Pablo anteriormente, amó al mundo y rechazó a Pablo (2 Ti. 4:10). Amar al mundo significa alimentarse de las cosas muertas condenadas y juzgadas por Dios.

c. Las personas espirituales, representadas por la paloma, se quedaron en la vida de iglesia y se preocuparon por la vida en el Espíritu

  Después de enviar Noé un cuervo, envió una paloma. La paloma no pudo encontrar lugar de reposo, porque la tierra todavía estaba llena de aguas de muerte. Por tanto, puesto que no había lugar para la paloma, ésta volvió al arca (8:9). Después de siete días, Noé envió nuevamente la paloma, y esta vez regresó con una hoja fresca de olivo (8:11). En tipología, el olivo representa el Espíritu, y la hoja de olivo fresca y nueva representa la nueva vida en el Espíritu. La paloma vio la hoja fresca de olivo y la arrancó. Fue una señal de vida.

  Se necesita una hoja fresca de olivo para abrir una nueva oportunidad a la iglesia. Si vamos a establecer una iglesia en cierta ciudad, debemos mandar una o dos “palomas” para ver si hay alguna hoja fresca de olivo. En caso de que haya, se puede llevar la vida de iglesia en esa ciudad. De otro modo, las “palomas” deben volver al arca. Cuando Noé mandó a la paloma por tercera vez, ésta no regresó, porque la tierra de la vida había emergido. Esta es una señal de que podemos tener la vida de iglesia. Supongamos que algunos santos intentan empezar la vida de iglesia en una ciudad. Deben averiguar si las aguas de muerte anegan la ciudad o si van bajando. Si el agua ha bajado y algunos olivos brotan con hojas frescas, eso puede ser una señal de que la iglesia debería estar allí. Deben esperar que las aguas de muerte bajen y que la tierra aparezca. Para ellos, será tiempo de empezar la vida de iglesia. Antes de empezar la vida de iglesia en un lugar, debemos actuar conforme al mismo principio, y ver si la situación es propicia para la vida de iglesia.

d. El ofrecer Cristo a Dios es representado por las ofrendas y mediante la cruz representada por el altar

  ¿Qué hicieron los resucitados después de salir del arca y empezar su nueva vida? La primera cosa que hicieron al salir del arca fue construir un altar y ofrecer sacrificios a Dios (8:20-22). En la vida de la iglesia, lo primero no debería ser el trabajo, sino el ofrecer a Cristo ante Dios mediante la cruz. Noé construyó un arca y ofreció sacrificios a Dios (8:20). Tanto el altar como los sacrificios son tipos. El altar tipifica la cruz de Cristo, y los sacrificios tipifican los distintos aspectos de Cristo. Debemos ofrecer a Cristo en diferentes aspectos a Dios. Debemos ofrecerle a Dios el Cristo que hemos experimentado. Si experimentamos a Cristo como el holocausto, entonces debemos traerlo a Dios y ofrecérselo. Dios quiere que le llevemos a Cristo. Experimentar a Cristo y traer a Dios el Cristo que hemos experimentado agrada a Dios. Debemos ofrecer a Cristo ante Dios para Su satisfacción. En la vida de iglesia, debemos prestar atención a eso. Debemos aprender cómo experimentar a Cristo, llevarlo a Dios, y compartirlo con El. Esto es lo que Dios acepta.

  Ofrecemos a Cristo ante Dios por medio de la cruz. No labore; vaya a la cruz. No intente hacer nada ni comportarse bien; sólo vaya a la cruz. ¿Qué hará la cruz por usted? Hará una sola cosa: lo crucificará. Antes de hacer algo por Dios, debe ir a la cruz y permitir que ella obre en usted. Si un joven desea obedecer los mandamientos y honrar a sus padres, primero debe permitir que la cruz obre en él. Si un marido desea amar a la esposa, también debe ser crucificado. Ocurre lo mismo con una esposa que procura someterse a su marido. ¿Va usted a obrar para Dios? Antes de obrar por El, debe ir a la cruz y ser crucificado. A la larga, no habrá ninguna labor, servicio ni comportamiento naturales. Después de pasar por la cruz, lo único que permanece es Cristo. Ese Cristo será un olor fragante para Dios.

1) Satisfacer a Dios

  Cuando nosotros, mediante la cruz, ofrecemos a Dios el Cristo que hemos experimentado, Dios queda satisfecho. Todos debemos ser crucificados en el altar para ofrecer al Cristo que hemos experimentado en nuestra vida diaria. Cuánto agradezco al Señor porque en el transcurso de los años, las iglesias en este país han practicado estos dos puntos. Somos crucificados y también experimentamos a Cristo, llevándolo a Dios y compartiéndolo en presencia de Dios. Cuando nos reunimos de esta manera, tenemos la seguridad de que Dios está satisfecho. ¿Cómo sabemos que El está satisfecho? Porque nosotros estamos satisfechos. Cuando usted tiene hambre, puede estar seguro de que Dios también tiene hambre. Cuando no está contento, Dios tampoco lo está. Pero cuando usted está satisfecho, el Dios a quien ofrece Cristo también queda satisfecho. Cuanto más trabaje usted por su cuenta, más insatisfecho estará. Cuanto más intente comportarse bien por sus propios medios, más sentirá hambre y sed. No obstante, cuando sea clavado en la cruz y experimente plenamente a Cristo, estará lleno, contento y satisfecho. Dirá: “Aleluya. Estoy lleno y satisfecho. Estoy en paz. Tengo alimento y agua. Lo tengo todo. Esto indica que Dios está satisfecho.

2) Alejar la maldición

  El ofrecer Cristo a Dios por medio de la cruz aleja la maldición. Como resultado de la primera caída del hombre, éste quedó bajo maldición (3:17). ¿Qué es la maldición? La maldición, a la larga, es la muerte. La muerte, incluyendo todos los demás sufrimientos, es la consumación de la maldición. Al ofrecer a Cristo ante Dios por medio de la cruz alejamos la maldición. Esto significa que alejamos la muerte. Todos los chismes, las murmuraciones, las críticas, las quejas, etc., son señales de la maldición de la muerte. Todo eso queda eliminado al experimentar a Cristo mediante la cruz. Si no experimentamos a Cristo por medio de la cruz, estamos bajo la maldición de la muerte, las murmuraciones, los chismes, las críticas y las quejas. Entonces, si vamos a la reunión de la iglesia, estaremos bajo la maldición de muerte. Cuando llegamos a una reunión y sentimos que la reunión está en muerte, significa que la reunión está en cierta medida bajo maldición. Pero cuando llegamos a una reunión llena de vida, y sentimos que hay algo viviente, encendido y resplandeciente, allí no hay maldición. La maldición es alejada. En lugar de la maldición de la muerte, recibimos la bendición de la vida. En la Biblia la consumación de la maldición es la muerte, y la bendición más grande es la vida. La vida es la bendición dispuesta por Dios (Sal. 133:3). En una buena reunión de iglesia, la muerte es sorbida y la maldición alejada.

3) Traer bendición a la tierra

  Al ofrecer a Cristo ante Dios por medio de la cruz viene bendición a la tierra (8:22). Génesis 8:22 menciona ocho puntos. El primero es el tiempo de sembrar la semilla. En la vida de iglesia debemos sembrar a Cristo en los demás. Debemos predicar el evangelio y ministrar a Cristo como semilla de vida a los demás. Cuando lo sembramos a El, tenemos el tiempo de siembra. Después viene la cosecha. El tiempo de siembra es el comienzo, y la cosecha es la consumación, o sea el tiempo de la siega. No sólo ministramos Cristo a los demás, sino que también traemos la cosecha. Traer a un convertido, en quien vive Cristo, es nuestra cosecha.

  El tercer y cuarto artículos son el frío y el calor. Si usted quiere estar sano, el mejor lugar para vivir es donde haga frío en invierno y calor en verano. No debemos estar tibios. Por una parte, la iglesia debe estar fría: fría para con Satanás, el pecado y el mundo. Para Satanás, el pecado y el mundo, nosotros somos semejantes a una montaña de hielo. También debemos ser fríos para con el yo, la carne, la vida anímica y todas las demás cosas negativas. Podemos decir: “Satanás, ven aquí. Te congelaremos hasta que mueras”. Por otra parte, debemos ser ardientes y calentar a los demás. Génesis 8:22 también habla del verano y del invierno, del día y de la noche. Esta es la bendición de vida.

  En la vida apropiada de iglesia, debe haber frío e invierno para Satanás y noche para dormir. También debemos tener el calor, el verano, y el día para nuestro Dios. Esta es la bendición. Examinen la sociedad actual. No hay frío ni calor ni verano ni invierno ni día ni noche. La gente que va a los clubs nocturnos, cambia la noche por el día y el día por la noche. Por no tener ellos la vida apropiada, están bajo maldición. En la iglesia debemos llevar la vida apropiada bajo la bendición de Dios. A diferencia de nosotros, la gente del mundo no está acostumbrada a la vida de iglesia. Nosotros los que estamos acostumbrados a la vida de iglesia estamos verdaderamente bajo la bendición de Dios, tanto en el plano espiritual y mental, como en el plano físico. Todos los que constituyen la iglesia se mantienen sanos porque se encuentran bajo la bendición de Dios por medio de la vida de iglesia. Entre los santos en la iglesia, muchos pueden testificar que antes de entrar en la vida de iglesia estaban débiles y enfermizos. Muchos estaban enfermos mentalmente, pero después de estar en la vida de iglesia llegaron a ser sobrios y sanos. Esta es la bendición. Esta bendición viene al ofrecer a Cristo delante de Dios por medio de la cruz. Hermanas, si ustedes quieren estar sanas, deben experimentar a Cristo y ofrecerlo a Dios por medio de la cruz. Si usted vive de esta manera por un tiempo, se fortalecerá mucho y obtendrá sobriedad mental. Cada hermana joven que viva así, estará sana en su mente y también en sus emociones. La mayoría de las mujeres jóvenes están enfermas en su parte afectiva o en su mente. Ningún psiquiatra las puede ayudar. Pero si usted experimenta la vida de iglesia, el mismo Cristo que usted ofrece a Dios lo sanará. Es mejor que cualquier psiquiatra. No acuda a un psiquiatra; vaya a Cristo y ofrézcalo a Dios. Entonces estará sano, será sobrio y equilibrado en sus emociones. La vida de iglesia, por ser la vida apropiada, trae la bendición de Dios. La paz, el gozo, el amor, la comprensión, la bondad y el vivir normal son señales de la bendición de vida que viene al experimentar a Cristo mediante la cruz.

e. Cumplir el propósito de Dios

  La vida de iglesia vuelve al principio para cumplir el propósito de Dios (9:1-2, 6-7). En el principio estaban la expresión de Dios y la representación de Dios (1:26). Dios creó al hombre a Su imagen para que éste lo expresara a El, y le dio la comisión de que ejerciera Su señorío para representarlo a El. El hombre le falló a Dios en eso. Por tanto, Dios salvó a ocho personas por medio del agua y las introdujo en la nueva era en resurrección. Entonces Dios repitió Su meta a la humanidad resucitada. Esta es la vida de iglesia. En la vida de iglesia, hemos vuelto a la meta original de Dios: que el hombre lo exprese y lo represente a El. Ahora en la vida de iglesia expresamos a Dios y lo representamos.

  La iglesia aun puede y debe ejercer su autoridad celestial y estar por encima de la situación mundial actual. Debemos decirle al Señor: “Señor, no estamos de acuerdo con la situación del mundo actual. Debe servir para Tus intereses”. Debemos ejercitar nuestro espíritu y declarar estas cosas a todo el universo. La iglesia tiene el derecho de hacerlo. Lamento decir que la mayoría de los cristianos han perdido esta visión. No entienden que la iglesia tiene este derecho.

  Somos un pueblo resucitado, un pueblo que ha vuelto de la caída al principio. Caímos en Adán, pero fuimos recobrados en Cristo. En Cristo, hemos regresado al principio para expresar y representar a Dios. En la vida de iglesia tenemos la vida que expresa a Dios. Podemos decirle a la gente: “¿Quiere ver usted a Dios? ¿Desea conocerlo? Venga a la iglesia y lo verá. En la iglesia usted verá la expresión de Dios”. Además, la iglesia fue autorizada para representar a Dios en esta era sobre la tierra. Somos embajadores de Cristo (2 Co. 5:20). Cuando usted ore al Señor, quien tiene la autoridad y la soberanía sobre todo el universo, no lo haga a modo de lamento ni de súplica. Usted debe orar ejerciendo y declarando esta autoridad, pues usted tiene autoridad. Con la oración, debemos expresar nuestra actitud, diciendo: “No estamos de acuerdo con las maldades que suceden en este país”. El Señor honrará esta clase de oración porque nosotros los que estamos en la vida de iglesia somos los representantes de Dios.

  Génesis 1:26 dice que el hombre fue hecho a la imagen de Dios. Colosenses 3:10 nos dice que la iglesia es el nuevo hombre creado conforme a la imagen de Dios. Esto significa que la vida de iglesia reemplaza al Adán caído. Adán perdió su posición, y la iglesia fue puesta allí en lugar de él. Ahora la iglesia es el sustituto de Adán para ejercer la autoridad divina sobre todas las cosas. Después del diluvio, Dios le dijo a Noé que todos los seres vivos estaban en su mano (9:2). En los tiempos de la creación y de la resurrección, todos los seres vivos estaban destinados a estar bajo la autoridad del hombre. No estaban destinados a estar bajo la autoridad del hombre caído, sino bajo la autoridad del hombre resucitado. En la vida de iglesia, somos ese hombre resucitado. ¿Es usted un hombre caído o un hombre resucitado en la vida de iglesia? Todos debemos resucitar y decirle al enemigo que no estamos de acuerdo con sus maldades y que él debe apartarse de nosotros. A menudo es necesario que oremos así. Debemos orar de esta manera en las reuniones de oración de la iglesia. A veces los “cuervos” no sólo comen cadáveres, sino que vuelven y perturban la vida de iglesia. Por tanto, debemos ejercer la autoridad y decir al enemigo que no estamos de acuerdo con estas molestias y que no las permitiremos. Tenemos derecho a decir esto porque fuimos puestos en la posición de representantes de Dios. Fuimos establecidos en la posición original del hombre. Esta es la vida de iglesia. No sólo vivimos, sino que también gobernamos. Una iglesia en una localidad determinada debe gobernar esa localidad. Si la iglesia está en la posición correcta, tiene la autoridad de gobernar cualquier situación.

f. Vivir bajo el pacto de Dios

1) No vendrá otro juicio de muerte

  Entonces Dios hizo un pacto con Noé, con su simiente y con todos los seres vivos (9:8-11). Este pacto tenía un solo aspecto: que jamás la muerte vendría por las aguas de muerte. Este pacto tipifica principalmente el hecho de que en la vida de iglesia, ya no hay muerte, sino vida. Las ocho personas vivieron bajo ese pacto. Por no compartir el trasfondo de ellos, nos resulta difícil entender lo que sintieron al salir del arca. Supongamos que usted es una de las nueras de Noé. Después de salir del arca, todavía tendría miedo, pensando que el diluvio podría volver al poco tiempo. Tal vez usted se diría a sí mismo: “Antes del diluvio, me sentía seguro. Miraba al cielo, y lo hallaba diáfano. Yo estaba confiado porque el cielo estaba despejado. No sentía miedo. Ahora, después de pasar por el diluvio, no tengo ninguna seguridad. El cielo está despejado, pero tal vez vuelva el diluvio”. Ellos no sentían ninguna seguridad; estaba atemorizados y amedrentados. Esto significa que después de ser salvos e introducidos en la vida de iglesia, seguimos en peligro de morir. Muchos están en peligro por los pecados habituales y por la posibilidad de enojarse. Aborrecen su ira. Hace dos semanas, su cielo estaba despejado, pero de repente hubo un trueno y un gran aguacero; es decir, perdieron la paciencia. Cuando eso sucede, tienen miedo. Muchos santos me han dicho: “Hermano, la vida de iglesia es muy buena. Pero no tenemos la fe ni la certeza de que cada día será igual. Hoy soy bueno con mi esposa, pero quizás después de dos días me enoje y estaré arruinado. No tengo ninguna seguridad, ninguna paz. Estoy lleno de temores”. Algunas hermanas no sienten ninguna paz con sus maridos ni consigo mismas. Tienen miedo de que vuelva el diluvio, de que vuelvan las aguas de muerte.

  Debido a este peligro que sentían Noé y los demás, Dios hizo un pacto con ellos. Dios parecía decir: “Tranquilícense y siéntanse a salvo. No vendrá ningún diluvio. No habrá más aguas de muerte”. Esto significa que podemos estar seguros y confiados en la vida de iglesia, pues ya no habrá muerte. Ahora en Cristo no hay ninguna condenación (Ro. 8:1), ninguna agua de muerte. Estamos en Romanos 8 donde no hay ninguna condenación, ningún diluvio, ninguna muerte ni ningún juicio. Cuanto más decimos “Ya no hay”, más nos percatamos de que no hay más muerte. No confíe en sus sentimientos ni preste atención a sus convicciones. Sus convicciones no son confiables; son mentiras. Usted debe vivir bajo el pacto de Dios. No viva por sus sentimientos, sus convicciones ni por las circunstancias. El pacto de Dios declara que cuando el cielo esté nublado, El mandará un arco iris. Cuando usted ve el arco iris, sabe que el diluvio no vendrá. Si su cónyuge ha sido amable durante dos semanas y de pronto el cielo se nubla, no lo crea. Debe decir: “Señor, manda el arco iris”. No crea que su marido va a enojarse; más bien diga: “Señor, Tú eres fiel. Tú puedes quitar la nube y mandar al arco iris”. Si usted dice eso, el cielo se despejará.

  No crea que es débil. Eso es una mentira de Satanás. No se imagine que se enojará y que caerá. Si cree algo negativo y lo proclama, eso sucederá. Ciertamente estas profecías se cumplen. Si usted tiene miedo de algo y profetiza que le vendrá, le sucederá. No crea en sus debilidades. ¿Cree usted en ellas? ¿Vive ahora por sus debilidades o bajo el pacto de Dios? El Nuevo Testamento en su totalidad es un testamento nuevo. Un testamento es mejor que un pacto. Tenemos un testamento de veintisiete libros, es decir, un pacto de veintisiete libros. Este pacto dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (Ro. 8:1). Este pacto también dice: “Bástate Mi gracia; porque Mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Co. 12:9). ¿Cree usted eso? Si es así, debemos decir con confianza: “Amén”. El pacto también dice: “Cristo ... anuló la muerte” (2 Ti. 1:10). ¿Cree usted eso? No se mire a sí mismo; mire a Cristo. Cuando usted se mira a sí mismo, tiembla. No debemos vivir por nuestra propia cuenta, sino por el pacto de Dios. ¡Tenemos un pacto! El pacto que Dios hizo con Noé duró poco tiempo: como medio capítulo de longitud cuando mucho. Pero nuestro pacto tiene veintisiete libros. ¿Es usted débil? Debe contestar: “No, ya no soy débil, porque el pacto me dice que puedo fortalecerme ‘en la gracia que es en Cristo Jesús’ (2 Ti. 2:1), y puedo gloriarme en mis debilidades para que el poder de Cristo extienda tabernáculo sobre mí” (2 Co. 12:9). En el ámbito espiritual, me gusta el cántico que aprendí cuando era niño: “Cristo me ama, bien lo sé; Su Palabra me hace ver...” También podemos decir: “Soy fuerte en la gracia, bien lo sé, Su Palabra me hace ver...” Podemos declarar: “No tropezaré; bien lo sé, Su Palabra me hace ver...” (Jud. 24). Tal vez algunos de ustedes no tengan la fe de decir esto. Quizás piensen que esto es una exageración y se pregunten: “¿Cómo puede usted decir: no tropezaré; bien lo sé? No me atrevo a contestar. Si lo dijera esta noche, ciertamente caería mañana”. Sí, usted caería, pero simplemente porque así lo profetizó. Caerá porque vive por lo que siente, y no por el pacto de Dios.

  Dios dice en Su pacto: “No habrá más diluvio, ni más juicio por agua”. Si usted hubiera estado allí en aquel tiempo, ¿habría contestado: “Amén”? Yo habría dicho: “Amén” repetidas veces. Cuando Noé vio las nubes, no tenía miedo, porque sabía que el arco iris vendría. Por tanto, cuando la nube de la ira aparece, usted puede decir: “Señor, no perderé la calma. Envía el arco iris. No pondré los ojos en la nube, sino en el arco iris. El cielo está oscuro y la nube grande, pero viene un colorido arco iris. Mira el arco iris”. Cuando usted dice eso, por fe llama las cosas que no son como si fueran. Esta fe no se conforma a su imaginación, sino a los veintisiete libros del pacto escrito de Dios.

  Después del diluvio, las ocho personas se convirtieron en un pueblo amparado por el pacto. Eran un pueblo que tenía un pacto. En la vida de iglesia, en la resurrección de Cristo, somos un pueblo abrigado por un pacto. Tenemos un pacto. No vivimos por ninguna de nuestras convicciones, consideraciones, ni mentiras, sino por el pacto de Dios. Ahora vivimos bajo el Nuevo Testamento. ¿Está usted débil? ¿Va usted a enojarse, a golpear a su esposa, o a amar al mundo? Usted puede decir: “No, porque la Biblia me hace ver”. Estamos seguros, resguardados y protegidos por las promesas que contiene el pacto de Dios. Estas promesas son grandes y preciosas, y por medio de ellas podemos ser partícipes de la naturaleza de Dios y escapar de la corrupción que está en el mundo mediante la lujuria (2 P. 1:4).

2) El arco iris es una señal de la fidelidad de Dios en guardar Su pacto

  ¿Qué significa el arco iris que Dios puso en las nubes como señal del pacto (9:12-17)? Representa Su fidelidad. La fidelidad de Dios es el arco iris. En el último libro de la Biblia, Apocalipsis, el apóstol Juan vio a Dios sentado en un trono, y alrededor del trono había un arco iris (Ap. 4:3). El Apocalipsis, siendo el último libro de la Biblia, siempre nos vuelve al principio de la Biblia. En el primer libro había un arco iris, y en el último todavía encontramos el arco iris. La fidelidad de Dios permanece para siempre. El no puede negarse a Sí mismo (2 Ti. 2:13). Cuando El habla, guarda Su Palabra. El mismo es fidelidad. En 1 Corintios 1:9 dice: “Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor”, y en 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia”. Dios es fiel.

  ¿A qué es fiel Dios? El es fiel a lo que dice. El es fiel a Su Palabra, y Su Palabra es el testamento, el pacto. El pacto es simplemente la Palabra de Dios. Dios es fiel en todo lo que dice. Este es el arco iris. Cuando aparezca una nube, usted debe pedir que venga la fidelidad de Dios. De este modo usted llama al arco iris. Cuando se sienta débil, debe pedir la fidelidad de Dios, de esta manera: “Oh Dios, Tú eres fiel. Yo soy débil, pero Tú debes fortalecerme conforme a Tu Palabra”. Todos vivimos bajo el pacto con la fidelidad de Dios como señal segura de que el diluvio no vendrá. Esta es la vida de iglesia.

  Nuestra vida cristiana y nuestra vida de iglesia son una vida salvaguardada por el pacto. Nos encontramos bajo el pacto. En cada versículo del Nuevo Testamento, encontramos las promesas de Dios. Quisiera mostrarles una de ellas, que he experimentado mucho. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Co. 10:13). Hay un versículo para cada circunstancia que usted afronta. Si usted se aferra al pacto de Dios, le puedo asegurar que para todo lo que le suceda, hay un versículo con una promesa viva en la que puede confiar y por la que puede vivir. Todos debemos aprender a vivir bajo el pacto de Dios. No debemos sentirnos amenazados ni atemorizados por las nubes de nuestras convicciones, nuestros sentimientos y nuestro entorno. Estamos bajo el pacto de Dios, bajo Su plena bendición. Ya no hay condenación ni juicio ni maldición. La muerte ya fue abolida. En la iglesia disfrutamos continuamente de la vida. Todo es vida. No esté atemorizado por la pérdida de su trabajo ni por su salud. No tema ninguna cosa tenebrosa ni negativa. Somos el pueblo del pacto, y tenemos un versículo con una promesa para cada situación. Debemos permanecer bajo el pacto y no creer en ningún fracaso, debilidad, tinieblas, ni en nada negativo. Nuestro destino está bajo el pacto de la sangre rociada. ¡Aleluya, somos el pueblo del pacto! No hay ninguna nube ni ningún diluvio; sólo hay vida. No hay ninguna maldición; sólo bendiciones. La vida de iglesia es esta vida, y el pueblo de la iglesia es un pueblo que está bajo el pacto. De hecho, podemos ser llamados la iglesia del pacto.

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