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Mensajes del libro «Estudio-Vida de Génesis»
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Mensaje 4

DIOS RESTAURA Y CREA ALGO MAS

(2)

EL PROCESO

  En el último mensaje abarcamos seis puntos, que incluían tres venidas y tres separaciones. El Espíritu vino, el Verbo de Dios vino y la luz vino. Como resultado, se produjeron tres separaciones: la luz se separó de las tinieblas; las aguas de arriba se separaron de las aguas de abajo; y la tierra seca se separó de las aguas de muerte. Con estas tres separaciones la tierra seca salió de las aguas de muerte en el tercer día, el día de resurrección. El Señor Jesús es la tierra seca que salió de las aguas de la muerte. Resucitó para regenerarnos.

  En el Antiguo Testamento, la tierra representa a Cristo como fuente que genera. Esta tierra fue sepultada debajo de las aguas de muerte y volvió a subir en el tercer día. Según lo revela el relato del Antiguo Testamento, de esta tierra brotó toda clase de vida: la vida vegetal, la vida animal y la misma vida humana. El hombre fue hecho del polvo de la tierra. En tipología, eso significa que toda clase de vida procede de Cristo.

  Después de la caída de la humanidad, durante la época de Noé, la tierra volvió a quedar cubierta de las aguas de muerte (Gn. 7:17-24), lo cual significa que el hombre estaba separado de Cristo. La humanidad estaba separada del deleite de la buena tierra. Después la tierra fue recobrada de nuevo (Gn. 8:13-17, 22). La tierra fue recobrada hasta el día de la rebelión de Babel, cuando el hombre cayó aún más, y toda la humanidad se rebeló contra Dios (Gn. 11:1-9). De modo que Dios llamó a un linaje con Abraham como padre para que entrara en la tierra elevada, la buena tierra de Canaán (Gn. 12:1, 5, 7). Esta buena tierra representa también a Cristo. Abraham fue llamado a salir de Babel e ir a la buena tierra. Hemos sido llamados a salir de la rebelión para entrar en Cristo, nuestra buena tierra (1 Co. 1:9). Ahora esta buena tierra nos pertenece y está lista para producir vida.

7) La vida vegetal es generada

  La vida vegetal fue generada en la tierra. La vida inferior, una vida sin consciencia de sí, llegó a la existencia (Gn. 1:11-13; cfr. Mr. 4:8; Os. 14:5-7). Esta es la obra generadora de vida y sucedió el tercer día, después de que la tierra saliera de las aguas de muerte. En aquel tiempo, no había ningún crecimiento de vida, sino sólo la forma más inferior de vida, una vida que no estaba consciente de sí. Si hablamos al pasto o a los árboles, el pasto no podrá entender y los árboles no reaccionarán, por no tener ningún sentimiento, ninguna percepción de sí. No tienen ningún sentimiento, pensamiento ni voluntad porque son vidas desprovistas de consciencia. Esta es la vida más inferior de todas.

  Cuando recibimos a Cristo, El salió de las aguas de muerte que había en nosotros. Cristo surgió, y nosotros ahora tenemos la vida, la vida que genera. Somos salvos y tenemos la vida. En el momento de ser salvos, recibimos vida, pero la vida que llevábamos adentro era muy insignificante. El relato de Génesis presenta eso con la vida del pasto, la vida de las hierbas, y la vida de los árboles frutales.

  Aun en la vida vegetal existen tres niveles: el pasto, la vida vegetal inferior; las hierbas que producen semillas, o sea un nivel más elevado; y los árboles frutales, un nivel todavía superior. Si leemos Génesis 1:29-30, veremos que Dios le dio al hombre las hierbas y los árboles frutales para su subsistencia. Luego Dios dio el pasto a los animales y al ganado para proporcionarles el alimento.

  Cuando usted llegó a ser cristiano, recibió vida, pero esa vida era muy inferior. Tal vez la vida que hay en usted es semejante al pasto; es vida y crece, pero es inferior. Aun comparado con otra vida vegetal, el pasto es bastante inferior. Aunque la semana pasada usted quizás se parecía al pasto, hoy ha crecido un poco más y ha llegado a ser la hierba que produce semilla. Espero que después de dos meses, usted sea un árbol que dé fruto. ¿Con qué se compararía usted: con el pasto, la hierba o los árboles? Supongamos que el Señor mismo le pregunta: “¿Y qué me dices de ti? ¿Te pareces al pasto, a las hierbas o a los árboles?” Hoy en día usted puede ser una hierba, pero después de cierto tiempo tal vez se parezca a un árbol que produce frutos. Sin embargo, cuando llegue a ser árbol, no se conforme. Este no es el último versículo del capítulo uno; es algo que sucedió en el tercer día.

8) Aparecen los portadores de luz

  En el cuarto día, no vemos el crecimiento de vida, sino la aparición de luces firmes y bien cimentadas (Gn. 1:14-17). Aunque la luz apareció el primer día, no era tan prevaleciente, ni tan firme. En el cuarto día, no sólo vinieron las luces, sino también los portadores de luz: el sol, la luna y las estrellas. Estas son luces más estables, más sólidas y más disponibles. Este es el primer requisito para el crecimiento de la vida.

  Supongamos que usted no es solamente pasto o hierba, sino también árbol. En esta etapa usted recibe más luz. Aunque tiene la luz del primer día, necesita que algo suceda en el cuarto día. Usted debe recibir luminares más elevados, más completos, más ricos, más estables y más disponibles. En 1 Juan 1:5-7 se nos dice que después de ser salvos, necesitamos más luz, y que debemos andar en la luz.

  Génesis 1:14-19 no habla de las luces de una manera vaga, sino de una forma muy definida: el sol, la luna y las estrellas. En tipología, el sol es Cristo. Cristo es nuestro sol. Malaquías 4:2 nos revela que Cristo es el Sol de justicia y que Sus alas traen sanidad. Su resplandor son Sus alas, y con el resplandor viene la sanidad. La segunda mitad de este versículo nos dice que todos creceremos bajo el resplandor de Cristo. Lucas 1:78-79 también nos dice que Cristo es nuestra aurora, el amanecer. ¡Aleluya! Jesús el Señor es nuestro sol. El es la “gran luz” que ha resplandecido en las tinieblas y en la sombra de la muerte (Mt. 4:16).

  El Señor Jesús compara también a los santos vencedores con el sol (Mt. 13:43). Ellos son uno con el Señor hasta el punto de resplandecer como el sol algún día, igual que El.

  Entonces, ¿quién es la luna? La luna es la iglesia. Aunque es difícil encontrar un versículo bíblico que indique que la luna es la iglesia, tenemos una base para afirmar que la iglesia es la luna. Recuerde el sueño de José en el que vio el sol, la luna y las once estrellas (Gn. 37:9-11). El sol era su padre, la luna era su madre, y las estrellas sus hermanos. Basándonos en este hecho, podemos decir que la iglesia como esposa, la novia de Cristo, es representada por la luna. Hoy en día, la iglesia es la luna. ¿Qué es la luna? La luna es un astro que no tiene luz propia, pero refleja la luz. La iglesia por sí sola no tiene luz. Pero ¡aleluya!, la iglesia fue hecha de tal manera que reflejara la luz de Cristo. Además, la luna sólo puede reflejar luz durante la noche. Hoy en día, en la edad de la iglesia, estamos en el período nocturno. Mire el mundo. ¡Cuán oscuro está! Aunque la iglesia se encuentra realmente en la noche oscura (las iglesias locales son los candeleros que resplandecen en esta noche oscura, Ap. 1:20), ella puede reflejar la luz de Cristo. No obstante, con frecuencia la iglesia (igual que la luna) no es muy estable y pasa por altibajos. La iglesia puede ser la luna llena, la media luna o la luna nueva. Cuando no hay luna, las estrellas resplandecen. ¡Aleluya!

  No solamente tenemos el sol y la luna, sino también las estrellas; no solamente tenemos a Cristo y la iglesia, sino también a todos los santos vencedores. Daniel 12:3 dice que aquellos que vuelven muchos a la justicia resplandecen como estrellas. Si vamos a ayudar a la gente a ser salva, si vamos a volver a la gente de las tinieblas a la luz, si vamos a recobrar a todos los descarriados, debemos ser las estrellas resplandecientes. Apocalipsis 1:20 nos revela que las iglesias son los candeleros que brillan en las tinieblas y que los ángeles (los seres vivientes en las iglesias) son las estrellas resplandecientes. El Señor dijo que los santos son “la luz del mundo” (Mt. 5:14), y Pablo dijo que los santos resplandecen “como luminares en el mundo” (Fil. 2:15).

  Después de crecer en vida y pasar del pasto al árbol, nosotros no deberíamos quedar satisfechos, pues era solamente el tercer día, y no el último. Debemos seguir adelante y pasar al cuarto día para disfrutar a Cristo como el amanecer, para disfrutar a la iglesia como la luna resplandeciente, y para disfrutar a muchos buenos santos como estrellas brillantes, a fin de crecer en vida.

  Si la luna no resplandece, no diga que la luna no está allí. La luna sigue siempre ahí. Del mismo modo, no diga que no hay iglesia; la iglesia sigue presente. El problema es éste: de algún modo la iglesia está cubierta, y no está en una posición correcta con relación al sol. Por tanto, no refleja ninguna luz. Aunque surja un problema en la iglesia, ésta sigue presente.

  Cuando hay un problema con relación a la iglesia, las estrellas deben brillar. Entre nosotros, muchos debemos ser estrellas resplandecientes. Debemos tener contacto con Cristo, con la iglesia y también con los santos que resplandecen. Debemos relacionarnos con muchos santos. Cuando usted acude a un hermano o hermana viviente, ¿no siente mucha luz? Y cuando usted entra en su presencia, ¿no se halla bajo una especie de resplandor? Eso es luz. Esta luz nos ayudará a crecer en vida.

9) Se estableció un gobierno

  Las luces que Dios hizo en el cuarto día fueron establecidas “para señorear en el día y en la noche” con su resplandor (Gn. 1:18a). La luz no sólo resplandece, sino que también rige con su resplandor. Donde hay resplandor, hay gobierno. Las tinieblas traen confusión, pero la luz regula. Para crecer en vida, necesitamos el gobierno y la reglamentación de las luces del cuarto día.

  Los luminares del cuarto día también separan la luz de las tinieblas (Gn. 1:18b). La separación entre la luz y las tinieblas ya se había producido (Gn. 1:4), como vimos en el mensaje tres. Ahora, el gobierno del resplandor de las luminarias del cuarto día fortalece esa separación. Para crecer en vida, necesitamos el gobierno de los luminares y también que la separación sea fortalecida. Este es el segundo requisito para crecer en vida.

10) Los seres vivos que están en el agua fueron generados

  En el quinto día, llegó a la existencia la vida inferior, que tiene la consciencia más primitiva (Gn. 1:20-22). Aunque todas las especies de la vida animal tienen cierto nivel de consciencia, algunas son más elevadas y otras menos. Primero se mencionan los peces, la vida animal que tiene la consciencia más rudimentaria. Todos hemos experimentado eso. Supongamos que algunos peces nadan en un río y nosotros nos acerquemos a ellos. Se asustarán y huirán. Pero si esparcimos comida en el agua y nos alejamos, todos los peces regresarán. Esa vida es más elevada que la vida de los árboles y que la vida vegetal (Ez. 47:7, 9). Aunque no es muy elevada, es más elevada. Esta es la primera etapa del crecimiento de vida.

  Los peces del mar viven en el agua salada. En principio, el agua salada no fomenta el crecimiento de nada; al contrario, mata y prácticamente impide que crezcan las plantas. El agua salada mata la vida. No obstante, los peces pueden vivir en el agua salada. El agua puede ser salada, pero los peces nunca serán salados, a menos que estén muertos. Esto es bastante significativo.

  Toda la humanidad, la sociedad humana en su totalidad, se parece a un gran mar. No obstante, nosotros los cristianos estamos llenos de vida. Podemos estar llenos de vida, cohabitar en esta sociedad y no ser salados por ella. Pero una vez muertos, seremos salados. Los chinos acostumbraban comer mucho pescado salado. Primero, mataban a los peces, y luego los ponían en sal hasta que estuviesen bien salados. Cuando los peces vivían, la sal no los afectaba, pues podían vivir en el agua salada. Es maravilloso. Nosotros los cristianos, quienes llevamos la vida de Cristo, podemos vivir en esta sociedad oscura y maligna. No obstante, si morimos, seremos salados. Hoy en día, si usted está lleno de vida y uno de sus compañeros lo invita a ir al cine o a usar narcóticos, usted dirá: “No”. Nada podrá afectarlo. Pero si usted está muerto, lo llevarán al cine como oveja al matadero. Una vez sacrificado, usted estará muerto, consumirá narcóticos, y hasta heroína. Usted será salado. Pero ¡aleluya!, nosotros nunca podremos ser salados porque tenemos vida. La vida repele toda la sal procedente del mar. Esa vida puede sobrevivir en cualquier situación mortífera. Esta vida sobrevive en medio de un entorno de muerte. Esto es bueno, pero hay más todavía.

11) Los seres vivos que vuelan por el aire fueron generados

  Después de los peces, fueron creadas las aves, las cuales vuelan por el aire, en el quinto día (Gn. 1:20-23). Esta es la vida más elevada con la consciencia de sí más elemental. La vida de las aves es más elevada que la vida de los peces. Los peces pueden vivir en las aguas de muerte, pero las aves pueden trascenderlas. Después de convertirse en pez, usted debe crecer hasta llegar a ser un ave. Cuando sus compañeros de clase le digan: “Vamos al cine”, usted volará. Nadie lo podrá afectar; usted trascenderá a esas cosas. No sólo repelerá la sal, sino que la trascenderá.

  En cuanto a todo lo que se menciona en el primer capítulo de Génesis hay un versículo que indica que se trata de una tipología. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo a Pedro que sería pescador de hombres (Mt. 4:19). Al decir esto el Señor Jesús, comparó a los hombres con los peces del mar. Tenemos también Isaías 40:31 donde vemos que aquellos que confían en el Señor serán como águilas que se elevan y se remontan por encima de las cosas. Esta es una vida más elevada. Muchos pueden testificar que a menudo se han elevado. Podemos hallarnos en toda clase de situaciones, pero con un poco más de crecimiento no sólo sobrevivimos en circunstancias adversas, sino que las trascendemos. Nos alejamos y nada nos puede afectar. ¡Aleluya! Muchas veces deseaba ser un ave. Un día descubrí que yo era realmente un ave. Era un águila con dos alas grandes. ¡Aleluya! Un águila puede elevarse y remontarse sobre los obstáculos de esta tierra. Esto es admirable. No estoy hablando de algo que ignore ni de algo que no se halle en la Biblia. Lean Isaías 40:31. Podemos ser el águila. Esta es la segunda etapa del crecimiento de vida. Esto es maravilloso, pero todavía hay más.

12) Los seres vivos que andan sobre la tierra fueron generados

  En el sexto día llegó a la existencia la vida más elevada con la consciencia más desarrollada (Gn. 1:24-25). Esta vida puede realizar obras sobre la tierra. Génesis 49:9 habla del león, comparando a Judá con un león que puede llevar a cabo muchas cosas. En 1 Samuel 6:7, 12a se habla de dos vacas usadas para tirar del carro que trasportaba el arca. Estos versículos muestran que los animales y el ganado pueden realizar tareas sobre esta tierra. Su consciencia es más elevada que la de los peces, y más elevada que la de las aves, y pueden llevar a cabo actividades sobre esta tierra. Esta es la tercera etapa del crecimiento de vida.

  Llevamos a Cristo dentro de nosotros como vida nuestra. A partir del pasto, el nivel de esa vida subirá y alcanzará la condición de hierba y luego de árbol. Entonces estaremos en otro plano, el plano de la vida animal. En ese nivel, primero seremos peces, creceremos gradualmente hasta llegar a la condición de aves, y finalmente creceremos aún más y seremos una vaca, con una vida más elevada, más fuerte y con más significado.

  Debemos ver lo necesaria que es la luz. En el primer día, tuvimos la luz del Espíritu y de la Palabra. Al seguir adelante, necesitamos las lumbreras del cuarto día. En el cuarto día, las luces vienen de Cristo, de la iglesia y de los santos resplandecientes. Por estar bajo la iluminación de Cristo, de la iglesia y de los santos resplandecientes, no sólo tenemos la regeneración que la vida produce, sino el crecimiento de la vida. La luz del primer día sirve para generar la vida; las luces del cuarto día facilitan el crecimiento de vida. Las luces del cuarto día vienen principal y directamente de Cristo, y también de la iglesia y de los santos resplandecientes. Si deseamos crecer en vida después de haber recibido la vida eterna, debemos relacionarnos primero con Cristo, luego con la iglesia, y en tercer lugar con los santos que están llenos de vida. Estando bajo este resplandor, nos hallamos en el proceso de crecimiento.

  En cuanto al proceso de crecimiento, no estoy hablando de algo teórico. Sé a qué me refiero porque yo mismo he pasado por todas estas etapas. Hace cuarenta y nueve años, yo era una brizna de pasto. Luego crecí y pasé de pasto a hierba. Más tarde llegué a ser un árbol. Después de cierto tiempo, fui un pez, capaz de vivir en cualquier situación adversa. Luego alcancé un nivel donde podía elevarme a los cielos. Cuando se presentaba un problema o venía persecución o dificultades o aflicciones de parte de mi madre o de mis hermanos en la carne, de mi esposa e hijos, e incluso de mis hermanos en el espíritu, lo trascendía todo. Esto es real.

  A menudo su amada esposa le hace la vida difícil. Si usted todavía no es un ave, se quedará allí para discutir y alegar. Una vez que usted llegue a ser un águila, si su querida esposa le causa disgustos, el esposo que es un águila volará. Este esposo-águila permanecerá en el aire observando, hasta que la esposa diga: “Alabado sea el Señor”. Entonces el esposo-águila volverá. Usted puede decir cuándo es un pez y cuándo es un águila. Si no ha tenido ese tipo de experiencias, le aseguro que algún día será un águila. El águila no tiene que luchar. Cuando surge una dificultad, se eleva por el aire. Es difícil atraparla. Cuando hay aflicción, dificultades o problemas, el águila vuela. Esta es una verdadera victoria, una victoria que trasciende las circunstancias. ¿No desea usted ser un águila?

  No obstante, a veces cuando yo era un águila y me resultaba fácil volar, el Señor me decía: “No te alejes. Quédate para que formes parte del ganado. Debes ser una vaca. Produce leche para alimentar a otros o llévalos como carga. Cuando tu esposa te cause disgustos, no te vayas; dale leche. Aliméntala y llévala a cuestas”.

  Es posible que su cónyuge sea el agua de muerte para usted, la cual lo mata y lo sala. Si usted es un árbol o una hierba, ciertamente será muerto, pero si ha crecido y ha pasado de planta a pez, vivirá. Anteriormente, vi muchos jóvenes que iban muy bien antes de casarse. Pero cuando se casaron, fueron muertos. Los maridos recién casados fueron muertos por las esposas recién casadas, y éstas fueron muertas por aquéllos. Sin embargo, también vi a algunos santos queridos que habían crecido hasta ser un pez viviente. Las esposas no se preocuparon por lo salados que estaban sus maridos, y los maridos no se preocuparon de cuán saladas estaban sus esposas. Siguieron viviendo. Después de cierto tiempo, crecieron y pasaron del nivel de pez al nivel de águila. Cada vez que pasaban por dificultades, simplemente las trascendían. Después de crecer más y más en vida, empezaron a ver que escaparse no constituía una vida más elevada. Entendieron que debían quedarse en la tierra a fin de producir leche para sus queridos parientes y llevarlos a cuestas. Cuando usted llegue a esta etapa, si su querida esposa le causa disgustos, usted no contestará nada. Simplemente la llevará sobre sus hombros como una carga. Mientras su esposa discute con usted, usted la llevará sobre sus hombros y le dirá: “Voy a llevarte a los cielos”.

  En 1 Samuel 6 vemos un carro que lleva el arca del Señor. Usted necesita llevar parte del peso del arca. Debe hacer algo, y desarrollar una actividad sobre esta tierra. No huya. La que llaman vida celestial no es la vida más elevada. Cuando usted llega a ser muy celestial, debe volver a la tierra. No se limite a elevarse; más bien crezca de tal modo que descienda.

  El Señor Jesús era Dios, pero vino a la tierra a ser una vaca para cumplir el propósito de Dios. El vino para ser sacrificado y llevar todas nuestras cargas. Cada vez que alguien lo perseguía a El, El llevaba a ese perseguidor sobre Sus hombros y decía: “Te llevaré a los cielos”. ¿Qué clase de vida es ésta? Esto es maravilloso.

  Ahora podemos ver que todo lo mencionado en el primer capítulo de Génesis está relacionado con la vida. Le pido que lleve todos estos versículos y todos los puntos incluidos en este mensaje al Señor en oración. Dígale: “Señor, tengo la vida. Pero Señor, Tú sabes que necesito las lumbreras del cuarto día. Ya tengo la luz del primer día, pero necesito las luces del cuarto día. Señor Jesús, te necesito como el sol. Necesito tener contacto directo contigo. Quiero estar en Tu presencia día tras día. Quiero estar bajo Tu resplandor. También necesito la iglesia, la luna. Y además necesito las estrellas. Necesito a los santos vencedores, aquellos que resplandecen, que vuelven muchos a la justicia. Necesito a aquellos que vuelven a la gente de las tinieblas a la luz”. Si usted tiene contacto con el Señor como el sol, con la iglesia como la luna, y con algunos santos como estrellas resplandecientes, tendrá las luces del cuarto día. Crecerá por medio de esas luces. El plano de vida que usted tiene pasará de la vida vegetal a la vida animal. Usted crecerá día tras día. Luego podrá resistir cualquier situación de muerte y podrá trascender toda oposición, distracción o tentación. Finalmente, usted regresará a la tierra por sí mismo para cumplir la voluntad de Dios. ¡Esto es maravilloso!

  Sin embargo, ésta no es la vida que tiene la consciencia de sí más elevada, sino una vida con una elevada consciencia de sí. Debemos seguir adelante hasta la última parte del sexto día. Como veremos en un mensaje posterior, al final del sexto día viene la vida que tiene la más elevada consciencia de sí misma, la vida humana, una vida que expresa la imagen de Dios y que tiene dominio sobre todas las cosas para Dios.

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