Mensaje 55
Como lo he dicho reiteradas veces, casi todas las semillas de la revelación divina se mencionan en el libro de Génesis. Una semilla es la forma rudimentaria de algo. Su tamaño es pequeño y su forma sencilla, pero cuando es sembrada en el campo, crece. Al crecer, toma otra forma. Primero es un retoño y luego se desarrolla plenamente. La forma final de su desarrollo difiere de la forma de la semilla, pero todos los elementos y aspectos principales se encuentran en la semilla. Si queremos entender Génesis 19, debemos considerarlo como una semilla que tiene su crecimiento, su desarrollo y su cosecha en los siguientes libros de la Biblia. El relato acerca de Lot y de sus hijas en Génesis Gn. 19:30-38 constituye una semilla negativa con respecto a este lamentable asunto del incesto, pero sirve a un propósito positivo: nos da una advertencia firme y solemne.
En este mensaje veremos el retrato de algo muy desagradable: el incesto. Génesis 19:30-38 es probablemente el primer caso de incesto relatado en la historia humana, y forma parte de la sección que habla de vivir en comunión con Dios. Al considerar este asunto, abarcaremos seis puntos: la familia, el padre, la madre, las hijas, la simiente y la misericordia ilimitada e inescrutable de Dios.
Primeramente tenemos a la familia, el grupo, y luego, al padre, el líder de este grupo. En tercer lugar, tenemos a la madre, que era la ayudante del líder. El líder de un grupo necesita ayuda. En una familia, la ayuda apropiada es la esposa, y en la Biblia, la esposa es llamada la ayuda idónea. En tipología, la esposa en una familia representa una ayuda en vida. Este concepto corresponde a los principios bíblicos. Considere el ejemplo de Sara. Abraham tenía una familia para cumplir el propósito de Dios, pues él solo no habría podido hacer nada por el propósito de Dios. Necesitaba una ayuda en vida. El recurrió a Agar en busca de dicha ayuda, pero ella no fue una ayuda en vida sino una ayuda en la carne. Sara era la única ayuda, la que tenía la función en vida. Sin ella, Abraham nunca habría podido producir a Isaac para cumplir el propósito de Dios. Hoy en día la iglesia es una familia espiritual en la cual también se necesita la función apropiada en vida a fin de producir a “Isaac” y cumplir el propósito de Dios. Como veremos, hubo un momento en que el grupo familiar de Lot perdió su función en vida porque la esposa se había convertido en una columna de sal. Ella debió haber sido sal y haber conservado su sabor, pero su mundanalidad causó la perdida de su función en vida. En tipología, convertirse en una columna de sal alude a la pérdida de la función en vida. Había un grupo con un líder, pero carecía de esposa que tuviera la función en vida; sólo había una columna de vergüenza. Sucede lo mismo con muchos grupos cristianos hoy en día. Estos grupos tienen líderes, pero no tienen la esposa idónea que tenga la función apropiada en vida.
Por haber perdido su función en vida, la familia de Lot tenía miembros indecorosos: las hijas. No me gusta llamar hijas a los miembros del grupo de Lot, porque la palabra hijas es buena. ¿Qué clase de gente eran? ¿Eran hijas o esposas o madres? No sé cómo llamarlas. Si usted las llama hijas, debe añadir que fueron hijas incestuosas. Fueron madres, pero madres incestuosas. Siento vergüenza hasta de hablar de lo que hicieron. Después de que la mayor se acostó con su padre, alentó a la menor a hacer lo mismo. ¡Qué vergüenza! Estos eran los miembros del grupo de Lot. Hoy en día, muchos grupos cristianos tienen esos miembros indecorosos. Ellos, como las hijas de Lot, desean tener descendencia pero no usan los medios debidos. Tal vez digan: “Ganemos almas”, pero ganan almas por medio del incesto espiritual.
En Génesis 19:30-38 descubrimos el grupo, el líder, la ayuda en vida, los miembros y la prole obtenida por incesto. Pero alabado sea el Señor porque finalmente vemos la misericordia ilimitada e inescrutable de Dios en uno de los descendientes de ese incesto. Rut, una moabita, descendiente de Lot con una de sus hijas, llegó a ser la bisabuela de David y una antepasada de Cristo. ¿Acaso no expresa eso la ilimitada e inescrutable misericordia de Dios? No obstante, cuando oímos eso, no debemos decir: “Hagamos males para que vengan bienes”.
Consideremos ahora estos seis puntos más detalladamente. Basándonos en el principio según el cual todo lo que contiene el libro de Génesis es una semilla, podemos decir que la tienda de Abraham, en la cual él tenía una comunión íntima con Dios al nivel humano, era una miniatura del tabernáculo que los descendientes de Abraham debían construirle a Dios como morada Suya en la tierra, pues eso les había mandado Dios. La tienda de Abraham era la semilla, y el tabernáculo erigido en el desierto por los hijos de Israel era el desarrollo. El templo construido en la buena tierra de Canaán fue un desarrollo adicional de esa semilla. La iglesia actual, como verdadera morada de Dios en la tierra, es el cumplimiento de lo que describen la tienda de Abraham, el tabernáculo y el templo en el Antiguo Testamento. Finalmente la Nueva Jerusalén será la cosecha final de aquella semilla. Apocalipsis 21:3 revela “el tabernáculo de Dios con los hombres, y El fijará Su tabernáculo con ellos”. Por consiguiente, en Génesis 18 vemos la semilla, y en Apocalipsis 21 la cosecha.
Según el mismo principio, en los días de Abraham y de Lot, Dios tenía un pueblo sobre la tierra. Su pueblo se componía de dos familias: la familia de Abraham y la de Lot. Era una semilla, una miniatura, del pueblo de Dios en las edades que vendrían. Primero, los hijos de Israel constituían el desarrollo de la semilla del pueblo de Dios, y ahora la iglesia es la continuación de este desarrollo. Al final, en la Nueva Jerusalén todos los redimidos de todas las generaciones serán la cosecha completa del pueblo de Dios en la tierra. Una vez más tenemos la semilla, el desarrollo y la cosecha. Vemos, entonces, que lo que contiene la semilla también debe encontrarse en el desarrollo.
Al principio, la familia de Abraham y de Lot, siendo el pueblo de Dios, eran una sola. No obstante, en un momento dado, entró la división y se separaron. Cuando eran uno, no formaban un grupo, sino el pueblo de Dios, el único pueblo de Dios. Cuando vino la división, ésta produjo un grupo libre. Ese antiguo grupo libre es la semilla y la miniatura de los grupos libres de hoy. Hoy en día, los grupos libres que hay entre el pueblo de Dios en realidad son un desarrollo adicional de aquella semilla. La división sembrada por Lot se desarrolló después de la época de Salomón cuando los hijos de Israel se dividieron y se produjo un grupo libre. Ese grupo libre, la nación de Israel, nunca fue reconocida por Dios. Dios sólo reconoció a Judá porque Judá se encontraba en el terreno indicado. En principio, pasa lo mismo en la era de la iglesia. La iglesia entera debe ser el único pueblo de Dios. Al comienzo, la iglesia era una; era una sola entidad. Pero se produjeron divisiones sucesivas, que dieron por resultado muchos grupos libres. Alabamos al Señor porque esta división no continuará en el cielo nuevo y la tierra nueva. Se acabará cuando vuelva el Señor.
Hemos visto que al separarse Lot de Abraham, plantó la semilla de la división y también de los grupos libres de hoy. ¿Quién fue la causa de esa división? No fue Abraham, sino Lot. Tal vez los miembros de la familia de Lot hayan argumentado: “¿Acaso no somos el pueblo de Dios? ¿Por qué ustedes, los miembros de la familia de Abraham, siempre dicen que son el pueblo de Dios?”. Sí, la familia de Lot formaba parte del pueblo de Dios, pero habían abandonado al testigo y el testimonio de Dios, esto es, a Abraham y lo que él testificaba. El testigo y el testimonio de Dios se encontraban en la tienda de Abraham cerca del encinar de Mamre que está en Hebrón, y no con Lot en la ciudad de Sodoma. En los capítulos dieciocho y diecinueve, vemos que Dios y los dos ángeles estaban contentos de permanecer con Abraham, de disfrutar de la cena y de una comunión íntima con él. Pero cuando fueron a la ciudad inicua de Sodoma, Dios no los acompañó, y se quedó con Abraham. Ambos grupos conformaban el pueblo de Dios, pero ¿dónde estaba la presencia de Dios? ¡Con la familia de Abraham solamente! La presencia de Dios acompañaba a la familia de Abraham porque su familia era Su pueblo típico y tenía la posición adecuada para dar testimonio de El. Lot pertenecía al pueblo de Dios, pero no estaba en el terreno indicado cerca del encinar de Mamre que estaba en Hebrón; él se hallaba en Sodoma, en el terreno de la división y de los grupos libres. Todo el pueblo de Dios, Su familia, debe morar cerca del encinar de Mamre que está en Hebrón, donde Dios puede visitarles amistosa e íntimamente. Aquí podemos ver la diferencia entre la iglesia y los grupos libres; todos los grupos libres forman el pueblo de Dios, pero la iglesia está cerca de “el encinar de Mamre” que está en “Hebrón”, disfrutando continuamente de la presencia íntima de Dios. Entonces ¿qué pasa con los grupos libres? Así como sucedió en el caso de la familia de Lot, Dios no se reúne con ellos. Son Su pueblo, y El los cuida y no los olvida, pero Su presencia no los acompaña. Después de la partida de los ángeles para Sodoma con el fin de rescatar a Lot y a su familia, la presencia de Dios acompañaba a Abraham, Su querido amigo. ¿Dónde está usted, con la familia de Abraham en Hebrón o con el grupo libre de Lot en Sodoma?
¿Acaso no afirma la Biblia que Lot era justo? Sí, vemos claramente en 2 Pedro 2:7 y 8 que Lot era justo. ¿No son salvas las personas de los grupos libres? Indudablemente lo son. Sin embargo, considere la situación: los que están en los grupos libres están en un lugar condenado por Dios. Esto queda claro a la luz de la revelación divina. Supongamos que ustedes viviesen en los días de Abraham y de Lot. ¿En qué grupo habrían estado? Quizás digan: “Usted dice que el grupo de Lot es una división. ¿No es el grupo de Abraham otra división? Ni el grupo de Abraham ni el de Lot constituyen el cuerpo entero. Ambos son la misma cosa. ¿Por qué hace usted diferencia entre las familias de Abraham y la de Lot cuando ambas forman el pueblo de Dios? Puesto que ambas son el pueblo de Dios, hoy estaré con Lot y mañana visitaré a Abraham”. Usted quizás se quede con Lot, pero Dios no hará lo mismo. Esto hace una gran diferencia.
Aparte de la familia establecida en el terreno que les permitía una comunión íntima con Dios, había un grupo libre. La situación actual es un desarrollo adicional de esta semilla. Sea honesto y justo con los grupos libres. ¿Está el testimonio de Dios entre ellos? ¡No! Dios no se expresa en los grupos libres. Ellos obran según su propio parecer, y no hay ningún testigo ni testimonio con ellos. La familia de Lot llegó a ser ese grupo libre porque estaba lejos de Abraham y de lo que él testificaba. Si yo hubiera sido Lot, con la luz que tenemos ahora, habría dicho: “Tío Abraham, aún cuando me obligues a abandonarte, no lo haré. Si no me amas, seguiré abrazándote y besándote. Quiero quedarme contigo porque eres el testigo de Dios y porque el testimonio de Dios te acompaña. Nunca abandonaré este testimonio”. Debemos tener esta actitud hoy en día. Quizás no estemos contentos con los hermanos que hay en la iglesia, pero debemos decir: “Hermanos, aunque no esté contento con ustedes y ustedes no me traten bien, nunca abandonaré el testimonio de Dios”. El origen, la raíz, del problema del primer grupo libre fue que se alejó del testigo y del testimonio de Dios.
Muchos de nosotros podemos testificar que cuando salimos de las denominaciones, estábamos contentos y nos sentíamos en los cielos. Pero dejar la iglesia es un asunto muy distinto. Si usted abandona la iglesia, su alegría desaparecerá y no volverá hasta que usted regrese al testimonio de Dios. No digo eso de manera superficial. No hay ninguna excepción: los que han salido de la iglesia han perdido su alegría. Cuando una persona sale de la iglesia, le resulta muy difícil regresar. Fíjense en Lot; él fue rescatado después de la derrota de los reyes, pero se rehusó a volver a Abraham. Aun después de ser librado de la destrucción de Sodoma, no volvió a él. Más adelante veremos que Lot mantuvo sus preferencias. El hecho de que nos alegramos cuando salimos de las denominaciones y que perdemos el gozo al abandonar la iglesia, demuestra lo que es la iglesia, la cual tiene la presencia de Dios, y lo que es una denominación, donde no está la presencia de Dios. Tal vez no seamos capaces de discernir con nuestra mente la diferencia entre ellas, pero podemos discernirla por el sentido de vida en lo profundo de nuestro espíritu.
Después de haber dejado el testigo y el testimonio de Dios, el grupo de Lot anduvo errante hasta llegar a la ciudad inicua de Sodoma (13:12-13; 19:1). Si usted deja la vida de iglesia, será derrotado. Como un trozo de madera flotante que no puede controlar su rumbo sino que es llevado por la corriente, será arrastrado por la corriente de esta era y se hundirá hasta encontrarse en una ciudad inicua.
Después de ser rescatado Lot de la destrucción de Sodoma, seguía aferrado a sus preferencias (19:20-23). El les suplicó a los ángeles que lo estaban rescatando que le permitieran ir a una pequeña ciudad llamada Zoar. Dios tuvo misericordia de él, y los ángeles le concedieron su petición. Si usted examina la historia de muchos grupos disidentes, se dará cuenta de que les pasa lo mismo. Al principio, estaban en una ciudad importante, y Dios no les concedió ninguna bendición. Luego, después de la intervención de Dios, se mudan a Zoar, una pequeña ciudad lejos del testimonio de Dios. Primero dejaron el testimonio de Dios y se hundieron en una situación condenada por Dios, y luego, llevados por su preferencia personal, fueron a un lugar pequeño.
Finalmente Lot fue a morar en una cueva (19:30). Así como Lot, algunos grupos libres, después de abandonar una ciudad importante y de ir a una pequeña, van a parar a una cueva. Se aíslan del resto del pueblo de Dios, y rechazan la comunión con ellos. Podrían decir: “¿Por qué dicen ustedes que son la iglesia y que nosotros no?”. Si ellos son la iglesia, no debían morar en una cueva, sino salir y tener comunión con el pueblo de Dios. No obstante, sólo se preocupan por su pequeño grupo, el cual está en esa caverna. Lo que tienen es la vida cavernícola, y no la vida de iglesia.
Ahora llegamos al padre, el líder. En la cueva, Lot se emborrachó con vino (19:32-35). Como dije antes, es muy extraño ver que estos fugitivos tuviesen vino en esa cueva. Estaban tan adictos al vino que deben de haberlo traído consigo cuando huían de Sodoma. El vino era la sustancia que los embotaba. Cuando estaban en la cueva, las hijas de Lot no tuvieron la comunión apropiada con él, diciendo: “Padre, nuestra madre se ha convertido en una columna de sal, y nosotras no tenemos maridos. ¿Cómo podremos tener prole? Debemos hacer algo al respecto. ¿Podemos orar todos juntos?”. Si hubieran hecho eso, no se habría producido el incesto. Pero no tuvieron comunión en el espíritu, ni oraron al Señor. La hija mayor, la que tenía más experiencia con las embriagueces de Sodoma y que estaba más embotada por ellas, propuso a la otra que emborracharan a su padre con vino y durmieran con él a fin de producirle descendencia. Si usted examina la situación actual, encontrará que los líderes de casi todos los grupos libres fueron embriagados y embotados con algún tipo de vino. Un líder apropiado debe ser sobrio. Lot debió haber dicho a la hija que le presentaba vino: “¿Qué estás haciendo? tira eso”. Pero Lot no era una persona sobria; él bebió, y lo hizo sin restringirse. Se emborrachó hasta tal punto que sus hijas se acostaron con él y ni cuenta se dio. La mayoría de los líderes de grupos libres, en el sopor de algún vino, dicen, hacen y deciden cosas de una manera confusa. La situación confusa de muchos líderes causa sopor en la mayoría de los miembros de sus grupos.
Después de emborracharse, Lot cayó en un sopor y se durmió. Esta misma condición predomina entre los grupos libres hoy día. En cuanto al testimonio de Dios, los líderes caen en una somnolencia y se duermen. Son muy activos en lo que buscan, pero duermen en cuanto al testimonio de Dios.
Lot quedó embotado, pues perdió el sentido de vida (19:33b, 35b). Cuando la primera hija vino y se acostó con él, “él no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó”. Sucedió lo mismo con la segunda hija la noche siguiente. ¿Qué pecado puede ser más grave que ése? ¡Ni siquiera tenía consciencia de que sus hijas se habían acostado con él! Hoy en día los líderes de muchos grupos libres también han perdido el sentido vital. No están conscientes de la violación de algunos principios ordenados por Dios.
Vimos ya que la madre, quien debía haber sido la ayuda en vida en su calidad de esposa, se había convertido en una columna de sal por causa de su mundanalidad (19:26). Cuando la familia de Lot entró en la cueva, no existía ninguna función de vida, pues no estaba presente la función de esposa. Como resultado, recurrieron al incesto, usando algo tan pecaminoso para reemplazar la función vital que habían perdido. Esta también es la situación actual entre numerosos grupos supuestamente cristianos. Han perdido la función del Cuerpo de Cristo, la función apropiada de vida, y usan métodos mundanos para llenar el vacío. Al igual que el grupo de Lot, no pueden producir el “Isaac” apropiado que cumpla el propósito de Dios. Al usar el incesto para procurarse una prole, producen “moabitas” y “amonitas”.
Ya vimos que el líder estaba embotado y aturdido, y que la función de vida se había perdido. No obstante, las hijas, los miembros de ese grupo libre, persistían en su deseo de llevar fruto y de multiplicarse. No tenían el liderazgo apropiado ni la función de vida, pero tenían un método perverso de procurarse una descendencia. Entre muchos grupos libres de hoy se da el mismo caso. Para llevar fruto, debemos vivir por Cristo y expresarlo, orar y ayudar a otros a recibir la palabra viva de Dios a fin de que nazcan de nuevo. Es así como se produce el debido fruto para obtener a “Isaac” y cumplir el propósito de Dios. Sin embargo, observe la situación actual: algunos grupos utilizan la música rock, el baile, el teatro, las películas y los juegos, para satisfacer su deseo de multiplicarse. A los ojos de Dios, esto es cometer incesto espiritual. Los grupos libres adoptan estos métodos porque la esposa mundana ha perdido su función. En las iglesias necesitamos la función de vida para producir una descendencia. Cuando se ha perdido la debida esposa, la cual tiene la función vital, se usan medios viles y mundanos para multiplicarse. Este es el camino del “incesto” que produce “moabitas” y “amonitas”.
Las hijas de Lot habían perdido el sentido de lo moral, pues estaban embriagadas con la corriente inicua del mundo maligno. Si hubieran tenido algún sentido de lo moral, jamás habrían pensado acostarse con su padre. La primera hija se acostó con su padre sin sentir vergüenza alguna y alentó a la menor a hacer lo mismo. Hablaron de eso tranquilamente entre ellas, sin ningún sentimiento de culpa. Cuando todos ellos vivían en Sodoma, Lot hasta propuso sacrificar a sus hijas para satisfacer a los sodomitas que estaban entregados a sus vergonzosas concupiscencias. ¿Cómo puede un hombre con sentido de moralidad espiritual hacer una propuesta semejante? Lot debió haber dicho: “¡Me pueden matar a mí y a mis huéspedes, pero nunca permitiré que hagan este mal a mis hijas vírgenes!”. ¿Cómo fue que Lot perdió su sentido moral? Lot se había embriagado. A raíz de esto, sus hijas no tenían ningún sentido de lo moral, y su carácter humano se había degradado al nivel más bajo. Hoy en día, algunos grupos libres también han sido embotados por la corriente inicua del mundo maligno y sólo se preocupan por alcanzar el éxito, sin importarles los medios. Necesitan ser desintoxicados por la palabra de Dios la cual nos hace recuperar la sobriedad.
Las hijas de Lot estaban embotadas y deseaban tener descendencia por cualquier medio que fuese (19:31:35). Lo único que les importaba era el objetivo que tenían, y no los medios para lograrlo. Muchos grupos cristianos son así. Dicen: “¿Qué hay de malo con esta predicación del evangelio mientras traigamos gente a Cristo? Hemos ganado muchísima gente así. ¿Cuántas almas ha ganado usted?”. Lo único que les preocupa es ganar almas, y no el usar una manera apropiada para lograrlo.
Las hijas de Lot cometieron incesto, violando así el principio ordenado por Dios (19:36). Aquí debemos referirnos a Mateo 7:21-23. El Señor dijo que cuando El vuelva, algunos obreros que dicen ser cristianos le dirán: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchas obras poderosas?” (Mt. 7:22). Si no hubieran hecho estas cosas, no habrían podido referirse a ellas. El Señor no negará que ellos hicieron tales obras. Sin embargo, en Mateo 7:23, el Señor Jesús dice que El les declarará: “Nunca os conocí; apartaos de Mí, hacedores de iniquidad”. El hecho de que el Señor haya dicho: “Nunca os conocí” significa “nunca os he aprobado porque sois hacedores de iniquidad”. Los que participan en una carrera deben permanecer en su carril. Por mucho que corran, no pueden hacerlo fuera de los límites de su carril. Del mismo modo, necesitamos un principio que regule nuestra actividad espiritual. No es un asunto de profetizar, echar demonios, u obrar milagros, sino de hacer la voluntad del Padre (Mt. 7:21). Nuestras actividades espirituales deben conformarse a la voluntad del Padre. Nuestra predicación, el amor que mostramos para con los demás, y todo lo que hagamos debe conformarse a la voluntad del Padre. Si en nuestro espíritu no tenemos la certeza de que estamos haciendo la voluntad del Padre, no debemos proseguir. Si hacemos cosas sin esta certeza, quebrantaremos el principio que nos regula y cometeremos incesto espiritual. Eso es iniquidad a los ojos de Dios. El Señor nunca aprobará a esos obreros inicuos.
Las hijas de Lot produjeron una descendencia por incesto. El nombre de sus dos hijos son muy significativos. El primero, Moab, significa “del padre” (19:37). Cuando la hija mayor llamó a su hijo “del padre”, ella estaba diciendo: “Tengo un hijo de mi padre”. Incluso le puso a su hijo un nombre que se lo recordara. La segunda hija dio luz a un niño y lo llamó Ben-ammi, que significa “hijo de mi parentela” (19:38). En lo que a las hijas se refiere, con tal que obtuviesen descendencia para preservar su linaje, todo se valía. Si no hubieran tenido descendencia, su grupo libre se habría acabado. La situación actual es idéntica. Muchos grupos libres sólo se preocupan por preservar su linaje, es decir, por preservar su grupo. No les preocupa hacer la voluntad de Dios ni usar los medios correctos, sino únicamente producir descendientes por medio de actividades incestuosas.
La simiente producida por incesto se convirtió en un gran perjuicio para el pueblo de Dios mediante la fornicación (Nm. 25:1-5). Mientras el pueblo de Dios vagaba en el desierto, los moabitas vinieron. Primero, contrataron al profeta Balaam para que maldijera al pueblo de Dios (Nm. 22:2-7), pero Dios cambió esta maldición por bendición (Nm. 23:11; 24:10). Segundo, Balaam aconsejó a los moabitas que incitaran a los hijos de Israel a adorar ídolos y a cometer fornicación (Nm. 31:16). La idolatría siempre conduce a la fornicación, pues estas dos “hermanas” inicuas van siempre juntas. El cristianismo actual contiene las enseñanzas de Balaam mencionadas en Apocalipsis 2:14. El Señor dijo a la iglesia en Pérgamo, una iglesia degradada y mundana, que entre ellos algunos tenían las enseñanzas de Balaam, las enseñanzas que perjudicaban al pueblo de Dios al inducirlo a la idolatría y la fornicación.
Dios juzgó severamente a los israelitas por la idolatría y fornicación en que incurrieron con los moabitas, pues dijo a Moisés: “Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel” (Nm. 25:4). Además, Dios rechazó a los moabitas y a los amonitas y mostró su ira santa y divina para con ellos, pues pidió a los israelitas que no procuraran la paz de ellos ni su bien “en todos los días para siempre” y declaró: “No entrará amonita ni moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos; no entrarán en la congregación de Jehová para siempre” (Dt. 23:3-6). Todo lo que se relaciona con los moabitas y los amonitas se encontraba bajo la condenación de Dios, y no se les permitía a los hijos de Israel procurar la paz de ellos ni su bien.
Del capítulo 16 de Génesis al capítulo 21, hay tres nacimientos: el de Ismael, el de Moab y Ben-ammi, y el de Isaac. El nacimiento de Ismael se llevó a cabo por medio del esfuerzo carnal, y el nacimiento de Moab y Ben-ammi fue el resultado del incesto. Pero el nacimiento de Isaac se produjo por la gracia de Dios. Ismael, producido por el esfuerzo carnal, fue rechazado por Dios. Moab y Ben-ammi, quienes fueron engendrados por medio del incesto, fueron una vergüenza a lo largo de la historia. Sólo Isaac, quien fue producido por la gracia de Dios, fue usado para cumplir el propósito de Dios. Todos debemos examinarnos para ver qué clase de descendencia estamos produciendo: Ismael, Moab, o Isaac. Podemos tener algún incremento, algún fruto, pero ¿será el resultado ismaelitas, moabitas o “Isaacs”?
Pese a que los moabitas fueron rechazados hasta la décima generación, vemos en el caso de Rut la ilimitada e inescrutable misericordia de Dios (Rt. 1:2, 4-5, 8, 15-19, 22; 4:13, 17). Elimelec, el marido de Noemí, sacó a su familia de Judá para buscar la paz y la prosperidad que tenían los moabitas. Después de la muerte de Elimelec, sus dos hijos “tomaron para sí mujeres moabitas” (Rt. 1:4). Cuando los dos hijos murieron, Noemí se quedó en Moab con sus dos nueras. Cuando Noemí se disponía a regresar a Judá, Rut no quiso separarse de ella, y le dijo: “No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rt. 1:16). Al buscar a Dios de manera incondicional, Rut, una viuda moabita, entró en la congregación santa del pueblo de Dios, se casó con Booz, y llegó a ser la bisabuela del rey David. Finalmente, ella no sólo entró en la santa congregación del pueblo de Dios, sino también en la genealogía de Cristo, pues fue una antepasada de Cristo y tuvo parte en Su encarnación (Mt. 1:1, 5). Esta es la ilimitada e inescrutable misericordia de Dios. La misericordia de Dios espera que lo busquemos a El y a Su pueblo. No se quede en Moab; venga a Judá. La congregación de Dios y la encarnación de Cristo acompañan a Su pueblo en Judá. Estar en el sitio correcto tiene mucho significado. Usted debe cambiar su posición y su base. Si desea estar en la congregación santa y participar de la encarnación de Cristo, debe salir de Moab e ir al pueblo de Dios en Judá.
Lot, quien era miembro del pueblo de Dios, y su familia abandonaron al testigo y el testimonio de Dios. Como resultado, de su vida se produjeron los moabitas y los amonitas. Rut, una viuda moabita que buscaba a Dios, fue al pueblo de Dios y al testimonio de Dios. El resultado de su vida fue el siguiente: producir a Cristo. ¡Qué admirable misericordia concede Dios a los que le buscan! Hasta un descendiente de Moab, un ser humano nacido del incesto, pudo participar, por medio de la redención, en la encarnación de Cristo.